Forestalia, Gas Natural Fenosa, Endesa y Gamesa se adjudican más de 2.600 MW eólicos en la subasta de renovables

Europa Press.- El Grupo Forestalia, Gas Natural Fenosa, Enel Green Power España, la filial verde de Endesa, y Gamesa se han adjudicado más de 2.600 megavatios (MW) en la subasta de renovables celebrada, según indicaron fuentes conocedoras del resultado. La subasta, como se preveía, volvió a contar con tanta presión competitiva que los incentivos quedaron reducidos a cero, como sucedió en la del año pasado, y tuvo como tecnología ganadora a la eólica, que se llevó la mayoría de los megavatios en juego.

Forestalia volvió a dar la sorpresa, como ocurrió ya en la subasta del año pasado, al adjudicarse el mayor paquete en la subasta, con 1.200 megavatios (MW), el 40% del total de los 3.000 MW que finalmente se lanzaron. En 2016, en la subasta que ponía fin a la moratoria verde, el grupo aragonés presidido por Fernando Samper se adjudicó más de 400 MW (300 MW eólicos y más de 100 MW de biomasa) de los 700 MW que se pusieron en juego. Por su parte, Gas Natural Fenosa se ha adjudicado 667 MW en la subasta, mientras que Endesa se ha hecho con una partida de 540 MW y Siemens Gamesa con 206 MW.

Otros grupos, como Norvento, que ha ganado 128 MW, y el grupo aragonés Brial, que se ha hecho con 237 MW, han completado prácticamente el total de los 3.000 MW renovables lanzados, según los datos provisionales de la subasta. Iberdrola, que es la primera empresa por potencia eólica en España con más de 5.500 MW, acudió a la subasta pero no se adjudicó ningún megavatio. También se quedaron fuera de la adjudicación Viesgo y EDP Renovavéis, mientras que Acciona, otro de los grandes del sector, no acudió a la subasta.

La macrosubasta de renovables celebrada ha licitado 2.000 MW, ampliables a 3.000 MW, con las dudas del sector sobre la complejidad del proceso y las peticiones de un sistema de subastas que dé una mayor visibilidad retributiva a largo plazo. El objetivo de la subasta lanzada por el Gobierno es permitir introducir las tecnologías renovables más eficientes en costes y que la convocatoria permita a España avanzar en el cumplimiento de los objetivos de la Unión Europea de renovables para 2020. Para ello, la subasta ha utilizado un sistema marginalista en el que los interesados pujaron a la baja hasta completar la bolsa de megavatios en juego, finalmente sin incentivos.

Una neutralidad discutida por UNEF

Además, esta subasta se presentaba como tecnológicamente neutral, de modo que podían competir todas las fuentes de generación renovable. Esta circunstancia difería de lo ocurrido en la subasta de 2016, en la que se pusieron en juego 700 MW, de los que 500 MW eran eólicos y los 200 MW restantes, de biomasa, y que se cerró sin incentivos y sin adjudicación para las grandes eléctricas. No obstante, este planteamiento ha generado controversia en el sector, ya que la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) consideró que no había tal neutralidad y solicitó medidas precautelares al Tribunal Supremo para la suspensión de la subasta, que finalmente no fueron aceptadas por el Alto Tribunal, al considerar que el mecanismo beneficia a la eólica.

De hecho, el resultado de la subasta ha sido criticado por el sector fotovoltaico, que se ha considerado discriminado frente a la tecnología eólica. Así, la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) ha anunciado su intención de presentar una denuncia ante la Dirección General de la Competencia de la Comisión Europea. La asociación señala que, a pesar de haber ofertado al mismo precio que la eólica, a la energía fotovoltaica no se le ha adjudicado ningún megavatio en el proceso. Por su parte, la Asociación Nacional de Productores Fotovoltaicos (Anpier) ha asegurado que la subasta constata que el Ministerio de Energía, «con el beneplácito del Gobierno», ha usado «criterios sesgados que penalizaban cualquier pretensión de generación social».

El sistema de la subasta establecía que las ofertas se realizarían en sobre cerrado y conforme a las inversiones previstas. Como novedad, se realizaron unos ajustes conforme a una fórmula para establecer el sobrecoste que los diferentes proyectos generarían al sistema eléctrico. Una vez se conocieron el valor de la inversión inicial y el resto de parámetros retributivos, se calculó para cada oferta la retribución a la inversión y el cociente entre esta retribución a la inversión y el número de horas estándares de funcionamiento.

Las ofertas se ordenaron, con independencia de la tecnología, de menor a mayor valor de dicho cociente y resultaron adjudicatarias de la subasta las ofertas que tuvieron un menor cociente hasta alcanzar el límite de potencia subastada. Fuentes del sector anticipaban que este sistema llevaría, al igual que sucedió en la anterior subasta, a un resultado donde las ofertas especulativas lleven tan abajo los precios que se adjudiquen proyectos con unas rentabilidades «poco realistas». De hecho, otra novedad era que los interesados pudieron hacer ofertas negativas para entrar a toda costa en el cupo. De cualquier forma, en caso de que las ofertas eran negativas, se tomó el valor cero.

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