Alternativas energéticas al petróleo

El fin de la era del petróleo barato y los enormes costes sociales y ambientales que provoca la dependencia de los combustibles fósiles plantean la urgencia de buscar alternativas viables, sobre todo para el transporte.

La energía condiciona nuestras vidas y la política internacional, y es el principal factor de la degradación ambiental. Hoy dependemos en un 80% de los combustibles fósiles para resolver la inmensa mayoría de nuestras necesidades, y sobre todo del petróleo, el más versátil y útil de todos los combustibles, lo que nos permite gozar en las zonas ricas de un alto nivel de vida, pero con consecuencias cada vez más
apreciables, desde el coste de las importaciones y los problemas de suministro, causa de buena parte de los conflictos del último medio siglo, a la amenaza del cambio climático o la realidad cotidiana de la contaminación atmosférica.

Hay problemas de abastecimiento y recursos, pero sobre todo el límite que nos impone la capacidad de la atmósfera para absorber el dióxido de carbono que se emite en la combustión del carbón, el petróleo y el gas natural. El límite real no son los recursos, sino los sumideros. El petróleo barato se acabará, pero mucho antes de agotarlo, tendremos que dejar de consumirlo porque no podemos seguir aumentando las
concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono sin poner en peligro el clima y nuestra propia supervivencia.

Por estas y otras razones, a lo largo de este siglo habrá que realizar la transición energética ordenada y gradual hacia un modelo energético descarbonizado y cada vez más eficiente, sin olvidar el importante problema de proporcionar un nivel de vida digno al 80% de la población mundial que vive en la pobreza, lo que sin duda requerirá un importante aumento del consumo energético.

Algunos ponen sus esperanzas en la energía nuclear. Pero ésta, que sólo produce electricidad y apenas representa el 6% del consumo mundial (el 2% con una metodología que tenga en cuenta sólo la electricidad producida y no el calor de la fisión), plantea problemas no menos graves e incluso peores, como los residuos radiactivos, la proliferación nuclear (véase Israel, Irán, India, Pakistán o Corea
del Norte), la seguridad o los costes económicos reales de todo el ciclo de vida.

Muchos pensamos que la solución pasa por el desarrollo de las energías renovables, que ya aportan el 14% del consumo mundial, y que a medio y largo plazo podrán cubrir todas nuestras necesidades energéticas, sin agravar el cambio climático, sin dejar una herencia de residuos radiactivos y sin ocasionar conflictos por los recursos, pues en todos los lugares hay suficiente sol o viento. Pero el proceso será lento y
gradual, requerirá varias décadas, un esfuerzo prolongado y un importante desarrollo tecnológico, que posibilite reducir los costes. Dios aprieta, pero no ahoga. En el pasado el agotamiento de los bosques nos forzó a entrar en la era de los combustibles fósiles.

Hoy afrontamos una nueva transición, llena de oportunidades y desafíos, hacia un modelo energético descarbonizado y basado en las energías renovables. La energía eólica y la solar termoeléctrica también pueden producir la electricidad a un coste razonable, y con las nuevas baterías de ión litio, en dos o tres años podemos empezar a sustituir la gasolina y el gasóleo por electricidad. El coche eléctrico ya no es una utopía, y hoy es posible reducir de forma drástica la dependencia del
petróleo sin necesidad de producir biocombustibles, que ocasionan problemas aún más graves que los productos petrolíferos a los que pretenden sustituir. Los biocombustibles, o agrocombustibles, entran en colisión con la producción de alimentos, no reducen las emisiones de CO2, e incluso las pueden aumentar, y su desarrollo supondría la pérdida de biodiversidad y la destrucción de los bosques tropicales, convertidos en monocultivos de palma africana y soja.

El futuro puede basarse en la energía eólica y en la solar termoeléctrica como fuentes de energía primaria más importantes, complementadas con la hidráulica, la biomasa, la geotermia y cantidades cada vez menores de combustibles fósiles. El almacenamiento y la gestión pueden resolverse a través del bombeo y la interconexión con corriente continua. Cuando el viento no sopla en un lugar, lo hace en otro y si
están conectados la gestión no plantea problemas irresolubles. Y esa misma electricidad puede almacenarse en las baterías de ión litio, para mover bicicletas, automóviles, furgonetas, camiones y autobuses.

La primera (1973) y la segunda crisis del petróleo (1979) supuso su desplazamiento de la generación de electricidad. La tercera (2008) debe implicar su desplazamiento del transporte por carretera.

Este articulo ha sido reproducido con la autorización del autor y está publicado en el periódico Diagonal.net, pueden consultarlo pulsando aqui.

Las circunstancias geopolíticas parecen dar un respiro al crudo

El precio del petróleo experimentó una pérdida del 10 por ciento en sólo cinco días, durante una semana en la que los temores a un enfriamiento de la economía pesaron más que la debilidad del dólar.

Si la semana pasada los mercados sufrieron convulsos altibajos, con máximos de hasta 147 dólares por barril, durante los últimos días las cotizaciones del «oro negro» tendieron claramente a la baja.

Ya el lunes, los valores del petróleo en los mercados de Londres y Nueva York abrieron con pérdidas respecto al cierre de la semana anterior, una tendencia que se mantuvo inalterada toda la semana.

En el londinense Intercontinental Exchange Market, el crudo Brent de referencia en Europa, cerró ayer a 130,19 dólares por barril, 13,73 dólares, (9,5 por ciento menos) de los precios que se pagaban a principios de semana. Esa cotización contrasta con el precio récord de 147,27 que llegó a alcanzar el barril de Brent hace una semana.

Más dura fue incluso la caída del Texas estadounidense, que se pagó el viernes a 128,88 en la Bolsa Mercantil de Nueva York. Entre el lunes y el viernes, el coste del crudo de referencia en Estados Unidos bajó 16,3 dólares por barril (un 11 por ciento). Sólo de lunes a martes, el barril Texas perdió 6,44 dólares de una vez, el mayor descenso en 17 años. Hace únicamente siete días, el Texas alcanzó marcas intradía de 147,27 dólares/barril, un precio inédito en el parqué neoyorquino.

Las declaraciones el pasado martes del presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, alertando de las dificultades de la economía estadounidense, fueron el principal detonador de la bajada de precios.

Bernake llegó a afirmar que el alto coste de los carburantes y la crisis financiera están haciendo que los consumidores reduzcan la demanda de combustibles.

El responsable de la política monetaria estadounidense añadió que el panorama inflacionario es «inusualmente incierto» y reconoció que el crecimiento económico avanzará más lento durante el resto del año, principalmente debido al débil mercado inmobiliario, los elevados precios del petróleo y las condiciones crediticias más estrictas.

Las declaraciones de Benanke, en las que reconoció que la economía estadounidense afronta «numerosas dificultades», obligaron al presidente de Estados Unidos, George Bush, a lanzar un mensaje de tranquilidad y mucho más optimista sobre la marcha económica del país.

Al día siguiente, el Departamento de Energía de EEUU anunció que las reservas de petróleo de ese país aumentaron en tres millones de barriles pese a que los expertos esperaban un descenso de 1,6 millones, un dato que contribuyó a moderar las cotizaciones del «oro negro» y alejarlas de las marcas históricas de la semana pasada.

Además, en su informe mensual, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) vaticinó una ralentización del crecimiento de la demanda mundial de crudo, con un incremento del 1,20 por ciento este año y algo inferior, del 1,03 por ciento, en el año 2009. El cartel petrolero afirmó que «la nueva estructura del precio y el debilitamiento de la economía mundial han contribuido a frenar el crecimiento de la demanda de crudo en muchas regiones».

La consultora JBC indicó que también ha ayudado a calmar al mercado la decisión de Washington de enviar a un representante a la reunión que la UE e Irán celebran en Ginebra sobre el programa atómico iraní.

El subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, William Burns, será testigo del encuentro entre el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, y el negociador de Irán, Said Jalili, en un encuentro que podría dar un giro alentador a uno de los conflictos geopolíticos que más afectan al precio del crudo.

Irán, socio fundador de la OPEP y cuarto productor mundial de petróleo, tiene además el control del estrecho de Ormuz, por donde se transporta el 40 por ciento del «oro negro», por lo que la tensión entre el régimen de los Ayatolás y Occidente es seguida con especial ansiedad por los mercados.

En el limbo regulatorio

Un comentario de urgencia respecto de la resolución por parte del Tribunal de las Comunidades Europeas contra el Gobierno español, lo podemos calificar de un torpedo al Gobierno, un importante revolcón. Hay que señalar, pese a la extraña situación que vive el organismo, que el varapalo quien lo provoca, quien lo recibe y quien tiene la responsabilidad política es el gobierno.

Repasemos. El gobierno decide modificar la denominada función 14, un instrumento que estaba incorporado en nuestro ordenamiento jurídico en el que el órgano regulador independiente, tenía que emitir su posicionamiento respecto de aquellas operaciones que se producen en el sector energético en atención a la denominada ‘seguridad de suministro’. Dicha formulación, era lo suficientemente precisa y razonable, de forma que no permitía el comportamiento arbitrario del regulador. Era una función ejecutiva, concreta y definida en esta configuración para la CNE.

Pero se pone en marcha el culebrón referido a las sucesivas OPAS sobre Endesa, y en el momento, en el que el grupo alemán E.ON anuncia su interés por entrar en liza en la operación, el gobierno decide reformar la función 14. Y, la reforma, sigue dejando una función ejecutiva, a la vez que interpretativa, de tal modo que su formulación incorporaba un importante grado de ambigüedad (nunca mejor dicho que calculada), y que algunos expertos y juristas la calificaban de “metafísica” y de un “engendro”. Un engendro necesario.

Primera consecuencia de una actuación tan oportunista: Que ahora nos quedamos sin la primera formulación: más estable y no cuestionada, y sin la segunda: por el afán de instrumentación de los órganos independientes. Que el gobierno tiene que decir que “Europa tendrá que señalar cual es el marco de regulación energética de cada país”. Un escapismo clásico. Detrás de la consecuencia, llega su corolario y la propuesta de que el gobierno piense más de una vez, de dos y de tres, su acción regulatoria porque estamos muy acostumbrados a una regulación oportunista, poco meditada y que es fuente de inseguridad jurídica, litigiosidad e inestabilidad (además de reductos de la bendita arbitrariedad deseada desde los ámbitos políticos. En cuestiones de economía, de mercado, de libertad empresarial, esa posición no es sino una pesada rémora. Pan para hoy, hambruna para mañana.

Segunda consecuencia. La Comisión se ha quedado tras la sentencia, además de desprestigiada (por méritos propios, de sus Informes, de su separación de su papel de garante del mercado y de la legalidad) y sin credibilidad, sin funciones ejecutivas (le quedan sus funciones consultivas y de corte administrativo, liquidatorio e inspector). Lo que pasa es que las funciones consultivas sin credibilidad, es como la dualidad para la discusión, sobre si honra sin barcos o barcos sin honra. Además prorrogada en su composición, en el limbo de la estructura del Estado. En términos taurinos, a la Comisión le han sacado los cabestros.

Tercera y última consecuencia. La de medio plazo. La de la pérdida de credibilidad interior y exterior de nuestro país en el exterior de cara a la inversión y a un comportamiento neutral de las estructuras del estado y del gobierno respecto a la actividad empresarial. La quiebra del estado de derecho en un tema probablemente menos llamativo para la ciudadanía, pero muy importante en lo que se refiere a la confianza empresarial. Un resultado nefasto, del que seguramente, nos costará recuperarnos. Esperemos, que fuera de la retórica política, aprendamos la lección.

Del maná al pedrisco

El famoso informe del ácido bórico del sector energético tiene como trasfondo un contenido ideológico, que es la denominada presunta existencia de “beneficios caídos del cielo”, procedente de una visión estatalista del funcionamiento del sector energético, originario del Antiguo Régimen. Y decimos sector, porque lo que pretende un discurso así, es abolir el mercado como mecanismo de funcionamiento y asignación de recursos en el sector.

Para ello la crítica se ceba en que el mercado es “marginalista”. ¿Qué quiere decir eso? Que la última tecnología fija el precio que perciben todas las demás por los kilowatios generados. Y por su parte, a la vez, las tecnologías tienen unos costes, unas más altos y otras más bajos (nunca inexistentes, obviamente), dependiendo de muchos parámetros. Y, también cada tecnología tiene un papel en el mercado. Por ejemplo, la energía hidráulica tiene una utilización horaria muy baja (1.200 horas), dependiente de la meteorología y frente a otras que alcanzan las 8.000 horas. Se dice que es una tecnología que se utiliza para momentos “punta” de demanda.

Todos los mercados son marginalistas. Si ustedes intentan contratar un viaje a Barcelona desde que se inauguró el AVE, podrán encontrar ofertas de precio más baratas si se desplazan en el avión. Y, seguramente, ustedes no conocen el coste de un trayecto por viajero y medio de transporte (ni falta que hace, además de que dependerá de horarios y del tipo de avión, o de tren), porque cada tecnología tiene una “misión” en el sistema. Y, no se plantean si las compañías aéreas o Renfe tienen beneficios. Interesa que haya oferta y competencia para que bajen los precios de manera “natural”. Nadie tampoco puede dudar que el transporte es un servicio público, tiene un papel para el desarrollo de la sociedad y que está “regulado” administrativamente mediante un sistema lo suficientemente sofisticado de concesiones (eso no quiere decir que no requiera mejoras). Esa liberalización y mayor oferta produce beneficios para todos.

En la energía, sucede lo mismo, por ejemplo, con la extracción de petróleo. El precio del petróleo lo fija la última unidad vendida. Y es un hecho irrefutable que hay lugares dónde la extracción de petróleo cuesta un dólar y otros dónde la extracción de petróleo cuesta sesenta dólares. La oferta y la demanda van “señalando” que pozos es necesario abrir a la vista de su evolución. Cualquier intento diferente de mecanismo de determinación de precios, además de irreal, es inútil y baldío. En consecuencia, como ustedes se pueden imaginar uno no va al surtidor de gasolina y pide gasolina procedente del petróleo con menos costes. No vivimos en ese absurdo. En el caso de la electricidad, la indiferenciación del kilowatio es mucho más difícil todavía si se pretendiera.

Seguramente se pueden proferir mecanismos de justicia distributiva para evidenciar que tal medio de transporte gana más por trayecto que otro. O que en tal país o en tal pozo se gana más que en otro. Pero, la verdad, es que gracias a la oferta de los que tienen pocos costes y a la lucha de tecnologías, todos los operadores buscan maximizar su eficiencia, y en conjunto, se producen menores precios que si estuviera fijados los mismos por autoridad administrativa.

Ese es el pseudodebate absurdo generado por el informe de costes y precios de la Comisión Nacional de Energía. Se dice que hay tecnologías que “tienen menores costes” y que se benefician del precio que se forma en el mercado, porque les da “beneficios caídos del cielo (windfall profits)”. En eso, se señala a la energía hidráulica y a la nuclear. Todo ello salpimentado con suposiciones apriorísticas, información económica obviada o inexistente, incluso sin información comparativa de contraste, dado que el organismo no conoce ni los precios de los contratos de suministro de gas (tecnología que marca precios hoy en mercado y que, paradójicamente, roza la rentabilidad). Para ello vale todo, mezclar rentabilidad interna de las empresas con inversiones exteriores, contraviniendo cualquier razonamiento económico lógico.

Y, con su anómalo proceso de elaboración y transformación oficial (traslación de un artículo de un consejero en informe decorado por la Dirección de Regulación y santificación por el procedimiento de urgencia por la CNE), el informe ha supuesto una trampa fatal como lo fue el del ácido bórico. Trampa puesta al Ministerio de Industria que se ve abocado a aclarar que el Informe iría contra la propia Ley del Sector Eléctrico, además de constituirse en un serio cuestionamiento de la liberalización de los mercados y de las políticas de la Unión Europea. Por otra parte, trampa para la disposición de mecanismos de inversión que han conseguido que en los últimos años, nuestro país pasase de tener problemas de suministro a que crezca la potencia instalada en 23.000 MW, gracias al mercado. Todo ello con precios en el mercado semejantes a los europeos, con incremento de agentes ofertantes y competencia. Trampa contra la “abundancia” necesaria en los mercados y la necesidad de diversificación de la energía, que genera la mayor inversión y que provoca menores precios, menos emisiones, seguridad, garantía de suministro y bienestar social. Contra todo esto, sugerencia arbitraria de regulación de rentas, toma del frasco. Trampa que ha sido la muerte súbita y celular del propio organismo, arrostrado por sus comportamientos paradójicos, pasan de ser garantes de la legalidad vigente del mercado eléctrico a proponer su autodestrucción. Contra todo esto va ese informe.

La teoría regulatoria habla tanto de “windfall profits”, como de “windfall looses”. Es decir pérdidas caídas del cielo. Casi siempre estas pérdidas se relacionan con fenómenos adversos inesperados, la acción administrativa y del regulador. Por ello, las empresas españolas eléctricas (por cierto, altamente eficientes comparativamente con Europa) ante este panorama que ha generado su regulador (algo impensable en ningún país civilizado que masacra su sector) han sufrido los rigores de los mercados, la bolsa y los analistas internacionales, que han advertido la existencia de riesgos regulatorio provocado por una facción, los “retroprogresivos”. Tanto es así, que los elementos más razonables y de mayor experiencia del partido del gobierno se han desmarcado abiertamente de semejante barbaridad postcomunista y postfranquista.

En este sentido, el regulador, el consejo de Administración de la CNE, con la aprobación de este informe se ha convertido en el principal “windfall looses” del sector energético. Tirando piedras al cielo. Contra nuestro propio tejado. Pasar del maná divino al pedrisco devorador de las cosechas, el mercado y la inversión. El problema es que además de repercutir sobre las empresas, influye sobre la calidad y la solvencia económica de nuestro país, sobre el bienestar de la sociedad y sobre nuestra democracia.

La verdad de las mentiras

El pasado viernes el periodista Miguel Ángel Aguilar publicó en Cinco Días un artículo titulado “Sobre los costes y precios de la electricidad”, donde recoge con más o menos acierto la versión más cercana a la autoría del informe sobre costes y precios de la Comisión Nacional de Energía. La evidencia de que el gran periodista (colaborador de El País y La Vanguardia, además del citado medio económico) muestra una versión oficial, es palpable, cuando se aprecia que en el texto recoge información deliberadamente falsa de la que le han provisto.

Quizá todo proviene de la propia naturaleza del propio informe impropio, verdadero informe del ácido bórico del sector energético. Se trata de un informe que no sale de los servicios de la Comisión (no cuenta ni con los datos económicos, ni contables del organismo) y que desde la Dirección de Regulación se acepta como propio, a instancias de un consejero, como ya relató este medio (recordemos que la Dirección Eléctrica del organismo no participó en su elaboración).

El informe se redacta desde alguna instancia académica, con unos intereses turbios, pero lo que es seguro es que ha conseguido generar una sensación de inseguridad jurídica y, patrióticamente, abaratar los precios objetivos de las empresas españolas energéticas. Este fin de semana, por fin, se ha desvelado la autoría intelectual del consejero Jorge Fabra. De hecho, como también ya informamos en Energía Diario, parte del contenido del mismo se encuentra en un artículo que será publicado por la propia Comisión Nacional de Energía en una próxima publicación.

Repasemos las falsedades inoculadas y difundidas por el informe.

La primera información falsa es la de que las instalaciones nucleares e hidroeléctricas están amortizadas y su coste de generación sea cero. Y es falsa porque en los estados contables figuran esas cantidades que los autores del informe no han querido incorporar. Por tanto, hay testimonio legal, juridico, económico y documental de la mentira. ¡Que barbaridad! Hay que remitirse a la contabilidad de las empresas. Una central hidroeléctrica, por ejemplo, tiene un período de amortización de más de sesenta años y las últimas puestas en funcionamiento en España son de principios de los noventa. Hagan la cuenta y seguro que no les sale. Pero es que además, faltan más gastos, tributos, mantenimiento y repotenciación, incluso los autores del informe no conocen los precios de los contratos del gas para poder hacer comparaciones. Un supuesto de pizarra para llegar a conclusiones nefandas. ¿Quién le dado esta información (falsa y falaz) al Sr. Aguilar?.

Otra información peculiar es que, tanto la energía nuclear como la hidráulica, no emiten dióxido de carbono y, por tanto, no se ven penalizadas por ello. Falso. Radicalmente falso. El último real decreto ley aprobado por procedimiento de urgencia (en una encerrona en el parlamento) consolidó la metodología de detracción de los derechos de emisión, afectando a todas las tecnologías emisoras o no. Todas las empresas eléctricas, a pachas, y a todas sus tecnologías se les descuentan los derechos de emisión, incluso a las no emisoras. ¿Quién le ha contado al Sr. Aguilar sólo una versión interesada de los hechos que oculta los costes reales? ¿Por qué nadie salió a explicar porqué se deducen los derechos de emisión a la hidráulica y la nuclear, aunque no emiten carbono? ¿Qué política medioambiental se quiere trasladar con este mensaje?.

La última información falsa es que el informe ha pasado sin ser visto. Bueno, si ha sido visto, Por todos los analistas internacionales y bancos de negocios, que en sus informes sitúan en nuestro país riesgo regulatorio. Lo dijo recientemente Goldman Sach, estimando una rebaja de los precios objetivos de las eléctricas españolas, por el riesgo regulatorio. Como si fuéramos una república bananera.

Pero lo más grave, la más falsa de todas, que está entrelazada en lo que hay escrito en el propio informe de la Comisión Nacional de Energía, es la ambigüedad demagógica consciente de que no sirve para bajar los precios de la energía y sólo justifica ilusionas posiciones de rebaja de los precios de la energía. El propio informe no cuestiona el precio de la energía. Sólo sirve para justificar que hay rentas, de dos energías en concreto, sobre las cuales hay una cruzada particular, dado que se trata de un mercado marginalista y aceptan el precio medio. Como todos los mercados.

De esta manera la Comisión quiere poner al gobierno en el disparadero para que modifique el mercado que se configuró en la Ley del Sector Eléctrico, para volver a un mecanismo puramente arbitrista, un franquismo de Directores Generales que deciden las “rentas” no sólo por empresas, sino por tecnologías. Una autoridad competente, fija los precios, en función de los costes reconocidos, más una tasa de beneficios fijada reglamentariamente. Lo que abre paso a que los gestores se compren peceras de peces caros. Cuanto más coste tiene una actividad, más es la base sobre la que se aplica el interés del beneficio previsto reglamentariamente, ¿no?. Así se engorda todo lo que forma parte del negocio, por lo que no hay incentivo a ser eficiente, sino a lo contrario. ¡Qué tiempos aquellos del franquismo del marco legal estable!.

Además, cuando no hay mercado y todo es decidido por la Autoridad, se beneficia al que más capacidad de poder tiene. Así, por ejemplo, se ha permitido que en el modelo de transporte (plenamente sujeto a un modelo de determinación de su retribución regulado, pero con la ventaja de ser monopolio) Red Eléctrica tenga hoy mejores previsiones y valoraciones de sus resultados que las eléctricas que se someten al mercado. Además en septiembre ya lo tiene todo cobrado, como pedía. También se lo debían haber explicado a Miguel Ángel Aguilar, porque también sale de la tarifa eléctrica.

Nuestro país ha crecido desde que se han liberalizado los mercados y la actividad. El Marco Legal Estable dejó nuestro país al borde de una crisis de seguridad de suministro por falta de inversión, y el mercado lo ha resuelto gracias a un mecanismo muy eficiente de funcionamiento. Por ello, hoy la situación económica de nuestro país no está para tonterías, como introducir mecanismos de inseguridad jurídica, de quiebra sobre los modelos y de involución sobre lo que estipula la Unión Europea. O bien, de retrocesos en los mercados liberalizados por las aspiraciones nostálgicas tardofranqusitas, para ir a energía subvencionada.

Miguel Ángel Aguilar, que es un excelente escritor y periodista, un hombre que conoce la estrategia militar como nadie, sabe que estos argumentos, cuidadosamente elaborados y sencillos de trasladar, encierran un importante veneno para la credibilidad económica de un país. Pero también es cierto que un informe tan oscuro, no es tan fácil de desgranar y, con una visión tan «oficializada», ¿quién va a pensar que hay otro tipo de intereses detrás?. Por ello, seguramente precisará de información de algún antagonista para que reequilibre la posición ideológica y trasnochada de un informe que nos lleva a la caverna.

Gran volatilidad y nerviosismo en el mercado del crudo

Los precios del crudo han experimentado una nueva semana de gran volatilidad, cayendo en picado el lunes y martes para recuperar el terreno perdido en los días siguientes, superar el viernes por primera vez los 147 dólares y moderarse finalmente al mismo nivel que al cierre de la semana anterior.

Así, el valor del barril de petróleo de Texas, referente en EEUU, bajó más de nueve dólares el lunes y martes, se mantuvo estable el miércoles, se disparó el jueves y viernes más de 10 dólares y batió un nuevo récord de 147,27 dólares, antes de retroceder y cerrar la sesión a 145,08 dólares en la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX).

Un comportamiento similar mostró el crudo Brent, la referencia para Europa, que marcó un nuevo máximo histórico de 147,50 dólares, aunque luego terminó a 144,49 dólares/barril en el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres.

Respecto al cierre de la semana anterior, ambos crudos «ligeros y dulces», de alta calidad, apenas variaron su valor: el WTI retrocedió 0,21 dólares y el Brent subió sólo en 0,07 dólares.

El alza del viernes coincidió con un debilitamiento del dólar frente al euro, pues la moneda europea llegó a cambiarse a 1,5914 dólares, frente a los 1,5792 dólares del jueves.

Los altibajos de cuatro y cinco dólares en el precio del crudo y en una sola jornada son ahora la tónica en los mercados de futuros, una volatilidad extrema que, según los analistas, refleja la incertidumbre y el nerviosismo del sector.

«Más pruebas de misiles en Irán, un anuncio del Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND, en inglés) del fin de un alto el fuego unilateral en el Delta del Níger y noticias sobre una huelga de trabajadores petroleros en Brasil bastaron» para que el crudo volviese a dispararse, advirtió la asesora JBC Energy.

Los mercados reaccionan especialmente sensibles al conflicto sobre el controvertido programa nuclear de Irán, puesto que el país persa, además de ser el cuarto productor mundial de crudo y el segundo de la OPEP, puede bloquear el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 40 por ciento de los fletes petroleros de todo el Planeta.

Las tensiones entre Teherán y las potencias occidentales ha ido en aumento esta semana por los ensayos de misiles efectuados por Irán, actividades que la Casa Blanca calificó de «provocativas».

En este ambiente, los precios del «oro negro» recibieron un fuerte impulso debido a una información sobre aviones israelíes que usaban bases estadounidenses en Irak para entrenar un posible ataque a Irán, publicada por el diario israelí Yediot Aharonot. Pero unas horas más tarde, el Ejército israelí desmintió «categóricamente» la noticia, y los precios retrocedieron.

El secretario general de la OPEP, el libio Abdalá Salem El-Badri, advirtió el jueves, en rueda de prensa en Viena, de que la organización no puede compensar una eventual suspensión de las exportaciones iraníes de petróleo. «Espero que no haya un ataque a Irán, pero si pasa algo, es imposible reemplazar la producción de Irán», dijo El-Badri.

El-Badri insistió en la postura del grupo de que el precio actual del petróleo «está inflamado» por problemas ajenos a la oferta, como los conflictos geopolíticos, el debilitamiento del dólar, la especulación y los cuellos de botella en el sector del refino.

La OPEP informó, en su publicación «Previsión del Petróleo 2008», de que sus estimaciones se basan en un precio de entre 70 y 90 dólares para el barril de su crudo referencial, aunque actualmente esté a más de 133 dólares.

Consumidores, costes, precios y ácido bórico

Resulta bastante positivo que la jornada que tuvo lugar en el Consejo de Consumidores, en materia de la liberalización de del sector energético para los consumidores abandonara el telón de fondo del Informe sobre Costes y Precios de la Comisión Nacional de Energía (pese a los augurios derivados de la propia configuración del programa y el título de la ponencia que iba a pronunciar el consejero de la Comisión Nacional de Energía, Sebastián Ruscalleda). Fue el mismo, quien aseveró que no iba a hablar de ese informe, pese a lo que había publicado este medio.

En eso solo, cabe felicitarse por nuestro error, por que nuestro celo fuera excesivo con la posibilidad de que el informe se utilizase para condicionar la posición de los consumidores domésticos, a la hora de introducir “granillo” en el proceso de la liberalización de la tarifa. Además, curiosamente, en la jornada se oyó por primera vez la “queja” de los consumidores domésticos, sobre la transferencia de cargas tarifarías que se produce en beneficio de los grandes consumidores. Hemos avanzado algo también.

Y, por ello, también hay que valorar positivamente el enfoque en el que se centró el ponente, sobre todo en el reconocimiento de la situación acumulada de déficit tarifario, así como el traslado de la necesidad de ‘socializar’ los esfuerzos en materia de eficiencia energética. “La mejor energía es la que no se consume”. Esta debería ser una consecuencia primordial en un escenario de precios energéticos como el actual, indiscutiblemente, en espiral creciente. Consecuencia, que sería más evidente para todos si todos tuviéramos los precios formados en los mercados de la energía de forma ‘transparente’, es decir mediante la adicción de componentes y no mediante la ocultación de la realidad por el tope de la tarifa regulada.

También, porque pese a los temores fundados por el título de la ponencia, no abordar este Informe sobre Costes y Precios es, en concreto, un avance. Sobre este informe crece de forma continuada su cuestionamiento tanto por sus conclusiones intencionales (la diferencias entre las tecnologías y sus costes, la refutación consecuente de nuestro mercado pese a sus evidencias, sus rasgos de precios homologables a los de otros países, la incorporación de nuevos operadores y el propio funcionamiento más abierto que otros mercados europeos), como por su momento (addenda oportunista al informe de tarifas del tercer trimestre) y por su proceso de elaboración en el seno del organismo (elaboración externa al organismo, sin concurso de Direcciones especializadas, tranformando informes académicos, conferencias y artículos con denominación de origen y estudiado por su consejo ‘in extremas’). Ya se pudo ver la falta de sintonía de este informe en amplías capas del sector, de los expertos y de la Administración en la jornada organizada por la Fundación Alternativas.

Pero es más. Incluso en su metodología dista enormemente de lo que es un estudio riguroso, tal y como se van esclareciendo, conforme se van conociendo los detalles, intríngulis y matices del mismo. El hecho de que este Informe no cuente con información contable y económica de las empresas, que obvie la situación real de las amortizaciones, de las reinversiones realizadas en los activos, los gastos de mantenimiento de las instalaciones o de los que cuestiona sobre la base de supuestos académicos y matemáticos. Incluso que en los supuestos de rentabilidad de las empresas se mezclen deliberadamente mercados nacionales e internacionales para cuestionar a las mismas. Vamos como si se pudieran importar resultados para enjugar la tarifa. Todos recordamos aquel supuesto de los problemas de física “en condiciones atmosféricas perfectas” o aquel famoso “Supongamos que no hay rozamiento”. Pero lo hay. El hecho es que este informe ha hecho correr ríos de tinta sobre la estabilidad regulatoria española, algo que no es en ningún caso positivo.

Sobre todo porque en nuestro país los informes no son imparciales y buscan focalizar los debates o condicionarlos. El marco. Fíjense la ‘entente’, recientemente resuelta, que ha traído durante tanto tiempo el famoso informe del ‘acido bórico’. Con muy pocos datos, con muchas especulaciones, suposiciones, sojuzgando los hechos de antemano y con una intencionalidad decidida para determinar su punto de llegada: su promulgación, difusión y objetivo era desmontar las posiciones más razonables que surgían de la investigación y de los datos sobre el 11 M y abrir una polémica artificial.

Por cierto, el Informe sobre Costes y Precios de la CNE se entregó en la documentación distribuida en este evento…

La bomba.

«Marxismo» en torno a las subvenciones y la liberalización de las tarifas

En uno de esos diálogos hilarantes que Groucho Marx protagonizaba en sus películas, hablaba con su actriz protagonista Margaret Sullivan y le espetaba ¿Quiere Vd. acostarse conmigo por un millón de dólares? A lo que ella contestaba: “Sí, por supuesto”. Cuando el inefable Groucho volvía a preguntarle ¿Y por seis dólares?. Ella aseveraba “Pero bueno, ¡pero quien se ha creído que soy!”. Y, el punzante como siempre y certero como nunca, decía “Eso ya está claro, ahora sólo falta regatear”. Pues bien, algo semejante pasa con las consabidas subvenciones de la tarifa eléctrica que se realizan actualmente a los grandes consumidores, tal y como se destapado la prensa económica en estos días.

El marginalismo para el que se lo trabaja

En primer lugar, porque ya no se discute que existan o no las mismas. Hemos avanzado algo. Si se discutieran quiere decir que estaríamos nuevamente, hablando del sexo de los angeles y, al menos, eso no es cierto. Lo que se discute ahora es como se pagan, quién las paga, si está bien que se paguen para que haya una “política industrial” basada en la tarifa eléctrica, o no. Nada más y nada menos. A cambio de eso, lo que suele pasar es lo contrario, es que en esta defensa a ultranza de los derechos adquiridos, consolidados de los “trienios” de la tarifa, consiste en atacar un mercado homologable en todos sus términos a los de otros países europeos, porque funciona como todos los mercados fijando el precio según la oferta y la demanda, y por eso se le denomina marginalista. Y, todo ello, bajo la amenaza, la coartada permanente de la “pérdida de competitividad” y del empleo. Contra eso se lanza una tangana en la que todos los gatos son pardos. Pero, casualmente cuando alguno de estos consumidores de electricidad intensiva vende sus productos a otro, no se produce la “regalina”, no se produce la rebaja, no se abandona el marginalismo de sus sucesivos mercados en los que operan. Por ejemplo, la industria naval que compra a las industrias siderúrgicas, acero y éste se rige por los precios internacionales, como ayer se pudo leer en el diario económico Cinco Días con todas las letras, y casi de forma obscena, la electricidad “barata” era moneda de cambio. El marginalismo es para el que se lo trabaja. Eso es obvio.

O por ejemplo, la entrevista al presidente de XStrata en La Razón, en la que afirmaba «en su momento compramos activos muy baratos que hemos reconvertido y que ahora están dando muy buenos rendimientos» o «Nuestra gran diversificación -cobre, carbón, níquel, ferroaleacciones, zinc, plomo, plata- nos permite defendernos mejor». No parece defender que se haga control de las rentabilidades según los costes de adquisición de los activos, ni que haya que controlar rentabilidades por tecnologías ni que haya que vender al coste puro de producción. O sea, marginalismo. Lo normal, lo que pasa en todos los sitios.

Se dice que alguien falta a la verdad cuando lo que dice no es cierto, es incierto, es falso o es falaz. Se dice que alguien falta a la razón cuando lo que afirma no tiene coherencia, no está en sus cabales, no es aplicable en su tiempo y en su momento. El proceso de liberalización de las tarifas energéticas, que como cualquier proceso de liberalización o, mejor dicho incurre en una dinámica cambio-resistencia propia de todas las sociedades, de todos los grupos sociales y de todas las organizaciones. Sobre todo porque, razonablemente, siempre hay “perjudicados” o “beneficiados”. Son perjudicados aquellos que ven empeorada su situación de partida, esté justificada o no, sobre todo si piensan que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y siempre hacía buen tiempo, siempre a salvo de la evolución de los precios de la energía en los mercados internacionales. El limbo. Es el Yin y el Yan en este caso del sector energético.

¿Energía subvencionada para ser competitivos?

Lo primero que es sumamente peligroso es difundir la idea de que la electricidad debe estar subvencionada para ser competitivos (un eufemismo) o para que los ciudadanos no sufran los rigores de la realidad de los costes de la energía. Que vivan “desconectados” de la realidad. (¿Por qué no subvencionar el petróleo o el gasoil a los agricultores?. Al fin y al cabo son un sector en repliegue, con una crisis de precios importante. ¿O a los camioneros, o a los pescadores…?. Razones puede haber miles para cada subvención). En este sentido, llega un momento en que parece normal que la electricidad esté subvencionada o endeudada hacia el infinito. No deja del todo tranquilo que las propias actuaciones de los responsables ministeriales, con mala conciencia por subir los precios, que ni siquiera buscan equilibrar el déficit tarifario, aunque bien es cierto que la liberalización de las tarifas industriales ha sido superada con éxito.

Por ello, los representantes de ese antiguo régimen, los ‘retroprogresivos’, encuentran un hueco para justificar su enfrentamiento con la realidad, porque entienden que la mejor política industrial es la que pagan otros. Como en los viejos tiempos en que se amañaban las cosas en el Palacio del Pardo, y en otras instancias del poder, y no se conocían los costes ciertos de las cosas, todo era un ‘pasteleo’ y se configuraba un sistema mutuo de garantías. Quizá el mayor argumento, o el único, para que la tarifa eléctrica para los consumidores no esté liberalizada hasta ahora es que ha sido la última y ha heredado la reminiscencia de incluirse en un ‘pack’ que recuerda a la antigua Junta Superior de Precios.

La segunda derivada, es que en este estado cosas, es que no es de recibo para atesorar una posición de partida, censurar y atentar contra el mercado eléctrico español, acusarlo de no competitivo (siendo uno de los más abiertos de Europa, con más número de operadores, nuevos, entrantes, y de tecnologías, cada una con su papel y con su misión). Decir que es marginalista (como son todos los mercados). Como el mercado del acero, el petróleo, los tomates o los pisos, de todas las materias primas, bienes y servicios. O que no diferencia día o noche (diferencia horarios). Y obviar que ha sido el responsable de resolver una crisis de oferta que tenía nuestro país al principio de esta década gracias a la inversión generada. Pero, en todo caso, en este entorno europeo, ya no vale esto.

Lo peor de todo es que además a esto se sume la Comisión Nacional de Energía, con su informe sobre costes y precios a esta ceremonia de la confusión, buscando quebrar la confianza en una institución como debe ser el mercado, con el argumento saduceo de la diferencia entre costes y precios. Sobre todo porque el regulador debería ser garante de la legalidad existente y del propio mercado, no su fustigador.

Como decía también Groucho Marx, si no les gusta estos principios, no se preocupen,… tengo otros.

Previsión, 150 dólares

Los precios del crudo han continuado su escalada de récords históricos y se vislumbra la barrera de los 150 dólares por barril, tras una semana en la que el XIX Congreso Mundial del Petróleo celebrado en Madrid reveló la falta de consenso para adoptar medidas que pongan fin a la carrera alcista.

En los mercados de futuros de Londres y Nueva York, las cotizaciones del crudo del mar del Norte (Brent) y del Petróleo Intermedio de Texas (WTI), las respectivas referencias para Europa y Estados Unidos, subieron esta semana un 2,9 y un 3,6 por ciento, acumulando sendos encarecimientos del 53 y el 48 por ciento.

El precio del barril (de 159 litros) de Brent para entrega en agosto, si bien cerró marcadamente a la baja en el londinense International Exchange Futures (ICE), después de haber superado un día antes por primera vez los 146 dólares, quedó en 144,42 dólares, 4,11 dólares más que el viernes precedente.

En la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX), cerrada el 4 de julio por celebrarse en EEUU el Día de la Independencia, el WTI terminó el jueves a 145,29 dólares por barril, el valor de cierre más alto de su historia, con una subida de 5,08 dólares respecto al término de la semana anterior.

Hace un año los precios del Brent y del Texas se situaban a poco más de 70 dólares, y ya entonces preocupaba su sostenida subida, que se aceleró a partir de septiembre de 2007, tras desatarse en Estados Unidos la crisis de créditos hipotecarios «subprime».

El encarecimiento de más del cien por cien en los últimos doce meses se registra asimismo en el barril usado como referencia por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que superó por primera vez los 140 dólares.

La semana petrolera se inició con la apertura del XIX Congreso Mundial de Petróleo, que congregó en Madrid a más de 4.000 máximos responsables del sector a nivel estatal, privado y de organizaciones internacionales. Al igual que ocurrió en la ciudad saudí de Yeda el 22 de junio en una reunión urgente entre productores y consumidores de crudo, lo que quedó de manifiesto en este foro que se celebra cada tres años es que, de momento, no hay soluciones rápidas a la actual crisis.

Los consumidores piden a los productores un aumento de los suministros e inversiones en sus infraestructuras petroleras, pero la OPEP insistió en que la oferta actual es suficiente, y atribuyó gran parte del encarecimiento actual del petróleo a la especulación financiera, la debilidad del dólar y los conflictos geopolíticos.

Como viene ocurriendo desde hace meses, esta semana casi todas las subidas registradas en el precio del crudo coincidieron con un debilitamiento del dólar frente al euro y otras divisas, un fenómeno que lleva a inversores y especuladores a refugiar su capital en el «oro negro» y otras divisas. También pesó en los mercados la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos de interés en un cuarto de punto, hasta el 4,25 por ciento, pues puede fortalecer al euro frente al dólar, y por ende la subida del petróleo.

Pero los analistas atribuyeron la fuerte alza sobre todo al recrudecimiento del conflicto por el programa nuclear de Irán, ante los rumores de que Israel prepararía un ataque preventivo contra el país persa, acusado de intentar fabricar una bomba atómica.

El ministro iraní del Petróleo, Gholam Hossein Nozari, advirtió en Madrid de que el temor a que se produzca una acción militar contra Teherán impulsa el encarecimiento del crudo y dijo que «nadie puede imaginar cuál sería la reacción» si Irán, segundo productor de la OPEP y cuarto del mundo, sufre un ataque.

Las tensiones se aliviaron sin embargo, cuando trascendió que Teherán ha respondido a una carta de los ministros de Asuntos Exteriores del grupo 5+1 (EEUU, Reino Unido, China y Francia, así como Alemania). La agencia semi oficial iraní Mehr informó ayer de que el Alto representante de la Unión Europea para la política exterior (UE), Javier Solana, y el principal negociador de Irán en materia nuclear, Said Yalili, volverán a reunirse a mediados de este mes.

La portavoz de Solana, Cristina Gallach, confirmó a en Bruselas que el jefe de la diplomacia europea recibió la contestación de las autoridades iraníes a la propuesta que les presentó el pasado 14 de junio y se encarga de transmitirla al resto de negociadores.

El ministro descorbatado

Durante el Pleno Extraordinario del Congreso, que pretendía dar luz sobre la situación económica que atraviesa el país, el Ministro de Industria, Miguel Sebastián protagonizó, sin quererlo (o eso suponemos), la anécdota del día. Y todo por culpa de una corbata.

Resulta que Sebastián era el único ministro del hemiciclo que no llevaba tal prenda, por lo que el Presidente del Congreso, José Bono, le hizo llegar una a través del ujier mayor, al darse cuenta de la situación.

Sin embargo, el ministro Sebastián rechazó el presente de Bono (una corbata estampada con pequeños leones, que se vende en la Cámara Baja, a un precio de 35 euros) aduciendo que en su departamento tienen permiso para ir vestidos de manera informal mientras ejerzan sus funciones, excepto para acudir a los actos oficiales.

Esta medida se incluye dentro de su campaña de concienciación al ciudadano sobre el ahorro de energía, en concreto, la del uso responsable del aire acondicionado, por lo que han optado por situar en 24 grados la media de sus instalaciones durante todo el verano.

A pesar de esto, Bono no pudo reprimir comentar en su habitual tono irónico que si aquello no era un acto oficial, ¿qué era?, ‘¿una reunión folclórica?’.

De todos modos, y pese al gesto del Presidente del Congreso, lo que está claro es que Sebastián hizo caso omiso (de todos es conocida su enérgica personalidad) al salir del debate como había entrado… sin corbata. Habrá que ver lo que entiende el señor Ministro por acto oficial.

Y también habrá que ver lo que entiende el señor Ministro por el uso responsable de la energía. Si se trata de medidas voluntaristas como la de elevar la temperatura en verano o fijar unos precios coherentes que se adecúen a los costes de los ciudadanos.

Pero desde luego, lo que no se puede negar es el humor que tiene Don Miguel, puesto que un día después de lo acontetido, se ha presentado en el Congreso con un obsequio para Don José. Un bonito termómetro para que mida la temperatura del hemiciclo.

Manda huevos, que diría el que fuera Presidente del Congreso, Federico Trillo.