El primero de la clase

La entrevista trataba de dar un repaso a la cuestión energética desde la perspectiva del Gobierno, lo que, dada la visión excesivamente periférica de los medios de información generalista sobre la energía, originaba que el programa estuviera muy descompensado. Se daba la circunstancia de las propias fechas de emisión del programa, post navidades y del coincidente partido de fútbol entre el Barcelona y el Elche, un partido de fútbol no excesivamente emocionante con un 5-0 a favor de los blaugranas pero, en lo que respecta a las audiencias, fútbol es fútbol. Eso sí, la tertulia nocturna de este canal se ubica en el prime time televisivo.

El secretario de Estado de Energía acudió al programa con una comunicación verbal y no verbal visiblemente optimista y satisfecha en todo momento y también con aspiraciones casi explicitas de candidarse para ser ministro. Fuertes dosis de telegenia, muchas más que las del propio ministro de Industria, Energía y Turismo pese a sus aspiraciones políticas para el Gobierno de Canarias, y a la vez, con una personificación del discurso muy clara, representando el orden y el perfecto control absoluto del sector energético.

Por su parte, la estructura de la entrevista permitió a Nadal transmitir una impresión notable de opositor que tiene preparados todos los temas para cantarlos, cosa que no nos podríamos haber imaginado con su predecesor Marti Scharfhausen en una tertulia así y respondiendo con tal soltura, como si fuera el primero de la clase, es decir, para cada cuestión que se planteaba por el conductor del programa o por los contertulios tenía su correspondiente argumentación política. Un ejercicio discursivo imparable y desbordante, rocoso y casi exhibicionista que daba los siguientes titulares.

La caída de los precios del petróleo, indudablemente beneficiosa, reduce el importe de las importaciones y, por tanto, de los pagos de la economía española al exterior. Respecto la evolución de los precios de los carburantes en España y el efecto cohete pluma, los datos dicen que estamos igual que en Europa y para eso está el Gobierno, para vigilar. Las prospecciones petrolíferas y el fracking: todos los países buscan petróleo y todos lo ansían encontrar. La crítica a la fase de incorporación de ciertas tecnologías renovables en España, especialmente la termosolar y la fotovoltaica, fue en fases de maduración tecnológica baja de su curva de aprendizaje. La intermitencia de las renovables y la necesidad de mantener una red de respaldo. La energía nuclear juega un papel en un mix diversificado. La solución al Castor, la más barata posible. La tarifa eléctrica ya no tiene déficit tarifario, indicó Nadal, que realizó una escrupulosa clasificación de los costes regulados.

De estas argumentaciones, algunas resultaron especialmente bien construidas y trabajadas como la respuesta a Victoria Lafora, que no diferenciaba en su pregunta entre impuestos y costes regulados, en relación a la tarifa de respaldo para el autoconsumo energético, actualmente en regulación. Y, así sucesivamente, con una cuidada evitación, sin alusiones, al torrente de conflictos y arbitrajes internacionales de la reforma eléctrica o a los conflictos por la interrumpibilidad.

Quizá la única cuestión en que los actos fallidos traicionaron a Alberto Nadal, todo hay que decirlo y para darse cuenta hay que ser muy exquisito o un purista, fue cuando nombra a la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC), dudando del nombre actual de la misma y considerándola, de facto, casi como una extensión de la política del Ejecutivo.

La forma incluso, en que los contertulios se dirigen a él durante el programa, casi es reverencial en todo momento. Cómo sería la intervención de Alberto Nadal, que en algún momento, incluso algún tuitero, una red que, en general, se caracteriza por su causticidad, utilizó el adjetivo calificativo de «magnífico» para el secretario de Estado.

Tres cuestiones que no se abordaron en la entrevista como debían: la primera, la falta de definición de una política energética más allá del cuadre contable, de la aparente solución del déficit tarifario, si la demanda lo permite, y de la maquinaria liquidatoria, con una cierta orientación futurible. Dos, la sensación de que los agentes del sistema, como sectores económicos y como empresas, pasan a ser brazos a disposición de esta forma de concepción política. Y, tercero, la impresión de que la realidad económica tiene que comportarse así porque así está el tema y tiene que encajar con los postulados del Gobierno.

En resumen, un paseo, con los contertulios del programa como acompañamiento necesario. Vamos, como el 5-0 del Barcelona al Elche.

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