Fernando Marti Scharfhausen, el hombre que siempre cae de pie

El hombre que dejó lívidos a los diputados en su primera intervención en la Comisión de Industria del Congreso a cuenta de los Presupuestos Generales 2012, hace unos meses, hace sus maletas hacia un destino mejor. Será nombrado Presidente del Consejo de Seguridad Nuclear por seis años. Sus compañeros populares, sorprendidos incluso por esa intervención (pero ilusionados con su destino visto en carne propia), apoyaron ayer su nombramiento cocinado en el Gobierno en una comparecencia laudatoria que bordeaba los Libros de Cánticos que se venden junto a los que desarrollan el Principio de Peter.

Sea por sus conexiones con el todopoderoso Opus Dei (nunca ocultadas por el mismo, por otra parte), sea por su capacidad de estar en el momento oportuno y en el lugar oportuno, Fernando Marti ha hecho una especie de “crowdsourfing” político buscando padrinazgos por todos para conseguir recalar de forma inconsciente en el Consejo de Seguridad Nuclear con el cargo de presidente para seis años
(el crowdsourfing es un procedimiento de financiación de una obra artística a partir de aportaciones conseguidas en la red).

Marti Scharfhausen es también consciente de que la forma de hacer política en este Ejecutivo y la mejor forma de escamotearse, saliendo beneficiado de la famosa crisis de gobierno anunciada, era salir antes que los demás, lo que posibilitaba el procedimiento de la patada hacia arriba, pese a su trayectoria.

Eso con el telón de fondo de la distribución de papeles y puestos en la oligarquía política española, cada vez más hermética y que, además, se considera detentadora del derecho de pernada institucional que se ve evidenciado con este nombramiento, además de constatar que el Partido Popular tiene pocos recambios de nivel.

El segundo cambio relevante es el que afecta al consejo de Seguridad Nuclear con el nombramiento como consejera de Cristina Narbona, activista antinuclear, cuya vinculación con Jorge Fabra y José Borrell (Abengoa) perfila un nuevo Consejo de Seguridad Nuclear fuertemente ideologizado y correa de transmisión de instrucciones de corte político, con tendencia a sacar los pies del tiesto y meterse en cuestiones que van más allá de la seguridad nuclear propiamente.

Y queda para secreto de sumario el «traje a la medida» construido a Inmaculada Gutiérrez como candidata a secretaria de Estado de Energía. Según narraba El Confidencial, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (por otra parte, una aliada natural de José Manuel Soria) se opuso a este nombramiento en el último Consejo de Ministros por considerarla comisaria política del PSOE en la CNC y por sus comportamientos sectarios en este organismo de la mano del triángulo formado entre ella, Pilar Sánchez y Luis Berenguer.

Y las preguntas son: ¿quién promovió a Inmaculda Gutiérrez y tenía interés en su colocación al frente de la Secretaría de Estado de Energía en sustitución de Marti Scharfhausen? ¿Quién proporcionó información minuciosa sobre su comportamiento a la vicepresidenta del Gobierno construyendo un sólido argumento político que utilizar como ariete contra esta candidata? ¿Quién pensó que José Manuel Soria iba a ceder ese espacio de poder al frente de la energía donde necesita a alguien muy fiel?

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