Atención: vuelve el petróleo caro

La tendencia alcista de los precios del petróleo, bordeando el filo de los 100 dólares, se cierne en un momento de incipiente recuperación en la economía internacional y en las principales economías occidentales. Existen dudas entre los analistas sobre si este nivel de precios altos es el preludio de una etapa prolongada de precios mantenidos elevados del crudo o si se trata de tensiones coyunturales en los mercados. En todo caso, los peores presagios serían los de que se produjera este alza de precios con la recuperación económica en ciernes, incluso en algunos países, como España, con cifras muy tímidas de crecimiento económico y sin creación de empleo.

A favor de la primera postura están quienes piensan que los niveles de producción actual de la OPEP son lo suficientemente holgados como para atender la demanda, mientras que a favor de la segunda están quienes anticipan un descenso de la demanda tras el riguroso invierno de 2010. Hay que recordar que los precios del crudo han aumentado un 44 % desde los mínimos de mayo de 2010, en una carrera incansable. Eventos como el vertido del Golfo de México fueron un primer detonante de una subida casi en vertical (los accidentes en este tipo de plantas siempre se traducen en mayores precios del crudo). A esto se une la incertidumbre geopolítica en Oriente Medio, ahora con la crisis egipcia como telón de fondo (pero siempre con la amenaza de su extensión y propagación) que pone en alerta sobre posibles incidencias del tráfico de petróleo a través del Canal de Suez, que puedan obligar a desviarlo por el Cabo de Buena Esperanza. Los expertos reducen el alcance de la crisis egipcia y su «reconducción» política.

Pero existen otros elementos que parecen apuntar a que podríamos estar ante una situación de precios elevados del petróleo más sostenida en el tiempo. Primero, las condiciones de demanda: el despertar de las economías emergentes con el consecuente incremento de la demanda mundial. Segundo, en lo que se refiere a las condiciones de oferta: los nuevos yacimientos incurren en unos importantes costes de extracción por su profundidad y las condiciones de la misma, las dudas crecientes sobre los biocombustibles y biocarburantes como sustitutos del petróleo, o cuestiones puntuales pero que afectan a la evolución futura como la decisión de la Administración Obama de no permitir la exploración en Alaska, parece que anticipan una etapa larga de precios altos del crudo.

Por su parte, los precios del gas vienen manteniendo una tendencia bajista derivada fundamentalmente de las condiciones de oferta. Parece que el efecto de la recuperación mundial en este mercado no anticipa la misma escalada de precios como a la que estamos asistiendo en el caso del petróleo. El comercio de gas natural licuado, cada vez con más países interviniendo en este mercado, y la existencia de un número importante de plantas de licuefacción y de regasificación (el caso español es paradigmático dada su diversificación de suministro) han dado una flexibilidad enorme a este mercado. Esto y las nuevas tecnologías para la obtención de gas han desvinculado finalmente la asociación de precios tradicional existente entre gas y petróleo. En este sentido, es especialmente notoria la caída de las importaciones de gas en Estados Unidos, de forma que en el comercio internacional de GNL ya se están poniendo en circulación excedentes de este país. De ahí, que aunque existen importantes intereses españoles en el sector gasista en Egipto, el efecto de esta crisis sobre los precios del gas parece menos intenso que en el caso del petróleo.

Dos derivadas para los próximos días: la primera, los efectos sobre la factura energética global de esta tendencia alcista en los precios del crudo. Segunda, el análisis de cómo, estando en un momento de precios elevados, aunque no en máximos del crudo, sí que tenemos o bordeamos los precios máximos de los carburantes.

El debate de hoy o la visión de conjunto

Hoy pasa por el Congreso de los Diputados la convalidación del Real Decreto Ley de medidas urgentes para el sector eléctrico, que incluía la elevación del techo del déficit tarifario, además de otra serie de medidas: creación de una tasa a las instalaciones de generación por el uso de la red de distribución, ampliación del bono social a cargo de las empresas eléctricas y la modificación de determinados parámetros para las liquidaciones de las instalaciones fotovoltaicas (límite de horas con liquidación de prima y ampliación de los años de vida útil de las instalaciones).

El Partido Popular ha anunciado ya su intención de no apoyar el Real Decreto Ley, aunque no ha desvelado si se pronunciará finalmente por la abstención o por el voto negativo. Por su parte, el PNV parece que apoyará la norma y CiU estaba también valorando su posición a favor de la misma. El hecho es que parece más razonable que finalmente el Partido Popular se incline por la abstención, dado que la cuestión del déficit, si se posterga, tendría que ser abordada con estilete, una vez se produzca la entrada en el Gobierno del actual principal partido de la oposición. Ésa seguramente debe ser su visión de conjunto a la hora de fijar su posición.

Como ya hemos recogido en Energía Diario, se trata de un Real Decreto Ley elaborado en la buena dirección, aunque es insuficiente si no contempla la política tarifaria, y ahí es donde la cuadratura del círculo es un ejercicio imposible: no subida de tarifas, crecimiento de costes regulados y evolución del precio de la energía conforme a la oferta y la demanda. La clave, como siempre, es el futuro, y ahí es donde hay que trabajar en un mix sostenible económica y medioambientalmente, garantizando el funcionamiento del mercado eléctrico y los procesos económicos y de inversión con una visión global de economía española: la visión de conjunto.

Por su parte, y sobre la última cuestión que entra en el debate de hoy, las asociaciones fotovoltaicas han redoblado en los últimos días una campaña en defensa de las rentas de estas explotaciones, en las que se ha producido un notable incremento de la rentabilidad derivado de las repotenciaciones autorizadas en el seno de las Comunidades Autónomas, por un lado, y con la superación de los límites de horas retribuidas con prima contemplados en los estudios iniciales. Se trata de un modelo de capitalismo popular distribuido. Desde la campaña de publicidad contra el Ministro acusándole de esperar un puesto tras su salida del cargo, pasando por el enfrentamiento con las eléctricas clásicas, al engrosamiento de los ‘damnificados’ derivados de la norma o la amenaza de torpedear judicialmente todas las liquidaciones de la Comisión Nacional de Energía, inundando las instancias judiciales de recursos, configuran un modelo virulento de revuelta de rentas y de agitación sin precedentes, salvo los del Forum y Affinsa. El hecho es que dadas las dudas sobre la retroactividad y sus efectos, el proceso judicial contra el Real Decreto Ley (una ley de facto) se torna difícil y de ahí una ofensiva tan desbordada.

Hay que recordar que el concepto de prima es un sinónimo de subvención y en este estado se había convertido en un modelo creciente, una hipoteca dentro de la factura eléctrica. Esta característica se obvía en todos los debates y se yuxtapone a otras cuestiones. De hecho, sólo un dato: si a los ciudadanos, con una subida insuficiente de los precios de la electricidad, se les factura su suministro en el entorno de los 60 euros / MWh, a las instalaciones fotovoltaicas se les retribuye hoy en el entorno de los 270 euros / MWh. ¿Dónde está el principal problema de limitar esta subvención, llevada al límite en los estudios de financiación en las operaciones de venta de las mismas? Una pérdida en un grado maximalista de seguridad jurídica afectaría, fundamentalmente, por el fuerte apalancamiento de las explotaciones fotovoltaicas, la financiación exterior y por la distribución de la ‘plusvalía’ de los proyectos en un modelo que casi ha sido semejante al de la promoción inmobiliaria, incluyendo sus hipotecas, lo que señala en segunda derivada como mayores damnificadas a las entidades financiadoras más que a los titulares de las mismas, que tendrán que contemplar procesos de refinanciación y ajustes en sus balances por las diferencias que se produzcan de esa minoración retributiva derivada del cambio de parámetros en este modelo rentista.

En todo caso, hay un sudoku difícil de resolver y en el que hay implicados muchos intereses y administraciones públicas con sus redes asociadas. Por una parte, aparece la pretensión imposible de mantener rentabilidades garantizadas por el Estado durante 25 años, acrecentadas y fijas, contra viento y marea, en estado de crisis o de auge, con caída de la demanda o con crecimiento de la misma y con oferta de potencia excedentaria o no, en un mercado de generación con precios de la electricidad bajos. Y, todo ello, con una factura eléctrica insuficiente para cubrir los costes de suministro incluyendo estas generosas subvenciones que las administraciones gestionaron con alegría. Por tanto, el problema de fondo en el caso de la energía solar fotovoltaica es el mismo que en todo lo que se convalida hoy: el conjunto. Su inclusión en el sistema eléctrico y en el modelo tarifario, con plena consciencia de los costes ya que por su volumen, no es un apéndice del suministro eléctrico del país, y de sus pagadores, los consumidores.

El problema, por tanto, sigue siendo la visión de conjunto, del mercado, el suministro eléctrico y su factura global. Eso es lo que, sólo en parte, también se convalida hoy.

Debate sin aliento

Recuperado el período de sesiones, esta semana entramos en la fase de tramitación parlamentaria del Real Decreto Ley aprobado a finales de diciembre del año pasado y que se debatirá mañana en el Congreso. Recordemos que este Real Decreto Ley incorporaba varias medidas urgentes del sector eléctrico orientadas a rebajar el montante general de la factura eléctrica: la elevación del techo de déficit tarifario para 2010, un conjunto de pasos necesarios para garantizar la habilitación para la continuar con la titulización del existente, la creación de una tasa a la generación por el uso de la red de distribución, la asunción de la prolongación del bono social a cargo de las eléctricas y, en el caso de la energía solar fotovoltaica, el establecimiento de un límite de horas primadas a cambio del aumento de la vida útil de las instalaciones. Este límite entraría en vigor con el Real Decreto Ley y se aplicaría a todas las instalaciones en funcionamiento.

Como se puede comprobar por los medios de comunicación especializados, el punto que ha levantado mayor controversia y polémica son los cambios en algunos de los parámetros del modelo retributivo de la energía solar fotovoltaica, habiéndose producido una ofensiva importante desde las asociaciones fotovoltaicas en este mes, tanto en la negociación parlamentaria, con aproximaciones muy directas a los grupos nacionalistas, como en lo mediático. La campaña publicitaria salvaje, de corte fuertemente belicista y de trazo muy grueso contra la norma y contra el propio Ministro de Industria, Miguel Sebastián ejemplifican la artillería y los duros combates que se están produciendo en el campo de operaciones, de forma que a Sebastián le hacen responsable de todos sus males y de que, resultado de esta norma, llegue una hambruna a los titulares de estas instalaciones por la reducción de sus rentas, con unos comunicados de fuerte contenido emocional-financiero. La recién creada Anper y la Plataforma Legal Fotovoltaica han liderado esta reacción incendiaria. De hecho, mañana a las 15:30 está convocada una multitudinaria concentración en las inmediaciones del Congreso de los Diputados, a la que acudirán propietarios, usuarios y asociaciones fotovoltaicas.

En este sentido, la controversia sobre la posible retroactividad de la norma hoy ya está en un número importante de bufetes de abogados de Madrid. Hay que recordar que los estudios de rentabilidad que sirvieron de base para fijar la retribución de esta tecnología, sí incorporaban límites de horas con primas a estas instalaciones, aunque en la actualidad se está liquidando muy por encima de esas estimaciones iniciales (una media de 1.700 horas frente a 1.200).
Por las fuentes judiciales consultadas, no existe consenso sobre las posibilidades jurídicas del recurso a la norma una vez aprobada, y de hecho, la utilización de la figura del Real Decreto Ley pone muy complicado al sector un proceso judicial posterior, lo que ha abocado a estas asociaciones a echar el resto en esta fase, redoblando su agresividad y conformando una reacción inusitada en la sociedad española. Por eso el objetivo principal en la estrategia de las mismas es la retirada del Real Decreto Ley y que se tramite como Ley.

La minoración final de la retribución a la tecnología solar fotovoltaica, fruto de estos cambios en los parámetros, según las estimaciones y el ejercicio de compensación entre reducción de horas y mayor número de años, es en conjunto menor a otros cambios retributivos operados en otras tecnologías en los últimos años. Razonablemente, los titulares de estas instalaciones quieren mantener el volumen de sus rentas, en el contexto de la situación de crisis y el resto de ajustes que se están produciendo en la economía española, en los salarios, en el empleo o, de forma más concreta, caída de la demanda, recortes en los componentes de las tarifas eléctricas y en los costes regulados que los consumidores soportan. Por su parte, asociaciones y entidades financieras destacan la existencia de problemas de seguridad jurídica y los mensajes que se derivan de estos cambios.

No solamente es que aspiren a mantener sus rentas, es que probablemente lo precisan para atender a sus compromisos. La clave de este problema y quién está detrás, es el modelo de financiación y apalancamiento sectorial lo que, asociado a la forma en que se ha articulado la promoción de los parques y distribución de la plusvalía generada, lleva a que los titulares finales de la explotaciones tengan muy pocos márgenes para poder asumir la carga financiera asociada o las posibilidades de periodificar de forma diferente los pagos que se derivan de su endeudamiento.

Hay que recordar que el volumen de primas a la energía solar fotovoltaica ha ido creciendo exponencialmente al aumento de la capacidad (concentrada en las Comunidades Autónomas de Extremadura, Castilla-la Mancha y Andalucía) y que ha sido una constante la existencia de un importante volumen de nuevos proyectos «en cola» en el Ministerio: todo un símbolo de una retribución atractiva y, seguramente, desmedida, en la que ha operado por igual el interés de las Comunidades Autónomas y la indolencia continuada del Ministerio de Industria en su labor de vigilancia de estas primas. Un despiste, un mirar hacia otro lado, una molicie, que ha llevado a una situación insostenible y de consecuencias finalmente letales para el sector. El hecho es que Sebastián se ha encontrado en la fase final de este proceso, tardando en reaccionar, probablemente por las propias presiones autonómicas, por los intentos de consenso, las dificultades de negociación por la atomización del sector y por la utilización de fórmulas excesivamente indirectas en un primer momento que tratasen de evitar lo inevitable principal: frenazo en nueva capacidad y reducción de los parámetros de la retribución.

En otro orden de cosas, pero muy relacionado, sigue enfangado el proceso de inspección sobre las instalaciones fotovoltaicas iniciado por la Comisión Nacional de Energía y cuyos resultados se vendieron sobradamente desde este organismo antes de cazar el oso. Además, existen en un cierto limbo legal, procesos de repotenciación de instalaciones fotovoltaicas en funcionamiento, que han aumentado la producción, las primas y, en consecuencia, la rentabilidad de las instalaciones más que proporcionalmente. Hay quienes sostienen, incluso desde dentro del sector fotovoltaico, que la reducción del montante de primas que se derivaría de identificar las consecuencias de las irregularidades de las inspecciones sería suficiente como para ofrecer el sacrificio de la parte que les toca de una reducción del montante total de primas incorporado en la factura eléctrica.

España se debate por tanto, entre ajustar una retribución que tiene como restricción su dependencia financiera y la necesidad de controlar un modelo despendolado, a la vez que abaratar el suministro tras haber tenido un modelo de subvención pensado para una época de vacas gordas, incluyendo desorden y descuido. Por su parte, el Banco de España ya pone su atención en los activos fotovoltaicos financiados que figuran en los balances de las entidades financieras. Estemos atentos.

El intercambio

Probablemente a todo el mundo le ha asaltado la duda de qué tiene que ver el proceso de negociación del Gobierno con los agentes sociales y la reapertura de la decisión del cierre de Garoña. Cándido Méndez, particularmente ocurrente, ha dicho en los medios de comunicación que «el Gobierno ha querido cambiar pensiones por neutrones». El Gobierno, por su parte, ahora niega que alguna vez haya habido esa pretensión de intercambio.

Por otra parte, los medios de comunicación han desvelado que en la propuesta de pacto social del Gobierno enviada a los agentes sociales no figuraba ni la propuesta de ampliación de la vida útil de las centrales nucleares, ni tampoco el caso concreto de Garoña se había incluido en lo que se llama el negro sobre blanco.

Parece, por un lado, razonable, al menos lógico, que en los documentos iniciales (filtrados ayer por «El País«) una cuestión así no estuviera incluida, como también parece lógico que en la dinámica de este proceso de búsqueda de acuerdo se haya ido ampliando progresivamente el ámbito de los temas que se incluyen en el proceso negociador, sobre todo en la medida que las renuncias de las partes parecen ser de más amplio espectro. Y, sobre todo, porque cada vez más, los pactos en negociación aspiran a una reedición de los Pactos de la Moncloa. El hecho es que nadie ha dicho si, con posterioridad al documento inicial, en las conversaciones del proceso de negociación se ha tratado la cuestión nuclear, aunque no hubiera papeles por medio o por dónde había surgido o filtrado esta información (es decir, si tenía intereses dinamitadores).

También tiene todo el sentido el replanteamiento de la cuestión nuclear desde el punto de vista del mix energético, de la industria y el empleo. Un país como el nuestro, que quiere contar con energía limpia, barata y segura, se tiene que replantear el papel de la energía nuclear con menos prejuicios antinucleares, como también se está replanteando en el resto del mundo. En términos de competitividad, lo que se juega es la deslocalización industrial y en términos de tarifas para los ciudadanos.

De hecho, y ya en el caso del eventual cierre de Garoña (y aquellos lugares que han tenido cierres de centrales nucleares lo saben), el empleo directo finalmente no se recupera y los planes de reindustrialización son retórica para tiempos de control de déficit público. Por tanto es una «boutade». Algo que tampoco es soportable sindicalmente. Los adalides del cierre de Garoña, señalan en sus crónicas la cuestión nuclear como «único aspecto en que no ha habido hasta ahora rectificación en la política del Gobierno hasta la fecha» y se uncen al argumentario utilizado en su momento: se trata de un «pequeño impacto» en el mix energético español. Garoña, una de las centrales de Europa más eficientes, vuelve a pender de un hilo.

No obstante, en toda la ceremonia, el Gobierno se ha comportado colocando una vela a Dios y otra al diablo, como si la coordinación y Rubalcaba no existieran. Ateniéndonos a la cronología de las declaraciones oficiales, por un lado, ha dicho que habría que replantearse el período de vida de las centrales nucleares. Luego, por otro, que eso sí, pero que no estaría incluida la reconsideración de la decisión de cierre de Garoña (tan estrambótica y atrabiliaria en su momento, por cierto) y finalmente, con visibles rictus de nerviosismo, ha efectuado el acto de esconder la mano, de forma que se desdice de la filtración-boomerán y afirma que nunca ha estado presente tal cuestión. En medio de todo esto, entra en el proceso de negociación del pacto social, Jesús Caldera, presidente de la Fundación Ideas, uno de los «think tank» con una postura más notoria en el ámbito de la energía (en el sentido de ser contrarios a la prolongación de la vida de las centrales nucleares). Lo que parece evidente es que toda esa descoordinación y la sucesión de filtraciones han servido para aumentar la caja de resonancia antinuclear nuevamente desatando sus demonios familiares y sus contradicciones.

Consecuentemente, varias cosas han quedado claras: la energía nuclear es necesaria para nuestro país, para garantizar un mix energético diversificado, tener respaldo para las energías renovables y para conseguir un suministro limpio, fiable, económicamente eficiente y seguro. La cuestión sobre el cierre de Garoña se ha reabierto se quiera o no. No es entendible que una central que cumple con todos los requisitos técnicos y garantías de seguridad según todos los informes oficiales se cierre por motivos ideológicos. No nos lo podemos permitir social y económicamente, más que nada por la señal que se envía a la sociedad y los mercados. Y todo ello se debe abordar ya sea en la negociación con los agentes sociales, en un pacto político entre partidos, en la Ley de Economía Sostenible o en su ámbito natural, que es la política energética incorporada en la Planificación.

La fórmula del intercambio tal y como se ha expuesto de forma simplificada ha sido burda, torpe y desafortunada, pero el tema, se quiera o no, se ha reabierto.

La disensión vive arriba

Según los ecos de sociedad del sector energético y los asistentes al mismo, el acto de la toma de posesión del nuevo Secretario de Estado de Energía, Fabrizio Hernández, se convirtió en un acto de cese de posesión del anterior Secretario de Estado, Pedro Marín.

Levantadas las limitaciones para que los cargos públicos salientes hagan gala de su sensibilidad con el ejemplo Moratinos, Pedro Marín también tuvo su momento lacrimógeno en este acto desgranando una larga retahíla de agradecimientos particulares: desde las señoras de la limpieza cuando le hacían levantar los pies para limpiar debajo de la mesa, su jefe de gabinete, los camareros que le llevaban el café al despacho, conductores, secretaria…, hasta acabar, visiblemente emocionado, fijando los ojos en su mujer, Mónica Gandolfi, hoy subdirectora en la Comisión Nacional de Energía. El hecho de querer aspirar a responsabilidades más altas, con perfil internacional, como es la Dirección General del IRENA y esta demostración afectiva pública, nos confirma que, detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer.

Sirva esto como preámbulo para advertir del cambio que se ha producido en la administración energética española. El hecho es que un cambio en los responsables al frente de un ámbito del Ejecutivo debe traducirse, lógicamente, en un cambio de formas, estilos y políticas. Y ahí viene otra cuestión larvada durante el mandato de Pedro Marín como Secretario de Estado de Energía, que es la oscura figura del Director General de Política Energética y Minas, Antonio Hernández. Ahora, con el nuevo Secretario de Estado, sería razonable que se replantease la conformación de su equipo y que se transparente el tablero de juego del equipo ministerial energético.

Son conocidas las gélidas relaciones del Secretario de Estado saliente con Antonio Hernández (Marín resolvía esto mediante un equipo de asesores que tenía una importante autonomía) y también las de Hernández con su propio equipo. En cuestiones clave como las negociaciones referidas al déficit tarifario, titulización o renovables se ha hecho evidente, incluso fisícamente palpable.

En todo caso, esta situación, así planteada, es una disfunción dentro de la Administración energética, sobre todo porque existe una identidad plena, una clonación organizativa y funcional. De hecho, en la Secretaría de Estado de Energía, únicamente existe esta Dirección General en su estructura militar integrada. Por tanto, sería de esperar una sincronización total entre Secretaría de Estado y Dirección General, por el bien de todos. Es decir, es deseable y requerible un funcionamiento de equipo engranado y armónico, como el Barça de Pep Guardiola.

En el caso de Antonio Hernández, su gestión es hoy considerada en el sector, y de forma generosa, como un agujero negro, una incógnita, cuando no, una inacción. Este divorcio y esta inacción han conducido a la actual Dirección General a un estado de irrelevancia, a la gestión burocrática y a la acumulación de temas espinosos. El hecho es que aumenta vertiginosamente, dentro y fuera, el número de voces críticas sobre la gestión de Hernández: su nombramiento como sustituto de Jorge Sanz había levantado muchas expectativas, recibiendo un depósito de confianza importante. Hernández, Técnico Comercial del Estado, provenía de la Dirección General del Tesoro y su papel en el proceso de titulización a priori se valoraba como relevante. Por otra parte, fuentes cercanas destacan el posible interés de Hernández en aspirar a una oficina comercial en el exterior (destino habitual en este Cuerpo, por otra parte) en la próxima convocatoria de vacantes y que su nombramiento como Director General le otorgue prioridad en la elección de destino.

Su antecesor, Jorge Sanz, también finalizó su mandato en una oficina comercial, pero hay que reconocer que Sanz permaneció en el cargo casi ocho años, con gobiernos de signos políticos diferentes, con dos Secretarios Generales de Energía (Antonio Fernández Segura e Ignasi Nieto) y dos Secretarios de Estado (José Folgado y Pedro Marín), además de contar con un conocimiento técnico y jurídico importante, experiencia regulatoria y gestora, más allá de posiciones discutibles en momentos puntuales, contando con una importante autoridad y referencia sectorial.

Finalmente, a la vista de todo esto, sólo dos preguntas: ¿ratificará el nuevo Secretario de Estado de Energía, Fabrizio Hernández a Antonio Hernández, como director general? Y luego, por curiosidad, ¿qué pensará Fabrizio Hernández, proveniente del sector privado, de que le suban el café?.

El precio del barril del crudo de la OPEP ha subido casi un 18 por ciento en todo un año

Así, el encarecimiento del oro negro se desmarca de la horquilla que la propia organización consideraba hasta hace unos meses como idóneo, tanto para productores como consumidores, entre los 70 y 80 dólares, y pone en peligro la frágil recuperación económica mundial.

Con esta última subida, el crudo de la OPEP superaba, por primera vez, los 90 dólares alcanzados en octubre de 2008.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) pedía esta semana a la OPEP que incremente la producción para frenar el encarecimiento del crudo, en contra de lo decidido en su última conferencia ministerial, celebrada en Quito el 11 de diciembre.

Allí los doce miembros acordaron mantener inalteradas las cuotas nacionales, tras analizar que la demanda mundial de petróleo en 2011 será probablemente inferior a la de 2010.

Adujeron para ello la delicada recuperación económica mundial, el alto nivel de desempleo en el mundo industrializado, posibles conflictos en los tipos de cambio y una nueva crisis bancaria en Europa.

La AIE recordaba en un análisis publicado en el diario «Financial Times» que en el último año los costes derivados de la importación de crudo para los países de la OCDE han pasado de 200.000 millones a 790.000 millones de dólares debido al incremento del precio del crudo.

Este aumento es equivalente a una pérdida de ingresos en torno al 0,5 % del Producto Interior Bruto (PIB) de la OCDE, según la agencia.

«Los precios del petróleo están entrando en una zona peligrosa para la economía global», manifestó a este diario Fatih Birol, el economista jefe de este organismo internacional.

Por el momento, la OPEP no ha dado muestras de querer cambiar la asignación de cuotas nacionales, cuyo cumplimiento individual ha sido siempre controvertida, ni de querer adelantar la fecha de la próxima conferencia ministerial, fijada para junio.

Es más, el ministro kuwaití de Petróleo consideraba que un precio en una horquilla entre los 80 y 100 dólares por barril es correcto.

La única esperanza para un relajamiento de los precios es un menor consumo en el segundo trimestre del año, tanto por un crecimiento rezagado como por un clima más benigno en el invierno del hemisferio norte, apuntan los expertos.

El precio del Brent, de referencia en Europa, se disparaba también a 95,50 dólares por barril el 5 de enero, el mayor nivel desde el 30 de septiembre de 2008, para cerrar el viernes a 93,3 dólares.

A su vez, el WTI, de referencia en EEUU, se colocaba a solo 3 dólares de la barrera mágina de los 100 dólares, el precio más elevado en 8 meses, y concluyó la semana también más moderado, a 88,03 dólares.

En EEUU, la demanda cayó a los niveles más bajos en tres semanas, ante una creación de empleo menor que la esperada en diciembre, con un índice de paro del 9,4 % en lugar del 9,7 % previsto por los expertos, lo que presionó los precios bursátiles y de materias primas.

Un argumento a favor de la subida de los precios del crudo ha sido que EEUU ha vivido el invierno más frío en 25 años, pero el tope de demanda de fuel de calefacción está a punto de llegar, con lo que ahora se espera que los precios se relajen ligeramente.

El crudo cerró 2010 al alza y por encima de los 90 dólares

Según los cálculos de la consultora JBC Energy, con sede en Viena, el precio promedio del crudo en 2010 aumentó alrededor de un 28% respecto a 2009, hasta situarse en torno a los 80 dólares, el segundo valor anual más alto de la historia, solo superado por los casi 100 dólares de media a los que cotizó en 2008.

El barril de crudo Brent concluyó la semana pasada a 94,75 dólares en el Intercontinental Exchange Futures (ICE) de Londres, sumando 1,66 dólares al valor de cierre de la jornada anterior.

En la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex), el Petróleo Intermedio de Texas (WTI) terminó a 91,38 dólares por barril, con una subida del 1,7% respecto a la sesión precedente.

«Durante la presente semana los precios promedios de los principales crudos marcadores cerraron al alza debido al incremento de las cotizaciones de productos refinados por la ola de frío que afecta el hemisferio norte«, explicó el ministerio venezolano de Energía y Petróleo en un comunicado.

Otro factor alcista ha sido la depreciación del dólar ante el euro y otras divisas, un elemento que ha presionado al alza durante todo el año sobre el «oro negro» y otras materias primas que se comercian en la moneda estadounidense, puesto que se abaratan y se impulsa así la especulación con ellas en los mercados de futuros.

Además, ante los temores a la persistencia de los problemas de las deudas de países de la zona euro, muchos prevén que el «billete verde» continúe débil frente a la moneda única europea, lo que podría llevar al barril hasta los 100 dólares en este año que acaba de empezar, según varios observadores.

A ello parecería apuntar también la política de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que por segundo año consecutivo ha mantenido vigente el mayor recorte de la oferta de crudo en su cincuenta años de historia, pactado en diciembre de 2008 para frenar la caída de las cotizaciones.

En su última reunión, el 11 de diciembre pasado en Quito, la OPEP ratificó la cuota de producción recortada y vigente desde el 1 de enero de 2009, y fijó para junio de 2011 su próxima reunión.

Así señalizó a los mercados que no tiene previsto modificar sus suministros durante el próximo semestre, salvo una evolución muy inusual que requiera su intervención.

De momento, Irán, país que a partir de ahora ocupa la presidencia rotativa y anual de la organización (en sucesión de Ecuador), ha descartado una reunión extraordinaria previa a la de junio.

El pasado domingo, el representante iraní ante este grupo de doce países, Mohamad Ali Jatibi, afirmó que el mercado de crudo está estable y vaticinó que el barril alcanzará los 100 dólares.

«No parece posible que la OPEP vaya a celebrar una reunión de emergencia. Existe un equilibrio entre la demanda y el suministro, y lo más plausible es que el precio del crudo llegue a los 100 dólares el barril«, afirmó el delegado en declaraciones divulgadas por la agencia local de noticias energéticas SHANA.

No obstante, los analistas de JBC alertaron de que el panorama económico está lleno de incertidumbres, y que tal como indicó Olivier Blanchard, el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2011 continuará una recuperación económica a dos velocidades, es decir, un crecimiento débil en los países avanzados y una gran fortaleza en los emergentes.

«Algunas noticias económicas positivas desde EEUU como la reducción del desempleo, no deberían ocultar la fragilidad de la recuperación económica global», insistió la asesora en un análisis del mercado energético esta semana.

Los analistas subrayan además que un alto precio del crudo podría suponer ralentizar más aún la salida de la crisis.

Una subida necesaria e insuficiente

La subida del precio de la electricidad fue el argumento recurrente en los medios de comunicación ayer. Evidentemente se apiñaron tres tipos de argumentos: el primero, el que señalaba que se trataba de la mayor subida en 28 años, al que se le podría añadir todos los argumentos del tipo, que la luz habría acumulado subidas de un 44% desde que comenzó la crisis; el segundo, la atribución de la subida al déficit tarifario acumulado (poniendo más énfasis en qué gobierno tiene más responsabilidad dependiendo del partido político emisor, es decir, quién puso más, Aznar o Zapatero, que decía la canción) y, finalmente, en tercer lugar, quienes atribuyen la misma a las primas a las renovables y su peso en el recibo de la luz. Un signo de que el debate es demagógico es que hasta Esperanza Aguirre se apunta a opinar.

Por reacciones, los consumidores están que braman y utilizan adjetivos de trazo grueso respecto a la subida: intolerable y desproporcionada, incitando a una respuesta ciudadana a través de las Asociaciones. Además en sus argumentaciones, utilizan las declaraciones unipersonales del Presidente de la Comisión Nacional de Competencia, Luis Berenguer contra el mercado eléctrico y los lamentables documentos emitidos por la CNE, el Informe de Costes y Precios y derivados, opúsculo de un sector ideológico retroprogresivo de la energía, nostálgico del franquismo y de la intervención paternal de precios, costes y retribuciones, que cuestiona el mecanismo de formación de precios a través del mercado, la liberalización del sector energético y las Directivas Europeas respecto al mercado de la energía, con argumentos teóricos, de presunta ‘justicia redistributiva intertecnológica’ (¿?) y sin información económica, financiera, contable y de los mercados y sus dinámicas.

En todo caso, es bueno recordar que los precios del mercado de generación en España hoy soy de los más bajos de Europa, mientras que las tarifas finales crecen sustancialmente y escalan posiciones en nuestro entorno gracias a los costes regulados (sobre los que estos colectivos, por cierto, no dicen ni pío, seguramente porque les molan más al ser discrecionales). Y, finalmente, para alimentar el mito de que África empieza en los Pirineos, en pocos países occidentales, cuando llegan las facturas pasadas y se ha estado mirando hacia otro sitio, aparecen cuestionamientos al mercado y enmiendas a la totalidad en los mecanismos de formación de precios por parte, primero, de algunos representantes institucionales poco responsables y, después y por extensión, de quien se apoya en sus argumentos.

Además, de forma paradójica, los medios de la derecha sociológica acuden a los criterios intervencionistas antiempresariales y antiliberales, de trazo y números gordos: las eléctricas distribuirán 4.500 millones de euros y siguen alimentado la idea de que el precio de la electricidad debe ser un precio intervenido políticamente como hizo Rodrigo Rato. En todo caso, estas cifras de dividendos se profieren de forma global, sin referencias a su volumen, margen de ingresos, rentabilidad, etc… Oportunamente se efectúa sin comparación. Y, es más, no se profundiza en si los resultados de nuestras compañías, fuertemente internacionalizadas, proceden del mercado español o son consolidados incluyendo sus filiales internacionales (a lo mejor nos podrían pagar el déficit tarifario los consumidores extranjeros). En un país con una concepción empresarial, que oscila entre el mayo del 68 y la guitarra o, en sentido contrario, modelo caciquil y en la capacidad de intervenir en su gestión o en sus nombramientos, todo alimenta a la hora de laminar los argumentos que nos recuerdan que hay que pagar las deudas pasadas y que hay que pagar el suministro energético al precio que cuesta. Por cierto, los accionistas, grandes y pequeños, ¿no son ciudadanos?

Uno a uno, de todos estos argumentos se podría decir lo siguiente:

Se trata de la mayor subida en 28 años: probablemente sea así, ¿y qué ha pasado con todas las decisiones precedentes tomadas en esos años y acumuladas de gobiernos de uno y de otro signo evitando y conteniendo artificialmente la subida para engañar a los españoles? Recordemos que nuestro país, sin tener fuentes de energía propia, se ha endeudado para pagar un suministro para evitar absorber que los consumidores asumieran ese precio. Franco hizo lo mismo, acumuló las subidas de los costes energéticos: el voluntarismo político no puede impedir que los precios al final se tengan que pagar.

El déficit. En segundo lugar, el déficit tarifario español es consecuencia de un conjunto de decisiones iniciadas por el Partido Popular y su política de ajustar los precios de la electricidad a la inflación (¿qué razón existe, si no política, para que el precio de un suministro o un bien o servicio se aleje de comportamientos de oferta y demanda, para seguir la senda administrativa de la decisión política del IPC? ¿Quedan liberales en el Partido Popular? ¿A eso se refiere en su caso Esperanza Aguirre?). Estas decisiones han ido sumándose a la política tarifaria de Zapatero, en sus seis años y medio de mandato y que, en su conjunto, han determinado un problema embalsado que había que afrontar irremediablemente. En todo caso, esta tarifa, con tener una subida considerable (para nuestras tradiciones) sigue siendo insuficiente.

El peso de las renovables en la tarifa: evidentemente nuestro país tiene que cumplir con unos criterios de eficiencia energética y generación limpia en 2020. La inversión en energías renovables y generación limpia es y ha sido necesaria, pero en su desarrollo han influido no sólo criterios económicos y medioambientales, sino intereses asociados a los mismos que han cebado la bomba y han disparado la factura desorbitadamente. Por tanto, lo primero es atajar el origen de los excesos en estas tecnologías garantizando su sostenibilidad económica y medioambiental. Se debe reflexionar sobre el coste y el volumen de determinadas tecnologías con primas muy altas, incorporando la posibilidad de una moratoria y de un frenazo en seco en la autorización de nuevas instalaciones, hasta que la demanda crezca, con sustanciales rebajas en las primas. A ello hay que incrementar los efectos de otra modalidad de subvención, el consumo obligatorio de carbón nacional para la producción de electricidad y el efecto sobre el resto de instalaciones de generación.

En todo caso, hay que volver insistir en por qué hoy que tenemos precios baratos en el mercado de generación (gracias a la abundancia, exceso de capacidad y diversificación tecnológica), siguen creciendo desbocadamente los precios para el consumidor: por la deuda, por la retribución del transporte y por las primas a las renovables. Es decir los costes regulados. Todo eso, se le debe explicar bien a los consumidores para que tengan una idea precisa y no ideológica de la razón de esta subida.

Conclusiones: La subida realizada es importante respecto a nuestra tradición de no hacerlas para no alborotar a los ciudadanos, haciendo un uso político de las mismas (tanto por parte del Partido Popular como del PSOE). La energía o cualquier suministro no sigue en su comportamiento de precios la senda del IPC. El voluntarismo político o la negación de la realidad acaba por aparecer. Los dos partidos son responsables de la situación actual: ninguno de ellos se puede desimplicar o hacer bandera política de la misma. La subida aprobada es insuficiente y seguramente se deberán producir más subidas de esta índole, lo que implica asumir con menos escándalo el problema, intentando objetivizar causas y responsables de las mismas en sus debidas proporciones. Nos hemos endeudado para no pagar la luz en su momento y hoy no caben excusas de mal pagador. El precio de la energía en el mercado mayorista en España es bajo. Los precios y tarifas a los ciudadanos empiezan a ser altos por los costes regulados (deuda, transporte y primas) y hay que ponerlos en observación en lugar de censurar el mercado. Se puede invertir en renovables pero con más ojo, más atención y menos despilfarro pensando en la factura energética global. Se debe pensar el mix energético futuro de forma que sea sostenible económica y medioambientalmente. La subida para los beneficiarios del bono social es neutra y la absorben las empresas. Un calendario creíble de subidas para la adecuación de la deuda tarifaria y el desfase existente no estaría mal. La no subida engaña a los ciudadanos, les hace consumir más y aumenta la deuda y las subidas futuras que tarde o temprano llegarán. La no subida no es una opción ya.

El Gobierno ha aguantado este primer envite y hay que confiar en que aborde el problema con determinación hasta su ajuste completo. Había preparado, en parte, el camino en la opinión pública con el decreto de Navidad contra las empresas eléctricas. Pero necesita una política energética que no tiene y, por su parte, el Partido Popular, además, de hacer bandera política y demagógica del problema, debe garantizar el mercado, la liberalización del sector y presentar sus propuestas para solucionarlo en lugar de inflamar a la opinión pública y ejercer de Don Tancredo. Es un partido de gobierno que debe ser responsable con soluciones y propuestas acordes con su capacidad de ser alternativa de gobierno.

En todo caso, hoy corresponde apoyar al Ejecutivo en una decisión que era irremediable y que, seguramente, es consecuencia de muchos errores políticos previos, inclusive de información, comunicación y concienciación.

El carbón y las renovables enfrentan al Gobierno y las compañías eléctricas

En 2010, pese a la recuperación del consumo, se recrudeció la pelea de tecnologías iniciada en 2009, cuando la demanda de electricidad cayó un 10% y el Ejecutivo comenzó a plantearse la necesidad de incentivar el uso del carbón autóctono junto al reto de lograr un pacto de Estado con el PP para dar estabilidad al sector y a las millonarias inversiones que realiza.

El Gobierno aprobó, tras más de un año de tramitación, un real decreto que establece incentivos para el uso del carbón en la generación de electricidad y cuya aplicación sacará del mercado a centrales que queman mineral importado o a ciclos combinados, plantas a las que el Ejecutivo tenía previsto compensar y sin embargo no lo hará por recomendación de Bruselas.

Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa, que consideran que la normativa distorsiona el mercado, decidieron recurrirla ante el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional, al tiempo que llevaron ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea la decisión de la Comisión Europea de dar luz verde a las ayudas.

Tanto la Audiencia Nacional como el Tribunal de Luxemburgo han paralizado cautelarmente la puesta en marcha del decreto, cuya aprobación ha puesto en pie de guerra a las centrales que queman carbón importado, como las gallegas de As Pontes y Meirama, que tienen el apoyo de la Xunta.

La otra cara de la moneda corresponde a las cuencas mineras, cuyos trabajadores revivieron el pasado con marchas «negras», huelgas de hambre y encierros para exigir la aprobación del real decreto y el pago de sus salarios.

En paralelo, la Unión Europea ha decidido prorrogar hasta 2018 las ayudas públicas al carbón a las minas deficitarias, a las que, inicialmente, quería poner fin en 2014.

Por otra parte, las renovables, principalmente la eólica, se hacen poco a poco con un mayor trozo de la tarta energética, lo que desplaza a las tecnologías fósiles, más caras y más contaminantes, y afecta, sobre todo, a los ciclos combinados, que este año han trabajado al 30% de su capacidad.

Esto ha llevado a las grandes eléctricas a clamar contra las primas que reciben las energías verdes, sobre todo la fotovoltaica, que se estima que en 2010 superarán los 6.000 millones de euros. En este sentido, el Ejecutivo ha llevado a cabo una rebaja de las primas eólicas y solares.

Las eléctricas culpan a las renovables del crecimiento del déficit de tarifa eléctrico, una deuda que ahora soportan sus balances y que este año podría acumular los 20.000 millones de euros tras superar en unos dos mil millones el límite de generación de déficit marcado para 2010.

Para aliviar el endeudamiento que las eléctricas soportan por este concepto, el Ejecutivo acordó dar a esta deuda el aval del Estado para lograr colocarla en los mercados, un proceso que se esperaba que este año quedara finiquitado y que, finalmente, podría ni tan siquiera iniciarse debido a las turbulencias financieras.

En este contexto, en 2009, se constituyó una subcomisión en el Congreso para consensuar la estrategia energética de España para los próximos 25 años y cuyos trabajos finalizaron en noviembre con un acuerdo que contó el rechazo de ICV-IU y la abstención del PP.

La subcomisión ha propuesto repartir entre todos los usuarios el coste en primas de las energías renovables, que ahora se pagan sólo vía recibo de la luz -lo que no gusta a petroleras ni gasistas-.

Los diputados debían pronunciarse sobre el futuro de la nuclear, una cuestión que consideraron conveniente aplazar a mediados de la próxima década y que, al parecer, enfrenta al PP y al Gobierno en sus negociaciones para el pacto energético.

Los contactos entre populares y socialistas se intensificaron a mediados de año y llevaron a la congelación de la tarifa de la luz en julio, una sorpresiva decisión que llevó de nuevo a las compañías ante la justicia. No obstante, en enero la luz subió el 2,64% y en octubre el 4,8% de media.

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, y el coordinador de Economía del PP, Cristóbal Montoro, explicaron que antes de tocar los ingresos (tarifas) habían acordado revisar todos los costes que soporta el sistema (como primas, transporte o distribución) en aras a alcanzar un pacto de Estado que sigue sin alcanzarse.

Los ingresos que se obtienen por el recibo de la luz no son suficientes para cubrir todos los costes que se quieren retribuir con ellos, lo que desde hace una década genera el déficit de tarifa, una deuda con las eléctricas que los usuarios deberán devolver en 15 años.

Ana Tuñas Matilla, es redactora de energía de EFE

Se busca Secretario de Estado de Energía

En todo caso, las condiciones, razones y motivos de fondo, y el contexto de este rumor, noticia o anticipo sigue siendo completamente vigente y es preciso abundar en la posibilidad (o en el hecho) más que plausible, de que se esté preparando la sustitución de Marín y que ya se esté en la tarea activa de su selección. Además, parece complicado que en este estado de cosas, Marín pueda mantenerse en su puesto hasta marzo del año que viene y las informaciones que se vienen conociendo inciden en que se está ya buscando un sustituto.

El hecho es que desde el pasado miércoles, una vez distribuida la noticia de la dimisión desde distintos medios en la semana anterior, ya se hacían análisis y se enunciaban los nombres de un número importante de candidatos a su sustitución como Secretario de Estado de Energía. El número de posibles secretariables va creciendo según las fuentes que se consultan, pero quizá es un buen momento para hacer un repaso, en el que seguramente están todos los que son, pero no son todos los que están, a partir de lo leído en los medios económicos y de las fuentes consultadas por este medio.

Sería razonable, en todo caso, repasar las características que debería tener el eventual nombrado y que, a saber, enunciábamos el pasado miércoles: que el elegido tenga oficio, capacidad intelectual y de diálogo, formación, experiencia en la Administración. Otras salvaguardas básicas es que no tuviera cercanía ni afinidad por el movimiento retroprogresivo de la energía, ni persistiera en esa contumacia ideológica.

Parece en todo caso, que en este nombramiento, existirán dos tensiones: por una parte, una lucha ideológica subterránea (retroprogresivos vs. favorables al modelo de liberalización) y por otra, el tradicional pulso entre el Ministerio de Economía y el Ministerio de Industria en este nombramiento, dado el fiasco que viene resultando el área energética en el Gobierno desde hace más de seis años, su impacto sobre la economía española y las repercusiones actuales sobre la financiación de la deuda pública.

Por eso, es el momento de elaborar una lista comentada de nominados, en la que tendríamos que empezar por la curiosidad de la difusión del nombre de Carlos Ocaña, con el morbo añadido de los tocayos como escenificación del «tour de force» Industria-Economía. En primer lugar, se hablaba de Carlos Ocaña Pérez de Tudela, actual secretario de Estado de Hacienda, hoy expuesto con el cartel de transferible, a partir de unas supuestas desavenencias con el Vicepresidente Primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba. En todo caso, se considera que Ocaña Pérez de Tudela sería un hombre de Economía, y no parece que el Ministro de Industria pueda aceptar un nombramiento tan marcado desde la Vicepresidenta Económica.

Por el contrario, en el seno del Ministerio de Industria se apunta como vivero de candidatos a sustituir al dimisionario, al equipo de asesores del Ministro y, en concreto, a otro Carlos Ocaña. En este caso, Carlos Ocaña Orbis, jefe de gabinete de Miguel Sebastián, lo que supondría, de facto, poner al frente de este departamento a un hombre de total confianza del Ministro. Su principal hándicap es su inexperiencia.

En la misma línea, también se apunta el nombre de Jorge Blázquez, otro de los asesores del ministro. Finalmente y dentro de los hombres de confianza para Miguel Sebastián también cabría apuntar los nombres de Pedro Mejía, ex Secretario de Estado de Comercio y, en la actualidad, presidente de OMEL (probablemente la solución más solvente a mano para el Ministro) y el de Maurici Lucena, director del CDTI (en su momento, su nombre, ya sonó para esta responsabilidad en el primer gobierno Zapatero).

Un nombre siempre en la nómina es el de Miguel Angel Lasheras, del que siempre se ha dicho que no quiso aceptar esta responsabilidad porque el máximo responsable de energía no tenía rango de Secretario de Estado (cuestión que cambió con la decisión del actual Ministro y el nombramiento de Marín). Lasheras tiene relación con Miguel Sebastián a través de Intermoney y buenas relaciones con la actual presidenta de la CNE, Maite Costa, sobre la que ha ejercido indudable influencia.

Otro de los candidatos en la lista es Ramón Pérez Simarro, vinculado directamente con el ex ministro de Industria, Claudio Aranzadi. Pérez Simarro ya tuvo esta responsabilidad en anteriores gobiernos socialistas, siendo máxima autoridad energética. Previamente, había desempeñado el cargo director general de Energía con el entonces Secretario General de Energía, Víctor Pérez Pita, al que sustituyó, y Secretario General Técnico del Ministerio de Industria. En ese el período en que Pérez Simarro fue secretario general de energía, se aprobó la LOSEN. (Ley de Ordenación del Sistema Eléctrico Nacional), embrión del proceso de liberalización posterior. En la actualidad está en la Fundación Repsol.

También se ha enunciado el nombre de Alberto Lafuente, quien también fuera Secretario General de Energía, pero se encuentra recién nombrado Presidente de la Comisión Nacional de Servicios Postales, lo cual hace prácticamente improbable su nombramiento como SEE. Y, finalmente, con un perfil muy académico y considerado un «pope», se apunta a Juan Ignacio Pérez Arriaga, hombre con un perfil internacional, y que en la actualidad es presidente del órgano regulador eléctrico de Irlanda e Irlanda del Norte. Arriaga es autor del Libro Blanco de la Electricidad por encargo del entonces Ministro de Industria José Montilla y responsable de una cátedra en la Universidad Pontificia de Comillas, institución que se ha convertido en un verdadero «think tank» dentro del sector. Parece que hay pocas posibilidades de que el actual Director General de Energía, Antonio Hernández, tenga algún chance al respecto.

Por otra parte, el hecho del corto plazo de duración del nombramiento (prácticamente un año y medio) refuerza la idea de que el sustituto de Marín se tenga que buscar entre los más afines ideológicamente, con militancia y carné del PSOE. Así, entraría en juego el plano ideológico y relacionados con los colectivos retroprogresivos, contrarios al proceso de liberalización y partidarios de los postulados que se defienden en el Informe de Costes y Precios. En esta órbita, se deslizan dos nombres procedentes de este vivero, como propuestas de nuevo Secretario de Estado: Mariano Bacigalupo y Alberto Carbajo.

Mariano Bacigalupo Saggese, actual Vicesecretario del Consejo y Director de la Asesoría Jurídica de la Comisión Nacional de Energía, está unido intelectualmente a través de su mentor intelectual, el jurista Luciano Parejo, al consejero de la CNE Jorge Fabra (autor del Informe de Costes y Precios contrario al modelo de liberalización). Bacigalupo es, además, esposo de Teresa Ribera, actual Secretaria de Estado de Medio Ambiente. Su nombramiento produciría por primera vez que en los segundos niveles del gobierno hubiese un matrimonio a todos los efectos, más allá de pareja de hecho y de lecho.

El segundo nombre cercano a estas posiciones retroprogresivas es el del Director de Operador de Sistema radicado en Red Eléctrica de España, Alberto Carbajo. A Carbajo, ingeniero de minas y Director General de Minas, se le considera el instrumentador de medidas de corte fuertemente intervencionista desde REE. De hecho, se le atribuye haber pergeñado el engendro del modelo que además lo han censurado las autoridades judiciales española y comunitaria de incorporación del carbón como restricción técnica, una propuesta cuyo formato solo podría partir del operador de sistema. Si bien, se cuestiona su papel al frente del Operador de Sistema, el hecho de proporcionar mayor responsabilidad podría ser considerado una debacle. En todo caso, el nombramiento de Carbajo, sería un signo de una sumisión plena del Ministerio de Industria, a los designios de REE y de su presidente Luis Atienza. Próximo a este colectivo, también se habla de Enrique Giménez Larrea, que fue Director General del IDEA.

En todo caso, que lo sepan, es posible que encuentren un anuncio buscando Secretario de Estado de Energía.