La crisis plantea un nuevo desafío a los países exportadores de crudo

La crisis financiera global acarreó la reinversión de la extraordinaria escalada de los precios del petróleo en los últimos cinco años y plantea ahora un nuevo desafío a los países exportadores de crudo.

En los mercados mundiales del «oro negro» el año 2008 empezó con una febril actividad especulativa, alimentada por la fuerte depreciación del dólar estadounidense a causa de la crisis de hipotecas de alto riesgo que se había desatado a partir de agosto de 2007.

En masa, los inversores pusieron su capital en el crudo y otras materias primas, impulsando aún más la ya sostenida tendencia alcista que el petróleo venía registrando desde fines de 2003, apuntalado por un fuerte crecimiento de la demanda energética mundial, problemas de suministro y conflictos geopolíticos.

Tras subir un 57 por ciento en 2007, el barril del Petróleo Intermedio de Texas (WTI) arrancó este año disparándose un 3,8% en la primera sesión de la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX), el 2 de enero, y por primera vez en su historia rompió ese día la barrera de los 100 dólares.

En esa fecha también marcó un máximo histórico el crudo de Brent, la referencia para Europa, que cerró en Londres con un máximo histórico, de 97,84 dólares por barril.

Además de la caída del dólar frente al euro y otras monedas, los brotes de violencia y tensiones geopolíticas en países como Nigeria, Kenia, Irak, Pakistán e Irán mantuvieron alta la tensión en los mercados petroleros durante la primera mitad del año.

A ellos se añadió que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se mantuvo firme en su rechazo a las fuertes presiones de los consumidores para aumentar su oferta conjunta de crudo, con el argumento de que la inusitada subida de los precios no respondía a una escasez de suministro.

En sus dos primeras reuniones del año, el 1 de febrero y el 5 de marzo, el Consejo de Ministros de la organización de trece países decidió dejar sin cambios el nivel oficial de su oferta, y no volvió a reunirse hasta septiembre.

Sin embargo, en el ínterin sí se vieron, junto a representantes de otros gobiernos y de las empresas del sector, en el Foro Internacional de la Energía celebrado en Roma en abril, donde quedó de manifiesto que el mundo seguirá dependiendo en alta medida de los hidrocarburos y necesita efectuar grandes inversiones en el sector para saciar la sed de energía.

El precio del barril continuó así batiendo récord tras récord y cuando a principios de junio rozaba ya los 140 dólares, Arabia Saudí, el mayor exportador mundial de crudo, reaccionó invitando a una cumbre de productores y consumidores en Yedda, donde anunció que abriría sus grifos de forma unilateral.

El reino wahabí, cuya cuota nacional de producción en el sistema de la OPEP era de 8,9 millones de barriles diarios (mbd), elevó su bombeo hasta los 9,7 mbd, el nivel más alto de su historia.

Unas semanas después, con el valor del «oro negro» ya instalado por encima de los 140 dólares por barril, se abrió en Madrid el XIX Congreso Mundial del Petróleo, presidido por el rey Juan Carlos, que del 30 de junio al 3 de julio congregó a los altos representantes del sector energético a nivel mundial.

Los países productores insistieron aquí, una vez más, en que detrás de la espiral de encarecimiento de la energía había una gran actividad especulativa y pidieron una mayor regulación de los mercados financieros, pero en esos momentos no se hablaba aún de la crisis que iba a desatarse pocas semanas después.

Las cotizaciones del barril de crudo subieron a principios de julio hasta rozar los 150 dólares, despertaron el temor de que se disparen hasta los 200 dólares y nadie predijo entonces que iban a caer en tan sólo cuatro meses hasta menos de 50 dólares.

El desplome era ya patente a principios de septiembre, cuando la OPEP decidió recortar su bombeo en 500.000 bd, pero los precios aceleraron su descenso y la organización convocó otra reunión de emergencia, el 24 de septiembre, donde acordó una sustancial reducción adicional de su suministro, en 1,5 mbd, sin que tampoco esta medida surtiera el efecto deseado.

En vista de ello, los ministros de los trece países de la OPEP se dieron cita el 29 de noviembre en El Cairo para evaluar la situación, después de que varios de ellos abogaran por añadir una tercera rebaja de la oferta, en al menos otro millón de bd.

Esta medida podría ser sancionada en la conferencia extraordinaria del grupo convocada para el 17 de diciembre en Orán (Argelia).

En espera de novedades

Ayer el Ministerio de Industria hizo pública su propuesta de subida de tarifas eléctricas para el primer trimestre del año. Una subida que rondaría el 3,5 %, paso previo. En paralelo, trascendió desde distintos medios de comunicación que las conversaciones con las empresas eléctricas para resolver el problema del déficit tarifario iban por buen camino. En todo caso, como ya era conocido, Industria reiteró que cualquier subida tarifaria se aprobaría, condicionada a este acuerdo (dentro de lo que se ha podido conocer de las propias fuentes sectoriales se califica que el clima de negociación es bueno). También Industria señalaba cómo las primas a las energías renovables podrían ir finalmente a los Presupuestos Generales del Estado para aligerar la tarifa eléctrica.

Es por tanto un paso nuevo, y que cabría calificar como previsible en la sucesión de hechos que están produciéndose en el proceso de liberalización, resolución del déficit tarifario y puesta al día de las tarifas eléctricas. Proceso que, por una parte, se ha visto perjudicado por la coyuntura económica actual, que ha evitado la promulgación de medidas impopulares como sería la subida de los precios de la electricidad (no así en otros tipos de energía, también masivamente utilizadas por los ciudadanos). La electricidad es el último parapeto de la intervención de la política en los precios, lo que ha configurado que sea difícil de desmontar.

En estos momentos, el acuerdo y la liberalización de las tarifas se puede beneficiar de las estimaciones de precio de la electricidad futuras, que recogen los efectos de la reducción de la demanda y de la evolución de los combustibles fósiles. Algo que puede ayudar en el corto plazo a sacar la tarifa eléctrica de la controversia política.

Ahora la Comisión Nacional de Energía tiene que realizar su informe no vinculante sobre esta subida que propone Industria. Tendremos que ver si esta vez, el organismo rema hacia culminar el modelo de liberalización responsable o se coloca nuevamente en el ojo del huracán. Lo que sí parece es que el informe referido a la liberalización y configuración de las tarifas y comercialización de último recurso en el mercado de la electricidad ha sido resuelto con mayor ortodoxia.

Al mismo tiempo, no paran de salir informes sobre el déficit tarifario y la tarifa eléctrica, que tratan de hacer reinterpretaciones del mercado en un ejercicio de pie quebrado sobre el proceso de liberalización y el modelo de mercado, incorporando las sofisticaciones regulatorias tendentes a la “eficiencia del mercado”, vinculándose a otras posiciones ideológicas en materia de costes y precios, entre otras intromisiones dogmáticas que salpimentan los medios de comunicación y los ámbitos especializados. En próximos días, haremos en nuestro medio un resumen de las principales tendencias y posiciones de estos informes, aunque razonablemente la senda que traza la legislación europea y las propuestas en materia de comercialización y tarifa de último recurso elaboradas por la CNE conforman un panorama para completar este proceso. Lo que queda es acción política, ejecutiva y regulatoria partiendo de ello.

Mientras tanto, seguimos en compás de espera, en espera de novedades y de soluciones.

Semana negra para el precio del petróleo

El petróleo sufrió una semana negra en los mercados internacionales al bajar su precio al nivel más bajo en cuatro años, empujado por las malas noticias macroeconómicas, no sólo en Estados Unidos sino también en la Unión Europea.

La semana comenzó con una fuerte bajada después de que la OPEP -que controla un 40 por ciento de las exportaciones mundiales- decidiera el sábado en El Cairo aplazar hasta mediados de diciembre una posible reducción de su oferta petrolera.

El precio de todos los crudos cayó al inicio de la semana en torno del 10 por ciento, rompiendo en el caso del Petróleo de Texas (WIT) y el del Mar del Norte (Brent) por primera vez en tres años la barrera de los 50 dólares por barril (159 litros).

Pero la senda bajista no cedió allí. Al informarse el lunes de que la economía de EEUU ya se encuentra en recesión desde diciembre de 2007, el crudo volvió a ceder otro 4 por ciento.

El jueves la UE anunció que la zona euro también se encuentra técnicamente en recesión, con dos trimestres consecutivos de contracción del 0,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

Y en EEUU, las autoridades anunciaron el viernes que el mercado laboral ha sufrido un golpe histórico al destruirse más de 533.000 puestos de trabajo sólo en el mes de noviembre. Los problemas de la economía más grande del mundo tendrán consecuencias negativas para el consumo energético en ese país, al igual que el de sus principales socios comerciales, la UE, Japón y China, advierten los analistas.

Entre lunes y viernes de esta semana, el precio del «oro negro» bajó un increíble 24 por ciento, la caída más fuerte desde la invasión estadounidense en Irak en marzo de 2003. Y la cosa no parece parar aquí. El jueves, los analistas del banco estadounidense Merrill Lynch vaticinaron que el precio del crudo podría caer más todavía, hasta 25 dólares por barril.

El WTI, referencial en EEEUU, empezó la semana a un precio de 54,62 dólares por barril, cayó el lunes hasta 49,28 dólares, de allí bajó el martes a 46,96 dólares, el jueves a 43,67 y el viernes a 40,81 dólares por barril, su nivel más bajo desde diciembre de 2004.

El Brent, referente para Europa, comenzó la semana a 53,00 dólares, tras la decisión de no recortar la producción de la OPEP bajó hasta 47,97 dólares y cayó también en picado a partir del martes para cerrar la semana a 39,74 dólares por barril.

Por su parte, el precio del crudo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), se calculó sólo hasta el miércoles debido a un festivo musulmán que mantuvo cerrada la central del cártel en Viena el viernes.

El precio cayó de los 45,26 dólares del lunes hasta 40,75 dólares el miércoles, aunque está claro cuando vuelva a abrir la sede del grupo el martes próximo, el precio de la cesta OPEP sufrirá una de sus mayores caídas en la historia.

Eso sí, ante el abaratamiento del crudo, la OPEP ha reaccionado ya con dos acuerdos para limitar su oferta en unos dos millones de barriles diarios. Además, los ministros del cártel tienen previsto pactar un eventual tercer recorte en una reunión extraordinaria que tendrá lugar el próximo día 17 en Orán (Argelia).

Mientras tanto, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) rebajó esta semana sus previsiones para la demanda global de crudo para el período 2008-2013, y vaticinó un crecimiento anual de apenas un 1,2 por ciento, un 25 por ciento inferior al 1,6 por ciento que había pronosticado previamente.

Y los expertos de Merrill Lynch no prevén un repunte del precio del petróleo hasta mediados del año próximo.

Panorama abierto en las operaciones societarias del sector energético

Las dilaciones surgidas en el proceso de negociación de la financiación de la empresa rusa en Repsol a través de la adquisición de la participación accionarial de Sacyr (con la posible reducción del importe conseguido en la rondas de financiación y su petición de ampliación del plazo de amortización de los préstamos a siete años) empiezan a abrir nuevos escenarios y especulaciones. La tramoya relativa a la operación Repsol-Lukoil, a cuenta del control que la compañía rusa puede tener sobre la compañía española, las cuestiones revisitadas sobre la privatización realizada en su momento (algo que tampoco tiene sentido), las especulaciones sobre una operación a tres bandas integrando Repsol-Gas Natural y Unión Fenosa, reduciendo el peso de la empresa rusa o, incluso, la búsqueda de alguna alternativa entre empresas de países árabes o la participación de fondos soberanos. En todo caso, faltaría que se procurase construir un modelo de mayor coherencia en el plano internacional sobre las operaciones trasnacionales, con un principio básico de bilateralidad, como poco.

En segundo lugar, la maraña en torno a la situación financiera de Sacyr Vallermoso ha encontrado un cierto balón de oxígeno con la urgida venta de Itínere, lo que, en todo caso, no cierra los movimientos en torno a la compañía petroquímica. Más bien, parece que la apertura de la Caja de Pandora de la propiedad de Repsol no tiene vuelta atrás por mucho que su responsable haya puesto su permanencia en la compañía, condicionada al lanzamiento de una OPA por el total de la compañía en caso de que el accionista entrante sea Lukoil. Parece que esto ha servido a que un movimiento, cada vez más organizado afortunadamente, el de los pequeños accionistas, señale los agujeros de la regulación española en esta materia, y unidos a ese movimiento, el propio Antonio Brufau haya condicionado su continuidad y la entrada de Lukoil al lanzamiento de una OPA.

Relacionados, pero separados, ha empezado un cruce de declaraciones entre ACS e Iberdrola a cuenta del interés de la compañía que preside Florentino Pérez para “consolidar” su posición en Iberdrola. A lo que la propia compañía que preside Ignacio Sánchez Galán ha contestado señalando la situación financiera del grupo de construcción y servicios, recomendándole que se concentre en el negocio de la construcción, junto a la situación de los mercados de”secado” crediticio. A favor de las tesis del grupo que preside Florentino Pérez está la situación de los mercados bursátiles, que abarata el coste de cualquier operación de adquisición, gracias a la venta de Unión Fenosa a un buen precio y en un buen momento. Quiere decirse que la situación en el panorama energético español sigue muy revuelta y que las “corrientes de fondo” siguen su propio transcurso, lo que promete nuevas emociones. Lo que parece es que ya no van a ser sorpresas.

En paralelo, en la cocina de la Comisión Nacional de Competencia (CNC) está la última operación “formalizada”, la compra de Unión Fenosa por Gas Natural, en la que lo último que se conoce es que el ICO participará en el proceso de financiación. También se han publicado algunas cuestiones relativas a los efectos competitivos de la misma, en el mercado los mercados gasistas de aprovisionamiento y comercialización, así como en el sector eléctrico. Las informaciones que se conocen es que su dictamen no se va a demorar mucho.

Y, también muy reciente, parece que el matrimonio Enel-Acciona en Endesa tiene visos de que esté negociando sus capitulaciones, algo que está previsto en los pactos parasociales, pero que también promete que en breve plazo nos ofrecerá noticias, afectando a la configuración del sector en su conjunto, desde Endesa, Acciona Energía y también a Eufer, la filial española conjunta de Enel y Unión Fenosa en energías renovables.

En todo caso, el escenario es muy abierto y con muchas posibilidades y alternativas en lo que suceda finalmente en las operaciones societarias y en la configuración del sector energético español.

Desenredando la maraña del déficit tarifario

El denominado déficit tarifario nació en el año 2000 y se produce cuando el coste del suministro eléctrico supera lo que se recauda mediante las tarifas de la luz fijadas por el Gobierno que pagan los consumidores.

El desfase en las cuentas del sistema eléctrico lo asumen en primera instancia cinco eléctricas (Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa, HC Energía y Viesgo -propiedad de E.ON-), pero en realidad es una deuda que pagan los consumidores a plazos durante varios años mediante las tarifas.

Para que las empresas puedan recibir este dinero en efectivo (en principio es un derecho de cobro) ceden la deuda a los bancos, que son quienes la recuperan al cabo del tiempo con los correspondientes intereses.

Tras años de subidas de tarifas insuficientes la fotografía final es la siguiente: la deuda acumulada asciende a 16.493 millones, de los que 12.990 no están pagados y, de estos últimos, 7.950 millones todavía no se han colocado entre los bancos por la crisis financiera.

Fuentes empresariales reconocen que la deuda pendiente de asumir es «un problemón», ya que esta cifra figura en sus balances, lo que deteriora sus ratios financieros, su imagen crediticia y les dificulta aún más la obtención de financiación en un momento de restricción del crédito.

Aunque nunca estuvieron conformes con el sistema del déficit, durante los años en que el acceso al crédito era fácil las empresas no le dieron demasiada importancia.

Sin embargo, ahora lo perciben como un peligro. «Es un cordero que se ha convertido en un lobo», resume una fuente empresarial.

El sistema resulta perverso para el consumidor, ya que al trasladar el pago en el tiempo no percibe cuánto cuesta realmente la electricidad y tiende a despilfarrarla.

Por último, el Gobierno debe resolver este problema antes de culminar la liberalización total del sector.

Lo más sencillo sería aplicar una subida de tarifas que evite que la deuda aumente (un 30 por ciento, según los cálculos de la Comisión Nacional de Energía (CNE) y pagar las cantidades pendientes en los próximos 14 años.

No obstante, las empresas son conscientes de que ningún gobierno aceptará subir un 30 por ciento la luz a 25 millones de ciudadanos.

Descartada esta salida, el escenario más plausible pasaría por acordar incrementos de la tarifa que no superarían el 8 o el 10 por ciento anual durante un periodo de tres años y sacar conceptos que actualmente se pagan mediante la tarifa para alcanzar una situación de equilibrio al final de la legislatura.

Para consensuar los detalles está prevista una reunión conjunta entre las empresas, la patronal Unesa y el Gobierno.

Las empresas quieren que tras el periodo transitorio las tarifas reguladas (tarifas de último recurso) recojan todos los costes y se reserven únicamente para los consumidores domésticos.

En contrapartida están dispuestas a implantar alguna compensación o bono social para los consumidores pequeños y hacer concesiones para abaratar el suministro a ciertas industrias.

Además, reclaman una bajada del IVA al 7 por ciento y la supresión del impuesto especial de la electricidad, lo que reduciría en unos 3.400 millones la factura del conjunto del sistema eléctrico, que asciende a 29.000 millones al año.

Por su parte el Gobierno podría utilizar en la negociación las cantidades correspondientes a los derechos de emisión de CO2 e incluso reclamar a las empresas parte de los viejos Costes de Transición a la Competencia, señalan algunas fuentes.

Existen otros asuntos como las primas de las renovables o la compensación a la producción extrapeninsular que podrían pagarse, al menos en parte, mediante los Presupuestos Generales del Estado (PGE), algo que parece improbable por las reticencias de Economía a cargar más gastos en el presupuesto.

Lo que sí parece estar descartado es acometer reformas en el mercado mayorista eléctrico o implantar mecanismos para reducir la retribución de tecnologías como la hidroeléctrica y la nuclear, tal como han apuntado algunos miembros de la CNE.

El crudo termina a la baja mientras que la OPEP aplaza un nuevo recorte en la producción

El precio del petróleo terminó la semana a la baja después de que varios ministros de la OPEP dejaran claro que en la reunión en El Cairo que no se aprobará ningún recorte y cualquier decisión se adoptará en diciembre en Oran (Argelia).

La tendencia bajista esta semana se había revertido con un ligero repunte ante la reunión ministerial en la capital egipcia y las expectativas de una rebaja de los suministros para defender el precio del crudo.

La caída de la demanda derivada de la ralentización económica internacional ha tenido un duro impacto en el valor del crudo, que ha perdido casi 100 dólares desde sus máximos de 147 dólares el pasado julio, entre un 60 y un 65 por ciento, dependiendo del tipo de petróleo.

La OPEP, que controla cerca del 40 por ciento de la producción mundial de crudo, considera que el nivel actual de las reservas almacenadas de petróleo en las naciones industrializadas es demasiado alto, al cubrir 55 días consecutivos de demanda.

En esta línea se expresó el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Abdalá Salem El-Badri, al asegurar que el mercado «tiene un exceso de suministro».

Así, está claro que se pretende aplicar un recorte sobre el bombeo del grupo, pero este paso se aplazará hasta el próximo 17 de diciembre en la ciudad argelina de Orán. Esa reunión, y no la de El Cairo, es la que única que tiene convocada formalmente la OPEP.

La decisión de la OPEP en sus dos últimas reuniones en septiembre y octubre de reducir su oferta en dos millones de barriles diarios no ha evitado que la caída del crudo se acentuara este mes, con periodos en los que el Brent y el Texas estuvieron por debajo de los 50 dólares.

En Nueva York, el crudo Texas terminó la semana a 54,43 dólares por barril, lo que significa que en el mes de noviembre los futuros de esa materia prima se han abaratado prácticamente un 20 por ciento pese a los recortes aplicados por la OPEP.

En Londres, el crudo Brent bajó el viernes 36 centavos hasta los 53,49 dólares al cierre de la semana en el International Exchange Futures (ICE).

Mientras, el valor del crudo de la OPEP, subió el jueves hasta los 47,38 dólares por barril, un 4,2 por ciento más que el valor de la jornada anterior.

La decisión de la OPEP de esperar a diciembre para recortar la producción también la respaldó el ministro del Petróleo de Arabia Saudí, Alí al Naimi, que representa los intereses del mayor productor mundial de crudo y es la voz con más peso dentro de la organización. «Ya hemos hecho dos reducciones grandes y vamos a esperar y ver el impacto en los mercados», agregó el ministro saudí. «Haremos todo lo que sea necesario para recuperar el precio», recalcó.

Dejando de lado el influjo de las decisiones de la OPEP en la cotización del crudo, otro hecho que se dejó sentir en los mercados de crudo esta semana fue el recorte de los tipos de interés en China, lo que impulsó al alza los precios por un tiempo esta semana.

Ese recorte era el cuarto desde mediados de septiembre para tratar de hacer frente a la crisis financiera global, pero en este caso la rebaja fue de 1,08 puntos porcentuales, el mayor en una década.

Por el lado de las datos negativos, la demanda de crudo en EEUU, el mayor consumidor mundial, sigue deteriorándose, como demuestran los datos oficiales de una caída en más de dos millones de barriles en septiembre en comparación con el año pasado, el nivel mensual más bajo en una década.

También se conocieron otros datos adversos de la mayor economía del planeta, como que el gasto de los consumidores en EEUU tuvo en el tercer trimestre su mayor reducción en 28 años y la tasa de actividad económica se contrajo a un 0,5 por ciento anual.

El barril de crudo cae por debajo de 50 dólares por primera vez en 42 meses

La sima en la que se han precipitado las cotizaciones del petróleo en las últimas semanas tocó esta semana un nuevo fondo, con los petróleos de referencia en Europa y en Estados Unidos por debajo de 50 dólares/barril por primera vez desde principios de 2005.

Las malas noticias sobre la marcha de la economía mundial siguieron dando sobresaltos a los mercados petroleros, en los que al miedo a la reducción de la demanda se unió la incertidumbre sobre el futuro de la industria automovilística en Estados Unidos. Respecto al primer factor, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) revisó de nuevo a la baja sus cálculos de crecimiento de consumo de crudo.

El cartel petrolero con sede en Viena indicó en su informe mensual publicado el lunes que en 2009 la demanda de crudo crecerá prácticamente sólo en Oriente Medio y Asia.

Así, la OPEP estima que la demanda mundial de crudo aumentará el próximo año únicamente un 0,57% frente a la 2008, y se situará en los 86,68 millones de barriles por día (mbd), cuando hace un mes contaba con un consumo medio de 87,21 mbd en 2009.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ya había advertido la semana anterior que el consumo de crudo en los países industrializados disminuirá un 2,7% este año a 47,8 millones de barriles diarios, y volverá a caer un 1,6% en 2009 hasta 47,1 millones.

El proceso de recesión que afrontan en paralelo las mayores economías del planeta, EEUU, la UE y Japón, es la causa de este claro retroceso en las necesidades de «oro negro».

Para añadir más tensión al mercado, el Congreso de Estados Unidos rechazó el jueves la petición de ayuda económica formulada por los grandes productores de vehículos: Ford, General Motors y Chrysler.

Los productores tendrán que presentar un plan de viabilidad para convencer al Congreso de que aporte los 25.000 millones de dólares que reclaman para sortear la crisis. Las dudas sobre cómo afectarán los problemas de este sector al consumo de carburantes ha añadido más presión a las cotizaciones del crudo. De hecho, la decisión del Congreso en Washington coincidió con una espectacular bajada del 7 por ciento en los mercados de Londres y Nueva York.

Tanto el Brent europeo como el Texas de referencia en EEUU cayeron por debajo del nivel psicológico de 50 dólares, una marca inédita desde hace tres años y medio y que supone que el precio se ha depreciado ya un 66 por ciento desde su récord de 147 dólares en julio.

Así las cosas, al final de la semana los precios experimentaron un ligero repunte pero sin volver a salvar el listón de los 50 dólares por barril.

En el International Exchange Futures (ICE) de Londres, el barril de Brent se pagó a 49,19 dólares al cierre de la sesión del viernes, 5 dólares menos que al final de la pasada semana. Por su parte, el Petróleo Intermedio de Texas (WTI) marcó un precio de 49,93 dólares, 7 menos que al cierre del viernes anterior.

Ahora, el mercado espera a las señales que pueda enviar la OPEP en su reunión del próximo día 29 de noviembre en El Cairo. Una consulta que se espera sirva más para intercambiar ideas que para tomar decisiones que refuercen el recorte de 1,5 millones de barriles diarios aprobado el pasado 24 de octubre.

El 17 de diciembre, los 13 socios del grupo se reunirán de nuevo en Argelia, y esta vez sí se espera que se den pasos en forma de recortes para intentar detener el continuo desplome de los precios.

A ese respecto, el ministro de Energía argelino y presidente en ejercicio de la OPEP, Chakib Jelil, anunció que en la reunión argelina su organización «debe adoptar una decisión de peso para estabilizar el mercado». Jelil agregó que el cartel ha perdido 700.000 millones de dólares a consecuencia de la crisis financiera internacional y la bajada de los precios del crudo.

¿Hacia un «canon renovable»?

La existencia de un déficit tarifario acumulado tan voluminoso empieza a abrir un debate (peligroso) sobre la posibilidad de sacar las primas a las energías renovables de la tarifa y llevarlas a los Presupuestos Generales del Estado. Un debate que se puede saber por donde se empieza pero no dónde acaba con el consiguiente efecto “aprendiz de brujo” sobre un mecanismo que hoy está alabado por la propia Unión Europea como uno de los más eficientes del continente. Ello se ve avivado por la situación de elaboración de la Ley de Energías Renovables y de Eficiencia Energética, (¿tanto monta, monta tanto?) que no se sabe si podría dar el canal para que se lleven a los presupuestos estas cuantías.

A este debate es al que se corresponde también todas las insinuaciones más o menos directas o más o menos explicitas sobre lo que significan las primas a estas energías en la tarifa eléctrica. Verdadero lugar común, cuestionamiento poco meditado en tiempos de urgencia tarifaria, puede tener sentido la propuesta desde el punto de vista de efectuar una “rebaja de la factura”, pero en todo caso no desde la teoría de la hacienda pública. En todo caso, el paso siguiente que es hacer la pregunta “¿quién y como paga todo esto? es lo menos meditado de la propuesta, y por tanto el que puede acabar por los cerros de Úbeda.

Una cifra, el montante de las primas, que si se eliminase de la tarifa eléctrica y la pagasen otros, dejaría un desahogo importante a los que tienen que ajustar los precios eléctricos a la realidad con motivo de la liberalización inminente. Eso es obvio, pero no es menos cierto que es un argumento con un contenido falaz. Este argumento se une a otras cuestiones que no tienen el mismo cariz, por ejemplo, la financiación de los sistemas extrapeninsulares, cuyo alcance probablemente excede más allá del consumo de la energía o del desarrollo de tal o cual sector energético como parte de una política, para ir a la esencia de otra cuestión: la cohesión del Estado. Tampoco es comparable con la moratoria nuclear, cantidad adeudada a las empresas eléctricas por inversiones iniciadas y no ejecutadas en su momento de construcción de nuevas centrales nucleares, en virtud de las decisiones políticas (aunque en su momento justificadas económicamente).

El hecho es que una de las fórmulas para reducir este abultado déficit tarifario (y la diferencia entre la tarifa que se cobra a los consumidores y la que se debería cobrar) es consignar la cantidad que se aporta para este tipo de energías y que sea sufragada por los españoles a través de los impuestos (primera pregunta, a través de los impuestos o a través del déficit público, en plan general, o acabaríamos fijando un impuesto finalista “ad hoc”, un nuevo cánon, esta vez “renovable”? ¿a qué se le aplicaría este cánon? ¿qué diferencia tiene “de facto” con que estuviera en la tarifa? ¿traerá tanto polémica como el «canon digital»? ¿acabará siendo Industria el Ministerio de los cánones?). Es preciso, en este sentido, señalar que el objetivo de estas “primas” es vario, el primero y principal, es fomentar el desarrollo de este sector hasta que su aportación sea innecesaria porque su retribución sea suficiente en términos de participación en el mercado eléctrico como el resto de tecnologías. Las primas también tienen que ver también con el cumplimiento de objetivos en materia del mix de generación en materia de energía y reducción de emisiones contaminantes en el sector eléctrico.

Por tanto, parece que la propuesta pertenece al ignoto territorio de la “contabilidad creativa” y sus cambalaches, más o menos premiosos, sin cuestionar las mismas, ni sus montantes. En el fondo hay que reconocer que puede tratarse de un atajo o una evasiva para dulcificar el problema del déficit tarifario, una solución fácil pero arriesgada, pero es una propuesta que no se sabe donde puede llegar en su configuración final. En todo caso, no se sabe como acabará la cosa, pero difícilmente se puede dar encaje en los presupuestos generales a cuantía de estas características, una vez cerrados y aprobados por el Parlamento.

El petróleo encadena su séptima caída semanal consecutiva

El valor del Crudo Intermedio de Texas (WTI), la referencia en Estados Unidos, cayó el martes a menos de 60 dólares por barril (159 litros) por primera vez en veinte meses y acumula ya un abaratamiento del 61,2% respecto a su récord de 147,27 dólares alcanzado el 11 de julio pasado.

Esa distancia es incluso mayor, de cerca del 63%, para el barril del crudo Brent, referente para Europa, mientras que el cesta de trece calidades de crudo que usa como referencia la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se depreció hasta los 47,73 dólares, el nivel más bajo desde junio de 2005.

La semana se inició sin embargo con una marcada recuperación de las cotizaciones, impulsada por el anuncio de Pekín de un ambicioso paquete de ayuda financiera, de 586.000 millones de dólares, para contrarrestar los efectos de la crisis financiera internacional.

La noticia despertó expectativas de un aumento de la demanda energética en el gigante asiático, el segundo consumidor mundial de petróleo, después de Estados Unidos, lo que llevó al WTI y al Brent a subir el lunes un 2,24 y un 3,01 por ciento, respectivamente.

Pero el optimismo se disipó ya en la jornada siguiente, cuando volvió a imponerse la preocupación por el impacto de la crisis en la economía real, especialmente en EEUU, y los precios del crudo de desplomaron entre el 5 y el 6 por ciento en una sola jornada, y repitieron una caída similar el miércoles.

El informe mensual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) agudizó el pesimismo en el sector, ya que revisó a la baja su pronóstico sobre la demanda global de crudo en 2008 y 2009.

Según los nuevos cálculos de la AIE, el consumo mundial será este año de una media de 86,2 millones de barriles diarios, lo que significa 330.000 barriles menos de lo que calculaba en octubre y sólo un 0,1% más del consumo efectivamente registrado en 2007.

Además, rebajó en 670.000 barriles diarios las expectativas para el año próximo, al vaticina un aumento anual de apenas el 0,4%, y ello a expensas únicamente de las economías emergentes, ya que en los países industrializados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé un descenso de la demanda en un 2,7% este año, y otra caída, del 1,6%, en 2009.

La alarma se disparó en la OPEP y su presidente, el ministro argelino de Energía, Chakib Jelil, convocó de urgencia una reunión «consultiva» para el 29 de noviembre en El Cairo.

En Viena, una fuente cercana a la organización confirmó a Efe que el grupo estudia un recorte de su oferta de crudo que se pactaría en la nueva reunión, sin esperar a la conferencia extraordinaria prevista para el 17 de diciembre en Orán (Argelia).

La nueva reducción de los suministros profundizaría así la rebaja de 1,5 millones de barriles diarios (mbd) acordada el 24 de octubre y cuya aplicación se inició el pasado 1 de noviembre.

Irán y Venezuela anunciaron ya su respaldo a un nuevo recorte en la producción de petróleo, pero la noticia sobre los acelerados preparativos de los productores influyó sólo de forma moderada en los precios, frenando su caída el jueves.

La tendencia bajista regresó el viernes rápidamente a los mercados con nuevas malas noticias: la oficina estadística comunitaria (Eurostat) confirmó que la economía de la eurozona ha entrado en recesión, por primera vez desde la creación de la Unión Económica y Monetaria (UEM) en 1999.

Así, el barril del Brent concluyó ayer a la baja en el mercado de futuros de Londres, al terminar sus contratos para entrega en diciembre a 54,25 dólares, 2 dólares menos que la jornada anterior y 3,11 dólares menos que al cierre de la semana precedente.

El Crudo Intermedio de Texas (WTI, referente para Estados Unidos) se depreció aún más y concluyó a 57,04 dólares por barril en Nueva York, restando así 4 dólares al precio del viernes anterior.

El precio del petróleo continúa a la baja en la semana del triunfo de Obama

La volatilidad marcó una vez más el movimiento de los valores del «oro negro», como el Brent, la referencia para Europa, que inició la semana el lunes con una caída del 7,4 por ciento, subió casi el 10 por ciento el martes, para regresar a la senda bajista el miércoles y el jueves, perdiendo cerca del 7 por ciento cada día.

Finalmente, el barril de Brent para entregar en diciembre concluyó ayer a 57,35 dólares, un 12,2 por ciento menos que al cierre de la semana anterior (65,32 dólares).

Similar fue el comportamiento del crudo de Texas (WTI, referente para Estados Unidos), que se ha depreciado 6,77 dólares o un 10 por ciento en la semana, hasta terminar el viernes a 61,04 dólares por barril.

Ambos tipos de petróleo han profundizado así la diferencia que los separa de sus máximos históricos alcanzados en julio pasado, cuando llegaron a rozar los 150 dólares/barril.

Los analistas coinciden en que el desplome de los precios está causado por las muestras de una fuerte retracción de la demanda mundial de petróleo, a raíz del impacto de la crisis financiera en la economía real.

Especialmente afecta al sector el deterioro de la situación en Estados Unidos, el mayor consumidor mundial de energía, y el temor de que esta situación contagie a las economías emergentes de Asia.

El jueves, el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó en ocho décimas su previsión de crecimiento para la economía mundial en 2009, hasta el 2,2%, y redujo en dos décimas su pronóstico para el año actual, al cifrarlo en el 3,7%.

Por su parte, la asesora especializada JBC Energy revisó a la baja sus cálculos sobre el aumento de la demanda mundial de crudo en 2009 y ahora prevé que crecerá sólo en 362.000 barriles diarios en todo el año respecto a 2008.

Al mismo tiempo, consideró que la elección histórica del nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, el primer jefe de Estado negro en la mayor potencia mundial, «podría significar malas noticias para la industria petrolera en la medida en que se espera que promueva más energía renovable a nivel federal».

En su análisis, JBC recordó que el político demócrata tiene planes de comercializar los permisos de emisiones de carbono, que favorecería las instalaciones de energías limpias como la atómica y las basadas en gas natural».

«El presidente electo apoya también duplicar los estándares de eficiencia en el uso de combustible para los próximos 18 años, algo que podría reducir aún más las ya débiles previsiones de la demanda de gasolina en Estados Unidos», añade la asesora.

Mientras, los operadores de los mercados siguen atentos a los pasos que dan los países de la OPEP para aplicar su decisión de reducir en 1,5 millones de barriles diarios (mbd) su oferta conjunta de crudo, una medida pactada en una reunión de urgencia el pasado día 24 y que entró en vigor hace una semana, el 1 de noviembre.

Pero hasta el momento no hay muestras de que la medida surta el efecto deseado de frenar la caída de los precios, y el presidente de turno de la organización petrolera, el argelino Chakib Jelil, estimó que la rebaja de la oferta de la OPEP «va a necesitar mucho tiempo para tener sus efectos» sobre el precio del crudo.

Según algunos analistas, la noticia de que Arabia Saudí, el mayor exportador mundial de petróleo, estaba cumpliendo su parte del pacto sí logró impulsar al alza las cotizaciones el martes, cuando trascendió a la prensa que el reino wahabí había notificado a sus clientes que los fletes de crudo serán en noviembre inferiores en 900.000 bd a los volúmenes de agosto.

Noticias similares se oyeron también de Venezuela, Argelia, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, según recoge JBC.

El precio del barril de crudo usado por la OPEP como referencia bajó un 8,4 por ciento en siete días (de jueves a jueves), hasta situarse en los 54,89 dólares.