Hoja de ruta del déficit tarifario

El pasado viernes el diario El Economista anticipaba un nuevo plan del Gobierno para abordar el problema del déficit tarifario eléctrico. A diferencia de otros planes conocidos en el pasado, incluso con otras administraciones energéticas, éste tiene importantes visos de realidad, incluyendo las fuentes de que dispone el medio que lo publica. Quién sabe si su publicación responde al ejercicio del globo sonda, además del reconocimiento de que sería el penúltimo empujón tras el 2012 de dique seco sobre el problema del déficit tarifario.

¿Cuáles son las características positivas de este plan, con los elementos discutibles que el mismo pueda contener? Fundamentalmente, que es la primera vez que se aprecia una cierta hoja de ruta con enfoque global, que además está centrada en las cuestiones más relevantes: caída de la demanda, eficiencia del mercado de generación eléctrico (abandono, por tanto, de cuestionamientos pasados y de tentaciones retroprogresivas) y concentración de las medidas en los costes regulados.

Se trata de un plan que implicaría un recorte de 2.000 millones de euros, basado en el ajuste cada cinco años de las retribuciones reguladas: transporte, distribución y primas a las renovables. Además, se trata de articular la posibilidad de hibernar plantas de gas en consonancia con la caída de la demanda, y el hecho de que vaya cobrando forma la idea de constituir un «banco malo» para las renovables. Junto a esto, en dicho Plan se incluye el hecho de rebañar costes del suministro que irían a parar a los Presupuestos Generales del Estado por un montante de otros 2.000 millones de euros, en concreto, relativos al coste de la interrumpibilidad y de los sistemas extrapeninsulares.

Es, por tanto, algo que va más allá de una declaración de intenciones. Queda ahora el determinar cómo se va a llevar a cabo el mismo, con qué niveles de acuerdo y negociación se va a realizar (o si se va a presentar en modelo hechos consumados), con qué garantías y con qué precisión jurídica se va a realizar o, incluso, desde el punto de vista institucional, el papel en ello del nuevo órgano de competencia y mercados, tras la voladura de la Comisión Nacional de Energía, originada en la negociación de la legislatura anterior para la cobertura de puestos en los órganos reguladores, dado que la CNE, en su estado actual, tiene propuestas para modificar el esquema de revisión del sistema de tarifas.

Y, por último, queda por conocer la maniobrabilidad y la importancia de los obstáculos que puede tener un plan de esas características. En el primer supuesto, la ejecución podría llevarse a cabo por el propio Ministerio de Hacienda.

En el segundo, el de los obstáculos, hay que tener en cuenta los intereses de los Fondos, el papel de la Administración norteamericana, así como las resoluciones de los procesos judiciales en el ámbito europeo relativos a las energías renovables. Por otra parte, la sola enunciación de la reducción de las inversiones en transporte, revisión de su retribución y de la reducción de capacidad de centrales de gas como suministro hipergarantizado para el operador de transporte y sistema, puede generar también reacciones encontradas desde los accionistas de la entidad que preside José Folgado.

Queda mucha película por delante y hoy sólo sabemos retazos del argumento.

Un suponer

Supongamos un país imaginario sin relación con la realidad, sin fuentes de energía propias o con fuentes de energía propias, cuyo coste es muy oneroso. Imaginemos, por un momento, lo que es el coste de suministro total para una determinada tecnología energética o una energía final que utilizan unos consumidores concretos. Imaginemos que es indiferente que los consumidores concretos sean personas físicas o personas jurídicas, empresas, o incluso grandes empresas, o instalaciones industriales muy intensivas en energía.

Imaginemos que no existe discusión sobre el modelo, la parte liberalizada en mercado y que no existen cuestionamientos (ideológicos o institucionales) al respecto sobre el proceso de formación de precios. Tampoco existiría discusión en el caso de ser un modelo de costes regulados o reconocidos. Imaginemos que está resuelto por la vía que sea (aunque Energía Diario aboga siempre por el mercado y los mecanismos competitivos). Las reglas del juego no están en cuestión y tampoco se ponen en cuestión de forma oportunista según su resultado. Digamos que es estable el mecanismo.

Imaginemos que, fruto de ese mecanismo, por el coste del suministro de tal o cual energía, resulta preciso aplicar una subida a la unidad de energía vendida de una determinada tecnología (un kilowatio, un metro cubico de un gas, una bombona, una arroba). Imaginemos que esa decisión puede ser «impopular», dado que se realiza desde una instancia administrativa, política o gubernamental. Imaginemos que se utilizan argumentos contra la repercusión de precios relacionados con la competitividad en el caso de los consumidores empresariales o del carácter «social» de la energía.

Imaginemos que esa instancia administrativa o gubernamental se inclina por alguna de estas decisiones:

1. No repercutir la subida y que los operadores de esa fuente de energía internalicen las pérdidas y que los consumidores no sean conscientes de los precios reales y del coste del suministro.

2. No repercutir la subida, pero reconocer los costes, creando una deuda que financiar a largo plazo y repercutirla a los consumidores futuros.

3. Remover Roma con Santiago para discutir si es así o asá cómo se calcula el coste del suministro y decidir cambiar las reglas de juego con el partido en marcha.

4. Imaginar que la propia recurrencia de la deuda encarece mucho la tecnología de partida.

5. Que el Estado decide sufragar la deuda generada vía sus Presupuestos Generales al considerar que la naturaleza social de la energía y el país no es Venezuela.

Imaginemos que ese país imaginario se acostumbra al segundo de los mecanismos y lo utiliza para la mayor parte de sus tecnologías de suministro: para la electricidad, para el gas, para el butano… Imaginemos este enunciado del problema sólo por un momento. ¿A qué les recuerda? ¿A dónde nos lleva? ¿Tiene solución?

Nadal, en su ventana

El pasado viernes se publicaban en la sección «El Buscón» del diario electrónico que dirige Jesús Cacho unas declaraciones atribuidas a Nadal, en referencia al enfado de José Manuel Entrecanales por las últimas medidas aprobadas, cuyo efecto sobre la tecnología eólica es indudable.

El secretario de Estado habría dicho, según publica este medio: «No he visto a ningún Entrecanales tirarse por la ventana». Hasta el momento, por lo público y lo publicado, no se ha producido ningún desmentido, ni tampoco un ejercicio de retracto sobre estas declaraciones dada su gravedad. Lo que deriva en que es necesario una reflexión sobre las mismas, por inéditas y porque no deberían pasar desapercibidas.

Al margen del efecto de estas medidas sobre estas tecnologías (mucho, poco o regular) o sobre esta empresa, en estas declaraciones, el secretario de Estado de Energía evidenció, además de una arrogancia consistente en ser titular de la verdad única, algo más grave: la disposición a una concepción preocupante e inquietante sobre las empresas y lo empresarial desde la política y, en concreto, desde la política de partido en virtud de las afinidades electivas temporales.

En todo caso, estas declaraciones serían imposibles en las hemerotecas de cualquier gobierno occidental. Son, también, declaraciones imposibles en ninguno de los Secretarios Generales o de Estado de Energía anteriores a Nadal, por muy intervencionistas, ideologizados o bizarros que fueran en su comportamiento, en plan Ignasi Nieto. Y más insólito todavía, que una declaración así se produzca por parte de alguien que proviene de la estructura de la propia Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Puede ser que él haya pasado por esta organización y no la organización por él.

Si a esto le añadimos que Alberto Nadal es hermano de Álvaro Nadal, lo que es casi plenipotenciario en el sector energético, y se podría decir que se trata de casi un ministro de Energía, a esta declaración hay que darle la relevancia que tiene, por mucho que se quiera tratar como un tema de carácter. Es una declaración que sólo es posible en un gobierno poco afinado, instalado en la indolencia y en la falta de consciencia de la importancia, gravedad, ausencia de sentido de lo institucional y de la responsabilidad de sus actos.

Ah, y finalmente, por si fuera poco, probablemente con cargos así, este gobierno va reforzando sus propios marcos mentales de comunicación política en la sociedad. Si se trata de la cuestión de la utilización de los «frames» en la comunicación, el secretario de Estado de Energía podemos decir que es un «hacha» de la comunicación política, reforzando con sus declaraciones la gravedad de uno de los dramas de la sociedad española y haciendo un favor al partido y al Gobierno. Lo que se dice un pleno.

El sector del carbón está que arde

La situación de asfixia del sector cada vez es mayor y a esto no ayuda la desaparición de 200.000 ó 500.000 toneladas de carbón (según se consulte a fuentes del sector o la prensa local, respectivamente) del Almacén Estratégico Temporal del Carbón (AETC), perteneciente a la minera pública Hunosa y que permanecían almacenadas en los parques de Uminsa y Coto Minero Cantábrico (CMC), ambos propiedad de Victorino Alonso.

Al parecer, el grupo Alonso achacó la ausencia del mineral a las lluvias, que podrían haberse llevado hasta un 10% del «stock». Cada tonelada tiene un coste medio de 70 euros, por lo que el valor del mineral perdido rondaría entre los 14 y los 35 millones de euros, dependiendo de monto realmente desaparecido. Esta es la razón por la que, según el sector, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo habría bloqueado el pago de los 111 millones de euros de ayudas correspondientes al ejercicio 2012.

Ante la polémica surgida, Uminsa y CMC salieron al paso afirmando que tienen capacidad para producir las toneladas extraviadas en el plazo de un mes, por lo que no entienden que se magnifique el problema y se utilice para justificar los retrasos en el pago de las ayudas. Sin embargo, y por esta razón, Hunosa celebrará la próxima semana un consejo de administración extraordinario para abordar la problemática desatada.

En este contexto, tanto la Abogacía del Estado como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), de la que depende Hunosa en su totalidad, estudian acciones legales contra el empresario leonés.

No obstante, el ministro del ramo, José Manuel Soria aseguró que el retraso en el pago se debe a varios factores y no necesariamente a la «desaparición» de esos cientos de miles de toneladas de hulla.

«Existen razones muy poderosas de tipo jurídico que impiden que las ayudas al sector del carbón puedan llevarse a cabo», dijo Soria, si bien aclaró que su departamento «está trabajando para resolver los obstáculos» y que estas partidas se canalicen lo antes posible.

Y es que, según anunció el ministro en el Congreso de los Diputados, «los servicios jurídicos del Estado están haciendo determinadas comprobaciones y en cuanto estén hechas las ayudas se desbloquearán».

Según se sabe, el Ministerio de Industria ha elaborado una propuesta de resolución para la aplicación en 2013 del decreto del carbón en la que reduce en un 20% el volumen, que rondará los 6,6 millones de euros, y la energía del mineral nacional que podrá ser quemado en nueve centrales térmicas a un precio incentivado, que se situará en 18.228 gigavatios hora (GWh). Todo ello permitiría que los costes para el sector en 2013 no superaran los 419 millones de euros, es decir, 75 millones de euros menos con respecto al coste de 493 millones de euros previsto para el decreto en 2012.

Mientras tanto, los sindicatos mineros, a los que el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, convocó a una mesa de negociación en torno a la primera semana de marzo, siguen esperando a que la resolución de restricciones de garantía de suministro se publique la semana entrante en el Boletín Oficial del Estado.

Por otro lado, Nadal anunció que el Gobierno no prorrogará las subvenciones a las empresas propietarias de las centrales térmicas por el uso de carbón nacional y las ayudas a la producción a las compañías mineras, que finalizan en diciembre de 2004, puesto que » no se puede ir más allá».

Además, Soria reiteró que el objetivo del Gobierno es que las explotaciones competitivas de carbón, al margen de que hayan recibido o no ayudas públicas, puedan seguir funcionando a partir del 1 de enero de 2019, en contra del plan europeo. «Es la posición que estamos negociando con Bruselas, pero no sabemos si va a poder ser así o no», y acusó al Gobierno anterior de ser quien decidió que estas explotaciones pudieran cerrarse.

El sector del carbón está que arde

La situación de asfixia del sector cada vez es mayor y a esto no ayuda la desaparición de 200.000 ó 500.000 toneladas de carbón (según se consulte a fuentes del sector o la prensa local, respectivamente) del Almacén Estratégico Temporal del Carbón (AETC), perteneciente a la minera pública Hunosa y que permanecían almacenadas en los parques de Uminsa y Coto Minero Cantábrico (CMC), ambos propiedad de Victorino Alonso.

Al parecer, el grupo Alonso achacó la ausencia del mineral a las lluvias, que podrían haberse llevado hasta un 10% del «stock». Cada tonelada tiene un coste medio de 70 euros, por lo que el valor del mineral perdido rondaría entre los 14 y los 35 millones de euros, dependiendo de monto realmente desaparecido. Esta es la razón por la que, según el sector, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo habría bloqueado el pago de los 111 millones de euros de ayudas correspondientes al ejercicio 2012.

Ante la polémica surgida, Uminsa y CMC salieron al paso afirmando que tienen capacidad para producir las toneladas extraviadas en el plazo de un mes, por lo que no entienden que se magnifique el problema y se utilice para justificar los retrasos en el pago de las ayudas. Sin embargo, y por esta razón, Hunosa celebrará la próxima semana un consejo de administración extraordinario para abordar la problemática desatada.

En este contexto, tanto la Abogacía del Estado como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), de la que depende Hunosa en su totalidad, estudian acciones legales contra el empresario leonés.

No obstante, el ministro del ramo, José Manuel Soria aseguró que el retraso en el pago se debe a varios factores y no necesariamente a la «desaparición» de esos cientos de miles de toneladas de hulla.

«Existen razones muy poderosas de tipo jurídico que impiden que las ayudas al sector del carbón puedan llevarse a cabo», dijo Soria, si bien aclaró que su departamento «está trabajando para resolver los obstáculos» y que estas partidas se canalicen lo antes posible.

Y es que, según anunció el ministro en el Congreso de los Diputados, «los servicios jurídicos del Estado están haciendo determinadas comprobaciones y en cuanto estén hechas las ayudas se desbloquearán».

Según se sabe, el Ministerio de Industria ha elaborado una propuesta de resolución para la aplicación en 2013 del decreto del carbón en la que reduce en un 20% el volumen, que rondará los 6,6 millones de euros, y la energía del mineral nacional que podrá ser quemado en nueve centrales térmicas a un precio incentivado, que se situará en 18.228 gigavatios hora (GWh). Todo ello permitiría que los costes para el sector en 2013 no superaran los 419 millones de euros, es decir, 75 millones de euros menos con respecto al coste de 493 millones de euros previsto para el decreto en 2012.

Mientras tanto, los sindicatos mineros, a los que el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, convocó a una mesa de negociación en torno a la primera semana de marzo, siguen esperando a que la resolución de restricciones de garantía de suministro se publique la semana entrante en el Boletín Oficial del Estado.

Por otro lado, Nadal anunció que el Gobierno no prorrogará las subvenciones a las empresas propietarias de las centrales térmicas por el uso de carbón nacional y las ayudas a la producción a las compañías mineras, que finalizan en diciembre de 2004, puesto que » no se puede ir más allá».

Además, Soria reiteró que el objetivo del Gobierno es que las explotaciones competitivas de carbón, al margen de que hayan recibido o no ayudas públicas, puedan seguir funcionando a partir del 1 de enero de 2019, en contra del plan europeo. «Es la posición que estamos negociando con Bruselas, pero no sabemos si va a poder ser así o no», y acusó al Gobierno anterior de ser quien decidió que estas explotaciones pudieran cerrarse.

El sector del carbón está que arde

La situación de asfixia del sector cada vez es mayor y a esto no ayuda la desaparición de 200.000 ó 500.000 toneladas de carbón (según se consulte a fuentes del sector o la prensa local, respectivamente) del Almacén Estratégico Temporal del Carbón (AETC), perteneciente a la minera pública Hunosa y que permanecían almacenadas en los parques de Uminsa y Coto Minero Cantábrico (CMC), ambos propiedad de Victorino Alonso.

Al parecer, el grupo Alonso achacó la ausencia del mineral a las lluvias, que podrían haberse llevado hasta un 10% del «stock». Cada tonelada tiene un coste medio de 70 euros, por lo que el valor del mineral perdido rondaría entre los 14 y los 35 millones de euros, dependiendo de monto realmente desaparecido. Esta es la razón por la que, según el sector, el Ministerio de Industria, Energía y Turismo habría bloqueado el pago de los 111 millones de euros de ayudas correspondientes al ejercicio 2012.

Ante la polémica surgida, Uminsa y CMC salieron al paso afirmando que tienen capacidad para producir las toneladas extraviadas en el plazo de un mes, por lo que no entienden que se magnifique el problema y se utilice para justificar los retrasos en el pago de las ayudas. Sin embargo, y por esta razón, Hunosa celebrará la próxima semana un consejo de administración extraordinario para abordar la problemática desatada.

En este contexto, tanto la Abogacía del Estado como la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), de la que depende Hunosa en su totalidad, estudian acciones legales contra el empresario leonés.

No obstante, el ministro del ramo, José Manuel Soria aseguró que el retraso en el pago se debe a varios factores y no necesariamente a la «desaparición» de esos cientos de miles de toneladas de hulla.

«Existen razones muy poderosas de tipo jurídico que impiden que las ayudas al sector del carbón puedan llevarse a cabo», dijo Soria, si bien aclaró que su departamento «está trabajando para resolver los obstáculos» y que estas partidas se canalicen lo antes posible.

Y es que, según anunció el ministro en el Congreso de los Diputados, «los servicios jurídicos del Estado están haciendo determinadas comprobaciones y en cuanto estén hechas las ayudas se desbloquearán».

Según se sabe, el Ministerio de Industria ha elaborado una propuesta de resolución para la aplicación en 2013 del decreto del carbón en la que reduce en un 20% el volumen, que rondará los 6,6 millones de euros, y la energía del mineral nacional que podrá ser quemado en nueve centrales térmicas a un precio incentivado, que se situará en 18.228 gigavatios hora (GWh). Todo ello permitiría que los costes para el sector en 2013 no superaran los 419 millones de euros, es decir, 75 millones de euros menos con respecto al coste de 493 millones de euros previsto para el decreto en 2012.

Mientras tanto, los sindicatos mineros, a los que el secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, convocó a una mesa de negociación en torno a la primera semana de marzo, siguen esperando a que la resolución de restricciones de garantía de suministro se publique la semana entrante en el Boletín Oficial del Estado.

Por otro lado, Nadal anunció que el Gobierno no prorrogará las subvenciones a las empresas propietarias de las centrales térmicas por el uso de carbón nacional y las ayudas a la producción a las compañías mineras, que finalizan en diciembre de 2004, puesto que » no se puede ir más allá».

Además, Soria reiteró que el objetivo del Gobierno es que las explotaciones competitivas de carbón, al margen de que hayan recibido o no ayudas públicas, puedan seguir funcionando a partir del 1 de enero de 2019, en contra del plan europeo. «Es la posición que estamos negociando con Bruselas, pero no sabemos si va a poder ser así o no», y acusó al Gobierno anterior de ser quien decidió que estas explotaciones pudieran cerrarse.

Fernando Marti Scharfhausen, el hombre que siempre cae de pie

El hombre que dejó lívidos a los diputados en su primera intervención en la Comisión de Industria del Congreso a cuenta de los Presupuestos Generales 2012, hace unos meses, hace sus maletas hacia un destino mejor. Será nombrado Presidente del Consejo de Seguridad Nuclear por seis años. Sus compañeros populares, sorprendidos incluso por esa intervención (pero ilusionados con su destino visto en carne propia), apoyaron ayer su nombramiento cocinado en el Gobierno en una comparecencia laudatoria que bordeaba los Libros de Cánticos que se venden junto a los que desarrollan el Principio de Peter.

Sea por sus conexiones con el todopoderoso Opus Dei (nunca ocultadas por el mismo, por otra parte), sea por su capacidad de estar en el momento oportuno y en el lugar oportuno, Fernando Marti ha hecho una especie de “crowdsourfing” político buscando padrinazgos por todos para conseguir recalar de forma inconsciente en el Consejo de Seguridad Nuclear con el cargo de presidente para seis años
(el crowdsourfing es un procedimiento de financiación de una obra artística a partir de aportaciones conseguidas en la red).

Marti Scharfhausen es también consciente de que la forma de hacer política en este Ejecutivo y la mejor forma de escamotearse, saliendo beneficiado de la famosa crisis de gobierno anunciada, era salir antes que los demás, lo que posibilitaba el procedimiento de la patada hacia arriba, pese a su trayectoria.

Eso con el telón de fondo de la distribución de papeles y puestos en la oligarquía política española, cada vez más hermética y que, además, se considera detentadora del derecho de pernada institucional que se ve evidenciado con este nombramiento, además de constatar que el Partido Popular tiene pocos recambios de nivel.

El segundo cambio relevante es el que afecta al consejo de Seguridad Nuclear con el nombramiento como consejera de Cristina Narbona, activista antinuclear, cuya vinculación con Jorge Fabra y José Borrell (Abengoa) perfila un nuevo Consejo de Seguridad Nuclear fuertemente ideologizado y correa de transmisión de instrucciones de corte político, con tendencia a sacar los pies del tiesto y meterse en cuestiones que van más allá de la seguridad nuclear propiamente.

Y queda para secreto de sumario el «traje a la medida» construido a Inmaculada Gutiérrez como candidata a secretaria de Estado de Energía. Según narraba El Confidencial, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría (por otra parte, una aliada natural de José Manuel Soria) se opuso a este nombramiento en el último Consejo de Ministros por considerarla comisaria política del PSOE en la CNC y por sus comportamientos sectarios en este organismo de la mano del triángulo formado entre ella, Pilar Sánchez y Luis Berenguer.

Y las preguntas son: ¿quién promovió a Inmaculda Gutiérrez y tenía interés en su colocación al frente de la Secretaría de Estado de Energía en sustitución de Marti Scharfhausen? ¿Quién proporcionó información minuciosa sobre su comportamiento a la vicepresidenta del Gobierno construyendo un sólido argumento político que utilizar como ariete contra esta candidata? ¿Quién pensó que José Manuel Soria iba a ceder ese espacio de poder al frente de la energía donde necesita a alguien muy fiel?

Delirantes, extravagantes, imposibles e improbables

Ya nos habíamos acostumbrado a la falta de credibilidad de las revisiones tarifarias que presentaban las sucesivas administraciones energéticas. De hecho, partían de un supuesto torcido y aceptado de manera consuetudinaria: eran de opereta para dar más o menos impresión de cumplir con las formas, tanto en lo que se refiere a los proyectos remitidos, como al proceso y trámite de consulta, para la CNE, así como para los miembros del Consejo Consultivo de la Electricidad y del Gas que eran directamente ninguneados. Eso no quiere decir que no tuviesen consecuencias para los sectores eléctricos, gasistas y para la economía española. De hecho, ahí tenemos el déficit tarifario acumulado que lo atestigua.

Estábamos casi acostumbrados a que, de manera automática a su conversión en orden Ministerial vía aprobación, fueran impugnadas por su ilegalidad manifiesta y ostensible, con fallos incontrovertibles de la justicia. A que los tribunales dictaran su ilegalidad, sin necesidad de hacer interpretaciones muy refinadas de la normativa vigente porque cuestionaban que eran insuficientes y que no sumaban. Quizá, lo más sorprendente es como el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, ha ido, sucesivamente, rizando el rizo de los mecanismos para introducir trampas en la elaboración de las mismas, sin ningún rubor, cada vez más burdas y evidentes.

Del déficit «ex post» al déficit tarifario «ex ante». Y, de ahí, a las estimaciones que no guardan ni las formas mínimas para proporcionar una credibilidad a las autoridades energéticas españolas. Seguramente que el ministro Soria dirá, que ni falta que les hace porque ha pasado a ser un proceso de escenificación. Puede que el Ministerio de Industria considere que esto de las tarifas eléctricas es el último trance para salir del paso antes de la liberalización del mercado minorista y que pase este cáliz cuanto antes y a partir de ahí, con el Cafarnaúm que se quede, ya lidiará el que venga detrás.

La estimación de demanda contenida en las tarifas para el año 2013 es, sencillamente, increíble y así un número importante de partidas inverosímiles. La congelación de los peajes de acceso con un déficit procedente de 2012 inasumible. Los peajes progresivos por consumo inaplicables. Los trasvases e ingresos extraordinarios totalmente una evanescencia, los sistemas extrapensinsulares sin atención desde los Presupuestos y un largo etcétera que habrá que trocear en los próximos días.

Imaginemos como pudo ser el día que llegó José Manuel Soria a las dependencias de su departamento para encargar su elaboración, después de coleccionar declaraciones contradictorias en los medios de comunicación sobre pagos por interrumpibilidad, tarifas de acceso, parte regulada del recibo, impuestos a la generación, nuclear, traslación fiscal a Portugal de los impuestos españoles, progresividad del consumo, etc… Imaginemos como llamó a los técnicos de la Dirección General de Energía, a través de su jefe de Gabinete, Alberto Grangel, o incluso directamente y les ordenó que hicieran lo coincidente con todo lo dicho y declarado hasta el momento de su boca, en su tendencia a la telegenia, más que a sentarse a estudiar, conocer y gestionar los problemas. ¿Qué sucedió ese día de ese hágase?

Lo que sí sabemos es su resultado. Pues aquí lo tienen y veremos lo que puede hacer o que dice la CNE de semejante pastiche.

Delirantes, extravagantes, imposibles e improbables

Ya nos habíamos acostumbrado a la falta de credibilidad de las revisiones tarifarias que presentaban las sucesivas administraciones energéticas. De hecho, partían de un supuesto torcido y aceptado de manera consuetudinaria: eran de opereta para dar más o menos impresión de cumplir con las formas, tanto en lo que se refiere a los proyectos remitidos, como al proceso y trámite de consulta, para la CNE, así como para los miembros del Consejo Consultivo de la Electricidad y del Gas que eran directamente ninguneados. Eso no quiere decir que no tuviesen consecuencias para los sectores eléctricos, gasistas y para la economía española. De hecho, ahí tenemos el déficit tarifario acumulado que lo atestigua.

Estábamos casi acostumbrados a que, de manera automática a su conversión en orden Ministerial vía aprobación, fueran impugnadas por su ilegalidad manifiesta y ostensible, con fallos incontrovertibles de la justicia. A que los tribunales dictaran su ilegalidad, sin necesidad de hacer interpretaciones muy refinadas de la normativa vigente porque cuestionaban que eran insuficientes y que no sumaban. Quizá, lo más sorprendente es como el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, ha ido, sucesivamente, rizando el rizo de los mecanismos para introducir trampas en la elaboración de las mismas, sin ningún rubor, cada vez más burdas y evidentes.

Del déficit «ex post» al déficit tarifario «ex ante». Y, de ahí, a las estimaciones que no guardan ni las formas mínimas para proporcionar una credibilidad a las autoridades energéticas españolas. Seguramente que el ministro Soria dirá, que ni falta que les hace porque ha pasado a ser un proceso de escenificación. Puede que el Ministerio de Industria considere que esto de las tarifas eléctricas es el último trance para salir del paso antes de la liberalización del mercado minorista y que pase este cáliz cuanto antes y a partir de ahí, con el Cafarnaúm que se quede, ya lidiará el que venga detrás.

La estimación de demanda contenida en las tarifas para el año 2013 es, sencillamente, increíble y así un número importante de partidas inverosímiles. La congelación de los peajes de acceso con un déficit procedente de 2012 inasumible. Los peajes progresivos por consumo inaplicables. Los trasvases e ingresos extraordinarios totalmente una evanescencia, los sistemas extrapensinsulares sin atención desde los Presupuestos y un largo etcétera que habrá que trocear en los próximos días.

Imaginemos como pudo ser el día que llegó José Manuel Soria a las dependencias de su departamento para encargar su elaboración, después de coleccionar declaraciones contradictorias en los medios de comunicación sobre pagos por interrumpibilidad, tarifas de acceso, parte regulada del recibo, impuestos a la generación, nuclear, traslación fiscal a Portugal de los impuestos españoles, progresividad del consumo, etc… Imaginemos como llamó a los técnicos de la Dirección General de Energía, a través de su jefe de Gabinete, Alberto Grangel, o incluso directamente y les ordenó que hicieran lo coincidente con todo lo dicho y declarado hasta el momento de su boca, en su tendencia a la telegenia, más que a sentarse a estudiar, conocer y gestionar los problemas. ¿Qué sucedió ese día de ese hágase?

Lo que sí sabemos es su resultado. Pues aquí lo tienen y veremos lo que puede hacer o que dice la CNE de semejante pastiche.

Agitación necesaria frente al proyecto de Ley

Si, una vez celebrada la rueda de prensa en la que Soraya Saénz de Santamaría y José Manuel Soria presentaron el bodrio del Anteproyecto de Ley de medidas fiscales en materia medioambiental y sostenibilidad energética (ni medioambiental, ni sostenible), hubiéramos asentido obedientemente con su contenido y comulgado con sus postulados, hoy seríamos cómplices de sus consecuencias nefastas para las empresas, para el sector energético, para la aplicación de la liberalización y las directivas comunitarias, para el mercado de generación, para las centrales nucleares, para Garoña, para la inversión, los grandes consumidores, la industria, la seguridad de suministro, para los consumidores, para la sociedad española…, y hasta para los portugueses.

Comprobar, recopilar, explicitar todas estas consecuencias, aportar con minuciosidad su efecto y trasladarlo con meridiana claridad para hacer un debate informado más allá de las consignas políticas, era más que necesario en estos momentos, trascendiendo de la voluntad de la comunicación política de dar el Anteproyecto como una supuesta solución al problema del déficit tarifario. Y, precisaba que se desnudara completamente y se pudiera observar que no quedaba claro ni el destino de esos ingresos fiscales, como ha quedado patente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2013, que sigue enviando los costes extrapeninsulares a la tarifa y las primas siguen intactas donde estaban. Nada de nada.

Y, todo esto, añadido a los componentes y comportamientos políticos asociados a todo el trámite de este Anteproyecto de Ley, episódico y como una comedia bárbara. Y que son relevantes. Desde el agujero de la Secretaría de Estado, el conflicto Soria-Montoro, al protagonismo casi mesiánico de José Manuel Soria en una escalada de actuaciones circulares peligrosísima. Desplegar la inquietud, la conciencia, la consciencia y la agitación sobre este escenario, era muy necesario.

Es una responsabilidad, por tanto, que el Parlamento sepa lo que hace y en qué problemas se mete con este Proyecto de Ley que le han despachado para que aplique la disciplina de partido. Energía Diario ha querido trasladar y promover este conocimiento con su máxima intensidad, destapando todas esas trampas del Anteproyecto, mal llamado reforma, por algunos, para hacer recapacitar sobre sus consecuencias, incluso promoviendo su necesaria retirada, uniendo las visiones económicas y expertas.

Así, el torrente de críticas que ha recibido la reforma energética, incluye desde las críticas retroprogresivas hasta las posiciones que promueven la necesidad de un mix energético, barato, competitivo, guay y, eso sí, con muchas renovables y no liberalizado, por asumir los postulados retroprogresivos en su versión más buenista prorrenovables muy retribuidas a cualquier precio (atentos al silencio de la termosolar ante este proyecto de Ley y a su forma de aceptación).

Entonces, llegan explicaciones de lo más esotérico. Echémosle la culpa a la liberalización del sector eléctrico para achacar la subida del coste del suministro por el déficit tarifario, para seguir ocultando tenazmente el efecto de los costes regulados y de las primas a las tecnologías más retribuidas, como fuente de distorsión y el estropicio de la liberalización, combinando decisiones políticas discrecionales en las tarifas de acceso, junto con el control artificial de precios.

Y, el problema, desde los sectores retroprogresivos, no son las actuaciones que determinan los costes regulados y las primas. De hecho su pretensión real es volver a la fijación de la retribución por tecnología, como una estratagema para mantener la dinámica de las clases extractivas de nuestra economía y no de los mercados como mecanismos de eficiencia. A la vez, y mientras tanto, las primas crecen anualmente, desbocadas, a ritmos del 25%, el déficit tarifario para 2012 se dispara, el mercado de generación español está entre los que ofrece precios de equilibrio más bajos y, ¡el problema es, supuestamente, la liberalización!

Esa es la tesis que sostuvo ayer Jose Ignacio San Miguel de UGT en Cinco Días, aunque lo positivo del artículo es que no oculta el problema que le atañe como organización: la deslocalización industrial. Así, también, se pueden leer los anuncios insertados en la prensa nacional en estos días por las distintas industrias y asociaciones sectoriales ante los efectos de esta Ley.

Y, entre tanto, se escamotea que el problema son las decisiones políticas que se han encargado de sabotearla y crear este problema inaudito. Y desde las instancias supuestamente representativas, todo el mundo tocando como la orquesta del Titanic para mantener el sistema de retribución por primas a las tecnologías más fuertemente retribuidas, para evitar hacer un correcto diagnóstico y hacer lo que procede. Delirante.