La congelación de las tarifas: ¿una razón de Estado?

Como se informa hoy en los medios de comunicación, el Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía (CNE) estudia hoy la propuesta de congelación de tarifas eléctricas. El organismo que preside Maite Costa tiene que decidir contra sus propias opiniones anteriores: ya ha expresado la necesidad de subir las tarifas eléctricas y contra lo que ya podemos denominar ‘tradición’: el ‘Moncloa dixit’, con desmentidos sobre las subidas de tarifa, con un coste político para los Ministros promotores. El Ministerio de Industria, en previsión, ya se ha adelantado, no se sabe sí por propia iniciativa o por indicaciones de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno y ni ha intentado mover los precios de la electricidad. Al menos, en esta revisión de octubre, nos hemos evitado esa sensación de descoordinación en el Gobierno tan desagradable.

Así, en este estado de cosas, duro papel el de los nueve consejeros de este organismo, que tienen que emitir su juicio, contra el lenguaje de retórica preelectoral que adorna la memoria remitida por el Ministerio de Industria: la ‘responsabilidad política’, como legitimador de que no se modifiquen las tarifas, y en paralelo, se retoquen y revisen cuestiones como la garantía de potencia.

En el fondo, ‘la responsabilidad política’, expresada así y en un entorno de precios energéticos como el actual, es un argumento de tintes semejantes el viejo argumento de la ‘razón de Estado’. Ese argumento, la ‘razón de Estado’, es el que se esgrime por los gobiernos, cuando buscan justificación a medidas proteccionistas o a comportamientos políticos o económicos poco ortodoxos. Supone volver a una retórica del ‘poder duro’ (como diría Joseph Nye) en sociedades abiertas, democráticas y liberales, para refrendar sin discusión decisiones a pies juntillas, a ocho meses de unas elecciones dejando la racionalidad a un lado. Por poner un ejemplo, ese fue el comportamiento (y la justificación) en 1973 de la dictadura del General Franco, ante la subida de precios del petróleo, en un escenario final de debilidad para eludir su inoportuno impacto.

Así, la Comisión Nacional de Energía (CNE) tiene por tanto que emitir un juicio sobre una cuestión cuyo pronunciamiento tiene escasa virtualidad, ya que parece completamente atado y bien atado. Su argumentación, desde el punto de vista económico, desde el punto de vista la política energética, desde la perspectiva de la liberalización del mercado y la competencia, desde el punto de vista de eficiencia y fomento del ahorro, desde la óptica de los criterios de la Comisión Europea o del incremento de los costes futuros de la energía, será difícil de justificar, se mire por donde se mire. Es una tarifa que amplía y perpetua el déficit tarifario, incluyendo el ex-ante, y eso que hemos tenido unas condiciones metereológicas envidiables. A ese dudoso hueco intermedio entre todas estas motivaciones racionales es a lo que la Memoria que justifica la Orden de no subida de tarifas denomina, ‘responsabilidad política’. Su peculiar visión de la ‘razón de Estado’ en esta materia, aunque incluya endulzar la realidad a los consumidores presentes y futuros con la consecuencia de que gasten más.

Sin entrar ideológicamente en la cuestión del intervencionismo o el proteccionismo en su caso, no se deben confundir intereses del partido (por tanto, electorales, propios, doctrinarios), con intereses del Estado. Por eso, de aquí, a la próxima revisión de tarifas podemos tener varios escenarios: primero, que las encuestas recorten distancias entre los dos partidos o, segundo, bien que se amplíen. El efecto en el precio de la luz para los consumidores puede ser muy diferente. Así que, si le llaman para hacerle una encuesta diga que votará al Partido Popular y luego haga lo que quiera. Le saldrá a cuenta.

Las eléctricas levantan el dedo

Recientemente, la patronal eléctrica, UNESA, ha expresado públicamente su disconformidad con la posición del Ministerio de Industria de elevar como propuesta, la congelación de las tarifas eléctricas en su revisión del mes de octubre. Casi a la vez, conocíamos que UNESA había remitido al Secretario General de Energía, Ignasi Nieto su posición contraria a la definición de Red Eléctrica de España como transportista monopolista único, novedad introducida en la fase final de la tramitación parlamentaria de la reforma del sector eléctrico, con motivo de la transposición de las Directivas comunitarias (aunque éste se trata de un precepto no incluido en las mismas, sino decidido unilateralmente por Industria).

La pinza

La primera lectura que podemos obtener de estos dos hechos es el paso adelante de la patronal eléctrica hacia una posición sectorial más activa y militante, frente a un comportamiento de la Administración Pública cada vez más intervencionista, en la pinza que forman Ministerio de Industria y Red Eléctrica, que tiene una más que reconocida capacidad de influencia en los ámbitos regulatorios. En definitiva, pone el dedo en la llaga de la sangría regulatoria del sector eléctrico abierta a través de REE. La segunda lectura es que la movilización de la patronal, en un sector con una conformación empresarial cada vez más heterogénea, evidencia la unanimidad en una cuestión de una magnitud y un alcance como éste y, finalmente, la erosión, en este caso, de la capacidad de ‘lavar los trapos sucios en privado’ que se hubiera deseado desde otras instancias.

En el centro de todas estas cuestiones, el papel y comportamiento de Red Eléctrica de España, con Luis Atienza a la cabeza (aunque ahora en una fase oscura y altamente discreta a la luz del incidente de Barcelona), en virtud de su capacidad de influencia. Atrincherada frente al sector y pertrechada por el Ministerio, la ‘independencia’ del operador de sistema y operador de transporte, cada vez se cuestiona más: desde la elaboración del informe contra Iberdrola para cuantificar su responsabilidad sobre el déficit tarifario del 2006 a raíz de la regulación de las operaciones bilateralizadas, las actuaciones sumarísimas para el abandono de los tramos de 220 kV en construcción por las distribuidoras una vez que se promulga la reforma de la ley del sector eléctrico, los problemas en las grandes ciudades y, hasta la propia forma de condicionar el acceso a la red y el crecimiento de la misma (y si no que se lo digan a los operadores de parques eólicos) acentúan el envenenamiento de esta situación.

En la parte trasera, el fuerte componente político que mantiene Red Eléctrica en su configuración, con perfiles fuertemente vinculados a las estructuras de partido (véase Luis Atienza, el propio Alberto Carbajo o Javier de Quinto, los tres miembros del PSOE destacados con una fuerte militancia). El acceso que se les reconoce para que desde Energía gestionen sus peticiones y sean incorporadas regulatoriamente en los proyectos normativos (el caso más reciente es la reforma del sector eléctrico, para adquirir la condición de transportista y monopolista único) y su condición de proveedores preferentes de asistencia técnica de la Administración (lo que une mucho). Finalmente, las propias conexiones de Luis Atienza con Moncloa (le atribuyen una excelente relación con Zapatero), promueven que en el sector se le trate como Ministro escondido de Energía, con todas las ventajas y sin los inconvenientes políticos que debe soportar Joan Clos por ser el titular público de la cartera.

Lo que es evidente es que las reclamaciones de UNESA han puesto el tema sobre la mesa, tanto en sus vertientes explícitas como en las implícitas que tiene esta cuestión. Atentos a los acontecimientos.

Plaga de topillos en el mercado eléctrico

Este verano hemos asistido en los campos de cereal y viñedo de Castilla y León a la proliferación de una plaga: los topillos. Se han hecho casi presentes de forma perenne en los informativos, en lo que los expertos denominan una ‘serpiente de verano’. Sus características: son pequeños, resultan cantidades ingentes, devoran las cosechas y con el esfuerzo de loa agricultores a mordiscos y acaban propagando una enfermedad, la turalemia entre los seres humanos. El que sean pequeños no quiere decir que no sean peligrosísimos: su efecto es la acumulación, el hecho de ser plaga (resistente a los tratamientos) y su permanencia en el tiempo, es decir su acción continuada.

La metáfora de los topillos es aplicable a los ataques continuados al funcionamiento del mercado eléctrico, que parte de una convicción (o mejor dicho, de una no convicción) y es la desconfianza hacia el mismo. Una táctica que por el método del rebosamiento puede acabar con él y, así, volver a escenarios más ‘consensuados’ y tradicionales. En ese marco se inscriben, todas las iniciativas que se han venido dirigiendo para ‘intervenir’ en el mismo. Cada una de ellas son una camada de ‘topillos’ devorando la cosecha, en este caso, lo construido desde el año 1998 en torno al funcionamiento del mercado.

Así tenemos grandes hordas de topillos royendo las bases del mercado eléctrico. En primer lugar, pieza clave en el andamiaje de esta deconstrucción, la política de precios eléctricos y de déficit tarifario desarrollado. Devastador para las posibilidades de competencia en el sector, letal para la configuración de un sector de comercialización básico en un proceso de estas características. Otros episodios más o menos semajantes, ataques de los topillos regulatorios: la fijación de precios en las operaciones bilateralizadas, por ejemplo, fue también una andanada de topillos al mismo corazón del sistema: lo que no se puede conseguir por una política energética coherente, se debe ganar de forma regulatoria a través de la intervención directa.

Otro ejemplo son los vaivenes mantenidos con el tratamiento de los derechos de emisión asignados gratuitamente al sector eléctrico y su descuento de la tarifa. Su tratamiento errático, con fórmulas que evitan su aplicación directa en función de sus ‘otorgamientos’ y de su utilización en la generación, en pos de otras, que incluso reparten los mismos a instalaciones no emisoras, para evitar efectos no ‘deseados’ políticamente. El hecho es que a mediados de septiembre del año 2007, y desde la Secretaria General de Energía, encontramos otro agujero horadado por los topillos del mercado eléctrico: aún no se ha cerrado la liquidación del año 2006, en un ejercicio imposible y poco justificable en cualquier sector económico: la imposibilidad de conocer sus resultados económicos con la fiabilidad y prontitud que se exige de un país avanzado.

Por otro lado, las iniciativas dirigidas a disminuir la seguridad regulatoria, infelizmente consagrada en la reforma del R.D. 436/2004, aunque moderada en sus primeros efectos, a trancas y barrancas, por la propia presión de los agentes económicos. Los cambios de retribuciones en determinados activos regulados (que dieron al traste en bolsa con Red Eléctrica o Enagás) o la configuración del transportista monopolista único, son también otra suerte de huestes de topillos dentro del mercado eléctrico. ¿Y qué podemos decir, de los amagos en el funcionamiento de los mecanismos retributivos de las primas en la energía solar fotovoltaica o de que los agentes se quejen sistemáticamente de eso que llaman ‘memorias económicas’ de las medidas regulatorias y de las sorpresas que producen cuando no existe su concreción cuantificada de forma precisa?. O, por ejemplo, la aprobada en verano, orden ministerial para la gestión de la demanda, configurando los servicios de interrumpibilidad, sin salvar probablemente los problemas que han precipitado el procedimiento abierto en la Unión Europea por las denominadas ‘ayudas de Estado’ en esta materia.

O, si analizamos en el plano institucional, la controvertida ‘presidencialización’ de la Comisión Nacional de Energía, hoy en los tribunales y el propio desdén con respecto a sus decisiones desde el Ministerio de Industria (siempre y cuándo son contradictorias con sus intereses, claro). Como ven, cantidades ingentes de topillos, campando a sus anchas, devorando el funcionamiento de las instituciones. Por no señalar la actuación en las operaciones corporativas del sector, como en la OPA de E.ON, consecuencia de acciones regulatorias precipitadas como un ataque de estos roedores que corroen también la imagen exterior de nuestro país.

Los resultados de los topillos no se han hecho esperar: involución en el número de usuarios ‘liberalizados’ (rompiendo los propios compromisos electorales, esos que deben configurar verdaderamente la ‘responsabilidad política de un partido en el gobierno: el objetivo era acabar con el 50% al final de la legislatura). Según el último informe de la Comisión Nacional de Energía esta cifra sigue disminuyendo. Apenas el 7,11 % en el suministro eléctrico, dos puntos menos que hace un año (9,28 %) en el mes de junio. La Unión Europea abriendo procedimientos de infracción por que nos cazan todas (la ultima será las “nuevas-viejas tarifas” que solo hay que leerse eso escrito negro sobre blanco, de la ‘responsabilidad política’ como origen de la congelación de los precios eléctricos, para llevarse las manos a la cabeza y que nos pillen con las manos en la masa).

La turalemia se extiende en forma de consecuencias para el funcionamiento de los mercados: menos liberalización, menos mercado, más intervención. Más topillos y nada más que topillos.

De la responsabilidad política a la urgencia electoral

La propuesta de revisión de tarifas que el Ministerio de Industria a través de la Secretaria General de Energía ha remitido a la Comisión Nacional de Energía (CNE), incorpora en su prefacio una declaración de ‘responsabilidad política’, que es la que motiva o justifica que no se produzca la subida de tarifas. La palabra responsabilidad es un hecho que se refiere siempre respecto de algo o de alguien. Decimos que tenemos responsabilidad en una situación, cuando en la misma de nuestra actuación o de nuestras decisiones, tenemos unas obligaciones que tienen consecuencias sobre los demás.

Con el fin de intentar escudriñar con respecto a quién o a qué tienen “responsabilidad política” los actuales titulares del Ministerio y de la Secretaria de Estado (no llamaremos ‘responsables’ a los mismos hasta el final de este artículo, si se demostrase que así lo fueran), trataremos de hacer una enumeración de todos los sujetos y fenómenos referidos a la energía que podrían atribuirse consecuencias, en función de esa ‘responsabilidad’.

Por eso, en primer lugar, y aunque aparentemente puede parecer que desde el Ministerio de Industria se es ‘responsable’ con los consumidores, dado que no van a percibir precios más altos de la energía. Esto, en realidad es un argumento falaz. Los consumidores, van a ser seducidos por un ejercicio de prestidigitación numérica, dado que el déficit tarifario que se produzca, lo pagarán en el futuro en pequeñas ‘dosis’ y, con sus intereses y todo. Por tanto, si existirán consecuencias para ellos, fruto de esta medida.

En este sentido, en días pasados, el Ministro Clos decía que el déficit del ejercicio se situaría en 1.600 millones de euros (1.616 según la CNE y eso si el petróleo no se descontrola. Teniendo en cuenta los 1.500 ya estaban previstos en el asombroso ‘déficit ex ante’, la ‘torna de la torna’ de la invención financiera energética española, quedarían aún 116 millones por liquidar). El problema es que ahora el crudo se ha vuelto a descontrolar, por ejemplo. Todo ello, con un año de extraordinaria hidraulicidad y con temperaturas asombrosamente suaves. Evidentemente, esta afirmación del Ministro, se trata de una manifestación de deseo, lo que no quiere decir que sea un ejercicio de responsabilidad (política o de otro tipo), por definición.

No parece, tampoco, que sean responsables de hacer coherentes las expresiones voluntaristas y buenos deseos de las políticas de eficiencia energética, con la realidad y mensajes que trasladan estas actuaciones regulatorias. En primer lugar, porque tampoco existen excesivas motivaciones para ser eficientes: si las tarifas no reflejan los costes, qué motivo hay para usar mejor la energía. Parece un razonamiento simple, pero coherente con los incentivos que se transmiten a los agentes económicos. En consecuencia, toda la parafernalia del Consejo de Ministros del mes del mes de julio son papel mojado y ejercicios de retórica bienintencionada. Desde las Estrategias para el Cambio Climático, a la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética, pasando por la Estrategia de Sostenibilidad.

Tampoco parece que sean excesivamente responsables con el funcionamiento del mercado y con los compromisos electorales en materia de liberalización del mismo. Si los costes del sistema están por encima de la tarifa, ¿cómo puede existir margen para que exista comercialización, nuevos operadores y, por ende, competencia?. En consecuencia, con quién no resultan nunca responsables es con el sector comercializador, aunque esta cuestión la trataremos de manera específica.

Del mismo modo, parece poco responsable, a la vez que imposible que se hiciera un viraje como en julio: estabilidad para consumidores domésticos, elevación de tarifas para consumidores empresariales.

Veremos con quién si son responsables. Son responsables con respecto al Palacio de la Moncloa y la Oficina Económica del Presidente y coherentes (aunque no responsables, que es diferente) con respecto a la medida tomada por el Gobierno en la revisión del mes de julio de congelar las tarifas. En este caso, sería irresponsable por parte del Ministro Clos y del Secretario General de Energía, Ignasi Nieto, exponerse a otro ‘escarnio’ público, sin necesidad. Lo responsable es tomarle la medida a la superioridad, lo doctrinario es pensar que lo que dice siempre está bien.

Vean a Pedro Solbes, que bastante tiene con intentar frenar la avalancha de ‘medidas sociales’ de los Ministros en fase de hacer méritos, para enredarse en opinar sobre el estancamiento de las tarifas eléctricas que seguirán alimentando la factura futura de los españoles en sus recibos. Sabe que opinar no sería irresponsable, pero si estéril.

Igualmente, son responsables de cumplir las consignas de partido para dulcificar el camino hacia las elecciones, sobre todo en la medida que las distancias entre las fuerzas políticas del arco parlamentario, siguen aventurando una ‘foto finish’. Y todo ello con una gestión poco pacífica y muy controvertida. No será responsable, pero parece ser que es lo único posible.

El butano o los problemas de una energía sin ‘glamour’

El actualmente presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero en su toma de posesión, dijo para finalizar el mismo que quería dedicar su mandato ‘a los pobres, a la gente humilde y a la paz’. Una declaración de intenciones políticas que no tiene que ver con el ejercicio de dispendio indisimuladamente electoral de estos últimos días, propulsados por el furor de la búsqueda de liquidar el déficit presupuestario a cuenta de las próximas elecciones.

Esta declaración de principios viene a cuento del butano, una energía, que fruto del proceso de modernización del país, de sustitución de viviendas por parte de las familias, de penetración y extensión de otras fuentes como el gas natural, de rehabilitación de los centros urbanos, etc…, ha quedado relegado a su utilización por las economías domésticas más humildes. Energía que nos retrotrae a otra época, a los braseros y los hornillos.

Recientemente Concepción Calzada, presidenta de la Asociación de Distribuidores de Gases Licuados del Petróleo, denunciaba en una entrevista Energía Diario la falta de respuesta por parte del Ministerio de Industria a los problemas que tiene un sector como el de la distribución del gases licuados de petróleo. Una pérdida de cuota de mercado galopante, poca innovación en el producto, salvo la entrada de nuevos operadores todavía muy tímida (y muy dificultosa, dada la red que posee el operador principal, etc…) la atomización de los clientes, una regulación incompleta y anticuada han dado lugar a la progresiva y parece que inexorable desaparición de distribuidores. Desde el punto de vista de su ‘mano de obra’,

Sin embargo, el butano es una energía de un perfil muy doméstica y cuya utilización política desde el punto de vista tarifario es indudable. Como el pollo o la barra de pan (y ahora la luz), el butano ha pasado por ser uno de esos obscuros objetos del deseo, en los que la voluntad de intervención del regulador con fines políticos se hacia patente y entraba en juego: proteger a la ‘ciudadanía’ (¡que término, por Dios!) de la inflación, controlar el descontento social de usuarios y votantes y de ofrecer ‘medidas populares’. Por tanto, el precio de la bombona ha pasado a tener un uso electorales la panoplia de posibilidades de acción que tiene Industria en su mano.

Se trata, no obstante de una energía sin glamour: hoy no protagoniza las denominadas operaciones-corporativas-del-sector-energético: tampoco se le atribuyen planes especiales para su fomento o desarrollo, no hace subastas virtuales, no se introducen mecanismos ‘sofisticados’ de regulación o tiene que ver con la reducción de los gases efecto invernadero. Si eliminamos el componente social derivado del precio de la botella cada vez que se modifica (electoralismo moderado ‘ma non troppo’), vemos como no tiene una presencia en los medios, salvo en estos momentos, por su voluntarioso esfuerzo por salir del anonimato.

En cambio, lo que parecen denunciar los agentes es la falta de atención a todo ese proceso de fondo que sigue el gestor, la necesidad de completar su sistema regulatorio, de efectuar un ajuste y una reconversión del mismo, de forma que el Ministerio se involucrarse en un esfuerzo gestor, como se realiza por otras Administraciones en sectores en reconversión. Así a la pregunta desde el grupo mixto de la semana pasada sobre esta cuestión, el Ministerio de Industria, respondió lacónicamente y por escrito, señalando algo que ya estaba en marcha: que desde la Secretaria General de Energía se solicitaría un informe a la Comisión Nacional de Energía sobre los costes reales del mismo.

El problema es que en esta cuestión, la distribución del butano puede tener efectos para todas esas personas humildes protegidas de forma ‘naif’ y de corto alcance, centrada exclusivamente en la regulación periódica de sus precios, dados los problemas de fondo que ya tiene el sector y las consecuencias de futuro de su inacción. Existen riesgos de desabastecimiento, de deterioro en los servicios que necesitan estos usuarios y de que en zonas rurales y determinadas localizaciones urbanas.

Es necesario que la Administración en este caso, se implique con racionalidad en el problema, promoviendo y articulando las relaciones de los agentes que participan en todas sus dimensiones (operadores, distribuidores, sindicatos, Administraciones), en para resolver los problemas de este sector e ir más allá, con una visión de mayor alcance, que la mera intervención de los precios (en la tarifa eléctrica esto se soluciona mediante el crédito), para abordar la actualización de sus costes, de sus tarifas y que se complete y modernice su regulación, con eficiencia, con transparencia. Así, se atiende el presente y el futuro de lo que afecta a la gente humilde (y a todos).

La Diada del año del apagón

Se celebró ayer en Catalunya la Diada, primera bajo el gobierno de José Montilla. Se trata de la Fiesta Nacional de Catalunya, que reúne a las instituciones catalanas. Una Diada que se celebró con el telón de fondo de lo ocurrido este verano en las infraestructuras catalanas, y cuyo mayor paroxismo fue el apagón de Barcelona, que afectó a más de 350.000 usuarios en la ciudad condal. Mar de fondo en el PSC que percibe por un lado, el estado de las infraestructuras, con una solución no fácil a largo plazo, y sus consecuencias, en el posible efecto sobre el electorado socialista catalán en las elecciones de marzo, un riesgo que es necesario conjurar. Catalunya es otro de los ‘graneros’ de votos para el PSOE y, un mal resultado en Catalunya puede ser decisivo para el partido en el gobierno.

Un magnífico cronista y analista político, Enric Juliana (corresponsal de La Vanguardia en Madrid), recoge en sus crónicas esa sensación de impotencia, cuando habla del ‘emprenyat’, reflejando el enfado del pueblo catalán. Y, el enfado, requiere la resolución de una situación acumulada, ejerciendo liderazgo, ascendencia y coordinación sobre las administraciones y empresas relacionadas. Con rigor, con transparencia, con energía y con soluciones.

En esta Diada, las recepciones publicas y la ofrenda floral al monumento de Rafael Casanova se han realizado metafóricamente sobre las brasas de la estación incendiada de Maragall y con el recuerdo del paisaje urbano poblado de electrogeneradores por toda la ciudad. Una Diada amarga, entre el independentismo militante, espoleado argumentalmente por todo lo ocurrido este verano, y la realidad cotidiana de los servicios públicos, la gestión de la crisis y la renovación de las infraestructuras.

También el Fútbol Club Barcelona, con sus ‘cuatro magníficos’ (así denominan los periodistas deportivos a Messi, Ronaldinho, Henry) estuvo presente en los actos de la Diada, con el objetivo de ganar la Liga y superar el pérdida de la última. Cuatro son también los catalanes, que por su posición en la regulación y ordenación del sector energético, tienen la responsabilidad de resolver las responsabilidades del apagón y de obtener las conclusiones que se derivan para evitar que se vuelva a producir: Joan Clos, Ministro de Industria (y ex Alcalde de Barcelona), Ignasi Nieto (Secretario General de Energía), Maite Costa (Presidenta de la Comisión Nacional de Energía) y Sebastiá Ruscalleda (Consejero de la Comisión Nacional de Energía y ponente de las investigaciones del apagón).

Por su parte, el presidente Montilla tiene el reto por delante de abordar esta situación, su Carmel particular, conociendo los mecanismos de la política madrileña y su capacidad de presión política en el PSC y por su papel institucional. Los primeros pasos para reforzar las redes de transporte eléctrico parece que se están dando. El siguiente paso, es una máxima transparencia en las investigaciones y en las consecuencias de la misma para los agentes y responsables gestores del sistema eléctrico.

A ver si la Diada del año que viene es más tranquila.

Ejercicio de gimnasia sueca

¿Ha probado Vd. a intentar engañar el espejo? Es decir, querer ser más rápido con sus movimientos que el proceso de la propia superficie del espejo mediante el cual refleja y devuelve su imagen especular. La conclusión es que no existe escapatoria al espejo, casi por la propia definición de imposible metafísico, al querer estar y no estar a la vez. Se trata de un ejercicio particular de ‘gimnasia sueca’, algo pasivo y dinámico pero en definitiva estático.

Algo parecido sucede con las reacciones que suscita la construcción de la línea de muy alta tensión, con una nueva interconexión eléctrica con Francia. Hace poco dábamos cuenta de la posición del presidente de la Cámara de Comercio de Girona, a favor de esta línea, con argumentos basados en la competitividad de la zona y en las necesidades para el fortalecimiento de la industria turística.

En cambio, esta reacción no es la más habitual y a la que venimos asistiendo con asiduidad desde las organizaciones, grupos de presión y municipios de la zona. Han existido hasta homenajes recientes a la resistencia a la construcción de la línea de muy alta tensión. Todo ello aderezado por una posición tibia desde los ejecutivos de la Generalitat, que no han impreso el carácter de necesidad estratégica a esta conexión, y por ende, poniendo a cocción la reacción de los intereses zonales.

Si cabe, incluso la intervención del actual Secretario General de Energía, Ignasi Nieto, natural de Girona y ex Subdirector de Promoción y Operación del Institut Catalá de L´Energia (ICAEN), no ha hecho sino complicar las cosas, con la propuesta de abrir otro frente, la construcción de otra conexión con Francia, esta vez por Navarra, como manifestó en público antes del verano. Habría que valorar la realidad de materializar esta doble vía o las consecuencias de dejar abierto un debate estéril sobre si son galgos o son podencos, como si pudieran llegar a ser ejercicios de opción, para conseguir una opción pacífica.

Sin ocultar el propio comportamiento del gobierno francés durante estos años, caracterizado por no facilitar (más bien lo contrario, obstaculizar), la construcción de esta infraestructura tan necesaria, de la que depende la garantía de suministro, el desarrollo económico de la zona y las necesidades energéticas que requiere el AVE. Tampoco hay que eludir las responsabilidades gestoras, tanto de Red Eléctrica, como de la Generalitat (sumida en el fuego cruzado de las necesidades energéticas y los cálculos electorales). Esta es una cuestión que debería haberse resuelto mucho antes, y el hecho de que se haya tenido que nombrar a Mario Monti, mediador, evidencia el fracaso sucesivo en este proyecto de las distintas administraciones. Todo ello ha favorecido un camino de más de diez años, presidido por la indefinición, la falta de objetivos firmes y estratégicos, la división interna y el apoyo tibio al proyecto, hasta que se ha convertido en urgente.

Tras lo que ha pasado en Barcelona este verano con las redes eléctricas, no se puede seguir practicando ejercicios de gimnasia sueca, con las infraestructuras de generación y de transporte eléctrico. Por ejemplo, el plan Corona (que reforzaba las infraestructuras de transporte en Barcelona), empezó a definirse en 2001, se concreto en 2002, se firmó en 2003 y desde entonces, la mayor parte de las infraestructuras de transporte están sin empezar. Administraciones centrales y autonómicas, gestores de Red Eléctricas sucesivos, deberían explicar la razón de este pantano.

En este contexto, tendríamos que plantearnos cómo compatibilizar las demandas de consumo de energía para familias y empresas, y las exigencias de estas infraestructuras, evitando el bloqueo de las necesidades sociales por grupos de interés o por incapacidad gestora, o por los mecanismos de retroalimentación y justificación que promueven dentro de la propia Administración. Y, en concreto, cabe una reflexión especial y continuada (sorprenderá conocer en cuantas cuestiones han existido fuertes aplazamientos) sobre las razones de las graves demoras alrededor de las redes de transporte en Catalunya. Aunque, seguramente Montilla, ha tomado buena nota y ya sabe lo que tiene que hacer: gestionar.

Prisioneros de Argel

Como en la biografía de Cervantes «El prisionero de Argel» en que se apuntaban los conflictos con este país, el conflicto abierto entre Gas Natural y Repsol YPF y Sonantrach (Argelia) con motivo del proyecto de inversión del Gassi Touil, está empezando a reflejar, además del durísimo contrincante que es la empresa norteafricana y la dura estrategia de juego que desarrolla, la falta de reflejos y de capacidad de la Administración Española para afrontar un proceso de este volumen y de esta envergadura.

El hecho es que en los momentos en los que nos situamos hoy, podemos hablar de una situación impensable en las relaciones internacionales de un país y del vapuleo público infligido a las posiciones españoles, tan injusto a la vez que tan posiblemente esperable en los cálculos de negociación estratégica, tal y como cabría esperar del despliegue de posiciones argelinas en todo este tablero de operaciones. El hecho que hoy se aluda al propio Rey Don Juan Carlos por parte del Ministro de Asuntos Exteriores argelino, para salvar la situación, no hace sino acrecentar los estruendos de la caja de resonancia de esta situación.

No se puede olvidar que Sonantrach es la primera empresa pública de Argelia y, a la vez, la primera empresa de Africa, la fuerte imbricación entre las autoridades políticas argelinas y la propia empresa (hasta producirse una notable confusión) y el papel que Chakib Jelil mantuvo como presidente de la OPEP. Por tanto, hay que reconocer la altura de los protagonistas y la potencia estratégico-negociadora que han puesto encima de la mesa por parte de Sonantrach en esta negociación con las dos empresas, Gas Natural y Repsol y la Administración.

Es paralelo, en círculos reducidos, y en la medida que se van conociendo más detalles de las propias negociaciones, se hace cada vez más patente la disconformidad con la actuación del gobierno en todo el proceso. En primer lugar, por la propia forma de conducir las ‘negociaciones’ (ayer decíamos que hoy se denomina estrategia a cualquier cosa). Como punto de partida, la pluralidad de representantes públicos con los que se ha tenido que ver las caras el Ministro Argelino: Ministro de Industria, Energía, Comercio Exterior, Asuntos Exteriores y ¡la Oficina! (la Oficina Económica del Presidente), frente a la rocosa, metódica, precisa y estratégica forma de actuar del argelino. Demasiadas instancias e intereses espurios.

La política exterior (errática y con excentricidades como la posición en el conflicto del Sáhara en estos momentos), la política energética y el manejo de la ‘presunta diplomacía económica exterior española’, que en conjunto, reflejan visiones de puro corto plazo y únicamente gestión de intereses en la ventanilla, no están siendo nuestro fuerte.

Por otra parte, este mismo verano, los medios recomunicación trasladaban el ‘éxito’ del Ministro Clos, cuando ‘negoció’ la participación de Gas Natural en el Medgaz, una vez que desde Energía se habían entregado varias piezas ya a Sonanctrach. En resumen, Gas Natural queda debilitada y abandonada a su suerte y se aprecia que tras la OPA fallida sobre Endesa, no levanta cabeza. Lo que nos conduce al beneficiado indirecto de toda esta situación, Francia, con quien no hemos tenido menos malosentendidos diplomáticos (las alabanzas de su Presidente llevan muchas veces implícitas el ‘boomerang’ de las críticas y el reciente conflicto con su Primer Ministro, evidencian disensiones sordas en las relaciones entre los dos países). El hecho, es que la debilidad de Gas Natural podría acercarles más si cabe a la nueva Gaz de France-Suez.

Todo ello, nos devuelve al elemento clave en las necesidades del actual equipo de gobierno: gestión, capacidad, coordinación, estrategia, visión, conocimiento de los mercados internacionales y financieros, frente a la gestión de los intereses en ventanilla de Moncloa (la coordinación desde un Ministerio de Economía fuerte se hace imprescindible) y la necesidad de una diplomacia económica de muy alto nivel.

Es que los demás van en serio.

El gobierno petrifica las tarifas

Ayer se conoció la decisión del Gobierno de solicitar a la Comisión Nacional de Energía de congelar las tarifas en el ultimo trimestre de año 2007. La primera reflexión que cabe extraerse de esta decisión de no modificar las tarifas, es que estamos en tiempo de descuento político de cara a las elecciones generales del mes de marzo, por lo que no podemos esperar avances en esta cuestión, aunque sí retrocesos como éste. Esta acción se puede unir a los anuncios electorales del Gobierno: 2.500 euros por hijo, subida de las pensiones de 1.450 euros para viudos/as y pensiones mínimas. Con la diferencia es que esta cuestión no es una prestación o una subvención, en teoría.

En el mismo sentido, y desde el punto de vista político, parece que el Ministerio de Industria, ya ha tirado la toalla, debilitado ante los dos intentos previos fallidos de subida de tarifas, con ‘campaña de creación de clima’ asociados y que fueron abortados abruptamente desde la Presidencia del Gobierno, una vez por la Vicepresidenta del Gobierno y la segunda, al parecer por el propio Presidente.

Industria justifica esta ‘no decisión’, en el futuro. Según las informaciones conocidas ayer, esta la “estrategia” de no subir las tarifas es coherente con los crecientes recursos destinados a financiar medidas de ahorro energético y con la política de instalar contadores electrónicos, que discriminan la electricidad consumida por periodos’ (¿?). ¿Qué hacemos con los costes de generación de todo lo que hayamos consumido hasta el momento en que estén implantados masivamente los contadores? ¿Alguien ha medido el ahorro real de esta medida y cuando se producirá?.

Para ser un Ministerio con todo su aparato político, económico y estadístico no hay rastro en la justificación de lo que en realidad económicamente determina el precio de la misma: el coste de la generación, el transporte y la distribución. Y, en la parte hoy liberalizada, los costes de generación, se reflejan a través de los precios que se obtienen en el mercado eléctrico. Obviar esa realidad es un ejercicio poco útil que alimenta el déficit tarifario, ‘ex ante’ o ‘ex post’, para trasladarlo a los ciudadanos (votantes) futuros. Eso si es estrategia.

Otra conclusión que puede sacarse de lo que se ha conocido por los medios es, que el gobierno petrifique la tarifa para los usuarios no quiere decir que no modifique parámetros de retribución para las empresas, como los de garantía de potencia o de capacidad. Por tanto, hasta no conocer más detalles del contenido de la propuesta no se podrá conocer el alcance de las modificaciones tarifarias, que seguramente si las hay. El manierismo regulatorio es infinito como los granos de arena del desierto y, ante eso, solo queda que todos se tienten la ropa. Se trata de que todo cambie y de que todo permanezca igual a la vez, en un ejercicio de malabarismo político intervencionista.

Finalmente, hagan apuestas. ¿Que va a pasar a principios del año que viene con las tarifas del 2008? Con las elecciones más cerca, puede ser que los sondeos y las encuestas, determinen la acción del gobierno o que simplemente se aplacen al trimestre posterior a las elecciones las posibles subidas (con contadores y todo). Algún día habrá que reflexionar de que los calendarios electorales modifiquen los comportamientos institucionales de los agentes, porque confunden cálculos tarifarios con cálculos electorales.

Lo que está claro es que estrategias hay muchas. La de no importunar las voluntades políticas de Moncloa y no meterse en problemas. La de convencer a los ciudadanos que la no subida de tarifas se asienta en los contadores que se implantarán en el futuro. La estrategia de convencer a los consumidores que no sean eficientes en su uso de la energía, porque no sube su precio y, por tanto, la pueden malgastar. La de la demagogia electoral y los juegos de espejos a los ciudadanos y consumidores. La estrategia de trasladar los precios presentes a precios futuros para que lo paguen otros. La del ‘tardofranquismo energético’: no subir los costes de la energía por el encarecimiento del petróleo para no provocar más tensiones políticas. Si esto que está pasando, no es ortodoxo, no es sano económicamente como ya se demostró en su momento, pero no es nuevo.

Ahora se le llama estrategia a cualquier cosa. Lo que nos quedará por ver.

La vida sigue igual

A finales de la semana pasada, pudimos conocer como el Ministerio de Industria levantaba el ‘veto’ de la Comisión Nacional de Energía a las condiciones que había dispuesto a la operación de adquisición de un 24,9 % de Endesa por parte de Enel. Una forma comunicacional para vender ‘liberalismo’, asociando la nefanda palabra ‘veto’ a lo positivo por contraposición “levantar las condiciones”. Buen trabajo y coordinado: en vísperas de la operación retorno. Eso sí liberalismo discrecional o intervencionismo selectivo (por eso es intervencionismo), porque se realiza entre ‘potencias amigas’ y con toda la intuición de que es capaz un Ministro. Podemos, por tanto, presumir de liberales y de europeos.

Se puede ser intervencionista y liberal a la vez, si se hace de forma discrecional y selectiva. Discrecional porque en este caso ha pasado todo lo contrario a lo que ocurrió con las condiciones a E.ON. Un decreto preventivo (como lo de Bush), una vez que se conocen las intenciones de los germanos de entrar en la puja por Endesa, para que la misma Comisión Nacional de Energía pudiese entrar en juego a valorar la operación, para que pudiesen actuar como cancerberos de la operación.

Hay que recordar el origen de las condiciones que impuso la CNE. Enel es una empresa participada en un 30 % por el gobierno italiano. Y, al mismo tiempo, existen unas importantes restricciones a la propiedad y a los derechos de votos de los agentes privados que merece la pena analizar con detenimiento. En este sentido, la Comisión Nacional de Energía, proponía establecer una serie de restricciones y controles (unos a posteriori y otros ‘ex post’) a determinadas cuestiones de carácter estratégico que pudiesen afectar a la garantía de suministro (y siempre que persistieran esas asimetrías en la forma de ejercer la propiedad de la italiana).

Las condiciones tampoco eran nada del otro jueves. Desde muchos foros se han considerado insuficientes para el poder de control que tiene el gobierno italiano sobre la eléctrica transalpina. Casi se configuraban en su expresión como un difícil equilibrio político que permitía ‘guardar las formas’, frente al pasillo abierto hasta la cocina desde instancias superiores al Ministerio de Industria para dirimir la controversia de la adquisición de Endesa, mediante una ‘solución latina’, en el largo y episódico asunto que surgió con la OPA de Gas Natural. (Punto de partida: es positivo que, con un comportamiento imparcial de los ejecutivos y con unas reglas de mercado uniformes, equilibradas, transparentes y que favorezcan los intereses de los accionistas, puedan participar empresas exteriores en nuestro país).

Por otra parte, se produce este ‘levantamiento de condiciones’, cuando desde la propia Unión Europea, se empieza a valorar la posibilidad de utilizar criterios de reciprocidad internamente y hacia terceros países. Se produce, también cuando la empresa ya había ‘descontado’ el efecto de estas condiciones. Lo que si parece predecible es cómo se a resolver el recurso conjunto de Enel y Acciona, sobre las condiciones de la CNE para autorizar la operación sobre Endesa, a raíz de esta decisión.

Asimismo, esta decisión también se inscribe en el proceso de ‘ninguneo’ a la Comisión Nacional de Energía, oficiado desde el Ministerio de Industria, con una cada vez más sufrida Maite Costa al frente. Todo se torció hace unos meses con la recia polémica por la reforma de la regulación de las renovables, y ha ido ganando en número de discrepancias a partir de ese momento, la revisión de las tarifas y activos regulados de junio y de diciembre, la nueva regulación de los grandes consumidores (gestión de la demanda) y las declaraciones públicas del Secretario General de Energía en referencia al papel del Consejo de la CNE.

Lo dicho, la vida sigue igual después del verano.