Gazprom arrebata el control del proyecto Sajalín-2 a Shell y a las corporaciones japonesas

El consorcio energético ruso Gazprom anunció hoy que asume el control del proyecto de gas licuado Sajalín-2 tras el acuerdo cerrado con el grupo anglo-holandés Shell y las corporaciones japonesas Mitsui y Mitsubishi.

Gazprom, controlado por el Estado ruso, adquiere el 50 por ciento más una acción al operador del proyecto, la compañía Sakhalin Energy, por 7.450 millones de dólares en metálico. En función del acuerdo, cada uno de los tres socios iniciales del proyecto cede a Gazprom la mitad de sus acciones, con lo cual la parte de Shell se reduce del 55 al 27,5 por ciento, la de Mitsui del 25 al 12,5 y la de Mitsubishi del 20 al 10 por ciento.

El presidente ruso, Vladímir Putin, fue el primero en felicitar personalmente a las compañías con motivo del acuerdo y anunciar la solución de los problemas legales que amenazaban con paralizar el proyecto por presunto impacto ecológico. «La entrada de Gazprom en Sajalín-2 es una decisión corporativa de la que el Gobierno de Rusia fue informado y que no encuentra objeciones por nuestra parte», dijo Putin en una reunión con los directivos de las cuatro compañías, según la agencia Interfax. Además, felicitó a los participantes del proyecto con motivo de que se hayan puesto de acuerdo con los órganos ecológicos sobre cómo resolver los problemas medioambientales que ya habían motivado la suspensión parcial de las obras de construcción. «Se que todavía les esperan reuniones en el ministerio de Recursos Naturales, pero los asuntos de principio ya están resueltos», subrayó el jefe del Kremlin, quien promueve personalmente la expansión de Gazprom.

Sakhalin Energy, creado en junio de 1994, calcula que los yacimientos de ese proyecto, uno de varios desarrollados en la isla rusa de Sajalín, en el Pacífico, tienen reservas comprobadas de 150 millones de toneladas de petróleo y 500.000 millones de metros cúbicos de gas.

Los problemas «ecológicos» de Sakhalin Energy empezaron hace varios meses justo después de que Gazprom aspirara a una parte en el proyecto, que era el único llevado a cabo en Rusia con participación exclusivamente extranjera, pero las partes no se pusieran de acuerdo sobre el precio. El desacuerdo se debió a que Shell revisó y casi duplicó, hasta los 22.000 millones de dólares, el coste del proyecto, llevado a cabo según acuerdos de reparto de producción, lo que alarga el plazo tras el que Rusia puede empezar a recibir su parte de beneficios. En su respuesta, el ministro ruso de Recursos Naturales, Yuri Trútnev, valoró exactamente en 22.000 millones de dólares los presuntos daños ecológicos causados en el marco de ese ambicioso proyecto de extracción y licuefacción de gas.

Hoy Putin alabó la capacidad de «compromiso» de los socios extranjeros de Gazprom, expresó su satisfacción con motivo de que asumieran los riesgos (por el aumento del coste del proyecto) y les prometió «toda la colaboración» del Gobierno ruso.

El director de Shell, Jeroen van der Veer, informó de que los accionistas han acordado con el Gobierno ruso la aprobación del presupuesto ampliado del proyecto, que, tal y como estaba previsto, se llevará a cabo según acuerdos de reparto de la producción.

El ministro ruso de Industria y Energía, Víctor Jristenko, precisó que este acuerdo contiene cláusulas que permitirán a Rusia «no perder ingresos a causa del aumento del coste» de las obras. «Rusia espera que este proyecto empiece a funcionar y a traer beneficios en los plazos inicialmente previstos, para que los primeros suministros de gas licuado comiencen a partir de 2009″, señaló el ministro.

Sakhalin Energy, por su parte, confirmó que «todos los contratos para el suministro de gas licuado que fueron cerrados hasta la fecha siguen en vigor».

La compañía reafirmó su compromiso de es llevar a cabo las obras en los plazos previstos para «garantizar los suministros de gas natural licuado a los consumidores en Japón, Corea y la costa occidental de América del Norte«.

Gazprom, que monopoliza la exportación del gas ruso, adquiere así el control de una planta que anualmente exportará a países de Asia y América del Norte unos 9.600 millones de toneladas de gas licuado.

Según medios rusos, más del 90 por ciento de esos volúmenes de gas ya está contratado por plazos de hasta 25 años.

El caso Sakhalin Energy y conflictos similares con otros grupos extranjeros se atribuyeron al deseo de Rusia de retomar el control de yacimientos de hidrocarburos cuya explotación fue entregada a grandes petroleras internacionales en la década de 1990.

Al anunciarse la semana pasada la próxima entrada de Gazprom en Sakhalin Energy, el diario «Izvestia» constató la «capitulación» de Shell, mientras «Vremia Novostéi» calificó el trato de «confiscación premeditada de propiedades a grandes inversores extranjeros».

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