Kilowatios de cuando el abuelo Patxi

Parece que el incidente del café y los 80 céntimos que el presidente del Gobierno protagonizó en Televisión Española sigue dando de qué hablar. Este fin de semana, en todos los medios había alusiones a la falta de referencias económicas que tuvo Zapatero en torno a esta pregunta que le realizó Jesús Cerdán referida al consumo de café que todos los humanos hacemos alguna vez en el día.

Nosotros, desde Energía Diario, también le hicimos a una pregunta al presidente al final de la semana pasada, preguntándole cuánto costaba un kilowatio. Una pregunta que casi nadie conoce o casi nadie está dispuesta a hacerse, ni siquiera de los cien elegidos por Demoscopia. No es, en todo caso, un problema de selección adversa. Algo tan común y tan de uso general como el kilowatio, no entra dentro de nuestras preocupaciones más inmediatas de los ciudadanos, quizá por que lo damos por hecho y, seguramente, porque de facto, los últimos años ha tenido un comportamiento negativo si descontamos la evolución de la inflación.

De todas formas, si escuchamos lo que dicen las datos de la Comisión Nacional de Energía que cifran el déficit tarifario (la diferencia entre lo que cuesta pagar la energía generación de energía y lo que se ingresa por este mismo concepto en los recibos de la luz), alrededor de los 3.000 millones de euros, los últimos años ha ido aumentando el desfase entre lo que pagamos y lo que cuesta generarlo. Los expertos lo cifran en un mínimo del 20%. Incluso también se reclama el denominado déficit de comercialización. No olvidemos que la tarifa eléctrica se fija de manera ‘política’, y que sus componentes: la generación, el transporte, la distribución, la moratoria nuclear, etc… se ajustan a un precio final del kilowatio fijado por el Gobierno. De hecho este año, la tarifa parte de reconocer 3.750 millones nada más comenzar el año y, no parece que siendo electoral y preelectoral vaya a haber incrementos en el precio de la energía (el año que viene es sólo electoral y seguro que tampoco).

Por tanto, podemos acabar que en este caso, cualquiera responderá una cifra despegada de la realidad, procedente del pasado. Será el precio de un kilowatio, puede que vigente y no real. Como el precio del café devorado por la aparición del euro o si éste es suministrado en un establecimiento que no traslada el precio de mercado de este producto a sus usuarios, como en la cafetería del Congreso de los Diputados.

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