Una reorganización «in extremis» de la nomenklatura de la CNE

Si ustedes han seguido en los últimos días la página de la Comisión Nacional de Energía habrán podido comprobar cómo ha cambiado de denominación dentro del organigrama del organismo la anterior Dirección de Petróleo, para denominarse Dirección de Petróleo y Biocarburantes, cambio que también alcanza a sus subdirecciones.

El cambio parece que ha seguido dos líneas básicas. La primera, la incorporación de los Biocarburantes a la denominación de la Dirección dentro de lo que sería el primer nivel del organigrama del organismo regulador independiente. Además, se ha incluido la palabra “sostenibilidad” en la denominación de la Subdirección de Biocarburantes.

La segunda, la elusión de cualquier cosa relativa a los mercados de los productos petrolíferos, precios, distribución y logística. Así, la Subdirección de Mercados de Productos Petrolíferos ha pasado a denominarse Subdirección de Mercados de Petróleo, lo que parece desplazar el enfoque del seguimiento de precios, mercados de gasolinas y carburantes, para pasar directa y exclusivamente al seguimiento del crudo en los mercados internacionales. Finalmente, la Subdirección de Refino, Logística y Comercialización pasa a denominarse Subdirección de Desarrollo Reglamentario.

Se da la circunstancia, además, de que dicho cambio se produce tras la difusión por la Comisión Nacional de Competencia de su informe sobre el sector de hidrocarburos y de un fuerte comentario editorial del ‘El País’ (Cara incompetencia) que acusaba de inacción a la CNE y que provocó un fuerte escozor dentro del organismo que preside Maite Costa. La CNE parece abdicar de cualquier función relativa a los mercados y evolución de los precios petrolíferos por la vía nominalista. La reorganización de la misma se produjo antes de la incorporación de los nuevos consejeros Tomás Gómez San Román e Idoia Zenarruzabeitia.

Además de este cambio en la «nomenklatura», otro hecho que ha llamado la atención es la prodigalidad de la presencia en los medios de comunicación del Director de Petróleo, Pedro Miras Salamanca, con entrevistas al único directivo del organismo que tiene presencia extensa (no circunscrita al petróleo). Esta cuestión ha desatado todo tipo de especulaciones en pleno proceso de renovación del Consejo de Administración de la organización. Se da la circunstancia de que las apariciones en los medios de comunicación de la CNE se centraban en la presidenta del organismo, sin presencia de los consejeros, ni mucho menos de otros directivos.

A continuación pueden comprobar los cambios de denominaciones en el organigrama del organismo, según su página web:

Dirección de Petróleo (anterior)

Director: Pedro Miras Salamanca

Subdirectora de Mercado de Productos Petrolíferos: Mamen Gómez de Barreda

Subdirector de Certificación de Biocarburantes: Carlos Martín Martínez

Subdirectora de Refino, Logística y Comercialización: Milagros Avedillo Carretero

Dirección de Petróleo y Biocarburantes (nueva)

Director: Pedro Miras Salamanca

Subdirectora de Mercados de Petróleo: Mamen Gómez de Barreda

Subdirector de Biocarburantes y Sostenibilidad: Carlos Martín Martínez

Subdirectora de Desarrollo Reglamentario: Milagros Avedillo Carretero

La gasolina vuelve a marcar un nuevo récord y alcanza 1,36 euros en plena Semana Santa

Este precio supera además en un 0,66% el récord de la semana pasada y en un 2,4% los niveles de comienzos de mes. Además, sitúa en el 8,5% el encarecimiento de este combustible desde comienzos de año.

Por su parte, el litro del otro carburante de referencia, el gasóleo, se ha situado en 1,302 euros, lo que supone un descenso del 0,4% con respecto a la semana pasada y un 1,1% más que a comienzos de mes. Este combustible sólo se ha situado por encima de los 1,3 euros el litro en tres ocasiones desde 2008.

Pese al descenso del precio del gasóleo en 0,6 céntimos en la última semana, este combustible sigue cerca de su máximo absoluto de 1,329 euros, alcanzado en julio de 2008, cuando el precio del barril de crudo marcaba el récord de 147 dólares el barril y aún no se había producido la quiebra de Lehman Brothers.

Con el actual escenario, los automovilistas encaran estos días con precios un 16% superiores a la misma semana de 2010 en el caso de la gasolina, y del 20% en el caso del gasóleo.

Para llenar un depósito medio de 55 litros de gasolina, los automovilistas deben dedicar ahora 74,9 euros, 10,3 euros más que hace un año, mientras que el llenado del vehículo de gasóleo cuesta 71,6 euros, o 12,2 euros más que en el mismo momento de 2010.

La Dirección General de Tráfico (DGT) prevé que en la segunda fase de la operación salida de Semana Santa, que se prolongará hasta el lunes 25 de abril, se produzcan 8,9 millones de desplazamientos.

Los nuevos máximos de los combustibles coinciden además con una ligera subida en el precio del crudo. El barril de crudo Brent, de referencia en Europa, se ha encarecido en un dólar durante la semana, hasta 123 dólares, mientras que el Texas lo ha hecho en el mercado de Nueva York en tres dólares, hasta 110 dólares.

Los precios de venta al público de los carburantes en España se encuentran por debajo de la media europea. De hecho, la gasolina alcanza los 1,547 euros el litro en la UE de los 27 y los 1,579 euros en la zona euro. En el caso del gasóleo, el precio se sitúa en 1,405 euros en la UE de los 27 y en 1,389 euros en la eurozona.

Esta circunstancia se produce a pesar de que el precio sin impuestos en España es superior al de la media comunitaria. El nivel sin impuestos del litro de gasolina alcanza los 0,713 euros en España, frente a los 0,691 euros en la UE de los 27, mientras que el gasóleo sin impuestos se sitúa en los 0,757 euros en España, frente a los 0,744 euros en la UE de los 27.

Las dudas sobre el aumento de la demanda frenan la escalada de precios del crudo

Aunque las importantes depreciaciones sufridas las dos primeras jornadas de cotizaciones fueron compensadas al final de la semana con ganancias, finalmente los precios del crudo perdieron unos 3 dólares por barril respecto a la semana anterior.

Así, el Brent europeo cotizó el viernes a 123,45 dólares por barril en el Intercontinental Exchange Futures (ICE), un 2,5 por ciento menos que hace una semana. Por su parte, el barril de crudo Texas, de referencia en Estados Unidos, se pagó al final de la semana a 109,66 dólares, un 2,7 por debajo de la cotización de hace siete días.

Aunque siguen los combates en Libia entre las tropas de Muamar el Gafadi y los rebeldes, el anuncio el pasado domingo de que el líder libio aceptaba un plan de paz de la Unión Africana contribuyó el lunes a rebajar la preocupación por el descenso de la oferta de «oro en negro» en el país norteafricano.

Pero la noticia que más influyó en la marcada bajada de los precios a principios de semana se produjo en el extremo de la demanda, al rebajar el Fondo Monetario Internacional en dos décimas, hasta el 2,8 por ciento, su previsión de crecimiento del PIB de Estados Unidos.

A las dudas sobre el ritmo de crecimiento económico y de consumo de crudo del mayor consumidor se sumó al fortalecimiento del dólar ante otras divisas, algo que suele presionar a la baja los precios del petróleo.

Esa tendencia a la baja continuó el martes, con un nuevo mazazo, esta vez por parte de la Agencia Internacional de la Energía, que advirtió de que la escalada de precios del petróleo ha empezado a causar los primeros efectos sobre la demanda mundial, cuyo crecimiento se ha ralentizado en los dos primeros meses del año.

El miedo a la disminución de la demanda energética influyó en el descenso de los precios de esta jornada, tras el que también estuvieron la recomendación del banco estadounidense Goldman Sachs a sus clientes de que se deshagan de contratos de petróleo porque «va a vivir una bajada sustancial».

Por otro lado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo indicó en su informe mensual que la producción de crudo de sus países miembros bajó un 2 por ciento en marzo, debido a la interrupción de los suministros de Libia, compensados parcialmente con una mayor extracción en Arabia Saudí y otros socios del grupo.

Las pérdidas acumuladas durante las dos primeras jornadas de cotización comenzaron a recuperarse a partir del miércoles. Ese día, el Departamento de Energía de Estados Unidos anunció que las reservas de gasolina en el país bajaron en 7 millones de barriles (un 3,2 por ciento) respecto a la semana pasada.

Ese descenso, mucho mayor del esperado por los analistas, indica un aumento del consumo de este derivado del petróleo.

El viernes, la publicación de una encuesta sobre el aumento de la confianza de los consumidores en la evolución de la economía y de su situación financiera y datos sobre el encarecimiento del coste de la vida inyectaron optimismo en los mercados sobre la situación económica en Estados Unidos.

A este dato se sumó el facilitado por la Reserva Federal que mostró que en marzo la producción industrial de EEUU creció un 0,8 por ciento en la quinta ganancia mensual consecutiva.

Esos datos impulsaron el interés de los inversores por compras de petróleo, ya que buenas perspectivas sobre la marcha de la economía van aparejadas a un aumento del consumo de crudo.

Los transportistas denuncian la falta de competencia en la distribución de carburantes

«Los españoles podríamos estar pagando muchísimo más caro el carburante, antes de impuestos, que Francia o Alemania, por esa falta de competencia», apuntaron desde la patronal de transportistas.

En su opinión, las «numerosas barreras» existentes para la entrada de nuevos operadores están reduciendo el grado de competencia en el sector de los carburantes.

Astic señaló además que «la reiterada práctica de subir rápidamente el gasoil cuando sube el crudo, que no se corresponde con la lentitud con la que ajustan el precio cuando baja, penaliza enormemente a toda la economía en general y, en particular a un sector como el transporte por carretera«.

Traspasar al autobús el 10% del tráfico en coche permite ahorrar 770 millones de litros de combustible, según Asintra

La medida evitaría además la emisión cuatro millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, cantidad equivalente al cumplimiento del 11% del objetivo anual global para el total de sectores difusos establecido en el Plan Nacional de Asignación 2008-2012.

En total, según Asintra, el uso del autobús frente a la alternativa del coche supone un ahorro de 1.330 millones de litros de combustible, un 28% del objetivo global del Plan de Acción 2005-2007 de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética (EAEE) y un 64% del objetivo fijado para el sector de transporte.

Por todo ello, la patronal consideró que «en épocas de austeridad presupuestaria, es razonable una reorientación de las políticas de transportes hacia el autobús, dado que se trata del modo de transporte más eficiente en términos de uso de infraestructuras y que además presenta un escaso coste para las arcas públicas».

No obstante, Asintra señaló que «romper con el apego cultural al vehículo privado y lograr la migración hacia el transporte público requiere de inversiones en infraestructuras dedicadas a mejorar definitivamente la calidad del servicio». Entre estas dotaciones destacó los carriles Bus-VAO y las estaciones e intercambiadores modales.

La patronal recordó que el autobús ya es en la actualidad el modo de transporte colectivo más utilizado. Según sus datos, cubre el 55% de los desplazamientos (medidos en términos de viajero por kilómetro) que se realizan en transporte colectivo, esto es, más del doble que el avión (22,5%) o el tren (20,5%).

Así, canaliza un total de 1.100 millones de desplazamientos de viajeros al año, de los que más de la mitad (el 60%) son atendidos por los servicios regulares generales que las empresas prestan en régimen de concesión.

La venta de carburantes cae un 10% por el alza del crudo

Así lo explicó el asesor de presidencia de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES), Vicente Nacher.

Según indicó, el consumo de gasolinas «sigue bajando» cuando ya se pensaba que había tocado fondo. «La gente, cuando le tocas el bolsillo, reacciona», explicó Nacher.

En cuanto al nuevo límite máximo de velocidad fijado por el Gobierno en 110 kilómetros por hora para autopistas y autovías, esta organización no ha notado que esté repercutiendo de ningún modo en la demanda.

A su juicio, además, esta no es la opción más adecuada para reducir el consumo de combustible. Según su experiencia, se optimizaría más tomando medidas no en autopistas, sino en las vías urbanas. «En las grandes ciudades es donde más se derrocha y, por lo tanto, donde más se podría hacer», dijo Nacher.

Otra posibilidad sería, en su opinión, fomentar el uso de vehículos automáticos, en los que «la conducción es más relajada y se evitan los acelerones».

La CEEES tampoco ha percibido modificaciones en el tipo de carburante que se pide en el surtidor. De este modo, no ha habido un aumento de la demanda de diésel con aditivos, una modalidad que permite que el depósito rinda más. «La gente no acaba de creérselo; hay un problema de formación», valoró Nacher.

El consumo de carburantes aumentó un 0,9% en enero

Según el avance del «Boletín Estadístico de Hidrocarburos» de Cores (Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos), el consumo de gasóleo en el mes de enero fue de 1,744 millones de toneladas, lo que supone un aumento del 1,9% en comparación con el mismo mes de 2010, cuando la demanda de este carburante fue de 1,711 millones de toneladas.

La demanda de gasolina en ese mismo mes fue de 0,403 millones de toneladas (-3,1%, en comparación con los 0,416 millones de toneladas de enero del año pasado).

La demanda total de carburantes se situó en el último mes del año en 2,147 millones de toneladas, frente a los 2,127 millones de toneladas del ejercicio anterior, de modo que se incrementó un 0,9%.

En comparación con el mes anterior, diciembre de 2010, el consumo de gasóleo retrocedió en enero un 9,8% (en diciembre fue de 1,935 millones de toneladas) y el de gasolina un 13,7% (en el último mes de 2010, ascendió a 0,467 millones de toneladas).

El consumo total de carburantes cayó en enero un 10,6% frente al mes precedente, el de los gastos navideños (cuando se consumieron 2,402 millones de toneladas).

Un síntoma de un sector estratégicamente atractivo

Con sorpresa se recibía ayer la noticia del asalto del fondo árabe IPIC Abu Dhabi de lanzar una OPA para alcanzar el cien por cien del capital de Cepsa. El instrumento ha sido una OPA por el 48,83% del capital que controlaba la francesa Total Fina, con una prima de emisión del 23%. Total ya ha anunciado su voluntad de desinvertir y la aceptación de las condiciones de la oferta lanzada por este fondo. El Fondo que ya contaba con un 47% de Cepsa se garantiza, por tanto, el control total de la compañía.

Se trata de una operación muy importante, y que haya sido sorpresivo no quiere decir que no haya condiciones objetivas y estratégicas que justifiquen esta operación. De hecho, en estos momentos, se puede afirmar que el sector español de los hidrocarburos está ganando atractivo de cara a la realización de operaciones estratégicas empresariales. Por una parte, Repsol, como compañía, está ganando tamaño a nivel internacional debido a los buenos resultados en su política de exploración en Brasil. Tanto es así que la compañía que dirige Antonio Brufau lleva una trayectoria alcista en Bolsa galopante y está adquiriendo atractivo al colocarse en un tamaño medio respecto de las petroleras internacionales.

Por otra parte, la política de inversiones en refino a nivel interno están resolviendo uno de los cuellos de botella del sector. Las nuevas refinerías de Cartagena (Repsol) o la ampliación de la Huelva (Cepsa), recién inaugurada, son ejemplos de ello. Eso, sin contar con el proyecto de la Refinería Balboa, promovido por el empresario extremeño Alfonso Gallardo, que causa más de un dolor de cabeza en niveles empresariales y políticos y que, actualmente, sigue en trámites medioambientales.

Desde el punto de vista competitivo, en lo que es la distribución minorista (gasolineras), el mercado español está reduciendo el número de operadores. Se puede decir de forma muy esquemática que los grandes operadores sectoriales son Repsol y Cepsa, cuestión que se ha visto acrecentada por la adquisición de la red de gasolineras de Canarias (dónde Cepsa cuenta además con una de sus refinerías históricamente emblemáticas en Tenerife).

Detrás de Repsol y Cepsa, el resto de operadores claramente son de menor tamaño: BP, Galp y Shell. En este sentido la situación es divergente, la situación de BP tras el vertido del Golfo de México, le está llevado a desinvertir y vender activos, reduciendo su tamaño y anunciando su retirada, para atender las consecuencias del vertido. Mientras el crecimiento del resto operadores, con la portuguesa Galp a la cabeza, no altera esta relación de fuerzas.

Por tanto, el mercado español tiene un enorme atractivo estratégico y la operación, ejecutada con mucha rapidez, tiene mucho sentido empresarial. De hecho, según ha podido saber este medio, esta operación corporativa ha estado precedida de acercamientos de cara a posibles operaciones corporativas a la propia Repsol, y la adquisición de un paquete accionarial importante. Además de los conocidos y públicos intereses de las empresas rusas, Eni o la hindú Essar, también han existido acercamientos a la misma por parte de países árabes. Esta situación, y la presión del constructor Luis del Rivero (Sacyr Vallehermoso), probablemente hayan llevado al impulso en la política de distribución del dividendo de Repsol, para mantener una base accionarial estable. Sobre todo ante el interés nada indisimulado de países árabes y asiáticos de entrar en el sector de hidrocarburos y de la energía en Europa.

Por lo tanto, hay movimientos en el sector y se impone la atención.

¿Gasolina o diésel?

En el primer debate, aparecen dos tendencias, muy diferentes entre sí. La primera está referida a la polémica sobre los sistemas de medición de la contaminación. Y, por tanto, de forma sucesiva, la picaresca originada sobre la colocación de los instrumentos de medición y la posibilidad de modificar de forma ventajista el lugar donde están ubicados estos sistemas de medición de la contaminación en las ciudades.

Sólo así se puede comprender que en páginas europeas de Internet sobre medición de la calidad del aire en Madrid se publiquen resultados que colocan a Madrid junto con Roma, fuera de los límites de contaminación ambiental y al mismo tiempo y a la misma hora la web del Ayuntamiento de Madrid ofrezca unos resultados positivos de calidad del aire. En descarga de esta polémica, algunos ayuntamientos afirman que la normativa europea les permite cambiar el lugar de toma de datos y así hacen aprovechamiento de la misma. Dicha línea de discusión, por sus propios elementos de búsqueda de trampas para ocultar la realidad, la podemos calificar de la parte más zafia de todo este debate. Y, seguramente, es la parte más débil con capacidad de volverse contra quien lo impulsa. El argumento del cumplo y miento nunca es bueno.

En ese sentido, la actualidad marca cómo el Ministerio de Medio Ambiente se reúne con el Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, poniendo sobre la mesa la posibilidad de modificar las tasas sobre los vehículos más contaminantes. En paralelo, van apareciendo informaciones que destacan que ciertos Ayuntamientos han ido descartando o aparcando planes que incluyen medidas más rigurosas que en otros países frente a la contaminación ambiental. También se han publicado informes, oportunamente conocidos en este momento, que intentan dimensionar los efectos sobre la salud y las patologías de este fenómeno. Todo ello, con el debate sobre la financiación y la refinanciación autonómica, el colapso de los Ayuntamientos y la deuda municipal de fondo.

La segunda línea que se ha desatado en el marco de este proceso, más explicativa de todo él, ha introducido el argumento del cambio de parque automovilístico, su dieselización, como una causa de la contaminación en las grandes ciudades españolas. Los incentivos y ventajas fiscales a este tipo de vehículos, se han puesto como ejemplo de la promoción pública del uso de este combustible y como reacción de los consumidores coherente con estos apoyos. Economía del comportamiento. Behaviorismo en estado puro.

En paralelo, la subida de precios de los carburantes en España se está resintiendo de varias alineaciones y trayectorias: la primera es la evolución del precio del crudo, que explica en gran parte su subida; la segunda, la evolución del tipo de cambio; y, una tercera pero no valorada suficientemente, que es la inadecuación de la estructura de refino entre gasolinas y diésel en nuestro país. Frente a una estructura de refino con más capacidad productiva en gasolinas, la dieselización del mercado automovilístico ha aumentado la demanda de este carburante de forma que en estos momentos resulta insuficiente. En suma, además del precio de crudo y el tipo de cambio, hay que añadir el componente impositivo de los carburantes, que también es muy importante y conocido. Además, la diferencia impositiva en los precios de los carburantes y de su fiscalidad menor que en otros países europeos, permite que se estimen nuevas figuras impositivas o el aumento de las actuales, como ya se ha planteado, para abordar los efectos del cambio climático.

Por tanto, la diversificación de las necesidades de consumo en nuestro parque automovilista, en diésel y gasolina tiene hoy dos debates abiertos y relacionados: el problema de contaminación en las grandes ciudades y la evolución de los precios de las carburantes. Por tanto, estamos ante una cuestión energética, económica y medioambiental, y hay que preparase para la campaña que se ha abierto al respecto.

Las dos son cuestiones de «largo plazo». Por una parte, la inversión en nueva capacidad de refino en España que está realizando la industria petrolifera, va en este sentido y las nuevas plantas que entran en funcionamiento incidirán en la corrección de esta descompensación. Por otra, la atención del problema de la contaminación en las ciudades de forma no partidista, se debe plantear en el conjunto de las políticas públicas referidas al cambio climático, con neutralidad respecto de las tecnologías de transporte y combinado con la responsabilidad de ordenación de los propios Ayuntamientos sobre sus actuaciones y responsabilidades.

Atención: vuelve el petróleo caro

La tendencia alcista de los precios del petróleo, bordeando el filo de los 100 dólares, se cierne en un momento de incipiente recuperación en la economía internacional y en las principales economías occidentales. Existen dudas entre los analistas sobre si este nivel de precios altos es el preludio de una etapa prolongada de precios mantenidos elevados del crudo o si se trata de tensiones coyunturales en los mercados. En todo caso, los peores presagios serían los de que se produjera este alza de precios con la recuperación económica en ciernes, incluso en algunos países, como España, con cifras muy tímidas de crecimiento económico y sin creación de empleo.

A favor de la primera postura están quienes piensan que los niveles de producción actual de la OPEP son lo suficientemente holgados como para atender la demanda, mientras que a favor de la segunda están quienes anticipan un descenso de la demanda tras el riguroso invierno de 2010. Hay que recordar que los precios del crudo han aumentado un 44 % desde los mínimos de mayo de 2010, en una carrera incansable. Eventos como el vertido del Golfo de México fueron un primer detonante de una subida casi en vertical (los accidentes en este tipo de plantas siempre se traducen en mayores precios del crudo). A esto se une la incertidumbre geopolítica en Oriente Medio, ahora con la crisis egipcia como telón de fondo (pero siempre con la amenaza de su extensión y propagación) que pone en alerta sobre posibles incidencias del tráfico de petróleo a través del Canal de Suez, que puedan obligar a desviarlo por el Cabo de Buena Esperanza. Los expertos reducen el alcance de la crisis egipcia y su «reconducción» política.

Pero existen otros elementos que parecen apuntar a que podríamos estar ante una situación de precios elevados del petróleo más sostenida en el tiempo. Primero, las condiciones de demanda: el despertar de las economías emergentes con el consecuente incremento de la demanda mundial. Segundo, en lo que se refiere a las condiciones de oferta: los nuevos yacimientos incurren en unos importantes costes de extracción por su profundidad y las condiciones de la misma, las dudas crecientes sobre los biocombustibles y biocarburantes como sustitutos del petróleo, o cuestiones puntuales pero que afectan a la evolución futura como la decisión de la Administración Obama de no permitir la exploración en Alaska, parece que anticipan una etapa larga de precios altos del crudo.

Por su parte, los precios del gas vienen manteniendo una tendencia bajista derivada fundamentalmente de las condiciones de oferta. Parece que el efecto de la recuperación mundial en este mercado no anticipa la misma escalada de precios como a la que estamos asistiendo en el caso del petróleo. El comercio de gas natural licuado, cada vez con más países interviniendo en este mercado, y la existencia de un número importante de plantas de licuefacción y de regasificación (el caso español es paradigmático dada su diversificación de suministro) han dado una flexibilidad enorme a este mercado. Esto y las nuevas tecnologías para la obtención de gas han desvinculado finalmente la asociación de precios tradicional existente entre gas y petróleo. En este sentido, es especialmente notoria la caída de las importaciones de gas en Estados Unidos, de forma que en el comercio internacional de GNL ya se están poniendo en circulación excedentes de este país. De ahí, que aunque existen importantes intereses españoles en el sector gasista en Egipto, el efecto de esta crisis sobre los precios del gas parece menos intenso que en el caso del petróleo.

Dos derivadas para los próximos días: la primera, los efectos sobre la factura energética global de esta tendencia alcista en los precios del crudo. Segunda, el análisis de cómo, estando en un momento de precios elevados, aunque no en máximos del crudo, sí que tenemos o bordeamos los precios máximos de los carburantes.