Interconexiones energéticas (III): MidCat, una necesidad geopolítica

Desde hace un año Ucrania vive un episodio más de su complicada historia. Dividida entre los partidarios de estrechar lazos con la Unión Europa y las regiones separatistas, más próximas a lo que se decida en el Kremlin que a lo que se dictamine desde Kiev, lo cierto es que su enfrentamiento con Rusia volvió a suponer una amenaza para el corte de suministro a los países comunitarios del Este, con una dependencia próxima al 100% del gas ruso que utiliza Ucrania como país de tránsito. Con el invierno en su recta final, la Unión Europea puede respirar tranquila de no haber repetido momentos como los de 2009, cuando se produjo un corte de suministro de 13 días en pleno enero.

Sin embargo, desde Bruselas se buscan alternativas para garantizar la seguridad del suministro, diversificando su origen y reduciendo la dependencia de Rusia, país con el que las tensiones han ido en aumento desde la anexión de Crimea en forma de sanciones económicas. En este contexto es en el que Europa se ha propuesto enviar un mensaje contundente a Putin y ha surgido una oportunidad que el sector gasista español no quiere desaprovechar: llevar el gas de Argelia a Europa Central a través del territorio nacional. Una oportunidad que la Declaración de Madrid ha refrendado, superadas las reticencias francesas ante el interés alemán, reclamando que el MidCat se beneficie del impulso a la inversión en infraestructuras que supondrá el Plan Juncker.

Desde la Asociación Española del Gas (Sedigas) destacan el papel que puede jugar España como «puerta de entrada del gas natural hacia Europa«, haciendo referencia al suministro que llega a la Península Ibérica desde Argelia, a través de gasoductos, y de cualquier parte del mundo mediante buques metaneros que transportan GNL (gas natural licuado) hasta alguna de las plantas de regasificación que hay en Barcelona, Huelva, Cartagena (Murcia), Bilbao, Sagunto (Valencia) y Mugardos (La Coruña).

Según datos aportados por Sedigas, en 2014 el 53% del gas natural que llegó a España lo hizo por gasoducto mientras, que el 47% restante lo hizo en forma de GNL con la recepción de 240 buques metaneros. Atendiendo a estas cifras, España recibió en 2014 gas de 11 orígenes distintos: Argelia (55%), Francia (12,7%), Qatar (9%), Nigeria (8,3%), Trinidad y Tobago (6%), Noruega (3,6), Perú (3,6%), así como un 1,8% restante repartido entre Omán, Países Bajos, Bélgica y Portugal.

Con un suministro diversificado pero con una demanda que ha caído un 32,3% desde que comenzó la crisis económica en 2008 según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), la cuestión radica en cuál es la manera en la que España puede contribuir con su robusto sistema gasista a mejorar la seguridad de suministro de gas de la Unión Europea. Para ello, la patronal Sedigas considera necesarias «unas buenas interconexiones que permitan crear un entramado de mercados de gas interconectados». Un punto en el que el gasoducto MidCat aparece como uno de los proyectos señalados como prioritarios por la Comisión Europea.

Actualmente, Francia y España están unidos por dos gasoductos, Larrau y Biriatou, con una capacidad de transporte de gas de hasta 5,36 bcm en sentido exportador. Una capacidad que alcanzará este año los 7,1 bcm al finalizar las obras de ampliación del gasoducto Irún-Biriatou. Cuando se construya el MidCat, que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria ha fijado para 2020, esta capacidad exportadora alcanzará los 15,1 bcm. Según Sedigas, esta capacidad equivale al 12% del gas que la Unión Europea importó de Rusia en 2013, o supone prácticamente el 30% del Nord Stream, el gasoducto submarino promovido por Rusia y Alemania que cruza el Mar Báltico.

El MidCat sería un gran paso para que se pudieran empezar a considerar los Corredores del Sur como una alternativa al gas ruso. El Mediterráneo y el gas de Argelia, que también llega a Italia por gasoducto, diversificarían el suministro de los países de Europa Central. A largo plazo también se podría hablar de otras interconexiones puesto que España dispone de suficiente capacidad de recepción de gas para circularlo. Según datos de Sedigas, mientras la demanda en España en 2014 fue de 25,8 bcm, la capacidad de entrada de gas hacia España puede llegar a los 21,5 bcm, a través de los dos gasoductos con Argelia, más otros 60,12 bcm contando con las regasificadoras españolas.

España dispone actualmente de un tercio de la capacidad de regasificación de Europa. En este sentido, a juicio de la patronal del sector, con unas buenas interconexiones «parte de este potencial de entrada de gas a España se podría aprovechar para circular gas hacia el continente europeo». Esta circunstancia significaría un aumento del tránsito de gas por el sistema gasista español, lo que ayudará a rentabilizar las inversiones realizadas al tiempo que facilitará a algunas compañías, especialmente Gas Natural Fenosa, comerciar a nivel europeo con el gas que llega a España por gasoducto o metanero.

Según Sedigas, las interconexiones también serían positivas para el consumidor español y europeo ya que mejorar el coste de la energía es uno de los objetivos de la Unión Energética hacia la que pretende avanzar la Comisión Europea. Según apunta Bruselas, una interconexión entre los diferentes mercados europeos hará posible que los precios se alineen, a favor de una energía más competitiva para el consumidor final. Por ello, «la finalización del MidCat es menos costosa y más rápida que otras infraestructuras que se están planteando en el este de Europa», se insiste desde la patronal.

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