La dimisión de Conthe: el ruido y sin furia

Como veníamos informando desde Energía Diario, Manuel Conthe ayer compareció ante la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados y formalizó su dimisión ante el Ministro de Economía, Pedro Solbes, cumpliendo su palabra frente a las maledicencias. La intervención de Conthe fue casi ejemplar en un cargo público que presenta su dimisión por motivos de conciencia (entendemos ejemplar como un modelo a seguir por aquellos que deciden tomar una decisión en conciencia, si es que los hay). Fue al mismo tiempo una intervención inteligente, sin concesiones a posiciones fáciles, pero a la vez firme, seria y rigurosa. Con ruido mediático por los acontecimientos que la han originado, pero sin furia.

Probablemente, muchos temerían una exposición que se cebase en los aspectos más truculentos de todo lo que ha pasado en la irrupción de Enel y Acciona en Endesa, dada la capacidad de triturar carnaza informativa existente y la expectación previa. En evitar algo así, se habían concentrado todas las oraciones y admoniciones. Ahora, con lo que dijo dejó muy claro cuáles y quiénes fueron los autores de las presiones por parte del Ejecutivo y por qué. Quiénes siguieron esa estela y cómo fue el comportamiento en cada momento de todos. Todo ello, sin inmutarse, sin alimentar la campaña desatada de ‘hombre visceral’ en ciertos medios de comunicación interesados.

Conthe comenzó su intervención con una frase de Indalecio Prieto, un ministro socialista de la Segunda República, reclamando así el posicionamiento que ha sido tradicionalmente patrimonio de la izquierda, la ética, la transparencia, el respeto a las reglas del juego, que es de lo que se trata cuando se habla de un órgano regulador independiente (un ejercicio de memoria histórica, ahora tan de moda, más que de presencia política actual). En ese sentido, no se abrazó a las fauces políticas que le había tendido el Partido Popular, supo mantener distancia. Supo ser equidistante e independiente, además de enormemente didáctico y explicativo, que es lo que debe ser un órgano regulador. Arias Cañete supo, a su vez, coger ese guante con inteligencia, reconociendo enseguida el tono de la dialéctica.

Con su intervención, también terminó de cavar la profunda fosa de Carlos Arenillas, que no podrá ser presidente de la CNMV (aunque más bien construyó un panteón ”familiar” para la familia Intermoney), y de varios consejeros. La anécdota concomitante: la comida. El fondo: el poder de Intermoney en las más altas esferas del Estado que hace que en determinados círculos se les denomine Ministerio de Economía bis o que incluso se afirma que ejercen de ‘alter ego’ en estas esferas. De hecho, Conthe a pesar de las gruesas palabras de Solbes (al menos gruesas para lo que es su norma con el resto de cuestiones de la vida económica y política), no manifestó presiones, ni malestar con el Ministro, sólo con Moncloa y la Oficina Económica del Presidente (sugiriendo en las elipsis que existe un puente por encima de la cabeza de Solbes).

Con respecto a los consejeros, tal y como evidenció su posición y comportamiento, queda claro que un ejercicio público dimisionario en masa tras el esperpento de la recusación masiva del consejo, sería también sano para la propia Comisión Nacional del Mercado de Valores y para el ejecutivo. ¿Serán estos señores los que seguirán tomando decisiones a partir de este momento?.

Quizá la parte en que su discurso se situó más en el equilibrio fue en la medida que procuró no dañar a la institución, pero al mismo tiempo denunciaba las injerencias por parte del gobierno y el comportamiento de los consejeros, en la medida de ser designados a instancia de parte. Evidentemente, la Comisión Nacional del Mercado de Valores está tocada, muy tocada, tras este incidente. Pero tampoco es menos cierto que un comportamiento como el de Conthe sea positivo para poner de manifiesto la realidad actual, actuar en consecuencia, que corra aire fresco y se pueda sanear la institución. ¿Lo quiere hacer el partido en el poder? ¿Lo quiere hacer el partido de la oposición?. Es hora de que vaya calando el verdadero significado de la independencia tanto política, como social, fuera de esa sociedad de relaciones y seguros mutuos que ata operaciones y trajines empresariales.

Lo más grave, además del descrédito de la actual CNMV, es el daño que el origen de toda esta situación ha causado a la credibilidad de nuestro país en el plano internacional (más si cabe que el nacional y más peligroso) donde las componendas y campañas de los grupos mediáticos influyen menos en la opinión pública y los hechos realmente se traducen en efectos en la industria financiera: capacidad de atracción de operaciones, flujos de inversión, confianza en el funcionamiento del regulador, etc… Por eso también hay que atender al testamento de Conthe, que al mismo tiempo aprovechó para hacer un conjunto de recomendaciones valiosas para el buen funcionamiento de la Comisión: transparencia, información pública, votos particulares,… cuestiones que esperemos no caigan en saco roto.

Una vez que se despejaron las salas del Congreso y se cierran los micrófonos, y aunque el gobierno y afines procurarán pasar página pronto sobre esta cuestión con un nombramiento rápido, utilizando toda su maquinaria para minimizar este escándalo (qué lástima que sea el día en que el presunto confidente de Díaz de Mera declarase), se puede certificar que la credibilidad de la actuación económica del gobierno ha salido muy erosionada de esta situación, habiendo escrito en piedra uno de los episodios menos edificantes de nuestra historia económica reciente.

(De todo, quizá sólo sobró la intervención de Zaplana, condescendiente con la cena de Carlos Arenillas. Qué barbaridad).

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