El comparador de la CNE, una herramienta útil cuyas conclusiones son prematuras

Hace unas semanas la CNE estrenaba su comparador de ofertas de gas y electricidad. Desde este medio, consideramos que una herramienta de estas características o análogas (mejorables hacia el futuro, y adaptables a como se vaya produciendo la competencia) es necesaria y útil. Lo que parece menos razonable es la interpretación difundida de sus primeros resultados, de forma que una herramienta, en fase incipiente, en manos de ideólogos, se convertirá en un juguete peligroso a efectos demagógicos. Sobre todo cuando sus resultados, se presentan de forma prematura, sin contextualizar y sin comprender esta fase del proceso de liberalización, cuya rémora (el déficit tarifario), sigue pesando.

En primer lugar, se trata de una herramienta presentada con pocos matices y escasas precauciones, con una semana de vida (la primera de julio) y que en estos momentos se está utilizando para señalar que existen “pocas ofertas” y “escasos descuentos” para los clientes del sector eléctrico. Es decir, con muy poca información y reducida experiencia, lo que unido, a la escasa cultura económica y menor espíritu crítico, se ha querido conseguir mucho desde el punto de vista del salto interpretativo.

Recordemos, las precauciones que hay que tomar con las aseveraciones que provienen de la CNE y sus simplificaciones “a la pata de la llana”. Por ejemplo, las denuncias incendiarias de este invierno formuladas sobre/contra las instalaciones renovables, eólicas y fotovoltaicas y en lo que se han quedado con posterioridad (lo que, por cierto, todavía hoy, nadie sabe). Aunque solo sea por responsabilidad institucional, este tipo de aseveraciones deberían tener mucho más cuidado, fundamento, precisión y rigor por parte de un organismo como la CNE. Porque si el “espíritu crítico”, es la electricidad a precios bajos por decreto ley, subvencionada directamente o con déficit tarifario, haciendo abstracción de la deuda tarifaria anterior, es que las bases intelectuales que sustentan estos criterios son muy endebles y la intencionalidad demagógica es muy alta.

Por otra parte, hay que recordar varios datos, interesantes desde el punto de vista contextual. Hasta el momento, la CNE ha estado poco concernida por la consecución de unos mercados eléctricos competitivos, tanto en generación como en comercialización. En el caso de la generación tuvo la ocurrencia de aprobar un informe el de costes y precios, que es lo contrario a la competencia y en el que se aboga a la vuelta al Marco Legal Estable, esto es por la retribución por tecnologías y la discrecionalidad regulatoria. Y en el caso de la comercialización, pudimos ver como para la fijación de márgenes a la comercialización, en el caso de la determinación de las primas de riesgo a los precios de la energía en las TUR, esto se resolvió reduciéndolos al máximo, lo que deja poco margen para realizar ofertas al sector de la comercialización.

Pero es que, además, la CNE está y ha estado mucho menos concernida aún en la resolución del problema del déficit tarifario, verdadero lastre para la economía, conformador de una ilusión óptica de precios y para el desarrollo del mercado de la comercialización, cuya absorción a plazo impide recortar los márgenes de las ofertas.

Por eso, en ese contexto la difusión de estos resultados se transforma en un trampantojo de la realidad energética. Con su pasado regulatorio reciente, su intencionalidad, con el déficit tarifario de cuerpo presente, obtener hoy lecturas equívocas de esta herramienta y sus primeros resultados, pueden ser frivolidades de verano.

Además de continuar con la política de colocación de bombas por debajo de la puerta a la liberalización, para hacer un flaco favor al Ministerio de Industria y sus invectivas más o menos traslúcidas.

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