El consumo de energía crece más rápido que el PIB y de forma menos sostenible, según la Cátedra BP

Redacción / Agencias.- El consumo de energía experimentó un incremento en 2015 más elevado que el crecimiento económico, lo que implica una menor intensidad energética y el regreso a «la senda ya desgraciadamente habitual de empeoramiento de la sostenibilidad energética«. Estas conclusiones aparecen en el informe anual del Observatorio de Energía y Sostenibilidad, elaborada por la Cátedra BP de Energía y Sostenibilidad, en la que participan la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE y BP España.

El informe muestra que el empeoramiento de la intensidad energética es una tendencia contraria a la que de los países del entorno y recomienda para corregirlo un mayor esfuerzo en renovables y en eficiencia energética, ya que «contrasta con la trayectoria energética del resto de Europa», donde el consumo de energía primaria y las emisiones de gases de efecto invernadero «se han estabilizado», según el vicerrector de Investigación, Pedro Linares. El informe señala que en 2015 el sector energético español consumió 6,28 exajulios de energía primaria y emitió 313 millones de toneladas (Mt) de CO2, al tiempo que generó un valor añadido, sin descontar los costes externos, de 53.200 millones de euros, lo que equivale a un 4,9% del PIB.

El documento también recuerda el «alto grado» de dependencia energética española y, por tanto, el «riesgo importante» a una evolución desfavorable de los precios, a pesar de que el elevado nivel de diversificación de suministradores, tanto de petróleo como de gas natural, «mitiga mucho» este problema. Un dato positivo es que durante 2015 se mantuvo la tendencia de 2014 y la factura energética española volvió a descender «esta vez de manera muy notable» debido a la bajada generalizada de los precios finales de la energía.

Por ello, aparte de aludir al «empeoramiento de los indicadores de sostenibilidad energética», la cátedra también cita varios elementos positivos en 2015, entre ellos la recuperación de la actividad económica y la bajada de precios de los combustibles. Estos factores, señala, «no han sido aprovechados por el sistema energético español para seguir impulsando la eficiencia energética», lo que choca con el gran margen de mejora en los usos finales de la energía y ha traído consigo una vuelta al crecimiento de la demanda energética en tasas del 5,7% en el caso de la primaria y del 1,4% en la final.

Aumentaron un 16% las emisiones

El incremento fue «poco sostenible«, al apoyarse «fundamentalmente en combustibles fósiles», lo que a su vez provocó un aumento de las emisiones de CO2 del 16% y de otros contaminantes asociados al sector energético y a la intensidad de carbono de la economía, con lo que la bajada de emisiones de gases de efecto invernadero durante la crisis económica fue coyuntural y, en cuanto se ha retomado la actividad económica, los indicadores de sostenibilidad han vuelto a empeorar en España.

Ante el aumento de la demanda, todas las energías fósiles aumentaron su contribución al mix energético en 2015, si bien el dato más relevante fue el aumento del consumo de carbón, del 20%. Destacó especialmente el incremento del carbón importado, que pasó del 86% al 91%, por lo que no puede decirse que esa subida del carbón se derive del apoyo a la minería nacional e incide en su uso de forma “poco sostenible”, según explicó el profesor e investigador de la UPC, la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y el Massachusetts Institute, Ignacio Pérez-Arriaga.

El mayor peso del carbón se debió a la caída del precio internacional de este combustible, a un precio muy bajo del CO2 y a la climatología, que estuvo marcada por la falta de lluvias, lo que hizo caer la aportación de la energía hidráulica (un 29% de reducción respecto a 2014), y la sucesión de anticiclones, que incidieron en una menor aportación de la eólica. Esto, unido a la falta de nuevas inversiones en renovables, hizo que bajara la contribución de éstas a la energía primaria y a la producción de electricidad en España.

Por otro lado, la demanda de productos petrolíferos para el transporte siguió recuperándose, tanto para el de mercancías como el de pasajeros. Este sector consumió un 40% de la energía final y contribuyó con un 23% a las emisiones de CO2. El aumento del 7% de las exportaciones de productos petrolíferos y la reducción de las importaciones en un 2% hicieron que el refino creciera.

El estudio también detecta y analiza la falta de regulación del autoconsumo en España, la escasez de inversión por parte del Gobierno en planes de fomento de energías renovables o el aumento del fraude eléctrico, que se situó en 2015 en 150 millones de euros y que «en su mayor parte se produce por malas prácticas de las empresas y los particulares de gran consumo«. La transición hacia una economía descarbonizada es «fundamental para la sociedad», concluyó el director de Comunicación y Relaciones Institucionales de BP, Enrique González, quien a la espera de un mayor desarrollo de las fuentes renovables ha apostado por emplear a corto plazo otro tipo de energías como el gas natural.

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