El fracking tiene un impacto ambiental considerable, según un científico británico

Europa Press.- La puesta en marcha de un pozo de fracking requiere entre 7.000 y 10.000 viajes de camiones para aportar el agua necesaria y supone una serie de riesgos e impactos ambientales, según el director científico del British Geológical Survey, Mike Stephenson, que explica en un artículo publicado por Elsevier, todo lo relacionado con la técnica del fracking para extraer gas del subsuelo y apunta que «en muchos sentidos, las operaciones en la superficie de las explotaciones no son diferentes de las obras de construcción«.

Así, este científico señala que la mayoría de la población se preocupa más por lo que ocurre en superficie que a gran profundidad y estima que quien no haya visto nunca un equipo de perforación o un camión de fracking, «difícilmente» podrá imaginar cómo sería vivir cerca de una explotación de fracking. El artículo Shale gas y fracking, la ciencia tras la controversia analiza los efectos en el suelo que podrían experimentar las poblaciones cercanas a los pozos de fracking desde que se inicia la perforación hasta que el yacimiento se agota y se cierra.

Después de conseguir permisos para perforar, se tiene que limpiar y nivelar un área plana llamada almohadilla, con una superficie de hasta 3 hectáreas y, para proteger el suelo de posibles derrames de productos químicos, se coloca un revestimiento impermeable subterráneo e instalar tanques de almacenamiento y tuberías. A continuación, según añade, los camiones tendrán que acceder con regularidad, por lo que también se deberá adecuar caminos o pistas y se usará un río local o un pozo para el abastecimiento de agua. Por tanto, hay que prever el almacenamiento de residuos líquidos con la construcción de un pozo de residuos y tanques de almacenamiento.

El trabajo desgrana punto por punto el proceso total y recuerda que los residuos de este proceso son «los mismos que los de los pozos de petróleo y gas convencionales» y que el fluido de desecho a veces se almacena en pozos profundos. También explica que las aguas residuales deben ser transportadas a plantas de tratamiento. Cuando el pozo ya no es rentable se abandona, instalando unos tapones de cemento para detener cualquier gas restante que pudiera quedar en el pozo, filtrarse a un acuífero o salir a la superficie.

El experto expone que las primeras etapas del proceso son, «con mucho», las más intensas y requieren más trabajo que en las explotaciones convencionales de gas y petróleo. En concreto, advierte de que se precisa de más espacio alrededor de la plataforma de perforación debido a los camiones de fracking, y los caminos de acceso se utilizan de forma más intensiva. El tamaño promedio de una almohadilla de perforación hidráulica es de aproximadamente tres hectáreas, mientras que un equipo de perforación convencional solo requiere dos.

El artículo analiza también los efectos que suponen este tipo de proyectos para la población local, como el ruido de la perforación, que puede ser «muy ruidosa», igual que las llamaradas de gas. La perforación es una actividad que se prolonga durante un mes las 24 horas diarias. Además del ruido, el experto contempla el impacto visual, ya que la plataforma de perforación suele tener unos 30 metros de altura, aunque durante la producción «no hay prácticamente ningún impacto visual».

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