Prisioneros de Argel

Como en la biografía de Cervantes «El prisionero de Argel» en que se apuntaban los conflictos con este país, el conflicto abierto entre Gas Natural y Repsol YPF y Sonantrach (Argelia) con motivo del proyecto de inversión del Gassi Touil, está empezando a reflejar, además del durísimo contrincante que es la empresa norteafricana y la dura estrategia de juego que desarrolla, la falta de reflejos y de capacidad de la Administración Española para afrontar un proceso de este volumen y de esta envergadura.

El hecho es que en los momentos en los que nos situamos hoy, podemos hablar de una situación impensable en las relaciones internacionales de un país y del vapuleo público infligido a las posiciones españoles, tan injusto a la vez que tan posiblemente esperable en los cálculos de negociación estratégica, tal y como cabría esperar del despliegue de posiciones argelinas en todo este tablero de operaciones. El hecho que hoy se aluda al propio Rey Don Juan Carlos por parte del Ministro de Asuntos Exteriores argelino, para salvar la situación, no hace sino acrecentar los estruendos de la caja de resonancia de esta situación.

No se puede olvidar que Sonantrach es la primera empresa pública de Argelia y, a la vez, la primera empresa de Africa, la fuerte imbricación entre las autoridades políticas argelinas y la propia empresa (hasta producirse una notable confusión) y el papel que Chakib Jelil mantuvo como presidente de la OPEP. Por tanto, hay que reconocer la altura de los protagonistas y la potencia estratégico-negociadora que han puesto encima de la mesa por parte de Sonantrach en esta negociación con las dos empresas, Gas Natural y Repsol y la Administración.

Es paralelo, en círculos reducidos, y en la medida que se van conociendo más detalles de las propias negociaciones, se hace cada vez más patente la disconformidad con la actuación del gobierno en todo el proceso. En primer lugar, por la propia forma de conducir las ‘negociaciones’ (ayer decíamos que hoy se denomina estrategia a cualquier cosa). Como punto de partida, la pluralidad de representantes públicos con los que se ha tenido que ver las caras el Ministro Argelino: Ministro de Industria, Energía, Comercio Exterior, Asuntos Exteriores y ¡la Oficina! (la Oficina Económica del Presidente), frente a la rocosa, metódica, precisa y estratégica forma de actuar del argelino. Demasiadas instancias e intereses espurios.

La política exterior (errática y con excentricidades como la posición en el conflicto del Sáhara en estos momentos), la política energética y el manejo de la ‘presunta diplomacía económica exterior española’, que en conjunto, reflejan visiones de puro corto plazo y únicamente gestión de intereses en la ventanilla, no están siendo nuestro fuerte.

Por otra parte, este mismo verano, los medios recomunicación trasladaban el ‘éxito’ del Ministro Clos, cuando ‘negoció’ la participación de Gas Natural en el Medgaz, una vez que desde Energía se habían entregado varias piezas ya a Sonanctrach. En resumen, Gas Natural queda debilitada y abandonada a su suerte y se aprecia que tras la OPA fallida sobre Endesa, no levanta cabeza. Lo que nos conduce al beneficiado indirecto de toda esta situación, Francia, con quien no hemos tenido menos malosentendidos diplomáticos (las alabanzas de su Presidente llevan muchas veces implícitas el ‘boomerang’ de las críticas y el reciente conflicto con su Primer Ministro, evidencian disensiones sordas en las relaciones entre los dos países). El hecho, es que la debilidad de Gas Natural podría acercarles más si cabe a la nueva Gaz de France-Suez.

Todo ello, nos devuelve al elemento clave en las necesidades del actual equipo de gobierno: gestión, capacidad, coordinación, estrategia, visión, conocimiento de los mercados internacionales y financieros, frente a la gestión de los intereses en ventanilla de Moncloa (la coordinación desde un Ministerio de Economía fuerte se hace imprescindible) y la necesidad de una diplomacia económica de muy alto nivel.

Es que los demás van en serio.

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