¿Son muchos o pocos los españoles que tienen el bono social eléctrico?

Otro de los temas, serpientes de verano, es el hecho de que según la CNE, influida por algún medio de comunicación y alguna asociación de consumidores, existen pocos españoles que han solicitado el bono social eléctrico. Todo ello, a pesar de la aplicación automática del mismo a todos los consumidores con una potencia contratada menor de 3 kV y de la campaña personalizada que ha realizado la Seguridad Social, dirigida con buen criterio, a los pensionistas beneficiarios de este figura.

Evidentemente, lo que hay que colegir es que siempre que haya personas que tengan derecho a acogerse a esta modalidad tarifaria beneficiosa y no lo hayan hecho, existe un derecho no atendido. Bien por falta de información, por necesidad de una ayuda institucional o de las asociaciones de consumidores para hacer efectivo su derecho.

Otra de las críticas al bono social eléctrico se centran en que la rebaja que se produce en la factura es poca. Realmente el descuento para este año y hasta 2012 es la no subida de la electricidad (es decir, su congelación y no evolución, un descuento que será acorde al incremento que se produzca en las Tarifas de Ultimo Recurso). Para este año 2009, esta no subida se cifra en 70 céntimos/mes en términos medios por consumidor, lo que al parecer no compensa a los usuarios para pedirlo, según las críticas que, elípticamente, piden más descuento, dado que además, sale gratis al Presupuesto del Estado, puesto que lo pagan las compañías eléctricas según el acuerdo realizado con el Gobierno.

La tercera de las críticas es que el bono social es para pocos. Es decir que los 3,5 millones de beneficiarios actuales y los entre 4 y 5 millones potenciales, son pocos. Por otra parte y en términos globales, en los medios de comunicación se produjo en su momento, estimaciones del número de usuarios que podían haberse visto beneficiados por este bono social, que oscilaban entre los cuatro y cinco millones de consumidores. Los detractores del mismo, se apuntan a la estimación más conveniente, es decir la de los cinco millones, para señalar la gran diferencia entre los anticipados y los existentes a estas alturas de agosto.

En todo caso, nos hallamos aquí en un pensamiento “recursivo” y “paradójico”, inflamando la demagogia. Por un lado, quienes piden una subida de tarifas baja y, en segundo lugar, los mismos, que piden que el descuento en la factura eléctrica sea mayor, pese a que el bono es la “no subida de las tarifas” (por otra parte, insuficientes desde el punto de vista de sus costes). Algo no casa. En la segunda de las posiciones, nos hallamos ante un pensamiento “subterráneo” subversivo, por lo que sería mejor una subida de tarifas alta que soliviante a la ciudadanía y acabara con todo de una vez.

En suma, los contrarios a la liberalización eléctrica guardan las siguientes consignas (alentadas desde el colectivo de retroprogresivos). Síganlas. Primero: la comercialización no realiza ofertas significativas a los consumidores (y los retroprogresivos, las querían instantáneas). Segundo: hay pocos beneficiados del bono social eléctrico (una pieza que rompe la demagogia del pensamiento retroprogresivo). Tercero: la competencia libre debe ser regulada, tutelada y homogeneizada por un organismo de control de precios a la antigua usanza. Cuarto: para inducirnos a un marasmo, hagan una subida tarifas alta, en lugar de un calendario escalonado, para que sepan lo que vale un peine y los consumidores se enfurezcan de una vez contra la liberalización y la echen a perder. Quinto: puesto a la caza de los defectos, errores y problemas que se produzcan en todo el proceso, buscando amplificarlos y hacer sangre (por otra parte, lógicos, en una operativa tan compleja y generalizada). Sexto: como los militares del nazismo en su momento, que renegaban de su pasado, amnesia generalizada sobre el déficit tarifario y, por tanto, reclamación de que las consecuencias de la liberalización tengan que ser instantáneas y no progresivas.

Y dos huevos duros.

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