Fallida entrevista «divertida» al Ministro Disgusto

La anécdota, atribuida a Javier Arenas, en la que afirmaba que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, ya habría discutido con todos los que le acompañaban en el ascensor de la sede del Partido Popular en Génova durante un trayecto de tres plantas, sirvió a un diario canario (junto con otros hechos relacionados y comentarios más o menos afortunados), para ponerle el sobrenombre de «Ministro Disgusto».

El hecho, es que este domingo pasado en la entrevista de Karmentxu Marín en la contraportada de «El País«, podíamos ver la foto de perfil de Soria con una bombilla en la mano. Si los servicios de prensa del Ministerio de Industria, Energía y Turismo querían trabajar la imagen de su ministro para hacer un hombre con sentido del humor, lo cierto es que les salió el tiro por la culata.

En realidad, la entrevista proyectó la imagen de un hombre hermético, parco, relativamente hosco, llegado del archipiélago con muchas reservas sobre su negociado. Incluso rozó el simplismo, cuando le preguntaron si iba mejor con pilas o enchufado a la red y respondió con electricidad, cuando todo el mundo conoce que los dos sistemas utilizan electricidad (la red eléctrica y una pila eléctrica).

Otro empeño de la entrevista pudo ser tratar de difuminar esta tendencia del ministro a aspirar a ser presidente de Canarias, con una continua e incesante actividad política en las islas. Existe una imagen en la villa y corte de que los asuntos canarios le atraen sobremanera, incluso los asuntos de política general, más allá que el hecho de sentarse y dedicar horas a profundizar, dialogar y comprender los graves problemas de su cartera.

En este sentido, se limitó a señalar sus fracasos anteriores consecutivos en el asalto electoral al gobierno de Canarias, como justificación de un cierto bajar los brazos, de una pose de cierta indiferencia hacia esa carrera. También pudo ser que intentara sacarse la imagen de que Soria quería mejorar su hoja de servicio de cara a esta posición, aunque las medidas que ha ejercido o que ha dejado hacer sobre el suministro en las islas hablan en su contra. Así, de fracaso en fracaso, de negación en negación, lo cierto es que la entrevista no tuvo mucha gracia y humor.

Proponemos, caso de que el interés sea más departamental que personalista, que le hagan esta entrevista a Marti Scharfhausen, cuyos chistes y ocurrencias son públicos, conocidos en el universo mundo y mucho más frecuentes.

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