Una nueva protesta interrumpe la producción en el yacimiento de Repsol en Libia, que había retomado recientemente su actividad

EFE.- El campo petrolero libio de Sahrara, que explota Repsol, se mantiene inactivo a causa del sabotaje en una de las tuberías principales, según indicó la Compañía Nacional libia de Petróleo (NOC), por la acción de un grupo de manifestantes que dañó parte del gran gasoducto que une este yacimiento en el sur de Libia con la refinería costera de Al Zawaiya.

En busca de una solución para un problema que se repite, Mustafa Sanalh, director de NOC, se reunió con sus colegas de la empresa local Akakos con los que examinó las vías para proteger un campo capaz de generar en la actualidad 220.000 barriles de crudo diarios. La producción en el campo de Sharara ya quedo interrumpida por una razón similar en marzo cuando una milicia, que exigía el pago de salarios atrasados y mejorar sus condiciones de vida, asaltó la planta y la mantuvo bloqueada durante 5 días. Miembros de una de esas milicias tribales cortaron también el suministro de la estación 10 de bombeo del gasoducto que parte de Wafa en dirección a la localidad occidental de Ruwais.

El gasoducto, gestionado por la compañía italiana de petróleo (ENI) y que desemboca en el puerto de Mellitah, en el Mediterráneo, surte también a una de las plantas que suministran electricidad a varias localidades del oeste de Libia. Los asaltantes que, según el diario Libyan Observer, forman parte de la milicia «Guardia de Protección de las Instalaciones petroleras», aliada en el llamado creciente petrolero del gobierno de unidad sostenido por la ONU en Trípoli, amenazaron con mantener su acción hasta que sus demandas fueran escuchadas.

El caos después de Gadafi

Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera a la victoria de los rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi. Seis años después, dos gobiernos se disputan el poder, uno en el oeste sostenido por la ONU y otro en el este bajo liderazgo del mariscal Jalifa Hafter, un exmiembro de la cúpula militar que aupó a Gadafi y que años después, reclutado por la CIA, se convirtió en su principal opositor desde el exilio en Estados Unidos. A ellos se suma la poderosa ciudad-estado de Misrata, principal puerto comercial del país, y decenas de grupos armados que cambian a menudo de alianzas.

La situación ha favorecido el desarrollo de mafias dedicadas tanto al contrabando de petróleo como de armas, drogas e incluso personas. También beneficia el crecimiento de grupos yihadistas y salafistas vinculados tanto al grupo takfirí Estado Islámico como a la Organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y los tunecinos de Ansar al Sharia, que se extienden por todo el país. Esta circunstancia afecta igualmente a la industria petrolera: Libia produce en la actualidad unos 700.000 barriles diarios de petróleo, cantidad muy alejada de los 1,6 que generaba durante la dictadura de Gadafi.

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