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Alcanzar un 36% de generación renovable a nivel mundial en 2030 incrementaría el PIB global en un 1,1%

EFE.- Si se consiguiera un 36% de generación renovable en el mix energético global en 2030 supondría un incremento del producto interior bruto (PIB) a nivel mundial del 1,1%, equivalente a 1,3 billones de dólares, según Beneficios económicos de las energías renovables, un informe publicado por la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) en el marco de su sexta asamblea, que analiza el impacto que tendría para la economía duplicar el porcentaje de generación renovable en 2030 respecto a niveles de 2010.

Alcanzar un 36% de generación renovable en 2030 supondría también la creación de 24,4 millones de empleos en el sector renovable para esa fecha, respecto a los 9,2 millones de personas a las que emplea en la actualidad. De esos 24,4 millones de nuevos empleos en 2030, 9 millones corresponderían al sector de los biocombustibles, 6,4 al solar, 5,5 al hidráulico, 3,3 al eólico y 0,2 a otras energías renovables. El aumento de generación renovable supondría también una notable reducción de las importaciones de carbón, gas y petróleo por parte de los países, de la que se benefician especialmente los países de la Unión Europea.

«Este nuevo análisis nos dice que la tan necesaria transición energética no sólo serviría para luchar contra el cambio climático, sino también para estimular el crecimiento económico y la generación de empleo», dijo Adnan Amin, el director del IRENA en la presentación del estudio. La IRENA celebró en Abu Dhabi su sexta asamblea con representantes de 150 países, entre ellos los principales artífices del acuerdo climático de París (COP21), que se vieron por primera vez tras la cumbre del clima.

Precisamente, en la lucha contra el cambio climático, Adnan Amin subrayó que, según datos de IRENA, se lograría reducir la mitad de las emisiones necesarias si las renovables supusieran ese 36% de la generación eléctrica global en 2030 para así mantener el calentamiento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados. La otra mitad de emisiones podría disminuirse mediante la eficiencia energética.

Los países de la Unión Europea en bloque serán los primeros en ratificar el acuerdo sobre el clima de París

Europa Press.- Los países de la Unión Europea en bloque serán los primeros del mundo en ratificar el Acuerdo sobre el Clima adoptado en la Cumbre Mundial en París el pasado 12 de diciembre, después de que se firme en la sede de la ONU en Nueva York el 22 de abril de 2016, según la directora general de la Oficina de Cambio Climático española, Valvanera Ulargui.

«En la Unión Europea vamos a ser los primeros en ratificarlo, que no quepa la menor duda. Vamos a ir todos los países en bloque. El compromiso que hemos realizado en París es el de reducir las emisiones en 2030 a un 40% respecto a 1990», explicó. El acuerdo internacional, jurídicamente vinculante, adoptado por 196 países para luchar contra el cambio climático en París, requiere de 55 países que supongan al menos el 55% de las emisiones mundiales de CO2 para entrar en vigor. Los países deberán ratificar el texto en el plazo máximo de un año a partir del 22 de abril de 2016.

El documento cubre las principales áreas identificadas como esenciales para alcanzar conclusiones relevantes. Según informa la Convención, en materia de mitigación requiere de una reducción de emisiones «lo suficientemente rápida» para lograr el objetivo de limitar el aumento de la temperatura a 2 grados centígrados. Con respecto a esto, Ulargui recordó que la Unión Europea está ahora mismo en un 23% frente al 40% que pretende alcanzar en 15 años, en relación a los niveles de emisiones de 1990. «Ahora estamos en un 23%, con lo cual el salto es enorme. hay que poner todas las maquinarias en marcha para reducir las emisiones en todos los sectores, no solo los sectores típicos», ha subrayado Ulargui.

Energía, eficiencia energética y transporte

Por ello, ha explicado que a mediados del próximo año los países europeos comenzarán a negociar un paquete de reformas en los ámbitos de la energía, la eficiencia energética y el transporte y ha recordado que ya existe una propuesta de la Comisión Europea para regular el comercio de emisiones, en la que figura la mayor parte de la industria. «Ahora lo que hay que dividir es la parte de sectores difusos. Ahí es donde el reparto todavía no se ha hecho entre Estados miembros y esa parte es un 30% de las emisiones que tenemos que empezar a repartir entre los Estados miembros», señaló.

La directora de la Oficina de Cambio Climático indicó que ya se sabe que el reparto se llevará a cabo conforme a un criterio de reparto per cápita, por lo que ha indicado que las estimaciones de reducción de emisiones en este sector que baraja el Gobierno de España es de entre un 28% y un 30%. «Tenemos ya una hoja de ruta 2020 y esa ruta la estamos revisando con vistas a que en 2030 tenemos que reducir un 30% más. Estamos trabajando ya dentro del Gobierno para identificar nuevas políticas y alcanzar ese objetivo independientemente de cómo vaya la negociación en Europa», aseguró.

Renovables no tienen marcha atrás

Al ser preguntada por un incremento de los incentivos a las renovables, Ulargui señaló que, a su juicio, lo que se ha hecho durante los últimos cuatro años ha sido «poner orden en el mercado, que estaba un poco desordenado en términos económicos«. De hecho, incidió en que las renovables han mantenido un 7% de rentabilidad y que el país «no ha dejado de cumplir objetivos» en cuanto a sus compromisos en la materia. Por otra parte, indicó que durante las próximas semanas sacará a subasta la instalación de 700 megavatios de energías renovables. «Estamos en la senda para cumplir con los objetivos», ha asegurado.

Por otra parte, en cuanto al Ejecutivo que se pueda formar tras las elecciones generales, la directora de Cambio Climático se mostró convencida de que la apuesta por las renovables es «un camino que no tiene marcha atrás». «Tendremos que ver cómo se plantea. Las renovables tienen que ser parte de la política de descarbonización de la Unión Europea y también de la política de descarbonización de España», concluyó Ulargui.

El acuerdo de París beneficiará a las renovables según los analistas

EFE.- El acuerdo de la cumbre del clima va a beneficiar «significativamente» al sector de las renovables, pero en los días posteriores a su ratificación solo ha habido pequeñas alzas en Bolsa dado que era el resultado esperado y los parqués lo habían descontado, según analistas financieros.

El pacto climático obliga a 195 países, tanto ricos como pobres, a frenar las emisiones causantes del calentamiento del planeta y a no superar los dos grados de aumento de temperatura a fin de siglo. Sin embargo, los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que presenten los países no son vinculantes.

Según los analistas Ángel Pérez (Renta 4), Adrián Poyo (XTB) y Victoria Torre (Selfbank) el acuerdo «no tendrá a corto plazo un impacto muy significativo en el mercado», pero es positivo. De todos modos, recuerdan, existen empresas renovables españolas que vuelan alto en Bolsa.

Concuerdan los tres expertos que «los ganadores» son las empresas de producción eólica y fotovoltaica, y en el polo opuesto se sitúan compañías de combustibles fósiles (en menor medida las gasísticas, que emiten menos gases de efecto invernadero).

En principio, dice Pérez, «las compañías que tengan negocios vinculados a las renovables se verán beneficiadas y las que tengan emisiones de CO2 en sus balances se verán perjudicadas».Por ejemplo, las empresas con una fuerte presencia en centrales térmicas «serán castigadas y, aunque en España hay un plan de cierre de estas instalaciones, no sabemos si París lo acelerará».

En una línea similar, Adrián Poyo de XTB explica que el resultado de la cumbre se daba por hecho y, en consecuencia» estaba descontado de los parqués bursátiles. «Al confirmarse, ha habido pequeños ascensos, pero a corto plazo la repercusión no puede ser muy grande», añade Poyo, que apunta a los ligeros repuntes experimentados en los últimos días por Gamesa. Recuerda, que en los últimos doce meses esta empresa renovable ha subido un 100 % y para 2016 las perspectivas son positivas.

Recuerda que el precio de los combustibles fósiles, igual que el resto de las materias primas, han caído este año y la OPEP anunció hace dos semanas que aumentará su producción, lo que se traducirá en un descenso del precio del crudo.

Victoria Torre, de Self Bank, considera que los resultados de la reunión de la ONU pueden significar un empujón para el sector eólico y para la energía solar, así como para las empresas que fabrican aerogeneradores.Aunque, algunas compañías ya han recogido beneficios en el parqué durante los últimos días, Torre piensa que el impacto «seguirá en el medio y largo plazo, a medida que vayan cristalizando los acuerdos alcanzados».

 

Fabius: «Los países cumplirán el acuerdo climático para no ser señalados»

EFE.- El presidente de la conferencia sobre el cambio climático (COP21) y ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, se mostró hoy convencido de que los países firmantes cumplirán con el acuerdo del pasado sábado ante el riesgo de la presión nacional e internacional en caso contrario.

«Si una parte no respeta sus compromisos, imagine la presión nacional e internacional que tendrá», señaló Fabius en una entrevista a la emisora de radio «Europe 1» que le preguntaba sobre la efectividad del compromiso dado que no se contemplan sanciones para los que no lo respeten.

Insistió en que «todos los países que no cumplieran esos compromisos, verían los efectos sobre su reputación».

El jefe de la diplomacia francesa reconoció las limitaciones del documento respaldado por los países participantes en la cumbre finalizada el sábado, pero subrayó que asienta una dirección y dice que «vamos a una economía descarbonizada», en la que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en la segunda mitad del siglo tendrán que ser compensadas con pozos de carbono.

«Seamos claros: todo no estará arreglado con París, pero no se hubiera solucionado nada sin París», argumentó.

Fabius afirmó que el compromiso «fue extraordinariamente difícil» porque los países que lo adoptaron «son muy diferentes» y para salir adelante tenía que ser adoptado por «todo el mundo».

La ONU destaca las ventajas del acuerdo climático alcanzado en París

EFE.- El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó hoy como «una póliza de seguro de salud para el Planeta» el reciente acuerdo alcanzado en París para combatir el cambio climático.

El acuerdo «puede beneficiar a toda la humanidad en las próximas generaciones», afirmó Ban en una declaración a los periodistas en la sede de la ONU. «Los países han adoptado una histórica decisión», agregó el secretario general de Naciones Unidas.

Ban estuvo en dos ocasiones en París haciendo un seguimiento de cerca de las conversaciones de la COP21 que comenzaron el 30 de noviembre y se cerraron el pasado fin de semana con un acuerdo global para evitar el calentamiento global. «El acuerdo de París es una victoria para la gente, para el bien común y para el multilateralismo», agregó. «Los países -añadió- han reconocido que los intereses nacionales se cumplen mejor actuando en favor del bien común».

Ban recordó que estas gestiones se habían convertido en una de sus principales prioridades desde que se convirtió en secretario general de la ONU, en 2007. «Nunca he perdido la fecha en que la comunidad internacional podría superar el desafío climático», insistió.

En sus declaraciones, Ban recordó que, como consta en el acuerdo, la firma de la convención se llevará a cabo en la sede de la ONU el 22 de abril próximo, coincidiendo con el Día Mundial de la Tierra.

«Invitaré tan pronto sea posible a los líderes mundiales para que vengan a Naciones Unidas para firmarlo, porque será el primer día del acuerdo universal cobre el cambio climático», agregó.

No obstante, según lo aprobado en París, la convención sólo entrará en vigor cuando la hayan ratificado al menos 55 de las partes involucradas, que sumen en total el 55 % de las emisiones globales.

Cañete sobre el acuerdo de París: «quizás no sea perfecto» pero tiene puntos para ser un «instrumento fuerte»

Europa Press.- El comisario de Energía y Acción Climática, Miguel Arias Cañete, ha señalado que el acuerdo alcanzado en la Cumbre por el Clima de París, cuyo objetivo era alcanzar un pacto para limitar a dos grados el calentamiento global al final del siglo, «quizás no es el acuerdo perfecto», pero cuenta con «todos los puntos como para ser un instrumento fuerte para luchar contra el calentamiento global».

«Cuando se negocia un acuerdo internacional, uno no consigue el 100% de lo que se pide», ha expresado el comisario en rueda de prensa este lunes, en la que también ha destacado que sí se han conseguido «la mayor parte de los elementos» que perseguía la Unión Europea. «Si me preguntan, estoy satisfecho, estoy feliz, pero sobre todo estoy aliviado», ha apuntado.

En cualquier caso, el comisario ha enfatizado que el acuerdo de París es «el primer verdadero pacto global por el medio ambiente», pero además ha asegurado que es mucho más que eso: «Es diplomacia, es geopolítica, es influencia, y en este contexto París es una gran victoria para Europa y sus aliados».

Incluir a EEUU en el acuerdo

«Teníamos que encontrar una fórmula con un lenguaje suficientemente flexible como para que los Estados Unidos pudieran aprobarlo. En Europa sabíamos que tender puentes para que Estados Unidos estuviera de nuestro lado y hubiera un texto que pudiera apoyar», ha explicado en este sentido.

En relación a la postura de Washington, el comisario ha reconocido que fue una «cierta sorpresa» que se uniera al grupo liderado por la UE que perseguía un acuerdo más ambicioso. Este movimiento, unido al acuerdo de la UE con 79 países de Africa y el Pacífico y a a la unión de Brasil que, según Cañete, «cambió las reglas del juego», encaminaron un futuro acuerdo.

«Claro que no es suficiente, pero si Estados Unidos no estuviera, el aumento (de la temperatura global) sería mayor«, ha apuntado el comisario.

 

Sedigas valora el acuerdo de la COP21 donde el gas «tiene mucho que aportar»

Europa Press.- La Asociación Española del Gas (Sedigas) ha valorado el «ambicioso acuerdo» alcanzado este fin de semana en París, en el marco de la COP21, ya que se trata de un nuevo marco global «donde el gas tiene mucho que aportar».

En un comunicado, el presidente de Sedigas, Antoni Peris, destaca que la implantación de gas natural para transporte terrestre y marítimo y en puertos, así como la utilización de gas en generación eléctrica, en lugar de combustibles más contaminantes, y una mayor presencia de equipos de climatización a gas en edificios de servicios y viviendas, «forman parte de la solución».

Según Peris, para la consecución de los objetivos hay dos elementos que están muy interrelacionados: «la mejora de la calidad del aire de las ciudades y la reducción de las emisiones de CO2».

En este sentido, el presidente de Sedigas subraya que «la mayor parte de medidas que se tomen para reducir la contaminación local, dirigidas a mejorar la calidad del aire que respiramos y la salud de las personas, también contribuirán a reducir las emisiones de CO2, principal causante de los gases de efecto invernadero».

Además, considera que es necesario «acelerar las medidas acordadas por la Unión Europea en relación con la fijación de un precio adecuado del carbono, que promueva la inversión en tecnologías limpias». Así, subraya que si se cumplen los objetivos europeos de un 40% menos de emisiones en 2030, «el gas natural podría tener una participación en el ‘mix’ de energía primaria del 26% al finalizar dicho periodo, en comparación con el 20% de 2014″.

El mundo alcanza un acuerdo histórico para luchar contra el cambio climático en la Cumbre de París

Redacción / EFE.- 195 países aprobaron en París el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático, en el que de manera histórica tanto naciones desarrolladas como en desarrollo se comprometen a gestionar juntas la transición hacia una economía baja en carbono. El Acuerdo de París, llamado a cambiar el modelo de desarrollo del planeta hacia uno libre de combustibles fósiles, se aprobó cuando su principal artífice, presidente de la COP21, Laurent Fabius, dio el martillazo del consenso y dijo: «Acabamos de hacer algo grande».

Inmediatamente después, Fabius se fundía en un fuerte abrazo con la secretaria de la Convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres y con la embajadora francesa en la COP21, Laurance Tubiana, dos mujeres clave para conseguir el pacto, mientras muchos de los presentes lloraban de emoción, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Lograr este acuerdo ha costado dos décadas de cumbres del clima y 12 meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos «que se hayan hecho en la historia», según la ONU, en los que Fabius tuvo un liderazgo fundamental.

El acuerdo tiene como objetivo «mantener la temperatura media mundial muy por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales», aunque los países se comprometen a «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático». Para lograr ese objetivo, recoge compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático y obliga a los países tanto a rendir cuentas de su cumplimiento como a renovar sus contribuciones al alza cada 5 años. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias a nivel nacional para cumplir lo que dice en su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

Para asegurar que se alcanza el objetivo de menos de dos grados, la primera revisión de las contribuciones nacionales tendrá lugar en 2018, y la primera actualización de las mismas será en 2020. No habrá sanciones, pero existirá un comité de cumplimiento que diseñe un mecanismo transparente para garantizar que todo el mundo hace lo prometido en París, y que advierta antes de que expiren los plazos si está o no en vías de cumplirse.

Como objetivos a largo plazo, las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de entonces. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: que no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

El acuerdo obliga legalmente a los países desarrollados a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán disponer. No obstante, la mayor parte de las responsabilidades de financiación no están en el acuerdo sino en la decisión que lo desarrolla (que no es legalmente vinculante), donde dice que las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

El texto reconoce la necesidad de poner en marcha un «mecanismo de pérdidas y daños», asociado a los efectos más adversos del cambio climático. El nuevo acuerdo entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado. «Acabamos de adoptar el acuerdo más significativo de la historia, hoy es día de celebración pero mañana mismo toca ponernos a trabajar para cumplirlo», apeló en el plenario el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete.

Éxito de la diplomacia francesa

El primero que decidió asumir la aventurada hazaña de intentar poner de acuerdo a cerca de doscientas naciones con intereses contrapuestos tras el devastador fracaso de la cumbre del clima de Copenhague (2009) fue el presidente francés, François Hollande, que eligió con gran tino a las dos personas para lideraron esta gesta. Frente a la costumbre de designar como presidente de la COP al ministro nacional de Medio Ambiente, Hollande optó por su titular de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, conocido por su sangre fría, para liderar la cumbre de París, apoyado por Laurence Tubiana, una diplomática implicada en las negociaciones del clima desde Kioto (1997).

Pese al esfuerzo y la convicción de Francia, el acuerdo no hubiera sido posible sin el impulso recibido por líderes globales como los de Estados Unidos, China, la India o Alemania, que captaron que luchar contra el calentamiento no es una cuestión sectorial y medioambiental, sino transversal, que afecta a todas las políticas. Cada uno tenía sus razones: Barack Obama llegó a la Casa Blanca comprometiéndose a combatir «la mayor amenaza que pesa sobre las generaciones futuras» y no quería dejarla sin un pacto; y el primer ministro indio, Narendra Modi, es muy consciente de que necesita el apoyo financiero para alumbrar con renovables al 20% de su población aún sin acceso a la electricidad.

Tampoco hay que olvidar a la secretaria de la convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, que asumió el puesto 6 meses después de que el fracaso de Copenhague pusiera seriamente en duda la capacidad de las Naciones Unidas como marco de entendimiento de los países en esta cuestión. Para trasladar con fuerza el mensaje de que era «el momento» del acuerdo la costarricense se ha rodeado, en la sombra, de un equipo de 10 influyentes personalidades de todo el mundo, entre ellos el expresidente de México Felipe Calderón, o la exsecretaria de Estado española de cambio climático, Teresa Ribera, hoy parte de la delegación francesa y clave en las negociaciones con Latinoamérica.

Cuando llega la hora de la verdad y arranca la reunión de París, Francia demuestra haber aprendido de manera sobresaliente de los errores de Copenhague, y dirige las negociaciones con una transparencia sin precedentes. La primera semana deja hacer a los negociadores y Fabius se inventa un órgano llamado Comité de París compuesto de 14 ministros para facilitar y liderar las negociaciones. Los ministros no estaban nombrados al azar, sino escogidos con astucia entre los países que más resistencia ofrecían en algunos puntos, como Arabia Saudí, Venezuela, Bolivia o Brasil. Así neutraliza a los principales agentes de discordia y hace pesar sobre sus hombros la responsabilidad de resolver los desencuentros.

El jueves, cuando se acerca la hora del acuerdo y los países escenifican sus posturas más duras, Fabius decide inteligentemente dar el viernes como día de reflexión, recibir en su despacho a todos y posponer al sábado el acuerdo. A las 11.30 del sábado, un flamante Fabius entra en el plenario a presentar el acuerdo en medio de la ovación de los presentes, lo que demostraba que los países habían visto el texto final de consenso que Francia terminó de redactar a las 06.30 y que lo aceptaban. Francia da 6 horas para que el documento sea traducido a los idiomas oficiales de la ONU y revisado por los juristas y convoca un plenario para su aprobación a las 17.30.

El plenario se mantiene en vilo durante dos horas que pudieron truncar el acuerdo. Estados Unidos había advertido de que la versión inglesa contenía un error de traducción respecto a lo acordado, y que donde decía que las naciones desarrolladas «deben» seguir encabezando los esfuerzos de reducción de emisiones tendría que haber figurado un condicional: «deberían». Nicaragua, uno de los solo nueve países que no han presentado objetivos de contribución nacional en la lucha contra el cambio climático, indicó que se negaba a aceptar el cambio y que pensaba bloquearlo.

La obstrucción de Nicaragua hubiera mandado al traste el pacto, que obligatoriamente debía aprobarse por consenso, si no fuera porque el resto de países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, (Venezuela, Ecuador, Bolivia o Cuba) le dejaron sola. Al verse acorralada, Nicaragua decide abandonar el bloqueo y, dos horas después de lo previsto, Fabius toma posesión del estrado para dar un rápido martillazo y fundirse en un fuerte abrazo a tres con Tubiana y Figueres, mientras gran parte de los negociadores presentes mostraban su emoción.

El acuerdo de París contra el cambio climático, en 10 puntos

EFE.- La cumbre del clima (COP21) de París adoptó el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático; repasamos los 10 puntos más destacados:

1. Objetivo: Mantener la temperatura media mundial «muy por debajo» de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, aunque los países comprometen realizar «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático».

2. Forma legal: El acuerdo adoptado es legalmente vinculante pero no la decisión que lo acompaña ni los objetivos nacionales de reducción de emisiones. No obstante, el mecanismo de revisión de los compromisos de cada país sí es jurídicamente vinculante para así garantizar el cumplimiento.

3. Reducción de emisiones: 187 países de los 195 que forman parte de la Convención de cambio climático de la ONU han entregado compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático que entrarán en vigor en 2020 y se revisarán al alza cada cinco años. Los países que no lo han hecho deberán presentarlos para poder formar parte del acuerdo. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias para cumplir con su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

4. Revisión: Los países revisarán sus compromisos al alza cada cinco años, con la idea de ir aumentando la ambición con el tiempo para asegurar que se alcanza el objetivo de mantener la temperatura «muy por debajo» de dos grados.

5. Cumplimiento: No habrá sanciones, pero habrá un mecanismo transparente de seguimiento del cumplimiento para tratar de garantizar que todo el mundo hace lo prometido, y que advierta antes de que expiren los plazos si los países van o no por la senda del cumplimiento.

6. Meta a largo plazo: Las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

7. Financiación: El acuerdo dice que los países desarrollados «deben» contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán contar. Las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020 para apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

8. Pérdidas y daños: Se reconoce la necesidad de poner en marcha el «Mecanismo de Pérdidas y Daños» asociados a los efectos más adversos del cambio climático, pero no detalla ninguna herramienta financiera para abordarlo.

9. Adopción: Tendrá lugar en una ceremonia de alto nivel en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, el 22 de abril de 2016.

10. Entrada en vigor: El nuevo acuerdo de París entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado.

Satisfacción y prudencia ante el acuerdo de París que marca un camino aún por andar

EFE.- Tras la firma del primer acuerdo global contra el cambio climático, políticos, científicos, ONG y asociaciones del mundo analizan, entre la satisfacción y la prudencia, las consecuencias de un consenso que abre un camino hacia economías libres de emisiones aún por recorrer. «El acuerdo de París es un hito. Ahora el destino de la Tierra depende de cómo de rápido y con qué solidez lo apliquemos», afirma el profesor Ottmar Edenhofer, del instituto Potsdam de Investigación sobre el Cambio Climático.

Más cauto se muestra el portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi, quien asegura que el éxito de un pacto que considera «insuficiente» dependerá ahora de «cómo se interprete y se ponga en práctica en cada país y de la movilización social y política para exigir que se cumpla correctamente». El acuerdo está revestido de un complejo envoltorio legal que hace que sea legalmente vinculante en su conjunto, pero no en buena parte de su desarrollo (las llamadas decisiones), ni en los objetivos nacionales de reducción de emisiones.

Su fuerza reside en el mecanismo con el que periódicamente se revisarán los compromisos de cada país, que sí es jurídicamente vinculante, y coloca una alta presión internacional sobre los países para que hagan los esfuerzos necesarios. Aunque su efectividad está aún por ser demostrada. Las revisiones serán claves porque los objetivos puestos sobre la mesa no garantizan que el calentamiento global se quede «muy por debajo» del objetivo de los 2 grados Celsius ni del deseable de 1,5 grados, sino que llevarán a que a finales de siglo la temperatura se haya elevado en 2,7 o incluso 3 grados.

El acuerdo de París es un «punto de inflexión histórico» que por primera vez ha puesto de acuerdo tanto a los mayores países emisores como a los más vulnerables, a los más ambiciosos y los más escépticos, a los ricos y los pobres, contra el cambio climático. Pero una vez disipada la emoción que ha provocado esta victoria del multilateralismo en una época en la que la cooperación internacional está de capa caída, el experto de Carnegie Institution, Chris Field, avisa de que «no es el momento de la autocomplacencia», sino de actuar en innovación, energías limpias y desarrollo sostenible.

En este sentido, se antoja fundamental movilizar sumas que alcancen los «trillones», en palabras de Nigel Topping, director ejecutivo de We Mean Business, una coalición de empresas y organizaciones que ya trabajan en la acción climática. Por su parte, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, dice que el acuerdo «manda una muy necesitada señal para disparar las inversiones públicas y privadas necesarias para llevar las economías hacia un mundo neutro en carbono» y reconoce que ejecutar el trabajo es ahora «una responsabilidad común».

El director ejecutivo de Greenpeace, Kumi Naidoo, va un paso más allá al proclamar el «fin de la era de las energías fósiles» tras la cumbre del clima de París (COP21). «Los inversores tienen que empezar a sacar el dinero del carbón, el petróleo y el gas. Y la gente que esté pensando en invertir tiene que hacerlo en renovables», señala Naidoo, quien agrega que «en los palacios de los países petroleros va a cundir el pánico, como debe ser».

El sector privado también ha participado de la COP21 y ha buscado mostrarse favorable al clima, como con el anuncio hecho por diez multinacionales, incluidas Dell, Kellogg, Sony, Thalys y Coca Cola, que durante la cumbre se comprometieron a fijarse objetivos de reducción de dióxido de carbono. O el paso dado por Google, que desveló durante la cita de París la compra de 842 megavatios de energías limpias para sus centros de datos, con el objetivo final de triplicar sus renovables de aquí a 2025.

Como nota negativa, dos de los sectores que más emisiones generan, la aviación y el transporte marítimo, se han quedado finalmente fuera del acuerdo, pese a que la Unión Europea defendió introducir una mención en el texto que sirviera como trampolín para impulsar las negociaciones internacionales en torno a esos dos ámbitos. «Que no se mencione la aviación y el transporte marítimo es una debilidad clave del acuerdo: sin acción en estos sectores, limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados es imposible», afirma Andrew Murphy, de Transport & Environment. Murphy recalca que ahora ambos sectores tendrán que hacer de algún modo «una contribución justa» a los objetivos del acuerdo.