La Lora (Burgos) mantiene la esperanza de ser «un pequeño Texas» tras no prorrogarse su explotación

EFE.- Los pocos vecinos que quedan en el entorno de los pozos de petróleo de La Lora, en Burgos, están convencidos de que tras la denegación de la prórroga de la concesión, la explotación volverá a abrir porque hay empresas interesadas y un estudio que indica que queda mucho petróleo en «el pequeño Texas español», así conocida en los años sesenta del siglo pasado, cuando se hablaba de cantidades ingentes de petróleo, que convertirían a España en una potencia energética.

De la reapertura depende en buena medida el futuro de las seis pedanías que encabeza Sargentes de la Lora. «En realidad eran ocho pedanías pero en dos ya no vive nadie y en el resto cada vez queda menos gente joven; si se cierran completamente los pozos de petróleo será un desastre», detalla el alcalde, Carlos Gallo. De hecho, en este momento hay poco más de un centenar de habitantes censados, tres veces menos de los que llegó a haber en los años sesenta del siglo pasado, y muchos de ellos ni siquiera residen en el pueblo de forma permanente.

El silencio es impresionante en una mañana fría de invierno en la que desde El oro negro, el único bar que ha quedado en Sargentes de la Lora, se ven «los caballitos» para bombear petróleo instalados en los 12 pozos que seguían activos hasta hace unas semanas. Leoncio Ruiz, que trabajó durante 23 años en los pozos de Ayoluengo, que es el nombre oficial de la explotación petrolífera, mira con cierta tristeza el cartel de Prohibido el paso que ahora encabeza la entrada a la zona de los pozos. «A ver si tardan poco en volver a abrir», dice preocupado.

Parece que hay razones para la esperanza en estos pueblos situados a unos 60 kilómetros de Burgos, en los que llegó a haber medio millar de trabajadores, una sucursal bancaria y siete bares. Leoncio Ruiz recuerda que era el 6 de junio de 1964 cuando saltó el primer chorro de petróleo. Después vinieron «los mejores años», cuando salían de Ayoluengo más de 4.000 barriles diarios, aunque siempre fue «de poca calidad», por su alto contenido en arsénico y azufre, que dificultan el refinado; cuando los pozos pararon su actividad solo salían de 100 barriles diarios.

Sin embargo, el alcalde, Carlos Gallo, insiste en que hay razones para la esperanza en la reapertura. «Hay empresas interesadas, incluso la que ha tenido la concesión, en invertir millones de euros en Ayoluengo porque hay estudios que indican que todavía hay 100 millones de barriles sin extraer, más del 80% del total, pero eso requiere inversiones importantes», concluye Gallo.

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