Europa coincide en lo urgente del proyecto Nabucco

Que la dependencia del gas ruso debe reducirse y que hay que diversificar las fuentes de energía fueron las principales conclusiones de una cumbre en Budapest sobre el proyecto del gasoducto Nabucco que, sin embargo, no logró concretar plazos ni vías de financiación de la obra.

Los trece países europeos interesados en el proyecto cerraron la «Declaración de Budapest» que expresa su «profundo compromiso» con un proyecto cuya importancia, coincidieron, ha quedado más patente que nunca tras la reciente «guerra del gas» entre Moscú y Rusia.

El jefe de Gobierno de la República Checa y presidente de turno de la Unión Europea (UE), Mirek Topolánek, insistió en que es hora de que el proyecto se convierta en el «proceso Nabucco«.

Topolanek urgió a que la obra se concrete y advirtió de que los planes rusos de construir vías de suministro alternativas a sus actuales rutas por el Báltico y Ucrania, es una amenaza a la iniciativa europea. Aunque negó que el proyecto vaya contra los intereses rusos, sí definió la necesidad de su construcción como un asunto de «independencia y libertad».

Esa misma urgencia mostró Andris Piebalgs, comisario europeo de Energía, que llegó a asegurar que el proyecto peligra si no se concreta antes de mediados de año. «Llegó el momento de la verdad. Tendremos que dar una respuesta clara a la gente, si somos capaces de diversificar o no», sentenció Piebalgs.

El comisario opinó que para que el proyecto se convierta en realidad lo más pronto posible, es necesario que para finales de marzo quede redactado el texto final del acuerdo intergubernamental sobre el proyecto Nabucco para que, a más tardar, en mayo se puedan «dar respuestas concretas a las preguntas». Aún así, Piebalgs fue optimista y aseguró que «se dan todas las condiciones para que en 2015 se inicie el transporte de gas en el gasoducto internacional», dijo.

Sobre lo que no fue tan entusiasta fue sobre las vías de financiación de una obra cuyo coste se ha calculado en unos 7.900 millones de euros (unos 10.000 millones de dólares).

El primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsány, requirió de la UE una apuesta presupuestaria y concretó que «el empujón inicial podría ser un aporte de hasta 300 millones de euros, pero más tarde se necesitaría más, unos 2.000 millones». Una petición ante la que Piebalgs repuso que «no es necesario que la Comisión Europea (CE) financie el proyecto con 2.000 millones ya que las empresas del consorcio que maneja el proyecto podrán conseguir el dinero».

En cualquier caso, el responsable europeo anunció que «puede haber una decisión en la CE sobre el apoyo de 200 ó 300 millones de euros para el inicio del proyecto Nabucco». También sin concretar se quedó la disposición del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de financiar hasta el 25% del gasoducto, un apoyo condicionado a que se firme un acuerdo intergubernamental que dé garantías al proyecto.

Otros de los temas centrales de la jornada fue el de la diversificación de los proveedores de gas, ante lo que países como Azerbaiyán o Kazajistán reiteraron su compromiso con el proyecto y subrayaron que son socios fiables de Europa. Así, el texto de la «Declaración de Budapest» expresa su «buena voluntad» de crear «un sistema claro y transparente de transmisión a lo largo de todo el gasoducto Nabucco».

Los firmantes del documento también consideran importante las inversiones directas en los países fuentes y de tránsito para asegurar el abastecimiento de las necesidades de las naciones participantes.

El gasoducto Nabucco, de 3.300 kilómetros de longitud, uniría el Mar Caspio con Europa a través de Georgia y Turquía, reduciendo la exposición del Viejo Continente a un corte de suministros desde Rusia.

Según los planes iniciales, Nabucco debería bombear 21.000 millones de metros cúbicos de gas anuales a partir de 2013, y dentro de la UE pasaría por Bulgaria, Rumanía, Hungría, Austria y Alemania.

Tensión y suspense en la operación Gas Natural-Unión Fenosa

Una de las cuestiones que han quedado en el rescoldo de las operaciones corporativas del sector energético es la operación de adquisición de Unión Fenosa por parte de Gas Natural, actualmente en el trámite de análisis de competencia tras la superación de la función 14 y de la función 15 en la Comisión Nacional de Energía. Máxime cuando el argumento de fondo conlleva que la venta de Unión Fenosa para el grupo ACS, supone la obtención de ingresos y liquidez con el que, quién sabe si abordará una operación de amplío calado de desembarco en Iberdrola, máxime con una situación bursátil tan ventajosa.

En este caso, la Comisión Nacional de Competencia analiza de forma minuciosa la OPA de Gas Natural sobre Unión Fenosa. Ya son dos veces las ocasiones en las que el organismo que preside Luis Berenguer se ha dirigido a las empresas consideradas como afectadas por la operación (denominados incumbentes) solicitando información muy precisa sobre la misma. Seguramente en los próximos días y, en la medida que se vaya acercando a su resolución, esta cuestión cobre mayor importancia y esta cuestión alcance mayor resonancia en los medios. El período de alegaciones finaliza el próximo 30 de enero, tras el cual, la Comisión Nacional de Competencia tendrá que emitir su dictamen definitivo al Ministerio de Economía y Hacienda. El Gobierno, por su parte, deberá aplicarlo o en su caso justificar adecuadamente su disconformidad ante los criterios que determine la CNC.

Hasta el momento, y según lo que se ha podido saber, la CNC ha identificado efectos en trece mercados relevantes, el más afectado es el del aprovisionamiento del gas natural a España. Pero también el mercado de exploración, el mercado secundario del gas, el de infraestructuras de importación y transporte, los distintos mercados minoristas y las redes de distribución, haciendo un análisis tanto nacional como provincial. También ha analizado en el mercado de la electricidad los efectos sobre el mercado mayorista, el mercado de resolución de restricciones técnicas, el de distribución y el de suministro minorista. Según lo que se ha podido conocer, estos efectos “no se compensan con las eficiencias que se producen de la operación”.

Evidentemente, una de las primeras cuestiones candentes y que afectarán al mercado de aprovisionamiento es la participación en Unión Fenosa Gas, ya que el interés de la italiana ENI, socia actual de Unión Fenosa, es indudable, y la guerra financiera por su adquisición puede resultar muy cara en un momento además en que las financiación de operaciones en este campo resulta especialmente dificultosa. Sobre todo, porque además, parece claro y palmario que en cuestión de aprovisionamiento de gas, la operación tiene efectos evidentes por lo que se ha podido conocer de lo avanzado del primer informe de la CNC.

En conclusión, parece que de las primeras informaciones dadas por la CNC ya se advierte que la fusión podría poner trabas a la libre competencia. No sabemos si es técnica de globo sonda, pero evidentemente, si esto es así, la CNC deberá actuar en consecuencia y colocar las preceptivas medidas y desinversiones a la operación, lo que le puede quitar “glamour”. Por su parte, Gas Natural avisa, en ABC ayer, de que si le imponen desinversiones acudirá a los tribunales. Hasta ahí, todo normal y lógico. Por un lado, el papel de la empresa y por otro el papel del regulador de la competencia, en posiciones legítimas y entendibles.

Más elementos, sobre todo en el contexto. Florentino Pérez, como principal afectado de lo que resulte de la operación, también tiene toda su atención en este proceso. La segunda cuestión es que este expediente se va a resolver en un momento político diferente al que se gestó, lo cual puede llenar de inquietud a casi todos los actores de esta película. También el momento económico y financiero es diferente, lo que añade más ingredientes a la operación que empieza a mostrar posibles claroscuros.

La guerra ha comenzado. Por lo menos, la psicológica, la guerra de nervios. Se masca la tensión.

Semana convulsa para el mercado del crudo

El mercado del crudo vivió una convulsa semana llena de contradictorias noticias que no impidieron un aumento de los precios que acercó el barril a los 50 dólares, debido al optimismo por la toma de poder de Barack Obama y al anuncio de que la OPEP está dispuesta a recortar aún más su producción.

La semana comenzó con un bajón del 4,4 por ciento en el precio del Brent europeo, con el mercado aún resentido por la última previsión de la Agencia Internacional de la Energía que rebaja a 85,3 millones de barriles diarios el consumo en 2009, por lo que la demanda caería por segundo año consecutivo, algo inédito desde 1982.

Sin embargo, el Petróleo Intermedio de Texas (WTI), referente en EEUU, reaccionó de manera bien distinta y ya el martes ganó más de un 6 por ciento, en una jornada en la que Barack Obama asumió la presidencia en Estados Unidos y recordó la crisis económica que atraviesa el país.

De hecho, el «efecto Obama» se hizo sentir ya el miércoles en el mercado de futuros de Londres, al igual que en la mayoría de plazas bursátiles del mundo ante la expectativa de que el 44 presidente de EEUU ponga en marcha un plan de estímulo de la primera economía del mundo.

Así, el miércoles el Brent superó la barrera psicológica de los 45 dólares y experimentó la mayor subida diaria de las dos últimas semanas. Ese mismo día, el Texas celebró con otra subida del 6 por ciento las afirmación del ministro argelino de Energía, Chakib Jelil, sobre que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) recortará de nuevo la producción en su reunión del 15 de marzo si fuera necesario para ayudar a estabilizar los precios.

El ministro argelino aseguró que se están ejecutando «al cien por cien» las decisiones que adoptaron los países miembros en la última reunión de diciembre en Orán (Argelia), en la que se acordó una rebaja de 2,2 millones de barriles diarios en las cuotas de producción.

Una señal que siguió elevando el precio del «oro negro» pese a los datos publicados el jueves sobre que el crudo almacenado la pasada semana en EEUU subió en 6,1 millones de barriles, casi el triple de lo que esperaban algunos analistas.

Así, según los datos que divulgó el Departamento de Energía (DOE) de EEUU, el volumen total de las reservas es ya de 332,7 millones millones de barriles, el 14,3% más que el del pasado año en las mismas fechas. Pese al nuevo dato que confirma el descenso del consumo por el enfriamiento económico, la tendencia al alza de los precios continuó hasta el final de la semana.

Ante la patente desaceleración económica y su clara afección al consumo del crudo, los mercados petroleros saludaron los primeros informes sobre la recuperación, como el publicado el jueves por la agencia de calificación de riesgo Standard & Poors, que augura que los primeros síntomas del fin de la crisis llegarán a final de año. De esta forma, el viernes los precios del crudo cerraron con importantes ganancias respecto a las cotizaciones de hace una semana.

Así, en el International Exchange Futures de Londres el Brent se pagó a 48,37 dólares por barril, el precio más alto desde el pasado 6 de enero y una marca superior en un 4 por ciento al cierre del pasado viernes. Por su parte, la recuperación del Texas fue aún mayor, cerrado la semana a un precio de 46,47 dólares por barril en la Bolsa Mercantil de Nueva York. Esa cotización supone que el WTI ha ganado casi diez dólares respecto al cierre del la semana anterior y logrado su mejor marca desde hace 17 días.

¿Puede esperar más la Comisión Nacional de Energía?

La respuesta es no, rotundamente no. Ayer conocíamos, por declaraciones del Ministro de Industria, Miguel Sebastián, que la situación de interinidad de los actuales consejeros podría demorarse hasta el mes de abril, responsabilizando de esta cuestión al Partido Popular por su falta de interlocución (no ha habido desmentido, por otra parte). Es una mala noticia, en primer lugar, porque la prolongación artificial de la actual configuración del Consejo de Administración de la Comisión Nacional de Energía (por motivos políticos o por ausencia de acuerdo), deteriora el funcionamiento de las instituciones económicas del país, mantiendo una situación de provisionalidad y coyunturalidad rayana en situaciones de teatro del absurdo. Es una forma de languidecer que va más allá del tiempo, que tiene que ver con su “limbo” institucional, que tiene su repercusión sobre las empresas, sobre el sector y sobre la visión del sector financiero del mismo.

En este sentido, si uno sigue la última ejecutoria, los últimos estertores de la Comisión Nacional de Energía van perfilando convocatorias de sus consejos, cuyas reuniones resultan cada vez más descafeinadas y de trámite. Desde la aprobación de los informes, boletines, expedientes de solicitud de acceso, etc… Y no es, evidentemente, porque el sector energético no siga teniendo cuestiones de máximo interés y máxima prioridad que resolver en el presente más inmediato y en el futuro. Vean Vds. además la página de la CNE: desde el 26 de diciembre no hay nada publicado de ‘nuevo cuño’ y algún informe que ha sido aprobado, según reza en las notas de prensa como el de la evolución de la competencia en los mercados energéticos, sigue sin publicación.

Desde el déficit tarifario, el proceso de liberalización pendiente, los cambios en la estructura empresarial del sector energético y su estructura competitiva, varios ‘schoks’ que es preciso tener previsto y a los que ofrecer respuestas, como son las cuestiones derivadas del aprovisionamiento gasístico que se avecina, las cuestiones derivadas de las redes y la distribución, el acceso de las energías renovables, la coordinación con las Comunidades Autónomas… En fín, hay un número importante de cuestiones abiertas “de corto plazo” a las que hay que añadir la Prospectiva 2030 o la Ley de Eficiencia Energética y Energías Renovables.

En segundo lugar, hay que poner el foco o la lupa en la coyuntura política que deriva de esta demora. La justificación ofrecida por el Ministro Miguel Sebastián a esta prolongación, la ausencia de interlocutores válidos en el Partido Popular, viene a dejar al desnudo la situación del principal partido de la oposición, sumido en la guerra del espionaje y en la que Cristóbal Montoro ha sido fuertemente criticado por su gestión al frente de este área. Evidentemente, si el Partido Popular no reacciona, no podrá luego quejarse de su baja presencia en los organismos de regulación sectorial.

¿Se puede esperar más a resolver lo de la CNE? Hay otra respuesta. Bueno, poder, lo que se dice poder, se puede. Ahora, puede ser que en el afán inspector tenga que intervenir la Brigada Especial de Emergencias del Ejército en la investigación de los huertos solares y los parques eólicos. En todo caso, es mejor que este Consejo, en su interinato, siga aprobando cuestiones de puro trámite a que se centre en cuestionar la legislación vigente y, de paso, hacer ideología. Así que, ya lo saben, como esperemos más, aténganse a las consecuencias.

El crudo de la OPEP mantiene el precio pese a la reducción de producción

El precio del crudo de la OPEP se ha colocado en los 40 dólares por barril, el mismo nivel que hace un mes, cuando la conferencia ministerial de este grupo se reunió en Orán para acordar una reducción de la producción.

En esa ciudad argelina, los trece miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidieron el 17 de diciembre reducir a partir del 1 de enero en 4,2 millones de barriles diarios (b/d) el bombeo de 29,045 millones de b/d establecido tres meses antes. El jueves, la OPEP fijó el barril a tan solo 40,85 euros.

Con una recesión simultánea en varios países europeos, EEUU y Japón, ha menguado drásticamente la demanda y se han deprimido los precios, que el verano pasado llegaron a superar los 140 dólares por barril, unos 100 dólares menos que ahora.

La consultora vienesa JBC atribuía el descenso del precio de la variedad WTI, de referencia en Estados Unidos, al considerable crecimiento de las reservas de petróleo en la primera economía mundial.

El WTI se encareció el pasado viernes con moderación y cerró la semana a 36,51 dólares en Nueva York, pero es aún un 10,6 por ciento más barato que hace una semana, con pronósticos de que este año mermará la demanda a nivel mundial.

Desde comienzos de año esta variedad se ha depreciado más del 10 por ciento, al contrario del Brent, de referencia en Europa, que ha ganado 3,20 dólares por barril en el mismo período y el de la OPEP, tan sólo alrededor de un dólar.

El barril de crudo Brent cerró el pasado viernes con una caída del 2,3 por ciento en Londres, hasta 46,57 dólares, después de que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) revisara a la baja sus previsiones sobre la demanda mundial de petróleo para 2009 en un millón de b/d, hasta los 85,3 millones de b/d.

La OPEP, en su informe mensual, también revisaba ligeramente a la baja sus cálculos sobre la demanda en 2009 y expresaba su temor de que debido al negro panorama económico mundial para este año se produzca una caída del consumo aún mayor de la prevista.

El cártel situaba en otros 30.000 barriles diarios menos las previsiones de hace un mes, con un descenso del consumo mundial de 180.000 barriles en 2009, hasta los 85,66 millones de barriles diarios (mb/d).

«Las grandes dudas sobre la recuperación (económica) hacen probable que se deteriore aún más la demanda mundial de petróleo» en 2009, indicó el informe.

La OPEP se mostraba decepcionadas por el consumo en 2008 en los países industrializados y subrayaba el temor de un mayor deterioro de la demanda en esa región para este año, tras puntualizar que el incremento de consumo en los países en desarrollo no fue suficiente para enjugar el descenso de los países ricos.

La bajada del precio del crudo lo explica la OPEP, que cubre cerca del 40 por ciento de la demanda mundial del oro negro, con «la fluctuación de dólar y la expectativa de precios aún más bajos, lo que impulsó a los fondos a vender para recoger beneficios».

La OPEP ya ha anunciado que no dudará en aplicar un nuevo recorte a su producción de crudo, posiblemente en su próxima reunión ministerial en Viena el 15 de marzo próximo, si considera que el mercado está sobreabastecido, y explicó que hasta mediados de febrero no se podrá comprobar el efecto de las reducciones aplicadas.

A su vez, la economía china, considerada como la responsable de una reciente fuerte demanda de crudo, se ha ralentizado y prevé un aumento del consumo del 1,3 por ciento este año, hasta los 8 millones de b/d, lo que equivale a unos 300.000 b/d menos que los pronosticado antes.

Por otra parte, Rusia ha decidido reducir los aranceles de exportación de petróleo en un 15 por ciento, hasta los 100,9 dólares por tonelada, 13,84 dólares por barril (159 litros), lo que debería incentivar las ventas al exterior, según la consultora JBC.

Inspecciona que algo queda

Más que cien predicadores puede un murmurador.
Pedro Antonio de Alarcón

Demos por sentadas dos cuestiones previas al objeto de este artículo que no es otro que reclamar un uso razonable, articulado conforme a comportamientos de sociedad de mercado europea y occidental, democrático y no demagógico del sistema inspector en el sector energético.

En primer lugar, señalar cómo, sin duda, el concepto de confianza se ha erosionado enormemente desde el punto de vista de comunicación y de la opinión pública. Jamás se habían registrado niveles tan bajos de credibilidad en empresas, instituciones públicas y de los mecanismos que decide establecer la sociedad para organizar la vida social. Lo detectan todos los estudios, encuestas y demoscopias que se realizan. Existe una sospecha permanente de que en la actuación de cualquier persona física, jurídica o Administración hay intereses ocultos o adscripciones inconfesables.

Segunda cuestión, que se refiere a la reputación como concepto global de la percepción de una persona, empresa o sector, es que la sola agitación de la bandera del rumor o el mero recurso a la insinuación, provocan una sombra de sospecha, tiene unos efectos de generación de anticuerpos y precauciones sociales sin precedentes que caen en terreno abonado por el deterioro del funcionamiento y rigor de las instituciones. Y eso es algo que ya es conocido desde la organización pública o privada que aprieta la manija. Es el adagio aquel de que cualquier noticia negativa deja huella, es decir algo queda.

Por eso, es enormemente preocupante la utilización (indebida) de la función inspectora que realiza la Comisión Nacional de Energía y su política de comunicación, que lo presenta como un recurrente tema, presente con una asiduidad y frecuencia inusitadas en los últimos tiempos, una vez periclitados el proceso de revisión tarifaria, sin ningún ejercicio de versionado del Informe de Costes y Precios, en ausencia de operaciones corporativas que llevarse a la boca, en medio de su propio proceso de renovación/refundación en tanto que organismo y de ampliación de las estancias por anexión de edificios, del alquiler de la flota de vehículos o finalizada la renovación periódica de la decoración y del mobiliario.

El hecho es que la política del organismo se viene caracterizando por una extraordinaria agitación pública en torno a esta función inspectora, presentando apreciaciones distorsionadas, procesos de inspección masivos, indiscriminados, sistemáticos (no muestrales como sería razonable y práctica de otras organizaciones semejantes), recurrentemente aireados a los medios de comunicación de forma sumarísima y generalizada. Si hacemos un poco de repaso a la hemeroteca, desde el enfrentamiento con Industria a cuenta del “pintoresco” informe de tarifas como recálculo del déficit tarifario, el organismo ha sido protagonista por lanzar sus huestes inspectoras sobre las instalaciones solares y eólicas, con fruición y delectación. Incluso en algunas de las cuestiones publicadas se habla de hechos no conocidos por el propio Consejo y que forman parte de los expedientes y de cada proceso investigador correspondiente, lo que ha incluso debilitado la actuación procedimental. Todo bajo una presunción o un halo de culpabilidad en los tiempos en que hemos conocido a malos perversos al estilo de Madoff. Vivimos malos tiempos para la diseminación de dudas. O buenos, según se mire.

Lo que pasa es que empezamos a conocer varias cosas. La primera es que ya huele. Ya se puede incluso anticipar o describir por obvia y previsible la política de anunciar que se planea investigar algo, en concreto a un sector (además de la energía solar fotovoltaica, en el mismo punto de mira está el sector eólico). Después de decir qué se investigará. Anunciar consecutivamente en la siguiente ocasión, en el siguiente consejo o en la siguiente nota de prensa, que ya se ha decidido investigar. La siguiente es informar de que los inspectores han empezado a investigar el mencionado sector. Y después, “informar” de que siguen investigando ese sector. Que ahí están, que no paran. ¿Sabe algo alguien de los resultados de estas investigaciones coherente con la expectación generada? ¿Y de las sanciones tras los procesos y recursos concatenados a las mismas, una vez cubiertos todos los requisitos?. Pues lo que se va conociendo es que los inspectores de la CNE van encontrando más bien poco. ¿Recuerdan la admonición de la presidenta en TV3 al sector de los hidrocarburos?. Y mientras, “tal sector” aguantando estoicamente el torrente informativo. Resistiendo en tiempos procelosos en los mercados financieros la comunicación a modo de “insinuaciones continuadas”.

Imagínense que una cosa así hiciese la Agencia Tributaria con un grupo de contribuyentes concreto, la Seguridad Social con determinado sector de empresas o el Banco de España con el sector financiero. Que estuviesen día a día generando terror gratuito informativo de este cariz, con implícitos juicios presuntos en sectores económicos, industriales o empresariales. Alguien se ocuparía de que no siguieran por el camino de la generación del pánico.

En este medio siempre hemos hecho una defensa de una función inspectora, rigurosa, seria, garantista, procedimentalmente impecable, no mediática, no refugio de otras polémicas de la gestión del organismo. Por tanto, que se cumpla el procedimiento, de forma silente, precisa, razonada, razonable y se aplique con todo el peso de la ley (vigente) en cada momento, como principio de legalidad, seguridad jurídica y Estado de Derecho. Y, una vez finalizado, se conozcan de forma solemne, precisa y con todo el peso de la ley los incumplimientos reales y demostrados, sin jugar a la presunción de culpabilidad del dedo acusador durante todo el proceso. Pero que no se utilice como una cortina de humo, mediante artes de pirómano, para ocultar una quiebra de prestigio de la institución y que arrastra al propio sector al que debería dar estabilidad y garantías.

Un sector económico necesita buena regulación, buena supervisión y buena inspección para dar tranquilidad a los mercados, al sistema energético y a la sociedad. Sin espasmos, sin excesos verbales o mediáticos, dado que los propios espasmos regulatorios (véase la anterior regulación fotovoltaica) son los causantes en muchos casos de los excesos. Porque un sistema de inspección con estas características sería eficaz y serio, daría confianza y seguridad a todos los agentes. Si no, lo sume en la murmuración, en el “chavismo” y en su utilización interesada (aunque sea en defensa propia). El otro, el que estamos conociendo, da inseguridad, un frío escalofrío y desasosiego, es poco edificante. Lo que pasa es que, a la vista de la historia que precede a la CNE, la primera perjudicada es ella misma. Nuevamente.

La CNE en capilla

La vuelta de la navidad y la nevada han vuelto a sacar a la actualidad informativa la renovación pendiente de los órganos reguladores. En el caso que nos ocupa, la congelación en el proceso de renovación de la Comisión Nacional de Energía con una situación de interinidad prolongada desde antes de mediados del año pasado. En este sentido, podemos afirmar que el consejo de la CNE está en capilla, preparándose para un cambio de origen y de escala como se adivina a todas luces.

En primer lugar, se debe señalar que existan situaciones de interinidad de estas características en instancias como los órganos reguladores o el Tribunal Constitucional, no puede ni mucho menos convertirse en una norma, más bien debe tratarse de una excepción, más que nada por la propia normalidad en el funcionamiento de las instituciones económicas o judiciales que precisa una sociedad, deben garantizar su transición sin traumas, con normalidad, como signo de funcionamiento y vitalidad social.

La última de las cuestiones de más reciente aparición es la posibilidad (parece más que descontada) de que la reforma vaya más allá de la propia sustitución de los puestos de los consejeros vacantes y que, en esa remodelación, se reduzca el tamaño del consejo y se opte por un modelo muy parecido al de la CNMV donde está presente la Administración General del Estado a través de los responsables del ramo en el seno del Consejo de Administración del organismo. Es el ejemplo de la presencia de la Directora General del Tesoro y Política Financiera, Soledad Núñez en la CNMV.

Evidentemente, una primera valoración, de confirmarse esta información que publica el diario El Economista, es que no es una buena noticia que el modelo de reguladores independientes tenga algún elemento de tutela y que evidencia la desconfianza (por otro lado lógica por su trayectoria reciente) al funcionamiento de estos organismos. El problema es hoy, en el caso de la Comisión Nacional de Energía, la perdida de credibilidad, de respeto y de prestigio como regulador energético. Situación que se ha visto conducida por un tobogán de caída sin fondo, unido a una gestión permanentemente rodeada de polémica y la controversia desde el nombramiento de Maite Costa por José Montilla y su supervivencia con el exótico Joan Clos.

El problema es que la actuación de este organismo ha cuestionado el mercado eléctrico (cuando su misión debía ser garantizarlo), ha impactado negativamente sobre la percepción del sector por parte de los mercados financieros, se ha metido en todos los charcos posibles a cuenta de las decisiones en determinados procesos empresariales, proyectando una sombra de duda muy negativa en todo momento para la institución y nuestra economía. Ha mantenido varias posturas inverosímiles a cuenta de las tarifas de gas y electricidad (además de enfrentamientos con Industria en los últimos tiempos en un toma y daca poco razonado que hizo que hasta el propio Ministro y el Presidente del Gobierno ironizaran sobre el organismo). Un desagrado expresado en círculos privados que ha llegado a ser vox populi. En fin, un cuestionamiento tan profundo y tan extendido, que sólo se podía ver acrecentado por las decisiones de intendencia y política interna que se han ido pudiendo conocer de esta etapa en el organismo regulador.

Lo que pide un esfuerzo de seriedad, dignificación, revisión, remoción, que vaya más allá de las obligaciones formales de sustitución de consejeros y, definitivamente, aporte al esquema de regulación independiente y supervisión que necesita el sector energético y cuyo reciente pasado, sólo han sido pasos atrás.

Recemos como los toreros antes de la corrida para que salga bien. Si no, será una faena.

El petróleo vuelve a la baja por la fuerza del pesimismo económico

El creciente pesimismo sobre la economía mundial se impuso esta semana en el mercado petrolero y los precios han vuelto a la baja a pesar de la presencia de factores alcistas, como la violencia en Oriente Medio y la crisis del gas en Europa.

La mayor caída la experimentó el Petróleo Intermedio de Texas (WTI), el crudo referencial para Estados Unidos que, en sus contratos para entrega en febrero, concluyó en Nueva York a 40,83 dólares por barril, 0,87 menos que la sesión anterior.

Frente al viernes precedente, el valor del WTI se depreció casi el 12% al retroceder 5,51 dólares y perdió así gran parte de lo que había ganado la semana anterior debido al conflicto armado entre el Ejército israelí y el movimiento Hamás en Gaza, los recortes de la oferta de la OPEP y la «guerra del gas» entre Rusia y Ucrania.

Pero la publicación de datos que revelan el deterioro del panorama económico han reforzado el pesimismo y el temor a un fuerte retroceso de la demanda de petróleo.

Es el caso del aumento del índice de desempleo en EEUU hasta el 7,2% y una pérdida de puestos de trabajo de 2,6 millones en todo el año pasado, con lo que la primera potencia mundial vive el paro más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

También en Europa ha proseguido la lluvia de malas noticias económicas: mientras España ve aumentar el paro a más de 3 millones de personas (la peor cifra desde 1996) y caer la producción industrial más del 15%, Alemania anunció un descenso del 50% en su superávit comercial y del 22 por ciento en los pedidos industriales. Las ventas de automóviles de Mercedes-Benz, propiedad de Daimler, bajaron un 2,3 por ciento, y las del BMW, un 4,3 por ciento.

La recesión en la zona euro fue confirmada el jueves por Eurostat, la oficina de estadística de la Unión Europea, que revisó a la baja sus cálculos sobre el crecimiento al calcular que el PIB de la zona bajó un 0,2% en el tercer trimestre de 2008.

Y el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, advirtió en Bratislava que el año 2009 «no dará muchos alivios» a las economías de la UE.

Mientras, más de 16 países continuaban este sábado sin recibir el gas natural de Rusia que normalmente atraviesa Ucrania debido a la disputa de precios entre ambos, aunque se esperaba que las entregas se reanudarían en breve gracias a un acuerdo con la UE.

En Londres, el barril del crudo Brent, referencia para Europa, terminó ayer a 44,42 dólares, con un abaratamiento del 5,3% en una semana de una gran volatilidad, pues llegó a venderse a más de 51 dólares, impulsado por el temor a que el conflicto entre israelíes y palestinos afecte a los suministros de Oriente Medio.

La tendencia a la baja fue también frenada por las evidencias de que los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) están adhiriéndose a su compromiso de retirar del mercado 2,2 millones de barriles diarios.

La estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) informó de que redujo en 166.000 barriles diarios sus exportaciones de crudo a EEUU, como parte del recorte de 189.000 barriles diarios de su producción acordado en el seno de la OPEP el pasado diciembre.

Por su parte, el ministro venezolano de Finanzas, Alí Rodríguez, opinó que el precio del barril de crudo podría estabilizarse entre los 70 y los 80 dólares, pero no precisó cuánto tiempo necesitará el «oro negro» para salir de la etapa actual de inestabilidad.

«Continuamos viendo una degradación de la situación económica mundial y su impacto en el precio del petróleo, que cayó considerablemente en los últimos meses, y que ha provocado cortes en el volumen de producción», dijo en Luanda el ministro angoleño de Petróleo, José Maria Botelho de Vasconcelos, presidente de la OPEP desde el pasado 1 de enero.

El precio del barril que la OPEP usa como referencia, una mezcla de doce calidades de crudo -una por cada país miembro- cayó el jueves un 8% y se vendió el jueves a 42,13 dólares.

Por qué nuestro país está a salvo de la crisis del gas

La escalada entre Rusia y Ucrania por el conflicto del gas tiene a media Europa y Asia Menor con un importante problema debido al corte en el bombeo y su efecto sobre otros países afectados (hasta diecisiete) por recibir su gas a través de estos gaseoductos. Son daños colaterales que se vienen repitiendo los últimos inviernos, además en los momentos en que se produce lo que Kenneth Brannagh denomina “en lo más crudo del crudo invierno” continental. Media Europa con el gas racionado en medio de esta ola de frío evidencia cómo se las están gastando en esta controversia.

En España esta crisis la podemos ver con una enorme distancia, gracias sobre todo a nuestro sistema gasista, una verdadera joya, pieza de relojería del sector energético español. Todo ello, gracias a la contribución de una buena regulación, la existencia de mecanismos de mercado, la existencia de inversión, existencia de buenas empresas y operadores, factores institucionales y de mecanismos de gestión.

Por ello, hay que congratularse de que no hayan entrado otras razones espurias en la conformación de este modelo que combina la existencia de buenas infraestructuras de regasificación con el aprovisionamiento a través de las canalizaciones procedentes del norte de África, algo que permite una fuerte diversificación de los países proveedores (lo que reduce notablemente el poder de negociación) y aumenta la flexibilidad de aprovisionamiento del sistema en su conjunto. Al mismo tiempo el desarrollo de las plantas de ciclo combinado en electricidad han generado que la demanda tenga distintos componentes entendiendo los mecanismos de precios que operan en los mercados gasista y eléctrico (comprendiendo los mecanismos y consecuencias que se derivan de las crisis de oferta o aumentos de demanda). Es decir, en el que existen posibilidades y alternativas de suministro de diferentes mercados. Por eso, al mercado del gas, como a cualquier mercado, le va bien la capacidad excedentaria bien gestionada.

Eso no quiere decir que esta crisis no tenga lecturas para nuestro país. Primera, como la lectura que hay que hacer del papel del Banco de España en el sistema financiero español en medio de la catástrofe financiera a la que hemos asistido en 2008. Hay que preservar el sistema gasista de la invasión de otros criterios que no sean técnicos, de buena regulación y de mercado para evitar que se contamine de los males ajenos. Igualmente, hay que contar con una actuación inversora decidida y buenas infraestructuras de transporte (el programa que hay puesto en marcha es necesario y muy ambicioso), buenas empresas de distribución y comercialización, junto con la necesidad de una gestión y operación técnica del sistema impecable. Al igual que hay que abordar la cuestión pendiente de los almacenamientos subterráneos con criterios que combinen la actuación del gestor técnico y sus infraestructuras de respaldo con la de las propias empresas gasistas.

La segunda lectura deviene de la actuación de las empresas rusas como organismos ejecutores de la acción del estado ruso y sus consecuencias en el momento en que todavía está caliente el rescoldo y las brasas de la posible irrupción de Gazprom o Lukoil en Repsol. La tercera es el papel de la Unión Europea en un conflicto que tiene un componente panempresarial y panestatal, de forma que el radio de acción de la diplomacia comunitaria es muy limitado. Y, además porque las formas en que se están resolviendo estos conflictos los últimos años no son nada sofisticadas que digamos, larvando una situación de fuerte incertidumbre geopolítica asociada.

Y, la ultima, pese a que los devenires políticos digan lo contrario, es que todo un modelo gasista, un sistema de estas características, no se improvisa y articular un modelo de este tipo es una labor de medio plazo, que concierne a la administración energética, a las empresas. Que una combinación razonada y razonable de intervención, regulación y mercado es la mejor solución para que su funcionamiento sea eficiente. Mantengámoslo así.

La dependencia energética de la Unión Europea

La crisis del gas entre Rusia y Ucrania, que ya ha afectado a varios países europeos, ha reavivado la alarma sobre la dependencia energética que la UE tiene del exterior, especialmente de Rusia, y la dificultad de poner fin a esta situación.

En plena ola de frío, la drástica reducción del suministro de gas ruso hacia Ucrania a raíz de una disputa de precios entre ambos países inquieta en la UE, que compra a Rusia un 25 por ciento del gas natural que consume.

Bulgaria, que depende por completo de las importaciones rusas -que representan más del 90% de su consumo energético-, ha sido el país más perjudicado hasta ahora, pero Hungría, Rumanía, Grecia, Polonia, Rumanía, República Checa, Eslovenia, Eslovaquia, Austria, Alemania, Italia y Francia también han registrado irregularidades.

La UE lo tiene difícil para terminar con su dependencia del exterior «debido a su escasez de recursos y su limitada capacidad de almacenamiento», indicó Marie-Helene Fandel, una analista del European Policy Centre, un centro de estudios con sede en Bruselas.

Además, la necesidad de inversiones y tiempo para desarrollar gasoductos alternativos como el «Nabucco«, que conectará Europa con Asia Central evitando a Rusia, así como la «incapacidad de los Veintisiete para desarrollar una verdadera política energética común» ralentiza todo el proceso, añadió.

Del gas que la UE importa del exterior (un 60 por ciento), el 42 por ciento viene de Rusia, que envía el 80 por ciento de sus exportaciones a través de Ucrania y el 20 por ciento vía Bielorrusia.

Rusia es también el principal proveedor de petróleo a la UE, con un 33% de sus importaciones, y de carbón, con un 26% de sus compras al exterior.

Los estados bálticos, Finlandia, Eslovaquia, Bulgaria, Grecia, Austria, Hungría y República Checa dependen de las importaciones rusas de gas en más de un 70 por ciento, mientras que otros como España, Irlanda y Reino Unido no están tan expuestos a la crisis porque reciben gas de otros proveedores.

Las autoridades ucranianas y rusas se habían comprometido a no permitir que la disputa comercial que mantienen afectase al suministro europeo, pero no han cumplido su palabra y ahora se culpan entre ellas de que no llegue gas a la UE.

La Unión parece no estar interesada en buscar culpables sino en que la disputa, que sigue considerando meramente «comercial», se resuelva «inmediatamente», y en caso contrario ha amenazado con tomar «medidas más severas» que no ha detallado.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, consideró «inaceptable» que Rusia y Ucrania utilicen el suministro de gas de la UE como «rehén» en sus negociaciones bilaterales y exigió a ambos países su restablecimiento «inmediato».

Para muchos analistas la posición europea, aunque en parte comprensible por su delicada situación de dependencia, no deja de sorprender, ya que permite a Rusia utilizar el gas una vez más como arma política para perpetuar su influencia en el exterior y resquebrajar la unidad comunitaria.

Al desacreditar a Ucrania como país de tránsito, Moscú, que no siente una gran simpatía por sus dirigentes en especial desde la «revolución naranja», acentúa la necesidad de reforzar otras vías como el gasoducto «Nord Stream» que conectará Rusia con Alemania por el mar Báltico, estratégicamente diseñado para no transitar por las repúblicas ex soviéticas bálticas ni Polonia.

Este conflicto que cada vez recuerda más al de 2006, que también afectó a Europa, comenzó el pasado día 1 cuando Gazprom cumplió sus amenazas de los últimos meses y cortó el suministro de gas a Ucrania.

Rusia, que mira con recelo cualquier acercamiento de las antiguas repúblicas soviéticas al bloque europeo, quiere que Ucrania -que hace cola para pasar a formar parte de la OTAN– pague por el gas ruso un precio de mercado (unos 450 dólares por cada mil metros cúbicos) y no de «amigo» (250 dólares) como hasta ahora, pero Kiev se niega a pagar más de 235 dólares.

La UE, que no quiere intervenir directamente en la negociaciones, anunció finalmente que ha logrado un acuerdo con ambas partes para enviar monitores a fin de verificar cuál es el origen de los problemas, de los que Moscú y Kiev se culpan de forma recíproca.

Los Veintisiete van a intensificar su acción el viernes con una reunión del Grupo de Coordinación del Gas y otra de embajadores adjuntos ante la UE, en las que se evaluarán los acontecimientos, y si no hay una reanudación del suministro celebrarán un Consejo extraordinario de Ministros de Energía el próximo lunes.