Renovables y la reforma del 436: ¿el fin está cerca?
La resolución del Consejo de Estado respecto al decreto que reforma el marco de las energías renovables (R.D. 436/2004) parece ser un punto de no retorno en torno a toda esta cuestión, al menos en la cabeza del Secretario General de Energía, Ignasi Nieto. Por ello, es probable que las recomendaciones del Consejo de Estado sean los últimos cambios que se le puedan introducir al articulado antes de ser distribuido a otras instancias ministeriales para su trámite ante la Comisión Delegada de Asuntos Económicos.
Y, ello podría justificar los escasos avances que se están produciendo en la negociación con el sector eólico, desde el punto de lo que podríamos denominar estrategia negociadora que mantienen empresas y representantes y Secretario General de Industria.
Por ello, se estrechan las posibilidades de avanzar en niveles de acuerdo que superen los problemas detectados en la segunda propuesta de Real Decreto remitido al Consejo de Estado, en el que se hacía caso a las recomendaciones al voto contrario de la Comisión Nacional de Energía, ‘pero menos’ y a las sugerencias recibidas desde las más altas instancias del Gobierno.
Es preciso recordar los tres ‘drivers’ que configuran la postura del Ministerio, y en este caso de Ignasi Nieto: ganar capacidad discrecional para modificar la retribución de las empresas eólicas (como ya ha realizado en otros activos). Esto permitiría un sistema de vasos comunicantes orientados al control del déficit tarifario a través de la intervención en el precio, no en la mayor competencia y eficiencia de los mercados, del que achaca parte de responsabilidad a las eólicas. Segundo, la utilización en sus estimaciones de los períodos del mayor coste de la energía en el mercado de generación, lo que permitió la famosa frase de ‘las eólicas se están forrando’. Y, tercero, la idea de que la inversión es independiente del modelo retributivo, tal y como ha afirmado en sus comparencias en los medios y en el Senado, reflejando una posición en la que se aprecia públicamente que el Secretario General de Energía no acepta con facilidad las críticas y los cambios de criterios.
Entre los intangibles también la sensación de juego de manos (sin ilusionismo) que se produjo en la primera negociación con las empresas eólicas, cuando la introducción de ‘pequeñas finuras’ regulatorias trastocó los resultados de los negociadores, vistos luego blanco sobre negro, en la propuesta de articulado. La suerte está echada y, seguramente, las eólicas tendrán que ajustar sus expectativas a lo ultimo que conocen en esa negociación y rebajarlas por ‘la precisión regulatoria’.
Quedan las consecuencias políticas (nacionales y autonómicas) que se puedan derivar de esta regulación y la posición de otras instancias del Gobierno. Lo que parece claro es que la siguiente tirada está echada y con esas cartas hay que jugar la siguiente mano.