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La ONU destaca las ventajas del acuerdo climático alcanzado en París

EFE.- El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó hoy como «una póliza de seguro de salud para el Planeta» el reciente acuerdo alcanzado en París para combatir el cambio climático.

El acuerdo «puede beneficiar a toda la humanidad en las próximas generaciones», afirmó Ban en una declaración a los periodistas en la sede de la ONU. «Los países han adoptado una histórica decisión», agregó el secretario general de Naciones Unidas.

Ban estuvo en dos ocasiones en París haciendo un seguimiento de cerca de las conversaciones de la COP21 que comenzaron el 30 de noviembre y se cerraron el pasado fin de semana con un acuerdo global para evitar el calentamiento global. «El acuerdo de París es una victoria para la gente, para el bien común y para el multilateralismo», agregó. «Los países -añadió- han reconocido que los intereses nacionales se cumplen mejor actuando en favor del bien común».

Ban recordó que estas gestiones se habían convertido en una de sus principales prioridades desde que se convirtió en secretario general de la ONU, en 2007. «Nunca he perdido la fecha en que la comunidad internacional podría superar el desafío climático», insistió.

En sus declaraciones, Ban recordó que, como consta en el acuerdo, la firma de la convención se llevará a cabo en la sede de la ONU el 22 de abril próximo, coincidiendo con el Día Mundial de la Tierra.

«Invitaré tan pronto sea posible a los líderes mundiales para que vengan a Naciones Unidas para firmarlo, porque será el primer día del acuerdo universal cobre el cambio climático», agregó.

No obstante, según lo aprobado en París, la convención sólo entrará en vigor cuando la hayan ratificado al menos 55 de las partes involucradas, que sumen en total el 55 % de las emisiones globales.

Cañete sobre el acuerdo de París: «quizás no sea perfecto» pero tiene puntos para ser un «instrumento fuerte»

Europa Press.- El comisario de Energía y Acción Climática, Miguel Arias Cañete, ha señalado que el acuerdo alcanzado en la Cumbre por el Clima de París, cuyo objetivo era alcanzar un pacto para limitar a dos grados el calentamiento global al final del siglo, «quizás no es el acuerdo perfecto», pero cuenta con «todos los puntos como para ser un instrumento fuerte para luchar contra el calentamiento global».

«Cuando se negocia un acuerdo internacional, uno no consigue el 100% de lo que se pide», ha expresado el comisario en rueda de prensa este lunes, en la que también ha destacado que sí se han conseguido «la mayor parte de los elementos» que perseguía la Unión Europea. «Si me preguntan, estoy satisfecho, estoy feliz, pero sobre todo estoy aliviado», ha apuntado.

En cualquier caso, el comisario ha enfatizado que el acuerdo de París es «el primer verdadero pacto global por el medio ambiente», pero además ha asegurado que es mucho más que eso: «Es diplomacia, es geopolítica, es influencia, y en este contexto París es una gran victoria para Europa y sus aliados».

Incluir a EEUU en el acuerdo

«Teníamos que encontrar una fórmula con un lenguaje suficientemente flexible como para que los Estados Unidos pudieran aprobarlo. En Europa sabíamos que tender puentes para que Estados Unidos estuviera de nuestro lado y hubiera un texto que pudiera apoyar», ha explicado en este sentido.

En relación a la postura de Washington, el comisario ha reconocido que fue una «cierta sorpresa» que se uniera al grupo liderado por la UE que perseguía un acuerdo más ambicioso. Este movimiento, unido al acuerdo de la UE con 79 países de Africa y el Pacífico y a a la unión de Brasil que, según Cañete, «cambió las reglas del juego», encaminaron un futuro acuerdo.

«Claro que no es suficiente, pero si Estados Unidos no estuviera, el aumento (de la temperatura global) sería mayor«, ha apuntado el comisario.

 

El mundo alcanza un acuerdo histórico para luchar contra el cambio climático en la Cumbre de París

Redacción / EFE.- 195 países aprobaron en París el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático, en el que de manera histórica tanto naciones desarrolladas como en desarrollo se comprometen a gestionar juntas la transición hacia una economía baja en carbono. El Acuerdo de París, llamado a cambiar el modelo de desarrollo del planeta hacia uno libre de combustibles fósiles, se aprobó cuando su principal artífice, presidente de la COP21, Laurent Fabius, dio el martillazo del consenso y dijo: «Acabamos de hacer algo grande».

Inmediatamente después, Fabius se fundía en un fuerte abrazo con la secretaria de la Convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres y con la embajadora francesa en la COP21, Laurance Tubiana, dos mujeres clave para conseguir el pacto, mientras muchos de los presentes lloraban de emoción, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Lograr este acuerdo ha costado dos décadas de cumbres del clima y 12 meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos «que se hayan hecho en la historia», según la ONU, en los que Fabius tuvo un liderazgo fundamental.

El acuerdo tiene como objetivo «mantener la temperatura media mundial muy por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales», aunque los países se comprometen a «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático». Para lograr ese objetivo, recoge compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático y obliga a los países tanto a rendir cuentas de su cumplimiento como a renovar sus contribuciones al alza cada 5 años. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias a nivel nacional para cumplir lo que dice en su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

Para asegurar que se alcanza el objetivo de menos de dos grados, la primera revisión de las contribuciones nacionales tendrá lugar en 2018, y la primera actualización de las mismas será en 2020. No habrá sanciones, pero existirá un comité de cumplimiento que diseñe un mecanismo transparente para garantizar que todo el mundo hace lo prometido en París, y que advierta antes de que expiren los plazos si está o no en vías de cumplirse.

Como objetivos a largo plazo, las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de entonces. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: que no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

El acuerdo obliga legalmente a los países desarrollados a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán disponer. No obstante, la mayor parte de las responsabilidades de financiación no están en el acuerdo sino en la decisión que lo desarrolla (que no es legalmente vinculante), donde dice que las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

El texto reconoce la necesidad de poner en marcha un «mecanismo de pérdidas y daños», asociado a los efectos más adversos del cambio climático. El nuevo acuerdo entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado. «Acabamos de adoptar el acuerdo más significativo de la historia, hoy es día de celebración pero mañana mismo toca ponernos a trabajar para cumplirlo», apeló en el plenario el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete.

Éxito de la diplomacia francesa

El primero que decidió asumir la aventurada hazaña de intentar poner de acuerdo a cerca de doscientas naciones con intereses contrapuestos tras el devastador fracaso de la cumbre del clima de Copenhague (2009) fue el presidente francés, François Hollande, que eligió con gran tino a las dos personas para lideraron esta gesta. Frente a la costumbre de designar como presidente de la COP al ministro nacional de Medio Ambiente, Hollande optó por su titular de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, conocido por su sangre fría, para liderar la cumbre de París, apoyado por Laurence Tubiana, una diplomática implicada en las negociaciones del clima desde Kioto (1997).

Pese al esfuerzo y la convicción de Francia, el acuerdo no hubiera sido posible sin el impulso recibido por líderes globales como los de Estados Unidos, China, la India o Alemania, que captaron que luchar contra el calentamiento no es una cuestión sectorial y medioambiental, sino transversal, que afecta a todas las políticas. Cada uno tenía sus razones: Barack Obama llegó a la Casa Blanca comprometiéndose a combatir «la mayor amenaza que pesa sobre las generaciones futuras» y no quería dejarla sin un pacto; y el primer ministro indio, Narendra Modi, es muy consciente de que necesita el apoyo financiero para alumbrar con renovables al 20% de su población aún sin acceso a la electricidad.

Tampoco hay que olvidar a la secretaria de la convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, que asumió el puesto 6 meses después de que el fracaso de Copenhague pusiera seriamente en duda la capacidad de las Naciones Unidas como marco de entendimiento de los países en esta cuestión. Para trasladar con fuerza el mensaje de que era «el momento» del acuerdo la costarricense se ha rodeado, en la sombra, de un equipo de 10 influyentes personalidades de todo el mundo, entre ellos el expresidente de México Felipe Calderón, o la exsecretaria de Estado española de cambio climático, Teresa Ribera, hoy parte de la delegación francesa y clave en las negociaciones con Latinoamérica.

Cuando llega la hora de la verdad y arranca la reunión de París, Francia demuestra haber aprendido de manera sobresaliente de los errores de Copenhague, y dirige las negociaciones con una transparencia sin precedentes. La primera semana deja hacer a los negociadores y Fabius se inventa un órgano llamado Comité de París compuesto de 14 ministros para facilitar y liderar las negociaciones. Los ministros no estaban nombrados al azar, sino escogidos con astucia entre los países que más resistencia ofrecían en algunos puntos, como Arabia Saudí, Venezuela, Bolivia o Brasil. Así neutraliza a los principales agentes de discordia y hace pesar sobre sus hombros la responsabilidad de resolver los desencuentros.

El jueves, cuando se acerca la hora del acuerdo y los países escenifican sus posturas más duras, Fabius decide inteligentemente dar el viernes como día de reflexión, recibir en su despacho a todos y posponer al sábado el acuerdo. A las 11.30 del sábado, un flamante Fabius entra en el plenario a presentar el acuerdo en medio de la ovación de los presentes, lo que demostraba que los países habían visto el texto final de consenso que Francia terminó de redactar a las 06.30 y que lo aceptaban. Francia da 6 horas para que el documento sea traducido a los idiomas oficiales de la ONU y revisado por los juristas y convoca un plenario para su aprobación a las 17.30.

El plenario se mantiene en vilo durante dos horas que pudieron truncar el acuerdo. Estados Unidos había advertido de que la versión inglesa contenía un error de traducción respecto a lo acordado, y que donde decía que las naciones desarrolladas «deben» seguir encabezando los esfuerzos de reducción de emisiones tendría que haber figurado un condicional: «deberían». Nicaragua, uno de los solo nueve países que no han presentado objetivos de contribución nacional en la lucha contra el cambio climático, indicó que se negaba a aceptar el cambio y que pensaba bloquearlo.

La obstrucción de Nicaragua hubiera mandado al traste el pacto, que obligatoriamente debía aprobarse por consenso, si no fuera porque el resto de países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, (Venezuela, Ecuador, Bolivia o Cuba) le dejaron sola. Al verse acorralada, Nicaragua decide abandonar el bloqueo y, dos horas después de lo previsto, Fabius toma posesión del estrado para dar un rápido martillazo y fundirse en un fuerte abrazo a tres con Tubiana y Figueres, mientras gran parte de los negociadores presentes mostraban su emoción.

El acuerdo de París contra el cambio climático, en 10 puntos

EFE.- La cumbre del clima (COP21) de París adoptó el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático; repasamos los 10 puntos más destacados:

1. Objetivo: Mantener la temperatura media mundial «muy por debajo» de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, aunque los países comprometen realizar «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático».

2. Forma legal: El acuerdo adoptado es legalmente vinculante pero no la decisión que lo acompaña ni los objetivos nacionales de reducción de emisiones. No obstante, el mecanismo de revisión de los compromisos de cada país sí es jurídicamente vinculante para así garantizar el cumplimiento.

3. Reducción de emisiones: 187 países de los 195 que forman parte de la Convención de cambio climático de la ONU han entregado compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático que entrarán en vigor en 2020 y se revisarán al alza cada cinco años. Los países que no lo han hecho deberán presentarlos para poder formar parte del acuerdo. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias para cumplir con su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

4. Revisión: Los países revisarán sus compromisos al alza cada cinco años, con la idea de ir aumentando la ambición con el tiempo para asegurar que se alcanza el objetivo de mantener la temperatura «muy por debajo» de dos grados.

5. Cumplimiento: No habrá sanciones, pero habrá un mecanismo transparente de seguimiento del cumplimiento para tratar de garantizar que todo el mundo hace lo prometido, y que advierta antes de que expiren los plazos si los países van o no por la senda del cumplimiento.

6. Meta a largo plazo: Las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

7. Financiación: El acuerdo dice que los países desarrollados «deben» contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán contar. Las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020 para apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

8. Pérdidas y daños: Se reconoce la necesidad de poner en marcha el «Mecanismo de Pérdidas y Daños» asociados a los efectos más adversos del cambio climático, pero no detalla ninguna herramienta financiera para abordarlo.

9. Adopción: Tendrá lugar en una ceremonia de alto nivel en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, el 22 de abril de 2016.

10. Entrada en vigor: El nuevo acuerdo de París entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado.

Satisfacción y prudencia ante el acuerdo de París que marca un camino aún por andar

EFE.- Tras la firma del primer acuerdo global contra el cambio climático, políticos, científicos, ONG y asociaciones del mundo analizan, entre la satisfacción y la prudencia, las consecuencias de un consenso que abre un camino hacia economías libres de emisiones aún por recorrer. «El acuerdo de París es un hito. Ahora el destino de la Tierra depende de cómo de rápido y con qué solidez lo apliquemos», afirma el profesor Ottmar Edenhofer, del instituto Potsdam de Investigación sobre el Cambio Climático.

Más cauto se muestra el portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi, quien asegura que el éxito de un pacto que considera «insuficiente» dependerá ahora de «cómo se interprete y se ponga en práctica en cada país y de la movilización social y política para exigir que se cumpla correctamente». El acuerdo está revestido de un complejo envoltorio legal que hace que sea legalmente vinculante en su conjunto, pero no en buena parte de su desarrollo (las llamadas decisiones), ni en los objetivos nacionales de reducción de emisiones.

Su fuerza reside en el mecanismo con el que periódicamente se revisarán los compromisos de cada país, que sí es jurídicamente vinculante, y coloca una alta presión internacional sobre los países para que hagan los esfuerzos necesarios. Aunque su efectividad está aún por ser demostrada. Las revisiones serán claves porque los objetivos puestos sobre la mesa no garantizan que el calentamiento global se quede «muy por debajo» del objetivo de los 2 grados Celsius ni del deseable de 1,5 grados, sino que llevarán a que a finales de siglo la temperatura se haya elevado en 2,7 o incluso 3 grados.

El acuerdo de París es un «punto de inflexión histórico» que por primera vez ha puesto de acuerdo tanto a los mayores países emisores como a los más vulnerables, a los más ambiciosos y los más escépticos, a los ricos y los pobres, contra el cambio climático. Pero una vez disipada la emoción que ha provocado esta victoria del multilateralismo en una época en la que la cooperación internacional está de capa caída, el experto de Carnegie Institution, Chris Field, avisa de que «no es el momento de la autocomplacencia», sino de actuar en innovación, energías limpias y desarrollo sostenible.

En este sentido, se antoja fundamental movilizar sumas que alcancen los «trillones», en palabras de Nigel Topping, director ejecutivo de We Mean Business, una coalición de empresas y organizaciones que ya trabajan en la acción climática. Por su parte, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, dice que el acuerdo «manda una muy necesitada señal para disparar las inversiones públicas y privadas necesarias para llevar las economías hacia un mundo neutro en carbono» y reconoce que ejecutar el trabajo es ahora «una responsabilidad común».

El director ejecutivo de Greenpeace, Kumi Naidoo, va un paso más allá al proclamar el «fin de la era de las energías fósiles» tras la cumbre del clima de París (COP21). «Los inversores tienen que empezar a sacar el dinero del carbón, el petróleo y el gas. Y la gente que esté pensando en invertir tiene que hacerlo en renovables», señala Naidoo, quien agrega que «en los palacios de los países petroleros va a cundir el pánico, como debe ser».

El sector privado también ha participado de la COP21 y ha buscado mostrarse favorable al clima, como con el anuncio hecho por diez multinacionales, incluidas Dell, Kellogg, Sony, Thalys y Coca Cola, que durante la cumbre se comprometieron a fijarse objetivos de reducción de dióxido de carbono. O el paso dado por Google, que desveló durante la cita de París la compra de 842 megavatios de energías limpias para sus centros de datos, con el objetivo final de triplicar sus renovables de aquí a 2025.

Como nota negativa, dos de los sectores que más emisiones generan, la aviación y el transporte marítimo, se han quedado finalmente fuera del acuerdo, pese a que la Unión Europea defendió introducir una mención en el texto que sirviera como trampolín para impulsar las negociaciones internacionales en torno a esos dos ámbitos. «Que no se mencione la aviación y el transporte marítimo es una debilidad clave del acuerdo: sin acción en estos sectores, limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados es imposible», afirma Andrew Murphy, de Transport & Environment. Murphy recalca que ahora ambos sectores tendrán que hacer de algún modo «una contribución justa» a los objetivos del acuerdo.

El 54% de las compañías afirma que fijar el precio del carbono es lo más efectivo para reducir emisiones de CO2

Europa Press.- Un 54% de las compañías globales de Europa, Estados Unidos y países emergentes considera que la fijación del precio del carbono es la forma más efectiva de reducir las emisiones de CO2. Esta es una de las principales conclusiones del informe de EY ‘Shifting the carbon pricing debate 2015’, que ha sido presentado en el marco de la XXI Cumbre sobre el Cambio Climático de París (COP21).

El informe recoge la opinión de un total de 116 ejecutivos de compañías globales –pertenecientes a sectores como el de la energía y los recursos naturales, la inmobiliaria y construcción, el químico o el manufacturero– sobre la fijación de precios del carbono, el impacto que esta regulación tiene en las estrategias empresariales y las reglamentaciones necesarias al respecto.

En este sentido, sólo el 7% de los ejecutivos consultados se muestra en contra de esta regulación, mientras que un 45% mantiene una posición neutral y el 48% restante se posiciona a favor.

El precio del carbono, por regiones

Por regiones, el estudio destaca un apoyo generalizado a esta regulación, especialmente en Europa y los países emergentes. Precisamente, en Europa, el 64% de los encuestados está favor de la fijación de precios, el 31% se muestra neutral y apenas el 5% en contra, mientras que en los países emergentes, el 59% es favorable a esta medida, el 34% es neutral y el 7% se declara contrario.

En cambio, en Estados Unidos la concienciación en torno a esta cuestión medioambiental es menor, pues sólo el 18% se muestra a favor, cuando el porcentaje de neutrales asciende al 73% y un 9% se declara en contra.

El socio responsable de Servicios de Sostenibilidad y Cambio Climático de EY, Juan Costa, ha comentado que «el precio del carbono es una cuestión que siempre genera debate dentro de la comunidad empresarial». «Mientras que muchas grandes empresas reconocen que el precio del carbono contribuiría a reducir las emisiones, otros tantos demandan un método armonizado, fiable y transparente que permita su implantación con rigor y disciplina», ha añadido Costa.

Impacto positivo

El informe también destaca que la fijación de precios del carbono tendría un impacto favorable, para los empresarios encuestados, en el fomento de la innovación, en las oportunidades de crecimiento sostenible y para la mejora de la competitividad de las compañías.

Asimismo, el informe revela que tres cuartos de los participantes realiza comparaciones de sus emisiones de CO2 con la media de su industria. El mismo porcentaje de directivos consultados afirma que su compañía está invirtiendo en tecnologías bajas en carbono, y el 60% ha asumido algún tipo de compromiso relacionado con las energías renovables.

Los ejecutivos son optimistas con la Cumbre de París

De forma general, el 55% de los ejecutivos encuestados confía en que las negociaciones durante la cumbre –que finalizará este viernes 11 de diciembre– puedan conducir a un sistema de fijación de precios del carbono, frente al 45% que no lo cree. Las respuestas pesimistas provienen, especialmente, de directivos consultados de Estados Unidos, donde el 67% no confía en la consecución de este objetivo.

Finalmente, el informe identifica varios pasos claves que se pueden implementar para adaptarse a este entorno cambiante. Se trata de la incorporación de evaluaciones sobre oportunidades y peligros del carbono en la estrategia corporativa, establecer un proceso de reporte sobre el carbono, comprometerse con los objetivos de reducción, comunicar los resultados y establecer un precio interno del carbono.

Las organizaciones ecologistas piden mayor esfuerzo en el cierre de las negociaciones climáticas de París y critican a la Unión Europea

EFE.- La Red de Acción sobre el Clima (CAN, por sus siglas en inglés), alianza que engloba a varias de las principales ONG medioambientales del mundo, reconoció el rápido avance en las negociaciones para alcanzar un acuerdo, pero pidió más esfuerzo en cuestiones como la financiación. De hecho, otorgó su premio diario «Fósil» a la Unión Europea por la «falta de ambición» que, según la ONG, el bloque está mostrando en las negociaciones climática de la cumbre de París (COP21).

El director de Estrategia y Políticas de la organización Union for Concerned Scientists, Alden Meyer, consideró que «hay claramente algo de progreso: se ha resuelto el asunto del límite para la temperatura, y también la neutralidad de emisiones para la segunda mitad de siglo«. Sin embargo, puntualizó que en la financiación «queda mucho trabajo por hacer», sobre todo en lo referido a los fondos para la adaptación de los países en desarrollo antes de 2020.

La cumbre del clima (COP21) de París avanza con buen paso para lograr un acuerdo global de lucha contra el calentamiento estos días, según indicó el presidente de la reunión, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, durante la presentación esta noche de un nuevo borrador de acuerdo. El nuevo documento, en el que prácticamente han desaparecido los corchetes (apenas quedan 48 frente a los 365 que tenía antes), ya tiene «la forma» del acuerdo legal que prevén adoptar 195 países más la Unión Europea.

Neutralidad de emisiones desde 2050

«Estamos muy cerca de la meta, y confiamos en que se resuelva», señaló Meyer, que agregó que la cuestión de la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo «sigue entre corchetes», aunque concedió que parece haber consenso en que los 100.000 millones de dólares que deberán ser movilizados anualmente son responsabilidad de las naciones ricas. Alabó que se incluya el objetivo de la neutralidad en emisiones de gases de efecto invernadero durante la segunda mitad del siglo, lo que «envía un mensaje fuerte al sector financiero sobre por dónde deben ir las inversiones». «Hay que resolver las cuestiones pendientes», enfatizó.

Por su lado, la responsable climática de Oxfam, Kelly Dent, señaló que en el texto sometido a análisis hay «ganancias», como la referencia a los objetivos de financiación posteriores a 2020, y «pérdidas», como que desaparece la alusión a los derechos humanos en el artículo dos del documento. También llamó la atención sobre que la controvertida cuestión de la creación de un mecanismo de «pérdidas y daños» para los países más vulnerables al cambio climático sigue abierta, algo que a su juicio es «muy importante».

Por su lado, Greenpeace, criticó que «lo que hay ahora en la mesa todavía no es suficientemente bueno». La organización ecologista cree que los actuales objetivos de emisiones no dejarán por debajo de 1,5 grados centígrados el calentamiento global y «este borrador no hace absolutamente nada por cambiar eso». «Presenciamos una muestra de impotencia internacional», sentencia Greenpeace, que cree que se está «cerrando la puerta a nuestra mejor oportunidad para evitar el calentamiento». Mientras, Ecologistas en Acción indicó que «la cumbre del clima de París se dirige hacia un acuerdo de mínimos, claramente descafeinado y sin ambición ni herramientas objetivas para convertirse en un instrumento eficaz contra el cambio climático».

Críticas a la ambición europea

Por otro lado, el contra-galardón otorgado a la Unión Europea «trata de empujar a sus líderes a que «prediquen con el ejemplo y presionen para lograr un acuerdo climático lo más sólido posible» en las negociaciones que han entrado ya en su recta final. En concreto, la CAN critica que los Veintiocho supuestamente se opusieran a que se incluyese en el texto del acuerdo una mención a la necesidad de descarbonizar completamente las economías, a pesar de que lideran la autodenominada «coalición por una ambición muy alta» en la COP21.

Esa agrupación de varios centenares de ONG afirmó que la Unión Europea también se unió a los países que se oponían a que el texto pida un aumento de las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2020, una postura que el director de la CAN, Wendel Trio, consideró «contradictoria». «La falta de un verdadero liderazgo de la Unión Europea no nos ayuda para conseguir un acuerdo significativo», señaló. Durante esta cumbre climática, la CAN ha otorgado su premio Fósil del día a India, Venezuela, Arabia Saudí, Bélgica y Dinamarca, entre otros.

El nuevo borrador de París abre la reducción de emisiones a entre un 40-95% en 2050 respecto a 2010

Redacción / Agencias.- El nuevo borrador del acuerdo que estos días se está negociando en la Cumbre del Clima de París (conocida como COP21) adelgaza el texto de 48 páginas en inglés a 29 y abre la puerta a una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de entre un 40 y un 95% para 2050 con respecto a los niveles de 1990. El acuerdo parece más cercano, eso sí, aún mantiene escollos como la financiación de la lucha contra el calentamiento global.

El último borrador se presentó en la reunión del Comité de París, el segmento ministerial de alto nivel encargado de cerrar el acuerdo el próximo viernes. El texto cuenta ahora con 29 páginas (por las anteriores 48) y 47 opciones recogidas entre 366 corchetes (antes eran 228 entre 1.609). El borrador sigue dejando abierto si los países se marcan como objetivo que la temperatura no suba más de 2 grados o más de 1,5 grados, o una fórmula mixta que suscriben ya 120 países: que no suba más de 2 pero reconociendo que lo ideal sería que no aumentara más de 1,5. A las dos últimas opciones se oponen rotundamente los países productores de petróleo.

En cuanto a la mitigación, el documento indica que las emisiones globales de efecto invernadero deben rebajarse “a la mayor brevedad posible”, y apuntó que esas reducciones deben estar entre un 40-70% o entre un 70-95% en 2050 respecto a 2010, además mencionar por primera vez el término “descarbonización”, es decir, no usar combustibles fósiles, lo que deja para “el transcurso de este siglo”, con lo que desaparece la mención del anterior borrador de que las emisiones globales deberían ser “igual a cero en el periodo 2060-2080″. También se descarta regular las emisiones de la aviación y el transporte marítimo.

En este texto, el futuro acuerdo climático adopta ya la forma legal perseguida por potencias como Estados Unidos, India o China, que han logrado eliminar un artículo, el 17, que hacía referencia a que los compromisos de reducción de emisiones presentados por los países fueran legalmente vinculantes. Para conseguir que las 186 contribuciones nacionales de lucha contra el calentamiento se cumplan sin que sean legalmente vinculantes, el texto prevé la fórmula planteada por Estados Unidos: un mecanismo de revisión de los compromisos al detalle y transparente, que sí sería jurídicamente vinculante.  Además, los países expresan también su voluntad de revisar esas contribuciones nacionales «al alza», y se emplazan a celebrar una nueva conferencia en 2018 o 2019 a tal efecto.

Pugna entre ricos y pobres

El presidente de la COP21, Laurent Fabius, señaló en el Comité de París que el texto tiene ahora tres cuartas partes menos de opciones recogidas entre corchetes y destacó que, “por supuesto, no es la versión final del acuerdo” ya que aún no han salvado algunos desacuerdos. Los tres principales puntos conflictivos son la diferenciación a la hora de asumir responsabilidades entre países ricos y pobres, la ambición del futuro acuerdo y la transferencia financiera para la mitigación y adaptación al calentamiento en los países en desarrollo. “Nada está aprobado. Hemos hecho progresos, pero queda aún mucho trabajo”, añadió, convencido de que las delegaciones terminarán la tarea encomendada de cerrar el documento para este viernes.

Entre los escollos, Fabius indicó que la mayor controversia viene de determinar quien debe asumir buena parte del coste de dirigir la economía mundial a un sistema de bajo consumo de carbono y cada cuánto se debe urgir a los países a acelerar e incrementar sus esfuerzos. Las naciones siguen divididas respecto al texto después de 11 días de negociaciones. Por ello, Fabius pidió a los negociadores que encuentren soluciones lo más rápidamente posible”. Por último, la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, destacó que “el texto no está cerrado” y que “hay cuestiones que desaparecen y luego vuelven a aparecer”, por lo que evitó profundizar en el borrador.

«Nuestro mensaje sobre el texto es claro: no es lo suficientemente contundente y necesitamos presionar a favor de la ambición», afirmó el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete. «Hay muchas cosas abiertas importantes encima de la mesa, pero creo que lo importante es que al final logremos ese consenso y este significa, ni más ni menos, que unanimidad, que nadie se oponga al texto», dijo la ministra García Tejerina.

La ex secretaria de Estado de Cambio Climático española, y miembro de la delegación francesa, Teresa Ribera, opinó que «el nuevo documento es un termómetro para saber cuáles son los puntos de desencuentro más duros, pero sin duda es un texto más simplificado que nos sitúa en el camino del acuerdo». Estados Unidos, la Unión Europea, México, Colombia y varias decenas de países de una «alianza» a favor de sellar un pacto «ambicioso» el viernes.

Por su parte, las organizaciones ecologistas creen que en el acuerdo está todavía «lo bueno, lo malo y lo peor» y que habrá que trabajar duro en las próximas horas para que los países petroleros «no tiren hacia lo peor», apuntó Kaisa Kosonen, portavoz de Greenpeace. En la misma línea, el representante de Equo en la Eurocámara, Florent Marcellesi, consideró que «los cambios no van por buen camino; es peligroso que estén desapareciendo los artículos que hacía referencia a la defensa de los derechos humanos».

La ONU alienta al acuerdo en la Cumbre de París y Estados Unidos subraya su compromiso

EFE.- El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, expresó su confianza en que se logrará un acuerdo positivo en la cumbre del clima de París (COP21), durante la visita que realizó a Finlandia para conmemorar el 60 aniversario de la entrada del país nórdico en la ONU.

«Aunque todavía quedan algunas cuestiones pendientes, estoy cada vez más alentado al constatar que existe un creciente impulso político y que los líderes han mostrado un fuerte compromiso al indicar a sus negociadores que es el momento adecuado para actuar», afirmó Ban en una rueda de prensa celebrada en Helsinki.

El máximo dirigente de la ONU reiteró su llamamiento a los países desarrollados a asumir su responsabilidad histórica sobre el calentamiento global. Al mismo tiempo, pidió a los países en vías de desarrollo que «hagan más», dentro de sus posibilidades, para frenar un cambio climático que afecta a toda la humanidad.

«Este es un momento crítico para que todos los países se unan por el bien de nuestro planeta y de la humanidad», resaltó.

EEUU está comprometido con la causa

El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, advirtió hoy de que un fracaso en la cumbre climática de París tendría «consecuencias históricas» y urgió a todas las partes a actuar para lograr un acuerdo ambicioso, pero que tenga en cuenta las capacidades de cada país.

«No nos equivoquemos. Si la comunidad internacional no es capaz de unirse y sigue rechazando actuar ante estas amenazas, si continuamos permitiendo que las obstrucciones premeditadas hagan descarrilar la urgencia de este proceso, seremos responsables de un fracaso colectivo y moral de consecuencias históricas», dijo Kerry. También avisó de que esto repercutirá negativamente no solo en la vida de las actuales generaciones, sino también en la de «nuestros hijos y nietos».

«Estamos determinados a tener éxito en París», aseguró Kerry, quien indicó que la COP21 no sellará un «techo» sino un punto de partida para los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático en las próximas décadas.

Kerry abogó por un acuerdo «global, inclusivo, ambicioso y sostenible» con un alto grado de flexibilidad que reconozca la situación diferente en la que se encuentre cada país, pero sin dejar de mantener la «responsabilidad común» que supone la lucha contra el calentamiento global.

EEUU doblará para 2020 la ayuda pública para políticas de adaptación

Por otra parte, Kerry, anunció que su país doblará para 2020 la ayuda pública que concede a los países en desarrollo para que pongan en marcha políticas de adaptación al cambio climático. Kerry recalcó que Estados Unidos destina 2.500 millones de euros anuales a financiación climática.

De esa partida, «más de 400 millones» son subvenciones concedidas a países en desarrollo para iniciativas de adaptación ante el cambio climático, explicó el jefe de la diplomacia estadounidense, que reconoció que «se necesita más». «Por ello, me satisface anunciar hoy que EEUU se ha comprometido a doblar sus inversiones publicas con subvenciones a la adaptación climática para 2020»

La Celac quiere un acuerdo vinculante pero diferenciado por países

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) está a favor de lograr un acuerdo jurídicamente vinculante en la cumbre del clima de París (COP21), aunque con responsabilidades diferenciadas para países desarrollados y en desarrollo.

En una declaración acordada en el seno de la Celac, los países que integran esta comunidad abogan por lograr un acuerdo que evite que la temperatura del planeta aumente más de dos grados y que refleje la voluntad de los países del Norte de financiar y transferir tecnología en materia de mitigación y adaptación a los del Sur.

 

Greenpeace reclama abandonar los combustibles fósiles en 2050 para evitar el calentamiento de 1,5 grados mientras WWF pide más ambición

Europa Press / EFE.- Las organizaciones ecologistas están en vilo: WWF pide que el acuerdo que salga de la Cumbre de París incluya la revisión de las contribuciones nacionales de reducción de CO2 para mejorar «la ambición» y desde Greenpeace inciden en que es necesario el «abandono total» de los combustibles fósiles en 2050 si se quiere impedir el calentamiento global de 1,5 grados.

La responsable de la campaña de Cambio Climático de la organización ecologista, Tatiana Nuño, denuncia que a pesar de que el borrador mantiene el objetivo de no sobrepasar de 1,5 grados el aumento de la temperatura media del planeta, «detrás de algunas de las palabras» pueden verse todavía «los intereses de los estados productores de petróleo». Para Greenpeace, «lo peor» que aparece en este borrador es «cómo está formulado lo relativo a la fecha límite» para la eliminación de las emisiones de carbono. «Es necesaria una fecha clara», ha insistido y ha aconsejado establecer un «plazo ajustado» para 2050 ya que, según Greenpeace, ésta es la «única forma de no sobrepasar» ese grado y medio.

«El plazo de 2050 para la descarbonización total es factible si se pone la necesaria voluntad política. Los hechos juegan a favor. Gracias al crecimiento de las energías renovables, las emisiones mundiales pueden estar ya dejando de crecer», ha explicado Nuño. Por último, la ONG ha destacado que «hay una desconexión entre lo que está sucediendo en la sala de conferencias de la COP y lo que ocurre en el mundo real». Por ello, ha pedido a los negociadores que «eleven el listón» y que si «son capaces de comprometerse con una meta de 1,5 grados» también «deben ser capaces» de establecer una fecha de eliminación de los combustibles fósiles.

«Jugar al póquer» el futuro

Por su parte, el director de Greenpeace, Kumi Naidoo, también instó a los líderes de los países negociadores a «dejar de jugar al póquer» con el futuro de la humanidad y cerrar un acuerdo ambicioso en la cumbre climática de París, que persiga contener el calentamiento global en 1,5 grados a finales de siglo. «No pueden seguir jugando a un póquer político con el futuro de nuestros hijos y sus hijos. Tienen que preguntarse: si no cierran un acuerdo ahora, cuándo; si no aquí, dónde; y si no nosotros, quiénes lo hará», dijo Kumi Naidoo.

«El planeta como tal no necesita ser salvado, porque si fracasan, lo que va a pasar es que nosotros desapareceremos, la humanidad como especie desaparecerá y una vez que esto suceda los océanos y los bosques se recuperarán», afirmó. Naidoo advirtió de que con la naturaleza no se puede negociar, ni se le puede dar una «patada hacia delante, como si fuera fútbol político». Por eso, pidió a los líderes de todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo, que se comprometan con un acuerdo ambicioso. «No es una cuestión -argumentó- sobre si yo o Greenpeace podremos vivir con un mal acuerdo o no. Es una cuestión de si nuestros hijos podrán vivir, sin más».

WWF pide revisar «con ambición»

La organización WWF ha reclamado que se incluya la revisión de las contribuciones nacionales de reducción de CO2 para antes de 2020, cuando entrará en vigor, para evitar que el aumento de la temperatura se acerque a 3 grados centígrados.Además, WWF advierte de que existe un «peligro real» de que si no se incluye esta revisión, el acuerdo podría estar bloqueado en los próximos 10 o 15 años ya que las actuales contribuciones son «insuficientes» para limitar a 2 o a 1,5 grados centígrados el aumento de la temperatura.

En este sentido, insta a los Gobiernos a apoyar un proceso de revisión científico «sólido, transparente e inclusivo», que se base en la equidad y la justicia para los próximos años, «lo ideal sería en 2018 y antes de que el nuevo acuerdo entre en vigor» para incrementar el nivel de ambición. «Los días que quedan deben servir para asegurar un acuerdo sobre este elemento crítico. Necesitamos que los países den un paso adelante y defendemos esto como una cuestión de urgencia», subrayó la ONG.

Presión global para el acuerdo

Por su parte, la presidenta de WWF, Yolanda Kakabadse, confía en que de la cumbre del clima salga un acuerdo global de lucha contra el cambio climático porque «los que toman las decisiones saben que, si no toman medidas ahora, estamos fritos» por el calentamiento. La exministra ecuatoriana de Medio Ambiente y líder de una de las principales organizaciones ecologistas afirma que el momento actual de las negociaciones «es de un pánico lógico». «Estamos en un momento de mucha tensión, pero confío en que haya un acuerdo decente, responsable y de alguna manera visionario», explica.

A Kakabadse no le «preocupa» que los países «estén posicionados hoy de manera muy dura» porque «eso forma parte de una estrategia, siempre se ponen radicales antes de ceder». Su «miedo» es «que se licuen los acuerdos y los países empiecen a aflojar y a ser menos ambiciosos», pero agrega que veía «más riesgo de que eso pasara en cumbres anteriores, no en esta donde hay tanta presión global». «Creo que los tomadores de decisiones tienen claro que la COP21 tiene que ser significativa, no hay más tiempo para esperar«, subraya una de las mujeres más influyentes en materia medioambiental.