Otra vez

La caída de un cable propiedad de Red Eléctrica de España sobre las autopistas de entrada y salida de Barcelona, provocando un monumental atasco en las entradas y salidas de Barcelona, es un incidente gravísimo del que se deben realizar un análisis completo y sacar consecuencias de medio y largo plazo, además de las que preceptivamente se determinen en el informe y en la investigación que ya ha solicitado el Ayuntamiento de Barcelona. Resulta inconcebible la realización de estos trabajos en día laborable, a la luz del día y coincidiendo con una salida de fin de semana de los ciudadanos barceloneses.

Pero hay más. Esta actuación sería imposible para cualquier empresa distribuidora que, de forma más que razonable, se le requiere para que haga este tipo de tareas por la noche y con un número de cautelas muy superiores a las que ha tomado el operador de sistema y de transporte, en su acción combinada para la ocasión. Como todo el mundo sabe, y más si cabe, desde la reforma de la Ley del Sector Eléctrico, ocurrida este verano, se ha consolidado un monopolio de facto en el transporte de electricidad. Lo que unido a ser la responsable de operación del sistema, constituye una pinza de proporciones considerables para los agentes, un poder dentro del poder.

Así, desde la Dirección de Operación del sistema, tan estricta con las empresas y tan defensora de la seguridad de suministro, hace la vista gorda, con el comportamiento de su transportista, de la transportista. Dos actividades que tendrían que estar completamente separadas, para evitar estas tentaciones. ¿Dónde están esas denominadas “murallas chinas”, separaciones nítidas e infranqueables en la teoría de la organización del sector eléctrico que se reclaman desde todas las instancias?

Por tanto, fruto de esta nueva controversia, las autoridades catalanas tienen una nueva controversia en torno a Red Eléctrica de España y, nuevamente, en un momento político delicado en las relaciones entre el PSOE y el PSC. A las dificultades que los responsables del Ayuntamiento y Generalitat tuvieron para lidiar con el apagón del año pasado, el retraso en la reconstrucción de la central de Maragall, incendiada en aquel momento, los incidentes registrados en la red de transporte en el mes de marzo, se une esta chapuza que pese a los riesgos, no tuvo consecuencias en términos de suministro o víctimas. Todo ello, convenientemente moderado, suavizado, para evitar incomodar las posturas ideológicas alimentadas desde REE. O recordemos también los problemas en Vigo. ¿Y si no, quién recuerda las conclusiones de la Comisión Nacional de Energía referidas al apagón más grave de nuestra historia? Consecuencia: a Red Eléctrica se le modifica (a final de la legislatura) la retribución por la actividad de transporte.

La Generalitat y la Comisión Nacional de Energía tienen una nueva patata caliente, pues todo lo que suene al operador de sistema y transporte le es precedido de un halo de reverencia, una especie de salvoconducto, que no se sabe si es fruto de la relación del Presidente de Red Eléctrica con Moncloa, por su condición de ex Ministro, por el papel de nuestro TSO como tierra de promisión y acogida o por la influencia de varios de sus responsables en el comportamiento regulatorio y de la Administración.

Barcelona, otra vez. También es mala suerte. Esperamos que esta vez sepamos que pasó, con luz y taquígrafos, y tenga consecuencias racionales para la organización del sistema eléctrico.

(Coincide este incidente con el estreno en el Festival de Cannes de la película de Woody Allen Vicky Cristina Barcelona y con que el cantante norteamericano Bruce Sprignsteen –The Boss, del que Luis Atienza se confiesa ‘fan’- concluya su gira europea en la Ciudad Condal. Barcelona, no te rindas. No surrender.)

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