La India bloquea las negociaciones del acuerdo climático de París y la Unión Europea empieza a flexibilizar su postura

EFE.- Las negociaciones de cerca de 200 países para lograr un acuerdo universal contra el cambio climático están en punto muerto por el bloqueo de India, que presiona para que el acuerdo diferencie claramente las responsabilidades entre naciones desarrolladas y en desarrollo en los puntos clave. Mientras, la Unión Europea mantiene su exigencia de que el acuerdo climático perseguido incluya objetivos de mitigación jurídicamente vinculantes, algo que rechaza Estados Unidos, por lo que reconoció estar considerando opciones para llegar a un consenso.

Pese a que el presidente de India, Narendra Modi, subrayó en la inauguración de la cumbre del clima que su país «no quiere quedar fuera» del pacto global que se prevé aprobar en París, India no ha defraudado las expectativas de quienes vaticinaban que se convertiría en el Estado que más iba a complicar el acuerdo. La jefa del equipo negociador español, Valvanera Ulargui, explicó que India se opone a que la diferenciación entre países ricos y pobres, en que se basa el Protocolo de Kioto (1997), «se vaya diluyendo».

India persigue que las contribuciones de reducción de emisiones para el futuro acuerdo sean de cumplimiento «voluntario» para los países en desarrollo, entre los que se incluye, y sólo sean jurídicamente vinculantes para los países que un anexo de la ONU de 1992 consideró «ricos». Esa división entre ricos y pobres de 1992 dista mucho de la realidad actual y de ella no quieren ni oír hablar ni Estados Unidos ni la Unión Europea, que se oponen a que los compromisos de los países en desarrollo sean de cumplimento voluntario.

La negociación no sólo permanece paralizada en ese punto, también lo está en todos los párrafos más importantes del acuerdo, cuyo cumplimiento India quiere condicionar a la recepción de financiación por parte de los países desarrollados. La propia contribución presentada por India, el tercer mayor emisor tras China y Estados Unidos, de reducir la intensidad de sus emisiones entre un 33-35% para 2030 respecto a 2005 y que el 40% de su electricidad provenga de renovables, está condicionada a la recepción de 206.000 millones de dólares de la comunidad internacional.

Transferencia sin coste de conocimientos

India quiere, además, que el acuerdo recoja la obligatoriedad de los Estados desarrollados de transferir, sin coste, conocimiento en tecnologías bajas en carbono a los países en desarrollo, un asunto regulado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y que no puede ser tratado en esta convención. El país asiático no está solo: un buen número de naciones en desarrollo que se beneficiarían de que las contribuciones sean voluntarias le secundan en silencio. «Tememos que China, que oficialmente se presenta como facilitador, sea más bien un apoyo», indicó un negociador de la delegación británica.

Para los negociadores más optimistas el bloqueo de India forma parte de una postura táctica y esperan que la próxima semana, cuando los ministros acudan a París a ultimar el acuerdo, la India ceda si se les asegura la financiación y parte del lenguaje que desean en transferencia tecnológica. Hay quien va más allá y cree que el bloqueo se debe a un conflicto de «orgullo país» mal gestionado: países como Estados Unidos no han dejado de repetir en los últimos meses lo «cooperante» que estaba China para alcanzar un acuerdo internacional, frente a «lo problemática» que estaba siendo India.

«India se ha podido sentir herido como país porque no se haya reconocido su recorrido», indicó la ex secretaria de Estado española de cambio climático Teresa Ribera. La realidad es que el mix energético de India es cada vez más limpio y que, aunque el carbón es la fuente de energía más barata y abundante del país, cada vez más caro y complicado de extraer.

«La mayoría de los bancos ven más potencial en financiar proyectos solares que nuevas plantas de carbón», aseguró un delegado de India en la cumbre, al tiempo que consideró que su país «no puede aceptar limitar duramente sus emisiones cuando todavía estamos tratando de alumbrar a gran parte de la población, el 20% de nuestros habitantes no tienen acceso a la electricidad». Apuntó a que los países ricos son los principales responsables del cambio climático, y que aún «un estadounidense medio emite 10 veces más al año que la media de un habitante en India».

La única manera de acercar posturas, por ahora, cuando ninguna delegación quiere ceder en sus líneas rojas, sería que los más ricos aporten fondos para ayudar a financiar el recorte de emisiones de los que están en desarrollo. Las «diferencias en la negociación en estos momentos son sanas, no se está debatiendo en contra de nadie», dijo la secretaria de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU, Christiana Figueras, quien insistió en que «queremos un acuerdo con todo el mundo a bordo, nadie se quedará en el camino».

La Unión Europea busca consensos

Bruselas mantiene su exigencia de que el acuerdo climático incluya objetivos de mitigación jurídicamente vinculantes, según afirmó Elina Bardram, negociadora de la delegación comunitaria. «Abogamos con fuerza por objetivos de mitigación jurídicamente vinculantes, y al mismo tiempo, como en toda negociación, tenemos que escuchar a todas las partes y considerar las circunstancias que nos permitan llegar al acuerdo más general, inclusivo y dinámico«, aseguró Bardram.

La negociadora europea recalcó que, en cualquier caso, la «fortaleza y la credibilidad» del acuerdo que se espera que salga de París «no se va a juzgar en función de una sola cuestión, sino del nivel de ambición de varios elementos del acuerdo». Apuntó a cuestiones como el establecimiento de un sistema de transparencia y rendimiento de cuentas a la hora de mostrar los esfuerzos hechos por cada país para cumplir con sus objetivos, así como el modo en que se fija la mitigación y cómo se formulan los compromisos que van a ser aplicados.

«Las negociaciones están en marcha, no ha habido ninguna concesión por parte de la Unión Europea, pero, como otros, estamos mirando soluciones que nos lleven a un acuerdo», manifestó Bardram. La negociadora instó también a todas las partes a acelerar los trabajos para poder alcanzar un consenso para el día 11, cuando finalizará la cumbre. «El trabajo duro acaba de comenzar ahora, hemos empezado esta sesión final con un texto de 51 páginas y claramente demasiadas opciones sobre la mesa. Las negociaciones tienen que ponerse a trabajar seriamente, para acortar y pulir el texto», apuntó.

«La gente se está reservando las balas como si fuéramos a estar en París tres semanas, en vez de dos», afirmó por su parte Karsten Sach, una de las negociadoras de la delegación alemana. Sach mostró su pesar porque las conversaciones no están avanzando tan rápido como desearía y consideró que los políticos deberían poner presión sobre los técnicos para que aceleren su trabajo. En la misma línea, Bardram afirmó que es necesario que se busquen ya puntos en común entre las diferentes partes y apuntó que la Unión Europea está dispuesta a actuar como una «constructora de puentes», así como a «comprometerse en negociaciones sustanciales» para lograr que la temperatura global permanezca por debajo de los dos grados Celsius.

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