El sector del carbón está que arde

La situación de asfixia del sector cada vez es mayor y a esto no ayuda la desaparición de 200.000 ó 500.000 toneladas de carbón (según se consulte a fuentes del sector o la prensa local, respectivamente) del Almacén Estratégico Temporal del Carbón (AETC), perteneciente a la minera pública Hunosa y que permanecían almacenadas en los parques de Uminsa y Coto Minero Cantábrico (CMC), ambos propiedad de Victorino Alonso.

Al parecer, el grupo Alonso achacó la ausencia del mineral a las lluvias, que podrían haberse llevado hasta un 10% del «stock». Cada tonelada tiene un coste medio de 70 euros, por lo que el valor del mineral perdido rondaría entre los 14 y los 35 millones de euros, dependiendo de monto realmente desaparecido. Esta es la razón por la que, según el sector, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo habría bloqueado el pago de los 111 millones de euros de ayudas correspondientes al ejercicio 2012.

Ante la polémica surgida, Uminsa y CMC salieron al paso afirmando que tienen capacidad para producir las toneladas extraviadas en el plazo de un mes, por lo que no entienden que se magnifique el problema y se utilice para justificar los retrasos en el pago de las ayudas. Sin embargo, y por esta razón, Hunosa celebrará la próxima semana un consejo de administración extraordinario para abordar la problemática desatada.

En este contexto, tanto la Abogacía del Estado como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), de la que depende Hunosa en su totalidad, estudian acciones legales contra el empresario leonés.

No obstante, el ministro del ramo, José Manuel Soria aseguró que el retraso en el pago se debe a varios factores y no necesariamente a la «desaparición» de esos cientos de miles de toneladas de hulla.

«Existen razones muy poderosas de tipo jurídico que impiden que las ayudas al sector del carbón puedan llevarse a cabo», dijo Soria, si bien aclaró que su departamento «está trabajando para resolver los obstáculos» y que estas partidas se canalicen lo antes posible.

Y es que, según anunció el ministro en el Congreso de los Diputados, «los servicios jurídicos del Estado están haciendo determinadas comprobaciones y en cuanto estén hechas las ayudas se desbloquearán».

Según se sabe, el Ministerio de Industria ha elaborado una propuesta de resolución para la aplicación en 2013 del decreto del carbón en la que reduce en un 20% el volumen, que rondará los 6,6 millones de euros, y la energía del mineral nacional que podrá ser quemado en nueve centrales térmicas a un precio incentivado, que se situará en 18.228 gigavatios hora (GWh). Todo ello permitiría que los costes para el sector en 2013 no superaran los 419 millones de euros, es decir, 75 millones de euros menos con respecto al coste de 493 millones de euros previsto para el decreto en 2012.

Mientras tanto, los sindicatos mineros, a los que el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, convocó a una mesa de negociación en torno a la primera semana de marzo, siguen esperando a que la resolución de restricciones de garantía de suministro se publique la semana entrante en el Boletín Oficial del Estado.

Por otro lado, Nadal anunció que el Gobierno no prorrogará las subvenciones a las empresas propietarias de las centrales térmicas por el uso de carbón nacional y las ayudas a la producción a las compañías mineras, que finalizan en diciembre de 2004, puesto que » no se puede ir más allá».

Además, Soria reiteró que el objetivo del Gobierno es que las explotaciones competitivas de carbón, al margen de que hayan recibido o no ayudas públicas, puedan seguir funcionando a partir del 1 de enero de 2019, en contra del plan europeo. «Es la posición que estamos negociando con Bruselas, pero no sabemos si va a poder ser así o no», y acusó al Gobierno anterior de ser quien decidió que estas explotaciones pudieran cerrarse.

El sector del carbón está que arde

La situación de asfixia del sector cada vez es mayor y a esto no ayuda la desaparición de 200.000 ó 500.000 toneladas de carbón (según se consulte a fuentes del sector o la prensa local, respectivamente) del Almacén Estratégico Temporal del Carbón (AETC), perteneciente a la minera pública Hunosa y que permanecían almacenadas en los parques de Uminsa y Coto Minero Cantábrico (CMC), ambos propiedad de Victorino Alonso.

Al parecer, el grupo Alonso achacó la ausencia del mineral a las lluvias, que podrían haberse llevado hasta un 10% del «stock». Cada tonelada tiene un coste medio de 70 euros, por lo que el valor del mineral perdido rondaría entre los 14 y los 35 millones de euros, dependiendo de monto realmente desaparecido. Esta es la razón por la que, según el sector, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo habría bloqueado el pago de los 111 millones de euros de ayudas correspondientes al ejercicio 2012.

Ante la polémica surgida, Uminsa y CMC salieron al paso afirmando que tienen capacidad para producir las toneladas extraviadas en el plazo de un mes, por lo que no entienden que se magnifique el problema y se utilice para justificar los retrasos en el pago de las ayudas. Sin embargo, y por esta razón, Hunosa celebrará la próxima semana un consejo de administración extraordinario para abordar la problemática desatada.

En este contexto, tanto la Abogacía del Estado como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), de la que depende Hunosa en su totalidad, estudian acciones legales contra el empresario leonés.

No obstante, el ministro del ramo, José Manuel Soria aseguró que el retraso en el pago se debe a varios factores y no necesariamente a la «desaparición» de esos cientos de miles de toneladas de hulla.

«Existen razones muy poderosas de tipo jurídico que impiden que las ayudas al sector del carbón puedan llevarse a cabo», dijo Soria, si bien aclaró que su departamento «está trabajando para resolver los obstáculos» y que estas partidas se canalicen lo antes posible.

Y es que, según anunció el ministro en el Congreso de los Diputados, «los servicios jurídicos del Estado están haciendo determinadas comprobaciones y en cuanto estén hechas las ayudas se desbloquearán».

Según se sabe, el Ministerio de Industria ha elaborado una propuesta de resolución para la aplicación en 2013 del decreto del carbón en la que reduce en un 20% el volumen, que rondará los 6,6 millones de euros, y la energía del mineral nacional que podrá ser quemado en nueve centrales térmicas a un precio incentivado, que se situará en 18.228 gigavatios hora (GWh). Todo ello permitiría que los costes para el sector en 2013 no superaran los 419 millones de euros, es decir, 75 millones de euros menos con respecto al coste de 493 millones de euros previsto para el decreto en 2012.

Mientras tanto, los sindicatos mineros, a los que el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, convocó a una mesa de negociación en torno a la primera semana de marzo, siguen esperando a que la resolución de restricciones de garantía de suministro se publique la semana entrante en el Boletín Oficial del Estado.

Por otro lado, Nadal anunció que el Gobierno no prorrogará las subvenciones a las empresas propietarias de las centrales térmicas por el uso de carbón nacional y las ayudas a la producción a las compañías mineras, que finalizan en diciembre de 2004, puesto que » no se puede ir más allá».

Además, Soria reiteró que el objetivo del Gobierno es que las explotaciones competitivas de carbón, al margen de que hayan recibido o no ayudas públicas, puedan seguir funcionando a partir del 1 de enero de 2019, en contra del plan europeo. «Es la posición que estamos negociando con Bruselas, pero no sabemos si va a poder ser así o no», y acusó al Gobierno anterior de ser quien decidió que estas explotaciones pudieran cerrarse.

Fernando Marti Scharfhausen, el hombre que siempre cae de pie

El hombre que dejó lívidos a los diputados en su primera intervención en la Comisión de Industria del Congreso a cuenta de los Presupuestos Generales 2012, hace unos meses, hace sus maletas hacia un destino mejor. Será nombrado Presidente del Consejo de Seguridad Nuclear por seis años. Sus compañeros populares, sorprendidos incluso por esa intervención (pero ilusionados con su destino visto en carne propia), apoyaron ayer su nombramiento cocinado en el Gobierno en una comparecencia laudatoria que bordeaba los Libros de Cánticos que se venden junto a los que desarrollan el Principio de Peter.

Sea por sus conexiones con el todopoderoso Opus Dei (nunca ocultadas por el mismo, por otra parte), sea por su capacidad de estar en el momento oportuno y en el lugar oportuno, Fernando Marti ha hecho una especie de “crowdsourfing” político buscando padrinazgos por todos para conseguir recalar de forma inconsciente en el Consejo de Seguridad Nuclear con el cargo de presidente para seis años
(el crowdsourfing es un procedimiento de financiación de una obra artística a partir de aportaciones conseguidas en la red).

Marti Scharfhausen es también consciente de que la forma de hacer política en este Ejecutivo y la mejor forma de escamotearse, saliendo beneficiado de la famosa crisis de gobierno anunciada, era salir antes que los demás, lo que posibilitaba el procedimiento de la patada hacia arriba, pese a su trayectoria.

Eso con el telón de fondo de la distribución de papeles y puestos en la oligarquía política española, cada vez más hermética y que, además, se considera detentadora del derecho de pernada institucional que se ve evidenciado con este nombramiento, además de constatar que el Partido Popular tiene pocos recambios de nivel.

El segundo cambio relevante es el que afecta al consejo de Seguridad Nuclear con el nombramiento como consejera de Cristina Narbona, activista antinuclear, cuya vinculación con Jorge Fabra y José Borrell (Abengoa) perfila un nuevo Consejo de Seguridad Nuclear fuertemente ideologizado y correa de transmisión de instrucciones de corte político, con tendencia a sacar los pies del tiesto y meterse en cuestiones que van más allá de la seguridad nuclear propiamente.

Y queda para secreto de sumario el «traje a la medida» construido a Inmaculada Gutiérrez como candidata a secretaria de Estado de Energía. Según narraba El Confidencial, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (por otra parte, una aliada natural de José Manuel Soria) se opuso a este nombramiento en el último Consejo de Ministros por considerarla comisaria política del PSOE en la CNC y por sus comportamientos sectarios en este organismo de la mano del triángulo formado entre ella, Pilar Sánchez y Luis Berenguer.

Y las preguntas son: ¿quién promovió a Inmaculda Gutiérrez y tenía interés en su colocación al frente de la Secretaría de Estado de Energía en sustitución de Marti Scharfhausen? ¿Quién proporcionó información minuciosa sobre su comportamiento a la vicepresidenta del Gobierno construyendo un sólido argumento político que utilizar como ariete contra esta candidata? ¿Quién pensó que José Manuel Soria iba a ceder ese espacio de poder al frente de la energía donde necesita a alguien muy fiel?

Delirantes, extravagantes, imposibles e improbables

Ya nos habíamos acostumbrado a la falta de credibilidad de las revisiones tarifarias que presentaban las sucesivas administraciones energéticas. De hecho, partían de un supuesto torcido y aceptado de manera consuetudinaria: eran de opereta para dar más o menos impresión de cumplir con las formas, tanto en lo que se refiere a los proyectos remitidos, como al proceso y trámite de consulta, para la CNE, así como para los miembros del Consejo Consultivo de la Electricidad y del Gas que eran directamente ninguneados. Eso no quiere decir que no tuviesen consecuencias para los sectores eléctricos, gasistas y para la economía española. De hecho, ahí tenemos el déficit tarifario acumulado que lo atestigua.

Estábamos casi acostumbrados a que, de manera automática a su conversión en orden Ministerial vía aprobación, fueran impugnadas por su ilegalidad manifiesta y ostensible, con fallos incontrovertibles de la justicia. A que los tribunales dictaran su ilegalidad, sin necesidad de hacer interpretaciones muy refinadas de la normativa vigente porque cuestionaban que eran insuficientes y que no sumaban. Quizá, lo más sorprendente es como el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, ha ido, sucesivamente, rizando el rizo de los mecanismos para introducir trampas en la elaboración de las mismas, sin ningún rubor, cada vez más burdas y evidentes.

Del déficit «ex post» al déficit tarifario «ex ante». Y, de ahí, a las estimaciones que no guardan ni las formas mínimas para proporcionar una credibilidad a las autoridades energéticas españolas. Seguramente que el ministro Soria dirá, que ni falta que les hace porque ha pasado a ser un proceso de escenificación. Puede que el Ministerio de Industria considere que esto de las tarifas eléctricas es el último trance para salir del paso antes de la liberalización del mercado minorista y que pase este cáliz cuanto antes y a partir de ahí, con el Cafarnaúm que se quede, ya lidiará el que venga detrás.

La estimación de demanda contenida en las tarifas para el año 2013 es, sencillamente, increíble y así un número importante de partidas inverosímiles. La congelación de los peajes de acceso con un déficit procedente de 2012 inasumible. Los peajes progresivos por consumo inaplicables. Los trasvases e ingresos extraordinarios totalmente una evanescencia, los sistemas extrapensinsulares sin atención desde los Presupuestos y un largo etcétera que habrá que trocear en los próximos días.

Imaginemos como pudo ser el día que llegó José Manuel Soria a las dependencias de su departamento para encargar su elaboración, después de coleccionar declaraciones contradictorias en los medios de comunicación sobre pagos por interrumpibilidad, tarifas de acceso, parte regulada del recibo, impuestos a la generación, nuclear, traslación fiscal a Portugal de los impuestos españoles, progresividad del consumo, etc… Imaginemos como llamó a los técnicos de la Dirección General de Energía, a través de su jefe de Gabinete, Alberto Grangel, o incluso directamente y les ordenó que hicieran lo coincidente con todo lo dicho y declarado hasta el momento de su boca, en su tendencia a la telegenia, más que a sentarse a estudiar, conocer y gestionar los problemas. ¿Qué sucedió ese día de ese hágase?

Lo que sí sabemos es su resultado. Pues aquí lo tienen y veremos lo que puede hacer o que dice la CNE de semejante pastiche.

Delirantes, extravagantes, imposibles e improbables

Ya nos habíamos acostumbrado a la falta de credibilidad de las revisiones tarifarias que presentaban las sucesivas administraciones energéticas. De hecho, partían de un supuesto torcido y aceptado de manera consuetudinaria: eran de opereta para dar más o menos impresión de cumplir con las formas, tanto en lo que se refiere a los proyectos remitidos, como al proceso y trámite de consulta, para la CNE, así como para los miembros del Consejo Consultivo de la Electricidad y del Gas que eran directamente ninguneados. Eso no quiere decir que no tuviesen consecuencias para los sectores eléctricos, gasistas y para la economía española. De hecho, ahí tenemos el déficit tarifario acumulado que lo atestigua.

Estábamos casi acostumbrados a que, de manera automática a su conversión en orden Ministerial vía aprobación, fueran impugnadas por su ilegalidad manifiesta y ostensible, con fallos incontrovertibles de la justicia. A que los tribunales dictaran su ilegalidad, sin necesidad de hacer interpretaciones muy refinadas de la normativa vigente porque cuestionaban que eran insuficientes y que no sumaban. Quizá, lo más sorprendente es como el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, ha ido, sucesivamente, rizando el rizo de los mecanismos para introducir trampas en la elaboración de las mismas, sin ningún rubor, cada vez más burdas y evidentes.

Del déficit «ex post» al déficit tarifario «ex ante». Y, de ahí, a las estimaciones que no guardan ni las formas mínimas para proporcionar una credibilidad a las autoridades energéticas españolas. Seguramente que el ministro Soria dirá, que ni falta que les hace porque ha pasado a ser un proceso de escenificación. Puede que el Ministerio de Industria considere que esto de las tarifas eléctricas es el último trance para salir del paso antes de la liberalización del mercado minorista y que pase este cáliz cuanto antes y a partir de ahí, con el Cafarnaúm que se quede, ya lidiará el que venga detrás.

La estimación de demanda contenida en las tarifas para el año 2013 es, sencillamente, increíble y así un número importante de partidas inverosímiles. La congelación de los peajes de acceso con un déficit procedente de 2012 inasumible. Los peajes progresivos por consumo inaplicables. Los trasvases e ingresos extraordinarios totalmente una evanescencia, los sistemas extrapensinsulares sin atención desde los Presupuestos y un largo etcétera que habrá que trocear en los próximos días.

Imaginemos como pudo ser el día que llegó José Manuel Soria a las dependencias de su departamento para encargar su elaboración, después de coleccionar declaraciones contradictorias en los medios de comunicación sobre pagos por interrumpibilidad, tarifas de acceso, parte regulada del recibo, impuestos a la generación, nuclear, traslación fiscal a Portugal de los impuestos españoles, progresividad del consumo, etc… Imaginemos como llamó a los técnicos de la Dirección General de Energía, a través de su jefe de Gabinete, Alberto Grangel, o incluso directamente y les ordenó que hicieran lo coincidente con todo lo dicho y declarado hasta el momento de su boca, en su tendencia a la telegenia, más que a sentarse a estudiar, conocer y gestionar los problemas. ¿Qué sucedió ese día de ese hágase?

Lo que sí sabemos es su resultado. Pues aquí lo tienen y veremos lo que puede hacer o que dice la CNE de semejante pastiche.

Agitación necesaria frente al proyecto de Ley

Si, una vez celebrada la rueda de prensa en la que Soraya Saénz de Santamaría y José Manuel Soria presentaron el bodrio del Anteproyecto de Ley de medidas fiscales en materia medioambiental y sostenibilidad energética (ni medioambiental, ni sostenible), hubiéramos asentido obedientemente con su contenido y comulgado con sus postulados, hoy seríamos cómplices de sus consecuencias nefastas para las empresas, para el sector energético, para la aplicación de la liberalización y las directivas comunitarias, para el mercado de generación, para las centrales nucleares, para Garoña, para la inversión, los grandes consumidores, la industria, la seguridad de suministro, para los consumidores, para la sociedad española…, y hasta para los portugueses.

Comprobar, recopilar, explicitar todas estas consecuencias, aportar con minuciosidad su efecto y trasladarlo con meridiana claridad para hacer un debate informado más allá de las consignas políticas, era más que necesario en estos momentos, trascendiendo de la voluntad de la comunicación política de dar el Anteproyecto como una supuesta solución al problema del déficit tarifario. Y, precisaba que se desnudara completamente y se pudiera observar que no quedaba claro ni el destino de esos ingresos fiscales, como ha quedado patente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2013, que sigue enviando los costes extrapeninsulares a la tarifa y las primas siguen intactas donde estaban. Nada de nada.

Y, todo esto, añadido a los componentes y comportamientos políticos asociados a todo el trámite de este Anteproyecto de Ley, episódico y como una comedia bárbara. Y que son relevantes. Desde el agujero de la Secretaría de Estado, el conflicto Soria-Montoro, al protagonismo casi mesiánico de José Manuel Soria en una escalada de actuaciones circulares peligrosísima. Desplegar la inquietud, la conciencia, la consciencia y la agitación sobre este escenario, era muy necesario.

Es una responsabilidad, por tanto, que el Parlamento sepa lo que hace y en qué problemas se mete con este Proyecto de Ley que le han despachado para que aplique la disciplina de partido. Energía Diario ha querido trasladar y promover este conocimiento con su máxima intensidad, destapando todas esas trampas del Anteproyecto, mal llamado reforma, por algunos, para hacer recapacitar sobre sus consecuencias, incluso promoviendo su necesaria retirada, uniendo las visiones económicas y expertas.

Así, el torrente de críticas que ha recibido la reforma energética, incluye desde las críticas retroprogresivas hasta las posiciones que promueven la necesidad de un mix energético, barato, competitivo, guay y, eso sí, con muchas renovables y no liberalizado, por asumir los postulados retroprogresivos en su versión más buenista prorrenovables muy retribuidas a cualquier precio (atentos al silencio de la termosolar ante este proyecto de Ley y a su forma de aceptación).

Entonces, llegan explicaciones de lo más esotérico. Echémosle la culpa a la liberalización del sector eléctrico para achacar la subida del coste del suministro por el déficit tarifario, para seguir ocultando tenazmente el efecto de los costes regulados y de las primas a las tecnologías más retribuidas, como fuente de distorsión y el estropicio de la liberalización, combinando decisiones políticas discrecionales en las tarifas de acceso, junto con el control artificial de precios.

Y, el problema, desde los sectores retroprogresivos, no son las actuaciones que determinan los costes regulados y las primas. De hecho su pretensión real es volver a la fijación de la retribución por tecnología, como una estratagema para mantener la dinámica de las clases extractivas de nuestra economía y no de los mercados como mecanismos de eficiencia. A la vez, y mientras tanto, las primas crecen anualmente, desbocadas, a ritmos del 25%, el déficit tarifario para 2012 se dispara, el mercado de generación español está entre los que ofrece precios de equilibrio más bajos y, ¡el problema es, supuestamente, la liberalización!

Esa es la tesis que sostuvo ayer Jose Ignacio San Miguel de UGT en Cinco Días, aunque lo positivo del artículo es que no oculta el problema que le atañe como organización: la deslocalización industrial. Así, también, se pueden leer los anuncios insertados en la prensa nacional en estos días por las distintas industrias y asociaciones sectoriales ante los efectos de esta Ley.

Y, entre tanto, se escamotea que el problema son las decisiones políticas que se han encargado de sabotearla y crear este problema inaudito. Y desde las instancias supuestamente representativas, todo el mundo tocando como la orquesta del Titanic para mantener el sistema de retribución por primas a las tecnologías más fuertemente retribuidas, para evitar hacer un correcto diagnóstico y hacer lo que procede. Delirante.

Agitación necesaria frente al proyecto de Ley

Si, una vez celebrada la rueda de prensa en la que Soraya Saénz de Santamaría y José Manuel Soria presentaron el bodrio del Anteproyecto de Ley de medidas fiscales en materia medioambiental y sostenibilidad energética (ni medioambiental, ni sostenible), hubiéramos asentido obedientemente con su contenido y comulgado con sus postulados, hoy seríamos cómplices de sus consecuencias nefastas para las empresas, para el sector energético, para la aplicación de la liberalización y las directivas comunitarias, para el mercado de generación, para las centrales nucleares, para Garoña, para la inversión, los grandes consumidores, la industria, la seguridad de suministro, para los consumidores, para la sociedad española…, y hasta para los portugueses.

Comprobar, recopilar, explicitar todas estas consecuencias, aportar con minuciosidad su efecto y trasladarlo con meridiana claridad para hacer un debate informado más allá de las consignas políticas, era más que necesario en estos momentos, trascendiendo de la voluntad de la comunicación política de dar el Anteproyecto como una supuesta solución al problema del déficit tarifario. Y, precisaba que se desnudara completamente y se pudiera observar que no quedaba claro ni el destino de esos ingresos fiscales, como ha quedado patente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2013, que sigue enviando los costes extrapeninsulares a la tarifa y las primas siguen intactas donde estaban. Nada de nada.

Y, todo esto, añadido a los componentes y comportamientos políticos asociados a todo el trámite de este Anteproyecto de Ley, episódico y como una comedia bárbara. Y que son relevantes. Desde el agujero de la Secretaría de Estado, el conflicto Soria-Montoro, al protagonismo casi mesiánico de José Manuel Soria en una escalada de actuaciones circulares peligrosísima. Desplegar la inquietud, la conciencia, la consciencia y la agitación sobre este escenario, era muy necesario.

Es una responsabilidad, por tanto, que el Parlamento sepa lo que hace y en qué problemas se mete con este Proyecto de Ley que le han despachado para que aplique la disciplina de partido. Energía Diario ha querido trasladar y promover este conocimiento con su máxima intensidad, destapando todas esas trampas del Anteproyecto, mal llamado reforma, por algunos, para hacer recapacitar sobre sus consecuencias, incluso promoviendo su necesaria retirada, uniendo las visiones económicas y expertas.

Así, el torrente de críticas que ha recibido la reforma energética, incluye desde las críticas retroprogresivas hasta las posiciones que promueven la necesidad de un mix energético, barato, competitivo, guay y, eso sí, con muchas renovables y no liberalizado, por asumir los postulados retroprogresivos en su versión más buenista prorrenovables muy retribuidas a cualquier precio (atentos al silencio de la termosolar ante este proyecto de Ley y a su forma de aceptación).

Entonces, llegan explicaciones de lo más esotérico. Echémosle la culpa a la liberalización del sector eléctrico para achacar la subida del coste del suministro por el déficit tarifario, para seguir ocultando tenazmente el efecto de los costes regulados y de las primas a las tecnologías más retribuidas, como fuente de distorsión y el estropicio de la liberalización, combinando decisiones políticas discrecionales en las tarifas de acceso, junto con el control artificial de precios.

Y, el problema, desde los sectores retroprogresivos, no son las actuaciones que determinan los costes regulados y las primas. De hecho su pretensión real es volver a la fijación de la retribución por tecnología, como una estratagema para mantener la dinámica de las clases extractivas de nuestra economía y no de los mercados como mecanismos de eficiencia. A la vez, y mientras tanto, las primas crecen anualmente, desbocadas, a ritmos del 25%, el déficit tarifario para 2012 se dispara, el mercado de generación español está entre los que ofrece precios de equilibrio más bajos y, ¡el problema es, supuestamente, la liberalización!

Esa es la tesis que sostuvo ayer Jose Ignacio San Miguel de UGT en Cinco Días, aunque lo positivo del artículo es que no oculta el problema que le atañe como organización: la deslocalización industrial. Así, también, se pueden leer los anuncios insertados en la prensa nacional en estos días por las distintas industrias y asociaciones sectoriales ante los efectos de esta Ley.

Y, entre tanto, se escamotea que el problema son las decisiones políticas que se han encargado de sabotearla y crear este problema inaudito. Y desde las instancias supuestamente representativas, todo el mundo tocando como la orquesta del Titanic para mantener el sistema de retribución por primas a las tecnologías más fuertemente retribuidas, para evitar hacer un correcto diagnóstico y hacer lo que procede. Delirante.

Bondades de la disciplina germánica

Ayer conocíamos por los medios de comunicación (se puede ver en el vídeo de nuestra portada y también en el siguiente vídeo de Energía Tube) que en Alemania se va a producir un fuerte crecimiento del precio de la electricidad que pagan los consumidores con motivo del cambio del mix de generación decretado por Angela Merkel, para sustituir la tecnología nuclear. Era algo que se veía venir en la medida en que los cierres previstos desde que se produjo este anuncio se han ido produciendo con cierto retraso.

Podemos extraer lecciones de esta noticia, que nos llega desde fuera de nuestras fronteras:

A los alemanes, nos les duelen prendas a la hora de subir la factura de la luz y asumir políticamente su efecto.

En Alemania, hay una correlación entre las decisiones políticas y el precio del suministro. Por tanto trasladan a los consumidores las consecuencias de la política con inmediatez, sin necesidad de transferírselo temporalmente a gobiernos posteriores.

– Explican que la subida se produce por un cambio en el mix de generación, que va incrementar notablemente el coste por aumentar su cuota renovable.

Es posible que tengan un problema de subsidios cruzados entre los distintos tipos de consumidores (domésticos e industrias). Sistema de subsidios cruzados que es posible que, en presencia de esta subida de la electricidad, sea insuficiente para mantener las industrias en territorio germano.

El mercado, el sistema empresarial y los mecanismos económicos (la correlación entre coste de suministro y factura) no se cuestionan, se asumen.

Podemos aprender respectivas contralecciones para el caso español, comparativamente:

En España, la correlación entre las decisiones políticas y el precio del suministro no existen. No se traslada al precio del suministro, las consecuencias de las decisiones políticas con inmediatez se trasladan hacia los gobiernos sucesivos. Los mecanismos de administración de nueva potencia renovable según qué tecnologías, tipo termosolar y fotovoltaica, fueron la rechufla en manos de la Administración Central y Autonómicas y de un sistema de primas generoso y descontrolado, a cualquier precio, con una visión buenista de la realidad.

– Por la vía de la tarifa (o si se produjera su traslado a los Presupuestos Generales del Estado) a los españoles no se les quiere contar que el precio de la electricidad debe subir por las mayores primas a las renovables. Ya son 8.000 millones y el ritmo de crecimiento de su montante va al 25% anual. Se escamotean las causas y lo que es peor se distorsionan los orígenes de la misma.

Los productores renovables de las tecnologías más caras alientan la no subida de tarifas y la expropiación fiscal del mercado. El gobierno cae en sus fauces.

El mercado, lo empresarial, lo sectorial se cuestionan de forma maniquea.

Los mecanismos económicos se pervierten y se maquillan para mantener un modelo beatífico de crecimiento de primas a las renovables.

El efecto sobre la industria, la competitividad y los consumidores en España se pretende paliar, irónicamente, una vez tomadas las decisiones anteriores, tanto de mix de generación como de primas, y se alambican y estropean sucesivamente los mecanismos regulatorios para conseguirlo.

Los alemanes conocen a la percepción el «trade off» entre precio de la energía y sus efectos sobre competitividad del país, las empresas y empieza el debate alrededor de los subsidios cruzados con toda crudeza. Alemania hasta el momento tiene un cierto crecimiento económico, que está empezando a ralentizarse por la caída del consumo en los países rescatados y rescatables. España, por su parte, está en una fuerte recesión con un 25% de paro.

Veamos pues, cómo podría escucharse una noticia correspondiente a nuestro país, tal y como le puede llegar a Angela Merkel, si no existieran tantos filtros de distorsión:

Seis nuevos impuestos a la generación de electricidad en España por la deuda eléctrica acumulada porque los españoles no conocen los precios reales de su suministro

España fijará unos nuevos impuestos a la generación eléctrica y específicos a la generación hidráulica y nuclear según un proyecto de Ley del Gobierno español. Parece ser que el Gobierno español le llama a esta ley de «medidas en materia de fiscalidad medioambiental y para la sostenibilidad energética», aunque se ceba en las tecnologías no emisoras y afectará a la seguridad de suministro, al mix de generación, incrementará fuertemente los costes a las industrias españolas con amenazas ciertas de deslocalización de los grandes consumidores. También habrá un efecto de traslado a los consumidores y a la inversión. Incluso puede afectar al precio de la electricidad y al comercio de energía con Portugal y Francia.

Los gobiernos sucesivos han ido aplazando las subidas de electricidad en el pasado por temores políticos, generando una deuda a largo plazo de 24.000 millones de euros, derivada de un suministro corriente denominada déficit tarifario. Para ello, han ido adaptando las tarifas de acceso en las revisiones trimestrales que son las que recogen los costes regulados y las tarifas, con un mero análisis político, de opinión pública y de coste electoral. De hecho, este año el déficit alcanzará casi los 5.000 millones de euros y el Gobierno ha decidido congelar la tarifa del cuatro trimestre.

Para paliar esta situación, el Gobierno actual prefiere poner impuestos a la generación en vez de atacar los costes regulados y las primas para reducir la factura. En este período, las primas han escalado hasta los 8.200 millones de euros al año, en tasas anuales de crecimiento superiores al 40%. Además los gobiernos han decretado crecimientos de potencia termosolar y fotovoltaica que multiplican las previsiones de los Planes de Energías Renovables, hasta triplicarlas o quintuplicarlas. Son las tecnologías más primadas y perciben entre 270 euros MWh y 280 euros MWh de subvención, pero los gobiernos han tratado de esconder el origen de este desfase y ahora lo quieren distribuir con arreglo a criterios políticos de las élites extractivas del país, aunque sus efectos fiscales se ramifiquen por los sectores energéticos y la economía, afectando la seguridad jurídica, regulatoria y empresarial.

Un grupo de correligionarios retroprogresivos, (con miembros del Gobierno asesorados directamente por las empresas con intereses en las tecnologías más primadas) dan cobertura a esta postura: consideran que hay que abolir el mercado, introducen falsedades no demostradas periódicamente sobre su funcionamiento, tratan de olvidarse y esquivar el modelo liberalizado (uno de los más baratos de Europa hasta que se anunciaron estos nuevos impuestos), de la aditividad de la tarifa de acuerdo al coste del suministro, para abstraerse de forma inconsciente e indolente del crecimiento de las primas. Se trata de promover la transferencia de ingresos entre tecnologías, mediante la determinación de precios intervenidos o de impuestos discrecionales y diferenciales, que recaigan sobre los accionistas de las empresas eléctricas, fundamentalmente. Todo ello para garantizar la forma de generación de plusvalía de las élites extractoras de rentas.

La ley se encuentra actualmente en el Congreso y desde que se anunció la misma el escenario ha cambiado enormemente para el Gobierno, pese a que tiene capacidad para ejercer el rodillo el Partido Popular en el Parlamento”.

Esperemos que la señora Merkel y los hombres de negro de la Unión Europea, en el precio al rescate, analicen y conozcan correctamente el origen de estos 20.000 millones de euros de déficit tarifario que tienen un tratamiento asimilado a la deuda pública y, por tanto, forma parte de la deuda de nuestro país. Y que conozcan el mecanismo propuesto para su «solución» (cosa que tampoco está muy clara). De cómo se escamotean los datos, los mecanismos económicos, se distorsionan y se cuestionan los mercados, la forma en que se genera su monto galopante. Y lo que somos capaces de hacer para enmascarar la realidad. Para que vean cómo las gastamos en España.

Bondades de la disciplina germánica

Ayer conocíamos por los medios de comunicación (se puede ver en el vídeo de nuestra portada y también en el siguiente vídeo de Energía Tube) que en Alemania se va a producir un fuerte crecimiento del precio de la electricidad que pagan los consumidores con motivo del cambio del mix de generación decretado por Angela Merkel, para sustituir la tecnología nuclear. Era algo que se veía venir en la medida en que los cierres previstos desde que se produjo este anuncio se han ido produciendo con cierto retraso.

Podemos extraer lecciones de esta noticia, que nos llega desde fuera de nuestras fronteras:

A los alemanes, nos les duelen prendas a la hora de subir la factura de la luz y asumir políticamente su efecto.

En Alemania, hay una correlación entre las decisiones políticas y el precio del suministro. Por tanto trasladan a los consumidores las consecuencias de la política con inmediatez, sin necesidad de transferírselo temporalmente a gobiernos posteriores.

– Explican que la subida se produce por un cambio en el mix de generación, que va incrementar notablemente el coste por aumentar su cuota renovable.

Es posible que tengan un problema de subsidios cruzados entre los distintos tipos de consumidores (domésticos e industrias). Sistema de subsidios cruzados que es posible que, en presencia de esta subida de la electricidad, sea insuficiente para mantener las industrias en territorio germano.

El mercado, el sistema empresarial y los mecanismos económicos (la correlación entre coste de suministro y factura) no se cuestionan, se asumen.

Podemos aprender respectivas contralecciones para el caso español, comparativamente:

En España, la correlación entre las decisiones políticas y el precio del suministro no existen. No se traslada al precio del suministro, las consecuencias de las decisiones políticas con inmediatez se trasladan hacia los gobiernos sucesivos. Los mecanismos de administración de nueva potencia renovable según qué tecnologías, tipo termosolar y fotovoltaica, fueron la rechufla en manos de la Administración Central y Autonómicas y de un sistema de primas generoso y descontrolado, a cualquier precio, con una visión buenista de la realidad.

– Por la vía de la tarifa (o si se produjera su traslado a los Presupuestos Generales del Estado) a los españoles no se les quiere contar que el precio de la electricidad debe subir por las mayores primas a las renovables. Ya son 8.000 millones y el ritmo de crecimiento de su montante va al 25% anual. Se escamotean las causas y lo que es peor se distorsionan los orígenes de la misma.

Los productores renovables de las tecnologías más caras alientan la no subida de tarifas y la expropiación fiscal del mercado. El gobierno cae en sus fauces.

El mercado, lo empresarial, lo sectorial se cuestionan de forma maniquea.

Los mecanismos económicos se pervierten y se maquillan para mantener un modelo beatífico de crecimiento de primas a las renovables.

El efecto sobre la industria, la competitividad y los consumidores en España se pretende paliar, irónicamente, una vez tomadas las decisiones anteriores, tanto de mix de generación como de primas, y se alambican y estropean sucesivamente los mecanismos regulatorios para conseguirlo.

Los alemanes conocen a la percepción el «trade off» entre precio de la energía y sus efectos sobre competitividad del país, las empresas y empieza el debate alrededor de los subsidios cruzados con toda crudeza. Alemania hasta el momento tiene un cierto crecimiento económico, que está empezando a ralentizarse por la caída del consumo en los países rescatados y rescatables. España, por su parte, está en una fuerte recesión con un 25% de paro.

Veamos pues, cómo podría escucharse una noticia correspondiente a nuestro país, tal y como le puede llegar a Angela Merkel, si no existieran tantos filtros de distorsión:

Seis nuevos impuestos a la generación de electricidad en España por la deuda eléctrica acumulada porque los españoles no conocen los precios reales de su suministro

España fijará unos nuevos impuestos a la generación eléctrica y específicos a la generación hidráulica y nuclear según un proyecto de Ley del Gobierno español. Parece ser que el Gobierno español le llama a esta ley de «medidas en materia de fiscalidad medioambiental y para la sostenibilidad energética», aunque se ceba en las tecnologías no emisoras y afectará a la seguridad de suministro, al mix de generación, incrementará fuertemente los costes a las industrias españolas con amenazas ciertas de deslocalización de los grandes consumidores. También habrá un efecto de traslado a los consumidores y a la inversión. Incluso puede afectar al precio de la electricidad y al comercio de energía con Portugal y Francia.

Los gobiernos sucesivos han ido aplazando las subidas de electricidad en el pasado por temores políticos, generando una deuda a largo plazo de 24.000 millones de euros, derivada de un suministro corriente denominada déficit tarifario. Para ello, han ido adaptando las tarifas de acceso en las revisiones trimestrales que son las que recogen los costes regulados y las tarifas, con un mero análisis político, de opinión pública y de coste electoral. De hecho, este año el déficit alcanzará casi los 5.000 millones de euros y el Gobierno ha decidido congelar la tarifa del cuatro trimestre.

Para paliar esta situación, el Gobierno actual prefiere poner impuestos a la generación en vez de atacar los costes regulados y las primas para reducir la factura. En este período, las primas han escalado hasta los 8.200 millones de euros al año, en tasas anuales de crecimiento superiores al 40%. Además los gobiernos han decretado crecimientos de potencia termosolar y fotovoltaica que multiplican las previsiones de los Planes de Energías Renovables, hasta triplicarlas o quintuplicarlas. Son las tecnologías más primadas y perciben entre 270 euros MWh y 280 euros MWh de subvención, pero los gobiernos han tratado de esconder el origen de este desfase y ahora lo quieren distribuir con arreglo a criterios políticos de las élites extractivas del país, aunque sus efectos fiscales se ramifiquen por los sectores energéticos y la economía, afectando la seguridad jurídica, regulatoria y empresarial.

Un grupo de correligionarios retroprogresivos, (con miembros del Gobierno asesorados directamente por las empresas con intereses en las tecnologías más primadas) dan cobertura a esta postura: consideran que hay que abolir el mercado, introducen falsedades no demostradas periódicamente sobre su funcionamiento, tratan de olvidarse y esquivar el modelo liberalizado (uno de los más baratos de Europa hasta que se anunciaron estos nuevos impuestos), de la aditividad de la tarifa de acuerdo al coste del suministro, para abstraerse de forma inconsciente e indolente del crecimiento de las primas. Se trata de promover la transferencia de ingresos entre tecnologías, mediante la determinación de precios intervenidos o de impuestos discrecionales y diferenciales, que recaigan sobre los accionistas de las empresas eléctricas, fundamentalmente. Todo ello para garantizar la forma de generación de plusvalía de las élites extractoras de rentas.

La ley se encuentra actualmente en el Congreso y desde que se anunció la misma el escenario ha cambiado enormemente para el Gobierno, pese a que tiene capacidad para ejercer el rodillo el Partido Popular en el Parlamento”.

Esperemos que la señora Merkel y los hombres de negro de la Unión Europea, en el precio al rescate, analicen y conozcan correctamente el origen de estos 20.000 millones de euros de déficit tarifario que tienen un tratamiento asimilado a la deuda pública y, por tanto, forma parte de la deuda de nuestro país. Y que conozcan el mecanismo propuesto para su «solución» (cosa que tampoco está muy clara). De cómo se escamotean los datos, los mecanismos económicos, se distorsionan y se cuestionan los mercados, la forma en que se genera su monto galopante. Y lo que somos capaces de hacer para enmascarar la realidad. Para que vean cómo las gastamos en España.

Hibridando la oferta eléctrica

Llevemos con nuestra imaginación nuestro coche (en este viaje, el motor de nuestro auto virtual puede ser a gasolina o a gasóleo) hasta la gasolinera más próxima. Hagamos la señal al vendedor de la estación de servicio de que queremos llenar el depósito. Agarremos el dispensador e introduzcámoslo en nuestro depósito. Apretemos la llave y vigilemos de no mancharnos cuando el sistema de rebosamiento nos indique que se está alcanzando el nivel máximo. Tapemos, colguemos el dispensador, paguemos en caja y ya podremos arrancar el coche y reanudar nuestro viaje virtual. Todo ello, es un gesto atávico que, de tan repetido, ya no le prestamos mas atención. Como máximo, nos indignamos por el coste total que, dependiendo del automóvil, ya viene rebasando la barrera psicológica de los 100 euros, desde hace varias recargas. Pero ello no nos impide repetir el gesto al cabo de unos días. ¿Fácil, no?

No hemos tenido que aprender nada de prospecciones petrolíferas ni de transporte internacional de crudo. Tampoco nos hemos tenido que formar en técnicas de refino ni de logística de distribución. Tampoco hemos sido informados, más allá de algún titular de prensa, de la obligación de que los combustibles líquidos dispensados al usuario final contengan un cierto porcentaje de biocombustible para honrar los compromisos medioambientales ni de cómo CLH lo hace, técnicamente. ¡Y por cierto que la regulación de la obligación de «blending» de biofuels no ha sido un camino de rosas!: recordemos temas tales como la cuota biodiésel‐bioetanol o el conflicto con el biodiésel argentino. Mucho menos nos hemos preocupado de los contenidos de azufre y otras partículas en suspensión que están estrictamente reguladas en los reglamentos nacionales e internacionales de los productos derivados de los hidrocarburos líquidos. Fácil, cómodo, repetible, hasta aburrido.

Saltemos al sector eléctrico. Vayamos a casa (después de haber finalizado nuestro viaje virtual con el vehículo al que le hemos recargado con combustible sin mayores dificultades) y, después de haber accedido y haber desactivado la alarma, encendamos la luz de nuestro hogar. Lo más normal, en un 99,999 por ciento de las veces, es que, efectivamente, la luz se encienda y nosotros transitemos por nuestra vivienda activando otros servicios, otras luces, el aire acondicionado, la televisión, nuestro equipo informático para leer los emails que solo hemos leído su titular en el teléfono móvil, y etc., etc. Con este gesto de darle al interruptor de la luz de entrada, ordenamos de forma instantánea que una central que ni sabemos dónde está (las leyes físicas ineluctables sí que determinan cuál es) ni francamente, tampoco nos importa, elevará de forma diferencial su producción para que el sistema eléctrico, microsegundo a microsegundo, mantenga un equilibrio dinámico, algo casi mágico a ojos de los profanos. Como en el caso del subsector de los hidrocarburos no habrá sido necesario que seamos expertos en las diferentes tecnologías de generación eléctrica, Nuclear, Térmica a gas, Eólica, Hidráulica. Tampoco será necesario que hayamos cursado la carrera de ingeniero eléctrico para aprender las ecuaciones de cambio de condiciones, gracias a las cuales se pueden elevar las enormes torres de alta tensión sin que los hilos se entrecrucen por la acción del viento. Tampoco deberemos estudiar ni economía ni derecho para aprender el entramado regulatorio al que los diferentes agentes se ven sometidos si quieren ser reconocidos como tales. Simplemente le damos al interruptor.

Comparando ambos actos, el de rellenar el depósito de gasolina de nuestro vehículo o el de encender el interruptor de la luz de nuestra vivienda, podemos identificar una precondición. En ambos casos, tanto la gasolina como la electricidad estaban disponibles, estaban en situación de dar servicio de forma instantánea, estaban predispuestos, estaban firmemente asociados a las expectativas del consumidor al solicitar estos servicios. Se puede argumentar, sin embargo, que a pesar de esta similitud en la disponibilidad, existe una diferencia radical ya que el combustible líquido de nuestro coche es un bien almacenable y, por tanto, con menores problemas de «firmeza» y la electricidad precisa de un sofisticado sistema de generación que logra esta «firmeza» siempre que se consiga acompañar instantáneamente a la demanda con una oferta suficiente. Pero salvado este importante aspecto técnico, desde el punto de vista del usuario, ambos subsectores se comportan de igual modo: suministro inmediato.

Si esto es así, ¿cómo es posible que el subsector de los hidrocarburos esté en un estadio tan liberalizado que casi no le cabe otra regulación que la de la calidad de los productos, el porcentaje de biocombustibles que debe contener y, cómo no, la carga impositiva que supone más del doble del precio al consumidor final, y en cambio el subsector de la electricidad tiene una inextricable maraña regulatoria que hace imposible su comprensión a la mayoría de los ciudadanos, casi ya incluso a los que hemos formado parte de este lío?

Seguramente, la explicación más plausible es que cuando se liberaliza la actividad hace ya más de treinta años en Reino Unido, veinte en California y América Latina o catorce en Europa continental, se hace con mucha cautela para comprobar cómo responden los agentes inversores. En España, la regulación del 97 que desarrolla la Directiva Europea Eléctrica contiene elementos de vanguardia y está perfectamente alineada con la política energética española que espera un nuevo ciclo inversor basado en el gas natural mediante ciclos combinados. Esta inversión se produce y acaba implantando casi 30 GW. El problema se produce cuando en el 2005 se cambia la política energética, primando la generación renovable, sin modificación de la regulación. Ello da lugar a un gran número de problemas que se intentan solventar con parches regulatorios que, lejos de converger hacia la deseada solución, la complican y producen desastres como el déficit tarifario. Se logra, eso sí, alcanzar objetivos europeos al implantarse 20 GW eólicos, 4 GW fotovoltaicos y en construcción otros 4 GW termosolares. La regulación parece que ha sido eficaz, pero no eficiente.

Entonces, ¿dónde está el problema? El problema está en que al subsector eléctrico se le ha liberalizado a medias. De la misma manera que al poner gasolina tenemos la seguridad de que del dispensador fluirá un producto de calidad, incluida la obligada porción de biocombustibles, no tenemos ninguna seguridad de que al darle al interruptor, mi consumo eléctrico sea respetuoso con el medio ambiente ya que mi comercializador no tiene ninguna obligación de respetar ningún estándar determinado sino que tan solo compite en precio con sus adversarios.

Si los ofertantes, productores de energía eléctrica, tuviesen la doble y única obligación de asegurar al 100% su disponibilidad, en terminología del mercado eléctrico, vender solo «potencia firme» y que su oferta contuviese el porcentaje obligado de energía de origen renovable que se estableciese, en terminología de política energética «un mix», entonces todas las transacciones posteriores (contratos bilaterales, de futuros, diarios e intradiarios, de ajustes, etc.) tendrían la garantía de origen que cumplen con las responsabilidades medioambientales.

Pero esto no es así y para poder alcanzar el mismo resultado que el de la estación de servicio al recargar combustible, hemos creado un entramado regulatorio diabólico que solo hace que empeorar al cruzarse por el camino las nuevas obligaciones medioambientales. Hemos otorgado poderes omnímodos a los Operadores del Sistema Eléctrico, a la vez propietarios de los activos del transporte, todo en el nombre de que alguien pueda escenificar frente al poder otorgante una tranquilidad de tenerlo todo bajo control. Gestiona lo ingestionable. Hace el viaje desde la política energética hasta el consumo del usuario final alcanzando de forma milagrosa el mix requerido. Todo ello de espaldas al mercado. Todo mediante procedimientos de operación, reglas, etc. Las actividades liberalizadas están fuertemente reguladas. ¿Cómo salimos de esta?

Hibridemos la oferta eléctrica. Tratemos de regular bajo el principio de la búsqueda de la eficiencia en el cumplimiento de objetivos verdes a través de la aplicación de mecanismos de mercado. Esto es, dejemos absolutamente libres a las actividades liberalizadas, generación y comercialización eléctrica (fuera primas a las energías renovables, fuera cargos por capacidad a las generadoras del régimen ordinario, fuera toda interferencia regulatoria sobre las dos actividades liberalizadas) y liberemos a los peajes de acceso de toda carga que no sea otra que la de los monopolios naturales, tautológicamente el transporte y la distribución eléctrica. En contrapartida, establezcamos mediante una regulación eficiente una hibridación de la oferta eléctrica estableciendo, al igual que para los hidrocarburos, los prerrequisitos que les permitan asegurar que su oferta es 100% firme y 100% cumplidora del mix preestablecido en la política energética vigente. Obviamente, esto quiere decir que todo kWh que llegue a ser despachado y que raudamente acuda a la demanda de aquel interruptor que solicitará su inmediata presencia ya contendrá su mix, ya que de otra manera no habría pasado el control de acceso.

Evidentemente, parece fácil, pero no lo es. Aparecen preguntas inmediatas: esta garantía de firmeza y de mix, ¿quién debe otorgarla?; para lograr esta firmeza, ¿cómo deberán actuar las energías no gestionables?; para lograr este mix, ¿cómo deberán actuar las energías convencionales?; para respetar la seguridad jurídica, ¿cómo deben asegurar su retorno las inversiones que actualmente reciben primas?; para hibridar la oferta alcanzando el mix deseado, ¿cómo deben llegar a acuerdos contractuales las diferentes tecnologías para que no existan posiciones dominantes ni discriminaciones positivas?

Cada pregunta debe ser objeto de un profundo trabajo regulatorio, incluido el establecimiento de un periodo transitorio para que, como en todo cambio en profundidad, las medidas sean efectivas de una manera gradual. Pero es posible. Es más, de no hacerse esto o algo parecido, (por ejemplo, el modelo inglés, en el que toda la energía es homogénea y las obligaciones de renovables se cumplen mediante «certificados verdes»), seguiremos inmersos en el actual marasmo del que solo cabe decir que solo se puede ir a peor. El déficit tarifario acumulado es la evidencia de una regulación violada en sus principios fundamentales y el Anteproyecto de Ley con finalidades fiscales es una cataplasma que puede quitar algo la fiebre pero seguro, no cura la enfermedad. Debemos cambiar el modelo, volver al espíritu inicial de separar las actividades en reguladas y liberalizadas. Pero de verdad.

Jordi Dolader i Clara, es presidente de Excom AF Mercados EMI, vicepresidente de la Asociación de Ingenieros Industriales de Cataluña y consejero independiente de Griño Ecologic S.A. Asimismo, fue consejero de la Comisión Nacional de Energía (CNE) y vicepresidente de Edenor.