La incertidumbre económica lleva a la baja al crudo Texas

En Nueva York, el crudo de Texas, referente en EEUU, terminó el viernes en los 73,66 dólares, apuntándose una caída semanal del 3,64%.

Este tipo de crudo ha sido el más castigado esta semana, en el que ha descendido en cuatro de las cinco jornadas de cotización, con una caída acumulada de 2,79 dólares, la mayor desde mediados de agosto.

El Brent, en Londres, cerró también en negativo el viernes, en 78,21 dólares, pero en el conjunto de la semana ganó cinco centavos respecto al cierre de hace siete días. Por su parte, el crudo de la OPEP gana 83 centavos en las últimas cuatro jornadas y acabó la semana en 75,49.

La caída especialmente marcada del crudo de Texas, que difiere de la semana plana de las otras dos marcas de referencia internacional, se debe a la reapertura de un gran oleoducto que abastece EEUU con crudo canadiense, después de una semana de inactividad, según la consultora de energía JBC.

El cierre de esa infraestructura impulsó los precios, y su reapertura está semana hizo que el Texas perdiera rápidamente valor, presionado también por los malos datos sobre la salud de la primera economía del planeta, lo que afecta a la demanda de hidrocarburos.

La confianza de los consumidores de Estados Unidos en la economía de su país descendió en septiembre, hasta su nivel más bajo desde agosto de 2009, según datos de la Universidad de Michigan.

El índice de confianza que elabora esa entidad se situó en septiembre en 66,6 puntos, desde los 68,9 puntos de agosto y frente a los cerca de 70 puntos que esperaban los analistas.

En cualquier caso, y a pesar de la fluctuación de las cotizaciones, el crudo sigue manteniéndose dentro de la banda de los 70 a los 85 dólares, en la que se ha movido la mayor parte del tiempo en los últimos dos años.

Antes de la próxima reunión de la OPEP en Viena el próximo 14 de octubre, el secretario general de la organización, Abdala Salem El-Badri, se ha quejado de la gran volatilidad de los precios y advirtió de que la recuperación económica se está ralentizando.

«No está realmente recuperándose (la economía), porque los paquetes de estímulo le permitieron crecer, pero el mercado está atento a esos paquetes, a ver cómo será la salida de ellos, y todavía se desconoce la salida», explicó El-Badri a Efe esta semana.

Si bien esas cotizaciones muestran cierta estabilidad, al mismo tiempo hay «demasiada volatilidad. Los precios suben y bajan 10 dólares, eso es mucho. La media es 78, suben a 84, y luego bajan a 74 y 70, en tres días. No queremos esto. Queremos, al menos, precios estables. No fijamos ningún nivel», insistió.

En este entorno de incertidumbre económica, la aparición de un huracán bautizado como «Karl», que se degradó en las últimas horas a tormenta tropical, no ha tenido prácticamente ningún efecto alcista.

La preocupación económica ocupa toda la atención de los mercados, más aún cuando incluso el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría, advirtió ayer en Viena de que las expectativas son peores de lo calculado.

«Teníamos unas previsiones sobre el debilitamiento de la recuperación en el segundo semestre. La cuestión era conocer cómo de débil iba a ser, y tengo que decir que la desaceleración es mayor de lo que pensábamos», afirmó.

La incertidumbre económica lleva a la baja al crudo Texas

En Nueva York, el crudo de Texas, referente en EEUU, terminó el viernes en los 73,66 dólares, apuntándose una caída semanal del 3,64%.

Este tipo de crudo ha sido el más castigado esta semana, en el que ha descendido en cuatro de las cinco jornadas de cotización, con una caída acumulada de 2,79 dólares, la mayor desde mediados de agosto.

El Brent, en Londres, cerró también en negativo el viernes, en 78,21 dólares, pero en el conjunto de la semana ganó cinco centavos respecto al cierre de hace siete días. Por su parte, el crudo de la OPEP gana 83 centavos en las últimas cuatro jornadas y acabó la semana en 75,49.

La caída especialmente marcada del crudo de Texas, que difiere de la semana plana de las otras dos marcas de referencia internacional, se debe a la reapertura de un gran oleoducto que abastece EEUU con crudo canadiense, después de una semana de inactividad, según la consultora de energía JBC.

El cierre de esa infraestructura impulsó los precios, y su reapertura está semana hizo que el Texas perdiera rápidamente valor, presionado también por los malos datos sobre la salud de la primera economía del planeta, lo que afecta a la demanda de hidrocarburos.

La confianza de los consumidores de Estados Unidos en la economía de su país descendió en septiembre, hasta su nivel más bajo desde agosto de 2009, según datos de la Universidad de Michigan.

El índice de confianza que elabora esa entidad se situó en septiembre en 66,6 puntos, desde los 68,9 puntos de agosto y frente a los cerca de 70 puntos que esperaban los analistas.

En cualquier caso, y a pesar de la fluctuación de las cotizaciones, el crudo sigue manteniéndose dentro de la banda de los 70 a los 85 dólares, en la que se ha movido la mayor parte del tiempo en los últimos dos años.

Antes de la próxima reunión de la OPEP en Viena el próximo 14 de octubre, el secretario general de la organización, Abdala Salem El-Badri, se ha quejado de la gran volatilidad de los precios y advirtió de que la recuperación económica se está ralentizando.

«No está realmente recuperándose (la economía), porque los paquetes de estímulo le permitieron crecer, pero el mercado está atento a esos paquetes, a ver cómo será la salida de ellos, y todavía se desconoce la salida», explicó El-Badri a Efe esta semana.

Si bien esas cotizaciones muestran cierta estabilidad, al mismo tiempo hay «demasiada volatilidad. Los precios suben y bajan 10 dólares, eso es mucho. La media es 78, suben a 84, y luego bajan a 74 y 70, en tres días. No queremos esto. Queremos, al menos, precios estables. No fijamos ningún nivel», insistió.

En este entorno de incertidumbre económica, la aparición de un huracán bautizado como «Karl», que se degradó en las últimas horas a tormenta tropical, no ha tenido prácticamente ningún efecto alcista.

La preocupación económica ocupa toda la atención de los mercados, más aún cuando incluso el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría, advirtió ayer en Viena de que las expectativas son peores de lo calculado.

«Teníamos unas previsiones sobre el debilitamiento de la recuperación en el segundo semestre. La cuestión era conocer cómo de débil iba a ser, y tengo que decir que la desaceleración es mayor de lo que pensábamos», afirmó.

El precio del petróleo se recupera pese a las malas noticias económicas de EEUU

Tras registrar depreciaciones durante las dos últimas semanas, los petróleos de referencia internacional cerraron la sesión del viernes con ganancias de hasta el 3%.

En el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cerró la semana a 76,65 dólares, un 3,2% más que el viernes anterior.

El Texas estadounidense creció más moderadamente y tuvo una ganancia semanal del 2,3%, hasta cerrar a 75,15 dólares por barril.

Esos cierres al alza culminaron una semana marcada por la expectativa de conocer los últimos datos sobre el crecimiento de la economía en Estados Unidos, el mayor consumidor de petróleo del planeta.

Así, el viernes se supo que el Producto Interior Bruto de EEUU avanzó a una tasa anualizada del 1,6% entre abril y junio, menos de lo calculado inicialmente y muy por debajo del 3,7% registrado en el primer trimestre del año.

Pese a todo, el hecho de que la corrección a la baja fuera menor de lo esperada y el rápido mensaje tranquilizador por parte del Gobierno, evitó que los mercados reaccionarán con pérdidas a esa noticia.

El presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, defendió que la economía del país, aunque se ha ralentizado en los últimos meses, presenta las condiciones para una aceleración el próximo año.

Según Bernanke, no hay razón para que la Fed tome medidas adicionales para favorecer el crecimiento y afirmó que el riesgo de deflación o una inflación demasiado fuerte es «débil», aunque aseveró que la entidad que preside esta lista para actuar.

Ese mensaje de calma fue apoyado por el anunció de la Universidad de Michigan sobre la mejora en agosto de la confianza de los consumidores estadounidenses en la economía del país.

Lo cierto es que tras dos sesiones a la baja al principio de la semana, los precios del crudo comenzaron a remontar pese a la alternancia de datos positivos y negativos para los mercados.

La cautela de los primeros días ante la esperada desaceleración del crecimiento en EEUU fue alimentada con el mal dato de la caída en julio del ritmo de ventas de viviendas usadas un 27,2%, un anuncio que hizo que el precio del barril se desplomara en torno al 2%.

Sin embargo, el miércoles cambió el ambiente entre los operadores y ni siquiera el anuncio del aumento de la reservas de crudo en Estados Unidos en 4,1 millones de barriles la pasada semana logró echar sombra sobre las cotizaciones.

El encarecimiento del crudo continúo el jueves, cuando se supo que el recorte en las peticiones nuevas de subsidio por desempleo en Estados Unidos registradas la pasada semana fue mayor de lo que se preveía, según datos difundidos por el Departamento de Trabajo.

En total, la semana pasada se solicitaron 473.000 ayudas, 31.000 menos que en los siete días anteriores.

El precio del petróleo se recupera pese a las malas noticias económicas de EEUU

Tras registrar depreciaciones durante las dos últimas semanas, los petróleos de referencia internacional cerraron la sesión del viernes con ganancias de hasta el 3%.

En el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cerró la semana a 76,65 dólares, un 3,2% más que el viernes anterior.

El Texas estadounidense creció más moderadamente y tuvo una ganancia semanal del 2,3%, hasta cerrar a 75,15 dólares por barril.

Esos cierres al alza culminaron una semana marcada por la expectativa de conocer los últimos datos sobre el crecimiento de la economía en Estados Unidos, el mayor consumidor de petróleo del planeta.

Así, el viernes se supo que el Producto Interior Bruto de EEUU avanzó a una tasa anualizada del 1,6% entre abril y junio, menos de lo calculado inicialmente y muy por debajo del 3,7% registrado en el primer trimestre del año.

Pese a todo, el hecho de que la corrección a la baja fuera menor de lo esperada y el rápido mensaje tranquilizador por parte del Gobierno, evitó que los mercados reaccionarán con pérdidas a esa noticia.

El presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, defendió que la economía del país, aunque se ha ralentizado en los últimos meses, presenta las condiciones para una aceleración el próximo año.

Según Bernanke, no hay razón para que la Fed tome medidas adicionales para favorecer el crecimiento y afirmó que el riesgo de deflación o una inflación demasiado fuerte es «débil», aunque aseveró que la entidad que preside esta lista para actuar.

Ese mensaje de calma fue apoyado por el anunció de la Universidad de Michigan sobre la mejora en agosto de la confianza de los consumidores estadounidenses en la economía del país.

Lo cierto es que tras dos sesiones a la baja al principio de la semana, los precios del crudo comenzaron a remontar pese a la alternancia de datos positivos y negativos para los mercados.

La cautela de los primeros días ante la esperada desaceleración del crecimiento en EEUU fue alimentada con el mal dato de la caída en julio del ritmo de ventas de viviendas usadas un 27,2%, un anuncio que hizo que el precio del barril se desplomara en torno al 2%.

Sin embargo, el miércoles cambió el ambiente entre los operadores y ni siquiera el anuncio del aumento de la reservas de crudo en Estados Unidos en 4,1 millones de barriles la pasada semana logró echar sombra sobre las cotizaciones.

El encarecimiento del crudo continúo el jueves, cuando se supo que el recorte en las peticiones nuevas de subsidio por desempleo en Estados Unidos registradas la pasada semana fue mayor de lo que se preveía, según datos difundidos por el Departamento de Trabajo.

En total, la semana pasada se solicitaron 473.000 ayudas, 31.000 menos que en los siete días anteriores.

El precio del petróleo se recupera pese a las malas noticias económicas de EEUU

Tras registrar depreciaciones durante las dos últimas semanas, los petróleos de referencia internacional cerraron la sesión del viernes con ganancias de hasta el 3%.

En el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cerró la semana a 76,65 dólares, un 3,2% más que el viernes anterior.

El Texas estadounidense creció más moderadamente y tuvo una ganancia semanal del 2,3%, hasta cerrar a 75,15 dólares por barril.

Esos cierres al alza culminaron una semana marcada por la expectativa de conocer los últimos datos sobre el crecimiento de la economía en Estados Unidos, el mayor consumidor de petróleo del planeta.

Así, el viernes se supo que el Producto Interior Bruto de EEUU avanzó a una tasa anualizada del 1,6% entre abril y junio, menos de lo calculado inicialmente y muy por debajo del 3,7% registrado en el primer trimestre del año.

Pese a todo, el hecho de que la corrección a la baja fuera menor de lo esperada y el rápido mensaje tranquilizador por parte del Gobierno, evitó que los mercados reaccionarán con pérdidas a esa noticia.

El presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, defendió que la economía del país, aunque se ha ralentizado en los últimos meses, presenta las condiciones para una aceleración el próximo año.

Según Bernanke, no hay razón para que la Fed tome medidas adicionales para favorecer el crecimiento y afirmó que el riesgo de deflación o una inflación demasiado fuerte es «débil», aunque aseveró que la entidad que preside esta lista para actuar.

Ese mensaje de calma fue apoyado por el anunció de la Universidad de Michigan sobre la mejora en agosto de la confianza de los consumidores estadounidenses en la economía del país.

Lo cierto es que tras dos sesiones a la baja al principio de la semana, los precios del crudo comenzaron a remontar pese a la alternancia de datos positivos y negativos para los mercados.

La cautela de los primeros días ante la esperada desaceleración del crecimiento en EEUU fue alimentada con el mal dato de la caída en julio del ritmo de ventas de viviendas usadas un 27,2%, un anuncio que hizo que el precio del barril se desplomara en torno al 2%.

Sin embargo, el miércoles cambió el ambiente entre los operadores y ni siquiera el anuncio del aumento de la reservas de crudo en Estados Unidos en 4,1 millones de barriles la pasada semana logró echar sombra sobre las cotizaciones.

El encarecimiento del crudo continúo el jueves, cuando se supo que el recorte en las peticiones nuevas de subsidio por desempleo en Estados Unidos registradas la pasada semana fue mayor de lo que se preveía, según datos difundidos por el Departamento de Trabajo.

En total, la semana pasada se solicitaron 473.000 ayudas, 31.000 menos que en los siete días anteriores.

La energía eólica como seguro de vida para España

¿Y el presente? En los próximos cinco años terminará de cristalizar el nuevo orden mundial en el que España va a tener que desenvolverse. Un nuevo orden mundial en el que China va a seguir siendo la principal economía en términos de crecimiento del PIB y en el que incluso podría adelantar a EEUU hacia 2020-22. También va a ser el principal consumidor de energía mundial y se va a convertir en el principal consumidor de todas las materias primas. Mientras tanto, el resto de países emergentes no se va a quedar de brazos cruzados ni en crecimiento económico ni en consumo.

En términos energéticos esto significa que, en cinco años, el mundo va a consumir un 15-20% más de energía, y que de ese incremento, la mitad va a ir a China y un tercio a los demás países emergentes. Ante esta perspectiva, hasta los más cautos se atreverían a afirmar que los precios de todos los combustibles fósiles van a aumentar de manera importante en los próximos cinco años. Y no sólo los combustibles líquidos, sino también el carbón y el gas. Los analistas esperan que si se mantienen los parámetros actuales en la economía mundial, ya en 2011 los mercados internacionales de energía podrían alcanzar e incluso superar la situación de demanda que se dio entre finales de 2007 y la primera mitad de 2008 que, a su vez, generó unas intensas subidas en los precios de todas las materias primas.

En pocas palabras: para 2015 los combustibles fósiles pueden costar bastante más que ahora. En el último año los precios de todos los combustibles fósiles han aumentado más de un 15%, con el carbón a la cabeza: a principios de julio costaba un 60% más que un año antes.

Ante lo que se nos avecina, en términos de precios de la energía, ¿cómo estamos y qué podemos hacer en España? En el sector eléctrico peninsular se han hecho bastante bien las cosas, ya que en diez años se ha reducido la generación con petróleo de un 7% a menos de un 1% y la generación con carbón de casi un 40% a menos del 10%. En su lugar se han utilizado energías renovables, especialmente eólica, además de gas. En los próximos cinco años la apuesta por estas tecnologías va a resultar un seguro de vida contra las turbulencias que se avecinan en los mercados energéticos mundiales.

La energía eólica ha tenido un rol fundamental en el cambio del mix energético del sector eléctrico español. En cinco años, desde 2004 a 2009, ha duplicado su aportación a la cobertura de la demanda eléctrica, hasta alcanzar casi el 14% del total el año pasado. Durante el pasado invierno (que es la época del año cuando se producen los máximos de consumo, entre noviembre y marzo) la eólica produjo más del 20% de la electricidad demandada durante el 57% de los días, más de un 15% durante un 75% de los días, y sólo produjo menos de un 5% dos días (ambos con más de un 4% de aportación).

Si a la aportación eólica se añade el buen invierno hidráulico que hemos tenido en España, no es de extrañar que los precios de la electricidad en el mercado español hayan sido de los más bajos registrados nunca para estos meses, por debajo de los 35 €/MWh, y con un nuevo mínimo mensual en marzo, de 19,62 € el megavatio eléctrico. Ha sido tal el abaratamiento del coste del mercado español –gracias en gran parte a la energía eólica-, que a los habituales mercados de exportación eléctrica de España, Portugal y Marruecos, se le ha sumado Francia. A todo esto hay que añadir que, al no tener costes de combustibles, las energías renovables no sufren incrementos en su coste de generación a lo largo de su vida útil, cosa que sí que ocurre con las instalaciones que queman combustibles fósiles. Además, al no tener emisiones, tampoco tienen que pagar por sus emisiones de CO2.

El valor de la apuesta española por las renovables va a hacerse evidente en los próximos cinco años, cuando los mercados internacionales de recursos fósiles vuelvan a una marcada senda alcista. Basta recordar que en 2008 el coste de los combustibles fósiles hizo subir tanto el precio del mercado eléctrico español (el año terminó con un precio medio de 60€/MWh), que el 60% de las horas la eólica no necesitó recibir primas porque el coste del mercado estaba por encima de éstas.

En este contexto, ¿parece sensato volver la vista atrás cuando los combustibles fósiles no pueden ofrecernos ya más que desventajas? Sin embargo, España es líder en energías renovables, especialmente en eólica, lo que sí supone una clara ventaja. ¿No parece éste un motivo más que suficiente para que el Gobierno apueste por un sector, el eólico, que es fundamental para la seguridad energética del país y para el crecimiento de su economía?

La única forma de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020, como exige la Directiva 2020, es manteniendo una firme política de apoyo a estas energías. Para que la eólica siga siendo un pilar de la seguridad energética en España, es necesario un marco regulatorio que favorezca la financiación de los parques, que les asegure una rentabilidad razonable para que siga siendo atractivo invertir en España y los inversores no se vayan a otros países. En definitiva, un nuevo marco regulatorio que refrende la historia de éxito de la industria eólica española y que permita alcanzar los objetivos del 2020 sería una excelente noticia para la economía de este país.

La energía eólica como seguro de vida para España

¿Y el presente? En los próximos cinco años terminará de cristalizar el nuevo orden mundial en el que España va a tener que desenvolverse. Un nuevo orden mundial en el que China va a seguir siendo la principal economía en términos de crecimiento del PIB y en el que incluso podría adelantar a EEUU hacia 2020-22. También va a ser el principal consumidor de energía mundial y se va a convertir en el principal consumidor de todas las materias primas. Mientras tanto, el resto de países emergentes no se va a quedar de brazos cruzados ni en crecimiento económico ni en consumo.

En términos energéticos esto significa que, en cinco años, el mundo va a consumir un 15-20% más de energía, y que de ese incremento, la mitad va a ir a China y un tercio a los demás países emergentes. Ante esta perspectiva, hasta los más cautos se atreverían a afirmar que los precios de todos los combustibles fósiles van a aumentar de manera importante en los próximos cinco años. Y no sólo los combustibles líquidos, sino también el carbón y el gas. Los analistas esperan que si se mantienen los parámetros actuales en la economía mundial, ya en 2011 los mercados internacionales de energía podrían alcanzar e incluso superar la situación de demanda que se dio entre finales de 2007 y la primera mitad de 2008 que, a su vez, generó unas intensas subidas en los precios de todas las materias primas.

En pocas palabras: para 2015 los combustibles fósiles pueden costar bastante más que ahora. En el último año los precios de todos los combustibles fósiles han aumentado más de un 15%, con el carbón a la cabeza: a principios de julio costaba un 60% más que un año antes.

Ante lo que se nos avecina, en términos de precios de la energía, ¿cómo estamos y qué podemos hacer en España? En el sector eléctrico peninsular se han hecho bastante bien las cosas, ya que en diez años se ha reducido la generación con petróleo de un 7% a menos de un 1% y la generación con carbón de casi un 40% a menos del 10%. En su lugar se han utilizado energías renovables, especialmente eólica, además de gas. En los próximos cinco años la apuesta por estas tecnologías va a resultar un seguro de vida contra las turbulencias que se avecinan en los mercados energéticos mundiales.

La energía eólica ha tenido un rol fundamental en el cambio del mix energético del sector eléctrico español. En cinco años, desde 2004 a 2009, ha duplicado su aportación a la cobertura de la demanda eléctrica, hasta alcanzar casi el 14% del total el año pasado. Durante el pasado invierno (que es la época del año cuando se producen los máximos de consumo, entre noviembre y marzo) la eólica produjo más del 20% de la electricidad demandada durante el 57% de los días, más de un 15% durante un 75% de los días, y sólo produjo menos de un 5% dos días (ambos con más de un 4% de aportación).

Si a la aportación eólica se añade el buen invierno hidráulico que hemos tenido en España, no es de extrañar que los precios de la electricidad en el mercado español hayan sido de los más bajos registrados nunca para estos meses, por debajo de los 35 €/MWh, y con un nuevo mínimo mensual en marzo, de 19,62 € el megavatio eléctrico. Ha sido tal el abaratamiento del coste del mercado español –gracias en gran parte a la energía eólica-, que a los habituales mercados de exportación eléctrica de España, Portugal y Marruecos, se le ha sumado Francia. A todo esto hay que añadir que, al no tener costes de combustibles, las energías renovables no sufren incrementos en su coste de generación a lo largo de su vida útil, cosa que sí que ocurre con las instalaciones que queman combustibles fósiles. Además, al no tener emisiones, tampoco tienen que pagar por sus emisiones de CO2.

El valor de la apuesta española por las renovables va a hacerse evidente en los próximos cinco años, cuando los mercados internacionales de recursos fósiles vuelvan a una marcada senda alcista. Basta recordar que en 2008 el coste de los combustibles fósiles hizo subir tanto el precio del mercado eléctrico español (el año terminó con un precio medio de 60€/MWh), que el 60% de las horas la eólica no necesitó recibir primas porque el coste del mercado estaba por encima de éstas.

En este contexto, ¿parece sensato volver la vista atrás cuando los combustibles fósiles no pueden ofrecernos ya más que desventajas? Sin embargo, España es líder en energías renovables, especialmente en eólica, lo que sí supone una clara ventaja. ¿No parece éste un motivo más que suficiente para que el Gobierno apueste por un sector, el eólico, que es fundamental para la seguridad energética del país y para el crecimiento de su economía?

La única forma de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020, como exige la Directiva 2020, es manteniendo una firme política de apoyo a estas energías. Para que la eólica siga siendo un pilar de la seguridad energética en España, es necesario un marco regulatorio que favorezca la financiación de los parques, que les asegure una rentabilidad razonable para que siga siendo atractivo invertir en España y los inversores no se vayan a otros países. En definitiva, un nuevo marco regulatorio que refrende la historia de éxito de la industria eólica española y que permita alcanzar los objetivos del 2020 sería una excelente noticia para la economía de este país.

La energía eólica como seguro de vida para España

¿Y el presente? En los próximos cinco años terminará de cristalizar el nuevo orden mundial en el que España va a tener que desenvolverse. Un nuevo orden mundial en el que China va a seguir siendo la principal economía en términos de crecimiento del PIB y en el que incluso podría adelantar a EEUU hacia 2020-22. También va a ser el principal consumidor de energía mundial y se va a convertir en el principal consumidor de todas las materias primas. Mientras tanto, el resto de países emergentes no se va a quedar de brazos cruzados ni en crecimiento económico ni en consumo.

En términos energéticos esto significa que, en cinco años, el mundo va a consumir un 15-20% más de energía, y que de ese incremento, la mitad va a ir a China y un tercio a los demás países emergentes. Ante esta perspectiva, hasta los más cautos se atreverían a afirmar que los precios de todos los combustibles fósiles van a aumentar de manera importante en los próximos cinco años. Y no sólo los combustibles líquidos, sino también el carbón y el gas. Los analistas esperan que si se mantienen los parámetros actuales en la economía mundial, ya en 2011 los mercados internacionales de energía podrían alcanzar e incluso superar la situación de demanda que se dio entre finales de 2007 y la primera mitad de 2008 que, a su vez, generó unas intensas subidas en los precios de todas las materias primas.

En pocas palabras: para 2015 los combustibles fósiles pueden costar bastante más que ahora. En el último año los precios de todos los combustibles fósiles han aumentado más de un 15%, con el carbón a la cabeza: a principios de julio costaba un 60% más que un año antes.

Ante lo que se nos avecina, en términos de precios de la energía, ¿cómo estamos y qué podemos hacer en España? En el sector eléctrico peninsular se han hecho bastante bien las cosas, ya que en diez años se ha reducido la generación con petróleo de un 7% a menos de un 1% y la generación con carbón de casi un 40% a menos del 10%. En su lugar se han utilizado energías renovables, especialmente eólica, además de gas. En los próximos cinco años la apuesta por estas tecnologías va a resultar un seguro de vida contra las turbulencias que se avecinan en los mercados energéticos mundiales.

La energía eólica ha tenido un rol fundamental en el cambio del mix energético del sector eléctrico español. En cinco años, desde 2004 a 2009, ha duplicado su aportación a la cobertura de la demanda eléctrica, hasta alcanzar casi el 14% del total el año pasado. Durante el pasado invierno (que es la época del año cuando se producen los máximos de consumo, entre noviembre y marzo) la eólica produjo más del 20% de la electricidad demandada durante el 57% de los días, más de un 15% durante un 75% de los días, y sólo produjo menos de un 5% dos días (ambos con más de un 4% de aportación).

Si a la aportación eólica se añade el buen invierno hidráulico que hemos tenido en España, no es de extrañar que los precios de la electricidad en el mercado español hayan sido de los más bajos registrados nunca para estos meses, por debajo de los 35 €/MWh, y con un nuevo mínimo mensual en marzo, de 19,62 € el megavatio eléctrico. Ha sido tal el abaratamiento del coste del mercado español –gracias en gran parte a la energía eólica-, que a los habituales mercados de exportación eléctrica de España, Portugal y Marruecos, se le ha sumado Francia. A todo esto hay que añadir que, al no tener costes de combustibles, las energías renovables no sufren incrementos en su coste de generación a lo largo de su vida útil, cosa que sí que ocurre con las instalaciones que queman combustibles fósiles. Además, al no tener emisiones, tampoco tienen que pagar por sus emisiones de CO2.

El valor de la apuesta española por las renovables va a hacerse evidente en los próximos cinco años, cuando los mercados internacionales de recursos fósiles vuelvan a una marcada senda alcista. Basta recordar que en 2008 el coste de los combustibles fósiles hizo subir tanto el precio del mercado eléctrico español (el año terminó con un precio medio de 60€/MWh), que el 60% de las horas la eólica no necesitó recibir primas porque el coste del mercado estaba por encima de éstas.

En este contexto, ¿parece sensato volver la vista atrás cuando los combustibles fósiles no pueden ofrecernos ya más que desventajas? Sin embargo, España es líder en energías renovables, especialmente en eólica, lo que sí supone una clara ventaja. ¿No parece éste un motivo más que suficiente para que el Gobierno apueste por un sector, el eólico, que es fundamental para la seguridad energética del país y para el crecimiento de su economía?

La única forma de alcanzar un 20% de energías renovables en 2020, como exige la Directiva 2020, es manteniendo una firme política de apoyo a estas energías. Para que la eólica siga siendo un pilar de la seguridad energética en España, es necesario un marco regulatorio que favorezca la financiación de los parques, que les asegure una rentabilidad razonable para que siga siendo atractivo invertir en España y los inversores no se vayan a otros países. En definitiva, un nuevo marco regulatorio que refrende la historia de éxito de la industria eólica española y que permita alcanzar los objetivos del 2020 sería una excelente noticia para la economía de este país.

Energías renovables y su potencial para la creación de empleo más cualificado

De esos diez sectores, los de construcción, turismo y transporte, son ramas productivas que actualmente tienen un gran peso en la economía española y que es imprescindible que continúen siendo puntales en los próximos años, pero reorientando y redimensionando sus productos y procesos productivos para lograr esa triple sostenibilidad.

Además de estos tres sectores que requieren cambios importantes, en el trabajo de IDEAS hemos seleccionado otros siete sectores de futuro, que entendemos tienen un alto potencial de crecimiento, tanto en términos de generación de empleo como de valor añadido. Esos siete sectores son: energías renovables, eco-industrias, tecnologías de la
información y la comunicación, biotecnología, industria aeroespacial, industrias culturales y servicios sociales
. Nuestro informe concluye que, en conjunto, estos diez sectores pueden generar hasta 2025 en torno a 3,1 millones de empleos nuevos.

Me ceñiré aquí al sector de las energías renovables. Éstas han experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años en todo el mundo y, en particular, en España. Sin embargo, si bien algunas tecnologías han alcanzado un elevado grado de desarrollo (eólica, solar, biocarburantes), otras aún se hallan en fases iniciales. En España, cuatro factores han contribuido de manera decisiva a ese despegue: el fuerte crecimiento del consumo energético a nivel mundial, el agotamiento de los recursos energéticos tradicionales, el cambio climático y la alta dependencia energética del exterior.

Aparte del ahorro y la eficiencia energética, la sustitución de fuentes energéticas convencionales por renovables es vital para lograr un mayor nivel de sostenibilidad. Nuestra propuesta es poner en marcha iniciativas inversoras y regulatorias para llegar a un modelo energético en 2050 donde el cien por cien de la producción proceda de energías renovables.

¿Cuáles son, en resumen, esas medidas?

A nivel internacional, establecer un fuerte compromiso político para que en 2020 el 50% de la producción eléctrica proceda de fuentes renovables, desarrollando de manera paralela el coche eléctrico y toda una red de puntos de recarga. Además, en relación con la lucha contra el cambio climático, Europa debería establecer un objetivo ambicioso y alcanzar el compromiso de un 30% de reducción de emisiones en 2020.

A nivel nacional, recomendamos:

Desarrollar un Sistema de Créditos Personales de Carbono, el cual funcionaría de forma similar al sistema de permisos de emisiones que opera ya en España para las empresas energéticas y las de determinadas actividades industriales. En resumen, se trata de aplicar el principio de «quien contamina, paga», pero perfeccionándolo con el principio de «quien no contamina, recibe». El sistema asignaría a cada hogar en España una cantidad de CO2 permitido por año, de forma que aquellas familias con consumos energéticos por encima de dicha asignación deberían comprar los derechos para ese exceso de emisiones contaminantes. Por el contrario, los que emitan por debajo de su asignación, percibirían ingresos en forma de devolución fiscal.

Reconocer un nuevo derecho de ciudadanía para generar y distribuir electricidad, para que todos los ciudadanos que lo deseen puedan generar su propia electricidad, y utilizarla o venderla a empresas de distribución, dentro de un nuevo modelo de negocio.

Crear Ámbitos Territoriales Libres de Emisiones, que, en resumen, es elegir un territorio de tamaño mediano/pequeño, preferentemente una isla, y declararlo espacio libre de emisiones, con un uso 100% energías renovables.

Promover la instalación de 700.00 techos solares entre 2010 y 2015 mediante subvenciones parciales del coste a la rehabilitación integral de los inmuebles con criterio de eficiencia energética.

Alcanzar el objetivo de dos millones de vehículos eléctricos en 2025, desarrollando al tiempo redes de recarga necesarias.

¿Cuántos empleos pueden generar las renovables aplicando estas medidas?

Un impulso decidido al desarrollo de las energías renovables puede llevar a este sector, que actualmente supone un 0,7% del PIB español, hasta un 2% en 2025. Esto conllevaría una importante creación de nuevos empleos netos que hemos cuantificado en el informe de la Fundación IDEAS.

Por un lado, hay que considerar que las energías renovables son en general más intensivas en mano de obra que las convencionales, en parte porque no han alcanzado aún el grado suficiente de eficiencia en costes y en parte porque, por ahora, la vida útil de las instalaciones de energías renovables es más corta que la de las convencionales. No obstante, al hacer un balance de impacto sobre el empleo, debe tenerse en cuenta que la transición hacia un sistema 100% renovable conllevará también la destrucción de empleo en sectores de energías convencionales, como así se ha considerado en nuestro trabajo.

Según nuestras estimaciones, una transformación del actual sistema energético español a uno basado en 100% renovables supondría la creación de 560.700 empleos directos y 638.000 indirectos en 2050. Considerando factible al menos el 40% de ese objetivo en 2025, entendemos que, partiendo de los 85.000 empleos directos actuales, podríamos llegar hasta 337.000 empleos, lo que supondría la creación, en 15 años, de 252.000 empleos adicionales. De estos nuevos empleos, el perfil de formación que se requerirá es un 32% de trabajadores con estudios superiores, 43% con estudios medios y 25% con estudios primarios.

En conclusión, las cifras sobre creación neta de puestos de trabajo directos en el sector energético muestran que este es un sector estratégico que debemos impulsar, aunque únicamente sea por las oportunidades de creación de empleo para la próxima década. Si a esto le añadimos otras dimensiones, como la diversificación del tejido industrial vinculado a las renovables, la independencia de fuentes de suministro energético, y la contribución a la reducción de emisiones, las energías renovables son una apuesta de futuro para España. Ahora se requiere el esfuerzo de todos para avanzar en ese dirección y consolidar nuestro liderazgo en un área de creciente competencia mundial.

Energías renovables y su potencial para la creación de empleo más cualificado

De esos diez sectores, los de construcción, turismo y transporte, son ramas productivas que actualmente tienen un gran peso en la economía española y que es imprescindible que continúen siendo puntales en los próximos años, pero reorientando y redimensionando sus productos y procesos productivos para lograr esa triple sostenibilidad.

Además de estos tres sectores que requieren cambios importantes, en el trabajo de IDEAS hemos seleccionado otros siete sectores de futuro, que entendemos tienen un alto potencial de crecimiento, tanto en términos de generación de empleo como de valor añadido. Esos siete sectores son: energías renovables, eco-industrias, tecnologías de la
información y la comunicación, biotecnología, industria aeroespacial, industrias culturales y servicios sociales
. Nuestro informe concluye que, en conjunto, estos diez sectores pueden generar hasta 2025 en torno a 3,1 millones de empleos nuevos.

Me ceñiré aquí al sector de las energías renovables. Éstas han experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años en todo el mundo y, en particular, en España. Sin embargo, si bien algunas tecnologías han alcanzado un elevado grado de desarrollo (eólica, solar, biocarburantes), otras aún se hallan en fases iniciales. En España, cuatro factores han contribuido de manera decisiva a ese despegue: el fuerte crecimiento del consumo energético a nivel mundial, el agotamiento de los recursos energéticos tradicionales, el cambio climático y la alta dependencia energética del exterior.

Aparte del ahorro y la eficiencia energética, la sustitución de fuentes energéticas convencionales por renovables es vital para lograr un mayor nivel de sostenibilidad. Nuestra propuesta es poner en marcha iniciativas inversoras y regulatorias para llegar a un modelo energético en 2050 donde el cien por cien de la producción proceda de energías renovables.

¿Cuáles son, en resumen, esas medidas?

A nivel internacional, establecer un fuerte compromiso político para que en 2020 el 50% de la producción eléctrica proceda de fuentes renovables, desarrollando de manera paralela el coche eléctrico y toda una red de puntos de recarga. Además, en relación con la lucha contra el cambio climático, Europa debería establecer un objetivo ambicioso y alcanzar el compromiso de un 30% de reducción de emisiones en 2020.

A nivel nacional, recomendamos:

Desarrollar un Sistema de Créditos Personales de Carbono, el cual funcionaría de forma similar al sistema de permisos de emisiones que opera ya en España para las empresas energéticas y las de determinadas actividades industriales. En resumen, se trata de aplicar el principio de «quien contamina, paga», pero perfeccionándolo con el principio de «quien no contamina, recibe». El sistema asignaría a cada hogar en España una cantidad de CO2 permitido por año, de forma que aquellas familias con consumos energéticos por encima de dicha asignación deberían comprar los derechos para ese exceso de emisiones contaminantes. Por el contrario, los que emitan por debajo de su asignación, percibirían ingresos en forma de devolución fiscal.

Reconocer un nuevo derecho de ciudadanía para generar y distribuir electricidad, para que todos los ciudadanos que lo deseen puedan generar su propia electricidad, y utilizarla o venderla a empresas de distribución, dentro de un nuevo modelo de negocio.

Crear Ámbitos Territoriales Libres de Emisiones, que, en resumen, es elegir un territorio de tamaño mediano/pequeño, preferentemente una isla, y declararlo espacio libre de emisiones, con un uso 100% energías renovables.

Promover la instalación de 700.00 techos solares entre 2010 y 2015 mediante subvenciones parciales del coste a la rehabilitación integral de los inmuebles con criterio de eficiencia energética.

Alcanzar el objetivo de dos millones de vehículos eléctricos en 2025, desarrollando al tiempo redes de recarga necesarias.

¿Cuántos empleos pueden generar las renovables aplicando estas medidas?

Un impulso decidido al desarrollo de las energías renovables puede llevar a este sector, que actualmente supone un 0,7% del PIB español, hasta un 2% en 2025. Esto conllevaría una importante creación de nuevos empleos netos que hemos cuantificado en el informe de la Fundación IDEAS.

Por un lado, hay que considerar que las energías renovables son en general más intensivas en mano de obra que las convencionales, en parte porque no han alcanzado aún el grado suficiente de eficiencia en costes y en parte porque, por ahora, la vida útil de las instalaciones de energías renovables es más corta que la de las convencionales. No obstante, al hacer un balance de impacto sobre el empleo, debe tenerse en cuenta que la transición hacia un sistema 100% renovable conllevará también la destrucción de empleo en sectores de energías convencionales, como así se ha considerado en nuestro trabajo.

Según nuestras estimaciones, una transformación del actual sistema energético español a uno basado en 100% renovables supondría la creación de 560.700 empleos directos y 638.000 indirectos en 2050. Considerando factible al menos el 40% de ese objetivo en 2025, entendemos que, partiendo de los 85.000 empleos directos actuales, podríamos llegar hasta 337.000 empleos, lo que supondría la creación, en 15 años, de 252.000 empleos adicionales. De estos nuevos empleos, el perfil de formación que se requerirá es un 32% de trabajadores con estudios superiores, 43% con estudios medios y 25% con estudios primarios.

En conclusión, las cifras sobre creación neta de puestos de trabajo directos en el sector energético muestran que este es un sector estratégico que debemos impulsar, aunque únicamente sea por las oportunidades de creación de empleo para la próxima década. Si a esto le añadimos otras dimensiones, como la diversificación del tejido industrial vinculado a las renovables, la independencia de fuentes de suministro energético, y la contribución a la reducción de emisiones, las energías renovables son una apuesta de futuro para España. Ahora se requiere el esfuerzo de todos para avanzar en ese dirección y consolidar nuestro liderazgo en un área de creciente competencia mundial.