Energías renovables y energías electorales

Como pudimos conocer, el pasado viernes por la mañana en Consejo de Ministros no fue aprobada la reforma del R.D. 436/2004 que regula las energías renovables y en régimen especial. Una situación que se viene repitiendo, en las distintas convocatorias de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos y del Ejecutivo, desde que el Consejo de Estado emitiera su dictamen, sobre la propuesta de Real Decreto elaborada por Industria.

Tal y como avanzamos, la aprobación de este Real Decreto parece que se va a postergar muy probablemente, hasta después de las elecciones municipales y autonómicas del 27 de mayo. Desde el ejecutivo, tal y como se ha informado en distintos medios de comunicación se ha conjurado para evitar los ‘posibles’ ruidos que pudieran entorpecer y dificultar el resultado de esta convocatoria electoral. Es preciso recordar la posición contraria de las Comunidades Autónomas expresada por estas Administraciones, en la Comisión Nacional de Energía a través del Consejo Consultivo de la Electricidad, ante la propuesta de este Real Decreto. Esta posición se recoge fehacientemente en los informes de los órganos colegiados, Comisión Nacional de Energía y Consejo de Estado.

Por otra parte, la asimetría entre las Comunidades que pueden verse perjudicadas por esta normativa (Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Navarra y Andalucía) al tener un parque importante instalado de energía eólica, frente a las que no tendrían efecto (Cataluña, Comunidad de Madrid), podría agitar aún más las corrientes ocultas alrededor de esta propuesta del Ministerio que dirige Joan Clos. Como se puede apreciar, el impacto y el «no impacto», se distribuye entre Comunidades de distintos (y variados, incluyendo coaliciones de gobierno) signos políticos.

Su propio aplazamiento supone asumir la realidad de todas las críticas vertidas tanto a la propuesta de Real Decreto elaborada por la Secretaria General de Energía, como el proceso negociador y el ‘talante’ de Ignasi Nieto durante el mismo. De hecho, es preciso reconocer que hasta el Plan de Energías Renovables 2005-2010 elaborado en la época del Ministro Montilla, reconoce las bondades del R.D. 436/2004, en el impulso de las energías renovables en España, de forma que lo que hay que hacer cuando algo ser reconoce como positivo, es cambiarlo para que, al menos hablen de uno. Lo que más valora, es la estabilidad regulatoria, como valor que ha impulsado la iniciativa de las empresas y justo lo contrario que promueve esta reforma. De hecho, en algunos ambientes se tilda la propuesta Nieto de reforma de las renovables de ‘contrarreforma’, más que de reforma (dado el tinte luterano que ha adquirido).

Al parecer, y según fuentes cercanas y conocedoras de todo el proceso, ha sido un proyecto en el que ha tenido un componente de impronta personal muy importante y en el que se vierten el objetivo de poder modular cada año la retribución de este sector, impidiendo el cálculo económico a largo plazo, piedra angular de la acción regulatoria desde que entró el último equipo en Industria. Algo parecido, está detrás de los datos que avalan la propuesta, la elección cuidadosa del período de mayor precio de la energía en el ‘pool’ para justificar estos recortes y presentar las peticiones como desmedidas.

Sin respuestas ante las propuestas de estabilidad del sector

Por otra parte, y siguiendo el monitor de todo el proceso, de las ultimas propuestas que el propio sector ha elaborado, ofreciendo reducir la retribución futura, asegurando estabilidad regulatoria frente a la arbitrariedad y la retroactividad que parecen presidir el Real Decreto, no ha habido contestación alguna por parte del Ministerio. Si cabe, la afirmación cada vez más taxativa de que no habrá más negociaciones. ¿Habrá corrientes ocultas (sensatas), por debajo de la mesa, en la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, a través de las Comunidades Autónomas, que puedan influir en hacer razonable esta contrarreforma? ¿Habrá cambios de ultima hora en la redacción final del Real Decreto?

¿Se confirma que se aprobará la “contrarreforma” tras las elecciones o será esta semana, por sorpresa?. Seguimos atentos a la pantalla.

El gobierno debe exigir reciprocidad a Italia

La Comisión Nacional de Energía emitió recientemente su dictamen para analizar la operación de adquisición del 24,9 % por parte de Enel a Endesa. Este dictamen, que no era vinculante para el Gobierno, al contrario del trámite actual de la denominada función 14 a la OPA de Enel y Acciona sobre Endesa actualmente en manos del organismo, verificaba las implicaciones de la denominada Ley Rato, en el que se fijaba un límite de derechos del 3% a las empresas públicas que quisiesen adquirir participaciones de empresas españolas. Hay que tener en cuenta que el 31% de Enel es público, perteneciendo en su mayor parte al propio Ministerio de Economía italiano.

En su dictamen, la CNE proponía levantar esta restricción, fijando una serie de condiciones que el gobierno decidió finalmente no aplicar a la operación, según anunciaba la Vicepresidenta del Gobierno, justificándolo en que es contrario a la legislación europea en materia de libertad de movimiento de capitales y en la naturaleza de esta norma, que está recurrida por la propia Unión Europea. Por otra parte, y de forma excesivamente displicente con la Comisión Nacional de Energía, el pasado viernes durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, volvió a hacer admnociones al órgano regulador sobre el ‘valor’ de su informe de la función 14 actualmente en curso (sobre todo si no casa con las intenciones del gobierno).

En general, se ha conocido muy poco de las consecuencias de este posiciomiento del gobierno y de la naturaleza de las condiciones que fijó la Comisión Nacional de Energía fijó al respecto. Las condiciones se centraban en la necesidad de que, la eléctrica que preside Piero Gnudi deberá informar al regulador energético «de manera detallada» sobre la estrategia del grupo Enel en Endesa si afecta «al interés general o a la seguridad pública españoles». La CNE explicitaba que estos intereses son los relativos a los activos estratégicos, las actividades reguladas y las sujetas a intervención administrativa.

Se trataba de lo que en ‘argot’ regulatorio se definiría como una fórmula ‘a la belga’, puesto que eliminaba esas condiciones en el caso de que desapareciesen las limitaciones existentes en Italia a la compra de Enel (muy poco se ha difundido que existe un limite para la adquisición de paquetes accionariales de Enel superiores al 3%)

Un primer análisis sugeriría que el gobierno ha sido poco exigente con Enel dada la vinculación (aunque sólo sea ‘intuitiva’ del gobierno con la operación de compra de Endesa por parte de Acciona y Enel) y se trataría de una operación más o menos encarrilada desde el punto de vista del ejecutivo español. Otro segundo análisis, más condescendiente iría por la vía de lo que importa es conseguir un buen nivel de interlocución con Italia y así, los frutos se vería en breve (verbi gratia, la operación de control de Telecom Italia, en la que nuestro buque insignia Telefónica ha participado en el papel de Enel). Un ojo por ojo y opa por opa, ahora que estamos dados a las frases/refrán hechas con la palabra OPA, según los últimos acontecimientos.

Por otra parte, las relaciones con el país transalpino, no han estado caracterizadas en todo momento por ser ‘lechos de rosas’. Sólo hay que reseñar el episodio entre Abertis y Autostrade o el intento del BBVA de adquirir la Banca Nazionale del Lavoro, como los poderes de la economía y la política italiana se conjuran para evitar las intromisiones no deseadas. En ese sentido, no nos fijamos en el modelo anglosajón en el cuál el gobierno no interfiere y deja a los accionistas, las decisiones que son de los mismos. Y, si no, sólo hay que referirse a la ultima operación de Santander con el Abbey National Bank, como se dirigieron los responsables del banco español al gobierno británico y éste último le remitió al interlocutor natural: sus accionistas, evidentemente.

Queda como posible análisis y segunda derivada la pregunta de para qué sirve la CNE en este tipo de operaciones. Si la política regulatoria se dicta desde Industria y la política empresarial desde Moncloa, el organismo que dirige Maite Costa, tiene unas funciones cada vez más histórico-artísticas que reales que, incluso no le van a servir al gobierno, ni para asumir el desgaste político de los desaguisados en los que se embarran determinadas operaciones. También resulta paradójico lo ‘escrupuloso’ que se ha puesto nuestro gobierno en esta ocasión, cuando hemos llegado al Tribunal de Luxemburgo por la condiciones de la CNE a la OPA de E.on, estando la mitad derogadas y el oferente con los pies en polvorosa.

Lo que está claro, fuera de disquisiciones es que el gobierno debe aprovechar el momento para reclamar firmemente actos a Italia que vayan más allá del ‘intecambio de cromos’ para dejar reglas de juego claras y posibilidades legales, jurídicas, regulatorias y políticas que fuesen más allá para permitir, de verdad, el movimiento de capitales y la libre circulación de empresas.

Y esta reclamación se debe situar también en el plano de la Comisión Europea, pues persisten actuaciones de ‘acción de oro’ y otras maniobras en otros países, que tampoco han renunciado a intervenir y a dificultar operaciones no deseadas por sus respectivos ejecutivos. Sería un signo de firmeza, de equilibrio, de libertad de mercados, de movimiento de capitales y de europeísmo bien entendido, que además, entraña la dificultad de hacerlo en este momento con la que está cayendo y los antecedentes de la opa de E.on todavía humeantes.

Una situación desigual y grave: lo que está en juego con la reforma de las renovables

Como hemos venido informando, el sector eólico también había solicitado la mediación del Presidente del Gobierno en el conflicto que mantiene abierto con el Ministerio de Industria y la Secretaria General de Energía. Al parecer la Oficina Económica del Gobierno habría rechazado reunirse con los representantes del sector eólico. Además, en este nuevo plazo abierto, también la Asociación Empresarial Eólica ha presentado tres propuestas que incluyen una rebaja de la retribución futura, pero que buscan promover la estabilidad regulatoria del sector, verdadero Talón de Aquiles de la propuesta de Nieto. En paralelo, se están comenzando a alzar voces desde las Comunidades Autónomas para criticar la reforma que prepara Industria.

Es razonable que el Gobierno no quiera escenificar públicamente la teoría del ‘ultimo recurso’, de forma que se pueda trazar la línea para muchos otros sectores económicos, que pueden ver una vía de acceso al Gobierno más directa que la propia del área implicada. Lo razonable es que, pese a los insistentes mensajes de Industria de que no es posible la negociación, el Gobierno vuelva a reconminar a los responsables ministeriales para que resuelvan con acuerdo de todos y atendiendo a las indicaciones de los órganos colegiados, Consejo de Estado y Comisión Nacional de Energía, al sentido común.

Desde el punto de vista político, Nieto ha llevado personalmente el proceso de reforma de las renovables. Y este enfrentamiento con el sector de las energías limpias ya lo tiene marcado definitivamente, como reconocen en privado fuentes cercanas al Ministerio de Industria. Sus intervenciones en público en el Senado y ante los medios de comunicación, tal como ha conducido las negociaciones en un proceso que casi adquiere tintes psicológicos de ejercicio de poder, la manipulación regulatoria de los acuerdos con el sector eólico, y de las propias indicaciones que tuvo de Moncloa, comienzan a asustar a los sectores catalanistas del sector la energía, que ven como, lejos de ser su hombre de confianza, no hace, junto con Maite Costa en la CNE, más que complicar las cosas. Las consecuencias de este conflicto, tan extemporáneo y absurdo, evidentemente alcanzarán a medio plazo a Nieto, y quién sabe si también al propio Ministro, si no se descuelga a tiempo.

En todo caso, lo que está en cuestión es la razón económica y los mercados frente a la planificación. La determinación de un marco regulatorio, estable, conocido, predecible y seguro con el que los agentes económicos puedan tomar sus decisiones de inversión, contra la fijación de las rentabilidades, con la seguridad de que los agentes privados harán lo mismo que antes: invertir con independencia de la seguridad jurídica y de que la pueda variar cada año el responsable de energía de turno. Inseguridad jurídica frente a discrecionalidad y retroactividad regulatoria. El desarrollo de un sector líder e innovador tecnológicamente frente a intereses vs. la inconsciencia regulatoria de sus efectos. La claridad en el lanzamiento de mensajes para el desarrollo de las renovables frente a la precisión y manierismo regulatorio que obliga a los agentes económicos a investigar las trampas de cada párrafo de la ley. Las recomendaciones de organismos internacionales y de la Unión Europea, las propuestas y compromisos del Presidente del Gobierno en materia de impulso de las energías renovables y la estabilidad regulatoria frente a la visión de pensamiento rectilíneo, versión piñón fijo.

La negociación frente a la obstinación. La utilización de los datos parciales para justificar una propuesta frente a la ortodoxia de utilizar series más largas, acordes con el largo plazo de estas inversiones. La utilización de los medios de comunicación para responsabilizar a las energías limpias del déficit tarifario, frente a un análisis riguroso del mismo y de cómo incide en el ‘pool’ abaratando su precio medio. La necesidad de existencia de contrapoderes, coordinación legislativa y de mecanismos garantistas, como son los órganos colegiados, Comisión Nacional de Energía, Consejo de Estado, Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos frente al posicionamiento interino y unipersonal, de un cargo de segundo nivel jerárquico en un Ministerio.

Las Comunidades Autónomas y la reforma de las renovables: el tigre se despierta

La aparición en los medios de comunicación de la noticia de que grupos de promotores eólicos de Castilla-La Mancha, podrían invertir fuera de España, buscando destinos con una mayor seguridad jurídica, debe volver a hacer pensar en las consecuencias de la aprobación de la reforma de las renovables elaborada por la Secretaria General de Energía de Ignasi Nieto. Primero, por el momento en que se realiza esta afirmación: en plena campaña de las elecciones municipales y autonómicas. En segundo lugar, porque se trata de un grupo de inversores de una comunidad autónoma gobernada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El problema puede extenderse a otras Comunidades Autónomas, de forma que manifiesten esta posición, en público o en privado, y trasladen su malestar directamente al Gobierno y al Ministro de Industria.

La cuestión autonómica de la eólica, ahora precisamente

Hasta el momento, la cuestión autonómica en referencia al nuevo decreto, y en especial a la energía eólica, es un caballo de batalla que todavía no se había activado lo suficiente. Así, por ejemplo, Galicia, Castilla-León, Castilla-La Mancha y Navarra son las Comunidades Autónomas con más desarrollo eólico según consta en el Plan de Energías Renovables, y a las que les afectará especialmente el nuevo real decreto si se promulga en estas condiciones. Mientras, en el año 1994, Cataluña sólo tenía 94 MW instalados y la posición hasta ese momento de la Generalitat era muy poco propensa a su impulso. Fuentes cercanas al Ministerio y al sector indican que ésta ha sido una cuestión clave que Nieto ha tenido en cuenta en la elaboración de su propuesta de reforma del R.D. 436/2004: no buscar enfrentamientos con Cataluña, uno de sus escasos frenos en su actuación.

Por otra parte, en la Secretaria General de Energía mantienen su convencimiento de que con las previsiones del Real Decreto (calculando la rentabilidad al 9%, sobre la base de los tres primeros meses del año pasado, en los que los precios de la electricidad del ‘pool’ estuvieron por las nubes) los agentes privados seguirán invirtiendo, pese a que la Secretaria General de Energía se reserva la modulación de determinados parámetros de su retribución.

De hecho, los representantes autonómicos del Comité Consultivo de la Electricidad de la Comisión Nacional de Energía ya expresaron abiertamente su disconformidad con las repercusiones del real decreto que preparaba Industria, tal y como se recoge en el acta del mismo y en el propio informe que el órgano regulador envió al Ministerio de Industria, junto con el informe desfavorable del Consejo de Administración de la CNE.

Por otra parte, según noticias de distintos medios, la reforma de este Real Decreto tuvo fuertes resistencias en la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, lo que ha obligado a aplazarla, al menos una semana. Al parecer, las cuestiones que ha ido poniendo de manifiesto el Consejo de Estado y la Comisión Nacional de Energía también fueron espetadas por otros Ministros durante esa reunión.

Muy pocos piensan que el trámite de urgencia que ha querido imprimir Ignasi Nieto a este proyecto esté justificado, máxime cuando existen profundas y abiertas discrepancias entre la información y motivaciones de Industria y lo que ha venido transparentándose en los medios de comunicación. Incluso este cuestionamiento, realizado por la CNE y por el Consejo de Estado, alcanza a los datos y a la metodología que utiliza Nieto para apoyar su propuesta.

Quizá Nieto tenga previsto volver a la carga, tras las elecciones, para volver a promover la aprobación de este Real Decreto, puesto que no está dispuesto a “negociar” más y el Ministro, tal y como ha declarado, tolera y ampara esta situación. El momento es muy delicado para jugar con un proyecto que afecta a las Comunidades Autónomas especialmente y con un sector importante en términos de empleo e inversión.

Está claro que si se aplaza hasta después de las elecciones, hay una plena consciencia del alcance del desaguisado. Lo que si está claro es que eso de que la inversión permanezca invariable en el sector, es un desideratum, un espejismo. ¿Se atreverán, con este panorama de conflicto abierto, a aprobarlo en el Consejo de Ministros de mañana y llevarlo al BOE?

El discreto encanto de las redes en el sector de la energía

Recientemente se han publicado varios artículos de opinión que han comenzado a presentar la situación actual y los problemas de las redes en el sector de la energía. Tres tienen su aparición en el dominical de negocios del diario ‘El País’, uno de Robert Tornabell, ex Decano de ESADE, otro de Luis Albentosa, Consejero de la Comisión Nacional de Energía, y el último, recién publicado el domingo pasado, del propio Luis Atienza, Presidente de Red Eléctrica. Este último, más o menos, procuraba contestar con una cierta retórica de ex – Ministro, experto en inauguraciones, el problema planteado por los dos anteriores.

En paralelo, en la prensa catalana se puede seguir con verdadera preocupación los escasos avances en la construcción de la línea de MAT (Muy Alta Tensión) entre Francia y España. Un proceso que, por cierto, si se sigue con detenimiento, puede llevar a la desesperación, ya que son continuas las idas y venidas, las múltiples alternativas y la escasa capacidad de resolución gestora de esta cuestión, que, desde hace más de cinco años, atenaza el desarrollo de las redes en esta Comunidad Autónoma, sin que se le vea una salida cercana.

En estos artículos (menos en el último de Luis Atienza) se ha puesto de manifiesto un problema de enorme calado con respecto a las redes de transporte eléctrico (y que también alcanza a las redes de transporte de gas): el insuficiente desarrollo de las redes en comparación con el crecimiento de la generación energética y del consumo, que evidencia su falta de respuesta ante la evolución y crecimiento de nuestro país. Y, al mismo tiempo, la propia respuesta legislativa que se está preparando al efecto o en paralelo: la consideración de Red Eléctrica como transportista único en virtud de la reforma de la Ley Eléctrica que se está tramitando actualmente en el Senado, lo que explica que las distribuidoras hayan vendido en tres años sus redes de transporte a Red Eléctrica. Una reforma que se realiza para adecuar la legislación española a la Directiva 2003/54/CE, pero que no exige la titularidad de la propiedad de la Red de Transporte.

Por su parte, Luis Atienza, justifica débilmente esta aspiración de ser transportista único, envolviéndose en un alegato (casi en plan karma) a favor de las renovables (paradójico, al menos, para las empresas titulares de los parques eólicos), por el comportamiento que hasta el momento tiene REE y por las dificultades que tienen las generadoras para la evacuación de la energía de estos parques (véase el Plan de Energías Renovables y el inventario de problemas para el desarrollo de la energía eólica).

Hasta el momento, las redes eléctricas no habían sido una cuestión que estuviera presente con asiduidad en los medios de comunicación. Las guerras por el control de las compañías eléctricas, las grandes operaciones o los cambios regulatorios han acaparado la mayor parte de las páginas cuando se referían a la energía. Lógicamente, las de este medio especializado, también. Pero la difusión de cuestiones de tan enorme importancia como los problemas con los que se encuentran varios grupos de generación eléctrica en Cartagena o en Arcos de la Frontera, o los asociados a la puesta en marcha del AVE en Cataluña o el acercamiento de suministro a los centros de consumo, hacen necesario que se lleve el foco de atención sobre esta cuestión. En las redes gasistas, algo parecido sucede con el reciente caso de Reganosa, con las conexiones de las redes de distribución de gas, o el gaseoducto Castellón-Chinchilla, permanentemente demorado.

Cada verano y cada invierno, en los momentos en que se producen los mayores picos de consumo (cuando más suben las temperaturas o cuando más bajan, cuando mayor nivel de actividad económica y es preciso la utilización de mayor número de aparatos eléctricos por los hogares), se recibe el aviso de que puede haber problemas de suministro de energía en determinadas zonas de nuestro país. Entre ellas, Levante, Cataluña, Andalucía, alguna de Canarias, etc… Y, paradójicamente, todas las miradas se dirigen hacia las compañías de distribución de energía de cada uno de estos territorios. Por otra parte, las compañías distribuidoras se enfrentan a las reclamaciones de los usuarios, de las corporaciones locales, de las Comunidades Autónomas. Si además deciden reforzar las redes de distribución, reciben también las reclamaciones, esta vez judiciales de la propia Red Eléctrica. Así, las empresas distribuidoras, que tienen clientes (antiguos abonados), perciben la presión directa para garantizar su nivel de suministro y, por ello, son tributarias de cómo se articule finalmente el transporte y la distribución de energía.

Sirva este asunto para situar el problema en el lugar que se merece de la actualidad, pues en los próximos días analizaremos las consecuencias de las previsiones legales de que Red Eléctrica se convierta en transportista único en virtud del cambio legislativo que se está realizando. Una cuestión en la que no hay, ciertamente, unanimidad por parte de los expertos, tal y como se aprecia en estos artículos recientemente publicados. También trataremos de explicar y dilucidar las implicaciones de una definición funcional de las redes o por tensión. Y, al mismo tiempo, identificaremos aquellos lugares de nuestro país con problemas de suministro y de evacuación de la energía.

(Otra cuestión que debe ser tratada es el papel y la posición del Gobierno, en este caso, del Ministerio de Industria y de la Secretaría General de Energía en el estado actual de las redes energéticas. En estos dos artículos se contiene una idea fuertemente subversiva: cómo Red Eléctrica, una empresa privada hoy, condiciona y suplanta al regulador, condicionando su actuación y haciendo que sus planificaciones adquieran rango de desarrollo reglamentario. Por eso quizás, a estos dos artículos quien contesta es Luis Atienza).

María Mondedeu se incorpora a la Comisión Nacional de Energía (CNE) procedente de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones

María Mondedeu se incorpora a la Comisión Nacional de Energía, donde ocupará el puesto de Subdirectora de Control Interno, sin pertenecer a ninguna de las actuales direcciones que tiene el órgano regulador. El nombramiento de María Mondedeu se interpreta según fuentes cercanas al organismo como un paso previo a la salida del actual director gerente, Pablo Fernández García.

María Mondedeu venía desarrollando una función muy parecida a la de Pablo Fernández en la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, dónde llegó a ser directora de Administración y Recurso, tras una época más bien gris con Carlos Bustelo. Dentro de sus actividades se le reconoce gran parte del proceso organizativo para trasladar la CMT a Barcelona, en su ultima época con Reinaldo Rodríguez.

Por su parte, la actuación de Pablo Fernández ha sido muy criticada en el interior del organismo. Procedente del Parque Móvil del Ministerio tiene fama de expeditivo y poco ‘ortodoxo’ para resolver los problemas, algunos de los cuáles ha enfrentado para las costumbres de la casa con poca diplomacia y falta de tacto.

También, según ha podido conocerse, otro detonante para el devenir futuro de Fernández, tuvo lugar durante una cena que tuvo lugar en Sevilla durante la última visita de los consejeros fuera de Madrid. En dicha cena, en la que estuvieron presentes los directores de los servicios, el ex consejero Carlos Duato y el ex presidente Pedro Meroño, se pudo apreciar un importante dominio del actual gerente de los ‘medios materiales’ ante los presentes para dejar satisfechos a los comensales. Por su parte, el propio Pablo Fernández también ha amagado en público en alguna ocasión con su salida del organismo, según señalan fuentes autorizadas.

El rinoceronte regulatorio

El escritor y dramaturgo rumano Eugéne Ionesco escribió a mediados del siglo pasado una hermosa pieza del teatro del absurdo titulada “El rinoceronte”. Es una obra cargada de simbolismo: la forma de propagarse el nazismo en Alemania. Más o menos la enseñanza se puede resumir así: algo que nos parece extraño, de repetirse muchas veces, pasa a parecernos frecuente y a partir de ahí puede convertirse en algo habitual, para instalarse finalmente en la normalidad de nuestros usos y costumbres. En la obra, los protagonistas empezaban a ver rinocerontes poco a poco, hasta que les parecía completamente normal verse rodeados de estos plantígrados.

Y todo esto viene al caso porque un titular del suplemento negocios de “El País”, decía recientemente, al referirse al plan estratégico de Enagás, para justificar el motivo por el que sus previsiones no seducían a los inversores en que no se despejaba el riesgo regulatorio alrededor de la compañía. Como si las empresas administradas pudieran hacer algo en este plano, más que sufrir las consecuencias de la regulación o de la acción directa del regulador. En este momento, el mercado recordaba la intervención del Ministerio de Industria, a través de la Secretaría General de Energía, recortando la retribución de los activos gasistas regulados a principio de año, lo que provocó un temblor en el valor más importante que el que recibieron empresas como Repsol cuando Hugo Chávez decidió nacionalizar los activos energéticos (las malas lenguas atribuían esta medida al hostigamiento al anterior presidente de la compañía, Antonio González Adalid).

El problema es que ya dentro de los análisis económicos y financieros de las publicaciones más serias hemos introducido el término ‘riesgo regulatorio’ con la más absoluta normalidad. Ya explica muchas situaciones y peligros de las empresas, y nos parece lógico que un regulador pueda alterar cada año las reglas de los mercados, modificando la retribución de activos que se instalan con mucho más tiempo de pervivencia como en el caso gasista, buscando la retroactividad o la arbitrariedad regulatoria como en el caso eólico (todavía en el horno), la liquidación del déficit tarifario de cada año, o el descuento de los derechos de emisión entregados a las eléctricas con criterios interpretabales, en último término.

Por el momento, ya nos parece normal que un Gobierno, un Ministerio y un Secretario General, ungidos del Boletín Oficial del Estado, ejerzan toda su potestad con absoluto desprecio a las leyes de los mercados financieros, a los inversores y a los accionistas. Es lo que se denomina adoptar una convención: los gobiernos están para campar a sus anchas, porque para esto están los votos cada cuatro años. El que venga detrás, que aprenda para cuando le toque.

Todo ello, sin intentar valorar lo que significa para los análisis que se realizan de la economía de un país (lo que se denomina en terminología de inversión exterior y comercio internacional, riesgo-país), por ejemplo, que aumente el riesgo regulatorio. Es decir, que nos podemos precipitar hacia posiciones que ocupan países con mucha menor seguridad jurídica, debido a nuestros usos y costumbres.

Y todo eso, para finalizar con la pléyade de mecanismos de intervención en los mercados, sin contar con una posibilidad adicional: la capacidad de intervenir muñendo alianzas empresariales o la posible intencionalidad, acción directa o indirecta para unir empresas (privadas, con sus accionistas y todo), venderlas, trocearlas o hacer cambiar sus presidentes y consejero delegado. En el caso que nos ocupa, por ejemplo, además de todo lo ocurrido en las ultimas operaciones en el sector, que se confirme esa operación ‘sotto voce’ de integrar Red Eléctrica y Enagás (que, como ya anticipamos en Energía diario, ya hay un banco de negocios trabajando en ello desde septiembre pasado).

Cada vez hay más rinocerontes.

Zapatero deberá elegir entre estabilidad o terror regulatorio

El caso del proyecto de reforma del marco regulatorio de las renovables y la elevación que ha realizado el sector eólico al presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es paradigmático de la incapacidad por parte de Industria para alcanzar un acuerdo con un sector como éste, clave para el desarrollo de la generación de energía por fuentes renovables, tanto por su importancia, por su implantación, por el número de empresas (grandes y pequeñas que tiene y su impacto social y autonómico), la riqueza y el empleo que genera, el desarrollo tecnológico y la innovación que ha propulsado (exportamos tecnología al exterior), la posición de liderazgo en Europa alcanzada, entre otras cuestiones. No tiene un sentido político que, con este panorama y en los tiempos de lucha contra el cambio climático, no se haya podido llegar a un acuerdo razonable entre las partes.

Un conflicto que se ha recrudecido a las puertas de las elecciones municipales y autonómicas y que puede suponer otro escándalo en el ámbito de la gestión económica y de la energía, espacios dónde la acción del gobierno está siendo fuertemente cuestionada en estos momentos. Baste recordar lo sucedido en la CNMV, la salida de Conthe, la llegada de Julio Segura (con el cuchillo en la boca), las connivencias entre Sebastián y Arenillas en el caso FG, la entrada de Enel en todo el proceso y la participación de la oficina económica del gobierno, entre otras cuestiones que, por acumulación, han determinado que éste haya sido uno de los pocos asuntos en los que el PSOE se haya quedado solo en el Parlamento. ¡La economía! Con un 4% de crecimiento del PIB, inmersos en el escándalo permanente, con las instituciones desprestigiadas y la acción del gobierno cuestionada por su injerencia e intervención constante. En este estado, y por sus consecuencias de credibilidad exterior y en determinadas cuestiones, por sus repercusiones futuras, da igual si se está ganando la batalla mediática. Se está perdiendo por todos. Jamás habíamos asistido a algo así y es necesario parar, reflexionar y volver a la ortodoxia económica.

Volviendo a la cuestión de las renovables, el sector ha manifestado que no está reclamando más primas. Reclama seguridad jurídica. Estabilidad regulatoria, la necesaria para inversiones a tan largo plazo (necesarias para hacer inversiones en instalaciones eólicas, gasistas, etc… que necesitan un largo período de amortización) Así, si seguimos el devenir de los acontecimientos, las minuciosidades y trampas regulatorias que introduce el texto legal y las propuestas elaboradas por Industria tras procesos de negociación de sombras chinescas, lo que se aprecia es el dominio, la habilidad y la sofisticación en la utilización de la regulación. En las dos fases, las empresas y representantes del sector se han sentido fuertemente engañados. En todo esto, hay que recordar un hermoso adagio: ‘se puede engañar a todos una vez, se puede engañar a alguien siempre, pero no se puede engañar a todos siempre”. Es difícil valorar como es posible, a estas alturas del campeonato, publicar un decreto con oposición del sector, con informe contrario de la Comisión Nacional de Energía y remisión a este informe del Consejo de Estado, sea por premura o por temeridad.

Por su parte, en el Ministerio de Industria aparece muy encastillado en su posición con un nivel de autocrítica poco exigente (‘El decreto es excelente’, dice Ignasi Nieto). Además se muestran convencidos en público y en privado de que la inversión en energía eólica no va variar, es decir, que la posición del sector es una artimaña y que una vez lanzado el decreto, van a seguir invirtiendo como si no hubiese pasado nada. Ese “nueve por ciento” de rentabilidad estimada (estimada sobre la base de un período cortísimo de tiempo para estas instalaciones y elegido en el momento en que el precio del ‘pool’ resultó más elevado) supone que va a hacer que las críticas del sector eólico y su oposición sea algo breve y transitorio.

Por ello, la política del Ministerio es: ¡dales caña, Zapatero, dales caña! Y, al mismo tiempo, en la ceremonia mediática, amenazan al sector eólico con el crujir de dientes y el arrastrar de cadenas, es decir: culpabilizarles de subir la tarifa eléctrica achacándolo al sector eólico, cuando la entrada de este tipo de energía en el ‘pool’ reduce el precio negociado, como se ha podido comprobar. Con esa amenaza, lógicamente, se amenaza a más gente, fundamentalmente hacia arriba. Además, y por si fuera poco, la posición pública del Secretario General de Energía, ha sido siempre muy dura con la energía eólica (la intervención en el Senado de finales de febrero heló la sangre incluso a responsables del propio partido por el tono empleado) y en las ruedas de prensa hace gala de su poder de forma manifiesta y evidente.

El presidente debe conocer cómo se han elaborado esos cálculos de rentabilidad que exhibe el Ministerio. El presidente debe ser puesto al día de en qué tono y de qué forma sus responsables ‘negocian’ con las empresas. Debe saber por persona independiente el contenido y alcance del rechazo de la CNE y todas las cuestiones de fondo que incorpora el Consejo de Estado. El presidente debe conocer cómo se han ‘interpretado’ sus órdenes en cada caso. El presidente debe conocer a qué Comunidades Autónomas beneficia y a cuáles perjudica, en función del parque instalado (no vaya a ser se lleve un susto). Hagan también Vds. un análisis de qué Comunidades Autónomas tienen prevista en el PER e instalada más capacidad eólica para entender a quién se está perjudicando con esa medida, e incluso encontrarán otro origen de esta imprudencia y temeridad y de por qué ha actuado así la cúpula de Industria. El presidente debe elegir entre seguridad jurídica, estabilidad regulatoria o el terror de que cualquier Secretario General en su propia interinidad decida cada año (o cuando se establezca), cómo se establecen las reglas del juego y cuánto se retribuye cada activo, bien por sus afinidades electivas transitorias o permanentes. El presidente y el Gobierno en todos los departamentos afectados debe dar mensajes claros y nítidos a la sociedad y al sector empresarial de qué es lo que el gobierno desea en la cuestión de las renovables. Y debe dar confianza y fiabilidad a los agentes económicos en su actuación. En suma, debe intervenir y poner orden, antes de que se cometa otro desaguisado. No puede inhibirse y dejarlo caer. Al menos debe ser consciente.

Industria entierra las “negociaciones” con las eólicas y promoverá una reforma de las renovables sin acuerdo con el sector

Desde que se ha conocido el dictamen del Consejo de Estado sobre la reforma de las renovables a que se haya conocido que la Secretaria General de Energía daba por concluidas las negociaciones con el sector eólico ha pasado un tiempo casi infinitesimal, si incluimos este largo puente de mayo. Tal y como avanzaba ayer Energía Diario, Nieto se había planeado una solución que consistía en poner el turbo y apretar el acelerador para llevarse el gato al agua en la reforma de las renovables, introduciendo el menor número de modificaciones en su propuesta de Real Decreto, ni del informe contrario de la Comisión Nacional de Energía, ni de las graves carencias que señalaba el informe del Consejo de Estado, sobre garantía de potencia, ausencia de memoria económica, inexistencia de informes de Medio Ambiente y Economía, y atención de las indicaciones de la CNE. Caso omiso a las recomendaciones del órgano regulador y consultivo del gobierno.

Nieto, por tanto, va a enviar en breve y en este estado, con las negociaciones abiertas, el proyecto de real decreto a la Comisión de Subsecretarios, del mismo modo que utilizando la misma “tecnología regulatoria” que utilizó para aprobar las tarifas de los activos regulados gasistas, saltándose el dictamen de la Comisión Nacional de Energía, ‘corriendo’ medio punto la retribución de los activos e hizo caer en bolsa a Red Eléctrica y Enagás más de un 25 % de su valor, sin ningún rubor. El portazo de Ignasi Nieto ha encendido fuertemente los ánimos en el sector que tiene hoy previsto una conferencia de prensa con tal motivo.

Por lo que se conoce de la negociación, siguen estando cuestiones pendientes muy importantes abiertas como son la formula de las actualizaciones de la retribución, el tratamiento de la actualización de las primas, primas y complementos y la garantía de potencia. Todo ello, en línea con las pretensiones del actual Secretario General de Energía: ganar discrecionalidad (en realidad, arbitrariedad) para fijar en cada momento la retribución de forma unilateral, evitando fijar el necesario marco estable que permita realizar inversiones en este tipo de activos, cuya duración es superior a quince años.

Ignasi Nieto ‘anda suelto’

Ignasi Nieto ha mostrado durante todo el proceso de negociación con el sector eólico, tres constantes: una posición muy rígida e inflexible, la precisión y el dominio de las trampas regulatorias, que introduce en los mecanismos, las ecuaciones y los articulados y, finalmente la utilización de los datos que mejor resultan para sus posiciones, de forma que desoye todas las indicaciones del Consejo de Estado de remitirse al informe de la CNE o emplea para calcular la rentabilidad del sector, el período más alto de precios en el ‘pool’ (primer semestre del año pasado). Se culmina así, gracias a las habilidades, finuras y trampas regulatorias en los articulados, Nieto haya venido ‘pastoreando’ desde finales de marzo al sector eólico con un espejismo de negociación ficticia y casi teatral, según los propios participantes.

Al parecer lo que se conoce es que Clos ampara esta actuación mientras que no le suponga una violencia con Moncloa, una cuestión que ya sorteó el propio Nieto en la primera fase del proceso de la modificación de este Real Decreto, con el informe negativo de la Comisión Nacional de Energía y el escándalo abierto en un primer término. La solución de Nieto fue un conjunto de modificaciones que abrían cuestiones tan graves como en su primera redacción en términos de estabilidad regulatoria. Así, lo que parece claro es que, dado lo complejo de la regulación, que los postulados políticos del gobierno en materia de renovables, los interpreta y afina regulatoriamente y ‘a su manera’ con muy pocos contrapesos, el Secretario General de Energía ‘anda suelto’.

Dada la importancia de la cuestión, no se trata en este caso de que haya una lucha entre las empresas de un sector, frente a un Secretario General de Energía, temerario y rebelde, como han querido retratar los medios afines, haciendo un flaco favor a las posiciones de poder del actual responsable de Energía. Se trata de la necesidad de que exista estabilidad regulatoria y no arbitrariedad para continuar avanzando en el aumento del parque de generación a través de renovables. Del mismo modo que hay que promover que exista un marco estable para las inversiones gasistas o para otro tipo de activos estratégicos regulados en el sector de la energía, como defendemos en nuestro ideario.

Hoy, España es un país que tiene un sector eólico muy importante (líderes en Europa y en el mundo), y que además genera innovación y tecnología en este terreno, expuesto al terror y riesgo regulatorio (una cuestión que en las comparativas internacionales de confianza de un país es muy peyorativo). De hecho, hasta el Plan de Energías Renovables 2005 alaba en su exposición de motivos el R.D. 436/2004 por lo que ha conseguido de desarrollo del sector gracias a la estabilidad regulatoria. Este nuevo paso, no va a aportar confianza a los operadores, ni a los mercados, ni la inversión en este sector (y lo que es peor, las señales que se envía de provisionalidad y la arbitrariedad jurídico).

Sería razonable que, alguien evitase males mayores, introdujera cordura y no se produjera una imprudencia de estas características por parte del Gobierno, de forma que se establecieran señales inequívocas de que es lo que quiere el ejecutivo en materia de energías renovables, evitando las actuaciones individuales y el manierismo regulatorio interesado.

La reforma de las renovables, sin letra pequeña

La publicación la semana pasada del Dictamen del Consejo de Estado sobre la reforma de las renovables abre una nueva fase en este ya largo e inconcluso proceso para configurar la reforma del R.D. 436/2004. Es preciso valorar especialmente la propia naturaleza de este órgano consultivo del gobierno para calibrar verdaderamente el efecto sobre la propuesta remitida por Industria de las consideraciones que se recogen en su informe. Su propio carácter de órgano superior de conciliación normativa y lo que es su alcance y cometido: velar por la observancia de la Constitución, del resto del ordenamiento jurídico, procurar la armonía del sistema, el rigor de la técnica normativa y el buen hacer de la Administración, para reducir al mínimo la conflictividad con los ciudadanos. Por tanto dirige su actividad a todo tipo de normativa de cualquier índole, lo que implica que su especialización en el ámbito económico y energético, iba a ser limitado.

Por eso, dentro de lo moderado y medido que resulta el contenido del dictamen, resultan sorprendentes las recriminaciones que el Consejo de Estado realiza sobre la propuesta que realiza la Secretaría General de Energía: ausencia de memoria económica que exceda el ámbito presupuestario público (es decir, no circunscribir el informe económico al efecto sobre los Presupuestos Generales del Estado), inexistencia de los informes de otros departamentos públicos implicados: Medio Ambiente y Economía, reconveniencia sobre las indicaciones que le realiza al Ministerio de Industria la Comisión Nacional de Energía en su acuerdo contrario a la propuesta remitida por Industria.

Todo ello, y por las mismas circunstancias que el propio texto crítica, sin que el Consejo de Estado pueda pararse a considerar que la reforma propuesta por Industria sobrevalora los ingresos de las eólicas, parte de cálculos realizados sobre la rentabilidad de las instalaciones eólicas en el primer trimestre de 2006, cuando el precio en el ‘pool’ estaba muy alto y por tanto tenga que aceptar la visión de negocio desmedido que se remite en la exposición de motivos del mismo ( Como dijo Montilla, los eólicos ‘se forran’). Si hoy se repitiera este cálculo, con los precios más bajos en el mercado el resultado sería completamente diferente y contradictorio. Lo razonable, en este caso, es tener en cuenta datos referidos a períodos largos de la vida de estas instalaciones, con un mínimo de quince años.

Al mismo tiempo, el propio Consejo de Estado vuelve a instar a la Secretaria General a que subsane todas estas cuestiones anteriores, lo que implica ‘de facto’ que deba continuar el proceso de negociación con el sector. Un proceso de negociación, accidentado en varias ocasiones, y que deliberadamente se ha uncido a la publicación de esta resolución. Por ello, se ha condicionado su desarrollo temporal a que este dictamen fuese más ‘light’ y pudiera dejar vía libre a publicar el nuevo decreto con los cambios que hubiera podido introducir el Consejo de Estado y, en todo caso, algún avance transaccional en las negociaciones retomadas en el mes de abril con el sector, pero sin abordar los puntos clave de negociación, todavía pendientes.

Retroactividad y discrecionalidad vs. Estabilidad regulatoria.

Como hemos ido anticipando en Energía Diario, el primer problema de esta reforma en el marco regulador de las energías renovables, se centraba en la retroactividad, es decir que sus cambios retributivos afectaban a instalaciones en funcionamiento. Actualmente, la retroactividad ha virado hacia los conceptos de estabilidad regulatoria en contraposición con la discrecionalidad que pretende Industria en determinados apartados, para determinar anualmente la revisión de varios de los elementos de la retribución, primas y límites superior e inferior. Así, todavía está pendiente, como uno de los puntos más importantes, garantizar la no retroactividad de la revisiones futuras de la prima que ha quedado excluida de la previsión que se hace en el artículo 44.3 para la tarifa regulada y los límites superior e inferior a las primas que incorpora, como principal novedad, el nuevo decreto. También está pendiente cerrar el acuerdo sobre el importe de la prima en el que hay una diferencia de tres euros por MWh entre la propuesta del Gobierno y la última reclamación del sector.

Tener en cuenta las indicaciones de la CNE

En todo caso, lo que menos quería oír Ignasi Nieto del Consejo de Estado, es que tuviera que valorar nuevamente las indicaciones de la Comisión Nacional de Energía, contra la que cargó muy duramente y en público, por su informe negativo a su proyecto inicial. Evidentemente, en este estado del arte, Nieto tampoco puede enviar el decreto a la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, sin negociar y sin atender previamente a las indicaciones que le ha realizado el Consejo de Estado, intentando nuevamente utilizar esta vía para que pase de ‘rondón’ y minimizar los cambios en su propuesta inicial. Se trataría de una actuación muy imprudente que iría a contrapelo de las políticas que el propio gobierno impulsa en materia de promoción de las energías renovables. Por otra parte, se trataría de un nuevo foco de difusión de problemas entre distintos ámbitos del Ejecutivo, lo que puede alimentar más aún la sensación de descoordinación entre las distintas instancias de la Administración y podría provocar una intervención desde Moncloa nuevamente, algo no deseable ni por Nieto, ni por Clos.

Por su parte, y según se ha desprendido de las declaraciones de la semana pasada, el sector valora positivamente las indicaciones del Consejo de Estado a este Real Decreto, y espera proseguir con la negociación para alcanzar un resultado satisfactorio. Como contrapeso, el hecho de que en la primera fase de la negociación los acuerdos que había cerrado el sector con el Secretario General de Energía, no se hubieran trasladado fielmente al articulado del Real Decreto y la utilización de los datos económicos de los períodos que más justifican su postura, abriga una sombra de escepticismo sobre el propio comportamiento y la seguridad en la actuación del regulador en este caso. Habrá que esperar la reacción desde la Secretaria General de Energía y su digestión de todas estas indicaciones. Sería deseable y, además, saludable, que se recondujeran todas estas cuestiones hacia un escenario de resolución del conflicto por el transito de la estabilidad regulatoria y sin letra pequeña.