La intereconexión vive arriba

Recientemente fuentes del Ministerio de Industria declaraban a los medios de comunicación señalando un posible proyecto de interconexión eléctrica entre Francia y España a través de Navarra. Y seguramente, este es un buen momento, para abrir la cuestión de las interconexiones eléctricas, una cuestión en la que hasta el momento hay mucho más ruido que nueces a la luz de los hechos y de los problemas que rodean estas infraestructuras de transporte de electricidad, tan necesarias hoy, y que incluso se han llegado a blandir en el momento en que se habían recrudecido las opas que tanto protagonismo han tenido recientemente.

Todos los expertos están de acuerdo en la importancia de aumentar las interconexiones con los países fronterizos. Las interconexiones, además de favorecer la garantía de suministro, reducen la dependencia de determinadas fuentes de generación energética, potencian las energías renovables, contribuyen a fomentar la eficiencia en los sectores energéticos. Incluso, esta cuestión puede y debe afectar a la configuración de los mercados, las empresas y los órganos reguladores. Recordemos que la Unión Europea, establece que dos países pertenecen a un mismo mercado cuando tienen un nivel de intereconexión de un 10%.

Si seguimos las informaciones aparecidas son tres los focos de interés en los que se sitúan las interconexiones de España, para comprender su estado actual. El primero, la interconexión con Francia a través de Girona. Esta interconexión que uniría Sentmenat-Bescanó-Baixas y Vic-Bescano ha encontrado tradicionalmente una fuerte contestación en los grupos locales por motivos medioambientales (por su posible alteración del paisaje), produciéndose fuertes manifestaciones y encontronazos a su paso, que han demorado en exceso también la decisión política en el plano interno. Seguramente, este es otro debate: el de las implicaciones del consumo y la demanda energética de los ciudadanos y la aceptación de sus consecuencias en términos de precios y consecuencias en materia de infraestructuras de red y de generación, fundamentalmente. Y, en paralelo, quien se sube cada vez a cada pancarta por motivos políticos o electorales, según proceda.

En segundo lugar, las interconexiones con Portugal que tienen que ser reforzadas para la puesta en marcha del Mercado Ibérico de la Electricidad. Los objetivos en este sentido, son alcanzar un nivel de interconexión del 30%, por encima del diez por ciento que establece la Unión Europea a la hora de la consideración de un mercado integrado. Lo que es evidente es que sería un modelo de interconexión real si se culminase en estos términos, de forma que cómo ya se ha dicho Portugal sería una Comunidad Autónoma más en materia de energía en la Península Ibérica. Otra cosa es la valoración sobre el grado de avance del Mercado Ibérico de la Energía (MIBEL), que se mueve entre los avances y los estancamientos entre los dos gobiernos.

Finalmente, un tercer frente es el de la Unión Europea y su relación con las interconexiones para promover su construcción a través del Banco Europeo de Inversiones y la coordinación transforteriza. Según Almunia, para la Comisión Europea estos proyectos de interconexión iban a ser prioritarios para avanzar una auténtica red europea de energía. Así, según el ejecutivo comunitario ha señalado que hace falta una acción «urgente» ya que las redes operan cada vez «más cerca de sus límites», con una probabilidad creciente de interrupciones temporales del suministro. Actualmente, del conjunto de 32 proyectos de interés europeo, 20 sufren retrasos, de los que doce tendrán una demora de uno o dos años y ocho de más de tres años. Frente a este decidido posicionamiento de Almunia, los avances en el seno de la Unión Europea son lentos y, más en estos momentos, en los que nuestro país no goza de las mayores simpatías, entre otras cosas, a nivel europeo por el transcurso de los acontecimientos de la OPA de E.ON a Endesa. En estas cuestiones también entra la diplomacia y las relaciones internacionales, en su más amplio sentido. Además, los sucesivos y solapados procesos electorales de cada país y europeos, enlentecen si cabe aún más, el arranque de todos estos proyectos.

Por todo ello, es necesario centrar este problema de una forma pragmática, reclamando inversiones, decisión, capacidad política y mayor velocidad para abordar la cuestión de las redes de intereconexión, impulso que va más allá de intereses puntuales, para superar demoras solapadas y espirales.

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