Interconexiones energéticas (I): hacia un mercado europeo

Alcanzar para el año 2005 un 10% de capacidad de interconexión eléctrica entre España y el resto de países comunitarios respecto a la potencia instalada fue el objetivo fijado en el Consejo Europeo celebrado en Barcelona en 2002. Incluso, la directora general de Energía de aquella época, Carmen Becerril, añadió posteriormente en el Congreso de los Diputados que la capacidad de interconexión sería incluso de un 11%, en lugar del 10%, y añadió que se alcanzaría un 13% en 2011. Lo cierto es que, una década después, la realidad establece que incluyendo la interconexión recientemente inaugurada entre España y Francia a través de los Pirineos, y que entrará en funcionamiento en los próximos meses, la capacidad de interconexión será del 6% de la demanda, al pasar de los 1.400 megavatios (MW) actuales hasta los 2.800 MW.

La crisis de Crimea entre Rusia y Ucrania volvió a situar la cuestión energética en el primer plano del interés comunitario ante la dependencia europea del gas ruso. La unión hace la fuerza y el avance hacia un mercado común en el ámbito de la energía ha recobrado nuevos bríos; suficientes para superar las habituales reticencias de Francia a conectarse con el sistema eléctrico peninsular. La llegada de una nueva Comisión Europea también ha servido como impulso y, lo que es más importante, la voluntad para reunir la financiación necesaria para que los nuevos plazos fijados se cumplan: un 10% para 2020, aunque hay serias dudas de que España esté en condiciones de poder cumplirlo, y un 15% para 2030.

Para lograr más avances en esta materia, este miércoles se celebra en Madrid la cumbre europea de las interconexiones, una reunión de máximo nivel entre el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el presidente francés, François Hollande, su homólogo luso, Pedro Passos Coelho, y a la que también acudirán representantes comunitarios como el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, el comisario de Energía y Acción por el Clima, Miguel Arias Cañete, y el presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Werner Hoyer.

Precisamente, en el Debate sobre el Estado de la Nación, Rajoy consideró «esencial» esta apuesta por las interconexiones «para que la Península deje de ser una isla energética y para equilibrar nuestros precios con los de nuestros vecinos».

De este modo, entre los proyectos que se están estudiando entre la Península Ibérica y Francia y que pueden estar sobre la mesa de esta cumbre destaca la interconexión que uniría el Golfo de Vizcaya y Aquitania (Francia) mediante un cable submarino de casi 400 kilómetros que tiene un coste estimado de 1.900 millones de euros y que permitiría elevar de 2.800 MW a 5.000 MW la capacidad de interconexión entre Francia y España, según Arias Cañete «hasta cerca del 8%» si se materializa. También se estudia la viabilidad de diversas interconexiones eléctricas pirenaicas de las que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, indicó que dos, una por Navarra y otra por Aragón, son las que los Estados pedirán a la Comisión Europea que declare como proyectos prioritarios, así como el gasoducto MidCat por Cataluña.

Desde el operador del sistema, Red Eléctrica de España (REE), se incide en la relevancia del aumento de las interconexiones para así favorecer la integración de las energías renovables en el sistema eléctrico y acercarse al cumplimiento del objetivo de que un 20% de la energía consumida en la Unión Europa proceda de fuentes renovables, un porcentaje que alcanza el 14,9% con datos de 2013. La gestión de las renovables, especialmente la eólica y la solar, es compleja dado que la generación de estas tecnologías no se produce necesariamente cuando la demanda del sistema lo requiere, como ocurre en el caso de las energías convencionales, que sí son gestionables. Esto no impidió que la eólica fuera en 2013 la primera fuente de electricidad en España.

De este modo, el renovado impulso dado a las interconexiones plantea una serie de cuestiones que trataremos de resolver en los siguientes dos artículos. En primer lugar, cabe preguntarse en qué modo va a influir su existencia sobre el precio del mercado eléctrico y, por tanto, si va a traducirse en alguna consecuencia para los consumidores. En segundo lugar, habrá que valorar si la nueva capacidad de exportación de electricidad a terceros países puede servir para dar un mayor aprovechamiento al exceso de capacidad de generación eléctrica que hay en España. Por último, con el conflicto con Rusia de fondo, será el turno de analizar si España está en condiciones de convertirse en la puerta de entrada del gas a Europa.

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