La vida sigue igual

A finales de la semana pasada, pudimos conocer como el Ministerio de Industria levantaba el ‘veto’ de la Comisión Nacional de Energía a las condiciones que había dispuesto a la operación de adquisición de un 24,9 % de Endesa por parte de Enel. Una forma comunicacional para vender ‘liberalismo’, asociando la nefanda palabra ‘veto’ a lo positivo por contraposición “levantar las condiciones”. Buen trabajo y coordinado: en vísperas de la operación retorno. Eso sí liberalismo discrecional o intervencionismo selectivo (por eso es intervencionismo), porque se realiza entre ‘potencias amigas’ y con toda la intuición de que es capaz un Ministro. Podemos, por tanto, presumir de liberales y de europeos.

Se puede ser intervencionista y liberal a la vez, si se hace de forma discrecional y selectiva. Discrecional porque en este caso ha pasado todo lo contrario a lo que ocurrió con las condiciones a E.ON. Un decreto preventivo (como lo de Bush), una vez que se conocen las intenciones de los germanos de entrar en la puja por Endesa, para que la misma Comisión Nacional de Energía pudiese entrar en juego a valorar la operación, para que pudiesen actuar como cancerberos de la operación.

Hay que recordar el origen de las condiciones que impuso la CNE. Enel es una empresa participada en un 30 % por el gobierno italiano. Y, al mismo tiempo, existen unas importantes restricciones a la propiedad y a los derechos de votos de los agentes privados que merece la pena analizar con detenimiento. En este sentido, la Comisión Nacional de Energía, proponía establecer una serie de restricciones y controles (unos a posteriori y otros ‘ex post’) a determinadas cuestiones de carácter estratégico que pudiesen afectar a la garantía de suministro (y siempre que persistieran esas asimetrías en la forma de ejercer la propiedad de la italiana).

Las condiciones tampoco eran nada del otro jueves. Desde muchos foros se han considerado insuficientes para el poder de control que tiene el gobierno italiano sobre la eléctrica transalpina. Casi se configuraban en su expresión como un difícil equilibrio político que permitía ‘guardar las formas’, frente al pasillo abierto hasta la cocina desde instancias superiores al Ministerio de Industria para dirimir la controversia de la adquisición de Endesa, mediante una ‘solución latina’, en el largo y episódico asunto que surgió con la OPA de Gas Natural. (Punto de partida: es positivo que, con un comportamiento imparcial de los ejecutivos y con unas reglas de mercado uniformes, equilibradas, transparentes y que favorezcan los intereses de los accionistas, puedan participar empresas exteriores en nuestro país).

Por otra parte, se produce este ‘levantamiento de condiciones’, cuando desde la propia Unión Europea, se empieza a valorar la posibilidad de utilizar criterios de reciprocidad internamente y hacia terceros países. Se produce, también cuando la empresa ya había ‘descontado’ el efecto de estas condiciones. Lo que si parece predecible es cómo se a resolver el recurso conjunto de Enel y Acciona, sobre las condiciones de la CNE para autorizar la operación sobre Endesa, a raíz de esta decisión.

Asimismo, esta decisión también se inscribe en el proceso de ‘ninguneo’ a la Comisión Nacional de Energía, oficiado desde el Ministerio de Industria, con una cada vez más sufrida Maite Costa al frente. Todo se torció hace unos meses con la recia polémica por la reforma de la regulación de las renovables, y ha ido ganando en número de discrepancias a partir de ese momento, la revisión de las tarifas y activos regulados de junio y de diciembre, la nueva regulación de los grandes consumidores (gestión de la demanda) y las declaraciones públicas del Secretario General de Energía en referencia al papel del Consejo de la CNE.

Lo dicho, la vida sigue igual después del verano.

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