La energía eólica como seguro de vida para España

¿Y el presente? En los próximos cinco años terminará de cristalizar el nuevo orden mundial en el que España va a tener que desenvolverse. Un nuevo orden mundial en el que China va a seguir siendo la principal economía en términos de crecimiento del PIB y en el que incluso podría adelantar a EEUU hacia 2020-22. También va a ser el principal consumidor de energía mundial y se va a convertir en el principal consumidor de todas las materias primas. Mientras tanto, el resto de países emergentes no se va a quedar de brazos cruzados ni en crecimiento económico ni en consumo.

En términos energéticos esto significa que, en cinco años, el mundo va a consumir un 15-20% más de energía, y que de ese incremento, la mitad va a ir a China y un tercio a los demás países emergentes. Ante esta perspectiva, hasta los más cautos se atreverían a afirmar que los precios de todos los combustibles fósiles van a aumentar de manera importante en los próximos cinco años. Y no sólo los combustibles líquidos, sino también el carbón y el gas. Los analistas esperan que si se mantienen los parámetros actuales en la economía mundial, ya en 2011 los mercados internacionales de energía podrían alcanzar e incluso superar la situación de demanda que se dio entre finales de 2007 y la primera mitad de 2008 que, a su vez, generó unas intensas subidas en los precios de todas las materias primas.

En pocas palabras: para 2015 los combustibles fósiles pueden costar bastante más que ahora. En el último año los precios de todos los combustibles fósiles han aumentado más de un 15%, con el carbón a la cabeza: a principios de julio costaba un 60% más que un año antes.

Ante lo que se nos avecina, en términos de precios de la energía, ¿cómo estamos y qué podemos hacer en España? En el sector eléctrico peninsular se han hecho bastante bien las cosas, ya que en diez años se ha reducido la generación con petróleo de un 7% a menos de un 1% y la generación con carbón de casi un 40% a menos del 10%. En su lugar se han utilizado energías renovables, especialmente eólica, además de gas. En los próximos cinco años la apuesta por estas tecnologías va a resultar un seguro de vida contra las turbulencias que se avecinan en los mercados energéticos mundiales.

La energía eólica ha tenido un rol fundamental en el cambio del mix energético del sector eléctrico español. En cinco años, desde 2004 a 2009, ha duplicado su aportación a la cobertura de la demanda eléctrica, hasta alcanzar casi el 14% del total el año pasado. Durante el pasado invierno (que es la época del año cuando se producen los máximos de consumo, entre noviembre y marzo) la eólica produjo más del 20% de la electricidad demandada durante el 57% de los días, más de un 15% durante un 75% de los días, y sólo produjo menos de un 5% dos días (ambos con más de un 4% de aportación).

Si a la aportación eólica se añade el buen invierno hidráulico que hemos tenido en España, no es de extrañar que los precios de la electricidad en el mercado español hayan sido de los más bajos registrados nunca para estos meses, por debajo de los 35 €/MWh, y con un nuevo mínimo mensual en marzo, de 19,62 € el megavatio eléctrico. Ha sido tal el abaratamiento del coste del mercado español –gracias en gran parte a la energía eólica-, que a los habituales mercados de exportación eléctrica de España, Portugal y Marruecos, se le ha sumado Francia. A todo esto hay que añadir que, al no tener costes de combustibles, las energías renovables no sufren incrementos en su coste de generación a lo largo de su vida útil, cosa que sí que ocurre con las instalaciones que queman combustibles fósiles. Además, al no tener emisiones, tampoco tienen que pagar por sus emisiones de CO2.

El valor de la apuesta española por las renovables va a hacerse evidente en los próximos cinco años, cuando los mercados internacionales de recursos fósiles vuelvan a una marcada senda alcista. Basta recordar que en 2008 el coste de los combustibles fósiles hizo subir tanto el precio del mercado eléctrico español (el año terminó con un precio medio de 60€/MWh), que el 60% de las horas la eólica no necesitó recibir primas porque el coste del mercado estaba por encima de éstas.

En este contexto, ¿parece sensato volver la vista atrás cuando los combustibles fósiles no pueden ofrecernos ya más que desventajas? Sin embargo, España es líder en energías renovables, especialmente en eólica, lo que sí supone una clara ventaja. ¿No parece éste un motivo más que suficiente para que el Gobierno apueste por un sector, el eólico, que es fundamental para la seguridad energética del país y para el crecimiento de su economía?

La única forma de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020, como exige la Directiva 2020, es manteniendo una firme política de apoyo a estas energías. Para que la eólica siga siendo un pilar de la seguridad energética en España, es necesario un marco regulatorio que favorezca la financiación de los parques, que les asegure una rentabilidad razonable para que siga siendo atractivo invertir en España y los inversores no se vayan a otros países. En definitiva, un nuevo marco regulatorio que refrende la historia de éxito de la industria eólica española y que permita alcanzar los objetivos del 2020 sería una excelente noticia para la economía de este país.

La energía eólica como seguro de vida para España

¿Y el presente? En los próximos cinco años terminará de cristalizar el nuevo orden mundial en el que España va a tener que desenvolverse. Un nuevo orden mundial en el que China va a seguir siendo la principal economía en términos de crecimiento del PIB y en el que incluso podría adelantar a EEUU hacia 2020-22. También va a ser el principal consumidor de energía mundial y se va a convertir en el principal consumidor de todas las materias primas. Mientras tanto, el resto de países emergentes no se va a quedar de brazos cruzados ni en crecimiento económico ni en consumo.

En términos energéticos esto significa que, en cinco años, el mundo va a consumir un 15-20% más de energía, y que de ese incremento, la mitad va a ir a China y un tercio a los demás países emergentes. Ante esta perspectiva, hasta los más cautos se atreverían a afirmar que los precios de todos los combustibles fósiles van a aumentar de manera importante en los próximos cinco años. Y no sólo los combustibles líquidos, sino también el carbón y el gas. Los analistas esperan que si se mantienen los parámetros actuales en la economía mundial, ya en 2011 los mercados internacionales de energía podrían alcanzar e incluso superar la situación de demanda que se dio entre finales de 2007 y la primera mitad de 2008 que, a su vez, generó unas intensas subidas en los precios de todas las materias primas.

En pocas palabras: para 2015 los combustibles fósiles pueden costar bastante más que ahora. En el último año los precios de todos los combustibles fósiles han aumentado más de un 15%, con el carbón a la cabeza: a principios de julio costaba un 60% más que un año antes.

Ante lo que se nos avecina, en términos de precios de la energía, ¿cómo estamos y qué podemos hacer en España? En el sector eléctrico peninsular se han hecho bastante bien las cosas, ya que en diez años se ha reducido la generación con petróleo de un 7% a menos de un 1% y la generación con carbón de casi un 40% a menos del 10%. En su lugar se han utilizado energías renovables, especialmente eólica, además de gas. En los próximos cinco años la apuesta por estas tecnologías va a resultar un seguro de vida contra las turbulencias que se avecinan en los mercados energéticos mundiales.

La energía eólica ha tenido un rol fundamental en el cambio del mix energético del sector eléctrico español. En cinco años, desde 2004 a 2009, ha duplicado su aportación a la cobertura de la demanda eléctrica, hasta alcanzar casi el 14% del total el año pasado. Durante el pasado invierno (que es la época del año cuando se producen los máximos de consumo, entre noviembre y marzo) la eólica produjo más del 20% de la electricidad demandada durante el 57% de los días, más de un 15% durante un 75% de los días, y sólo produjo menos de un 5% dos días (ambos con más de un 4% de aportación).

Si a la aportación eólica se añade el buen invierno hidráulico que hemos tenido en España, no es de extrañar que los precios de la electricidad en el mercado español hayan sido de los más bajos registrados nunca para estos meses, por debajo de los 35 €/MWh, y con un nuevo mínimo mensual en marzo, de 19,62 € el megavatio eléctrico. Ha sido tal el abaratamiento del coste del mercado español –gracias en gran parte a la energía eólica-, que a los habituales mercados de exportación eléctrica de España, Portugal y Marruecos, se le ha sumado Francia. A todo esto hay que añadir que, al no tener costes de combustibles, las energías renovables no sufren incrementos en su coste de generación a lo largo de su vida útil, cosa que sí que ocurre con las instalaciones que queman combustibles fósiles. Además, al no tener emisiones, tampoco tienen que pagar por sus emisiones de CO2.

El valor de la apuesta española por las renovables va a hacerse evidente en los próximos cinco años, cuando los mercados internacionales de recursos fósiles vuelvan a una marcada senda alcista. Basta recordar que en 2008 el coste de los combustibles fósiles hizo subir tanto el precio del mercado eléctrico español (el año terminó con un precio medio de 60€/MWh), que el 60% de las horas la eólica no necesitó recibir primas porque el coste del mercado estaba por encima de éstas.

En este contexto, ¿parece sensato volver la vista atrás cuando los combustibles fósiles no pueden ofrecernos ya más que desventajas? Sin embargo, España es líder en energías renovables, especialmente en eólica, lo que sí supone una clara ventaja. ¿No parece éste un motivo más que suficiente para que el Gobierno apueste por un sector, el eólico, que es fundamental para la seguridad energética del país y para el crecimiento de su economía?

La única forma de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020, como exige la Directiva 2020, es manteniendo una firme política de apoyo a estas energías. Para que la eólica siga siendo un pilar de la seguridad energética en España, es necesario un marco regulatorio que favorezca la financiación de los parques, que les asegure una rentabilidad razonable para que siga siendo atractivo invertir en España y los inversores no se vayan a otros países. En definitiva, un nuevo marco regulatorio que refrende la historia de éxito de la industria eólica española y que permita alcanzar los objetivos del 2020 sería una excelente noticia para la economía de este país.

La energía eólica como seguro de vida para España

¿Y el presente? En los próximos cinco años terminará de cristalizar el nuevo orden mundial en el que España va a tener que desenvolverse. Un nuevo orden mundial en el que China va a seguir siendo la principal economía en términos de crecimiento del PIB y en el que incluso podría adelantar a EEUU hacia 2020-22. También va a ser el principal consumidor de energía mundial y se va a convertir en el principal consumidor de todas las materias primas. Mientras tanto, el resto de países emergentes no se va a quedar de brazos cruzados ni en crecimiento económico ni en consumo.

En términos energéticos esto significa que, en cinco años, el mundo va a consumir un 15-20% más de energía, y que de ese incremento, la mitad va a ir a China y un tercio a los demás países emergentes. Ante esta perspectiva, hasta los más cautos se atreverían a afirmar que los precios de todos los combustibles fósiles van a aumentar de manera importante en los próximos cinco años. Y no sólo los combustibles líquidos, sino también el carbón y el gas. Los analistas esperan que si se mantienen los parámetros actuales en la economía mundial, ya en 2011 los mercados internacionales de energía podrían alcanzar e incluso superar la situación de demanda que se dio entre finales de 2007 y la primera mitad de 2008 que, a su vez, generó unas intensas subidas en los precios de todas las materias primas.

En pocas palabras: para 2015 los combustibles fósiles pueden costar bastante más que ahora. En el último año los precios de todos los combustibles fósiles han aumentado más de un 15%, con el carbón a la cabeza: a principios de julio costaba un 60% más que un año antes.

Ante lo que se nos avecina, en términos de precios de la energía, ¿cómo estamos y qué podemos hacer en España? En el sector eléctrico peninsular se han hecho bastante bien las cosas, ya que en diez años se ha reducido la generación con petróleo de un 7% a menos de un 1% y la generación con carbón de casi un 40% a menos del 10%. En su lugar se han utilizado energías renovables, especialmente eólica, además de gas. En los próximos cinco años la apuesta por estas tecnologías va a resultar un seguro de vida contra las turbulencias que se avecinan en los mercados energéticos mundiales.

La energía eólica ha tenido un rol fundamental en el cambio del mix energético del sector eléctrico español. En cinco años, desde 2004 a 2009, ha duplicado su aportación a la cobertura de la demanda eléctrica, hasta alcanzar casi el 14% del total el año pasado. Durante el pasado invierno (que es la época del año cuando se producen los máximos de consumo, entre noviembre y marzo) la eólica produjo más del 20% de la electricidad demandada durante el 57% de los días, más de un 15% durante un 75% de los días, y sólo produjo menos de un 5% dos días (ambos con más de un 4% de aportación).

Si a la aportación eólica se añade el buen invierno hidráulico que hemos tenido en España, no es de extrañar que los precios de la electricidad en el mercado español hayan sido de los más bajos registrados nunca para estos meses, por debajo de los 35 €/MWh, y con un nuevo mínimo mensual en marzo, de 19,62 € el megavatio eléctrico. Ha sido tal el abaratamiento del coste del mercado español –gracias en gran parte a la energía eólica-, que a los habituales mercados de exportación eléctrica de España, Portugal y Marruecos, se le ha sumado Francia. A todo esto hay que añadir que, al no tener costes de combustibles, las energías renovables no sufren incrementos en su coste de generación a lo largo de su vida útil, cosa que sí que ocurre con las instalaciones que queman combustibles fósiles. Además, al no tener emisiones, tampoco tienen que pagar por sus emisiones de CO2.

El valor de la apuesta española por las renovables va a hacerse evidente en los próximos cinco años, cuando los mercados internacionales de recursos fósiles vuelvan a una marcada senda alcista. Basta recordar que en 2008 el coste de los combustibles fósiles hizo subir tanto el precio del mercado eléctrico español (el año terminó con un precio medio de 60€/MWh), que el 60% de las horas la eólica no necesitó recibir primas porque el coste del mercado estaba por encima de éstas.

En este contexto, ¿parece sensato volver la vista atrás cuando los combustibles fósiles no pueden ofrecernos ya más que desventajas? Sin embargo, España es líder en energías renovables, especialmente en eólica, lo que sí supone una clara ventaja. ¿No parece éste un motivo más que suficiente para que el Gobierno apueste por un sector, el eólico, que es fundamental para la seguridad energética del país y para el crecimiento de su economía?

La única forma de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020, como exige la Directiva 2020, es manteniendo una firme política de apoyo a estas energías. Para que la eólica siga siendo un pilar de la seguridad energética en España, es necesario un marco regulatorio que favorezca la financiación de los parques, que les asegure una rentabilidad razonable para que siga siendo atractivo invertir en España y los inversores no se vayan a otros países. En definitiva, un nuevo marco regulatorio que refrende la historia de éxito de la industria eólica española y que permita alcanzar los objetivos del 2020 sería una excelente noticia para la economía de este país.

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