Cataluña y la energía: primero el sí, luego el modelo
Poco ha cambiado desde el amago de consulta de hace 10 meses en los planes energéticos que los nacionalistas catalanes trazan para una hipotética Cataluña independiente. En todo caso, las propuestas en materia de independencia energética parten del hecho de que, a partir de una declaración unilateral de independencia, los Estados concernidos, Francia y España, aceptarán y asumirán las condiciones fijadas por los independentistas, unido a la promesa de un futuro de energía renovable y, además, más barata. Es decir, una idealización fabulada, constante en los planes de independencia unilateral.
De hecho, siguiendo las líneas maestras del Libro Blanco sobre la Transición Nacional de Cataluña, el programa de Junts pel Sí insiste en presentar un futuro idealizado en lo energético de lo que supondría la independencia, con una electricidad un 30% más barata que en el Estado español. Lo más novedoso es que se apuntan al mix energético 100% renovable para 2050, lo que supone un plazo de 25 años. Todo ello supone además pasar por alto la política seguida por los sucesivos gobiernos de la Generalitat en materia renovable durante los últimos quince años.
Todo un cambio cosmético para solventar, dentro de una candidatura unitaria, que la izquierda nacionalista catalana encarnada en ERC afrontaba un conflicto interno entre ideología independentista e ideología relativa al mix energético que abogaba por resolver a favor de lo primero, aceptando un modelo con la energía nuclear y el gas como principales fuentes energéticas. Algo que exponíamos en 2014 desde Energía Diario con los artículos Independencia y energía (I): de la ideología al pensamiento único e Independencia y energía (II): hacia la intervención estatal.
Para llegar a 2050 queda mucho tiempo y lo que hace Junts pel Sí es decir un rotundo sí a la generación nuclear aunque lo esconda en su programa. «Plantear los escenarios adecuados para decidir la política nuclear catalana en el marco de la transición hacia una producción con mayor peso de la energía renovable y la priorización de una economía de bajo carbono, dado que las centrales en territorio catalán cumplirán los 40 años de funcionamiento a mediados de la próxima década», dice el programa de la candidatura unitaria. Donde pone «decidir», el Libro Blanco recogía «prorrogar» hasta los 60 años de vida útil las centrales nucleares. Del gas y los ciclos combinados el programa no dice absolutamente nada.
Las contradicciones entre la realidad y las intenciones de los nacionalistas, a pesar de tratar de ocultarlas en su contrato con los votantes, son evidentes. Con un 4% de peso de las fuentes renovables, sólo contando con el potencial nuclear y gasista insisten en afirmar que «Cataluña es autosuficiente en generación eléctrica. En una Cataluña independiente, la energía no sólo podría ser más barata, sino que se podría exportar , lo que conllevaría un ingreso adicional para hacer políticas sociales». Y los nacionalistas no sólo piensan en exportar: recuperar el impuesto a la energía nuclear, anulado por el Tribunal Constitucional por suponer una doble imposición teniendo en cuenta el 7% establecido a la generación eléctrica en toda España, sería uno de los primeros en implantarse.
Las interconexiones energéticas son catalanas: apropiación de la red con Francia
En este contexto, no sorprende la intención de Junts pel Sí apropiarse unilateralmente de las interconexiones energéticas. Después de inaugurar en febrero la gran interconexión eléctrica construida por el operador del transporte español, Red Eléctrica de España (participada en un 20% por el Estado español, su principal accionista) y por su homólogo francés, el programa de los nacionalistas expone que «la capacidad actual de interconexión del sistema eléctrico catalán es equivalente al 88% de la máxima potencia demandada por el mercado catalán de la energía, que supone 8,8 veces respecto a la recomendación de la Unión Europea». Mas se apunta una inversión de 700 millones de euros al tiempo que quiere seguir interconectado al sistema español.
En lo que respecta a los organismos y mercados, se configuraría un mercado eléctrico catalán y se crearían operadores catalanes. Pero también se anuncia un giro intervencionista con una auditoria del sistema eléctrico. En este sentido, hay que recordar que el Libro Blanco proponía «establecer un sistema de regulación de las retribuciones de acuerdo con los costes reales». Además, se sugería una subordinación de las empresas y sus instalaciones a los objetivos de la política energética de la independencia puesto que «en cualquiera de las circunstancias de futuro que se prevean, las mencionadas empresas considerarán Cataluña como una parte significativa de su mercado. Su posición será, con toda seguridad, colaboradora y, por lo tanto, no se tienen que esperar problemas».
En cambio, en el programa de Junts pel Sí ya no se contempla la negociación con el Estado español, principal accionista del operador del transporte y gestor del sistema eléctrico y gasista. Tampoco en cuestiones como los residuos nucleares, para los que se negociaría con Francia para su tratamiento en territorio galo. De hecho, los nacionalistas catalanes cargan intensamente en términos retóricos contra el sistema eléctrico español, «heredero del capitalismo de Estado del franquismo» y consecuencia de una «inadecuada» transposición de las directivas europeas, «que no ha alterado la estructura oligopólica» del mercado ni introducido «una verdadera competencia».
En definitiva, Junts pel Sí se compromete a evolucionar «hacia un sistema eléctrico distribuido, eliminando las barreras de entrada a los pequeños productores, públicos y privados, y favoreciendo el autoconsumo energético, especialmente el procedente de fuentes renovables». Con el horizonte fijado en 2050, para un modelo 100% renovable, pero sin recoger en ningún punto del programa la relevancia que jugarán los ciclos combinados de gas hasta entonces.. La fabulación del modelo energético, en extremo voluntarista, su inconcreción, la consideración de que el resto de países aceptan las condiciones de los nacionalistas catalanes a pies juntillas, y, en definitiva, embellecimiento del mismo para los votantes con la promesa de un futuro feliz, lo convierten en uno de los anzuelos electorales. Quizás por eso la candidatura unitaria rechaza dar entrevistas al respecto. (Energía Diario trato de gestionar una entrevista al respecto y JPS declinó la invitación)