¿Por qué la CNMC quiere ser ’trending topic’?

La CNMC ha vuelto con fuerza a la actualidad energética en los últimos días de agosto. Tras la seria, profunda andanada jurídica que ha recibido este verano este panorganismo regulador español de los sectores de actividad, de los mercados, de la competencia, de que los  precios estén bien y de un cierto concepto de justicia social (además del hecho de mostrarse solícito para lo que se le demande hacer, de ahí su utilidad). Eso sí, pronunciando frecuentemente la palabra independencia, aunque sea en vacío retórico. El problema de la CNMC es que ya no puede desprenderse de su pecado original: el exterminio de sus órganos predecesores por el Gobierno recién entrado, merced a un informe de partida elaborado por una consultora, encargado con las conclusiones y consecuencias previstas de antemano.

Eso implica que le resulta imposible quitarse el estigma de seguidismo al Gobierno  y de sus directrices, como en un ejercicio de gimnasia sueca. Cosa que, hablando en serio, tampoco ha ocurrido. ¿Qué graves polémicas han existido entre el Gobierno y esta versión CNMC y su ‘totum revolutum’ ? ¿Cuántas dimisiones ha habido? En lo energético, ¿con qué consecuencias fácticas más allá de una posición indefinida en cuestiones como las subastas CESUR, la rentabilidad razonable, el autoconsumo o la interrumpibilidad? ¿cómo mantiene una dogmática visión referidas a los mercados energéticos (creencias retroprogresivas) deslizadas o como transfondo en sus dictámenes para respaldar las intervenciones del Ejecutivo o su respuesta pronta a lo que se le demanda, sin mucho más que lugares comunes y poca herramienta analítica? En otros sectores, las comprensiones de los mismos (diagnósticos) dejan mucho que desear, lo que deviene en medidas y omisiones. Y, en otras, directamente, las medidas y omisiones son lacerantes, cuando no la cascada de expedientes sancionadores diarios buscando legitimación por hiperactividad.

Por  tanto, en el organismo, con la ofensiva judicial en marcha en el Supremo y su descrédito  en el terreno político y económico,  cunde la impresión, consciente o inconsciente, de que un cambio de Gobierno se traducirá en otra operación de destrucción creativa (y, en este caso, con mucha razón y sin nadie que defienda el engendro). Por eso,  hay intentos, un poco inverosímiles a la vista de los resultados, de disimulo y voluntariosos ademanes de adecentamiento. Esto es, cómo se hace esto en España: hay que “comunicar mejor”. Pero lo que se hace, se sigue haciendo igual y con las mismas consignas, en contra la tozuda realidad de que lo que más comunica son los hechos.

Pero, además, como todas las situaciones en la que hay que poner una vela a Dios y otra al diablo, las cosas no acaban todo lo finas que tenían que ser. Repasemos las noticias de los últimos días. Por un lado, se puede decir que, aparentemente, en el lado del debe de la CNMC hacia el Gobierno, se ha conocido lo que podríamos denominar un matiz para entendidos que, por otra parte, no lo es tal. Así, la CNMC  no está de acuerdo con la desindexación de los precios en la energía prevista en el Real Decreto de desarrollo de la ley. Pero es que, en realidad, el Gobierno tampoco aunque así lo haya escrito en el copia-pega intersectorial al elaborar la ley. Aquí el organismo ha querido vender en los medios una cierta «disensión» con el Ejecutivo. Ha sabido ver el «gap»

En el lado del haber, el Gobierno, a la vista de la evolución del petróleo en estos días, amaga con los precios de los carburantes. Ahí está la CNMC rauda y veloz a proponer  30 medidas y crear un “#hashstag” (una palabra clave en Twitter para agrupar comentarios en torno a un tema e intentar hacerla “trending topic”, una tendencia entre los usuarios de esta red). Incluso, seguramente que esto habrá sido acudiendo al community manager del organismo, encargándole una iniciativa de “competencia friendly”, por lo que se ha propuesto publicar por Twitter y en el blog, un seriado con las 30 recomendaciones coincidiendo con la operación retorno y mandar una nota de prensa para decir que lo hará. Imaginemos a los conductores españoles leyendo eso de que los operadores petrolíferos no puedan participar en el accionariado de CLH, como primeras dos recomendaciones. ¿Qué preguntas podría hacerse alguien medianamente inteligente sobre un asunto de ‘política’, ordenación de los mercados, gobierno y ‘corporate’?  Error de misión, y por tanto, error de público, de target, de medio y de mensaje. E inanidad de la medida a estas alturas de campeonato. Este es el sino de los órganos reguladores ‘independientes’  en los tiempos de Twitter

Y, finalmente, el ministro de Economía Luis de Guindos, a cuenta de lo mismo, de los precios de los combustibles, acaba de decir que el Gobierno se apoyará en la CNMC para garantizar que la bajada del petróleo se traduce en el precio de los combustibles que pagan los consumidores españoles. Hasta utilizó en sus declaraciones, en referencia a la CNMC, ‘cuidadosamente’ la clausula “aunque se trata de un órgano independiente”. Considerando a Marín Quemada un hombre de su confianza, no está nada mal esta finta discursiva. Que quede claro todo.

En resumen, contra la dureza argumental y factual de los comportamientos del mismo organismo vistos con detenimiento, lo explícito de la relación con el Ejecutivo, de los cuestionamientos jurídicos a punto de reventar y de los reproches a nivel europeo sobre el formato del organismo, esto es lo que tenemos: su twitter, su blog y unas ganas inconmensurables de buscar reputación digital siendo “trending topic”.

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