El crudo sube un 4 % en una semana de dudas pese a los signos de mejora económica

La semana comenzó a la baja, con las cotizaciones del «oro negro» afectadas por el enfrentamiento comercial entre China y Estados Unidos debido a los aranceles del país americanos a los neumáticos chinos.

El martes, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) revisó ligeramente al alza su anterior pronóstico sobre la demanda mundial de crudo, al calcularlo en 84,05 millones de barriles diarios (mbd) para este año y en 84,56 mbd para 2010.

Pese a lo leve de la revisión, es la primera vez desde hace más de un año que el grupo energético mejora su perspectiva del consumo de crudo.

Pero la buena noticia del día fue el dato de que en agosto las ventas del comercio minorista estadounidense crecieron un 2,7 por ciento, siete décimas más de lo que esperaban los analistas.

Un dato que ayudó a transmitir la sensación de que la economía se recupera poco a poco de la recesión en la que está sumida y que fue confirmado por una optimista declaración del presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, sobre la probabilidad de que la recesión haya acabado ya en Estados Unidos.

Así, el crudo Texas de referencia en Estados Unidos se disparó un 3 por ciento y cerró a 70,93 dólares por barril.

Al día siguiente, el Texas sumó otro 2,2 por ciento tras hacerse público que las reservas de crudo en EEUU bajaron en 4,7 millones de barriles la pasada semana, lo que superó las previsiones de los analistas.

No obstante el total, de 332,8 millones, siguió siendo un 9,8% superior al del pasado año en la misma época.

Esos datos revelaron además que el volumen de combustibles y de otros derivados sacados al mercado de EEUU en las últimas cuatro semanas, algo que el mercado toma como una referencia del nivel de demanda, se situó en una media de 19,5 millones de barriles diarios, un 3,7% más que hace un año.

El barril de Brent europeo reaccionó también con entusiasmo y subió un 6,4 por ciento en Londres, pasando la barrera de los 70 dólares, ante ese dato sobre la aparente recuperación de la demanda de crudo en Estados Unidos, el mayor consumidor energético.

El final de la semana vio a los precios del «oro negro» perder parte de lo ganado en las jornadas anteriores.

La recuperación de la cotización del dólar frente a la divisa europea y otras monedas afectó al valor de las materias primas que se negocian en la moneda estadounidense en los mercados internacionales, como el petróleo.

Pese a que los datos favorables de empleo y del sector constructor estadounidense animaron por momentos las sesiones, tanto el Texas como el Brent se depreciaron de forma moderada, ante la existencia aún de dudas, según los analistas, sobre la duración de la crisis y la recuperación de la demanda.

Así, la sesión del viernes en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex) terminó con el Texas a 72,04 dólares por barril, un 3,9 por ciento por encima de la cotización de la semana anterior.

Por su parte, el barril de Brent alcanzó los 71,32 dólares en el Intercontinental Exchange Futures de Londres, un 4,1 por ciento más que el viernes anterior.

Respecto al «oro negro» de la OPEP, la cotización del jueves, última dada a conocer, marcó los 70,27 dólares por barril, casi un 5 por ciento más que el precio registrado a principio de la semana.

El Gobierno obliga a comprar carbón nacional: una decisión poco sostenible

Tal y como se pudo conocer ayer, los dilemas se han esfumado en lo que se refiere al problema generado en la industria extractiva de carbón nacional, cuya demanda se ha visto ostensiblemente reducida por la caída de la demanda eléctrica. El problema: que las centrales térmicas del norte habían hecho un acopio importante de carbón nacional (estando ya hasta los topes), el Gobierno había creado una reserva estratégica de carbón nacional (ya superada en sus dimensiones). A ello hay que unir que las empresas españolas disponen de carbón extranjero vía contratos y vía la titularidad de explotaciones y propiedad de las mismas, más eficiente y más barato (incluyendo el transporte del mismo).

A esto hay que añadir que el precio de la electricidad en el mercado mayorista está muy bajo y los costes de la térmica son altos incluyendo los derechos de emisión y más altos si utilizan carbón nacional de menos poder calorífico. Mientras tanto, crece la presión directa en las cuencas mineras por parte empresarial y sindical para que se “queme carbón”.

Puestos en esta tesitura, que decíamos ayer, el Gobierno opta porque el Secretario de Estado de Energía se reúna con las empresas eléctricas y se inste (se obligue) a las mismas a comprar carbón nacional y, por tanto, a quemar el mismo produciendo electricidad a través de esta tecnología.

Las consecuencias directas para la generación de electricidad son evidentemente sustitutivas, por lo que, en la medida que hay menor demanda, el margen de entrada para producción eléctrica con otras fuentes se reduce. Probablemente, quienes se vean más afectadas, en un primer momento, sean las centrales de ciclo combinado (gas), que con menos costes que el carbón tendrán que retirar producción del mercado, para que entre el carbón. Todo ello, en la medida que la producción renovable actual entra en el mercado de forma automática. Consecuencia directa, pero de segundo orden: aumento del precio en el mercado de generación a la vista.

Las siguientes consecuencias son de segundo orden y medio plazo: dudas e inestabilidad de la capacidad de aumentar la potencia renovable, cuestionamiento de la política medioambiental del Gobierno en el principal sector en generación de emisiones de carbono (decisión poco “sostenible” medioambientalmente, pero también económicamente), introducción de ineficiencias en el mercado de generación eléctrica que se propaga a la tarifa, traslado sectorial de las ineficiencias, etc…

Las terceras consecuencias (o mejor dicho lecturas) son más peligrosas y tienen que ver con el medio plazo y los “mensajes”. No solamente por la escasa convicción de la política medioambiental que ya se ha criticado abiertamente (incluso en tiempos de crisis de demanda pueden subir las emisiones de carbono, vaya por delante). Va más allá. Y está relacionada con la debilidad del Gobierno y la forma en que gestiona de las presiones (sindicales, empresariales y sociales) de forma que se puede sacrificar el funcionamiento racional de los mercados. En todo caso, hay otra forma de gestionar las presiones y los problemas que es reformar, pero el propio presidente del Gobierno, el leonés y próximo a las zonas mineras, ya anunció que lo prioritario es la garantía de la paz social (mientras se pueda y lo permitan estos desaguisados, claro).

Por tanto, el Gobierno estimulado por el nacionalismo minero residual, por el proteccionismo económico, ha vuelto por los viejos fueros de sindicar el problema, de trasladarlo intersectorialmente en forma de subsidios cruzados de forma que no se conozca nunca la realidad y se transformen los problemas en un pasteleo. Y luego queda el “formato”, la escenificación de la medida, pavorosa: escena de autoridad competente (otro tiempo, otro formato de sociedad) rodeada de los Presidentes de las empresas eléctricas, impelidos por vía gubernativa y administrativa a la ‘omertá’.

No hemos entendido nada. Lo pagaremos todos.

La CNE celebra la Diada

Esta semana la CNE ha concedido el jueves como día libre a sus Consejeros, de forma que no ha celebrado la sesión ordinaria de los jueves que celebra su Consejo de Administración. Según ha podido conocer Energía Diario, la vuelta de las vacaciones en el regulador se ha realizado de forma muy escalonada, ya que su presidenta, tras su retiro estival de finales de julio, se incorporó el pasado lunes día 7 de septiembre, a lo largo del día.

Por su parte, la primera convocatoria del Consejo tuvo lugar el pasado martes, día 8. Los asuntos tratados en el Consejo, a la luz de la nota de prensa, se pueden considerar “de trámite”. Posteriormente la Presidenta estuvo los días 9 y 10 en Bruselas.

Por su parte, un día más tarde la CNE presentó el Informe anual de supervisión del mercado de hidrocarburos líquidos. Los comentarios aparecidos a raíz del mismo, apuntan a que la CNE se une a las tesis de la Comisión Nacional de Competencia y propone que se revisen los aspectos regulatorios que retrasan o encarecen «innecesariamente» el proceso de apertura de nuevas gasolineras, al tiempo que propone soluciones «oportunas» para reducir la concentración en las mismas.

En todo caso, parece ser que en la sede madrileña de la CNE no se realizará ni ofrenda floral, ni se reproducirá el polémico referéndum de Arenys, ni tampoco se unirá el boicot a la cantante israelí Noa.

La próxima convocatoria del Consejo está prevista para el próximo martes día 15 de septiembre.

La insoportable levedad de la Ley de Economía Sostenible y la energía

Hoy que el Presidente del Gobierno anuncia nuevamente, vuelve a presentar de presentar las bases que conformen los principios, que fijen los criterios, que determinen el ámbito para marcar los contenidos, sobre los que construir un acuerdo previo, destinado a situar las conversaciones en el marco del diálogo social, donde se comparta la posición de partida ante los agentes sociales, la futura ley de la Economía Sostenible de la que no se conoce todavía ni el anteproyecto.

No piensen que esta forma alambicada de presentar esta cuestión es propia de este medio, ni que esta retórica, quizá distorsionada por exagerada, no tiene una conexión con cómo se están desarrollando los acontecimientos en torno a esta Ley anunciada en multidifusión.

Por ello, no tiene ningún mérito bramar por la Ley de Economía Sostenible, señuelo político creado para endulzar mediante la generación de expectativas a los ciudadanos la posibilidad de un futuro alejamiento de la crisis (hasta que se demuestre lo contrario). No tiene mérito apreciar una cierta voluntad de emulación en esta Ley a la ley de estímulos de Barack Obama, dirigida a coincidir planetariamente. No tiene mérito unirse al coro de todos aquéllos que se han hecho eco de la vacuidad de la propuesta legislativa, ni recoger cómo se escapó un correo maldito a La Moncloa en el que evidenciaba sus vergüenzas. No tiene mérito en la medida que esta norma genera tantas incertidumbres y sonrisas oblicuas.

También hay que señalar lo que ya ha sido resaltado por muchos analistas y expertos, que la pretenciosidad de la Ley, expresada en la formulación del anhelo del cambio de modelo productivo, es una proposición a todas luces desmesurada. Un modelo productivo necesita casi una generación, cambia más cosas que una ley y además, una ley no cambia un modelo productivo. Se parte del supuesto que la intervención legislativa puntual puede más que el comportamiento de los agentes. Se parte del supuesto que un incentivo fiscal acaba con los mecanismos de funcionamiento de una economía, con la economía de sus recursos y capacidades, casi con inmediatez. Lo cual es perverso, además de ingenuo, en los tiempos de la globalización. Y, por último, si unimos el anuncio de esta ley (y sus pretensiones) a esa ansiedad por dar buenas noticias, lo que se transmiten son señales de optimismo antropológico incoherentes con la realidad.

El hecho es que el nuevo modelo productivo, como el nuevo modelo energético, es una colección de buenas intenciones, algunas contradictorias, cuando no una incógnita. Algo vaporoso, de lo que todo el mundo habla, pero que parece que no se ha llegado a concretar. Del que se opina, del que se hacen tertulias, del que se merodea, si será posible, si puede cambiar, su conveniencia, su necesidad, etc…. Pero nada más. No sabemos de qué se trata, hacia qué, ni con qué sentido, no tenemos concreciones, ni evidencias, salvo alguna colección de medidas deshilvanadas y ciertas ensoñaciones como que España será el nuevo Silicon Valley de la noche a la mañana. Y, por último, sin saber hacía qué, no podemos saber tampoco si todo no será un ejercicio de voluntarismo tramposo, en la medida que una pretensión tan estructural con una actuación tan coyuntural, produce mucho vértigo. Todo ello, además sin trances, sin pasarlo mal, sin reformas, con sonrisas beatíficas, sin ponerse serios, ni hacer las cosas en serio. Sólo con eslóganes. Y, es que de la chistera ya no salen muchos conejos (puede salir cualquier cosa) y los que salen no son el conejo de la suerte.

Es decir, y no tan metafóricamente, el Presidente, en el ámbito económico y de los sectores productivos, está desnudo y la frase que ya ha calado en la sociedad española es “a la deriva”. Pero todo esto, no tendría mucha razón de recogerse en este medio si no pudiera estar afectando o no influyera en un sector como el energético. En primer lugar, como saben, la Ley de Eficiencia Energética y Energías Renovables, fue absorbida por la Ley de la Economía Sostenible (cuya generación de expectativas políticas va claramente en su contra y puede ser un boomerán de proporciones muy elevadas). En los primeros esbozos de esta ley primigenia no sabíamos cuáles eran sus pretensiones a la vista del comportamiento regulatorio seccionado operado con las tecnologías renovables (y más, tras la regulación de los registros de preasignación del R.D. 6/2009).

Ahora se ha sabido que también se querría incorporar en esta Ley de Economía Sostenible el discernimiento a la polémica sobre la vida útil, de diseño o vida económica de las centrales nucleares aparecida con motivo de la decisión presidencial sobre Garoña. Más cosas: fiscalidad verde, estímulos fiscales a ciertos sectores. Por ello, probablemente más que tener una Ley de Economía Sostenible, con todos estos ingredientes, sea necesaria una concepción estratégica de futuro productivo y sectorial, del que se sabe poco. Lo que en el ámbito de la energía se refiere a una política energética, una visión del mercado, de la estabilidad regulatoria, del mix de generación futuro, más que coger el rábano por las hojas para esperar que el problema del empleo y de la ocupación se palíe a través del impulso a determinadas tecnologías energéticas (eso no quiere decir que no se aborden, con rigor y separación nítida, las dos cuestiones: tanto el modelo energético, su sostenibilidad económica y medioambiental, así como el sector industrial energético). Todo esto, con buenas instituciones, mercados, seriedad y buena gestión.

Crucemos los dedos.

La OPEP es reacia a modificar su oferta petrolera

«Con una horquilla de precio entre 68 y 73 dólares (por barril), ¿qué más se puede desear?», dijo a la prensa el ministro saudí de Petróleo, Ali I. Naimi, al llegar a Viena para participar mañana en la 154 conferencia ministerial de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

«El mercado está en muy buena forma, muy bien abastecido. El precio está bien para todo el mundo, para consumidores y productores«, estimó el jefe de la delegación del mayor exportador mundial de crudo y por eso líder natural de la organización.

Su homólogo iraní, Masoud Mirkazemi, descartó que el grupo de doce países vaya mañana a decidir una reducción de la producción.

Preguntado sobre si podían pactar un recorte del bombeo conjunto, el delegado del segundo productor de la OPEP respondió: «No. La situación está mejor que antes».

No obstante, reconoció que el nivel de los inventarios (las reservas almacenadas de crudo) están «altos», un hecho que revela cierto exceso de la oferta sobre la demanda.

Hasta ahora ningún ministro se ha manifestado a favor de modificar la actual cuota de producción conjunta (que no incluye el bombeo iraquí), de 24,84 millones de barriles diarios (mbd), vigente desde el pasado 1 de enero.

Ese límite se fijó tras reducir en 4,2 mbd el volumen de extracciones que tenía el grupo en septiembre de 2008, y el fuerte recorte alcanzó su objetivo: la recuperación del precio del barril que había caído a menos de 35 dólares en diciembre, desde los máximos históricos de casi 150 dólares batidos en julio de 2008.

Aunque aún distan mucho de esos picos, las cotizaciones han subido un cien por cien desde enero y rondan los 70 dólares por barril, un nivel que la OPEP considera necesario para garantizar las inversiones en exploración y producción en la industria petrolera.

El Petróleo Intermedio de Texas (WTI) para entrega en octubre abrió esta mañana con una subida del 3,68% en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex) y a las 13.10 horas GMT se comerciaba a 70,52 dólares por barril, 2,5 dólares más que al cierre de la sesión anterior.

«La opinión general es que la política de producción actual permanecerá sin cambios», vaticinó JBC Energy en un análisis del mercado petrolero difundido en Viena.

Los analistas estiman que cualquier cambio en la producción enviaría un mensaje confuso a los mercados en un momento en el que los precios están además sostenidos por factores ajenos a la OPEP, como la confianza de las bolsas internacionales en la recuperación financiera y el debilitamiento del dólar.

Por otro lado, un recorte de la cuota resultaría poco creíble, ya que los países miembros superan el límite fijado en más de un millón de bd, por lo que, antes de reducir, deberían lograr un mayor cumplimiento del recorte acordado.

Mientras en Viena se esperaba al resto de los ministros, la organización del encuentro está marcada por el Ramadán, el ayuno musulmán, por lo que las actividades tienen lugar por la noche.

Fundada en 1960 e integrada hoy por Angola, Arabia Saudí, Argelia, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela, la OPEP controla cerca del 40 por ciento de la producción mundial de crudo y unos dos tercios de las exportaciones petroleras del planeta.

La OPEP mantendrá la oferta petrolera a la espera de que se recupere la demanda

«No veo cambios», dijo en Viena un delegado de la OPEP, grupo de doce países que controla cerca de dos tercios de las exportaciones mundiales de crudo.

Su 154 conferencia ministerial se celebra después de que los ministros de Economía y Finanzas del G-20 acordaran el fin de semana pasado mantener los planes de estímulo para consolidar la recuperación de la economía mundial.

«Los precios son satisfactorios a los niveles actuales. La economía tiende a estabilizarse. La demanda quizás crezca un poco«, añadió la fuente, que pidió el anonimato.

Las cotizaciones del barril de «oro negro» bajaron la última semana en más de un 4%, después de haber llegado a los 75 dólares en agosto, el nivel más alto desde octubre de 2008.

Ante la crisis y tras la montaña rusa de los precios el año pasado, cuando escalaron a casi 150 dólares por barril en julio, para desplomarse a menos de 35 dólares en diciembre, a raíz de la crisis financiera, los productores desean ahora menos volatilidad y más estabilidad, con un precio en torno a los 70 dólares.

El barril de crudo usado por la OPEP como referencia cotizó el viernes a 66,03 dólares, informó la organización en Viena, mientras que el barril de Brent y el de Texas (WTI), referentes para Europa y América se vendían, respectivamente, a 67,7 y 68,8 dólares.

«Actualmente en los mercados hay dos tendencias: una está dada por la presión inflacionaria, que tiende a un alza de las materias primas, ya que los inversores tienen miedo y se refugian en valores que consideran más seguros», explicó Johannes Benigni, director de la asesora JBC Energy, con sede en Viena.

«Por otro lado, los fundamentos del mercado (la relación entre la oferta, la demanda y las reservas almacenadas) tienden a presionar a la baja los precios petroleros», dada la amplitud de la oferta disponible, el retroceso de la demanda causado por la crisis y el amplio margen de capacidad excedentaria de producción.

Ante esa tendencia, JBC vaticina que los precios se mantendrán en torno a los 70 dólares en las próximas semanas y que los ministros de la OPEP cerrarán la reunión dejando intacta la cuota de producción vigente, de 24,8 millones de barriles diarios (mbd).

Ese límite, que no incluye el bombeo de Irak y que entró en vigor el pasado 1 de enero, se fijó en diciembre de 2008 en Orán (Argelia), cuando la OPEP decidió retirar del mercado 4,2 mbd, el mayor recorte de la oferta en la historia del grupo, con el fin de detener el desplome de los precios.

En las dos reuniones siguientes, en marzo y mayo pasados, los ministros mantuvieron sin cambios esa decisión, pero al tiempo que los precios fueron recuperándose de forma sostenida, la disciplina interna comenzó a mermar a partir de abril.

«Nosotros calculamos que el cumplimiento (del recorte de producción) actualmente está en un 68%», dijo Benigni.

El cumplimiento de las cuotas fijadas será uno de los temas discutidos, confirmaron fuentes de la organización.

Por otro lado, se espera que el miércoles se confirme formalmente el nombramiento del ministro ecuatoriano de Minas y Petróleos, Germánico Pinto, como presidente del cártel en 2010, y al ministro iraní, Masud Mirkazemi, como vicepresidente.

El crudo de la OPEP se abarata un 3,8% en una semana ante la reunión del cartel

La tendencia bajista de los precios del petróleo era corroborada por la ligera caída de los precios de los futuros de esta materia prima en el mercado de Nueva York (Nymex) al descender su cotización, mientras el oro se acercaba a la cota psicológica de los 1.000 dólares por onza.

La incertidumbre reinante sobre las nuevas regulaciones del mercado energético en EEUU y una recuperación económica mundial más lenta de lo previsto pueden haber inducido a los inversores a refugiarse en el oro en lugar de dedicarse al «oro negro», según la consultora vienesa JBC.

EEUU está estudiando cambios significativos sobre la regulación, el comercio y la información de los mercados de petróleo y gas, lo que tendrá, con seguridad, repercusiones en sus transacciones.

En cualquier caso, los ministros de los 13 países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se encontrarán la semana próxima en Viena una situación macroeconómica mundial con escasos incentivos hacia un mayor consumo de petróleo, salvo la proximidad del invierno en el hemisferio norte.

Uno de los argumentos que propician una leve caída de los precios de la variedad WTI, de referencia en EEEUU, que ayer cerró a 68,02 dólares en Nueva York, es que los inventarios de crudo en la primera economía mundial no bajaron tanto como se esperaba.

De hecho, las reservas norteamericanas de petróleo bajaron 400.000 barriles la pasada semana, frente a una caída de más de un millón de barriles que se esperaba y el total, de 343,4 millones, es un 13,9% superior a lo almacenado hace un año.

En Viena está previsto que en la conferencia de la OPEP se pida una mayor disciplina a los miembros de este cartel, que en el presente solo cumplen el 71 por ciento de la reducción de la cuota de producción acordada de 4,2 millones de barriles diarios.

Así pues, las miradas de los mercados estarán puestas en las declaraciones de esta organización al término de la reunión de un día en la capital austríaca.

Un aliciente para la recuperación de los precios sería una caída de los inventarios de petróleo, pero los intereses de la OPEP chocan, por ejemplo, con la estrategia de Rusia, que en agosto alcanzó una nueva cota mensual de producción de 9,97 millones de barriles diarios gracias a la explotación de nuevos yacimientos en Siberia.

Además, la petrolera BP anunció el descubrimiento de un yacimiento gigante en el Golfo de México, en aguas estadounidenses, y aunque se desconoce por el momento su volumen exacto, parece ser mayor que el encontrado por la misma compañía en el campo de Kaskida en 2006, con unos 3.000 millones de barriles de crudo.

El yacimiento se situó a casi 1.300 metros bajo el agua con una profundidad total de 10.700 metros, que supondrá la mayor exploración petrolífera jamás realizada en la industria, dijo la consultora JBC.

Sin embargo, habrá que superar, en primer lugar, considerables obstáculos técnicos, con lo que no se espera que comience la producción antes de la segunda mitad de la próxima década.

La necesidad de una Comisión Nacional de Energía profesionalizada

El pasado lunes, en las postrimerías del mes de agosto, pudimos leer en el diario ABC que el Partido Popular exige al Partido Socialista que la renovación de los órganos reguladores independientes se realice de forma profesionalizada.

Se trata de una petición a la que es difícil que el propio Gobierno pueda negarse, en la medida que su respuesta sería un comportamiento saduceo, lo cual no es previsible. Por otra parte, el diario El Mundo, publicó dos páginas jugosas y sustanciosas el pasado 24 de agosto, que dejaban de manera clara, a falta del “tiro de gracia”, el enfrentamiento que la CNE mantiene con el equipo de Miguel Sebastián, así como las malas relaciones (o la ausencia de las mismas, que sería lo mismo) con su actual presidenta, Maite Costa.

A veces puede parecer muy sorprendente que sea preciso reclamar cuestiones que, por obvias y razonables, se dan por sentadas y que en países con una larga tradición democrática, con instituciones serias, solventes y de prestigio, cuentan con la existencia de órganos reguladores independientes respetados y respetables. Porque lo primero para ser respetado es, evidentemente, ser respetable. Y, segundo, porque la institucionalización y seriedad de una economía y de un sector dependen de que estos procesos sean serios, fiables y solventes, tanto para los agentes económicos, como institucionales y empresariales. La debilidad de los reguladores puede tener beneficios a corto plazo para los aprovechados, pero a largo plazo es perjudicial para todos. Y así se ha demostrado.

Por tanto, en estos países, estos organismos no son meros brazos armados del gobierno de turno, esclusas para operaciones no deseadas políticamente, ni mecanismos para reubicar un cementerio de elefantes sectorial. Tampoco se trata de trincheras ideológicas donde residen los renuentes a los procesos normativos o de liberalización de los sectores que regulan. No, no es eso.

Tampoco consiste en configurar órganos de intervención en la fijación de precios sectoriales volviendo a la economía de Girón de Velasco, a un “falangismo” light de nuevo cuño. Se trata de ejercer las funciones regulatorias que tienen encomendadas en el marco de un modelo, así como las funciones de seguimiento, supervisión e inspección sectorial con rigor y sin alharacas. Además, conformar un regulador verdaderamente independiente es una obligación, una reclamación y un señalamiento de las directrices que emanan de la UE.

Y por ello, por todas esas derivaciones indeseadas, es por lo que se ha podido instalar en la actual CNE la sensación de su prescindibilidad. Por eso, y por gravísimos errores cometidos en varios «momentos de la verdad», como las operaciones corporativas a Endesa o la de Gas Natural y Unión Fenosa, que también se ha llevado por delante el incipiente crédito de la nueva CNC.

A todo ello hay que unir la posición estrambótica contra la liberalización del mercado, inverosímilmente pública a partir del Informe de Costes y Precios, la renuencia a la resolución del problema del déficit tarifario, la ausencia “vital” (incluso oposición) a la liberalización pendiente, actuaciones delirantes como los programas de inspección e investigación lanzados a bombo y platillo con escasos resultados y la gestión interna del organismo, incluyendo la política de “coches para todos”, organización de eventos y el turismo regulatorio.

Porque a la luz de todo lo que ha venido pasando en nuestro país en las cercanías de la Comisión Nacional de Energía, podría incluso plantearse o cuestionarse la necesidad de que exista un órgano regulador independiente. Más que nunca es necesaria la “institucionalización” en el sector energético, la profesionalización del órgano regulador independiente, su homologación en respetabilidad y prestigio con modelos sajones, el que el gobierno de la misma institución salga de la esfera de la política para que aporte valor al sector al que se debe y regula.

Hay un largo camino por recorrer todavía en materia de liberalización, de desarrollo futuro del sector energético, de diseño del mix de generación, de impulso a la comercialización, de articulación con eficacia de procesos de inversión estable y de configuración de una política energética de Estado. Todo ello requiere un órgano de regulación independiente y profesional. No esto.

Una sustitución con precauciones

Tal y como informó Energía Diario en su momento, se ha confirmado el nombramiento de Antonio Hernández como nuevo Director General de Energía y Minas, dependiente de la Secretaría de Estado de Energía. No es una cuestión intrascendente, sino todo lo contrario, en la medida que viene a marcar una nueva etapa en esta área de la Administración.

La sustitución del hasta el momento Director General de Energía, Jorge Sanz Oliva era una cuestión que ya no tenía más demora y en la que no cabía esperar más. Y no sólo por el hecho de que procedimentalmente se tenía que cumplir lo previsto en el plan de coberturas del puesto en la oficina comercial de Los Ángeles, sino también por los efectos distorsionadores que se apreciaban/filtraban de una cohabitación difícil en la cúpula del área energética del Ministerio de Industria.

No es ningún secreto, el tono de tensión existente en las relaciones entre el Director General saliente, Jorge Sanz y los sucesivos Secretarios Generales de Energía y ahora Secretarios de Estado. Esta situación estuvo mucho más acentuada en las últimas etapas con Ignasi Nieto y Pedro Marín. Los motivos y razones de esta suspicacia, que en algún caso ha estado jalonada con insistentes rumores de cese, son muchos: desde la propia procedencia de Sanz (del gabinete de Rodrigo Rato), hasta su cercanía a posiciones liberales, han hecho que se le buscasen vinculaciones intelectuales o empresariales. Estos intentos de vinculación son muy frecuentes en un sector inmerso en una sospecha permanente, y que precisa conocer el pedigrée de todo y todos los que pasan, para poder deconstruir adecuadamente sus postulados.

Lo que sí es indudable es el peso técnico y el conocimiento sectorial de Sanz, bagaje y experiencia acumulada, convicción y desarrollo del proceso de liberalización, con independencia de determinadas propuestas y normas discutibles, realizadas en los años en los que ha estado al frente de esta área.

Y, quizá allí es donde reside el foco de atención de esta importante decisión o, mejor dicho, de cómo se ha articulado la necesidad de garantizar que el nuevo responsable adquiera el conocimiento necesario de un sector tan complejo como el energético, de manera muy rápida y con la presión añadida del ‘timing’ de las actuaciones y políticas a emprender. La “hoja de ruta” abierta es muy urgente y con temas de indudable envergadura y calado: planificación y prospectiva energética, nuevo marco retributivo para las renovables, escenario de caída de demanda, ….

Tengamos en cuenta la estructura de partida de la energía y su inscripción en la Administración española, una estructura muy estrecha: por arriba (una Secretaría de Estado, cuya única Dirección General es ésta) y con una estructura muy reducida y que precisa en algún caso cierta renovación. Por abajo, la Dirección General de Energía ya se había perfilado, por esta centralidad, como una pieza clave en la ordenación del sector energético, desde los tiempos en que fue clave en la Dirección General de Energía, un hombre concreto: Enrique Vicén.

Si a ello unimos el desdoro, incluso el enfrentamiento abierto (véanse las noticias aparecidas este verano), en que está sumido el regulador independiente (la Comisión Nacional de Energía) con Industria y el cada vez más robusto equipo asesor de Miguel Sebastián y del Secretario de Estado en el ámbito energético, podemos encontrar las dificultades de encuadre/ajuste que el nuevo Director General deberá afrontar en sus primeros pasos. Por eso, desde todas estas perspectivas, sería especialmente positivo que se hubiera diseñado esta transición y el traspaso de conocimiento y responsabilidades de forma eficiente y articulada.

En todo caso, nuestros mejores deseos a Antonio Hernández en su nueva responsabilidad.

El petróleo retrocede desde su máximo anual y se vende en torno a 72 dólares

No obstante, los contratos tanto del petróleo Brent como del crudo de Texas para entrega en octubre cerraron el viernes con tendencia alcista en los mercados de futuros de Londres y Nueva York, sosteniéndose a más de 70 dólares, el nivel mínimo al que aspira la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

En la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex), el barril de crudo de Texas (WTI) subió el viernes, respecto al jueves, un 0,34% y cerró a 72,74 dólares, cuando el viernes anterior había quedado a 73,89 dólares.

Similar fue el movimiento de la cotización del Brent: terminó la sesión en el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres a 72,79 dólares/barril, con una bajada del 1,8% respecto al valor del cierre de la semana precedente.

En el caso del barril usado como referencia por la OPEP -una mezcla de doce calidades de crudo, una por cada país miembro-, se abarató un 3 por ciento en una semana, teniendo en cuenta el último precio dado a conocer por el secretariado del grupo en Viena, de 70,36 dólares.

A pesar de la reciente moderación, el valor del «oro negro» se ha fortalecido este mes, con el petróleo de la OPEP alcanzando una media de 71,38 dólares, un 10,5% más que el promedio de julio.

Si bien dista mucho del valor que tenía hace un año -112,41 dólares en agosto-, el precio actual está en el nivel más alto de los últimos diez meses, gracias sobre todo al optimismo en las bolsas internacionales que parecen estar convencidas de que lo peor de la crisis financiera ha terminado.

Ello hace pensar a los operadores que con el aumento de la actividad económica crecerá también el consumo energético y los incita a comprar contratos de futuros de petróleo.

También el debilitamiento del dólar frente al euro y otras divisas favorece la inversión en las materias primas que, como el «oro negro», se comercializan en la moneda estadounidense.

El ambiente, sin embargo, muestra aún incertidumbre y una considerable cautela, pues los datos sobre el mercado físico del petróleo no sostienen de momento esta visión optimista.

Así, la noticia del miércoles pasado sobre un aumento de las reservas de petróleo almacenadas en Estados Unidos, que subieron en 200.000 barriles, hasta los 342,8 millones de barriles, dio un frenazo a la tendencia alcista de los precios.

Según los datos divulgados por el Departamento de Energía de la primera potencia mundial, de lejos el mayor consumidor de petróleo, las reservas se situaron un 14,6% por encima del nivel que tenían hace un año, un dato que presiona a la baja pues revelaría un aumento de la oferta frente a la demanda.

La asesora en mercados energéticos JBC Energy, con sede en Viena, cree que los precios del crudo continuarán subiendo de forma moderada, pero sostenida, en los próximos doce meses.

«Vaticinamos un precio medio de 73 dólares por barril para el Brent por el resto del año», señalaron los expertos de la consultora en un informe esta semana.

Los analistas esperan aumentos de la producción de Irak y de Angola, dos países miembros de la OPEP, en los próximos meses, un factor que debería frenar incrementos desmesurados del precio.

Los ministros de la OPEP prevén reunirse el próximo 9 de septiembre en Viena para estudiar el mercado y eventualmente revisar el nivel de su oferta conjunta.