4.000 millones de suposiciones

Por si fuera poco, en lo que se refiere al Informe complementario de costes y precios, una vez que se van conociendo mayores detalles sobre su contenido, se aprecian graves defectos en su elaboración, fundamentalmente relacionados con los datos utilizados y, consecuentemente, con las conclusiones extraídas a partir del mismo. No en vano los titulares de dos periódicos, Cinco Días y La Razón se uncían a las conclusiones más sensacionalistas del informe, cuyo ejemplo son estos dos titulares: “La tarifa eléctrica regala 4.000 millones a la nuclear y a la hidráulica” y “ Las eléctricas ingresarán un 58% más de lo que les cuesta”.

Por ello, las estimaciones del “informe”, elevadas al rango de postura oficial del organismo, que ha aprobado el Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía y, supuestametne elaborado la Dirección de Regulación, siguen trayendo cola. El análisis de los datos y de las conclusiones del mismo, destapa un número de imprecisiones, ausencias de información económica y supuestos conducentes a la consecución de resultados que eran objeto del estudio: señalar que determinadas tecnologías se benefician del precio que fija el mercado marginal como precio conjunto del mercado. La teoría es que ese precio conjunto del mercado, beneficia a las tecnologías con menores costes porque fruto de ellos tienen más márgenes, incluso apelando al coste del CO2 (que al final, en otro ejemplo de intervención, fue descontado por el Ministerio de Industria a todas las tecnologías, inclusive la hidráulica, y que actualmente se encuentra recurrido en la Unión Europea). El objetivo es una especie de justicia retributiva por tecnologías en lugar de un funcionamiento eficiente del mercado de forma global y agregada.

Según los expertos consultados por Energía Diario, las afirmaciones que realiza se formulan, abstrayéndose de información contable y económica cierta (dado que no dispone de ella), obviando el número de horas de utilización y papel de cada tecnología en el mercado, ocultando la progresiva reducción de los resultados de las empresas eléctricas en el mercado español y utilizando simplificaciones y supuestos que ‘facilitan’ los resultados perseguidos, como en el caso de la amortización del inmovilizado nuclear (que directamente se borra de un plumazo, cuando sigue en los estados contables de las compañías, de acuerdo a sus políticas respectivas de amortización).

Todas las trampas

De hecho, las fuentes consultadas afirman que la Comisión Nacional de Energía, no tiene información suficiente para determinar la rentabilidad de cada una de las tecnologías, en primer lugar, porque los objetivos de un regulador en un mercado no es el control de los costes y, consecuentemente, la propia información que se requiere a las empresas no responde a este diseño. En el caso de la Dirección de Regulación y Competencia (que refrendó el contenido del informe) sólo tiene información contable (que además, curiosamente, no está utilizada en el Informe, dado que no contempla el Inmovilizado Nuclear al considerarlo amortizado, mientras las empresas lo recogen en sus cuentas oficiales formuladas al Registro Mercantil, con sus informes de auditoria). En todo caso, existe alguna información en materia de costes en la Dirección Eléctrica, pero no con toda la diversidad de instalaciones existentes (algo que reconoce el informe, pero que no aborda). De todas formas, la Dirección Eléctrica, no ha participado en la elaboración de este informe complementario, según lo que se ha podido conocer en días pasados. En todo caso, los expertos contables recalcan que resulta paradójico que la información pública que tiene, no la utilice y que, con la que no tienen, realicen estimaciones.

En ese sentido, la solución elegida por los autores del informe es introducir supuestos, simulaciones y estimaciones, a la eliminar la diversidad de instalaciones (es decir, homogeneizarlo por la vía de la tabla rasa), de resolver el desconocimiento de la política de amortizaciones de cada empresa o para introducir generalizaciones de forma que la realidad se amolde al resultado pretendido del estudio. De hecho, en el informe, que tiene dieciséis páginas, consta 15 veces la palabra estimación, seis la palabra hipótesis y 3 la palabra supuesto, lo que confirma el marcado carácter de estudio del mismo.

Pero de facto, lo que hace el informe de la Comisión Nacional de Energía con esta construccion es amplificar, sobre la base de estos supuestos académicos esa ‘presunta rentabilidad” partiendo de estimaciones de evolución de mercado, desconociendo los costes fijos de las instalaciones, los costes de extensión de vida de las centrales, de hacer equivalentes todas las energías, estimar sin conocer los costes de los contratos de suministro de combustible y obviar la información económica-contable que tienen las empresas en materia de inmovilizado nuclear pendiente de amortizar. El resultado es ‘exagerar’ la rentabilidad comparativa de tecnologías, sobre términos semejantes a un problema matemático, y no sobre la contabilidad de costes real de las empresas. Algo que incluso ya se está difundiendo entre analistas nacionales e internacionales, como estrategia de la Administración para abordar el problema tarifario acumulado desde una posicion de fuerza.

La falacia de los 4000 millones de euros.

Este es el resumen de las principales críticas y supuestos que incorpora el informe:

Afirma que el Inmovilizado Nuclear esta amortizado. Falso. En primer lugar, el informe, contiene datos erróneos referidos a las inversiones en inmovilizado nuclear. Mejor dicho, no los contiene. Realiza el “supuesto” de que ya todo este inmovilizado está amortizado desde 1998. Consecuentemente, el resultado de la tecnología nuclear es anormalmente alto para engordar esos 4.000 millones de euros.

Estima costes de tecnologías que utilizan combustibles en su generación, sin conocer los costes de los contratos de suministro. En segundo lugar, y referido a las tecnologías que utilizan combustibles para generar energía, la Comisión Nacional de Energía, no cuenta con información sobre los precios de los contratos de suministro de los mismos. De facto, esta ausencia, elimina la posibilidad de poder ‘calcular’ o estimar un resultado para estas tecnologías y hacer comparativas con el resto.

La hidráulica: simplificación en los tipos de centrales y utilización muy escasa en horas anuales. En lo que se refiere a la energía hidráulica, otro de los caballos de batalla del informe, el informe fija unos parámetros de rentabilidad muy altos, debido a lo que se denominan windfall profits (beneficios caídos del cielo), pero oculta que la utilización en horas de estas tecnologías es muy baja al año y por tanto su producción, muy baja comparativamente. Además, elimina de los supuestos las centrales de bombeo (a menos diversidad de centrales, más claridad). Por ejemplo, mientras que una central de ciclo combinado o térmica podría trabajar más de 4.000 horas al año, una central hidráulica, no más de 1.200 horas al año, con lo que la “rentabilidad” por su utilización hay que valorarla de forma conjunta. Y, es que, cualquier comparación, en este sentido, es parcial, cada tipo de tecnología tiene un papel en el sistema: unas son energías de base y otras ‘punta’ para la cobertura de necesidades puntuales del sistema.

Y, que, por ejemplo el mismo informe no recoge el caso contrario, las instalaciones de ciclo combinado (gas), que fijan el precio de mercado y están en situación de pérdidas o de rentabilidad muy reducida por la evolución de los precios del gas.

Todo ello, sin contar que un mercado conjunto, un sistema es un modelo conjunto e integrado, de forma que cada empresa generadora configura su mix de generación atendiendo a un modelo estratégico y al mercado. Imagínense que una empresa de fabricación de automóviles tuviera tres factorías y pusiera un precio diferente al vehículo en función de la procedencia de la factoría. Los “datos” del informe que reflejan un coste de 3 euros por MW en la hidráulica y 8 en la nuclear son considerados como ‘irreales’ e ‘imposibles’, siendo los que han servido de base para estimar las abultadas cifras de beneficio de las eléctricas, que no se corresponde con la realidad contable del mercado español.

Lo que resulta paradójico es que el órgano regulador refrende un informe así, incurriendo en estas imprecisiones, máxime si la segunda derivada es que el regulador principal (Ministerio) tome cartas en el asunto y, que fruto de ello, se cuestione el mercado como mecanismo de funcionaimiento del sector eléctrico. En realidad, se trata de un supuesto de pizarra, santificado como informe, con tantas certezas en materia de información económica, como la que tenía Estados Unidos, sobre la tenencia por parte del gobierno iraquí de armas de destrucción masiva.

El informe aprobado por la CNE contra el funcionamiento del mercado eléctrico no fue elaborado inicialmente por los servicios técnicos del organismo

Según ha podido tener constancia Energía Diario, el informe aprobado por el Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía no fue elaborado por los servicios internos del organismo. Esto implicaría que habría sido preparado desde “fuera de los servicios técnicos”, con el fin de que, posteriormente, fuese formateado e introducido en el organismo para su aprobación por parte del Consejo, lo que perseguiría su legitimación a posteriori via aprobación en el órgano de administración del regulador y con una campaña de medios organizada para la ocasión.

De acuerdo con la información que han hecho llegar a esta publicación fuentes de los propios servicios de la Comisión, un Consejero, concretamente Jorge Fabra (nombrado a instancias del PSOE en la última remodelación del organismo), requirió al actual Director de Regulación y Competencia, José Manuel Revuelta, para que avalase los datos que se iban a contener en el informe, en una reunión que tuvo lugar en el despacho de éste último. De hecho, las fuentes mencionadas, han expresado su preocupación por el propio José Manuel Revuelta a causa de las presiones que ha recibido, además de por el efecto sobre la institución y sus profesionales de que se difunda un informe que exhibe el «sello» de la CNE, sin contar con el rigor técnico habitual de sus servicios.

Primero las tarifas, después el informe complementario sobre precios y costes

Sigamos la cronología de los hechos: el martes 13 de mayo, el Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía aprobó la Propuesta de Tarifas Integrales para el tercer trimestre del año. Esta propuesta incorporaba una subida del 11,3% para equiparar la evolución de las tarifas al déficit tarifario previsto (ex ante). En ese momento, la Comisión Nacional de Energía introduce dos párrafos que hacen referencia, por un lado, a las diferencias entre los ‘los costes de generación’ y los ‘precios percibidos’ en el mercado por determinadas instalaciones, derivados de que obtienen el precio que determina el mercado. (Una crítica constante que tanto Jorge Fabra, consejero de la Comisión, como Natalia Fabra, hija de éste, colaboradora habitual del organismo y docente en la Universidad Carlos III, vienen formulando con asiduidad en sus estudios, artículos y publicaciones).

De hecho, los mismos anexos que se recogen en este informe complementario son los que se incorporan en el capítulo titulado “Diversidad de tecnologías, costes y precios en el mercado de electricidad.” elaborado por Jorge Fabra y Gregorio Mednik que será publicado próximamente en un libro al parecer editado por la propia CNE. Así mismo estas tesis también fueron difundidos en la conferencia que Natalia Fabra y María Angeles de Frutos pronunciaron en la CNE el 25 de octubre de 2006.

En ese momento, el Consejo de Administración, a instancias del propio Fabra, sobre la base de documentos propios que el mismo presenta durante el Consejo, se emplaza nuevamente para preparar de cara a su siguiente reunión, el Informe complementario a la subida de tarifas que pretendía analizar los precios y costes del mercado de generación y reforzar las conclusiones relativas a la existencia de beneficios extraordinarios para las instalaciones hidráulicas y nucleares, lo que resulta una fijación de sus autores e inspiradores intelectuales. Ese informe sería presentado a la aprobación del Consejo una semana más tarde, también con muy poco tiempo para el análisis por los consejeros.

La Dirección de Regulación y Competencia, en el centro de gravedad

Se da el caso de que la Dirección de Regulación y Competencia está dirigida por José Manuel Revuelta, hombre muy cercano a Ignasi Nieto, anterior Secretario General de Energía. Del mismo modo, Jorge Fabra, tendría contacto directo con el actual Secretario General de Energía, Pedro Marín, con quien habría entablado relación directa durante el proceso de OPAs a Endesa, además de por su perfil académico y, según consta, Fabra, habría visitado el Ministerio de Industria durante este mes de mayo.

La Dirección Eléctrica del organismo, totalmente al margen de estos informes

De hecho, la dirección experta en el funcionamiento del mercado eléctrico, que conoce los criterios y obligaciones contables y financieras de las empresas, la Dirección Eléctrica, vio como algunas de las aportaciones que había realizado al primer informe no se recogían. En segundo lugar, parece que la Dirección Eléctrica no fue consultada ni tuvo conocimiento del Informe complementario sobre Precios y Costes del mercado eléctrico, lo que es considerado como ‘muy anómalo’ desde las fuentes informantes del organismo. Del mismo modo, el teórico ponente de la propuesta de tarifas, Sebastiá Ruscalleda, tampoco tuvo ocasión de dirigir la elaboración de la misma por los servicios técnicos. Se encontró la propuesta cuarenta y ocho horas antes de su debate, tal y como recoge otro consejero, Luis Albentosa (también nombrado en la última remodelación del organismo), en un voto particular.

Sólo así se puede entender que los datos que se contienen en el mismo respondan a supuestos de estudio y no a datos contables ciertos de las empresas. Por ejemplo, la información sobre los costes de amortización de las instalaciones hidráulicas o nucleares difieren notablemente de la realidad recogida en los estados contables y en las cuentas que presentan las empresas eléctricas al Registro Mercantil.

Estrategia para dar coartada a la intervención

La estrategia parece que estaba clara. La Comisión Nacional de Energía aprobaría un informe, fuertemente valorativo e intencional, procedente de los ‘estudiosos’ del sector, que se hacía pasar como informe del organismo, de forma que se podía legitimar la intervención en el mercado mediante medidas contra las empresas y determinadas tecnologías, para retornar el déficit tarifario derivado de decisiones pasadas de no elevación de tarifas.

La cercanía desde el mundo académico y el ‘contrapoder interno’ creado en torno a la Dirección de Regulación y las relaciones cruzadas existentes con el anterior y el actual Secretario General de Energía (aunque por motivos y con personas claves diferentes) harían el resto. La piedra de toque del plan era enviar esta ‘información’ convenientemente orientada a los medios de comunicación para provocar su escándalo. La trampa estaba puesta, sólo era cuestión de tiempo.

El informe complementario de la CNE y la filosofía Chikilicuatre

La publicación del informe complementario de la Comisión Nacional de Energía guarda una serie de paralelismos con la selección del artista hispanoargentino Rodolfo Chikilicuatre para representar (o algo así) a nuestro país en el último Festival de Eurovisión. Una decisión, rodeada del populismo del SMS, pero de la que del mismo modo, a nivel social se ha percibido el suficiente grado de escepticismo para percibir la propia desconfianza social de la elección tomada. Paralelismos, con el informe aprobado por el organismo, que van desde su objetivo, su origen político o punto de partida, sus métodos, su proyección mediática y sus resultados.

Al parecer, Rodolfo Chiquilikuatre es un ‘producto surgido’ y promovido del entorno mediático de ese nuevo grupo de comunicación emergente que es “La Sexta”. Este es un grupo próximo al nuevo socialismo español que busca un funcionamiento a la medida del Estado, de sus mercados y de sus instituciones (produciendo un fuerte sarpullido entre los sectores más ortodoxos del PSOE). El tono guasón (del que habla Tomás Delclós en El País al referirse a este cantante) era el objetivo de nuestro ‘representante’ para introducir una crítica al propio Festival de Eurovisión. De hecho, Chikilicuatre declaró en TVE que, si ganaba, tenía previsto romper y quemar la guitarra en el propio escenario.

En ese sentido, la capacidad para ‘forzar el funcionamiento natural del mercado y las instituciones’ también lo comparte el Informe complementario de Precios y Costes de la CNE, ya que la propuesta de tarifas integrales no incorpora referencia alguna a la situación de déficit tarifario y recoge un párrafo inconexo, adicional y extemporáneo. También se fuerza considerablemente la realidad de los datos y el funcionamiento institucional del organismo, de forma que se promulga esta batería antimercado en el sector eléctrico, dejando al margen al área eléctrica de la CNE y suplantando al teórico ponente interno de la Comisión. Finalmente, también es reseñable esa crítica al europeísmo, presente en la filosofía Chikilicuatre, al ir en contra de las Directivas Europeas.

Aún hay más parecidos: el punto de pura astracanada y kiscth de “El baile del chiki chiki” también es propio de un informe que nos retrotrae a los tiempos del Marco Legal Estable: precios regulados por tecnologías, control de rentas, ausencia de mercados organizados y poder arbitrista de las autoridades. Y eso es posible porque también existen en el sector energético ‘alter egos’ de José Luis Uribarri. Y más allá, tanto Rodolfo Chiklicuatre como el informe han sido recibidos con silbidos, abucheos y críticas, trayéndose para casa resultados muy dudosos.

De hecho, el informe aprobado por el Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía introduce un grave cuestionamiento del mercado eléctrico, como han denunciado las eléctricas. Hay que tener en cuenta que la organización de una actividad a través de un mercado es más eficiente y se corresponde con un modelo de organización, más avanzado y eficiente, acorde con liberalización que supuso el paso del Antiguo Régimen a una economía de mercado para nuestro país.

‘Frikismo’ regulatorio

Una posición tan extravagante (también hay extravagancia regulatoria o televisiva), para lo que sería una sociedad avanzada, occidental, europea, democrática y de mercado, se presenta sin pudor y entraña consecuencias futuras sobre la seriedad de nuestro país. En cualquier lugar, con mayor tradición de funcionamiento de la sociedad de mercado, una propuesta de este tipo habría ido directamente a una papelera, o se habría quedado en un ejercicio minoritario de alguna corriente académica. Es evidente que una demagogia populista, consistente en determinar un precio regulado ocasiona fuertes déficit de inversión futuros y consecuencias de credibilidad para el mercado español.

Por otra parte, todo ello se adereza con una campaña intencional que convence a los españoles y a nuestros países vecinos de las posibilidades de nuestro particular y estrambótico representante, el Chikilicuatre, de ganar aquello. Algo que también tiene su reflejo, en lo que se refiere al informe complementario sobre precios y costes, con los titulares que han recogido los periódicos cuando hablan de 4.000 millones de regalo o que las eléctricas ingresan un 58 % de lo que son los costes de generación (y el resto de costes, ¿qué?).

Pero quizá lo más paradójico, y quizá más ejemplificador, es la correlación entre la CNE y Televisión Española en este caso. TVE es un Ente Público y la CNE es el regulador español independiente. Por ello, en el primero de los casos, se puede ver esa ligazón entre la factoría de ‘La Sexta’ (proveedora habitual del Ente) y la legitimación del absurdo. De forma que un ente público, que tiene el adjetivo ‘español’, que tiene una responsabilidad ante nuestro entorno, da pábulo a construir un puente hacia el mal gusto. En sentido paralelo, la Comisión Nacional de Energía, con este informe, surgido de las conexiones de los sectores más intervencionistas incrustados en el sector eléctrico, parodia el mercado eléctrico lo que conduce al ‘frikismo’ regulatorio y al hazmerreír de nuestro entorno europeo (y de los mercados financieros).

El resultado también. Vean como puede cambiar la letra de la canción. El brikidans. La nuclear. La hidráulica. Los ‘windfallprofits’. Los precios. Los costes. El crusaito. Perrea, perrea.

El temor a la falta de oferta marca el mercado del petróleo

El precio internacional del petróleo vivió una semana histórica y turbulenta con fuertes subidas en el mercado para alcanzar nuevos máximos históricos por encima de los 130 dólares por barril (159 litros).

Según los analistas, la debilidad del dólar frente a otras divisas y el temor del mercado a que la oferta no sea capaz de hacer frente a la demanda en los próximos años están contribuyendo a que el crudo alcance precios nunca vistos hasta ahora.

Las subidas se intensificaron cuando el Departamento de Energía de Estados Unidos anunció el martes que las reservas de petróleo y combustible en el país bajaron la semana pasada, cuando los analistas esperaban que subieran.

El precio del Petróleo Intermedio de Texas (WTI), referente para Estados Unidos, terminó la semana a 132,19 dólares por barril, un 4,5 por ciento más que la semana anterior cuando cerró a 126,29 dólares por barril, lo que entonces también era un récord. Eso sí, en la jornada del jueves el WTI superó en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex) durante varios minutos los 135 dólares por primera vez en la historia.

Mientras, el barril de Brent, referente para Europa, cerró la semana en el International Exchange Futures (ICE) de Londres a 131,57 dólares por barril, un 5,2 por ciento más que el viernes pasado cuando cerró a 124,99 dólares.

Por su parte, el petróleo de la OPEP, calculado en base a 13 tipos de crudo, fue fijado por el secretariado de la OPEP en 127,59 dólares por barril el jueves, un nuevo máximo histórico, con 7,2 por ciento más que el jueves anterior.

A pesar de estas subidas, los responsables del cártel petrolero no parecen dispuestos a subir su producción y aliviar un poco la presión en el mercado. El secretario general de la OPEP, el libio Abdala Salem El Badri, dijo el jueves en Quito que el precio actual no tiene ninguna relación con la demanda o la oferta.

Dentro de los países miembros de la OPEP, «ninguno apoya precios del petróleo exageradamente altos ni excesivamente bajos, sino que se llegue a un punto medio, que los productores y consumidores se beneficien de un precio justo», agregó El Badri. Remarcó que el precio «no tiene nada que ver con los asuntos fundamentales sino con la especulación, aunque también uno de los principales contribuyentes para el aumento del precio del crudo es la depreciación del dólar».

Según datos de la OPEP, la demanda mundial de crudo alcanza los 87 millones de barriles al día, mientras que la oferta en el mercado supera esa cifra en 1,5 millones, lo que muestra una situación cómoda, que no precisa una revisión de la producción.

No obstante, en el mercado crecen los temores a que la producción a nivel mundial no sea suficiente en próximos años para atender la elevada demanda.

El diario «The Wall Street Journal» avanzó el jueves que la Agencia Internacional de Energía (AIE) evalúa las condiciones de los yacimientos petrolíferos más importantes del mundo y que, a la vista de los datos, podría revisar a la baja de forma significativa sus previsiones sobre suministros de crudo.

La AIE hasta ahora preveía que las reservas de petróleo crecerían de forma moderada y alcanzarían los 116 millones de barriles diarios hacia 2030, frente a los 87 millones de barriles actuales.

Sin embargo, la AIE se muestra preocupada por que el desgaste de los yacimientos y la falta de inversión pongan en apuros a las compañías para superar los 100 millones de barriles diarios en las próximas dos décadas, destaca el diario financiero neoyorquino.

Época de cambios, cambio de época

En su ultima visista a España, el presidente de Ecuador, Rafael Correa utilizó una expresión en la que diferenciaba «época de cambios» o «cambio de época». La primera implica una modificación más o menos puntual de aspectos concretos de una realidad existente. La segunda implica la necesidad de cambiar completamente la forma de actuación.

Los acontecimientos que están deviniendo a partir del culebrón de las tarifas y el inexplicable informe complementario elaborado por la Dirección de Regulación de la Comisión Nacional de Energía, refrenado por su Consejo de Administración, vienen a poner de manifiesto un ejemplo de en dónde nos situamos en un momento nuevo en el ámbito de la energía y de la necesidad de abordar. A la elusión reiterada de antaño de la elevación de las tarifas, al convencimiento de que la situación económica y tarifaria era ya insostenible (una realidad incuestionada por los hechos), y al convencimiento de todos de que el déficit tarifario se había convertido en algo imparable y nefasto, se suma en estos momentos un documento tan distorsionador. Es decir hay una coincidiencia generalizada sobre el problema del déficit tarifario, menos en el informe de la Dirección de Regulación de la CNE para modificar las tarifas. Una propuesta de cambio de época, hacía el pasado de declarar costes y hacer ineficiente el sistema.

Quizá quedaba como articular un plan, más o menos serio, más o menos coherente, más o menos consensuado, con análisis de las partidas de la electricidad, de los plazos de pago, etc… Lo que se denomina una negociación latina. Eso ya era un cambio del modelo en sí, en la medida que hasta el momento se venía ocultando el problema. Lo paradójico es que debería haberse tratado de ajustes, sin cambiar un modelo, que por cierto ha sido positivo y muy beneficioso en términos de inversión y de garantía de suministro para el país.

Por ello, en primer lugar, las empresas eléctricas deciden que no van a soportar el tormento regulatorio, la inestabilidad y los ataques, de la ultima temporada, acompañado de las campañas desarrolladas por los sectores más involucionistas del mercado eléctrico. La unión en el sector eléctrico se ha concitado sobre la base de una actuación bastante torpe en el ámbito regulatorio. Previamente se había producido otro cambio, el Consejo de la Comisión Nacional de la Energía que “estrenaba funciones” con su nuevo papel en la fijación de tarifas y había decidido corregirlas y aumentarlas, con un informe para criticar el funcionamiento del mercado, surgido de no se sabe dónde. En concreto, contra el mercado marginalista ¿Es que hay otros tipos de mercado? Adicionalmente una buena dosis de fustigamiento mediático, orquestada desde sus equipos proximales, lo que conformaría una combinación adecuada de amedrentamiento sectorial. La máquina había vuelto a quedar engrasada, con los ‘viejos modos’ y una nueva tela de araña de inspiradores intelectuales, documentos académicos, apoyo de los servicios técnicos de la Comisión (sobre todo los procedentes del equipo anterior)

Todo ello, gracias a los sectores más intervencionistas del sector energético que, apostados en las inmediaciones de la Administración, esperan concienzudamente su momento para hacer llegar, un modelo que es la vuelta al pasado por la vía pseudoprogresista, la intervención del mercado, el meter mano en la tarifa selectivamente, continuando utilizando un esquema frentista y demagógico. Poco análisis de que es lo que establece la Comisión Europea sobre la liberalización de los mercados eléctricos, poco análisis financiero y de los mercados, y poco análisis sobre las consecuencias inversoras de una cuestión así. Algún día habrá que descubrir cómo y porqué se larvó un enfoque en un momento tan inicial de la legislatura. Dónde están los eslabones perdidos y como Maite Costa acaba en un jardín de proporciones devastadoras.

Pero hay más cambios. Solbes ya no calla sobre la tarifa eléctrica como lo hacía durante la primera legislatura de Zapatero. Esta crisis seguramente abocará al Ministro de Industria, Miguel Sebastián, actualmente sumido en los rigores de la primera fase del cargo: inauguraciones y actos públicos, a informarse en profundidad del origen de estas propuestas, en eso tiene mucha más capacidad que su predecesor (y alguna buena muestra ha dado ya). Y a contrastar sobre las cabezas tractoras que han promovido un documento que es más que eso un Manifiesto, sin datos.

Más cambios, desaparece la Comisión Nacional del Mercado de Valores, para transformarse en Comisión Nacional de Servicios Financieros. Y, miren, la Comisión Nacional de Energía, ahí a dos días de su “renovación”. ¿O mejor de una refundación necesaria? Este escándalo ha vuelto abrir las costuras de este organismo, su composición, su utilización, su ‘indepedencia’, la utilización de sus expedientes e informes como ‘hooligans’ del sistema que tienen que preservar (eso si, sin actuaciones de supervisión, sólo mediante ideología), su profesionalización, su necesidad de normalización, para evitar propuestas que, en sí, suponen la ausencia de necesidad del propio regulador. ¿Con precios regulados por tecnologías para qué hace falta regulador independiente?

Lo que está claro es que la situación ha llegado a un punto de no retorno. Es bonito. En esto ultimo se precisa un cambio de época.

Kioto se despiporra

Los resultados presentados esta semana por Comisiones Obreras en relación con los resultados en materia de emisiones de carbono, vuelven a abrir más la brecha entre los objetivos que tiene España en materia de reducción de emisiones de este gas efecto invernadero y la realidad. Nuestro país supera ya el 50 % del tope de emisiones fijado para España acordado en el seno de la Unión Europea y mantenemos un comportamiento crecientemente creciente.

Pero es más, además de abrirse la brecha entre los objetivos de la política medioambiental, se amplía la diferencia entre lo que ha sido la conocida retórica electoral medio ambientalista (y especialmente en las intervenciones del Presidente del Gobierno en los debates televisados Zapatero-Rajoy al hilo de la providencial moderación de 2006 gracias a la generación hidraulica). Retórica que sirve tanto para reunirse con Al Gore, como para que la planificación de la Presidencia de la Unión Europea tenga como argumento principal el cambio climático, como ya se ha anunciado desde el gobierno. Duro balance el que tiene que presentar el presidente en este ámbito para que no se nos vean las costuras de una política medioambiental condicionada por la falta de buenos gestores públicos de la cosa, por las señales regulatorias contradictorias y por la ocupación de determinados grupos como la minoría creativa intervencionista (los ‘retroprogresivos’) del sector eléctrico, en su ejercicio de influencia en esta Administración. Todo ello cortocircuita, cualquier tipo de posibilidad de mejora y que se pueda conocer, sin los filtros previos, una situación que dista mucho de ser presentable.

En paralelo, la política del ejecutivo no hace sino confirmar lo contrario de lo dice, con mensajes contradictorios e impropios en cualquier administración que se precie a nivel occidental. Por ejemplo, la detracción de derechos de emisión aprobada en el ultimo suspiro de la legislatura anterior, confirma a los españoles que contaminar no sólo es gratuito, sino que se paga por cuenta de quien recibe las órdenes de fabricar la electricidad, subvirtiendo además la normativa europea y el modelo de la directiva de asignación de derechos gratuitos de emisión (para meter mano en la caja de la tarifa y evitar nuevamente explicarle a los ciudadanos la realidad de los costes de la energía).

O, del mismo modo, el castigo en el Plan Nacional de Asignaciones para las instalaciones menos emisoras de contaminación como las de ciclo combinado (gas), cuestión por la que además de ser señalados con el dedo de los estudios internacionales hemos sido reconminados por la Comisión Europea. Y, también, cómo no, la distribución de la detracción de derechos de emisión con criterios de sindicación para que el que contamina se vea subvencionado por el que no contamina. Todo ello, para evitar un cambio en el modelo tecnológico de generación eléctrica en serio.

Incluso podemos comprobar el ultimo akelarre celebrado con la aquiescencia de la Comisión Nacional de Energía, de sus Dirección de Regulación y de su Consejo de Administración, con ocasión oportunista de la modificación tarifaria del tercer trimestre (¿a cuento de qué?). Una actuación especialmente preocupante para lo que debería ser un regulador neutral, garante y supervisor del sistema y no su herramienta de escarnio. Se trata del ataque organizado por la maquinaria intervencionista hacia las tecnologías no emisoras, como son la energía nuclear e hidráulica, cada una con características muy concretas en términos de participación y papel en el sistema eléctrico, articulado a través de argumentos demagógicos, falaces y parciales, para legitimar otra vía de amedrentar a las empresas eléctricas y, de paso, intervenir de forma arbitraria y meter mano en la tarifa.

Curiosa forma esta la de entender el problema de la contaminación y de la reducción de emisiones. El hecho es que Kioto, demuestra que en reducción de emisiones el Presidente está desnudo y la política medioambiental de declaraciones, sin actos, nos lleva al ‘despiporre’.

Preguntas sin respuesta en torno al informe de subida de tarifas de la CNE

La primera propuesta de tarifas que la Comisión Nacional de Energía ha elaborado para remitir al Ministerio de Industria deja un fuerte reguero de preguntas, que no benefician al organismo que preside Maite Costa, en un momento tan delicado como estrenar nuevas funciones en materia de propuesta de tarifas.

Son preguntas que se pueden organizar en las clásicos interrogantes periodísticos. Empecemos:

¿Quién dirigió el informe que elaboraron los servicios técnicos de la Comisión Nacional de Energía? ¿Recibía el Director de Regulación indicaciones de alguién? ¿Por qué no realizan las propuestas de modificación tarifaria las Direcciones sectoriales? ¿Cuándo empezaron con la elaboración de este informe?

¿Porqué el ponente, Sebastiá Ruscalleda, no se enteró hasta 48 horas antes de distribuir el informe a los consejeros?

¿Por qué el informe de los servicios técnicos de la Comisión Nacional de Energía no alude a la figura del ‘déficit tarifario’, en sus setenta y dos páginas? por otro lado tan propia y genuina de nuestras Administraciones pretéritas (y, al mismo tiempo, tan abultada)?

¿Por qué se cuela, de rondón, un párrafo con un enfoque tan intervencionista, para modificar los mecanismos de funcionamiento de mercado en el caso de determinadas tecnologías selectivamente? ¿Quién es el autor material? ¿Quién es el autor/a intelectual?

¿Por qué la modificación tarifaria se mete en el berenjenal de proponer cambios en la Ley del Sector Eléctrico’ ¿El organismo regulador no tendría que ser garante del sistema en lugar de su látigo?

¿Por qué esa fijación, si además, se reconoce que no tendrá efectos sobre las tarifas?

¿Era tan irresistible colocar, de rondón, un mensaje de estas características en estos momentos?

¿Por qué, a la luz, de esta irregularidades, votan los consejeros a favor?

¿Por qué Albentosa, que viene defendiendo publicamente la subida de tarifas vota en contra de la misma?

¿Por qué malograr el necesario ajuste tarifario, que debe ser tratado con seriedad, rigor, consenso y gestión?

¿Dónde está el eslabón perdido? ¿Quíen mató a Laura Palmer?

La energía nuclear en nuestro entorno

Francia, Finlandia o Reino Unido son sólo algunos de los países que han dicho abiertamente “sí” a la energía nuclear. Sus gobiernos son conscientes de la dependencia energética exterior, del incremento de la demanda eléctrica, así como de las preocupantes emisiones contaminantes al exterior. En la planificación energética de estos países, la energía nuclear es una opción clave y estratégica a largo plazo. Pero, ¿por qué cuentan con esta fuente de energía?

Las centrales nucleares permiten reducir la dependencia cada vez mayor de los combustibles fósiles, garantizan el suministro eléctrico y son, en la actualidad, la única fuente capaz de producir grandes cantidades de electricidad frenando a su vez las emisiones de CO2 a la atmósfera. Sólo en España, los ocho reactores nucleares en funcionamiento produjeron el pasado año alrededor de una quinta parte de la electricidad consumida. Un año más, la energía nuclear fue la fuente que más horas funcionó en todo el año y, no sólo dio estabilidad al sistema eléctrico, sino que consiguió dejar de emitir a la atmósfera unos 40 millones de toneladas de CO2, equivalentes a las emisiones de más de la mitad del parque automovilístico español.

Fuera de la Unión Europa la situación es análoga en países como China, Estados Unidos, India, Corea del Sur o Rusia. Ante el panorama energético y medioambiental al que se enfrenta la sociedad, resulta irresponsable rechazar el uso de la energía nuclear. Y, lejos de rechazarla, impulsan su uso mediante la construcción de nuevas centrales, el aumento de potencia de las existentes y su operación a largo plazo. En el mundo hay actualmente 439 reactores nucleares que producen el 17% de la electricidad y 34 más están en construcción. Y España, con una dependencia exterior del 85%, un crecimiento de la demanda eléctrica del orden del 3% anual, y un incremento de emisiones que triplica el máximo permitido por la Unión Europea tras la ratificación del Protocolo de Kioto, no puede quedarse atrás.

Los reactores españoles en funcionamiento son seguros y fiables y su operación a largo plazo es necesaria junto con la construcción de nuevos reactores de manera que la aportación al sistema eléctrico español pase del 18% actual al 30%, cifra similar a la Unión Europea. Pero para alcanzar estos objetivos, es necesario que se abra próximamente un debate energético abierto, plural y transparente que permita diseñar un plan energético serio y responsable a largo plazo donde cada fuente cumpla su papel dentro de un mix eléctrico equilibrado.

Desde Foro Nuclear seguiremos insistiendo en la necesidad de la energía nuclear. Y en el hecho de que la industria nuclear española, competitiva y experta, está preparada para apoyar el mejor funcionamiento de los reactores en operación, para afrontar las nuevas construcciones en España, y para atender un mercado nuclear internacional en crecimiento.

Un intento de patada en la puerta al mercado eléctrico

La Comisión Nacional de Energía en su informe sobre propuesta de tarifas que envía al gobierno, incluye un inquietante párrafo en el que según reza la nota de prensa, como conclusiones añadidas al debate sobre las tarifas eléctricas celebrado en el seno del organismo:

“Tercera. Esta Comisión considera que podría ser necesaria una revisión del marco regulatorio actual de los mercados mayoristas eléctricos. Los cambios producidos en el modelo regulatorio, que han afectado a partes fundamentales de su diseño (cancelación de la regulación de los CTCs, modificación del mecanismo de garantía de potencia y sustitución por el sistema de pagos por capacidad, introducción de los derechos de emisión de CO2, etc.), pudieran haber afectado negativamente a su eficiencia. Esta revisión podría afectar no tanto al nivel marginal de precio en el mercado, como a la brecha cada vez mayor que el nuevo escenario de precios de los combustibles fósiles ha abierto entre los márgenes de las tecnologías marginales e infra-marginales (fundamentalmente hidráulica y nuclear). En esta línea, esta Comisión, en la próxima reunión de su Consejo, tomará en consideración una aproximación a una cuantificación de la brecha existente entre los precios del mercado, que determinan actualmente la retribución de toda la generación, y el coste del mix energético que abastece los mercados. El correspondiente informe completará la presente propuesta con objeto de que pueda ser adecuadamente ponderada por el Ministerio

Cuarta. Dada la evolución de los niveles de precio de la electricidad, esta Comisión considera necesaria la actualización del concepto de tarifa social. En este sentido, ésta debería considerar parámetros de ingresos y no parámetros eléctricos, como contempla actualmente la tarifa 1.0. No obstante, para evitar posibles situaciones complicadas a ciertos segmentos de clientes, se propone el mantenimiento del esquema actual hasta que el nuevo esquema esté operativo”

En primer lugar, de facto, esto supone una transubstanciación de funciones de la Comisión Nacional de Energía, cuyos fines deben ser aplicar la legislación vigente, velar por el mercado y supervisar (por cierto, una cuestión de la que se tiene escasa noticia, salvo los avisos incendiarios de su presidenta).

Pongamos un ejemplo, esto es, como si la Dirección General de Tráfico, al hilo de una modificación sobre la cuantía anual de las multas (de existir un hipotético modelo de actualización semejante), decidiera proponer a todo el país que se conduzca por el carril izquierdo como en el Reino Unido, porque así se aprovechan mejor las cunetas. ¿Cómo puede ser que haya llegado una fórmula de este corte recosida en los bajos de la propuesta de tarifas que enviará el regulador independiente al Ministerio de Industria?. Máxime, cuando la propuesta excluye tratar el ‘déficit tarifario’ como problema (“pasa” como se dice en el argot) y esta propuesta de intervención selectiva que se recoge en los acuerdos derivados del informe para la tarifa del tercer trimestre no va a abaratar el precio de la energía. Porque ya, ni siquiera existe preocupación porque bajen los precios de las energía o con respecto a elaborar un programa medio coherente para resolver el problema del déficit tarifario. Se trata de hacer supuestos parciales sobre los beneficios de determinadas tecnologías, lo que abre la puerta, de que en otras condiciones de mercado se pueda atacar a otras tecnologías.

En segundo lugar, parece apuntar a la existencia de una denominada tarifa social, una perversión de la denominada “Tarifa de ultimo recurso”, en su uso demagógico y prestidigitador de la función de esta tarifa cuyos fines, legalmente establecidos, son otros: garantizar la existencia de una tarifa para aquellos consumidores que no han elegido un suministrador. Y, cuya formulación, debe permitir la flotación de ofertas de comercializadores. Es decir ajena a este esquema de subsidios cruzados. Lo que es perturbador es que la Comisión Nacional de Energía se confunda con el Consejo Económico Social en esta función, pero en plan rentas empresariales, utilizando de manera confusa estos dos concretos.

En realidad, por un procedimiento tan espurio y extemporáneo, se pretende pegar una patada en la puerta del funcionamiento del mercado eléctrico. La primera cuestión es una ambición oculta (cada vez menos, eso sí) de la ‘minoría creativa’ formada por los ‘retroprogresivos’ (que diría Salvador Pániker) que propone la vuelta al Marco Legal Estable del franquismo: función de la regulación como control de rentas sobre las empresas, retribución por costes medios declarados según tecnologías (con independencia de su uso y su papel en el sistema eléctrico), la explotación centralizada (¿verdad que suena a Plan Quinquenal?) y la utilización arbitraria de los mismos. Y, sin embargo, en esto, no hay nada más igualitario e incentivador, que el mercado para las decisiones de los agente económicos. Un párrafo así, ya ha corrido como la pólvora entre los analistas financieros y los bancos de negocios a nivel internacional, de forma que en veinticuatro horas ya se había recogido como un nuevo riesgo regulatorio. Es de esperar que al final triunfe la cordura en la CNE y, si no, que al menos la procedencia de Miguel Sebastián de Intermoney le hará sensible a este tipo de aventuras, tan perturbadoras en estos momentos en el ámbito financiero.

Al parecer, según se apunta en la propia nota de prensa el debate sobre como sustanciar esta propuesta, tendrá lugar en el próximo Consejo de Administración que se celebra mañana. La reforma del sector eléctrico, realizada en el año 1998, es una de las cuestiones de las que puede estar orgulloso nuestro país, pese a algunas intentonas de retroceso, como ésta. En términos de homologación internacional, y a la vista de sus resultados en el mercado eléctrico, sólo nos supera el Reino Unido (caracterizado por su grado de liberalización) en su selección nacional de rugby.

Por ello, también es de esperar que medie la sensatez. Por un lado, que desde las filas del Partido Popular, para que sepan defender un modelo de mercado, artífice del importante proceso inversor seguido en el sector energético, que fue una de las principales reformas de sus primeros años de gobierno y no se vean tentados por un ejercicio demagógico de la función de la política de intervención y control rentas (algo que se circunscribe a la política fiscal). Y, por ello, que no caigan en esas fauces que hicieron que en la legislatura pasada, participaran en consolidar a Red Eléctrica como transportista único en la reforma de la Ley del Sector Eléctrico o que se produjera la inexplicable abstención en la tramitación parlamentaria del Real Decreto Ley de detracción de derechos de emisión. Todo ello, descontando cierta racionalidad en el juego político, de que el desgaste en la subida de tarifas eléctricas se lo lleve el PSOE (entre otras cosas, por no tomar decisiones a tiempo y desligar la tarifa eléctrica de la controversia partidista). Lo que parece menos razonable es auspiciar un ataque al funcionamiento del mercado eléctrico y, si no, que se lo digan al actual responsable económico del PP y ex Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.

Por otro, en los propios responsable de la CNE, del Ministerio de Industira y las autoridades económicas, se reconduzca la situación, en un momento en que se requiere más sosiego y, a la vez, más gestión.

Otra vez

La caída de un cable propiedad de Red Eléctrica de España sobre las autopistas de entrada y salida de Barcelona, provocando un monumental atasco en las entradas y salidas de Barcelona, es un incidente gravísimo del que se deben realizar un análisis completo y sacar consecuencias de medio y largo plazo, además de las que preceptivamente se determinen en el informe y en la investigación que ya ha solicitado el Ayuntamiento de Barcelona. Resulta inconcebible la realización de estos trabajos en día laborable, a la luz del día y coincidiendo con una salida de fin de semana de los ciudadanos barceloneses.

Pero hay más. Esta actuación sería imposible para cualquier empresa distribuidora que, de forma más que razonable, se le requiere para que haga este tipo de tareas por la noche y con un número de cautelas muy superiores a las que ha tomado el operador de sistema y de transporte, en su acción combinada para la ocasión. Como todo el mundo sabe, y más si cabe, desde la reforma de la Ley del Sector Eléctrico, ocurrida este verano, se ha consolidado un monopolio de facto en el transporte de electricidad. Lo que unido a ser la responsable de operación del sistema, constituye una pinza de proporciones considerables para los agentes, un poder dentro del poder.

Así, desde la Dirección de Operación del sistema, tan estricta con las empresas y tan defensora de la seguridad de suministro, hace la vista gorda, con el comportamiento de su transportista, de la transportista. Dos actividades que tendrían que estar completamente separadas, para evitar estas tentaciones. ¿Dónde están esas denominadas “murallas chinas”, separaciones nítidas e infranqueables en la teoría de la organización del sector eléctrico que se reclaman desde todas las instancias?

Por tanto, fruto de esta nueva controversia, las autoridades catalanas tienen una nueva controversia en torno a Red Eléctrica de España y, nuevamente, en un momento político delicado en las relaciones entre el PSOE y el PSC. A las dificultades que los responsables del Ayuntamiento y Generalitat tuvieron para lidiar con el apagón del año pasado, el retraso en la reconstrucción de la central de Maragall, incendiada en aquel momento, los incidentes registrados en la red de transporte en el mes de marzo, se une esta chapuza que pese a los riesgos, no tuvo consecuencias en términos de suministro o víctimas. Todo ello, convenientemente moderado, suavizado, para evitar incomodar las posturas ideológicas alimentadas desde REE. O recordemos también los problemas en Vigo. ¿Y si no, quién recuerda las conclusiones de la Comisión Nacional de Energía referidas al apagón más grave de nuestra historia? Consecuencia: a Red Eléctrica se le modifica (a final de la legislatura) la retribución por la actividad de transporte.

La Generalitat y la Comisión Nacional de Energía tienen una nueva patata caliente, pues todo lo que suene al operador de sistema y transporte le es precedido de un halo de reverencia, una especie de salvoconducto, que no se sabe si es fruto de la relación del Presidente de Red Eléctrica con Moncloa, por su condición de ex Ministro, por el papel de nuestro TSO como tierra de promisión y acogida o por la influencia de varios de sus responsables en el comportamiento regulatorio y de la Administración.

Barcelona, otra vez. También es mala suerte. Esperamos que esta vez sepamos que pasó, con luz y taquígrafos, y tenga consecuencias racionales para la organización del sistema eléctrico.

(Coincide este incidente con el estreno en el Festival de Cannes de la película de Woody Allen Vicky Cristina Barcelona y con que el cantante norteamericano Bruce Sprignsteen –The Boss, del que Luis Atienza se confiesa ‘fan’- concluya su gira europea en la Ciudad Condal. Barcelona, no te rindas. No surrender.)