Viernes 13 para el Gobierno y para la CNMV

El coste político de la dimisión de Conthe se acrecienta por momentos para el gobierno. Y desde el viernes a este fin de semana no ha habido minuto que no se haya incrementado. Así, cada acción que tuvo lugar el viernes pasado aumentó los costes políticos para el ejecutivo. Tanto las palabras de Solbes, incendiariamente medidas, como el acuerdo de los miembros del Consejo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (lo más grave del viernes) como la respuesta del propio Manuel Conthe, van aumentando un suma y sigue de difícil cuantificación. Si durante la semana santa, se había elevado la temperatura de la situación, dentro de unos ciertos márgenes del equilibrio con las declaraciones de la vicepresidenta, este segundo viernes ha sido fatídico. Todo un viernes 13 para la credibilidad de los órganos de regulación y el gobierno.

Además, el estado actual de la situación impide comprender cuáles son los motivos y las razones por las cuales nos encontramos en este estadio, por todo lo oculta una pátina de escándalo. Por tanto, antes de juzgar a Manuel Conthe en sus formas y en su evidente desafío al gobierno, sería razonable identificar los motivos y las razones que nos han abocado a esta situación, y en todo caso, resolver de la manera más ágil posible la controversia. Lo que parece evidente es que el vicepresidente de la CNMV no va a salir indemne de situación ya que se trata de un actor específico de mucho más peso del que parece y con una conexión directa con el gobierno mucho más fuerte que la de Conthe, lo cual es llamativo.

Haciendo cronología del día, en primer lugar, Solbes afirmando la pérdida de confianza del ejecutivo y del propio Vicepresidente del gobierno en Manuel Conthe. Como se podía leer en Expansión este fin de semana, se trata de una negación de San Pedro hacia la persona de Manuel Conthe (sólo que sin lágrimas). Seguramente a Solbes le ha faltado este mismo arrojo que exhibió en su comparencia en los medios, para intervenir públicamente semanas atrás cuando se estaba dilucidando el objeto y causa que ha desatado todo este escándalo: la irrupción de Enel y Acciona en la OPA de Endesa y si existía motivos para sancionar su actuación. Evidentemente, está dentro de toda lógica esta declaración que el gobierno pierda la confianza en Conthe. Eso es obvio, pero era evidente desde el momento en que el vicepresidente es más interlocutor que el Presidente. Pero, lo que hay que identificar es que no es porque el actual presidente de la CNMV no haya actuado en cada momento, sino porque no sigue las consignas. Claramente, lo que se atisba es que el gobierno se quiere hacer con un consejo cómodo, a la medida de la necesidad de gestión de intereses, en un momento tan complejo para el sector empresarial español.

En segundo lugar, la propia iniciativa del Consejo de hacer público un escrito contra Conthe desde el Consejo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. No se puede valora si el objetivo era utilizarlo como una herramienta jurídica para tratar de justificar un cese por parte del gobierno o como mecanismo mediático para complicar aún más el asedio a Conthe. Este tipo de actuaciones, suelen volverse contra quien las provoca (en primer lugar) y contra quien las firma (en segundo lugar). En un diagnóstico comunicacional de la situación, Conthe es el débil en esta situación y está teniendo una postura de enfrentamiento por dignidad contra toda la maquinaria y relaciones del estado. Lo que no favorece el resultado para el Consejo y más si en algún momento aparece cualquier información que haga dudar del posicionamiento de la CNMV.

Finalmente, la respuesta de Conthe, también contundente (pueden resultar saludables estos encontronazos con el ejecutivo y su “política industrial”, por lo que no es preciso contar siempre con su confianza), con el anuncio de su petición de dimisión del Vicepresidente Carlos Arenillas y la publicación de las actas internas de los Consejos. Conthe sigue tensando la cuerda y como ya anunciamos en Energía Diario, tambiénj aumenta su carácter mítico. Y, desde el punto de vista informativo, en la elección entre un gobierno con sospechas de intervenir en la vida económica (aunque solo sean ‘sospechas’ e ‘intuiciones’) y un regulador que reclama la independencia que otros reguladores de otros países tienen, también la batalla está perdida. Conthe reclama independencia de los reguladores sobre los ejecutivos, algo que casualmente nadie ha pedido en todo este proceso, lo cual también es premonitorio y esclarecedor.

Lo que está claro es que la situación se ha desbocado y se puede llevar por delante al propio Solbes, además de Arenillas, a Conthe (está en tiempo de descuento y él lo sabe, lo que tiene que hacer es saberlo gestionar) y no se sabe a quien más. No obstante, esto debe terminar. Conthe debe ir al Congreso, explicarse, si es preciso que se anticipe su intervención anual y posteriormente dimitir. Y se debe configurar un nuevo Consejo que elimine la sombra de duda de su independencia. Para evitar males mayores y actuaciones tan torpes. Sin perjuicio que la causa, el origen, la semilla que ha provocado que este incendio se produzca, se ha llevado la credibilidad exterior de las instituciones de regulación de los mercados en España, como ya han dicho los medios internacionales antes de todo esto. Y eso, no por Conthe.

Política y estabilidad regulatoria: el caso reabierto de las renovables

La reactivación del conflicto de las renovables (y en particular en el caso eólico), a cuenta de la remisión al Consejo de Estado de la propuesta de Decreto de la Secretaria General de Energía, introduciendo un número importante de elementos discrecionales en manos del regulador, plantea nuevamente la necesidad de la estabilidad como elemento que garantice el funcionamiento de los sectores económicos. Un sector económico que toma decisiones de inversión a largo plazo, quince o veinte años, lógicamente no puede quedar a socaire (esta será la palabra que apadrinará Energía Diario) del comportamiento del regulador de turno, en su interinidad. El regulador debe conocer los mecanismos económicos, no solamente técnicos, que rigen las tomas de decisiones de los operadores en un sector determinado para ofrecer la estabilidad y seguridad jurídica adecuada para cada tipo de negocio y de actividad.

Pero es un problema que va más allá y que alcanza de pleno también a los propios objetivos políticos de un gobierno. Nunca hemos oído más insistir de una manera más firme y decidida que al presidente Zapatero el compromiso con la promoción de las energías renovables en nuestro país. Eso es evidente. Hemos abanderado y liderado esta cuestión en las recientes Cumbres Europeas, cuestión que además hay que valorar muy favorablemente.

Del mismo modo, y con motivo del primer plan de energías renovables, fue necesario, dado su escaso cumplimiento, sustituirlo por el aprobado en 2005 y reforzar todas las políticas en este ámbito, para alcanzar objetivos más ambiciosos y conseguir resultados más intensos en generación a través de estas tecnologías. Y, esta nueva actuación regulatoria también puede contraer riesgos para el actual Plan de Energías Renovables 2005-2010, como apuntan todos los expertos.

En el caso de la reforma del decreto de renovables y de las energías en régimen especial, el Ministerio de Industria corre el riesgo de que, a través de la ingeniería y el manierismo regulatorio, desarrollar mecanismos plenamente discrecionales que abocan a la arbitrariedad y a la coyuntura en cada momento (a lo peor, es que eso no lo percibe como un riesgo). En dónde está ese poder se encuentra su propia debilidad, porque es decisivo que las decisiones del regulador sean estables y los comportamientos predecibles, sobre todo a la hora de conducir la iniciativa privada a estas actividades. Confiar en que los artefactos regulatorios sofisticados que permiten fomentar una cosa y la contraria, operen en mercados en que sus operaciones son a largo plazo, como las deducciones en el impuesto sobre la renta, puede ser un error de perspectiva.

Lo que realmente tenemos que pedir a nuestras autoridades es que en este buen sentido, hagan política. Pero política de verdad, política energética: desarrollo de renovables, desarrollo del mercado eléctrico, de las redes, visión estratégica y modelos de mercado, etc… No herramientas regulatorias que contengan un filo que pueden laminar los objetivos políticos del gobierno mejor intencionado por la propia finura legal y regulatoria que despliegue. Dejemos paso a la política de verdad, la que deja cambios profundos en la sociedad, por que son nítidos, estables, indudables y conocidos por todos.

Quevedo escribió “Política de Dios, Gobierno de Cristo y dictadura de Satanás” y este titulo de nuestro clásico más político, nos puede volver a remitir a las consecuencias de las actuaciones que se están llevando a cabo en el campo de las renovables, conforme las responsabilidades políticas se propagan en cascada, como fichas de dominó sobre sus responsables ministeriales. Y que, sin existir dudas sobre el interés en desarrollar esta energía, las actuaciones a lo largo de la cadena de mando, puedan ser contraproducentes y, de la alta política, la visión estratégica y los modelos sociales y de mercado, se impongan las interpretaciones y posibles arbitrariedades en su actuación, del cortoplacismo y de los administradores políticos de cada instante.

Ignasi Nieto y el polígrafo por el decreto de renovables

Cuanto más insiste el Presidente del Gobierno en su preocupación por el medio ambiente, el cambio climático y en la promoción de las energías renovables, la reacción desde nuestros rectores en el ámbito de la energía, véase la Secretaria General de Energía y el Ministerio de Industria, se ven más contrariados con sus posiciones. A eso hemos asistido hace unos días con la presentación del Cuarto Informe sobre Cambio Climático del Panel de Expertos de la ONU y, en paralelo, al descubrimiento del cierre en falso de la polémica en torno al decreto de renovables, y más concretamente en lo que se refiere a la retribución de la energía de generación eólica.

Al parecer y según la información a la que hemos podido tener acceso, la propuesta de Real Decreto remitida al Consejo de Estado realiza unos ajustes ‘cosméticos’ en el tratamiento retributivo de la energía eólica, pero en ningún caso persigue establecer un mecanismo estable y que otorgue seguridad jurídica al sector. Todo lo contrario. Ajustes cosméticos que se vieron arropados por una operación mediática importante. Pero al parecer estas afirmaciones y negociaciones son inciertas (una verdad a medias puede ser una falsedad).

La lectura de la propuesta de Real Decreto transparenta la habilidad regulatoria de Nieto para incorporar ‘astillas’ dentro del texto normativo de forma que le permita ‘controlar’ la ‘manija’ de la retribución. Algo a lo que el anterior Director de Regulación de la Comisión Nacional de Energía está ya acostumbrado como ya demostró en el cambio de retribución de los activos regulados gasistas, lo que provocó una fuerte caída en bolsa de Enagás a principio de año.

El problema es que las consecuencias prácticas de una regulación así pasan por la pérdida de confianza de los actores económicos y empresariales en lo que se refiere a las condiciones que garanticen la confianza y estabilidad regulatoria necesaria para las tomas de decisión en materia de inversión. Por otra parte, es particularmente preocupante la opinión del propio Nieto al declarar que no existe relación entre el mecanismo retributivo en un sector y las decisiones de inversión, es decir, que a su juicio se trata de procesos independientes.

Lo más grave en todo caso, es el resultado final: la falta de confianza de los actores y agentes del sector, tanto empresas, operadores y entidades financiadoras de proyectos en el regulador español. La discrecionalidad regulatoria no puede ser un objetivo ventajista, ese oscuro objeto del deseo y de control, que obligará a mantener un continuado ‘rendez vous’ de las empresas a las autoridades energéticas. Por otro lado, y en la relación con la actual administración energética cada vez se reciben mayor número de mensajes de los agentes que destacan la falta de credibilidad y fiabilidad en las negociaciones que ya ha devorado en varias ocasiones a Nieto, instalándose una desconfianza fruto de esta ‘habilidad regulatoria’ que algunos califican de engaño.

Una amarga queja que cada vez es más insistente es que «en cualquier país de economía avanzada, cuando se fija una cifra, se está seguro del escenario a la hora de tomar decisiones». La legislación y los reguladores no deberían necesitar la prueba del polígrafo, deberían ser confiables por el bien de todos.

¿Qué hará Moncloa cuando se entere del resultado desde el sector que la situación es equivalente a la que causó el conflicto?

La españolidad de una OPA en carril de aceleración y las elecciones sin freno

De todos los argumentos que giran alrededor de la OPA a Endesa, el de la españolidad es uno de los más erráticos y de los que más comportamientos paradójicos está presentando entre los políticos de los distintos signos. Esta trayectoria es razonable seguirla, trazarla en el tiempo, dada la ausencia de memoria histórica reciente entre los protagonistas políticos de la operación (si nos ceñimos al espacio de tiempo de este año y medio, largo para una operación como ésta, pero corto en el infinito de nuestra historia económica y empresaria).

En primer lugar, en tiempos de Montilla se restauró el concepto de campeones nacionales, a cuenta de la operación lanzada porGas Natural. Momentos en que el trámite del Estatut podían confundir la nacionalidad de la empresa resultante: de ser un proyecto bonito para su españolidad a ser un proyecto bonito para la catalanidad. Desde las huestes de Esperanza Aguirre, se promovieron todas las acciones e invectivas para acentuar la percepción de la opinión pública de esta pérdida del poder madrileño en beneficio del poder catalán.

Posteriormente, una vez que la opción alemana cobraba carta de naturaleza, empezó a aparecer la temida frase. ¡Antes alemana que catalana! Comenzaba una fractura en muchos frentes, incluido el político, y la OPA tuvo durante una época el complejo de derby Madrid-Barça, como si se tratara de un akelarre. Tiempo de esperar a que no se produjera ese momento final en que los distintos inversionistas españoles tuviesen que decidir sobre si acudir o no a las OPAS. El gobierno respondió con el nacionalismo del decreto que aumentaba los poderes de la CNE para estudiar las operaciones de empresas extranjeras en España y que hoy nos lleva a vernos en el Tribunal de Justicia europeo.

Mientras, los partidos políticos afilan el argumento defensivo de la españolidad. Así, Rafael Simancas, candidatos socialista a la Comunidad de Madrid, ya profirió artillería contra Blesa y Aguirre a cuenta de la decisión de Caja Madrid de unirse a los intereses del grupo germano, en su acuerdo de transmisión de derechos políticos ahora y venta diferida de las acciones a dos años.

Vino Clos y saludó (con intuición, eso si) una solución española, que en sí era hispanoitaliana, como mucho. Un final feliz. Es cierto que de gobiernos amigos, incluso latinos, que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, obviamente. Ahora, la Comunidad de Madrid, Aguirre, a través de Granados, vuelve a pedir públicamente a Blesa que contribuya a una solución española respecto de Endesa, en este caso frente al gobierno italiano. Ayer se volvió a oír la palabra.

De todo ello, ha sido difícil atisbar una voz más o menos independiente, una posición contraria al proteccionismo y al intervencionismo, en uno u otro bando, más seguramente preocupados por la inminencia de las elecciones y la venta de sus posiciones o la de los suyos (y las de sus contrarios). En toda esta riada de hechos, ha quedado, como mucho, una especie de europeísmo oportunista de afinidades electivas. Y, por el contrario, se han arrinconado lo que son los intereses de los mercados y de los accionistas, de los mecanismos de competencia y transparencia, de lo que se denomina ‘proyecto empresarial’, de las posiciones legítimas y estratégicas de los inversionistas (la SEPI, Caja Madrid,…), todos ellos, contaminados por una operación excesivamente politizada y sin contar los efectos futuros sobre la inversión extranjera en nuestro país de todo este ‘affair’.

Un fragmento de la posible entrevista Solbes-Conthe

Ni que decir tiene que lo reproducido a continuación es sólo una de las posibles conversaciones que pudieron haber tenido lugar ayer por la tarde en el despacho del ministro de Economía, entre el propio ministro, Pedro Solbes y el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Manuel Conthe. Su parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.

Ambiente distendido, pero grave en el Paseo de la Castellana. Después de unas palabras de cortesía, amables, muy breves, pero afables, empieza Conthe directamente hacia Solbes y le inquiere:

-¿Por qué me llamas, Pedro?
– Ya lo sabes tú -le contesta Solbes-. También me han dicho que te llame, tenemos que ver si podemos resolver esta situación cuanto antes. Sabes que lo iba a hacer.
– ¿Te parece mal que dimita? Si es lo mejor, es lo que quieren todos. Así dejo el camino libre para todo lo que venga a partir de ahora -le responde Conthe al ministro-.
– Hombre, no exageres. Tú sabes que no me parece mal que dimitas, aunque prefería que no lo hubieras hecho. Tú bien sabes que tu decisión es una verdadera complicación y que lo menos necesario en estos momentos era otro escándalo con lo de la OPA.
– Yo no podía aguantar mucho más allí y también lo sabes. ¿Entonces por qué me llamas? ¿Por qué no puedo ir a la Comisión de Economía antes de presentar la dimisión y ya me explicaré y diré lo que tenga que decir? También sabes que no es para tanto y que les asusta más lo que piensan que puedo decir que lo que voy a decir.
– Que no me parezca mal no quiere decir que no me parezca que te estás excediendo y que lo estás poniendo muy difícil con esa actitud, sobre todo al Gobierno y tan cerca de las elecciones… Todo el mundo está muy enfadado contigo y algo hay que hacer, ya lo sabes, la política es así.
-En eso, sabes que no voy a cambiar, Pedro. Quieren a alguien cómodo, no a alguien independiente. Esto además de política es otra cosa. Además, ¿por qué dices en los periódicos que sabías que podía crear problemas, aunque no tantos? Siempre he esperado algo más de apoyo por tu parte para poder trabajar en paz. En algún momento tienes que dar un puñetazo encima de la mesa, no puedes estar legitimando todo lo que se hace y resolviendo luego en Europa los estropicios.
– Tú sabes cuáles son mis formas y no voy a ser estridente -le responde el ministro-.
– Tú sabrás lo que haces. Pero ¿has visto lo que dicen fuera?, esto que ha pasado con la OPA es imposible de presentar en el exterior y tú lo sabes, Pedro. Mejor que tú, no lo sabe nadie. Tú también conoces mis formas y lo que hemos hecho es lo mínimo, bueno, menos que lo mínimo, que deberíamos haber sido mucho más rigurosos y verdaderamente independientes y esto pasaba por las sanciones.

Solbes no interrumpe a Conthe en ese momento. Calla y mira a través de la ventana de su despacho. Tiene la mirada perdida, aunque se dirige con la expresión a Conthe.

-¿Qué vas a hacer? -pregunta de forma lacónica-.
-Pues lo que he dicho, ir a la Comisión y luego dimitir. Si me tengo que esperar dos meses para presentar el informe anual, me espero, yo no tengo ninguna prisa en este momento -le refiere Conthe-.

En ese momento, Solbes sabe que no va a cambiar la opinión de Manuel Conthe, incluso se da cuenta de que casi sabía la respuesta. Conthe se levanta de la silla del despacho y se dirige al ministro. Le da la mano de forma muy afectuosa y se despide. “Ten cuidado al elegir mi sustituto, no conmigo. Yo sé lo que debo hacer”.

Conthe debe ir al Congreso y también debe dimitir

La polémica que dejó servida el principio de la Semana Santa a cuenta de la dimisión anunciada de Manuel Conthe, actual presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, alcanzó un grado político más elevado al intervenir la propia María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del gobierno desde Japón. Sin cuestionarnos la capacidad de la vicepresidenta de poner orden en los asuntos económicos del país (ya fijó la tarifa eléctrica para este año electoral), sus declaraciones confirman el cariz político que ha alcanzado la dimisión de Conthe. La primera pregunta es obligada si nos atenemos a lo que se puede denominar derecho comparado, ¿se imaginan ustedes a Bush reconviniendo al presidente de la SEC o a Alan Greenspan o a Ben Bernanke de la Reserva Federal? ¿O incluso que esto mismo lo hiciera un segundo del presidente como Dick Cheney? ¿Se imaginan a Durao Barroso censurando a Jean Claude Trichet?. Semejantes comportamientos solo son posibles en un entorno económico de intervencionismo político, dónde no se delimitan claramente la esfera ejecutiva, legislativa y política y se entiende a Montesquieu de aquella manera.

El presidente de la CNMV debe ir a la Comisión de Economía del Congreso y explicar lo sucedido, así como sus propuestas para mejorar la transparencia en estas operaciones y de los mercados financieros. En este caso, no hay argumento leguleyo, que no sea partidista y por tanto ejecutado prusianamente por comisarios políticos, posibles aspirantes a Ministro, que justifique el obstrucionismo que se está practicando hacia la figura de Conthe y la evitación irracional de su comparecencia en el Congreso. Lo sucedido, es lo suficientemente importante para nuestra economía y para nuestros mercados, que cuánto más claro se explique y en sede parlamentaria, mejor. Su demora lo único que provoca es que se alcance cuanto antes la categoría de escándalo.

Por otra parte, los medios de comunicación más afines al gobierno, y alguno que tenía alguna deuda pendiente que cobrar a Conthe, también están censurando la actuación del presidente de la CNMV, refinando sus ataques que se ubican en el filo de la navaja que va desde cuestionar su ‘honestidad’ pasando por cuestionar su actuación, para finalizar cuestionando su personalidad.

En primer lugar, algunos alinean torticeramente a Conthe con los intereses de E.On, en una ligazón interesada pero absolutamente incierta y afirman “Conthe dimite al fracasar la OPA de E.on”. En primer lugar, porque mientras que su actuación en la OPA no fue molesta, callaron y nadie se quejó de Conthe, por ejemplo, cuándo prohibió a E.on mejorar su precio. En segundo lugar, porque la CNMV ha sido tibia con el comportamiento de las empresas y sus carriles paralelos, comparativamente con lo que haría cualquier otro regulador de un país avanzado-occidental-moderno-y-de economía de mercado. Y hoy existen medios que desarrollan imágenes e infografías para destacar y enumerar todos los errores cometidos por Conthe en su labor como presidente de la CNMV. Es preciso recordar que el tiempo que ha vivido al frente de la CNMV es uno de los más convulsos de la historia económica reciente de España y que el regulador de los mercados tenía que responder en un corto espacio de tiempo a todo lo que ha sucedido, en un entorno político complejo y enormemente dudoso.

Los mismos dicen que Conthe busca llevar la independencia hasta sus últimas consecuencias, por lo que está “obsesionado” y, además, estos medios se escandalizan por su actitud. Un regulador de mercados y de sectores tiene que, en un entorno como éste, estar obsesionado por ser independiente y debe llevar la independencia hasta sus últimas consecuencias. Esa es una enseñanza que, en el estado actual de cosas del arco político, va a ser difícil de aprender, cuando todas las operaciones se clasifican como ‘de los nuestros’ o que beneficia a los nuestros’ frente a las del contrario.

Finalmente, hay quien tacha de soberbio y prepotente a Conthe, filtrando declaraciones no confirmadas del vicepresidente Carlos Arenillas (¿o es un presidente ‘in pectore’?), en que afirma que ‘es imposible trabajar con él’. Conthe es un hombre enérgico, carismático para sus colaboradores, sajón en sus comportamientos, claro y taxativo, huye de las componendas y de la complacencia con el ‘caldo gordo’ y la aquiescencia expresa o tácita en la cocina de estas operaciones. Como lo ha retratado ‘El Economista’, un poco Dr. House, honestidad brutal, frente a posiciones menos comprometidas y, posiblemente más complacientes. Quizá es un modelo de personalidad discutible para este puesto y para este estado de cosas, pero de ahí a sugerir perversamente dudas sobre su personalidad, media un abismo.

Hay que concluir que Conthe, debe dimitir una vez que haya dado explicaciones al Congreso y al país, sin que exista menor atisbo de duda. Sólo por su gesto, debería hacer reflexionar sobre el funcionamiento de nuestros mercados y de los órganos de regulación y su relación con la política. Por eso debe ser valorado, por encima de los intereses partidistas, en su justa medida y con la debida atención. Y Solbes, en esta situación se debe plantear salir a cuerpo limpio de una vez, sino quiere ver perdida toda su capacidad de influencia en el nombramiento del sustituto de Conthe.

Paisaje para después de una batalla

El final de la batalla de Endesa parece haber dejado un paisaje final que, combinado con el momento del año en que se produce, deja abiertas muchas posibilidades, reflexiones y análisis estratégicos. Hoy, seguramente, los equipos jurídicos de las compañías implicadas estarán cerrando los acuerdos, elaborando documentos sin descanso, y otros previsiblemente habrán pedido cajas para preparar los enseres que tienen que llevarse del despacho frente a aquellos que habrán comenzado a hacer llamadas (o ha recibirlas) para colocarse en primera línea de la segunda batalla, la de la ocupación y la administración del día después.

Desde el punto de vista de las instituciones y órganos reguladores, los daños han sido cuantiosos y abundantes, tanto en lo personal como en el prestigio de sus rectores y protagonistas, cuestionándose seriamente la independencia del poder ejecutivo. Nadie se plantea que el comportamiento de estos organismos hubiera podido ser de esta forma en otros países y urge tomarse en serio esta cuestión, porque se trasladará fuera de nuestras fronteras, afectando a la confianza en nuestro país. Nadie sopesa que la SEC americana hubiera sido sometida a tales presiones. El mayor problema no es que se hayan comportado así (que ya de por sí es un problema), sino que el único que ha tenido una posición razonable desde el punto de vista regulatorio y jurídico esté hoy fuera: Conthe, por intentar mantenerlo frente a los elementos.

El mayor problema de esta situación es que nos parezca normal que los órganos reguladores sean prolongaciones de los brazos políticos y ejecutivos de la Administración de turno. Que no nos cause extañeza cómo se traslada el conflicto político y devora las instituciones que deben garantizar el funcionamiento de los mercados. Y este ‘boomerang’ es para todos. Que las empresas no los perciban como garantes de las reglas del juego (y por tanto que se les pueda influir), es un problema a corto o medio plazo para las propias empresas y para las reglas del juego. Que la Administración no vea en ellos un contrapeso necesario es un problema para la Administración, y que desde el seno de estos órganos no se plantee un objetivo en sí mismo de independencia, para garantizar un futuro apacible, es un problema para los propios órganos.

Desde el punto de vista político y de la Administración (lástima que en los tiempos que vivimos sean equivalentes), es evidente que algunos protagonistas deben mejorar las artes del disimulo, aunque no de intuición y, por otra parte, que los costes políticos de la OPA y de sus resultados no van a ser masivos, ni generalizados. Razonablemente lejana de las elecciones y con todos los protagonistas vivos, incluida E.ON, conformes aunque sea por necesidad, la batalla política que resta de esta operación se presume de baja intensidad. De todas formas, aunque la legislatura casi ha terminado de facto, habría que repensarse las dimensiones de lo que ha pasado y las actuaciones de quienes han estado al frente, aunque sea para tomar nota.

Desde el punto de vista informativo, nuevos temas tras estas vacaciones vendrán a sustituir a la actualidad que ha llenado las páginas de los periódicos, los minutos en la radio y televisión y las direcciones IP de internet. Nuevas operaciones corporativas que a nadie se le escapan se estaban larvando o se han activado, se pondrán en primera plana. No hay que ver nada más que la evolución de la bolsa del día de ayer.

Desde el punto de vista empresarial, podemos ver como la estrategia financiera ha sido clave para que triunfase la solución final y también se ha podido apreciar como en muy pocos momentos, los jugadores habian previsto el siguiente paso de su competidor. Pizarro, el más resistente de todo el proceso, ha sido finalmente el gran perdedor del acuerdo del Retiro.

Pero como la energía tiene muchos más protagonistas y muchos más temas abiertos que los corporativos -mercados, tecnologías, lo jurídico, los consumidores, la regulación, las empresas, la eficiencia energética…-, este momento es un compás de espera; un momento de recuento de bajas y de efectivos, tras esta larga y cruenta operación, que ha terminado tan abruptamente y, probablemente, con tantos daños colaterales. El lunes, más. De momento, las primeras señales están en la bolsa.

La foto del acuerdo del apretón de manos del Retiro

La foto frente a Parque del Retiro de Bernotat, Entrecanales y Conti, firmando la paz y el reparto de Endesa es más que el final de esta OPA que parecía interminable. Es el símbolo que cierra uno de los períodos más convulsos y largos de la historia empresarial española, en una historia que nos retrotrae a las confrontaciones y frentismos de nuestro pasado. Aliadófilos y germanófilos, acaban otra vez con un abrazo fraternal de Vergara mientras medio país tomaba partido y las instancias judiciales hacían horas extras para resolver todos los procesos desatados en una semana. Todos, los de un lado y los de otro, llevaban mucha inercia para parar por el gesto de tres señores que unen sus manos teatralmente, en un final de una obra que está resuelto como un vodevil, y en el que todos parecían representar una tragedia.

En el camino se han quedado Manuel Pizarro y el equipo de Endesa, que estarán mirando a la pared, asombrados por un desenlace rápido e imprevisibleque les ha trasladado a una órbita, sin conocer de qué planeta. Manuel Conthe, con la dimisión caliente desde la mañana otro de los caídos en este reguero de pólvora (políticamente, con el acuerdo entre las tres empresas implicadas, las dimisiones son menos). Y el propio Bernotat que, tras catorce meses sólo puede presentar un balance escaso, aunque haya salvado los muebles ‘in extremis’ y logre no irse de vacío. El comunicado de ayer era un mensaje a sus inversores alemanes que ya se olían que habían entrado en la ratonera y ya preveían la necesidad de arrancar un acuerdo.

Por otra parte, esperemos que desde la CNMV se sea exigente y a la vez se cumpla el compromiso de lanzamiento de la OPA de Enel y Acciona por el 100% del capital de Endesa, con la mayor urgencia posible, y que al menos, los minoritarios de Endesa, no se vean perjudicados y puedan recibir sus 41 euros archiprometidos. No vaya a ser que la tentación, una vez superado el trance y el famoso 51 %, sea economizar el coste de esta adquisición a costa del accionista con poco poder de representación.

Hay que reconocer la elegancia que en todo momento ha tenido el equipo de E.ON con Bernotat a la cabeza. Poco ruidosa en lo jurídico y esta solución para evitar un seguro descalabro en el proceso de aceptación, difícil de presentar y de digerir, lo que coloca a todos los posibles críticos su mordaza. Incluso esta solución es la menos mala para el gobierno, que ha reducido sus costes políticos. La clave lógicamente ha estado en el manejo financiero de las participaciones, adquiridas y/o aparcadas que han achicado espacios a E.ON asfixiando la capacidad de la conseguir adeptos para su OPA. Touché. Por otra parte, también hay que destacar como Acciona, se ha salido de una situación de posible pinza, con evidentes riesgos estratégicos y se ha colocado inteligentemente en la cabeza de todo el proceso, teniendo en cuenta las limitaciones financieras a que se había abocado. Haremos un repaso de todas las estrategias de este largo historial, con la perspectiva de su resultado.

Queda en esta foto este lenguaje no verbal, la sonrisa forzada de Bernotat, la unión de manos con semejante diferencia de resultados, el cielo del aterdecer de Madrid desde la terraza de este lado del Retiro, que adivina suerte desigual para todos.

Esperemos que ninguno se la lleve a sus nietos.

Kilowatios de cuando el abuelo Patxi

Parece que el incidente del café y los 80 céntimos que el presidente del Gobierno protagonizó en Televisión Española sigue dando de qué hablar. Este fin de semana, en todos los medios había alusiones a la falta de referencias económicas que tuvo Zapatero en torno a esta pregunta que le realizó Jesús Cerdán referida al consumo de café que todos los humanos hacemos alguna vez en el día.

Nosotros, desde Energía Diario, también le hicimos a una pregunta al presidente al final de la semana pasada, preguntándole cuánto costaba un kilowatio. Una pregunta que casi nadie conoce o casi nadie está dispuesta a hacerse, ni siquiera de los cien elegidos por Demoscopia. No es, en todo caso, un problema de selección adversa. Algo tan común y tan de uso general como el kilowatio, no entra dentro de nuestras preocupaciones más inmediatas de los ciudadanos, quizá por que lo damos por hecho y, seguramente, porque de facto, los últimos años ha tenido un comportamiento negativo si descontamos la evolución de la inflación.

De todas formas, si escuchamos lo que dicen las datos de la Comisión Nacional de Energía que cifran el déficit tarifario (la diferencia entre lo que cuesta pagar la energía generación de energía y lo que se ingresa por este mismo concepto en los recibos de la luz), alrededor de los 3.000 millones de euros, los últimos años ha ido aumentando el desfase entre lo que pagamos y lo que cuesta generarlo. Los expertos lo cifran en un mínimo del 20%. Incluso también se reclama el denominado déficit de comercialización. No olvidemos que la tarifa eléctrica se fija de manera ‘política’, y que sus componentes: la generación, el transporte, la distribución, la moratoria nuclear, etc… se ajustan a un precio final del kilowatio fijado por el Gobierno. De hecho este año, la tarifa parte de reconocer 3.750 millones nada más comenzar el año y, no parece que siendo electoral y preelectoral vaya a haber incrementos en el precio de la energía (el año que viene es sólo electoral y seguro que tampoco).

Por tanto, podemos acabar que en este caso, cualquiera responderá una cifra despegada de la realidad, procedente del pasado. Será el precio de un kilowatio, puede que vigente y no real. Como el precio del café devorado por la aparición del euro o si éste es suministrado en un establecimiento que no traslada el precio de mercado de este producto a sus usuarios, como en la cafetería del Congreso de los Diputados.

¿Cuánto cuesta un kilowatio, señor presidente?

El martes por la noche tuvo lugar en TVE y RNE el estreno de un programa de televisión, con un formato inédito. Cien televidentes hacían preguntas a un personaje público, en este caso el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Los primeros datos arrojan que el formato tuvo éxito: más de un 30 % de share (cuota de pantalla) y 7 millones de espectadores en lo que los expertos en televisión denominan ‘minuto de oro’ (momento de mayor audiencia).

De este acontecimiento audiovisual, los periódicos y las retinas parece que se han quedado con una anécdota. La de un televidente que requirió al presidente del gobierno si conocía el precio de un café (una técnica muy utilizada en los famosos debates electorales norteamericanos). El presidente profirió la fatídica cifra 80 céntimos de euro que, como todo el mundo sabe, está muy lejana a la realidad de las cafeterías de nuestro país, lo que ha servido para que muchos medios le critiquen su alejamiento de la realidad, lo que el prometió que no iba a pasar la noche de su elección.

Como en esta sección de Energía Diario tratamos de hacernos preguntas, nos cuestionamos ¿qué hubiera pasado si alguno de los televidentes seleccionados para interpelar a Zapatero, le hubiera preguntado si conoce el precio de kilowatio?. Hay que reconocer que el presidente, además de no conocer el precio de los cafés, no maneja excesivamente bien las cifras, por lo tanto, las evita. En eso, Zapatero da la impresión de que actúa casi como un candidato, más que como un presidente del gobierno electo desde hace tres años. Así, se siente mucho más a gusto, con un discurso de corte profundamente político e ideológico, en permanente campaña, que ejerciendo una posición pressidencialista ‘clásica’.

Segundo, porque parece que los asesores económicos de Moncloa, no están muy preocupados en proporcionar marcos de referencia e información al presidente del gobierno: bastante tienen con las operaciones empresariales y el trajin de los cargos y las relaciones entre los agentes económicos. Tal vez, sería necesario reconocer, que a lo mejor no necesita el presidente esta información y formación económica: aquella sesión de dos horas del actual Ministro de Administraciones Públicas pudo ser suficiente. O porque seguramente tiene otras cosas en la cabeza.

Volviendo a nuestra pregunta, estamos seguros de que preguntarle por el kilowatio será ponerle en un aprieto, tanto o más que preguntarle por el precio del café. En primer lugar, porque con todo lo importante que es el precio del kilowatio para todos los consumidores (gastan más que en café al día, seguramente), muy pocos lo conocen. En este sentido, suponemos que el equipo de intendencia de la Moncloa será quien se ocupe de atender las facturas de su empresa distribuidora, lo que hará tanto o más difícil que el presidente revise los recibos.

Por otra parte, el precio del kilowatio se fija directamente por el Ministerio de Industria y es estable (hasta el año pasado, que tuvo una variación en julio) durante todo el año. Además, este año, qué bien, la tarifa eléctrcia ya reconoce el déficit ex ante de generación. Es decir pagamos menos de lo que cuesta generar la electricidad y financiamos la diferencia desde antes de consumirlo, que ya se puede titulizar. Tenemos una parte al contado y otra a plazo, por decirlo así.

Pocas personas conocen hoy, incluido el presidente, cuánto cuesta realmente el kilowatio, cuáles son las componentes de este precio y cómo le afectan, cuánto le cobran hoy en su recibo y cuánto se traslada a sus recibos futuros. Cuánto de lo que paga es energía y cuánto intereses. Tampoco se atisba mucho cuánto puede subir en las anunciadas revisiones trimestrales a partir de junio: no hay indicadores racionales, dependerá de cuestiones sólo políticas y de las ‘demoscopias’. Por tanto, el usuario, el consumidor, no conoce y no puede tomar decisiones de consumo y de ahorro energético con seriedad, sólo basadas en el ‘buenísmo’ generalizado, bienintencionado y ‘naif’, de la necesidad del ahorro energético y del consumo energético para respetar la capa de ozono, algo necesario y encomiable por otra parte. Fíjense en la diferencia con el precio de los carburantes. En general, todos los consumidores de combustibles conocen si está subiendo o está bajando. Es transparente y cuándo se eleva muy rápidamente, se nota en el tráfico en las grandes ciudades.

Sería razonable comenzar a modificar la forma de tratar la fijación de la tarifa eléctrica, para adecuarla a sus costes reales, desvinculándolas de la situación política de cada momento (¿qué hace la Vicepresidenta del Gobierno decidiendo la tarifa eléctrica del año que viene como pasó en diciembre?). Y así, todos, incluido el presidente, podríamos a medio plazo contestar a esa pregunta.