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La Unión Europea se divide ante la posible ampliación de capacidad del gasoducto Nord Stream entre Rusia y Alemania

Europa Press / EFE.- El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, cuestiona que el proyecto para duplicar el gaseoducto Nord Stream, que une Rusia con Alemania, cumpla con la normativa comunitaria y con los objetivos de diversificación del suministro y reducción de la dependencia energética de la Unión Europea. «Desde mi punto de vista, Nord Stream no ayuda ni a la diversificación energética, ni reducirá nuestra dependencia. Pero claro, corresponde a la Comisión concluir una evaluación técnica y legal», afirmó Tusk al término del Consejo.

El exprimer ministro polaco confirmó que el polémico proyecto fue tratado en la reunión porque varios líderes han sacado el tema, entre ellos el primer ministro italiano, Matteo Renzi. Según diversas fuentes, Italia, Polonia y otros Estados miembros trasladaron «una queja muy claramente expresada» ante el apoyo de Alemania a este proyecto, mientras se paralizan otros similares como South Stream y se promueven medidas restrictivas contra Moscú. Los países del Este e Italia se unieron en los últimos días para presionar para que este asunto se abordara a nivel de jefes de Estado y de Gobierno, antes de que los Estados miembros prorrogaran las sanciones impuestas a Rusia por su papel en la crisis ucraniana.

«Abordamos el contexto geopolítico y los problemas que Nord Stream crearían al secar el tránsito a través de Ucrania. Para Italia, pero también para Bulgaria y otros Estados, también era importante aclarar por qué South Stream no fue posible y Nord Stream sí», explicó. La canciller alemana, Angela Merkel, apuntó a los vastos intereses económicos en la infraestructura, al afirmar que se trata de un proyecto económico con inversores privados y que lo que queda ahora es crear una base jurídica que satisfaga, entre otros, a la Comisión Europea, que tiene que verificar si cumple con la legislación. «Deseamos, y otros países también, que Ucrania no esté totalmente excluida como país de tránsito. Es una voluntad política que tenemos», añadió.

«Todos hemos acordado que cualquier nueva infraestructura deberá estar plenamente en línea con todos los objetivos de la Unión Energética, como es la reducción de la dependencia energética y la diversificación de las fuentes», añadió Tusk. El presidente del Consejo defendió que la ampliación de Nord Stream «incrementaría la dependencia de un proveedor» de energía, en referencia a Rusa, y otorgaría «una posición dominante» al Gazprom en el mercado alemán. Con todo, Tusk aseguró que Bruselas no pretende «intervenir en cuestiones comerciales», pero que defenderán de manera «rigurosa» el respeto de las normas comunitarias, para lo que el análisis de los servicios jurídicos será «crucial». «No queremos hacer de esto una cuestión política», aseveró Tusk.

Asimismo, añadió Tusk, existe la «obvia obligación» de que todos los proyectos cumplan todas las leyes comunitarias y las normas energéticas de la Unión Europea, que incluyen favorecer la independencia energética además de la diversificación. El documento de conclusiones adoptado por la Unión Europea en la cumbre aboga por una «rápida implementación de proyectos de interés común» y por un uso «óptimo» de infraestructuras. «Toda nueva infraestructura debe cumplir íntegramente lo dispuesto en el tercer paquete energético y las demás disposiciones legales de la Unión Europea aplicables, así como los objetivos de la Unión de la Energía», añade el texto.

El precio del gasóleo ahonda en sus mínimos desde 2010 y se queda a las puertas de bajar del euro

Europa Press.- El precio del litro de gasóleo ha ahondado en sus mínimos desde comienzos de 2010, después de haber registrado un descenso del 3,19% en la última semana, para situarse cerca de rebajar el simbólico precio de un euro por primera vez en casi seis años, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE).

En concreto, el litro de gasóleo se sitúa en 1,005 euros, lo que supone el nivel más bajo en lo que va de año y desde el primer trimestre de 2010, en la que este combustible superó el umbral del euro por debajo del que se había situado tras la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.

Este carburante, consumido por cerca del 70% del parque automovilístico español, cuesta en la actualidad un 8,7% menos que a comienzos del año.

En cuanto a la gasolina, su precio se sitúa en una media de 1,14 euros, un 1,85% menos que en la semana anterior, aunque todavía se mantiene alejado del mínimo del año (1,117 euros) que tocó en el inicio del ejercicio. Con respecto a enero, este combustible cuesta un 0,27% más caro. Sin embargo, tras las subidas en verano, acumula en la actualidad 14 semanas por debajo del umbral de los 1,2 euros el litro.

Muchos surtidores están ya por debajo del euro

A pesar de estos precios medios, actualmente es posible encontrar en los surtidores de la Península Ibérica tanto la gasolina como el gasóleo muy por debajo de un euro.

Así, en la comunidad autónoma de Aragón en las estaciones de Bonárea se puede llenar el depósito de gasóleo a 0,79 euros y en el caso de la gasolina 95 a 0,98 euros.

En Madrid, también la gasolinera del grupo de distribución Cotsco ofrece el litro de gasóleo a un precio de 0,82 euros, mientras que el de gasolina se sitúa actualmente en 0,94 euros.

Las carburantes cuestan en España menos que la media de la UE y la zona euro, donde el precio de venta al público del litro de gasolina se sitúa en 1,302 euros y en 1,314 euros, respectivamente. Por su parte, el litro de gasóleo cuesta 1,127 euros de media en la UE y 1,089 euros en la eurozona.

El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los nuevos gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal.

El mundo alcanza un acuerdo histórico para luchar contra el cambio climático en la Cumbre de París

Redacción / EFE.- 195 países aprobaron en París el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático, en el que de manera histórica tanto naciones desarrolladas como en desarrollo se comprometen a gestionar juntas la transición hacia una economía baja en carbono. El Acuerdo de París, llamado a cambiar el modelo de desarrollo del planeta hacia uno libre de combustibles fósiles, se aprobó cuando su principal artífice, presidente de la COP21, Laurent Fabius, dio el martillazo del consenso y dijo: «Acabamos de hacer algo grande».

Inmediatamente después, Fabius se fundía en un fuerte abrazo con la secretaria de la Convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres y con la embajadora francesa en la COP21, Laurance Tubiana, dos mujeres clave para conseguir el pacto, mientras muchos de los presentes lloraban de emoción, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Lograr este acuerdo ha costado dos décadas de cumbres del clima y 12 meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos «que se hayan hecho en la historia», según la ONU, en los que Fabius tuvo un liderazgo fundamental.

El acuerdo tiene como objetivo «mantener la temperatura media mundial muy por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales», aunque los países se comprometen a «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático». Para lograr ese objetivo, recoge compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático y obliga a los países tanto a rendir cuentas de su cumplimiento como a renovar sus contribuciones al alza cada 5 años. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias a nivel nacional para cumplir lo que dice en su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

Para asegurar que se alcanza el objetivo de menos de dos grados, la primera revisión de las contribuciones nacionales tendrá lugar en 2018, y la primera actualización de las mismas será en 2020. No habrá sanciones, pero existirá un comité de cumplimiento que diseñe un mecanismo transparente para garantizar que todo el mundo hace lo prometido en París, y que advierta antes de que expiren los plazos si está o no en vías de cumplirse.

Como objetivos a largo plazo, las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de entonces. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: que no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

El acuerdo obliga legalmente a los países desarrollados a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán disponer. No obstante, la mayor parte de las responsabilidades de financiación no están en el acuerdo sino en la decisión que lo desarrolla (que no es legalmente vinculante), donde dice que las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

El texto reconoce la necesidad de poner en marcha un «mecanismo de pérdidas y daños», asociado a los efectos más adversos del cambio climático. El nuevo acuerdo entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado. «Acabamos de adoptar el acuerdo más significativo de la historia, hoy es día de celebración pero mañana mismo toca ponernos a trabajar para cumplirlo», apeló en el plenario el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete.

Éxito de la diplomacia francesa

El primero que decidió asumir la aventurada hazaña de intentar poner de acuerdo a cerca de doscientas naciones con intereses contrapuestos tras el devastador fracaso de la cumbre del clima de Copenhague (2009) fue el presidente francés, François Hollande, que eligió con gran tino a las dos personas para lideraron esta gesta. Frente a la costumbre de designar como presidente de la COP al ministro nacional de Medio Ambiente, Hollande optó por su titular de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, conocido por su sangre fría, para liderar la cumbre de París, apoyado por Laurence Tubiana, una diplomática implicada en las negociaciones del clima desde Kioto (1997).

Pese al esfuerzo y la convicción de Francia, el acuerdo no hubiera sido posible sin el impulso recibido por líderes globales como los de Estados Unidos, China, la India o Alemania, que captaron que luchar contra el calentamiento no es una cuestión sectorial y medioambiental, sino transversal, que afecta a todas las políticas. Cada uno tenía sus razones: Barack Obama llegó a la Casa Blanca comprometiéndose a combatir «la mayor amenaza que pesa sobre las generaciones futuras» y no quería dejarla sin un pacto; y el primer ministro indio, Narendra Modi, es muy consciente de que necesita el apoyo financiero para alumbrar con renovables al 20% de su población aún sin acceso a la electricidad.

Tampoco hay que olvidar a la secretaria de la convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, que asumió el puesto 6 meses después de que el fracaso de Copenhague pusiera seriamente en duda la capacidad de las Naciones Unidas como marco de entendimiento de los países en esta cuestión. Para trasladar con fuerza el mensaje de que era «el momento» del acuerdo la costarricense se ha rodeado, en la sombra, de un equipo de 10 influyentes personalidades de todo el mundo, entre ellos el expresidente de México Felipe Calderón, o la exsecretaria de Estado española de cambio climático, Teresa Ribera, hoy parte de la delegación francesa y clave en las negociaciones con Latinoamérica.

Cuando llega la hora de la verdad y arranca la reunión de París, Francia demuestra haber aprendido de manera sobresaliente de los errores de Copenhague, y dirige las negociaciones con una transparencia sin precedentes. La primera semana deja hacer a los negociadores y Fabius se inventa un órgano llamado Comité de París compuesto de 14 ministros para facilitar y liderar las negociaciones. Los ministros no estaban nombrados al azar, sino escogidos con astucia entre los países que más resistencia ofrecían en algunos puntos, como Arabia Saudí, Venezuela, Bolivia o Brasil. Así neutraliza a los principales agentes de discordia y hace pesar sobre sus hombros la responsabilidad de resolver los desencuentros.

El jueves, cuando se acerca la hora del acuerdo y los países escenifican sus posturas más duras, Fabius decide inteligentemente dar el viernes como día de reflexión, recibir en su despacho a todos y posponer al sábado el acuerdo. A las 11.30 del sábado, un flamante Fabius entra en el plenario a presentar el acuerdo en medio de la ovación de los presentes, lo que demostraba que los países habían visto el texto final de consenso que Francia terminó de redactar a las 06.30 y que lo aceptaban. Francia da 6 horas para que el documento sea traducido a los idiomas oficiales de la ONU y revisado por los juristas y convoca un plenario para su aprobación a las 17.30.

El plenario se mantiene en vilo durante dos horas que pudieron truncar el acuerdo. Estados Unidos había advertido de que la versión inglesa contenía un error de traducción respecto a lo acordado, y que donde decía que las naciones desarrolladas «deben» seguir encabezando los esfuerzos de reducción de emisiones tendría que haber figurado un condicional: «deberían». Nicaragua, uno de los solo nueve países que no han presentado objetivos de contribución nacional en la lucha contra el cambio climático, indicó que se negaba a aceptar el cambio y que pensaba bloquearlo.

La obstrucción de Nicaragua hubiera mandado al traste el pacto, que obligatoriamente debía aprobarse por consenso, si no fuera porque el resto de países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, (Venezuela, Ecuador, Bolivia o Cuba) le dejaron sola. Al verse acorralada, Nicaragua decide abandonar el bloqueo y, dos horas después de lo previsto, Fabius toma posesión del estrado para dar un rápido martillazo y fundirse en un fuerte abrazo a tres con Tubiana y Figueres, mientras gran parte de los negociadores presentes mostraban su emoción.

El precio del gasóleo marca su mínimo en casi seis años tras abaratarse un 1,3%

Europa Press.- El precio del litro de gasóleo se ha situado en su nivel más bajo desde comienzos de 2010, después de haber registrado un descenso del 1,3% en la última semana, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE).

En concreto, el litro de gasóleo se sitúa en 1,039 euros, lo que supone el nivel más bajo en lo que va de año y desde la primavera de 2010, en la que este combustible superó el umbral del euro por debajo del que se había situado tras la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.

Este carburante, consumido por cerca del 70% del parque automovilístico español, cuesta en la actualidad un 5,7% menos que a comienzos de año y un 16% menos que en la misma semana de 2014.

En cuanto a la gasolina, su precio se sitúa en una media de 1,162 euros, un 0,2% menos que en la semana anterior, lo que supone un precio no solo superior al mínimo del año, de 1,117 euros, sino también del marcado en el arranque del año, de 1,15 euros.

Este combustible cuesta un 1% más que en enero, pero un 11% menos que en la misma semana de 2014. Tras las subidas en verano, acumula en la actualidad 14 semanas por debajo del umbral de los 1,2 euros el litro.

La Comisión Europea anuncia estos precios en un momento marcado por las fuertes bajadas en la cotización del petróleo, tras la última reunión de la OPEP, en la que se decidió mantener el máximo de producción de crudo.

El barril de Brent, de referencia en Europa, cotiza actualmente a 40,36 dólares, tres dólares menos que hace una semana, mientras que el Texas americano se cambia a 37,2 dólares, también tres dólares menos.

Las carburantes cuestan en España menos que la media de la UE y la zona euro, donde el precio de venta al público del litro de gasolina se sitúa en 1,328 euros y en 1,332 euros, respectivamente. Por su parte, el litro de gasóleo cuesta 1,161 euros de media en la UE y 1,121 euros en la eurozona.

El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los nuevos gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal.

La UE ha dedicado más de 25 millones a potenciar la energía solar en el Mediterráneo

Europa Press.- La UE ha invertido más de 25 millones de euros en los últimos tres años en seis proyectos para potenciar la energía solar en el Mediterráneo, ha informado este lunes la Cámara de Comercio de Barcelona en un comunicado.

La entidad lidera uno de estos proyectos, cuyos avances fueron presentados la semana pasada en la capital catalana durante el II Fórum Solar del Mediterráneo en el marco de la Semana Mediterránea de Líderes Económicos, organizada por Ascame, la Cámara de Barcelona y la Unión por el Mediterráneo.

Los seis proyectos se desarrollan en 19 regiones de 10 países con 56 socios y han organizado más de 150 sesiones de trabajo, reuniones y formación.

También han celebrado más de 70 conferencias y han trabajado conjuntamente instituciones públicas, investigadores, empresas, universidades y emprendedores con el objetivo de buscar vías de autoconsumo y eficiencia energética.

Asimismo, han instalado infraestructuras solares en más de una treintena de edificios que permitirán ahorrar cinco millones de euros de gasto energético, evitarán la emisión de miles de toneladas de CO2 y beneficiarán a más de 100.000 personas en las actividades programadas en los próximos años.

La COP21 tiene un borrador de acuerdo para ser ultimado por los ministros

EFE.- La primera semana de negociaciones en la cumbre del clima de París (COP21) culminó con la aprobación de un borrador de acuerdo que terminarán de ultimar los ministros de cerca de 200 países a partir del lunes, en tanto que los artículos más problemáticos siguen aún sin cerrar. El documento aprobado es fruto de cuatro años de trabajo de los negociadores, que, en la cumbre de Durban (Sudáfrica) de 2011, recibieron el mandato de elaborar el texto de un acuerdo universal de lucha contra el cambio climático.

El texto ha pasado de las 55 páginas con las que llegó a París a las 48 actuales, de las que 22 corresponden al pacto en sí que se prevé aprobar el próximo viernes, 21 a un paquete de decisiones que lo desarrollarían y 5 a un anexo con 96 propuestas de cambios introducidas por las partes a última hora. La embajadora francesa en la cumbre, Laurence Tubiana, reconoció que el borrador aún recoge todas las opciones, muchas contradictorias entre sí, cuenta con más de mil paréntesis y deja sin resolver las dos áreas más conflictivas: la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo, y la financiación a estos últimos para crecer bajos en carbono y se adapten al calentamiento.

No obstante, admitió que el documento «indica el deseo de todos de alcanzar un gran pacto», aunque «todavía no estemos al final del camino» y «la mayor parte de los temas más problemáticos continúan sin resolver». «Sobre esta base deberán negociar los ministros», que el lunes a primera hora llegan París, dijo Tubiana, quien advirtió de que su Gobierno «no tiene un plan B» y confía en contar con la versión final el jueves por la mañana, para que los juristas la revisen y los traductores la preparen en los seis idiomas oficiales de la ONU, con el fin de que sea suscrita el viernes.

Tras Tubiana intervinieron en el plenario los portavoces de todos los grupos de negociación, quienes coincidieron con la idea lanzada por la jefa del equipo negociador de la Unión Europea, Elina Bardram, quien dijo que es «un texto aceptable para todos». A pesar de haber logrado una base para el futuro pacto universal de lucha contra el calentamiento en esta semana, la mayoría de los negociadores consultados reconocen que la labor diplomática que queda pendiente para los ministros es «tremenda». «Nos hubiera gustado que el texto hubiera llegado a este punto con muchos más puntos cerrados», lamentó en el plenario la embajadora de Sudáfrica, Nozipho Mxakato-Diseko, portavoz de los más de 130 países del grupo de negociación G7 más China.

La directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, apuntó que «todas las opciones siguen estando encima de la mesa, no se ha avanzado en ningún punto político». Tanto Ulargui como el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete, valoraron que «las cuitas de la Unión Europea» siguen dentro del acuerdo, tanto en materia de ambición como de mitigación. «La próxima semana será la del compromiso, cuando se deban cerrar los temas más difíciles», dijo Arias Cañete.

Mientras la Unión Europea y Estados Unidos desean que la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo «se vaya diluyendo», países como India, China y los países petroleros presionan para que se mantenga y para que el compromiso de cumplir los objetivos nacionales no sea obligatorio para ellos. Del mismo modo, quieren que el cometido de financiar a los más vulnerables sólo recaiga en los países considerados ricos en un anexo de la convención de cambio climático de la ONU de 1992, cuya mención actualmente, en un mundo tan diferente, enerva a la Unión Europea.

El enconamiento del debate de la diferenciación choca en muchos casos de bruces con la propia realidad: a día de hoy, 186 países, incluyendo la inmensa mayoría de las naciones en desarrollo, han presentando compromisos de reducción de emisiones para incluir en este acuerdo. Sólo Venezuela, Uzbekistán, la República Popular Democrática de Corea, Libia, Siria, Panamá, Nepal, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves y Timor Oriental no han presentado compromiso, en algunos casos por motivos evidentes de su situación de conflicto.

Aunque también contribuyen a la financiación de los más vulnerables, China aportó recientemente 3.000 millones de dólares, lo cierto es que las potencias emergentes no quieren «dejarse computar» oficialmente en este aspecto, aseguró Valvanera Ulargui. «La Unión Europea no quiere que la diferenciación se diluya de manera traumática e inmediata para estos países, pero sí que vayan contribuyendo a medida que mejoren sus economías», explicó la jefa del equipo español.

Por su parte, las ONG se mostraron optimistas respecto a «cómo avanza el proceso», aunque cautelosas «por la lentitud con la que se progresa en el contenido». Martin Kaiser, portavoz de Greenpeace, recordó que a estas alturas en la última cumbre en la que se trató de alcanzar un pacto global «había un texto de 300 páginas, frente a las poco más de 20 de acuerdo que hay en París, donde el clima de negociación es mucho más constructivo». Kaiser alertó, sin embargo, de que «el acuerdo no está garantizado». También Tasneem Essop, jefa de la delegación de WWF en la cumbre, aseguró que «los ministros van a tener que correr una carrera contra reloj para asegurar un acuerdo fuerte».

Fabius se muestra «realmente optimista»

El presidente de la cumbre del clima (COP21) y ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, afirmó que, ante los últimos avances en las negociaciones, comienza a sentirse «realmente optimista» aunque queda todavía mucho trabajo pendiente. «Con las últimas informaciones que me han llegado, empiezo a ser realmente optimista, pero aún falta mucho por hacer. Por lo tanto, diría que ésta va a ser la COP de la acción», manifestó el ministro galo. Así se pronunció en el «Día de la Acción», en el que más de 50 personalidades de todo el mundo, como los actores Leonardo DiCaprio y Sean Penn, se reúnen en París para simbolizar el apoyo de la sociedad civil a la lucha contra el calentamiento.

«Solíamos tener solo gobiernos, pero ahora tenemos actores, de diferentes lugares, que quieren compartir su experiencia. Esto es importante», manifestó por su parte el ministro de Medio Ambiente peruano, Manuel Pulgar. Fabius confió en que el impulso que espera que suponga la COP21 para la lucha contra el cambio climático se mantenga al término de la cumbre y llegue más allá. «La sociedad está lanzada y la acción no se parará más. Estoy completamente convencido de que el movimiento lanzado va a continuar en los años siguientes y ampliarse», afirmó.

La secretaria de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC), Christiana Figueres, recalcó que «lo que estamos haciendo en estos tres, cuatro o cinco días es muy notable, pero nada comparado con lo que tenemos que hacer», avanzó. Figueres añadió que es importante darse cuenta de que «debemos» actuar porque la ciencia apunta a que solo se dispone de un estrecho margen para contrarrestar el cambio climático, pero también por un «imperativo moral», dado que si no se toman iniciativas con rapidez, sus efectos se cebarán con los más vulnerables.

Europa, China y Estados Unidos insisten en que el pacto de París sea vinculante mientras los países subdesarrollados exigen financiación

EFE.- La Unión Europea, China o Estados Unidos, entre otras partes de la cumbre del clima de París, reclaman un pacto de lucha contra el cambio climático «legalmente vinculante«, aunque esta expresión tiene un sentido distinto para cada uno de ellos. Mientras, representantes de los países menos desarrollados piden a sus socios más ricos que asuman su mayor responsabilidad en el calentamiento global y acepten incluir exigencias diferenciadas en el acuerdo de reducción de emisiones que se negocia en la COP21.

Las delegaciones de los 195 países centran sus intensas negociaciones en el carácter legal del acuerdo, entre otros temas y, según diversas fuentes, se busca una fórmula cercana a lo que persigue Estados Unidos. Las fuentes también apuntaron a que esa expresión tiene un sentido distinto para cada una de las partes. El comisario de Acción por el Clima de la Unión Europea, Miguel Arias Cañete, reitera que quieren que el acuerdo y los 185 compromisos nacionales de reducción de emisiones presentados para el mismo sean jurídicamente vinculantes internacionalmente o quedarán en papel mojado. China y Estados Unidos también persiguen un pacto vinculante, pero, a diferencia de la Unión Europea, no lo quieren en su totalidad sino hasta cierto punto.

Estados Unidos busca un acuerdo por el que los países estén obligados a remitir compromisos de reducción de emisiones periódicamente, a tomar medidas internas para asegurar que cumplen lo prometido y a rendir cuentas regularmente, pero no pretende que los objetivos nacionales ofertados sean vinculantes. La legislación estadounidense dice que todo acuerdo vinculante con «objetivos» o cifras de cumplimiento obligatorio debe ser remitida al Senado, lo que el Gobierno Obama quiere eludir ante la posibilidad de que la mayoría republicana lo rechace. Esa delegación argumenta que su propuesta contentaría a países como China o India que no quieren «atar» las cifras de reducción de emisiones ofrecidas con esa fórmula legal.

Preguntado al respecto, Yvo de Boers, una de las personas que mejor conoce las negociaciones, de las que fue jefe como secretario de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) entre 2006 y 2010, quita peso al hecho de que el futuro pacto sea «legalmente vinculante». Muchos países piden que lo sea a nivel internacional, «pero ¿qué significa? ¿Que si alguien no cumple lo llevas a la corte penal internacional? Eso nunca ocurre», señaló De Boers.

A su juicio tendría más sentido que fuera legalmente vinculante a nivel nacional, pues argumenta que «la promesa que has hecho en París, la llevas a tu Parlamento y la transformas en una ley que recoja el procedimiento para cumplirlo». De Boers vaticina que si hay un acuerdo final con todos los compromisos recogidos «y se dice que los países los implementarán en sus legislaciones y cada 5 años los revisarán y renegociarán la ambición, la Unión Europea lo aceptará» aunque no sea vinculante internacionalmente.

El embajador mexicano y miembro de la delegación de este país, Luis Alfonso de Alba, comparte la visión de que un acuerdo bien atado «en el que todas las partes pasan por un proceso de revisión del cumplimiento de sus obligaciones» es lo fundamental. Además, recuerda que el pacto prevé que cuando los países renueven en el futuro sus contribuciones nacionales no pueden prometer menos de lo ofrecido en 2015, lo que garantiza que irán revisando al alza aunque las promesas no sean jurídicamente vinculantes.

Determinará la fuerza legal del acuerdo «su contenido, no su nombre ni si es o no vinculante internacionalmente», subrayó por su parte la experta en temas legales del World Resources Institute, Eliza Northrop, quien augura que el resultado será una combinación de textos vinculantes y no vinculantes muy similar a lo que busca Estados Unidos. Northrop explicó que el acuerdo en sí será un pacto legal internacionalmente, por lo que para formar parte del mismo los países deberán ratificarlo posteriormente.

En cualquier caso, esa fórmula se sigue discutiendo en París, donde hay un nuevo texto de negociación con cinco páginas menos (50 en lugar de 55) pero con más paréntesis (1.400 frente a 1.250). El documento cuenta con 250 opciones abiertas que afectan fundamentalmente a las cuestiones más peliagudas: la financiación, mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo y la diferenciación entre países ricos y pobres respecto a cumplir los compromisos.

Piden a Occidente más responsabilidad

Representantes de los países menos desarrollados pidieron a sus socios más ricos que asuman su mayor responsabilidad en el calentamiento global y acepten incluir exigencias diferenciadas en el acuerdo de reducción de emisiones que se negocia. «Es responsabilidad de todos, colectivamente. Pero tienen una mayor responsabilidad nuestros socios desarrollados, que son los que tienen la responsabilidad histórica de acudir con objetivos muy ambiciosos», afirmó el ministro de Medioambiente de Gambia, Pa Ousman Jarju, que lidera el grupo de países menos desarrollados en las negociaciones climáticas y alertó de que, si no se resuelven estas diferencias, será difícil llegar a acuerdos.

«Somos diferentes, tenemos diferentes capacidades y tenemos que asegurar que hay un acuerdo que refleja esto», dijo. En este sentido, señaló que es justo que la India defienda que tiene una posición diferente a la de otras grandes economías, debido al alto nivel de pobreza del país, por lo que consideró «justo» que trate de proteger a esta población. WWF pidió también que se tenga en cuenta la diferenciación en las negociaciones sobre el clima, de modo que se pongan sobre la mesa los conceptos de «responsabilidad y capacidad» a la hora de decidir qué esfuerzos deben hacer las partes.

Asimismo, Ousman Jarju hizo hincapié en la necesidad de que el acuerdo incluya un reconocimiento explícito sobre la ayuda ante los daños y pérdidas ocasionados por los efectos del cambio climático en los países más vulnerables. «Si la cuestión de las pérdidas y daños no se tiene en cuenta de manera adecuada, no habrá un resultado en París», resaltó. También consideró esencial asegurar que el paquete de medidas que salga de la COP21 incluya «financiación nueva, adecuada y predecible». En este sentido, aplaudió  la cooperación sur-sur anunciada por China, pero avisó de que ello «no sustituye» a las aportaciones que, a su juicio, los países ricos deben hacer y que no han de incluirse en ese paquete créditos a devolver.

Ban Ki-moon no se moja

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, apremió a todos los países, ricos y pobres, a ser flexibles y demostrar su compromiso para alcanzar en París un acuerdo para combatir el cambio climático. «Todavía queda mucho trabajo por hacer. Siguen sin resolverse asuntos esenciales y no queda mucho tiempo», dijo Ban, que instó a los países desarrollados a «reconocer su responsabilidad de encabezar» el proceso y a las naciones en vías de desarrollo a «hacer más en línea con sus crecientes capacidades». En ese sentido, recordó que dentro de los países en desarrollo hay distintos niveles de riqueza y posibilidades y puso como ejemplo los fondos de cooperación prometidos por China.

El diplomático coreano, mientras tanto, evitó pronunciarse sobre una de las cuestiones esenciales de las discusiones: si el acuerdo que salga debe ser jurídicamente vinculante o no. Ban dijo que, por ahora, «se discuten muchas ideas» en ese ámbito y subrayó que lo importante es que haya un pacto que sea firme y universal. «El mundo ha estado demasiado tiempo sin un acuerdo climático universal que incluya a todos los países como parte de la solución. No podemos retrasarlo más», insistió Ban. El responsable de la ONU recordó que no hay «un acuerdo perfecto», pero dejó claro que el resultado de la negociación debe situar al mundo en el camino correcto para «una prosperidad a largo plazo, estabilidad y paz».

La India bloquea las negociaciones del acuerdo climático de París y la Unión Europea empieza a flexibilizar su postura

EFE.- Las negociaciones de cerca de 200 países para lograr un acuerdo universal contra el cambio climático están en punto muerto por el bloqueo de India, que presiona para que el acuerdo diferencie claramente las responsabilidades entre naciones desarrolladas y en desarrollo en los puntos clave. Mientras, la Unión Europea mantiene su exigencia de que el acuerdo climático perseguido incluya objetivos de mitigación jurídicamente vinculantes, algo que rechaza Estados Unidos, por lo que reconoció estar considerando opciones para llegar a un consenso.

Pese a que el presidente de India, Narendra Modi, subrayó en la inauguración de la cumbre del clima que su país «no quiere quedar fuera» del pacto global que se prevé aprobar en París, India no ha defraudado las expectativas de quienes vaticinaban que se convertiría en el Estado que más iba a complicar el acuerdo. La jefa del equipo negociador español, Valvanera Ulargui, explicó que India se opone a que la diferenciación entre países ricos y pobres, en que se basa el Protocolo de Kioto (1997), «se vaya diluyendo».

India persigue que las contribuciones de reducción de emisiones para el futuro acuerdo sean de cumplimiento «voluntario» para los países en desarrollo, entre los que se incluye, y sólo sean jurídicamente vinculantes para los países que un anexo de la ONU de 1992 consideró «ricos». Esa división entre ricos y pobres de 1992 dista mucho de la realidad actual y de ella no quieren ni oír hablar ni Estados Unidos ni la Unión Europea, que se oponen a que los compromisos de los países en desarrollo sean de cumplimento voluntario.

La negociación no sólo permanece paralizada en ese punto, también lo está en todos los párrafos más importantes del acuerdo, cuyo cumplimiento India quiere condicionar a la recepción de financiación por parte de los países desarrollados. La propia contribución presentada por India, el tercer mayor emisor tras China y Estados Unidos, de reducir la intensidad de sus emisiones entre un 33-35% para 2030 respecto a 2005 y que el 40% de su electricidad provenga de renovables, está condicionada a la recepción de 206.000 millones de dólares de la comunidad internacional.

Transferencia sin coste de conocimientos

India quiere, además, que el acuerdo recoja la obligatoriedad de los Estados desarrollados de transferir, sin coste, conocimiento en tecnologías bajas en carbono a los países en desarrollo, un asunto regulado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y que no puede ser tratado en esta convención. El país asiático no está solo: un buen número de naciones en desarrollo que se beneficiarían de que las contribuciones sean voluntarias le secundan en silencio. «Tememos que China, que oficialmente se presenta como facilitador, sea más bien un apoyo», indicó un negociador de la delegación británica.

Para los negociadores más optimistas el bloqueo de India forma parte de una postura táctica y esperan que la próxima semana, cuando los ministros acudan a París a ultimar el acuerdo, la India ceda si se les asegura la financiación y parte del lenguaje que desean en transferencia tecnológica. Hay quien va más allá y cree que el bloqueo se debe a un conflicto de «orgullo país» mal gestionado: países como Estados Unidos no han dejado de repetir en los últimos meses lo «cooperante» que estaba China para alcanzar un acuerdo internacional, frente a «lo problemática» que estaba siendo India.

«India se ha podido sentir herido como país porque no se haya reconocido su recorrido», indicó la ex secretaria de Estado española de cambio climático Teresa Ribera. La realidad es que el mix energético de India es cada vez más limpio y que, aunque el carbón es la fuente de energía más barata y abundante del país, cada vez más caro y complicado de extraer.

«La mayoría de los bancos ven más potencial en financiar proyectos solares que nuevas plantas de carbón», aseguró un delegado de India en la cumbre, al tiempo que consideró que su país «no puede aceptar limitar duramente sus emisiones cuando todavía estamos tratando de alumbrar a gran parte de la población, el 20% de nuestros habitantes no tienen acceso a la electricidad». Apuntó a que los países ricos son los principales responsables del cambio climático, y que aún «un estadounidense medio emite 10 veces más al año que la media de un habitante en India».

La única manera de acercar posturas, por ahora, cuando ninguna delegación quiere ceder en sus líneas rojas, sería que los más ricos aporten fondos para ayudar a financiar el recorte de emisiones de los que están en desarrollo. Las «diferencias en la negociación en estos momentos son sanas, no se está debatiendo en contra de nadie», dijo la secretaria de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU, Christiana Figueras, quien insistió en que «queremos un acuerdo con todo el mundo a bordo, nadie se quedará en el camino».

La Unión Europea busca consensos

Bruselas mantiene su exigencia de que el acuerdo climático incluya objetivos de mitigación jurídicamente vinculantes, según afirmó Elina Bardram, negociadora de la delegación comunitaria. «Abogamos con fuerza por objetivos de mitigación jurídicamente vinculantes, y al mismo tiempo, como en toda negociación, tenemos que escuchar a todas las partes y considerar las circunstancias que nos permitan llegar al acuerdo más general, inclusivo y dinámico«, aseguró Bardram.

La negociadora europea recalcó que, en cualquier caso, la «fortaleza y la credibilidad» del acuerdo que se espera que salga de París «no se va a juzgar en función de una sola cuestión, sino del nivel de ambición de varios elementos del acuerdo». Apuntó a cuestiones como el establecimiento de un sistema de transparencia y rendimiento de cuentas a la hora de mostrar los esfuerzos hechos por cada país para cumplir con sus objetivos, así como el modo en que se fija la mitigación y cómo se formulan los compromisos que van a ser aplicados.

«Las negociaciones están en marcha, no ha habido ninguna concesión por parte de la Unión Europea, pero, como otros, estamos mirando soluciones que nos lleven a un acuerdo», manifestó Bardram. La negociadora instó también a todas las partes a acelerar los trabajos para poder alcanzar un consenso para el día 11, cuando finalizará la cumbre. «El trabajo duro acaba de comenzar ahora, hemos empezado esta sesión final con un texto de 51 páginas y claramente demasiadas opciones sobre la mesa. Las negociaciones tienen que ponerse a trabajar seriamente, para acortar y pulir el texto», apuntó.

«La gente se está reservando las balas como si fuéramos a estar en París tres semanas, en vez de dos», afirmó por su parte Karsten Sach, una de las negociadoras de la delegación alemana. Sach mostró su pesar porque las conversaciones no están avanzando tan rápido como desearía y consideró que los políticos deberían poner presión sobre los técnicos para que aceleren su trabajo. En la misma línea, Bardram afirmó que es necesario que se busquen ya puntos en común entre las diferentes partes y apuntó que la Unión Europea está dispuesta a actuar como una «constructora de puentes», así como a «comprometerse en negociaciones sustanciales» para lograr que la temperatura global permanezca por debajo de los dos grados Celsius.

El 84% de los impuestos medioambientales en España son sobre el sector energético, frente al 77% de media en Europa

Redacción / Agencias.- Los datos de un estudio publicado por Eurostat reflejan que la recaudación de España aumentó en 10 años en 3.106 millones de euros a través de estos impuestos, hasta los 19.220 millones de euros de 2013 frente a los 16.114 millones de euros de 2003.

El estudio apunta que, en términos comparativos, España es el séptimo país de la Unión Europea que menos ingresos recibe a partir de impuestos medioambientales, con esos 19.220 millones de euros que suponen un 5,7% sobre el total de la recaudación tributaria en 2013. Este porcentaje supone una reducción de 4 décimas con respecto a 2003, cuando los ingresos por impuestos medioambientales alcanzaron los 16.114 millones y representaron el 6,1% del total. No obstante, España se encuentra por debajo de la media de la Unión Europea en los dos casos: mientras que en 2003 los tributos medioambientales representaban el 6,9% del total, en 2013 fueron del 6,3%. El objetivo para 2020 es alcanzar el 10%.

Los países donde los impuestos medioambientales representan un mayor porcentaje sobre el total de ingresos tributarios y contribuciones sociales son Eslovenia (10,5%), Bulgaria (10,1%) y Croacia (9,6%). En la situación contraria se encuentran Bélgica y Francia (4,5%) y Alemania (5,4%). El informe también desglosa en tres categorías los tipos de impuestos medioambientales. En España el 84% eran impuestos a la energía, el 14% al transporte y el 2% a la contaminación y a otros recursos. En el conjunto de la Unión Europea, estas tres categorías representaban el 77%, 20% y el 3%, respectivamente. La metodología de Eurostat define los impuestos medioambientales a aquellos sobre alguna materia con un impacto negativo específico en el medio ambiente.

En cuanto a la recaudación total, las mayores cantidades corresponden a Alemania (57.582 millones), Italia (54.893), Reino Unido (50.624), Francia (42.937), Países Bajos (21.558) y España (19.220). La cantidad total en los 28 Estados miembros ascendió a 330.082 millones de euros. En la última década, la recaudación de los impuestos ambientales aumentaron en todos los países, salvo Portugal (582 millones menos) y Alemania (231 millones menos), pero la proporción de estos tributos dentro de los ingresos por impuestos y contribuciones sociales bajó en la mayoría, especialmente en Chipre (-3,8%), Portugal (-3%) y Malta (-2,5%), mientras donde más aumentó fue en Estonia (1,9%) y Eslovenia (1,8%).

El transporte español suspende en consumo de fuentes renovables

Europa Press.-Según refleja el índice de transportes 2015 presentado por la Comisión Europea, en el caso de los indicadores que miden la eficacia energética, España es el segundo país europeo con la tasa de consumo de renovables más baja en el sector del transporte (0,4%), sólo por delante de Estonia (0,2%) frente al 16,70% de Suecia o el 9,9% en el caso de Finlandia, que encabezan la clasificación en este indicador. España también es el quinto país con menos vehículos nuevos limpios (0,31%), sólo por delante de Lituania, Irlanda, Hungría y Chipre.

Países Bajos se clasifica como el país con el mejor sistema de transportes en términos globales, situándose entre los cinco primeros puestos en 16 de los 29 indicadores analizados. Suecia se sitúa entre los cinco mejores sistemas en 13, Finlandia en 12, Reino Unido en 11 categorías y, Dinamarca y Alemania, en 9 de los indicadores, situándose entre los siguientes mejores puestos de la clasificación global. España sólo se sitúa entre las cinco mejores notas en 8 de los indicadores y saca en 7 indicadores entre las cinco peores notas. Aparece en el puesto 14 de 28 de la clasificación.