2013 (III): Rebelión a bordo en las comunidades autónomas

Murcia, Extremadura y Navarra ya han presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional alegando que la reforma energética azarosamente puesta en marcha por el equipo del Ministerio de Industria, Energía y Turismo vulnera principios consagrados en la Carta Magna como la seguridad jurídica, la confianza legítima o la irretroactividad de la Ley. Los productores solares han encontrado en dos barones autonómicos del PP, Ramón Luis Valcárcel y José Antonio Monago, a dos grandes baluartes en la defensa de sus intereses. A nadie se le escapa que el primero agota su poder autonómico enfilando el rumbo hacia las instituciones comunitarias europeas; el segundo, especialmente contestatario hacia el Gobierno central en reformas como la energética pero también otras como la del aborto, es el primer presidente del PP en Extremadura y gobierna gracias a la omisión de Izquierda Unida.

2013 ha sido en el sector eléctrico el año de la reforma Soria-Nadal; pero las Cortes también han aprobado la Ley de los Sistemas Insulares y Extrapeninsulares: una normativa específica para los sistemas eléctricos aislados que conforman Ceuta, Melilla, las Islas Baleares y, especialmente, Canarias. El archipiélago canario ha sido el territorio que ha estado en el punto de mira a la hora de redactar la nueva Ley: un texto sobre el que ha planeado la influencia de Red Eléctrica de España (REE). La primera redacción del Ministerio suponía un auténtico retroceso en la liberalización.

Posteriormente, a raíz de la negociación emprendida con el Ejecutivo autonómico canario, se maquillaron levemente las medidas. Se pasó de expropiar las futuras centrales hidráulicas de bombeo a su adjudicataria en concurso público, Endesa, a exigir a esta compañía un calendario leonino de ejecución para estas centrales que en caso de incumplirse daría paso al traspaso de su titularidad a REE, culminando una de las clásicas aspiraciones del actual operador del transporte y operador del sistema de entrar en una tercera actividad, la generación, contraviniendo las directivas europeas que propugnan la separación de actividades eléctricas. Además, se imponen trabas a la inversión que quieran realizar los actuales operadores (principalmente Endesa) en el sistema eléctrico canario, lo que es ajeno a las necesidades de los ciudadanos y resulta increíble para sus propias autoridades. Por su parte, Repsol sigue encontrando la oposición de las autoridades políticas canarias para llevar a cabo sus prospecciones petrolíferas en el archipiélago.

Regulación dispar en las autonomías

Una de las principales partes damnificadas dentro del sector por las nuevas medidas puestas en marcha en 2013 por José Manuel Soria son las energías renovables: todo un lastre para estas instalaciones tal y como evidencian las dificultades de la Xunta de Galicia para conseguir que se cumpla con lo adjudicado en el último concurso eólico de 2010. Lo cierto es que los promotores han ido perdiendo las ganas de invertir a medida que aumentaba la presión fiscal y disminuían sus ingresos con los cambios previstos en su remuneración. En este sentido, Alberto Núñez Feijóo se ha visto obligado a anunciar una revisión del concurso eólico para facilitar la renuncia de los promotores a sus parques al tiempo que ha ofrecido una bonificación importante del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales para los que decidan seguir adelante con sus proyectos. La Xunta también se plantea recurrir la reforma energética de Soria en defensa de los intereses de los parques eólicos gallegos.

En enero del año pasado se conocía una sentencia del Tribunal Supremo que obligaba a Castilla-La Mancha a devolver 10 millones de euros a las compañías eléctricas recaudados por la llamada «ecotasa» a la energía nuclear, creada en tiempos de José Bono; una evidencia más del mal uso de la potestad regulatoria de las Administraciones y, particularmente, de la voracidad fiscal de las autonomías, ávidas de ingresos para sus arcas y capaces de articular todo tipo de impuestos y figuras tributarias genuinamente «made in Spain». Sobre todo en lo que se refiere a energía, cuyo gravamen es ciertamente fácil.

Por las mismas fechas se produjo un nombramiento en Cataluña que puede cobrar especial realce durante 2014 en la medida en la que el movimiento secesionista continúe dando pasos hacia la independencia: Pere Palacín tomaba los mandos de la Dirección General de Energía de la Generalitat y su labor va encaminada por los designios marcados por Artur Mas. A finales de año, Palacín presentaba un informe de su departamento en el que explicaba las supuestas ventajas que la independencia traería en materia energética para Cataluña.

Oposición a la fractura hidráulica

El cambio geoestratégico que han traído al mundo las nuevas técnicas de fracturación hidráulica ha propiciado que Estados Unidos se convierta en el primer productor mundial de hidrocarburos. Mientras, Europa se resiste a la llamada «revolución del fracking«. En primer lugar, únicamente Polonia parece el país con auténticas posibilidades de albergar unas reservas notables. Pero es que, además, otros países con potencial como Francia y Alemania ya han anunciado que renuncian a esta técnica, sobre la que existen no pocas sospechas de tener un impacto negativo en el medioambiente. El premier británico David Cameron ha sido de los pocos líderes europeos que se han manifestado abiertamente a favor del fracking , encontrando gran contestación social en el condado de West Sussex.

España tampoco ha escapado a la polémica. Desde el Gobierno central, el Ministerio se ha mostrado favorable al uso de la técnica; de hecho, José Manuel Soria ha manifestado que lo que realmente le preocupa del fracking es que finalmente no se encuentren hidrocarburos en España (o que no se encuentren bajo su mandato). Y las Cortes han aprobado, únicamente con el voto del PP, la Ley de Evaluación Ambiental, que contiene la primera regulación del fracking en España. La competencia para otorgar permisos que utilicen la fractura hidráulica es de las comunidades autónomas si solamente implica a su territorio; lo cierto es que la competencia pasa al Ministerio si los permisos son para áreas que afectan a más de una autonomía, lo que facilita que se puedan burlar las diferentes prohibiciones. Este punto ha puesto en pie de guerra a las instituciones territoriales hasta llegar al absurdo. Municipios sin reservas se han declarado como «libres de fracking» aunque no tengan opciones de que en su territorio se ponga en práctica esta técnica.

Al igual que con la reforma energética, la comunidad que ha encabezado la rebelión contra el uso de la fractura hidráulica es de su mismo color político: Cantabria, presidida por el popular Ignacio Diego, fue la primera comunidad que prohibió por Ley el fracking en su territorio. Después lo hicieron la también popular La Rioja y Navarra; además, Cataluña anunció que procedería a prohibirlo en su territorio mientras en Asturias y en Andalucía han sido sus parlamentos los que han proclamado el rechazo al fracking. Complejo mapa autonómico del fracking y escenario complicado para el Gobierno, que también ha encontrado la oposición de los grupos ecologistas, organizadores de múltiples marchas y concentraciones para mostrar su rechazo. Y por si esto fuera poco, en septiembre tembló el almacén de gas Castor, sacudiendo la costa mediterránea y soliviantando especialmente a la ciudadanía y también a la Generalitat catalana y valenciana; desde entonces, los informes que José Manuel Soria emplazó para finales de octubre aún duermen el sueño de los justos.

2013 (II): Entropía energética: Auge de la judicialización del sector con la reforma Soria-Nadal

Se trata de la crítica más compartida por la oposición en la Comisión de Industria, Energía y Turismo del Congreso de los Diputados: la política energética del Gobierno «se limita» a luchar contra el déficit de tarifa. Tampoco es un planteamiento que incomode a los diputados del PP ante la magnitud del problema acumulado, cada vez mayor, y que arranca 2014 con una cifra cercana a los 30.000 millones de euros. Desde luego, los resultados en esta materia han sido escasos, discutibles y más bien polémicos ya que se han visto arruinados por la falta de coordinación política y económica del Ejecutivo. De fondo, la carencia absoluta de un modelo energético.

La llegada de Alberto Nadal a la Secretaría de Estado de Energía llevó el reconocimiento implícito de la pérdida del primer año de la legislatura: más de 5.600 millones de euros de déficit de tarifa en 2012, cuando el objetivo era de 1.500 millones de euros , mientras que la deuda acumulada sobrepasaba ya los 26.000 millones de euros. En contra de lo anunciado, tampoco el segundo año de legislatura ha puesto límite a este déficit.

A principios de febrero, sin emprender ningún tipo de diálogo, negociación ni gestión y con la justificación de que la labor del Gobierno es velar por el interés general, José Manuel Soria y Alberto Nadal ponían en marcha una estrategia «distributiva» que «de facto» fue comunicada como una especie de supuesto reparto junto a tres de los daños de la lucha contra el déficit: recorte de las actividades reguladas para los agentes del sector, subida de la luz para los consumidores y aportación por parte del Estado de 3.600 millones de euros con origen en los Presupuestos Generales del Estado. Lo cierto es que, a la hora de la verdad, el primero que se cayó de este supuesto reparto equitativo es el propio Ejecutivo que, merced a la rivalidad entre Hacienda e Industria, ha cargado la lucha contra un déficit originado por decisiones políticas a espaldas de los consumidores y de las empresas del sector.

Meses antes de la reforma, se aprobó el Real Decreto 2/2013 de medidas urgentes en el sistema eléctrico y en el sector financiero: un paquete legislativo que modificó el sistema de primas a las renovables y las colocaba en el foco central de las causas del déficit. La reacción del sector renovable fue inmediata y se ha prolongado a lo largo de 2013; pero no ha sido unitaria, aunque obviamente tengan puntos en común.

Por un lado, asociaciones como la AEE y UNEF comenzaron su estrategia defensiva de la seguridad jurídica y retributiva basándose en el respeto a los derechos que tenían reconocidos; por otro, organizaciones como APPA y Anpier pasaron a la ofensiva adoptando una estrategia que buscaba la complicidad del Gobierno al pedir que no se subiese la tarifa mientras colocaban en su punto de mira a las compañías eléctricas, defendiendo una mayor intervención del mercado para mantener las primas renovables y limitando la retribución de ciertas tecnologías. Un planteamiento que reivindica el abaratamiento que las renovables producen en el precio del mercado eléctrico a costa de disimular el incremento en el coste del suministro y otorgando gran relevancia a la autarquía energética en una economía globalizada. A pesar de todo esto, continúa abierto un enfrentamiento entre tecnologías que pierde de vista lo que realmente les perjudica: la reforma energética del Gobierno.

La judicialización de la reforma

A mediados de julio se presentaron las líneas maestras de la reforma energética del Gobierno. La nueva normativa, compuesta por la nueva Ley del Sector Eléctrico así como por diversos Reales Decretos-Ley y Órdenes Ministeriales, algunos aprobados y otros por definir aún, augura un auténtico campo de batalla jurídico que se suma al ya iniciado por los recortes a las renovables realizados con anterioridad. El concepto de rentabilidad razonable, que rige el nuevo sistema retributivo para las energías renovables y la cogeneración, deja al margen al más utilizado en los países de nuestro entorno: el WACC, junto a la retroactividad con la que se quieren aplicar las medidas constituyen sus principales focos de controversia y serán los tribunales los que dictaminen si el Gobierno consigue su propósito o se ha excedido en su labor regulatoria.

Según Pablo Dorronsoro, socio de Baker&McKenzie, el momento clave para recurrir la reforma será la publicación de las órdenes ministeriales. Mientras tanto, un amplio frente se configura frente a la reforma del Gobierno: empresas del sector renovable y sus patronales, en sus dos vertientes, anuncian recursos contra el Gobierno. Varias Comunidades Autónomas, algunas del PP como Murcia y Extremadura encabezan la rebelión contra la nueva normativa del Gobierno, a pesar del voto favorable que han emitido sus diputados y senadores, así como la oposición socialista ya han presentado recursos ante el Tribunal Constitucional en defensa de los principios de seguridad jurídica y confianza legítima. Incluso Anpier llegó a hacer tambalear el proceso de contratación de las consultoras privadas, Roland Berger y Boston Consulting, que se encargarán de concretar los estándares de empresa eficiente y bien gestionada que especifica la reforma e incluir a cada instalación en su estándar correspondiente.

A nivel internacional, se encuentran ya en marcha los arbitrajes de inversión solicitados por productores fotovoltaicos y termosolares. Son los primeros; en próximos meses llegarán más, puesto que las empresas y fondos de inversión extranjeros intentarán hacer valer sus derechos. Conocido fue el malestar que se trasladó ante la reforma energética desde diferentes embajadas, especialmente de las de Estados Unidos y Japón. Quejas del exterior sobre la inestabilidad regulatoria en España, que pone en cuestión la rentabilidad de las inversiones realizadas y dificulta la llegada de nuevos inversores. De momento, ya se ha conocido que la firma estadounidense Solar Reserve renuncia a la central termosolar que iba a construir en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) a pesar del trato de favor que iba a recibir y que desveló El País. Y el 13 de enero Barack Obama recibe a Mariano Rajoy en la Casa Blanca…

De 2014 se espera una avalancha de recursos judiciales que se precipitará sobre la reforma energética del Ejecutivo, que abocará al sector a una situación inestable dominada por la incertidumbre y la inseguridad jurídica.

2013 (I): Y la política perpetuó el déficit tarifario

Culminado el azaroso proceso que ha terminado en diciembre con la aprobación de la Ley del Sector Eléctrico, es innegable que el comienzo de 2013 brindaba importantes pistas sobre cómo sería el devenir de los acontecimientos en materia energética a lo largo del año, dejando para otra entrega lo relativo a la intervención del mercado eléctrico, que bien podría ser el canto de cisne del ministro Soria en caso de que el informe de la CNMC no sea taxativo y prescinda de aportar las pruebas que justifiquen la anulación de la subasta CESUR de diciembre.

En este sentido, si en 2012 se daba cobertura legal al déficit de tarifa mediante una disposición final incrustada en el Real Decreto Ley sobre protección a los Empleados de Hogar, una enmienda añadida a última hora en el Senado a la Ley del Sector Eléctrico dejó sin efecto en diciembre, como si nunca hubiera existido, una Ley aprobada previamente en octubre por las Cortes Generales por la que Hacienda daba a Industria 2.200 millones para contrarrestar el déficit tarifario de 2013, medida presentada el 1 de febrero por José Manuel Soria en Consejo de Ministros.

Esta medida fue recogida en el Real Decreto 2/2013 de medidas urgentes en el sistema eléctrico y en el sector financiero: un paquete legislativo que modificó el sistema de primas a las renovables. El propio Soria lo defendió en el Congreso argumentando que era la forma «más justa y equilibrada» de combatir el déficit tarifario. Un anticipo de lo que sería la reforma eléctrica impulsada fatigosamente meses después y apenas atisbada por entonces; unas medidas que colocaban, en primera instancia, a las tecnologías renovables en el foco central de las causas principales del déficit por el desorbitado crecimiento de las primas y la potencia en los últimos años.

La ausencia de tacto y de diálogo ha sido una constante a la hora de legislar; la coordinación en el Ejecutivo no es mucho mejor. Que Cristóbal Montoro haya hecho prevalecer el objetivo de déficit público sobre la lucha contra el déficit de tarifa, desautorizando y arruinando el discurso realizado durante meses por José Manuel Soria y demás equipo ministerial, sigue también la senda marcada por el comienzo del año. 2013 arrancaba con un nuevo secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, teledirigido por la Oficina Económica de Moncloa dirigida por su hermano, Álvaro Nadal. Nadal tomaba posesión de su cargo avalando la gestión de su antecesor, Fernando Marti Scharfhausen, y mostrándose optimista ante un déficit de tarifa “encauzado”. Hace un año, este problema estaba en el ojo del huracán; ahora lo están el propio Nadal y su reforma, con el secretario de Estado momentáneamente desaparecido desde la anulación de la subasta eléctrica CESUR.

Si larga fue la espera de la reforma energética hasta que en julio se concretaron las medidas, mucha fue la especulación sobre la nueva normativa que José Manuel Soria y Alberto Nadal podían alumbrar. También se produjeron algunas declaraciones que no pasaron inadvertidas; en una entrevista a Expansión, Soria se jactó de que «la nueva ley eléctrica no gustará a las empresas del sector». Toda una declaración de intenciones que fue acompañada de su correspondiente salida de tono por Alberto Nadal con las alusiones que realizó en el Senado lamentando que el diálogo con la compañía eléctrica «clave» en la quema del carbón nacional -Endesa- no era «fluido» debido a que su titularidad accionarial es italiana.

Los excesos verbales y temeridades en materia energética no cesaron a lo largo del año con continuas contradicciones alrededor del déficit de tarifa. Este déficit comunicativo terminó contagiándose al presidente Mariano Rajoy, que terminó el año celebrando como un éxito de su Ejecutivo que la luz «sólo» suba un 2,3% en el primer trimestre de 2014.

Una subida intervenida que anticipa nuevas subidas en el recibo para próximos trimestres a raíz del mecanismo automático que se ha introducido en la Ley del Sector Eléctrico y que pretende que el Gobierno no sufra ningún coste político al desentenderse de la decisión de incrementar los peajes; en próximos meses veremos cómo el recibo sube y el Gobierno se sacude de encima la responsabilidad de tal subida para pasar a referirse a desajustes del sistema eléctrico corregidos por la Ley. Si hasta ahora el déficit procedía de la parte regulada del recibo, la intervención del mercado con un precio fijado por el Gobierno generará por primera vez déficit tarifario en la parte liberalizada al situarse muy por debajo de los precios marcados por el mercado de la electricidad, que apuntaba a subidas del 7-8% en el recibo, cifras alejadas al 11,5% que finalmente marcó la subasta pero también al 2,3% que fija el Gobierno.

Estas subidas futuras, que sin duda se producirán al estar recogidas en la Ley, buscan amortiguar los efectos políticos que podía tener la subida del 11,5% con las elecciones europeas en el horizonte. En todo caso, sigue la estrategia de huida hacia adelante. En contra de lo que manifestó en su balance de mitad de legislatura, Mariano Rajoy se dará cuenta en 2014 de que el déficit de tarifa no sólo no está encauzado sino que no cesa de generarse. Y de que lejos de solucionarle un problema, José Manuel Soria le ha creado varios: más déficit tarifario, litigiosidad, arbitrajes internacionales, temores de intervención del mercado, subida de la prima de riesgo en el precio de la energía en el mercado de generación. En definitiva, cronificación del problema.

Guerra eléctrica: Soria recula y Unesa reclama transparencia y que la CNMC publique su informe

Desde Canarias, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, atendió a la Cadena Ser en el programa dirigido por Pepa Bueno, Hoy por hoy. En todo momento evitó volver a repetir las palabras que han terminado por poner en pie de guerra a las compañías eléctricas. En una entrevista publicada en ABC durante este fin de semana, José Manuel Soria se mostró contundente al afirmar que “ha habido una clara manipulación o actuaciones para modificar los precios. Está claro. Además, se ha hecho de una manera muy burda”. El ministro también aseguró que sabe que existe “mucha preocupación en los cuarteles generales de las eléctricas”. Ante la insistencia de Pepa Bueno, José Manuel Soria reculó y se remitió a lo que refleja el informe de la CNMC que el Gobierno encargó al regulador: sólo ha hablado de “indicios de manipulación”, descartando haber señalado a nadie, y descargó de responsabilidad al Gobierno apuntando que en la subasta Cesur han concurrido “circunstancias atípicas”, que es lo que expresó la CNMC.

José Manuel Soria rechazó responder a las críticas que esta decisión le ha granjeado por parte de las compañías eléctricas. “Están en su derecho de decir lo que estimen oportuno. Yo no voy a entrar en debates estériles, esa no es la misión de un Gobierno. Nosotros tenemos que clarificar las circunstancias de por qué se ha dado algo anómalo”. A juicio del ministro, es “normal” que las compañías defiendan sus intereses privados, pero el Gobierno debe defender «el interés general», y por ello considera que se debe investigar por qué el precio de la pasada subasta eléctrica Cesur fue “extraordinariamente” alto.

En lo que no hay marcha atrás es en el nuevo sistema para la fijación de los precios. Soria espera presentarlo el próximo viernes en el Consejo de Ministros y que será el que fije el precio de la electricidad en 2014. Aunque no quiso decir si el recibo de la luz va a subir a partir del próximo 1 de enero, sí que descartó que sea del 11% porque “la economía española no podría soportar una subida así”. José Manuel Soria aseguró que en 2013 el incremento medio de la luz será del 1,7%, mientras que entre 2006 y 2012 subió a un ritmo del 9% anual, con lo que considera que las medidas tomadas por el Gobierno durante esta legislatura para controlar los precios de la electricidad fueron un “éxito”.

El resto de la entrevista, a pesar de los notables esfuerzos de una atónita Pepa Bueno, Soria se limitó a defender la reforma eléctrica aprobada el jueves pasado en el Congreso de los Diputados y a realizar ejercicios malabares verbales al asegurar que los ingresos y costes del sistema en 2013 “están equilibrados por primera vez en diez años” para inmediatamente después reconocer un desfase de 3.600 millones como consecuencia de su retirada del sistema eléctrico después de ser comprometidos por el Estado y aprobados por las Cortes Generales; un déficit que Soria escudó en el cumplimiento de un “objetivo superior”, el del déficit público impuesto por la Unión Europea. Sobre la proposición de ley de la Izquierda Plural, respaldada por toda la oposición, que proponía medidas contra la llamada pobreza energética y evitar que se cortara la luz a las personas que no tienen recursos para pagarla, especialmente en los meses de invierno, dijo que esa propuesta significaría una subida de la luz para que el resto de consumidores del sistema paguen el recibo a los que no pueden hacerlo.

Soria afirma que el nuevo mecanismo para fijar la luz recogerá mejor las «señales reales» del mercado

El ministro ha señalado que su Departamento ya está trabajando en un nuevo mecanismo para establecer el precio de la luz para los próximos meses, que será más acorde a lo que están siendo las «señales reales» del mercado y no a lo que salió de la última subasta, que terminó con una subida del 11,5%.

«La mejor subida sería la que no se produciría», indicó Soria, que recordó que mientras en el periodo 2006-2012 el precio de la electricidad en España subió un 64,3%, lo que significa un 9% cada año, en 2013 habrá subido un 1,7%, lo que supone «un incremento del 400% inferior a lo que se venía produciendo».

El titular de Indusdria ha afirmado que el Gobierno no va a entrar en «ningún debate» con la patronal eléctrica y ha insistido en que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia decidió invalidar la subasta tras detectarse «indicios de manipulación».

José Manuel Soria, que se encuentra en Fuerteventura para reunirse con empresarios del sector turístico, ha dicho a los medios que considera «legítimo» que las empresas eléctricas «defiendan sus derechos», pero ha querido dejar claro que el Gobierno tiene que defender el «interés general».

Unesa reclama el informe “ya”

El presidente de la Asociación Española de la Industria Eléctrica, Eduardo Montes, lamentó el «gravísimo daño» causado a las principales compañías eléctricas por la acusación de manipulación de la subasta eléctrica lanzada por el Gobierno y pidió que se haga público cuanto antes al informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) por el que se anuló la puja. A juicio de Eduardo Montes, “desde el Ministerio se nos ha acusado de manera muy dura de haber manipulado cuando no existe nada que permita decir eso», y recordó en numerosas ocasiones que las compañías eléctricas tienen una participación reducida en las subastas de fijación de precios, el 10% según manifestó en una entrevista a El Mundo.

El presidente de Unesa se quejó de la «demonización de las eléctricas» y aseguró que «se han sentido atacados»; por ello, ha pedido como es lógico que se haga público el informe de la CNMC cuanto antes. «Transparencia, transparencia, transparencia. Que nos expliquen lo que ha pasado. No hay derecho a las acusaciones. Hay que poner encima (de la mesa) el informe», reclamó, al tiempo que se ha mostrado tranquilo ante la investigación, al igual que hizo cuando el secretario de Estado, Alberto Nadal, anunció una investigación de la CNMC al mercado eléctrico el pasado 12 de diciembre, una semana antes de la subasta Cesur.

En las subastas para el suministro de último recurso, modalidad en la que están millones de hogares, Eduardo Montes señaló que participan «cantidad de oferentes», dentro de los que las empresas de Unesa (Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa, EDP y E.ON) representan aproximadamente un 10% y el resto son operadores de mercado como grupos financieros, importadores. «No podemos consentir que se nos culpe, que se nos demonice de una cosa en la que representamos el 10%», sentenció el presidente de la patronal eléctrica.

La semana pasada el Gobierno decidió anular la 25ª subasta eléctrica, que concluyó con un incremento de precios del 25,6% -lo que se traduciría en un aumento de alrededor del 11% en el recibo que paga el consumidor-, después de que la CNMC concluyera que en su desarrollo hubo elementos atípicos. Respecto al resultado de la subasta, el presidente de Unesa señaló que, si se excluyen los nuevos impuestos a la generación y el céntimo verde que se aplicará en breve, los precios habrían quedado en unos 57 euros por megavatios-hora (MWh), un precio similar al de países como Reino Unido o Francia.

Por otro lado, también señaló que ciertos elementos podrían haber influido en el alza de precios: el aumento de la demanda por el frío, la baja producción eólica por la ausencia de viento, el incremento del precio del gas y la prima de riesgo que exige el mercado sobre operaciones a futuro (en la subasta se adquieren compromisos de compra de electricidad para el trimestre siguiente). «Entiendo que la subasta no ha sido diferente a las 24 anteriores. Ha seguido el mismo procedimiento y ha sido revisada in situ por el regulador», manifestó en reiteradas ocasiones y aseguró que las subastas son «uno de los pocos sistemas» para fijar precios. Por ello, mostró su confianza en que en los próximos días se establezca un nuevo mecanismo basado en el mercado. «Entre el Gobierno y la CNMC tendrán que arbitrar un sistema que permita, sin hacer un estropicio en el libre mercado, fijar el precio», consideró.

Unesa se persona en la CNMC para pedir que aclare lo antes posible lo ocurrido en la subasta

Directivos de la Asociación Española de la Industria Eléctrica (Unesa) se personaron en la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMV) para pedirle que aclare «todos los extremos» de lo ocurrido en la subasta del pasado jueves, según se aprecia en el escrito presentado por la patronal eléctrica.

En el escrito presentado ante el regulador, Unesa solicita que se investigue, «a la mayor brevedad», si «ha habido o no comportamientos no competitivos u otras faltas en el desarrollo de la pasada subasta Cesur».

En caso afirmativo, la patronal pide que se identifiquen «los sujetos a quienes se deban imputar tales conductas, todo ello en aras a la transparencia del marco que debe presidir el desarrollo de la actividad de los agentes en el mercado».

El encargado de entregar el escrito ha sido el secretario general de Unesa, Pascual Sala, quien recuerda que el regulador tiene dos semanas como máximo tras la subasta para elaborar un informe que detalle los motivos de su recomendación.

No obstante, «a lo largo del fin de semana pasado han aparecido en los distintos medios de comunicación social numerosas noticias sobre las causas por las cuales se ha procedido a la anulación» de la subasta, y es este aspecto el que preocupa a la asociación, que reclama conocer de forma «urgente» lo sucedido.

Unesa también deja abierta la puerta a acudir a los tribunales. Su cometido, indica, es «la defensa de los intereses del sector al que representa y es de su interés que exista la mayor transparencia en el mismo, a cuyo fin puede ejercitar todo tipo de acciones legales y judiciales».

«Es de interés para Unesa que se investigue a la mayor brevedad si ha habido o no comportamientos no competitivos u otras faltas en el desarrollo de la subasta» y, «en caso afirmativo, que se determine los sujetos a quienes se deban imputar tales conductas», señala.

Triangulaciones y transparencias

La primera y fundamental es que este desenlace se haya generado mediante un proceso de triangulación entre gobiernos (el español, el mexicano y el argentino) que han desplazado a los responsables de las empresas. Algo que da cuenta de la baja calidad del capitalismo empresarial en estos tres países y del grado de intervencionismo aceptado, en una especie de cultura político-económico-empresarial latina.

La operación dinamita la estrategia de negociación de Antonio Brufau, quien preparía su dimisión en el Consejo de Administración según adelanta Vozpópuli. A su vez, la Caixa-Fainé (principal accionista de la petrolera) desautorizan al actual presidente de Repsol con su presencia en la reunión de tres horas en la que se fraguó el «Acuerdo». Y con su aquiescencia.

Por su parte, Brufau es un ejecutivo de carácter y, en muchos momentos, muy incómodo para los propios intereses de la entidad financiera catalana, incluyendo su proximidad al PSC, por lo que la opción de su salida ya se venía manejando en círculos restringidos desde hace tiempo y sonaba de forma insistente. Otra triangulación.

Con respecto a sus términos, lo que ha trascendido del acuerdo es que la entente entre Repsol y el Ejecutivo argentino por YPF se resuelve con una indemnización de 5.000 millones de dólares que hasta el momento era considerada insuficiente por la petrolera española (sólo el yacimiento de Vaca Muerta está valorado en unos 10.000 millones de dólares, incluyendo 6.000 de lucro cesante). Evidentemente, la suscripción del mismo implica la renuncia a las acciones de arbitraje internacional que Repsol tiene abiertas en el CIADI.

En la construcción del acuerdo entra como palanca, además, la formalización de un pedido de barcos para los astilleros gallegos que Pemex ha prometido al presidente Mariano Rajoy, así como la firma de la pipa de la paz en el accionariado de Repsol, donde la mexicana tiene un 9% del capital. Así, el gallego ha enviado de urgencia a Argentina, para dejar atados y bien atados los términos del acuerdo a José Manuel Soria, ministro de Industria, como embajador económico plenipotenciario, a efectos de escenificar el allanamiento de las posiciones españolas como un Acuerdo. Una operación a su medida.

A su vez, es evidente que el Gobierno está demostrando una apuesta importante por el desarrollo de las relaciones económicas con México (un país que, por otra parte, tiene solvencia a nivel internacional, además de estar en un proceso de revisión de largo recorrido de su política energética). En sentido contrario, no está tan claro que el acuerdo futuro con Argentina sea tan fiable, de forma que existan más dudas que garantías de que se cumpla en todos sus términos, o de que se conozcan la calidad y liquidez de los activos con los que se pagará la indemnización acordada.

Atentos a todo ello. Y a la sustitución de Brufau, que será por triangulación.

El problema del Castor, a punto de reventar

Todavía no ha pasado este problema al ejercicio telúrico de invocar el pasado, es decir de pasar por un tercer grado a todos los recientes ministros de Industria concernidos por la decisión de incluir esta infraestructura en la planificación energética.

A saber: José Montilla, su sucesor, la pasión turca de Joan Clos, alcalde en búsqueda de destino exterior exótico y Miguel Sebastián, que se encontró con la obligación de estampar su plácet en el portafirmas. Finalmente, José Manuel Soria concretó la retribución a la infraestructura, para después enviar las condiciones al Tribunal Supremo por entender que eran lesivas contra los intereses del Estado.

El desenlace de esta remisión ya lo conocemos, con la sentencia desfavorable del Tribunal Supremo. Confirma que nos saldrá cara la tentación a las inversiones y faraonismo de los operadores de sistema, emboscados con los constructores de infraestructuras. Y, confirma la debilidad (responsable) de la Administración y los ejecutivos, en estos procesos ante una envolvente tan correosa.

Sobre todo, en la medida en que cada vez es más palmario que el almacenamiento gasista Castor es innecesario para uno de los sistemas gasistas más versátiles del mundo como es el español con nueve regasificadoras y varios gaseoductos procedentes del norte de África. Para constatarlo aún más, la propia Gas Natural Fenosa lo hace público, quedando en la picota su funcionalidad.

Para colmo, los informes que se han publicado sobre su estabilidad y riesgos no son nada tranquilizadores y la patata, más que caliente, abrasadora, es una crisis en toda regla del actual ministro de Industria. Y, probablemente, es la crisis de la que menos es responsable en su ejecutoria (bastante cargada de chapuzas más recientes).

Por otra parte, el enfado en el Gobierno y en el Partido Popular con Florentino Pérez es morrocotudo, ya que logró calzar la infraestructura y ahora amenaza en ejecutar hasta el último céntimo de producirse su retrocesión. La capacidad del presidente de ACS y del Real Madrid de granjearse los apoyos en los sucesivos gobiernos es más que conocida y, además, es materia reservada «constructivista». Sólo así se pueden entender algunas de las infraestructuras autorizadas por los distintos Gobiernos en los últimos años en nuestro país.

Y, finalmente, por tiernos, quedan los avisos timoratos del Partido Popular al propio Pérez a través de los medios a cuenta de la política de fichajes del Madrid y de Christian Bale, ligados a la situación económica y energética del país, y filtrados a través de los digitales y que provocan sonrojo por pueriles.

En todo caso, el Castor enfila el momento de la verdad y las consecuencias del mismo (cierre, indemnización, compensación, asunción en la deficitaria tarifa gasista), ya están a la vuelta de la esquina. Está a punto de reventar.

Aislados por el mundo

Al igual que los Sistemas Eléctricos Insulares y Extrapeninsulares (SEIE), en la mayoría de los sistemas eléctricos aislados se sigue un modelo de retribución regulada. Es la solución más razonable dadas las características propias de estos sistemas: son de un tamaño generalmente reducido, frágiles desde un punto de vista energético y con un mix de generación limitado, sin olvidar su ya citado aislamiento respecto al conjunto del territorio nacional.

En estos sistemas regulados, los ingresos de los agentes son fijados por el propio regulador o bien existen reglas de retribución basadas en el reconocimiento de los costes que suponen producir energía en estos territorios. Hay que destacar que en estos sistemas, en un porcentaje superior al 50%, la potencia instalada corresponde a energía térmica (utilizando carbón, gas), llegando este porcentaje en casos como en los propios SEIE o Creta (Grecia) a ser de más del 90%. Como los costes de producción son siempre mayores que en los territorios continentales de los países a los que pertenecen, la energía resulta más cara en estos sistemas.

Con estas peculiaridades, los mayores costes de producción y el tener que abastecer a un mercado reducido complican que en estos sistemas exista más de un operador en la generación, la distribución o el transporte. No hay mercado suficiente para más. Y puesto que la energía es más cara, es habitual que los ciudadanos de estos territorios disfruten de una compensación en los precios de la energía para que todos los habitantes de un país terminen pagando la misma tarifa: en España, la propia Constitución garantiza en su artículo 138 la solidaridad entre las distintas partes del territorio español, “velando por un equilibrio económico justo entre todos, atendiendo en particular a las circunstancias del hecho insular”.

La excepción a esta regla la constituye la isla de Tasmania. Considerablemente minúscula en lo que respecta al territorio nacional, inferior a un 1% del total de Australia, Tasmania es lo suficientemente grande como para reunir las condiciones propicias para haber desarrollado un mercado de energía liberalizado, en el que la entrada de agentes es libre y el precio de generación lo define el mercado a través de subastas entre generadores y comercializadores. Con una alta penetración de la energía hidráulica, mayor al 80% gracias a sus ríos de curso rápido, el medio millón de habitantes de Tasmania disfruta de una energía considerablemente más barata que en sistemas eléctricos similares.

Sistemas con compensación

De la misma manera que en Tasmania, el precio de generación en Cerdeña (Italia) se establece mediante subastas. Pero también es cierto que para evitar momentos de escasez existe un plan de compra de energía que se remunera de forma regulada: primero mediante un pago por capacidad de antemano y posteriormente a través de un pago por energía producida a un precio acordado. Además, a diferencia de Tasmania, todos los ciudadanos italianos pagan lo mismo ya que se establece un precio medio del mercado eléctrico, compensando los precios de unas regiones con los de otras: una práctica generalmente extendida en los sistemas constitucionales para evitar discriminaciones entre ciudadanos de un mismo Estado.

Hay que recordar que en España se hace coincidir la tarifa que pagan los ciudadanos de los SEIE con la tarifa que se paga en la Península aunque, como ya se ha señalado, la de los primeros resulta bastante más cara. Lo que ocurre es que las diferencias existentes por tanto entre el precio real de la generación y el pagado por el consumidor final en los SEIE no se cargan directamente en la factura de la luz de todos los ciudadanos sino que se enjugan con una partida a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. Por otra parte, el sistema de retribución a la generación es regulado: los productores tienen un reconocimiento de los costes fijos (inversión más operación y mantenimiento) y de los costes variables (combustibles).

Escenarios similares se plantean en Córcega (Francia) y Creta (Grecia). En ambas islas nos encontramos con sistemas regulados en los que hay un generador prácticamente en exclusiva al que se le hace un reconocimiento de costes; también hay que mencionar que, al margen de este agente, existe una presencia mínima de productores renovables. La tarifa de estos territorios se fija al mismo precio que el existente para todo el territorio nacional (Francia o Grecia); en estos casos, la diferencia entre esta tarifa y el precio real que tiene la generación en estos territorios es pagada por el conjunto de consumidores nacionales con un impuesto adicional incluido en su factura eléctrica.

Hay dos casos parecidos a los últimos citados pero con sus correspondientes peculiaridades: Madeira y Alaska. En el archipiélago portugués también hay un productor mayoritario cuya retribución está regulada. Sin embargo, hay otros pequeños productores que generan en su conjunto el 28% de la energía de Madeira y que, de forma libre, pueden venderle energía de manera competitiva a la compañía mayoritaria hasta un máximo anual. Eso sí, la tarifa la fija el Gobierno portugués y vuelven a darse mecanismos de compensación para que la solidaridad nacional haga frente a los extracostes que la generación implica para estos territorios. La particularidad que presenta Alaska es que esta compensación se produce únicamente entre las diferentes zonas de Alaska y no con sus compatriotas de Estados Unidos.

De Hawái a Hong Kong

Los ejemplos citados, con la excepción manifiesta de Tasmania, constituyen reflejos del escenario eléctrico que España plantea con las Islas Baleares, Islas Canarias, Ceuta y Melilla. También podemos preguntarnos qué ocurre en casos diferentes como puede ser el de archipiélagos extremadamente alejados del territorio continental o el de territorios más o menos autónomos. En las islas Hawái, a 3.000 kilómetros de la costa de América, la tarifa la definen las autoridades en función de los costes de la generación y añadiendo un margen suficiente para hacer atractiva la instalación de grupos de generación a los inversores. Al igual que en Alaska, dado que no existe solidaridad entre los diferentes estados de Estados Unidos, los consumidores de Hawái son los que cargan con los sobrecostes de estos sistemas en la tarifa establecida.

Diferente es la situación de Puerto Rico, Estado Libre Asociado a Estados Unidos. La generación de electricidad no está liberalizada, lo que hace que esta actividad la realice una empresa gestionada directamente por el gobierno de la isla, con una tarifa acorde a los costes de generación. Ahora se plantean reducir su gasto eléctrico a medio plazo. Pero si hay una situación verdaderamente incomparable en el mundo es la de Hong Kong. Con una superficie de 1.108 km2, 9 veces más reducida que la de Puerto Rico, 7 millones de personas y ser uno de los centros financieros del mundo demandan que la potencia total instalada en Hong Kong sea de 10.646 MW, más del doble que la instalada en la isla caribeña. En este caso, tal y como sucede en Hawái, la tarifa la define el gobierno local al margen de las autoridades chinas con un reconocimiento de los costes de producción más una rentabilidad ya definida.

La energía se judicializa (III): Tormenta y lodazal

Mientras el discurso del Gobierno permanece inmutable ante las críticas recibidas, el rechazo a la reforma energética planteada por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo tiene en uno de los barones autonómicos del PP, Ramón Luis Valcárcel, a uno de sus máximos exponentes. La importancia que la energía solar tiene en su territorio ya le llevó a plantear un recurso de inconstitucionalidad contra el primer recorte a las renovables ejecutado en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero. Ahora, con un Gobierno de su mismo color político en la Moncloa, tampoco le ha temblado el pulso para presentar otro recurso de inconstitucionalidad, en este caso contra el Real Decreto Ley 9/2013.

La polémica persigue a la reforma energética y en el Gobierno son conscientes de lo que se avecina. Según manifestó en una entrevista a Energía Diario el abogado del despacho Rödl & Partners, Ramón Marés, “el carácter retroactivo de las medidas y la falta de reconocimiento de los costes reales de inversión y de explotación de los productores” son los puntos más conflictivos de la reforma. Esta conflictividad se traducirá en un elevado número de litigios y por ello, desde Moncloa y en coordinación con el Ministerio de Industria y también el de Economía, se ha orquestado una unidad especial en el Ministerio de Justicia para prepararse ante la avalancha de recursos y arbitrajes que se sucederán próximamente a escala nacional e internacional. La preocupación se palpa en el ambiente.

El reparto de esfuerzos pregonado por el Gobierno entre agentes del sector, Estado y consumidores no es tal si se acude a las cifras. La propia Unesa (Asociación Española de la Industria Eléctrica) estima que la reforma energética tendrá un impacto de 1.600 millones de euros para las renovables mientras que para las tecnologías del régimen ordinario será de 1.100 millones: 2.700 millones para el sector mientras el Estado asume 900 millones y otros 900 se cargará a los consumidores. En una situación especialmente delicada queda la eólica; al ser la que lleva más ejercicios produciendo energía, será la más afectada por la vuelta a hacer números que implica la rentabilidad razonable. Según el presidente de la AEE (Asociación Empresarial Eólica), José López-Tafall, “se modifican las reglas de juego que atrajeron 25.000 millones en inversiones en los últimos veinte años”.

Oposición en la energía solar

Idéntico argumento plantean el resto de tecnologías renovables: la falta de seguridad jurídica. Es el caso de los productores fotovoltaicos y termosolares, que han visto cómo desde 2010 tanto el Gobierno de Rodríguez Zapatero como el de Rajoy han mermado considerablemente las retribuciones que se les había prometido un lustro antes y que atrajeron a miles de inversores. Recortes que han soliviantado considerablemente fuera de nuestras fronteras: inversores estadounidenses, alemanes y japoneses han trasladado su malestar a través de sus embajadas y ahí están los arbitrajes internacionales de inversión planteados bajo el amparo de la Carta de la Energía. Pero también en el territorio nacional la batalla jurídica anunciada promete ser intensa y duradera.

El último movimiento ha sido el protagonizado por Anpier (Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica). La semana pasada se presentaron acompañados por un notario en la sede del IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético) con la finalidad de dejar constancia de que el Gobierno no ha hecho públicas en el plazo legal establecido las bases de la licitación del contrato para las consultoras privadas encargadas de cuantificar cómo debe ser el estándar de una empresa eficiente y bien gestionada que se menciona en el Real Decreto Ley 9/2013, parámetros sobre los que se calculará su rentabilidad razonable. Según se ha publicado en diversos medios, estas consultoras son Roland Berger y Boston Consulting. La finalidad de esta acción es recurrir la adjudicación de los contratos, lo que podría invalidar el proceso e impedir la entrada en funcionamiento en enero de la nueva retribución a las energías renovables.

Los representantes de Anpier, que está siendo la organización que está plantando cara al Gobierno de forma más directa, también presentaron ante el IDAE la documentación correspondiente a 1.000 pequeños productores de energía fotovoltaica. No es la primera vez que lo hacen. Su objetivo es que el Gobierno no alegue desconocimiento de las características de las plantas de producción de energía para justificar en un futuro proceso judicial el establecimiento en el Real Decreto Ley de unos parámetros estándar. Según declaraciones realizadas a Energía Diario, el director de Anpier, Rafael Barrera, considera «un error» estandarizar los datos y las características de lo que debería haber sido una instalación eficiente «porque hay una casuística muy amplia». Además, Barrera recuerda que los productores fotovoltaicos «ya han pagado sus impuestos con arreglo a las normas que había; ahora no tiene sentido entrar a valorar cuál debió ser su rentabilidad».

Recursos por doquier

Desde el primer recorte en la retribución a las renovables realizado por el Gobierno socialista hasta la reforma energética del actual Ejecutivo han sido varias las comunidades autónomas que han presentado recursos de inconstitucionalidad contra diferentes normativas con el objeto de defender a los productores situados en su territorio. Es el caso de la citada Región de Murcia pero también de otras autonomías como Andalucía, Extremadura, Galicia, Islas Canarias y la Comunidad Valenciana. En lo que respecta a la reforma energética planteada el pasado mes de julio, ante el Real Decreto Ley 9/2013 Navarra es la única comunidad que ha seguido los pasos de Murcia y ha presentado un recurso de inconstitucionalidad ya que considera que peligran las inversiones realizadas en instalaciones renovables por el cambio de modelo retributivo. Otra comunidad que podría hacerlo es Extremadura, que de momento ha pedido una comisión bilateral para negociar este asunto con el Estado.

A nivel parlamentario, únicamente la mayoría absoluta del Partido Popular da un pequeño respiro al Gobierno. Eso siempre que no se consume una rebelión de los diputados de las comunidades díscolas, extremo que no ha descartado el presidente murciano Valcárcel y que reclama la campaña de Anpier titulada «Diputado, con mi voto, no votes contra mí«. La oposición está absolutamente en contra y tanto el PSOE como CiU, UPyD, la Izquierda Plural y el Grupo Mixto han presentado enmiendas a la totalidad que se debatirán este jueves. Además, el PSOE presentó también a través de su grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados otro recurso de inconstitucionalidad basado en que se aplica una retroactividad impropia que consideran lesiva así como que el concepto de rentabilidad razonable, sin igual en un país occidental, carece de sentido y puede abocar a una rentabilidad negativa.

El debate está abierto; el Gobierno insiste en su reforma mientras, de fondo, una litigiosidad en escalada no hace ningún bien al sector. Habrá que ver si el Ejecutivo negocia.

¿Cómo se regularon hasta ahora los Sistemas Eléctricos Insulares y Extrapeninsulares?

Un modelo de retribución regulada suele ser el método adoptado para recompensar la generación en los sistemas eléctricos aislados. En España, los Sistemas Eléctricos Insulares y Extrapeninsulares (SEIE) no constituyen una excepción y, por tanto, también se ha seguido un modelo regulado para la retribución de la generación en las Islas Baleares, Islas Canarias, Ceuta y Melilla.

La base de este modelo se cimenta en un reconocimiento de los costes fijos y variables que la producción de energía conlleva en estos sistemas aislados: precisamente su aislamiento y las particularidades propias de estos territorios hacen que los consiguientes sobrecostes de los SEIE fueran compensados, gracias al principio de tarifa única nacional, en los Presupuestos Generales del Estado y a través directamente del bolsillo del conjunto de los consumidores españoles de energía en su factura de la luz.

Durante décadas los SEIE estuvieron inmersos en un período de incertidumbre retributiva y regulatoria. No fue hasta 1997, con la Ley del Sector Eléctrico, cuando se contempló por primera vez la necesidad de desarrollar una normativa específica para los SEIE que tuviera en cuenta sus particulares sobrecostes. Apenas fue un primer paso: se tardó más de 10 años en desarrollar el modelo regulatorio de los SEIE vigente hasta la aprobación el jueves 17 de octubre de la nueva Ley.

El Real Decreto 1747/2003 estableció los aspectos generales de su retribución; pero no fue hasta 2009 cuando se dio la primera liquidación conforme a la nueva normativa ya que hasta 2007 las tarifas eléctricas se limitaron a incorporar una cuantía provisional para la retribución de estos sistemas: un parche que no solucionaba en nada la problemática de los SEIE. Esta fórmula no guardaba relación alguna con la realidad de estos territorios: era indiferente a los costes fijos y variables, sin tener en cuenta por ejemplo el número de instalaciones existentes o la evolución del precio de las materias primas. Simplemente se contemplaba como un añadido a la tarifa que pagaban los consumidores sin detallar de dónde procedía ese incremento.

Retribución al detalle

En 2006 se aprobaron las órdenes ministeriales que recogían el grueso de los aspectos que hacían referencia específicamente a la retribución. Fue el punto final a un largo período de incertidumbre durante el que se contemplaron cuantías provisionales que no se ajustaban a la realidad de estos sistemas. Básicamente son dos: la Orden ITC / 914/2006, que estableció el método de cálculo de la retribución de garantía de potencia o costes fijos; y la inmediatamente anterior, la Orden ITC / 913/2006, por la que se fijó el mecanismo retributivo a tener en cuenta para los costes variable y a la postre la de mayor calado: no obstante más del 70% de la retribución de los SEIE se corresponde a costes variables. Antes de entrar en detalles conviene señalar también que, en definitiva, este esquema de retribución estaba diseñado para garantizar una rentabilidad después de impuestos del 8% para las inversiones realizadas en generación en los SEIE. Con la nueva reforma energética del Gobierno y la rentabilidad razonable ya se verá cómo se define la nueva retribución.

En lo que respecta a los costes fijos, la retribución fijada trataba de recompensar la inversión realizada a la par que enjugaba los costes fijos de operación y mantenimiento de las instalaciones. Se tenía en cuenta su disponibilidad efectiva y la instalación tenía que estar calificada como inversión necesaria por el operador del sistema (REE). Hay que señalar que para recompensar la inversión en generación, además de la amortización de la inversión se añadía una retribución igual al valor de la rentabilidad del Bono del Estado + 3%.

La parte de los costes variables se calculaba a través de tres pilares; el coste más cuantioso es el ocasionado por los combustibles, que por primera vez empezó a tener en cuenta las variaciones en su precio a través de las cotizaciones internacionales; además se añadía el coste variable de operación y mantenimiento, que cubría básicamente costes de las revisiones, fungibles y circulante; finalmente se completaba con los costes derivados de la regulación realizada durante cada hora de funcionamiento, es decir, en función de las decisiones y los MW asignados por el operador del sistema.

Procedimientos de operación

La operación en los SEIE no se escapa a las particularidades de estos territorios: su aislamiento y reducido tamaño también influyen en su reglamentación. Eso sí, desde 1997 quedó liberalizada la actividad de generación en los SEIE. El único requisito corresponde a una necesidad de planificación de la potencia a instalar junto con las Comunidades y Ciudades Autónomas correspondientes. El objetivo de esta planificación es que la generación cubra la demanda eléctrica prevista bajo criterios de seguridad, diversificación, eficiencia y protección del medio ambiente.

REE, en virtud de operador del sistema, se encarga del despacho de generación según orden de mérito económico teniendo en cuenta las restricciones técnicas y medioambientales. La operación debe garantizar la disponibilidad de la suficiente potencia de reserva con el fin de minimizar el efecto que puedan tener imprevistas incidencias en la generación que repercutan en la garantía y en la calidad del suministro. El ciudadano de los SEIE debe recibir el mismo servicio que un ciudadano ubicado en cualquier lugar de la Península.

Con estos criterios resulta evidente que desde 2006 se dejó de buscar el mínimo coste económico en detrimento de las prioridades ya señaladas. Se estableció entonces que la potencia disponible debe cubrir la demanda punta y los tres niveles de reserva siguientes para poder responder, en un momento puntual, ante una mayor demanda ya que, llegados a ese caso, no hay alternativa: ninguna otra fuente de generación puede auxiliarla dado el aislamiento que tienen estos grupos generadores. Esto ha llevado a que las centrales generadoras de energía de los SEIE deban funcionar con un bajo nivel de carga y, por tanto, con un elevado margen de reserva, que oscila entre el 40 y el 70% según los casos; muy superior al fijado para la Península, entre un 10% y un 15%, lo que ha dado lugar a costes adicionales que han incrementado las cuantías necesarias para apoyar a estos territorios.

Cuantías que se han visto a su vez aumentadas por las décadas de retraso en la construcción de las plantas de regasificación, lo que ha obligado a utilizar en las centrales de ciclo combinado los combustibles más caros. Ahora está por ver si antes de que termine la presente década se han concluido todas las infraestructuras planeadas para el archipiélago canario: las citadas plantas de regasificación y las centrales de bombeo, necesarias para un mejor aprovechamiento de las energías renovables. A corto plazo será importante ver qué consecuencias trae para los SEIE el conjunto de la reforma energética una vez que sea aprobada definitivamente; conviene no olvidar que, meses después de su presentación, el trámite parlamentario supuso cambios importantes en la Ley finalmente aprobada el pasado 17 de octubre en el Congreso.

¿Cómo son los Sistemas Eléctricos Insulares y Extrapeninsulares?

El artículo 12 de la Ley del Sector Eléctrico (54/1997) explicita la necesidad de una reglamentación singular para los Sistemas Eléctricos Insulares y Extrapeninsulares (SEIE). Los territorios englobados bajo esta denominación de SEIE son las comunidades autónomas insulares, es decir, las Islas Baleares y las Islas Canarias, así como las ciudades autónomas en el norte de África, Ceuta y Melilla.

Basta echar un vistazo al mapa de España para comprender que el aislamiento es la principal característica de estos territorios. En términos energéticos, este aislamiento se traduce en un hándicap de importantes consecuencias en el plano económico y para el propio abastecimiento: son territorios al margen de la red eléctrica peninsular. En la Península Ibérica, las interconexiones entre los diferentes núcleos de generación de energía abren un abanico de posibilidades para que su población e industria tengan cubiertas sus necesidades eléctricas. Esto no es así en los SEIE, a pesar del cable eléctrico submarino que ya conecta Baleares con la Península y que proporciona una cuarta parte del suministro.

Otro problema que presentan estos territorios es su pequeño tamaño. Teniendo en cuenta que la superficie de España es de 504.782 km2, únicamente 12.607 km2 corresponden a los SEIE, es decir, el 2,5% de toda España, una cifra claramente reducida pero que resulta aún menor si tenemos en cuenta que esta superficie hay que repartirla a su vez entre 4 islas de Baleares, 7 islas de Canarias y Ceuta y Melilla. Estas reducidas dimensiones no ofrecen además una auténtica dimensión de sus necesidades energéticas; en lo que respecta a la población de los SEIE, que al fin y al cabo son consumidores de electricidad como el resto de los españoles, en estos territorios reside el 7,2% de la población nacional, más de 3 millones de personas. Considerando una mayor industrialización de la Península, conviene anotar que en 2011 la demanda de los SEIE fue de 15 TWh, un 5,5% de toda la demanda energética nacional.

En consecuencia a los datos expuestos, en los SEIE nos encontramos con 10 «islotes» energéticamente hablando que, al no estar conectados con sistemas mayores ni apenas entre sí (salvo Mallorca-Menorca, Ibiza-Formentera y Fuerteventura-Lanzarote), constituyen pequeños subsistemas eléctricos que se ven obligados a generar la electricidad que tienen que consumir. Por ello, el tamaño medio de los grupos generadores en los SEIE es de 29 MW, frente a los 335 MW de las instalaciones peninsulares. Una circunstancia que impide establecer en los SEIE economías de escala, en las que a medida que va aumentando progresivamente la producción se reducen considerablemente los costes.

En España existen 371 grupos generadores de electricidad: 190 corresponden a la Península y 181 a los SEIE. Sin embargo y como es natural, la potencia instalada en ambos territorios no está tan equilibrada: 63.801 MW frente a 5.226 MW de los SEIE. Son reveladores, de lo reducido que resultan estos sistemas, los datos de la potencia instalada en La Palma (108 MW), Ceuta (99 MW), Melilla (85 MW), La Gomera (22 MW) y El Hierro (13 MW).

Fragilidad máxima

El aislamiento de estos pequeños sistemas eléctricos exige márgenes de reserva más altos. Esta exigencia implica que las centrales generadoras de energía deben funcionar con un bajo nivel de carga para poder responder ante una mayor demanda en un momento puntual ya que, llegados a ese caso, no hay alternativa: ninguna otra fuente de generación puede auxiliarla. Este margen de reserva, que oscila entre el 40% y el 70% según los casos, resulta muy superior al fijado para la Península, entre un 10% y un 15%, con el objeto de garantizar la cobertura de la demanda y la calidad de suministro.

Las peculiaridades de los SEIE limitan además el mix de generación. Precisamente no se pueden dar en estos territorios las tecnologías de coste variable más reducido; es el caso de la hidráulica, ya que no se dan los recursos naturales apropiados, o de la nuclear, que resulta inviable desde un punto de vista económico para estos sistemas eléctricos tan pequeños. Su aislamiento implica a su vez no poder abastecerse de la producción energética de las renovables, dependientes de factores externos. De este modo, todas estas limitaciones obligan al empleo de tecnologías que utilizan combustibles; un recurso caro y más costoso aún en las Islas Canarias, donde las centrales de ciclo combinado se ven privadas de quemar gas por los retrasos en la construcción de las centrales de regasificación.

Todo esto convierte a los SEIE en unos territorios muy frágiles desde el punto de vista energético. Resulta evidente que si la generación de electricidad se concentra en una central, dos a lo sumo en las islas mayores, los problemas ante cualquier fallo en la red o en el propio funcionamiento de la central no hagan más que multiplicarse. Eso sin contar con otros elementos que restan atractivos a los posibles inversores. No en vano, su aislamiento genera sobrecostes para el transporte de personas y materiales y, por citar otro inconveniente, la simple presencia de un agente corrosivo como la salinidad requiere en las instalaciones de los SEIE una mayor inversión en mantenimiento. En resumen, todo este cúmulo de circunstancias los convierten en especialmente caros para el consumidor y poco rentables para la producción.

Principales características de los Sistemas Eléctricos Insulares y Extrapeninsulares:

-Aislamiento: Son territorios al margen de la red eléctrica peninsular.

-Reducido tamaño: Su territorio es considerablemente pequeño pero no así sus necesidades energéticas, pues tienen bastante población y turismo.

-Imposibilidad de aprovechar las economías de escala: Instalaciones con poca potencia.

-Elevado margen de reserva: Cada central tiene que garantizar el suministro en su territorio porque no hay alternativas.

-Mix de generación limitado: Dependencia de energías más caras al tener que utilizar combustibles.

-Poco atractivos a la inversión: Producir energía en estos sistemas es caro y a eso hay que añadir otros sobrecostes (salinidad, transporte…)