Ejercicio de gimnasia sueca

¿Ha probado Vd. a intentar engañar el espejo? Es decir, querer ser más rápido con sus movimientos que el proceso de la propia superficie del espejo mediante el cual refleja y devuelve su imagen especular. La conclusión es que no existe escapatoria al espejo, casi por la propia definición de imposible metafísico, al querer estar y no estar a la vez. Se trata de un ejercicio particular de ‘gimnasia sueca’, algo pasivo y dinámico pero en definitiva estático.

Algo parecido sucede con las reacciones que suscita la construcción de la línea de muy alta tensión, con una nueva interconexión eléctrica con Francia. Hace poco dábamos cuenta de la posición del presidente de la Cámara de Comercio de Girona, a favor de esta línea, con argumentos basados en la competitividad de la zona y en las necesidades para el fortalecimiento de la industria turística.

En cambio, esta reacción no es la más habitual y a la que venimos asistiendo con asiduidad desde las organizaciones, grupos de presión y municipios de la zona. Han existido hasta homenajes recientes a la resistencia a la construcción de la línea de muy alta tensión. Todo ello aderezado por una posición tibia desde los ejecutivos de la Generalitat, que no han impreso el carácter de necesidad estratégica a esta conexión, y por ende, poniendo a cocción la reacción de los intereses zonales.

Si cabe, incluso la intervención del actual Secretario General de Energía, Ignasi Nieto, natural de Girona y ex Subdirector de Promoción y Operación del Institut Catalá de L´Energia (ICAEN), no ha hecho sino complicar las cosas, con la propuesta de abrir otro frente, la construcción de otra conexión con Francia, esta vez por Navarra, como manifestó en público antes del verano. Habría que valorar la realidad de materializar esta doble vía o las consecuencias de dejar abierto un debate estéril sobre si son galgos o son podencos, como si pudieran llegar a ser ejercicios de opción, para conseguir una opción pacífica.

Sin ocultar el propio comportamiento del gobierno francés durante estos años, caracterizado por no facilitar (más bien lo contrario, obstaculizar), la construcción de esta infraestructura tan necesaria, de la que depende la garantía de suministro, el desarrollo económico de la zona y las necesidades energéticas que requiere el AVE. Tampoco hay que eludir las responsabilidades gestoras, tanto de Red Eléctrica, como de la Generalitat (sumida en el fuego cruzado de las necesidades energéticas y los cálculos electorales). Esta es una cuestión que debería haberse resuelto mucho antes, y el hecho de que se haya tenido que nombrar a Mario Monti, mediador, evidencia el fracaso sucesivo en este proyecto de las distintas administraciones. Todo ello ha favorecido un camino de más de diez años, presidido por la indefinición, la falta de objetivos firmes y estratégicos, la división interna y el apoyo tibio al proyecto, hasta que se ha convertido en urgente.

Tras lo que ha pasado en Barcelona este verano con las redes eléctricas, no se puede seguir practicando ejercicios de gimnasia sueca, con las infraestructuras de generación y de transporte eléctrico. Por ejemplo, el plan Corona (que reforzaba las infraestructuras de transporte en Barcelona), empezó a definirse en 2001, se concreto en 2002, se firmó en 2003 y desde entonces, la mayor parte de las infraestructuras de transporte están sin empezar. Administraciones centrales y autonómicas, gestores de Red Eléctricas sucesivos, deberían explicar la razón de este pantano.

En este contexto, tendríamos que plantearnos cómo compatibilizar las demandas de consumo de energía para familias y empresas, y las exigencias de estas infraestructuras, evitando el bloqueo de las necesidades sociales por grupos de interés o por incapacidad gestora, o por los mecanismos de retroalimentación y justificación que promueven dentro de la propia Administración. Y, en concreto, cabe una reflexión especial y continuada (sorprenderá conocer en cuantas cuestiones han existido fuertes aplazamientos) sobre las razones de las graves demoras alrededor de las redes de transporte en Catalunya. Aunque, seguramente Montilla, ha tomado buena nota y ya sabe lo que tiene que hacer: gestionar.

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