Ignasi Nieto y el polígrafo por el decreto de renovables

Cuanto más insiste el Presidente del Gobierno en su preocupación por el medio ambiente, el cambio climático y en la promoción de las energías renovables, la reacción desde nuestros rectores en el ámbito de la energía, véase la Secretaria General de Energía y el Ministerio de Industria, se ven más contrariados con sus posiciones. A eso hemos asistido hace unos días con la presentación del Cuarto Informe sobre Cambio Climático del Panel de Expertos de la ONU y, en paralelo, al descubrimiento del cierre en falso de la polémica en torno al decreto de renovables, y más concretamente en lo que se refiere a la retribución de la energía de generación eólica.

Al parecer y según la información a la que hemos podido tener acceso, la propuesta de Real Decreto remitida al Consejo de Estado realiza unos ajustes ‘cosméticos’ en el tratamiento retributivo de la energía eólica, pero en ningún caso persigue establecer un mecanismo estable y que otorgue seguridad jurídica al sector. Todo lo contrario. Ajustes cosméticos que se vieron arropados por una operación mediática importante. Pero al parecer estas afirmaciones y negociaciones son inciertas (una verdad a medias puede ser una falsedad).

La lectura de la propuesta de Real Decreto transparenta la habilidad regulatoria de Nieto para incorporar ‘astillas’ dentro del texto normativo de forma que le permita ‘controlar’ la ‘manija’ de la retribución. Algo a lo que el anterior Director de Regulación de la Comisión Nacional de Energía está ya acostumbrado como ya demostró en el cambio de retribución de los activos regulados gasistas, lo que provocó una fuerte caída en bolsa de Enagás a principio de año.

El problema es que las consecuencias prácticas de una regulación así pasan por la pérdida de confianza de los actores económicos y empresariales en lo que se refiere a las condiciones que garanticen la confianza y estabilidad regulatoria necesaria para las tomas de decisión en materia de inversión. Por otra parte, es particularmente preocupante la opinión del propio Nieto al declarar que no existe relación entre el mecanismo retributivo en un sector y las decisiones de inversión, es decir, que a su juicio se trata de procesos independientes.

Lo más grave en todo caso, es el resultado final: la falta de confianza de los actores y agentes del sector, tanto empresas, operadores y entidades financiadoras de proyectos en el regulador español. La discrecionalidad regulatoria no puede ser un objetivo ventajista, ese oscuro objeto del deseo y de control, que obligará a mantener un continuado ‘rendez vous’ de las empresas a las autoridades energéticas. Por otro lado, y en la relación con la actual administración energética cada vez se reciben mayor número de mensajes de los agentes que destacan la falta de credibilidad y fiabilidad en las negociaciones que ya ha devorado en varias ocasiones a Nieto, instalándose una desconfianza fruto de esta ‘habilidad regulatoria’ que algunos califican de engaño.

Una amarga queja que cada vez es más insistente es que «en cualquier país de economía avanzada, cuando se fija una cifra, se está seguro del escenario a la hora de tomar decisiones». La legislación y los reguladores no deberían necesitar la prueba del polígrafo, deberían ser confiables por el bien de todos.

¿Qué hará Moncloa cuando se entere del resultado desde el sector que la situación es equivalente a la que causó el conflicto?

La españolidad de una OPA en carril de aceleración y las elecciones sin freno

De todos los argumentos que giran alrededor de la OPA a Endesa, el de la españolidad es uno de los más erráticos y de los que más comportamientos paradójicos está presentando entre los políticos de los distintos signos. Esta trayectoria es razonable seguirla, trazarla en el tiempo, dada la ausencia de memoria histórica reciente entre los protagonistas políticos de la operación (si nos ceñimos al espacio de tiempo de este año y medio, largo para una operación como ésta, pero corto en el infinito de nuestra historia económica y empresaria).

En primer lugar, en tiempos de Montilla se restauró el concepto de campeones nacionales, a cuenta de la operación lanzada porGas Natural. Momentos en que el trámite del Estatut podían confundir la nacionalidad de la empresa resultante: de ser un proyecto bonito para su españolidad a ser un proyecto bonito para la catalanidad. Desde las huestes de Esperanza Aguirre, se promovieron todas las acciones e invectivas para acentuar la percepción de la opinión pública de esta pérdida del poder madrileño en beneficio del poder catalán.

Posteriormente, una vez que la opción alemana cobraba carta de naturaleza, empezó a aparecer la temida frase. ¡Antes alemana que catalana! Comenzaba una fractura en muchos frentes, incluido el político, y la OPA tuvo durante una época el complejo de derby Madrid-Barça, como si se tratara de un akelarre. Tiempo de esperar a que no se produjera ese momento final en que los distintos inversionistas españoles tuviesen que decidir sobre si acudir o no a las OPAS. El gobierno respondió con el nacionalismo del decreto que aumentaba los poderes de la CNE para estudiar las operaciones de empresas extranjeras en España y que hoy nos lleva a vernos en el Tribunal de Justicia europeo.

Mientras, los partidos políticos afilan el argumento defensivo de la españolidad. Así, Rafael Simancas, candidatos socialista a la Comunidad de Madrid, ya profirió artillería contra Blesa y Aguirre a cuenta de la decisión de Caja Madrid de unirse a los intereses del grupo germano, en su acuerdo de transmisión de derechos políticos ahora y venta diferida de las acciones a dos años.

Vino Clos y saludó (con intuición, eso si) una solución española, que en sí era hispanoitaliana, como mucho. Un final feliz. Es cierto que de gobiernos amigos, incluso latinos, que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, obviamente. Ahora, la Comunidad de Madrid, Aguirre, a través de Granados, vuelve a pedir públicamente a Blesa que contribuya a una solución española respecto de Endesa, en este caso frente al gobierno italiano. Ayer se volvió a oír la palabra.

De todo ello, ha sido difícil atisbar una voz más o menos independiente, una posición contraria al proteccionismo y al intervencionismo, en uno u otro bando, más seguramente preocupados por la inminencia de las elecciones y la venta de sus posiciones o la de los suyos (y las de sus contrarios). En toda esta riada de hechos, ha quedado, como mucho, una especie de europeísmo oportunista de afinidades electivas. Y, por el contrario, se han arrinconado lo que son los intereses de los mercados y de los accionistas, de los mecanismos de competencia y transparencia, de lo que se denomina ‘proyecto empresarial’, de las posiciones legítimas y estratégicas de los inversionistas (la SEPI, Caja Madrid,…), todos ellos, contaminados por una operación excesivamente politizada y sin contar los efectos futuros sobre la inversión extranjera en nuestro país de todo este ‘affair’.

Un fragmento de la posible entrevista Solbes-Conthe

Ni que decir tiene que lo reproducido a continuación es sólo una de las posibles conversaciones que pudieron haber tenido lugar ayer por la tarde en el despacho del ministro de Economía, entre el propio ministro, Pedro Solbes y el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Manuel Conthe. Su parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.

Ambiente distendido, pero grave en el Paseo de la Castellana. Después de unas palabras de cortesía, amables, muy breves, pero afables, empieza Conthe directamente hacia Solbes y le inquiere:

-¿Por qué me llamas, Pedro?
– Ya lo sabes tú -le contesta Solbes-. También me han dicho que te llame, tenemos que ver si podemos resolver esta situación cuanto antes. Sabes que lo iba a hacer.
– ¿Te parece mal que dimita? Si es lo mejor, es lo que quieren todos. Así dejo el camino libre para todo lo que venga a partir de ahora -le responde Conthe al ministro-.
– Hombre, no exageres. Tú sabes que no me parece mal que dimitas, aunque prefería que no lo hubieras hecho. Tú bien sabes que tu decisión es una verdadera complicación y que lo menos necesario en estos momentos era otro escándalo con lo de la OPA.
– Yo no podía aguantar mucho más allí y también lo sabes. ¿Entonces por qué me llamas? ¿Por qué no puedo ir a la Comisión de Economía antes de presentar la dimisión y ya me explicaré y diré lo que tenga que decir? También sabes que no es para tanto y que les asusta más lo que piensan que puedo decir que lo que voy a decir.
– Que no me parezca mal no quiere decir que no me parezca que te estás excediendo y que lo estás poniendo muy difícil con esa actitud, sobre todo al Gobierno y tan cerca de las elecciones… Todo el mundo está muy enfadado contigo y algo hay que hacer, ya lo sabes, la política es así.
-En eso, sabes que no voy a cambiar, Pedro. Quieren a alguien cómodo, no a alguien independiente. Esto además de política es otra cosa. Además, ¿por qué dices en los periódicos que sabías que podía crear problemas, aunque no tantos? Siempre he esperado algo más de apoyo por tu parte para poder trabajar en paz. En algún momento tienes que dar un puñetazo encima de la mesa, no puedes estar legitimando todo lo que se hace y resolviendo luego en Europa los estropicios.
– Tú sabes cuáles son mis formas y no voy a ser estridente -le responde el ministro-.
– Tú sabrás lo que haces. Pero ¿has visto lo que dicen fuera?, esto que ha pasado con la OPA es imposible de presentar en el exterior y tú lo sabes, Pedro. Mejor que tú, no lo sabe nadie. Tú también conoces mis formas y lo que hemos hecho es lo mínimo, bueno, menos que lo mínimo, que deberíamos haber sido mucho más rigurosos y verdaderamente independientes y esto pasaba por las sanciones.

Solbes no interrumpe a Conthe en ese momento. Calla y mira a través de la ventana de su despacho. Tiene la mirada perdida, aunque se dirige con la expresión a Conthe.

-¿Qué vas a hacer? -pregunta de forma lacónica-.
-Pues lo que he dicho, ir a la Comisión y luego dimitir. Si me tengo que esperar dos meses para presentar el informe anual, me espero, yo no tengo ninguna prisa en este momento -le refiere Conthe-.

En ese momento, Solbes sabe que no va a cambiar la opinión de Manuel Conthe, incluso se da cuenta de que casi sabía la respuesta. Conthe se levanta de la silla del despacho y se dirige al ministro. Le da la mano de forma muy afectuosa y se despide. “Ten cuidado al elegir mi sustituto, no conmigo. Yo sé lo que debo hacer”.

Conthe debe ir al Congreso y también debe dimitir

La polémica que dejó servida el principio de la Semana Santa a cuenta de la dimisión anunciada de Manuel Conthe, actual presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, alcanzó un grado político más elevado al intervenir la propia María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del gobierno desde Japón. Sin cuestionarnos la capacidad de la vicepresidenta de poner orden en los asuntos económicos del país (ya fijó la tarifa eléctrica para este año electoral), sus declaraciones confirman el cariz político que ha alcanzado la dimisión de Conthe. La primera pregunta es obligada si nos atenemos a lo que se puede denominar derecho comparado, ¿se imaginan ustedes a Bush reconviniendo al presidente de la SEC o a Alan Greenspan o a Ben Bernanke de la Reserva Federal? ¿O incluso que esto mismo lo hiciera un segundo del presidente como Dick Cheney? ¿Se imaginan a Durao Barroso censurando a Jean Claude Trichet?. Semejantes comportamientos solo son posibles en un entorno económico de intervencionismo político, dónde no se delimitan claramente la esfera ejecutiva, legislativa y política y se entiende a Montesquieu de aquella manera.

El presidente de la CNMV debe ir a la Comisión de Economía del Congreso y explicar lo sucedido, así como sus propuestas para mejorar la transparencia en estas operaciones y de los mercados financieros. En este caso, no hay argumento leguleyo, que no sea partidista y por tanto ejecutado prusianamente por comisarios políticos, posibles aspirantes a Ministro, que justifique el obstrucionismo que se está practicando hacia la figura de Conthe y la evitación irracional de su comparecencia en el Congreso. Lo sucedido, es lo suficientemente importante para nuestra economía y para nuestros mercados, que cuánto más claro se explique y en sede parlamentaria, mejor. Su demora lo único que provoca es que se alcance cuanto antes la categoría de escándalo.

Por otra parte, los medios de comunicación más afines al gobierno, y alguno que tenía alguna deuda pendiente que cobrar a Conthe, también están censurando la actuación del presidente de la CNMV, refinando sus ataques que se ubican en el filo de la navaja que va desde cuestionar su ‘honestidad’ pasando por cuestionar su actuación, para finalizar cuestionando su personalidad.

En primer lugar, algunos alinean torticeramente a Conthe con los intereses de E.On, en una ligazón interesada pero absolutamente incierta y afirman “Conthe dimite al fracasar la OPA de E.on”. En primer lugar, porque mientras que su actuación en la OPA no fue molesta, callaron y nadie se quejó de Conthe, por ejemplo, cuándo prohibió a E.on mejorar su precio. En segundo lugar, porque la CNMV ha sido tibia con el comportamiento de las empresas y sus carriles paralelos, comparativamente con lo que haría cualquier otro regulador de un país avanzado-occidental-moderno-y-de economía de mercado. Y hoy existen medios que desarrollan imágenes e infografías para destacar y enumerar todos los errores cometidos por Conthe en su labor como presidente de la CNMV. Es preciso recordar que el tiempo que ha vivido al frente de la CNMV es uno de los más convulsos de la historia económica reciente de España y que el regulador de los mercados tenía que responder en un corto espacio de tiempo a todo lo que ha sucedido, en un entorno político complejo y enormemente dudoso.

Los mismos dicen que Conthe busca llevar la independencia hasta sus últimas consecuencias, por lo que está “obsesionado” y, además, estos medios se escandalizan por su actitud. Un regulador de mercados y de sectores tiene que, en un entorno como éste, estar obsesionado por ser independiente y debe llevar la independencia hasta sus últimas consecuencias. Esa es una enseñanza que, en el estado actual de cosas del arco político, va a ser difícil de aprender, cuando todas las operaciones se clasifican como ‘de los nuestros’ o que beneficia a los nuestros’ frente a las del contrario.

Finalmente, hay quien tacha de soberbio y prepotente a Conthe, filtrando declaraciones no confirmadas del vicepresidente Carlos Arenillas (¿o es un presidente ‘in pectore’?), en que afirma que ‘es imposible trabajar con él’. Conthe es un hombre enérgico, carismático para sus colaboradores, sajón en sus comportamientos, claro y taxativo, huye de las componendas y de la complacencia con el ‘caldo gordo’ y la aquiescencia expresa o tácita en la cocina de estas operaciones. Como lo ha retratado ‘El Economista’, un poco Dr. House, honestidad brutal, frente a posiciones menos comprometidas y, posiblemente más complacientes. Quizá es un modelo de personalidad discutible para este puesto y para este estado de cosas, pero de ahí a sugerir perversamente dudas sobre su personalidad, media un abismo.

Hay que concluir que Conthe, debe dimitir una vez que haya dado explicaciones al Congreso y al país, sin que exista menor atisbo de duda. Sólo por su gesto, debería hacer reflexionar sobre el funcionamiento de nuestros mercados y de los órganos de regulación y su relación con la política. Por eso debe ser valorado, por encima de los intereses partidistas, en su justa medida y con la debida atención. Y Solbes, en esta situación se debe plantear salir a cuerpo limpio de una vez, sino quiere ver perdida toda su capacidad de influencia en el nombramiento del sustituto de Conthe.

Paisaje para después de una batalla

El final de la batalla de Endesa parece haber dejado un paisaje final que, combinado con el momento del año en que se produce, deja abiertas muchas posibilidades, reflexiones y análisis estratégicos. Hoy, seguramente, los equipos jurídicos de las compañías implicadas estarán cerrando los acuerdos, elaborando documentos sin descanso, y otros previsiblemente habrán pedido cajas para preparar los enseres que tienen que llevarse del despacho frente a aquellos que habrán comenzado a hacer llamadas (o ha recibirlas) para colocarse en primera línea de la segunda batalla, la de la ocupación y la administración del día después.

Desde el punto de vista de las instituciones y órganos reguladores, los daños han sido cuantiosos y abundantes, tanto en lo personal como en el prestigio de sus rectores y protagonistas, cuestionándose seriamente la independencia del poder ejecutivo. Nadie se plantea que el comportamiento de estos organismos hubiera podido ser de esta forma en otros países y urge tomarse en serio esta cuestión, porque se trasladará fuera de nuestras fronteras, afectando a la confianza en nuestro país. Nadie sopesa que la SEC americana hubiera sido sometida a tales presiones. El mayor problema no es que se hayan comportado así (que ya de por sí es un problema), sino que el único que ha tenido una posición razonable desde el punto de vista regulatorio y jurídico esté hoy fuera: Conthe, por intentar mantenerlo frente a los elementos.

El mayor problema de esta situación es que nos parezca normal que los órganos reguladores sean prolongaciones de los brazos políticos y ejecutivos de la Administración de turno. Que no nos cause extañeza cómo se traslada el conflicto político y devora las instituciones que deben garantizar el funcionamiento de los mercados. Y este ‘boomerang’ es para todos. Que las empresas no los perciban como garantes de las reglas del juego (y por tanto que se les pueda influir), es un problema a corto o medio plazo para las propias empresas y para las reglas del juego. Que la Administración no vea en ellos un contrapeso necesario es un problema para la Administración, y que desde el seno de estos órganos no se plantee un objetivo en sí mismo de independencia, para garantizar un futuro apacible, es un problema para los propios órganos.

Desde el punto de vista político y de la Administración (lástima que en los tiempos que vivimos sean equivalentes), es evidente que algunos protagonistas deben mejorar las artes del disimulo, aunque no de intuición y, por otra parte, que los costes políticos de la OPA y de sus resultados no van a ser masivos, ni generalizados. Razonablemente lejana de las elecciones y con todos los protagonistas vivos, incluida E.ON, conformes aunque sea por necesidad, la batalla política que resta de esta operación se presume de baja intensidad. De todas formas, aunque la legislatura casi ha terminado de facto, habría que repensarse las dimensiones de lo que ha pasado y las actuaciones de quienes han estado al frente, aunque sea para tomar nota.

Desde el punto de vista informativo, nuevos temas tras estas vacaciones vendrán a sustituir a la actualidad que ha llenado las páginas de los periódicos, los minutos en la radio y televisión y las direcciones IP de internet. Nuevas operaciones corporativas que a nadie se le escapan se estaban larvando o se han activado, se pondrán en primera plana. No hay que ver nada más que la evolución de la bolsa del día de ayer.

Desde el punto de vista empresarial, podemos ver como la estrategia financiera ha sido clave para que triunfase la solución final y también se ha podido apreciar como en muy pocos momentos, los jugadores habian previsto el siguiente paso de su competidor. Pizarro, el más resistente de todo el proceso, ha sido finalmente el gran perdedor del acuerdo del Retiro.

Pero como la energía tiene muchos más protagonistas y muchos más temas abiertos que los corporativos -mercados, tecnologías, lo jurídico, los consumidores, la regulación, las empresas, la eficiencia energética…-, este momento es un compás de espera; un momento de recuento de bajas y de efectivos, tras esta larga y cruenta operación, que ha terminado tan abruptamente y, probablemente, con tantos daños colaterales. El lunes, más. De momento, las primeras señales están en la bolsa.

La foto del acuerdo del apretón de manos del Retiro

La foto frente a Parque del Retiro de Bernotat, Entrecanales y Conti, firmando la paz y el reparto de Endesa es más que el final de esta OPA que parecía interminable. Es el símbolo que cierra uno de los períodos más convulsos y largos de la historia empresarial española, en una historia que nos retrotrae a las confrontaciones y frentismos de nuestro pasado. Aliadófilos y germanófilos, acaban otra vez con un abrazo fraternal de Vergara mientras medio país tomaba partido y las instancias judiciales hacían horas extras para resolver todos los procesos desatados en una semana. Todos, los de un lado y los de otro, llevaban mucha inercia para parar por el gesto de tres señores que unen sus manos teatralmente, en un final de una obra que está resuelto como un vodevil, y en el que todos parecían representar una tragedia.

En el camino se han quedado Manuel Pizarro y el equipo de Endesa, que estarán mirando a la pared, asombrados por un desenlace rápido e imprevisibleque les ha trasladado a una órbita, sin conocer de qué planeta. Manuel Conthe, con la dimisión caliente desde la mañana otro de los caídos en este reguero de pólvora (políticamente, con el acuerdo entre las tres empresas implicadas, las dimisiones son menos). Y el propio Bernotat que, tras catorce meses sólo puede presentar un balance escaso, aunque haya salvado los muebles ‘in extremis’ y logre no irse de vacío. El comunicado de ayer era un mensaje a sus inversores alemanes que ya se olían que habían entrado en la ratonera y ya preveían la necesidad de arrancar un acuerdo.

Por otra parte, esperemos que desde la CNMV se sea exigente y a la vez se cumpla el compromiso de lanzamiento de la OPA de Enel y Acciona por el 100% del capital de Endesa, con la mayor urgencia posible, y que al menos, los minoritarios de Endesa, no se vean perjudicados y puedan recibir sus 41 euros archiprometidos. No vaya a ser que la tentación, una vez superado el trance y el famoso 51 %, sea economizar el coste de esta adquisición a costa del accionista con poco poder de representación.

Hay que reconocer la elegancia que en todo momento ha tenido el equipo de E.ON con Bernotat a la cabeza. Poco ruidosa en lo jurídico y esta solución para evitar un seguro descalabro en el proceso de aceptación, difícil de presentar y de digerir, lo que coloca a todos los posibles críticos su mordaza. Incluso esta solución es la menos mala para el gobierno, que ha reducido sus costes políticos. La clave lógicamente ha estado en el manejo financiero de las participaciones, adquiridas y/o aparcadas que han achicado espacios a E.ON asfixiando la capacidad de la conseguir adeptos para su OPA. Touché. Por otra parte, también hay que destacar como Acciona, se ha salido de una situación de posible pinza, con evidentes riesgos estratégicos y se ha colocado inteligentemente en la cabeza de todo el proceso, teniendo en cuenta las limitaciones financieras a que se había abocado. Haremos un repaso de todas las estrategias de este largo historial, con la perspectiva de su resultado.

Queda en esta foto este lenguaje no verbal, la sonrisa forzada de Bernotat, la unión de manos con semejante diferencia de resultados, el cielo del aterdecer de Madrid desde la terraza de este lado del Retiro, que adivina suerte desigual para todos.

Esperemos que ninguno se la lleve a sus nietos.

Kilowatios de cuando el abuelo Patxi

Parece que el incidente del café y los 80 céntimos que el presidente del Gobierno protagonizó en Televisión Española sigue dando de qué hablar. Este fin de semana, en todos los medios había alusiones a la falta de referencias económicas que tuvo Zapatero en torno a esta pregunta que le realizó Jesús Cerdán referida al consumo de café que todos los humanos hacemos alguna vez en el día.

Nosotros, desde Energía Diario, también le hicimos a una pregunta al presidente al final de la semana pasada, preguntándole cuánto costaba un kilowatio. Una pregunta que casi nadie conoce o casi nadie está dispuesta a hacerse, ni siquiera de los cien elegidos por Demoscopia. No es, en todo caso, un problema de selección adversa. Algo tan común y tan de uso general como el kilowatio, no entra dentro de nuestras preocupaciones más inmediatas de los ciudadanos, quizá por que lo damos por hecho y, seguramente, porque de facto, los últimos años ha tenido un comportamiento negativo si descontamos la evolución de la inflación.

De todas formas, si escuchamos lo que dicen las datos de la Comisión Nacional de Energía que cifran el déficit tarifario (la diferencia entre lo que cuesta pagar la energía generación de energía y lo que se ingresa por este mismo concepto en los recibos de la luz), alrededor de los 3.000 millones de euros, los últimos años ha ido aumentando el desfase entre lo que pagamos y lo que cuesta generarlo. Los expertos lo cifran en un mínimo del 20%. Incluso también se reclama el denominado déficit de comercialización. No olvidemos que la tarifa eléctrica se fija de manera ‘política’, y que sus componentes: la generación, el transporte, la distribución, la moratoria nuclear, etc… se ajustan a un precio final del kilowatio fijado por el Gobierno. De hecho este año, la tarifa parte de reconocer 3.750 millones nada más comenzar el año y, no parece que siendo electoral y preelectoral vaya a haber incrementos en el precio de la energía (el año que viene es sólo electoral y seguro que tampoco).

Por tanto, podemos acabar que en este caso, cualquiera responderá una cifra despegada de la realidad, procedente del pasado. Será el precio de un kilowatio, puede que vigente y no real. Como el precio del café devorado por la aparición del euro o si éste es suministrado en un establecimiento que no traslada el precio de mercado de este producto a sus usuarios, como en la cafetería del Congreso de los Diputados.

¿Cuánto cuesta un kilowatio, señor presidente?

El martes por la noche tuvo lugar en TVE y RNE el estreno de un programa de televisión, con un formato inédito. Cien televidentes hacían preguntas a un personaje público, en este caso el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Los primeros datos arrojan que el formato tuvo éxito: más de un 30 % de share (cuota de pantalla) y 7 millones de espectadores en lo que los expertos en televisión denominan ‘minuto de oro’ (momento de mayor audiencia).

De este acontecimiento audiovisual, los periódicos y las retinas parece que se han quedado con una anécdota. La de un televidente que requirió al presidente del gobierno si conocía el precio de un café (una técnica muy utilizada en los famosos debates electorales norteamericanos). El presidente profirió la fatídica cifra 80 céntimos de euro que, como todo el mundo sabe, está muy lejana a la realidad de las cafeterías de nuestro país, lo que ha servido para que muchos medios le critiquen su alejamiento de la realidad, lo que el prometió que no iba a pasar la noche de su elección.

Como en esta sección de Energía Diario tratamos de hacernos preguntas, nos cuestionamos ¿qué hubiera pasado si alguno de los televidentes seleccionados para interpelar a Zapatero, le hubiera preguntado si conoce el precio de kilowatio?. Hay que reconocer que el presidente, además de no conocer el precio de los cafés, no maneja excesivamente bien las cifras, por lo tanto, las evita. En eso, Zapatero da la impresión de que actúa casi como un candidato, más que como un presidente del gobierno electo desde hace tres años. Así, se siente mucho más a gusto, con un discurso de corte profundamente político e ideológico, en permanente campaña, que ejerciendo una posición pressidencialista ‘clásica’.

Segundo, porque parece que los asesores económicos de Moncloa, no están muy preocupados en proporcionar marcos de referencia e información al presidente del gobierno: bastante tienen con las operaciones empresariales y el trajin de los cargos y las relaciones entre los agentes económicos. Tal vez, sería necesario reconocer, que a lo mejor no necesita el presidente esta información y formación económica: aquella sesión de dos horas del actual Ministro de Administraciones Públicas pudo ser suficiente. O porque seguramente tiene otras cosas en la cabeza.

Volviendo a nuestra pregunta, estamos seguros de que preguntarle por el kilowatio será ponerle en un aprieto, tanto o más que preguntarle por el precio del café. En primer lugar, porque con todo lo importante que es el precio del kilowatio para todos los consumidores (gastan más que en café al día, seguramente), muy pocos lo conocen. En este sentido, suponemos que el equipo de intendencia de la Moncloa será quien se ocupe de atender las facturas de su empresa distribuidora, lo que hará tanto o más difícil que el presidente revise los recibos.

Por otra parte, el precio del kilowatio se fija directamente por el Ministerio de Industria y es estable (hasta el año pasado, que tuvo una variación en julio) durante todo el año. Además, este año, qué bien, la tarifa eléctrcia ya reconoce el déficit ex ante de generación. Es decir pagamos menos de lo que cuesta generar la electricidad y financiamos la diferencia desde antes de consumirlo, que ya se puede titulizar. Tenemos una parte al contado y otra a plazo, por decirlo así.

Pocas personas conocen hoy, incluido el presidente, cuánto cuesta realmente el kilowatio, cuáles son las componentes de este precio y cómo le afectan, cuánto le cobran hoy en su recibo y cuánto se traslada a sus recibos futuros. Cuánto de lo que paga es energía y cuánto intereses. Tampoco se atisba mucho cuánto puede subir en las anunciadas revisiones trimestrales a partir de junio: no hay indicadores racionales, dependerá de cuestiones sólo políticas y de las ‘demoscopias’. Por tanto, el usuario, el consumidor, no conoce y no puede tomar decisiones de consumo y de ahorro energético con seriedad, sólo basadas en el ‘buenísmo’ generalizado, bienintencionado y ‘naif’, de la necesidad del ahorro energético y del consumo energético para respetar la capa de ozono, algo necesario y encomiable por otra parte. Fíjense en la diferencia con el precio de los carburantes. En general, todos los consumidores de combustibles conocen si está subiendo o está bajando. Es transparente y cuándo se eleva muy rápidamente, se nota en el tráfico en las grandes ciudades.

Sería razonable comenzar a modificar la forma de tratar la fijación de la tarifa eléctrica, para adecuarla a sus costes reales, desvinculándolas de la situación política de cada momento (¿qué hace la Vicepresidenta del Gobierno decidiendo la tarifa eléctrica del año que viene como pasó en diciembre?). Y así, todos, incluido el presidente, podríamos a medio plazo contestar a esa pregunta.

Un enfrentamiento pueril y trasnochado

La denuncia ante el Tribunal de Luxemburgo por parte de la Comisión Europea con motivo de las condiciones que la Comisión Nacional de Energía fijó a la alemana E.ON es una de las cuestiones que por anunciada no puede dejar de sorprendernos. Hay que reconocer que ha llovido mucho desde esa decisión, y que hoy este terreno de enfrentamiento con las autoridades comunitarias aparece completamente pueril. Seguramente nuestras autoridades deben ser más selectivas respecto a dónde sitúan estos escenarios de confrontación a nivel europeo, sobre todo a la vista de todas las cuestiones que se han venido produciendo a posteriori en el propio proceso en torno a las operaciones corporativas a Endesa.

Reconozcamos que el ‘europeísmo’ puro de oliva del que hace gala nuestro país no es lo que ha primado a la hora de seguir este ‘tour de force’ sostenido en el tiempo, pero seguramente tampoco los argumentos prácticos para eludir un conflicto que hoy parece bastante inane, se han tenido en cuenta en este ‘sostenella’ y no ‘enmendalla’ que parece ha sido la directriz de este proceso.

En primer lugar, por los propios términos en los que se han quedado finalmente las controversias con la Unión Europea en este caso. Una vez reducidas inicialmente las condiciones que el órgano regulador a raíz del aumento de sus responsabilidades de acuerdo con el decreto, hay que reconocer que quedan únicamente cuestiones menores, como son obligar a E.ON a mantener la marca Endesa durante cinco años (¿?); no vender en ese plazo los activos eléctricos fuera de la España peninsular; utilizar sólo carbón de producción nacional para las centrales eléctricas, y no adoptar decisiones estratégicas que puedan afectar a la seguridad del suministro contrarias al ordenamiento legal español. Cuestiones que además se ven condicionadas por motivos técnicos o regulatorios para cada decisión, o son difícilmente sostenibles desde el punto de vista de la seguridad, y menos el mantenimiento de la marca, que nos devuelve a una visión romántica del españolismo.

En segundo lugar, porque la aparición de un nuevo actor, también comunitario, como es Enel (participada en un 30% por el estado italiano) puede evidenciar una actuación poco simétrica por parte de nuestras autoridades en breve plazo, si no lo está haciendo ya como se transparenta en las declaraciones de nuestros responsables políticos lamentablemente. Y, es que, parece ser que su entrada va a ser, por lo que se ha podido leer y escuchar incluso en los lapsus, todo puertas abiertas: un proceso rápido y ligero (parece que incluso un poco atropellado) para que se autorice la operación sin contraindicaciones, se ajuste la lista de operadores principales y todo el trámite administrativo y regulatorio resulte muy fluido y dure alrededor de dos meses (aunque se haya demorado ya en su primer paso en la CNE). Contrasta con el proceso seguido en el caso de la OPA de E.ON, que no ha sido un lecho de rosas, a pesar de que la germana ha evitado todos los charcos posibles, catenaccio incluido. Preguntas como ¿Habrá 19 condiciones a Enel? ¿Se seguirá llamando Endesa lo que resulte? ¿Cómo se aplicará la doctrina Rato, también cuestionada por las autoridades europeas, en materia de derechos políticos a la italiana dado su carácter de pública? ¿Cómo acabará el tema de Viesgo, toda vez que existe urgencia para que deje de ser operador principal?, son solo las primeras que nos podemos realizar y que podrían sacarnos los colores de no ser equilibrados y equidistantes, algo que parece no estar garantizado.

Y, en tercer lugar, quizá por razones de principios y motivos más generales (el fuero y el huevo): porque la tentación de cambiar o interferir en la regulación en medio de cada partido, en función de cómo se prevé el resultado y de los intereses en juego, parece ser una cuestión de difícil renuncia para un gobierno en su actuación. Esta forma de comportamiento es intrínsecamente insana y perjudicial para el correcto funcionamiento de las instituciones y de los mercados en la medida que fomenta las actuaciones discrecionales, la politización de cuestiones económicas y empresariales y la intervención estatal, en asuntos que deberían estar garantizados por regulaciones estables y sin atisbo de dudas o veleidades oportunistas.

Otra cuestión son las actitudes de las propias autoridades en liza. Un cierto desdén desde nuestras autoridades en atender los requerimientos de la administración Comunitaria. Y también puede ser que por parte de la Comisión Europea se esté actuando sin las necesarias simetrías ante situaciones semejantes con otros países y otras empresas, ante situaciones parecidas, dónde existen también otros comportamientos muy cuestionables relacionados con la libertad de movimientos, capitales y establecimiento en el espacio de la Unión. Un ejemplo es el caso de E.ON y Rhurgas, dónde debería ser tan celosa como en el caso español.

En todo caso, todo indica que este enfrentamiento en los tribunales de justicia europeos nos lo podíamos haber ahorrado, que tiene una utilidad muy limitada y que los acontecimientos confirman, que la realidad de lo que ha pasado posteriormente, va más rápido que la regulación y los procedimientos jurídicos, superando la ficción más imprevisible.

Si hubiéramos sabido que la retroactividad era esto…

La ‘fumata blanca’ que se ha producido con motivo del acuerdo con las empresas eólicas a cuenta de las negociaciones para resolver el conflicto generado con este sector durante el proceso de modificación legislativa del R.D. 436/2004, merece ser analizada con detenimiento y en sus distintas perspectivas.

En primer lugar, desde el punto de vista de su propio contenido y frente a la propuesta elaborada inicialmente por Industria el cambio es radical. Podemos afirmar que de la propuesta que la Secretaria General de Energía dirigió a la Comisión Nacional de Energía al proyecto remitido anteayer al Consejo de Estado, existen cambios sustanciales y profundos.

Instalaciones existentes

En primer lugar, se trata de un proyecto que es irretroactivo de facto. Así, cualquier instalación que haya sido puesta en marcha en 2004, 2005, hasta hoy, mantiene su situación retributiva actual completamente similar a la vigente, sin ningún cambio hasta el año 2013. Tampoco existirá ni suelo, ni techo en este período para las instalaciones en este período ‘transitorio’ (recordemos que en la propuesta inicial, en el período transitorio también operaban ‘techo’ y suelo’. Y, el nuevo decreto, entrará en vigor a partir del 1 de enero de 2008, tal y como preveía el anterior R.D. 436/2004, garantizando que se cumple su vigencia plena, dado que sus modificaciones deben operar cada cuatro años.

Instalaciones nuevas

Para las instalaciones nuevas, se fija un ‘techo’ y un ‘suelo’ de 87 Euros y 73 Euros respectivamente, frente a los 83 Euros y 67 Euros respectivamente. La prima que recibirán las empresas eólicas pasa de 17 euros, según la propuesta enviada a la CNE a 30 euros (casi el doble) y finalmente, la retribución de las instalaciones a tarifa a partir del 2008 se fija en 75 euros, frente a los 73 actuales.

Otras lecciones que nos ha podido dar este proceso es que su interpretación es muy diferente dependiendo del medio de comunicación en que se trate la información. Cinco dias destacaba en su edición del jueves pasado, que el Secretario General de Energía, “lograba mantener la polémica retroactividad” utilizando incluso la palabra ‘triunfo’, frente a Expansión y El Economista que se hacían eco del Pacto entre el Ministerio de Industria y el sector eólico de una forma mucho más equidistante para la actual administración.

En todo caso, se puede calificar esta solución de muy razonable en todos sus términos como valoran las propias fuentes del sector, por lo que es necesario colegir que la mejor forma de negociar una reforma es que uno haga suyos los argumentos de sus contrarios. Comprueben ustedes mismos, a la luz de estas cifras y de las informaciones que han podido conocer a través de Energía Diario y de lo enconadas que eran las posturas durante este período desde la Secretaria General de Energía, muy radicalizadas, explicitas y publicas en todos foros, sobre todo a raíz de la aprobación del informe desfavorable de la Comisión Nacional de Energía. Valoremos este acuerdo como un ejercicio de flexibilidad, por razonable y necesario en la medida que otorga garantías jurídicas y estabilidad, algo muy necesario para la inversión. Sea bienvenido. Si hubiéramos sabido que retroactividad era esto…

Un triunfo de la racionalidad.