Ditlev Engel, consejero delegado de Vestas Wind Systems: «El viento no puede trabajar solo»

El consejero delegado de la empresa eólica danesa Vestas Wind Systems, Ditlev Engel, considera que el mercado español es clave para la compañía aunque descarta realizar alguna adquisición y diversificarse hacia otras negocios energéticos como la producción de electricidad.

En una entrevista con EFE, el primer ejecutivo del mayor fabricante de aerogeneradores del mundo, repasó su visión del mercado de renovables en España donde cuenta con tres fábricas- en Viviero (Lugo), Villadangos del Páramo (León) y Olvega (Soria)- a las que el próximo año sumará su nueva factoría de Daimiel (Ciudad Real).

Pregunta. ¿Cuáles son los planes de Vestas Wind en España, qué proyectos tiene la compañía para el mercado español?

Respuesta. Las cosas van muy bien en España y somos entusiastas con los planes futuros. El próximo verano entrará en funcionamiento una nueva planta de fabricación de palas en Daimiel (Ciudad Real) -la compañía estima una producción anual de 1.200 palas- con la que ya contaremos con cuatro factorías.

P. Dada la potencia instalada actualmente en España, cerca de 13.000 MW en energía eólica, y el objetivo de alcanzar 20.000 MW en 2010. ¿Cómo ve las perspectivas de negocio? ¿El mercado avanzará hacia la repotenciación (elevar la potencia instalada) de los parques?

R. Hay tres países claves en Europa: Dinamarca, Alemania y España. El Gobierno español está desempeñando un papel muy importante en el fomento y desarrollo de las renovables que alabamos. Además, las empresas energéticas españolas están apostando por el sector. España es un mercado clave para Vestas.

P. ¿Se plantea alguna alianza empresarial en España?

R. No en términos de capital. No tenemos en mente ninguna adquisición. Las relaciones con nuestros clientes en España son excelentes.

P. ¿Y dar un paso más, convertirse en generador de energía?

R. No creemos que sea el camino correcto. No queremos competir con nuestros clientes. Lo importante es realizar planes a largo plazo con nuestros socios.

P. ¿Cómo ve el desarrollo de parques eólicos offshore (en el mar) en España?

R. Mientras que haya espacio para poner en marcha parques eólicos en tierra es difícil que se desarrollen en el mar. Es un mercado que puede crecer en España, pero el coste es superior y aún hay buenos emplazamientos disponibles en tierra.

P. Estados Unidos tiene un gran potencial de crecimiento en energía eólica ¿Cuáles son los planes de Vestas?

R. Es mercado muy importante para la compañía, el año pasado ya fuimos el tercer proveedor del país, y lo va a seguir siendo. En marzo de 2008 abriremos una fabrica de palas en Denver (Colorado).

P. ¿Cómo ven el mercado latinoamericano?

R. Aún es pronto en Latinoamérica, no es un mercado maduro, pero nuestros clientes españoles están también allí. Tenemos algunos acuerdos con Endesa y Eólica de Navarra en Chile. Y en Brasil, por ejemplo, se dan buenas condiciones geográficas para que la energía eólica se desarrolle.

P. La energía eólica plantea problemas de inestabilidad al transportista del sistema y, por sus variaciones, también a la garantía de suministro. ¿Cuál su visión en este aspecto?

R. El viento no puede trabajar solo. Hay que desarrollar y mejorar la red que es antigua y contar con otras fuentes. Aún así, la eólica tiene potencial para cubrir el 10% del consumo eléctrico mundial en 2020 frente al 1% que representa actualmente.

José Ángel Azuara: «Las posibilidades del carbón nacional no condicionarán el desarrollo español de tecnologías limpias de combustión»

PREGUNTA.- ¿Qué es la Fundación Ciudad de la Energía?

RESPUESTA.- Es una fundación, pero también un instrumento del Gobierno para contribuir al desarrollo económico y social de la comarca de El Bierzo. Nace como un instrumento de desarrollo comarcal desde la realización de proyectos de energía y medio ambiente. El Bierzo ha sido tradicionalmente una comarca energética de carbón, y las comarcas mineras están en recesión desde hace bastantes años. Conviene hacer actuaciones específicas.

En España hay un gran desequilibrio territorial, con una gran concentración en Madrid, Barcelona, y otras ciudades. El resto de España está vacía. Uno de los propósitos de la Fundación Ciudad de la Energía es generar actividades de desarrollo que creen la necesidad de servicios y fijen la población.

También se ha apoyado en la necesidad global actual de tecnologías de carbón limpio, o de captura de CO2. En nuestras actividades industriales producimos mucho al año y no existe posibilidad de retirar todo el que se produce, y por mucho que se haya dicho al respecto, la capacidad de los bosques de absorber ese CO2 es marginal.

Hace falta un sistema adicional, y pretendemos ser capaces de capturar ese CO2 de los propios gases de la combustión del carbón. Desde el punto de vista científico, se conocen todos los procesos de la cadena, pero los costes energéticos son enormes y es necesario llevarlo a escala comercial.

PREGUNTA.- ¿Cómo se captura el CO2 y qué tecnologías existen?

RESPUESTA.- Existen tres procesos básicos: pre combustión, post combustión y oxicombustión.

En la precombustión se gasifica subterráneamente el carbón, obteniéndose un gas del que se separa el CO2 y el hidrógeno. El vector energético de los combustibles fósiles es el hidrógeno, y el carbono es el soporte orgánico que hace que ese vector se pueda mover, manipular, almacenar,… Pero el carbono también se oxida y produce dióxido de carbono.

La gasificación tiene el problema de que el carbón tiene impurezas y partículas, y todas las tecnologías para separar y tener un gas limpio a alta temperatura todavía no están teniendo éxito. La planta de Puertollano trabaja con esta tecnología y utiliza carbón y gas natural. No hay problema cuando se utiliza gas natural, pero al gasificar carbón se obtiene un gas que no es tan limpio como el gas natural, ya que contiene azufre y otras partículas en suspensión. El gas sucio provoca serios problemas en las turbinas, y resulta difícil conseguir un gas limpio y además a alta temperatura.

La otra opción es quemar el carbón con aire en las centrales térmicas convencionales. Se produce CO2, pero también óxidos de nitrógenos, por lo que hay que separar el CO2 de la corriente de gases, concentrarlo, capturarlo y almacenarlo. El problema es que sólo hay un 21% de oxígeno en el aire, y cuando se quema con aire la cantidad de CO2 que se produce está entre el 15 y el 30%, dependiendo del proceso. Sale diluido, hay que separarlo del resto de gases, concentrarlo y capturarlo.

Se pensó que si el carbón se quemase con oxígeno, el CO2 saldría concentrado, y de los gases de combustión se obtendría CO2 y agua. Las tecnologías modernas se enfocan a quemar el carbón con oxígeno en lugar de con aire. Pero hay muchas centrales que funcionan con aire a las que hay que dar una solución tecnológica válida.

PREGUNTA.- ¿Bastaría con transformarlas?

RESPUESTA.- No se pueden transformar, de modo que la única solución válida es la postcombustión, que consiste en concentrar y capturar ese CO2.

La oxicombustión consiste en quemar el carbón con oxígeno para obtener el CO2 concentrado. La planta de la Ciudad de la Energía pretende demostrar la viabilidad de la oxicombustión como proceso de captura de CO2, partiendo de la ventaja de que el CO2 está concentrado. Pero hay que hacer pruebas, porque cuando se quema con oxígeno en lugar de aire, la temperatura del proceso sube mucho. La corrosión de materiales puede ser mucho más intensa, la temperatura hace que todo el sistema se comporte de manera diferente, y hay que introducir recirculaciones de gases. No existe ningún conocimiento de cómo funciona toda la cadena integrada.

Además, el oxígeno introduce un coste adicional, y estamos tratando de demostrar que el proceso es económica y tecnológicamente viable.

La plataforma europea de cero emisiones plantea que para 2020 existan plantas comerciales de 500 MW que quemen el carbón capturando todo el CO2. Para ello, en cuatro años a lo sumo deberíamos contar con plantas piloto 10 ó 15 veces más pequeñas, capaces de demostrar la viabilidad del proceso. Nadie va a construir una planta comercial si no está probado el proceso a escala en una planta piloto.

PREGUNTA.- ¿Son optimistas con respecto al hecho de que este proyecto de demostración consiga traer a España una de las centrales que se esperan?

Endesa tiene interés en construir una central de 500 MW y nuestra plataforma está ubicada en las inmediaciones de Endesa, la gran empresa carbonera española. Unión Fenosa también quiere desarrollar un proyecto, utilizando otra tecnología. Nuestro proyecto tiene sentido si conseguimos enlazar con una de las plantas grandes, en las que es fundamental que haya una empresa interesada.

Como institución pública, la Fundación Ciudad de la Energía puede asumir un proyecto de demostración, ya que se manejan cifras de 70 millones de euros para la construcción y puesta en servicio de la planta. La instalación final podría costar 400 millones de euros. Se trata de generar un proceso tecnológico que arrastre a las empresas.

Existe un objetivo estratégico, de gobierno, y diversos objetivos tecnológicos. El objetivo estratégico es mantener una posición de liderazgo en la lucha contra el cambio climático. El tecnológico, cualificar mejor a las empresas españolas, para evitar el gravamen sobre el CO2 emitido a la atmósfera. Si España tiene tecnología, cumpliremos el doble objetivo de evitar el gravamen en el uso y estar bien situados en el panorama tecnológico internacional.

Sí somos optimistas y creemos que Endesa o Fenosa estarán interesadas. De hecho, la planta que Endesa plantea de 500 MW es con tecnología de “lecho fluido circulante”, que es una de las formas de quemar el carbón con oxígeno. La ventaja del carbón pulverizado es que es la forma actual de quemar el carbón, que se introduce en la caldera con un chorro de aire de forma que el contacto entre el oxígeno y el carbón sea muy bueno y se consiga un rendimiento energético alto. En la tecnología de los lechos fluidos, que no se han desarrollado a escala comercial, se crea un lecho generado mediante una inyección de aire por la parte inferior de la caldera. En ese lecho, el carbón se mueve, y el objetivo también es conseguir una combustión completa en el menor tiempo posible.

Nuestra planta experimental contará con los dos tipos de combustiones, lo que la convierte en una planta versátil y la única en Europa de su género. Además trabajaremos con diferentes carbones y elementos de combustión, algo importante porque hay muchas clases de carbón y cada uno tiene unas condiciones óptimas de combustión.

Otras posibilidades consisten en la co-combustión de carbón y biomasa, pero aunque se habla mucho de eso, lo vemos como una posibilidad todavía lejana. Es muy complicado mezclar dos materias primas con características tan distintas.

El problema principal es aprender a deshacernos del CO2, que al contrario de lo que se cree, no es ni tóxico ni peligroso. Mucha gente no se da cuenta de que nosotros, al respirar, producimos CO2, ni sabe que si el CO2 no existiera, la vida en la Tierra sería imposible. Sería interesante profundizar en la divulgación del conocimiento del CO2.

Cuando, en nuestra planta, quemamos carbón con aire, estamos buscando una solución válida para las plantas actuales; pero cuando quemamos con oxígeno, pensamos en el futuro.

Según la experimentación que se realice con aire, probaremos tecnologías de captura de CO2 como la carbonatación-calcinación, que consiste en que el CO2 con óxido de cal produce una reacción que es carbonato de cal, y ya se ha fijado ese CO2. Pensamos que es posible hacerlo, aunque no creemos que el futuro vaya por ahí, porque carbonatar y calcinar obliga a grandes movimientos de volúmenes de áridos.

En la parte de oxicombustión contamos con la ventaja de tener CO2 concentrado. Habrá que comprimirlo para ponerlo en las condiciones que interesa para la fase posterior, pero a cambio tendremos un gas limpio y puro.

Cada detalle tiene un coste. El CO2 retirado supone un gasto adicional de energía, así que no se captura el 100% del CO2. El rendimiento es menor, porque hay un incremento de energía para poder hacer esa captura. El propio proceso introduce una penalización, y hay que optimizar ese balance. Hay que conseguir que el proceso de captura sea lo más eficiente posible para que penalice lo mínimo el proceso en términos energéticos y económicos.

El proceso es más caro. La sostenibilidad es más cara, al menos en términos de coste inmediato: cuando uno proyecta los costes sobre la naturaleza a medio plazo, entonces la cosa cambia. Ese incremento de coste es difícil de determinar. Seguramente, el coste de la tonelada de CO2 evitado sea un precio político.

PREGUNTA.- Aunque es una fuente de energía abundante, el carbón español no es de buena calidad y tiene los días contados (se habla de 30 años). Con estos antecedentes, ¿cuál es el futuro de la tecnología de carbón limpio en España?

RESPUESTA.- El desarrollo de tecnologías de carbón limpio es independiente de las posibilidades del carbón nacional. Si el carbón vuelve a cobrar importancia es porque las reservas son enormes, y hay países que son grandes productores y que están interesados en que su comercio se mantenga. Es una materia prima considerada estratégicamente importante.

Surge la pregunta de por qué, cuando tenemos un problema de calentamiento global, y la combustión de carbón con las tecnologías actuales es un contribuyente nato, en este momento el carbón sale a la palestra, parece una contradicción. Puede que haya países importantes desde el punto de vista económico que quieren seguir poniéndolo en valor.

Hace cinco o seis años, la estrategia de la UE no contemplaba la urgencia actual para llegar a 2020 con plantas de combustión limpia, ese proceso se ha acelerado mucho en poco tiempo. Se ha producido un voluntarismo político.

Necesitamos un desarrollo tecnológico a la carta, pero ese tipo de apuestas no siempre funcionan bien. La AIE ha contemplado ha elaborado múltiples prospectivas sobre cuándo se desarrollarán determinadas tecnologías y cómo contribuirán en el futuro, y todas llevan un retraso considerable.

PREGUNTA.- ¿Qué otras tecnologías tienen sitio en la Fundación Ciudad de la Energía?

RESPUESTA.- Las energías renovables y las políticas de ahorro y eficiencia, y El Bierzo es un territorio adecuado. Se está elaborando un estudio sobre el potencial de la biomasa, para transformar ésta en productos como los “pellets” o las briquetas para su uso en el propio Bierzo. Intentamos que la biomasa de El Bierzo sirva para dar soluciones energéticas en el sector residencial de calefacción y agua caliente. Se trata de una simple aplicación racional, no en nombre del cambio climático, sino, de un uso racional y óptimo de los recursos.

En cuanto a las políticas de ahorro y eficiencia energética, los ayuntamientos son gestores de muchas instalaciones y servicios, grandes centros de consumo energético, y grandes despilfarradores. Se podrían llevar a cabo políticas eficaces (alrededor de un 15%) de ahorro energético, pero a pesar de la existencia de organismos como el IDAE y de políticas de alcance nacional, el número de auditorías energéticas que realizan los ayuntamientos es muy bajo, y el número de ayuntamientos que siguen sus conclusiones, aún más. Por eso, uno de nuestros objetivos es que se lleven a cabo auditorías energéticas y que se sigan sus recomendaciones. El uso racional de los recursos no debe depender del cambio climático.

Richard Doornbosch: «Conviene impulsar políticas de reducción de emisiones, pero no mediante el fomento de una tecnología concreta, como los biocombustibles»

PREGUNTA.- ¿Son los biocombustibles una fuente realista de energía para el futuro?

RESPUESTA.- Lo son. Es una realidad, ya suponen el 10% de la demanda total de energía, pero estamos hablando de biomasa para uso energético. La pregunta es, por supuesto, cómo habría que transformar y usar esta biomasa de forma óptima. Hemos llegado a la conclusión de que quizás no la estemos aprovechando de la forma más eficiente ahora, lo que quiere decir que podríamos hacer un mejor uso de su potencial. Y el segundo punto es que tenemos que tener en cuenta su valor relativo, no podemos pensar que va a resolver todos nuestros problemas. Existe el potencial, modesto, pero muy importante para algunos países. Pero no se debe de sobrevalorar la escala a la que pueden tener efecto.

PREGUNTA.- ¿En qué medida puede reducirse la dependencia energética mediante el uso de biocombustibles?

RESPUESTA.- Es difícil saberlo, pero creemos que, en términos técnicos, hasta un 20% de la demanda de energía -sólo en el sector del transporte- podría ser suplida por los biocombustibles en el año 2050. Si ése fuera el caso, ésa sería una contribución real y sustancial a la reducción de la dependencia de combustibles fósiles. Pero estamos hablando de un límite máximo, y vemos muy complicado llegar a ese potencial, porque ahora estamos en el 1%.

PREGUNTA.- Uno de los puntos principales del informe es el potencial económico de los biocombustibles. En él se explica que, exceptuando el caso de Brasil, los biocombustibles no son competitivos en un entorno de precios del petróleo de 70 dólares por barril. Pero ahora, los precios que estamos viendo son superiores a los 80 dólares, y las perspectivas económicas apuntan a más de 100 dólares el barril en no mucho tiempo.

RESPUESTA.- Sí, es cierto. Pero la cuestión importante aquí es que el precio del crudo está muy estrechamente correlacionado con el precio de las materias primas. De modo que, cuando los precios del petróleo suben, también suben los de las materias primas que se utilizan para producir biocombustibles, así que no cambia el precio relativo. Por supuesto que el precio del crudo es importante, y que es probable que a medida que sigan subiendo los precios del crudo, más se abaratarán las tecnologías de producción de biocombustibles, pero tienen una economía muy compleja. En primer lugar, porque los combustibles fósiles se utilizan como materia prima para producir biocombustibles. No en su totalidad, sino en un pequeño porcentaje, pero eso se lleva parte de la ganancia. Y, en segundo lugar, en el momento en que sube el precio del petróleo también lo hace el del biocombustible, y eso llega a tener un impacto considerable en el mercado. Sin embargo, la escala del mercado agrícola y alimentario es mucho más pequeña que la del mercado de combustibles. De modo que el impacto relativo que se crea mediante la utilización de materia prima de un mercado distinto a la producción de biocombustible, será enorme, y eso significa que los precios de las materias primas subirán. Es difícil explicarlo, pero la correlación entre los precios de las materias primas y los precios del petróleo son muy altas, lo que ha quedado muy bien demostrado en un informe del banco mundial. En conclusión, podría ser que los biocombustibles no lleguen a ser competitivos incluso con precios del petróleo muy altos.

PREGUNTA.- En referencia a los biocombustibles de primera generación, el informe señala que esta fuente energética está creciendo porque se cree que pronto serán reemplazados por los biocombustibles de segunda generación. Esto da pie a dos preguntas: ¿Diría que los biocombustibles de primera generación van a desaparecer? Y si esto ocurre, ¿en qué plazo?

RESPUESTA.- Es muy difícil decir cuándo la tecnología de segunda generación estará comercialmente disponible, en primer lugar. La gente que conoce estos temas no son, por supuesto, expertos en tecnología, pero estiman que el plazo temporal ronda entre los 5 y los 15 años. Hay barreras tecnológicas sobre las que se está investigando, y no se puede esperar que sea una tecnología plenamente disponible antes de ese plazo. Pero hay que tener en cuenta otro factor, y es que el precio del biocombustible de segunda generación debería ser más bajo que el de primera generación a menos que las políticas salven este obstáculo. Y eso va a llevar mucho más tiempo, así que esperamos que esto ocurra en el medio o largo plazo, a menos, por supuesto, que un país cambie sus políticas. Si se hace, por ejemplo, dejando de subsidiar la primera generación, y se apoya la segunda generación, mediante la regulación o mediante subsidios directos, la situación cambia. Pero eso no está entre las prioridades políticas.

PREGUNTA.- Además, la primera generación de biocombustibles no ha empezado hace mucho y sería difícil que los gobiernos empezaran a primar ya la segunda sobre la primera.

RESPUESTA.- Desde luego, estos subsidios tienen cada vez mayor implantación. Y son cada vez mayores porque están vinculados a la producción: a medida que aumenta la producción, aumentan los subsidios, y es muy difícil de parar eso una vez que se ha puesto en marcha. Porque hay gente que lo ha convertido en su forma de vida, su fuente de ingresos. Obviamente, esto no puede cambiar en el corto plazo.

PREGUNTA.- Sobre las políticas de promoción de biocombustibles… Teniendo en cuenta la posible distorsión que determinadas políticas pueden provocar en las decisiones de producción, ¿cuáles cree que son los métodos más adecuados?

RESPUESTA.- Yo no estoy muy a favor de demasiadas políticas de promoción, pero creo que donde debería focalizarse el apoyo es en la investigación y desarrollo, porque eso es algo que el mercado no puede organizar por sí mismo. Y, por otra parte, no estoy a favor de políticas concretas de fomentos de biocombustibles, pero sí a favor de fomentar las emisiones bajas en carbono en el transporte. Aparte de cierto apoyo a la I+D, no creo que los gobiernos deberían de estar impulsando una tecnología en particular, puesto que hay muchas otras opciones para reducir los gases de efecto invernadero, si ése es el objetivo. Por supuesto, si el propósito es reducir la dependencia energética, entonces el debate es otro totalmente distinto. No creo que impulsar los biocombustibles vaya a reducir la volatilidad de precios.

PREGUNTA.- ¿Cree que los objetivos de la Comisión Europea, en materia de implantación de biocombustibles, son demasiado ambiciosos?

RESPUESTA.- Las cifras que yo he visto sugieren que tienen un punto de vista muy optimista, si se quiere hacer de una forma sostenible. Por supuesto que este potencial es alcanzable, pero si la sostenibilidad es un factor a tener en cuenta, los números que maneja la CE son muy optimistas, incluso si estamos hablando de un plazo de 30 años. Pero, por supuesto, la Comisión está trabajando muy duro para conseguir ese suministro del mercado de una forma sostenible, y teniendo en cuenta certificados de la procedencia. Pero no me parecen mal esos esfuerzos, y no me parece que sean ridículos. Pero, personalmente, no veo la necesidad, y no creo que ayude, establecer objetivos específicos de biocombustibles. Lo que sí es positivo es contar con objetivos concretos de reducción de gases de efecto invernadero, pero no unas metas que favorezcan o perjudiquen determinadas tecnologías.

PREGUNTA.- Acaba de mencionar la certificación de biocombustibles como método para garantizar una obtención sostenible del producto. ¿Cree que estos mecanismos pueden ser realmente eficientes? En el informe se expone el caso de los mercados madereros, en los que la certificación no ha tenido mucho éxito a la hora de asegurar la obtención respetuosa de la materia prima…

RESPUESTA.- Creo que es extremadamente difícil. Sólo es posible hacer algo así en una base de cooperación multilateral. Se necesita el acuerdo de todos los países, y además debe ser obligatorio. Si va a ser así, entonces hay una posibilidad. Tenemos ese ejemplo con la industria del diamante, en el proceso Kimberley, obligatorio y multilateral. Sigue siendo difícil, sigue habiendo maneras de burlar el sistema, aunque eso da cierto grado de efectividad. Pero si esto se hace de forma unilateral, sin cooperación entre los países, entonces creo que la certificación no conseguirá su objetivo, que es el de asegurar la obtención de producto de forma respetuosa con el entorno medioambiental y social. No estoy diciendo que no deba hacerse, porque desde luego es una forma de promover las buenas prácticas en determinados países y un incentivo para mejorar los procedimientos. Pero no es una garantía absoluta de que todo lo que obtienes se está produciendo de forma sostenible si no se basa en un acuerdo multilateral.

PREGUNTA.- Hablemos, por último, de la situación de los países subdesarrollados. En este informe, se habla de la necesidad de liberalizar el comercio internacional para dar una oportunidad a estos países de que saquen partido de su ventaja en la producción. ¿Qué se puede decir en este aspecto?

RESPUESTA.- Bueno, es un punto sobre el que también llamamos la atención de una forma general. Si los países están realmente interesados -por ejemplo, en la UE- en reducir sus gases de efecto invernadero, o mejorar su seguridad energética, es una buena idea que adquieran biocombustibles, y ahí no veo la razón por la que tienen que tener aranceles a las importaciones, que impidan comprar biocombustibles con un balance global mucho mejor al mismo precio. Desde ese punto de vista, no le veo sentido, pero por supuesto, desde la perspectiva agrícola, sí. La razón principal para la existencia de esos aranceles es el apoyo al sector agrícola nacional, y para asegurar que las áreas rurales no desaparezcan en Europa. Hay otros motivos por los que estos aranceles siguen existiendo. Y se trata de una posición política, supongo.

PREGUNTA.- Supongo que son dos cuestiones incompatibles, la reducción de la dependencia energética y la no imposición de aranceles para evitar la entrada de producto importado…

RESPUESTA.- Yo no lo veo así. No creo que sea negativo depender energéticamente de otros países. Muchos países son importadores de energía, y es bastante positivo diversificar tus fuentes energéticas. Así que, si puedes importar energía de más países y los biocombustibles te permiten hacer esto a una escala significativa, entonces esto puede tener cierto valor.

Ernesto Macías: «La fotovoltaica en España no necesitará ayudas en 2020»

PREGUNTA.- ¿Cómo valoran la propuesta de Real Decreto del Ministerio de Industria, que parece haber puesto en pie de guerra al sector fotovoltaico?

RESPUESTA.- No es conveniente dar la voz de alarma antes de que un borrador esté confirmado y negociado. En ese borrador hay cosas muy positivas desde el punto de vista de filosofía y de desarrollo, aunque también hay algunos aspectos cuantitativos que son necesariamente revisables, pero la propia Administración ha reconocido que hay aspectos susceptibles de modificar. Nosotros somos más optimistas.

Lo que no es comprensible es por qué el sector hace cuatro o cinco meses estaba contento con un objetivo de 400 MW, y ahora que el Gobierno anuncia que elevará el límite hasta los 1.200 MW, levantan la voz. A nuestro entender, esa cifra sigue siendo insuficiente. Y se ha fijado porque, entre todo el sector, quizá de forma inconsciente o voluntaria, se ha proporcionado una información no del todo correcta al Gobierno ante la preparación del RD 436/2004 y del 661/2007.

La posición de algunas asociaciones sólo ha consistido en pedir, y el resultado es lo que tenemos ahora, una situación insostenible que obliga a recular. Ha faltado seriedad en el proceso. Al provocar una situación de remuneración excesiva, también se provoca una configuración indeseable. Por muchos aspectos.

En España hemos conseguido una tarifa, con el 661, y unas presiones por hacer las plantas más grandes que, a todas luces, es indeseable. Hemos configurado un mercado con un inversor final y un sinfín de intermediarios, demasiadas acumulaciones de margen de beneficio que posibilitan situaciones que para el Gobierno son escandalosas, y lo comprendo: se ha llegado a ver que alguien vende un punto de conexión de 1 MW por 600.000 euros.

Si nos fijamos en el modelo eólico, en España, hace 9 años, no había ni una peseta de producción en eólica, y en 2006 ya se ha producido mucha más energía eléctrica eólica que hidráulica. El Gobierno lo sabe, y la fotovoltaica ofrece un enorme potencial. Lo que tenemos que hacer es sentarnos tranquilamente, y no dar la voz de alarma a la primera de cambio.

Para ello debe haber consenso entre todos los actores, porque el Gobierno está manejando unos presupuestos limitados. Nosotros no entendemos por qué tienen que ser limitados. En Alemania se está despejando el panorama, con la reducción de la prima a partir de 2009, y no hay ningún límite. Allí se instalará más de 1 GW este año, con una firme decisión del Gobierno de desarrollar la fotovoltaica.

Que en España se quiera desarrollar la fotovoltaica en los tejados y las instalaciones más pequeñas me parece perfecto, pero creo que todavía tenemos que resolver muchos problemas que no sólo tienen que ver con un marco regulatorio. Lo que tiene que ocurrir es que la estructura de mercado se adapte a una realidad.

31 céntimos por kWh podría no ser una retribución suficiente en este momento, pero a lo mejor 33 ó 34 sí. Eso significaría bajar un 25% los precios que hay en el mercado. Muchas de las plantas en construcción de uno o dos megavatios, son en realidad, administrativamente, plantas de 100 kv, y están cobrando 44 céntimos por kWh.

Nosotros no creemos que el escenario vaya a ser tan negativo. Estamos en un proceso abierto de negociación. Algunos actores no están negociando con suficiente inteligencia; no podemos pedir al Gobierno un esfuerzo económico desproporcionado y para que algunos se aprovechen de forma desmesurada. No es ilícito ganar dinero con esto, tiene que haber un beneficio, igual que lo obtienen las compañías eléctricas haciendo ciclos combinados, centrales técnicas y centrales nucleares. Pero no para que haya un montón de intermediarios que se lo estén llevando todo.

Por otro lado, hay que prestar atención a una cuestión que en Alemania ya ha empezado a ser un problema.

Imaginémonos que aquí llega un fondo coreano, con inversores coreanos o chinos, con un producto chino, a montar una planta de 20 MW. Trabajarán durante 3 meses 20 jornaleros. ¿Qué es lo que gana la industria española o europea en esto? ¿Tener 20 MW subvencionados con el 500% de la tarifa nos beneficia de alguna forma? ¿Eso responde al espíritu del feed-in tariff en Europa?

Tener instalados megavatios carísimos, como ahora, es un esfuerzo que merece la pena porque en el medio plazo vamos a poder producir a un precio muy competitivo. Pero necesitamos crear una base industrial y de evolución tecnológica, como está pasando con la energía eólica. Y ése es uno de los argumentos con los que desde la Asociación Europea defendemos una prima. La eólica mantiene decenas de miles de puestos de trabajo; tiene unas exportaciones de miles de millones de euros, y ha creado una riqueza indirectamente a través de una prima. Si hace cinco años se hubiera inundado España de aerogeneradores chinos, el Gobierno no estaría tan animado a seguir manteniendo la prima en la eólica.

Isofotón fue la empresa que más vendió en Alemania en 2003, porque Alemania estaba empezando con su programa de feed-in tariff y todavía no tenía desarrollada una industria propia, pero lo primero que hizo fue ayudar y promover. El Gobierno está haciendo planes para convertir Alemania en marca, en imagen de renovables. Lo ha entendido muy bien. Promueve las renovables, le cuesta dinero, pero tiene un retorno vía creación de industria en un contexto europeo de deslocalización de industrias. Y ésta tiene futuro y tecnología.

Si en España no tenemos esto en cuenta e inundamos el mercado con productos externos, se desvirtúa la filosofía de promoción de renovables, y esto a ASIF no parece importarle. A nosotros, como empresa española y europea, sí nos preocupa. Europa no se puede convertir en el gran donante para la creación de un mercado o de una industria no europea.

La industria, o ASIF, como supuesto representante de la industria, está defendiendo principalmente los intereses de los inversores, intermediarios e instaladores, lo que no me parece mal porque alguien tiene que defender esos intereses. Pero eso no debe acarrear un riesgo real de que nuestro mercado sea inundado por productos de fuera de la UE. Existe ese riesgo, porque se da la imagen de que en Europa hay un chollo. Además han visto que los europeos no ponemos barreras.

Hay una desesperada carrera por conectar instalaciones a la red, pero no por que los productos sean de calidad. En el caso de la fotovoltaica, casi no hay control, sólo es necesario cumplimentar un certificado, fácil de obtener. Pero no existen controles escrupulosos de calidad. Hemos fundado una asociación para tratar la cuestión del reciclado de nuestros productos, algo que a los fabricantes chinos no les preocupa demasiado. Los productos instalados en Europa deberían contar con certificados de garantía de que cumplen con las normas medioambientales, de que se ha fabricado en unas condiciones determinadas, de funcionamiento y de envejecimiento especificando con qué potencia se va a contar en cada momento de la vida de la instalación.

Se trata de un negocio subvencionado, pero no es subvención a la producción nacional, como hizo Japón. Mientras duró su programa de subvención, se beneficiaron las propias empresas japonesas, con lo cual ese mercado fue para las empresas nacionales. En Europa, mientras no existía un mercado procedente de China, aquí entraban productos japoneses, en general de calidad.

La entrada de paneles procedentes de países como China está empezando a preocupar a Alemania. Los productos extraeuropeos, por lo que conozco, tienen un coste laboral y medioambiental que no es el que tenemos en Europa. Es un tema muy importante, pero corto plazo lo que importa es que se aclare este marco regulatorio para los próximos años, donde creo que la base está en promover instalaciones más accesibles a los ciudadanos, -tal como adelanta el decreto-, como es el caso de Alemania.

En el caso alemán, en los primeros años, entre el 80 y el 90% de las instalaciones eran de pequeño tamaño. Y todavía en 2006, más del 50% de los megavatios instalados son para pequeños usuarios. Es decir, 500 kW están en instalaciones de menos de 10 kW. Ése es el modelo que el Gobierno actual debería reproducir en España. Ese marco regulatorio tiene que venir acompañado de un proceso administrativo unificado en España, accesible y eliminando las trabas existentes.

Cuando el ministro Clos habla del modelo alemán, habría que recordarle que este modelo no sólo consiste en bajar todos los años un porcentaje, y si lo conociera un poco, a lo mejor no le gustaría tanto, porque no tiene un límite, como aquí. Facilita el acceso de la fotovoltaica a toda la población, y lo único que sí considera es una reducción anual de la prima, un concepto con el que toda la industria está de acuerdo.

El potencial de la energía solar fotovoltaica en España es mucho mayor que el de Alemania, y la falta de desarrollo en este país se debe a barreras regulatorias. Si no hubiera barreras, en España podría haber un desarrollo fotovoltaico importante. La tarifa actual, de 41,75 céntimos por una instalación de hasta 10 MW, establece unas condiciones magníficas. España podría tener mucha más fotovoltaica que Alemania, pero esa tarifa no es sostenible aquí. Aquí podríamos tener una tarifa un 30% más baja que la de Alemania, simplemente porque tenemos un 40% más de radiación.

Es muy difícil analizar un problema sin situarlo en su contexto. Las energías renovables nos estamos llevando el sambenito de que ahora somos el lastre del sistema eléctrico, lo cual es absolutamente falso. Pero como no hay transparencia, se nos acusa a la fotovoltaica o a la eólica de llevarnos todo. Pues no, creo que España debería de ser un país más eficiente, ahorrar energía y realmente llevar los costes de la electricidad donde tienen que estar.

Es insostenible una situación en la que pagamos una tarifa eléctrica que no cubre los costes de generación. Pero no sólo los de las renovables. Yo no sé cuánto agujero estamos tapando del carbón, o del gasóleo, o de la nuclear, porque no son datos a los que se les haga publicidad, pero lo que sí se define, enseguida, es el coste de las renovables. ¿Por qué no se habla de los costes reales de todas las energías?

Falta una perspectiva de una solución global del problema. En España, la gente tiene la sensación de que las renovables son las que están castigando económicamente a la tarifa, pero no se mira a los beneficios económicos. La eólica es un ejemplo impresionante de lo que se ha hecho en España en los últimos 10 años: las empresas que se han montado, la riqueza que se está generando, sí, a cambio de un coste, pero con una producción que, si ahora no tuviéramos, tendríamos problemas. El nuevo modelo energético español necesariamente tiene que contar con las energías renovables. No porque el petróleo esté caro, sino porque tenemos una dependencia del gas extraordinaria. ¿Y en este contexto vamos a estar peleando y poniendo límites a la fotovoltaica? Francamente, me parece ridículo.

En Alemania, el precio de la electricidad para uso doméstico está cerca de los 20 céntimos por kWh, frente a los 12 céntimos de España, pero saben que tienen que contar con las renovables y las pagan a gusto. En España se utiliza la electricidad como una herramienta política y partimos de una premisa errónea, que es que la energía tiene que ser barata. ¿Por qué tiene que ser barata, si no lo es? ¿Se pide que el AVE sea barato? Nadie pide un tren barato, aeropuertos baratos, carreteras baratas o un sistema sanitario barato, y sin embargo, la energía sí tiene que serlo, aunque sea sucia, no renovable y dependamos del exterior.

PREGUNTA.- Algunos sectores han señalado que el coste de la fotovoltaica no baja porque tiene fuertes incentivos. ¿Están de acuerdo con esa afirmación? ¿A qué ritmo están bajando los costes en Isofotón?

Llamar sector a esto es un poco pretencioso, y cuando hablamos de mercado ocurre lo mismo. En el contexto mundial, esta industria está constituida por cuatro o cinco mercados, lo cual no es masa crítica. Hasta el año 2000, la solar fotovoltaica se había movido por la crisis del petróleo de los 70, sobre todo para aplicaciones espaciales y para usos de sistemas aislados. Hasta el 2000, había sólo 500 MW en todo el mundo, de los cuales más de la mitad estaban instalados en el mundo rural. A partir del incentivo del programa japonés, y después, del programa alemán, empieza a cobrar fuerza. EEUU fue un país muy activo a partir de los años 80, prácticamente el motor de esta tecnología, junto a Japón. Sin embargo, estuvo muy parada porque sólo se investigaba en laboratorios, y cuando una tecnología empieza a tener fuerza es cuando se pasa al proceso industrial. Sólo la fabricación en masa permite empezar a ver los beneficios de la evolución tecnológica.

Se ha crecido en muy pocos años. En el 85 se hacía en un año lo que hoy se hace en una hora. Dependemos del silicio cristalino, la materia prima con la que la industria de la electrónica fabrica los chips. Hasta 2002, nos alimentábamos de los excedentes de la industria electrónica a un precio muy bajo. Esa situación da un vuelco cuando el mercado alemán sube por encima de los 500 MW, y las necesidades de silicio crecen espectacularmente en un sector en el que sólo hay 7 fabricantes de polisilicio en todo el mundo, en una situación clara de monopolio.

Hace dos años ha empezado una situación de tensión que se ha ido resolviendo con inversiones. Ahora estamos construyendo una fábrica de polisilicio en Cádiz. La tecnología evoluciona de forma galopante: hace cinco años la eficiencia media de una célula estaba en el 12 ó 13%, y ahora mismo hay fabricantes que se acercan al 20%. A nivel masivo, podríamos hablar del 17,5%. La industria ha reaccionado a la crisis del polisilicio optimizando los procesos, fabricando células cada vez más finas, y también obteniendo mayor potencia con menor superficie.

Además, las empresas tienen más dinero disponible, más fondos, más ayudas, y hoy hay muchos más científicos trabajando, con recursos, en procesos de I+D en todo el mundo. Isofotón ya tiene en Málaga una planta de energía solar fotovoltaica de alta concentración. Si no hubiese habido este impulso de los últimos años, esto habría estado muerto en el laboratorio por unos 8 ó 10 años más. Ya se están produciendo células con materiales alternativos al silicio y sistemas ópticos que pueden alcanzar eficiencias superiores al 30%, y que pronto serán competitivas.

En fin, es necesario un marco regulatorio estable que permita que las compañías puedan seguir haciendo inversiones, y eso redundará en un beneficio común. La fotovoltaica en un país como España, para el 2020 no necesitará ayudas. Pero ahora no podemos dejar de sostener el sector, aunque vayan disminuyendo las ayudas, y creo que el Gobierno español lo sabe. Las energías renovables acabarán siendo más baratas, en términos relativos, pues las convencionales van a seguir subiendo sus costes, mientras que nosotros, progresivamente, los vamos bajando.

En el sector del carbón, a Hunosa se le pagan al año más de 700 millones de euros, y registran unas pérdidas de unos 40 millones. Cuando se está subvencionando con semejante cantidad a una empresa, ¿cuál es el retorno neto de esa inversión? No estoy en contra de que eso se haga, pero sí de que, de repente, se nos acuse a las renovables de ser el lastre para el desarrollo energético en España, cuando en realidad somos la gran opción de futuro para España.

El coste de la energía es un tema muy político, pero muy demagógico, porque la gente ni siquiera sabe cuánto paga de luz. Porque es muy barata. Estamos estableciendo una especie de axioma de que la energía tiene que ser segura, abundante y barata. Tener los aparatos permanentemente encendidos no supone ningún drama a final de mes, y nadie se conciencia de su buen uso. Yo no veo el por qué la eólica tiene que ser más barata que el carbón.

Sabemos que vamos a una sociedad comprometida, y en riesgo, por el cambio climático, y las emisiones. Sabemos que lo que hagamos en España y en Europa no es suficiente, pero es la única forma de hacer que otros sigan una tendencia. Está muy claro que el modelo energético europeo, sucio y no renovable, hay que cambiarlo. Y hacerlo es viable, tecnológica, industrial y económicamente: lo único que hace falta es decisión política.

Navarra, una región de 600.000 habitantes, es exportador neto de energía limpia, produce más de la que consume, y es energía verde, renovable. Por supuesto, no es un ejemplo que se pueda extrapolar a todos los mercados, pero demuestra que es posible si existe una voluntad política, algo que falta en España.

Hoy hay potentes lobbys de la nuclear o del carbón. Ya se habla del carbón limpio como si existiera, como si ni contaminara ni emitiera CO2, como una panacea, y ni siquiera se aplica todavía. Sólo conozco de la existencia de una pequeña central experimental en Alemania.

El lobby de las renovables es muy poco homogéneo y consolidado. Afortunadamente, en España todas las grandes compañías eléctricas están muy comprometidas con el tema, pero hay lobbys que no quieren perder su participación en el mercado energético.

PREGUNTA.- O tendrán que transformarse y adaptarse al tema de las renovables.

RESPUESTA.- Las eléctricas se están adaptando. Gamesa ha firmado recientemente un contrato eólico de 400 MW con Endesa. Nosotros también tenemos acuerdos con Endesa, como la construcción conjunta de la fábrica de polisilicio. Iberdrola está lanzada al tema, y tanto Iberdrola como Acciona han creado una filial de renovables. Es una tendencia que creo que en España la estamos entendiendo mejor que en otros países, aunque insisto, el cuadro de producción y potencia de España sigue teniendo un importante protagonismo fósil y nuclear.

Soy optimista, y creo que en cuanto a los costes, los ciudadanos acabaremos pagando lo que tengamos que pagar, y el Estado sabrá desarrollar mecanismos para proteger a los colectivos desfavorecidos y subvencionar las zonas sensibles o industrias estratégicas. Eso es algo lógico, pero el consumidor debe pagar el precio real, y eso seguramente disminuya el consumo energético. En EEUU la energía es tan barata que se gasta el doble que en Europa de media por habitante. Cuando tienes algo muy barato, lo derrochas, sólo es necesario ir a un restaurante de buffet libre para verlo. Estoy convencido de que el gobierno que tenga el valor de aclarar y dejar diáfano el escenario energético español, conseguirá reducir el consumo energético.

PREGUNTA.- ¿En Isofotón han apreciado visto alguna merma en el volumen de negocio, o temen que ocurra, como se está anunciando a los cuatro vientos?

RESPUESTA.- Podría pasar si no se aclarase este asunto, pero estoy convencido de que se va a aclarar pronto. A Isofotón no le va a afectar, porque vamos a instalar todo lo que tenemos previsto para los próximos meses. Pero hay mucha gente con ansiedad por hacer todos los trámites deprisa para poder llegar a finales de septiembre. Creo que en ese ámbito sí se pueden caer muchos proyectos “en el aire”, los que todavía están en fase no muy avanzada. Los ya firmados no se van a echar atrás, sino que se acelerarán.

Lo importante será que el Ministerio defina claramente el marco, como muy tarde a finales del mes que viene. Porque han entrado muchos actores en España -empresas, instaladores, distribuidores, etcétera-, y eso también puede generar un efecto indeseable. Los japoneses tienen mercado. Los americanos tienen mercado. Los europeos tenemos mercado. Pero los chinos no, y deberían crear un mercado propio si quieren competir en igualdad de condiciones. Si no lo hacen, vamos a tener un problema de tensión

Álvaro Mazarrasa: «El objetivo del 5,83% de biocarburantes debe ser global y los operadores debemos tener libertad para decidir cómo lo cumplimos»

Pregunta.- ¿Cómo está asimilando el sector petrolero la introducción de biocarburantes?

A. M.- La introducción de los biocarburantes supone un cambio trascendental, pues hablamos de productos totalmente distintos a los hidrocarburos. Al ser un campo nuevo, tanto la Administración como las empresas del sector estamos aprendiendo a diario. Llevar a la práctica los objetivos políticos supone enfrentarse a los problemas del día a día –mezclas, posible degradación del producto, ajuste a las especificaciones-, puesto que se trata de productos con una problemática industrial muy compleja.

La industria petrolera tiene una tradición industrial de alrededor de unos cien años en el manejo de los productos petrolíferos, y su éxito en el transporte y la automoción es un reflejo de nuestro buen hacer. El desarrollo y la eficiencia del transporte se ha producido mediante el uso de los productos petrolíferos, y no de otros derivados, más caros, y con múltiples condicionantes.

Pregunta.- Ante las informaciones sobre los posibles efectos secundarios del uso de los biocombustibles -sostenibilidad, impacto en los precios alimentarios-, el sector ha respondido que esas informaciones responden a los intereses de las petroleras…

A. M.- Se nos culpabiliza de poner obstáculos a los biocarburantes, cuando no es cierto. Hablamos de dificultades reales que se están empezando a conocer. En un principio, se llegó a tratar como la panacea, debido a sus ventajas medioambientales, y sin embargo, la comunidad científica señala ahora, objetivamente, que el ahorro de emisiones es menor de lo que se preveía, o cuestionan la sostenibilidad medioambiental de su producción y su eficiencia energética. También se habla del impacto negativo sobre los precios de las materias primas y sobre otros mercados.

No estamos en contra de la introducción de biocarburantes. Hace muchos años que las empresas petroleras se han transformado en empresas energéticas, es nuestro negocio; sólo pretendemos hacer bien las cosas. Las petroleras son compañías con la tecnología, la capacidad financiera y el conocimiento necesario, y por ello son las que han promovido el desarrollo de energías como el gas natural. Lógicamente, el petróleo ocupa el papel preponderante, porque es la energía primaria más consumida.

En el transporte es casi monopolístico. En otras aplicaciones, como la generación de electricidad, se ha conseguido diversificar la fuente de energía primaria, pero el transporte es un sector muy complejo. La gasolina y el gasóleo son fáciles de transportar, baratos y tienen una buena densidad energética, y por eso han ganado la batalla de la tecnología.

La energía que sustituya al petróleo será también nuestro negocio, así que las empresas van a estar ahí. Pero no se puede olvidar que el petróleo reúne importantes ventajas para el transporte.

Hemos recurrido a un consultor externo, Deloitte, para demostrar que nuestros argumentos tienen una base técnica y objetiva. Y, efectivamente, el informe de Deloitte apoya nuestros argumentos.

Pregunta.- Pero no es ése el único informe que pone en duda las ventajas de los biocombustibles.

A. M.- La primera institución que alertó del impacto de los biocombustibles fue el Fondo Monetario Internacional, que en su informe de primavera analizó el impacto en el alza de los precios del maíz y en su disponibilidad. EEUU es el granero del mundo, y controla aproximadamente la mitad de las exportaciones mundiales de grano. Si una parte importante de ese grano se dedica a producir etanol, EEUU desaparece como proveedor del mercado mundial de grano. Después del FMI también lanzaron sus advertencias el Banco Mundial y la OCDE. Todas son organizaciones de muy reconocida solvencia, y financiadas por los propios países desarrollados.

Aunque la capacidad dedicada a la producción de biocombustible sea pequeña, las capacidades marginales -como en cualquier otro mercado- son las que marcan los precios. La afirmación de que, por ser cantidades pequeñas, no tienen impacto en los precios agrícolas, es un argumento pobre.

Por lo que respecta a las emisiones de CO2, nos basamos en el estudio del análisis del ciclo de vida, que sirve de referencia a la propia Comisión Europea y a la industria del automóvil. El informe coincide con las conclusiones de la Agencia Internacional de la Energía. No todos los biocarburantes sirven en todos los mercados y para todo, sino que lo más eficiente para reducir las emisiones es producirlos en aquellos mercados donde sea eficiente hacerlo. Extrapolar el caso de Brasil a Europa no tiene sentido: carecemos de las producciones de materias primas que tiene Brasil. Al no haber caña de azúcar, aquí tendría que producirse a base de trigo, cebada o remolacha. Tampoco se puede extrapolar su mercado automovilístico, ya que, a diferencia de éste, no ha sufrido un fenómeno de dieselización.

Los factores que han permitido la viabilidad de los biocombustibles son las ventajas fiscales, pero eso no durará siempre. Si no logran ser competitivos, a pesar de los altos precios del petróleo y sus derivados, difícilmente sobrevivirán a largo plazo, a no ser que reciban subsidios.

Las Administraciones no deben crear interferencias entre un sector económico trascendental, como el de los carburantes, y otro sector, el agrícola, que debería de tener sus propios criterios de eficiencia. El problema de la seguridad de suministro no se puede atajar tratando de producir remolacha en un país, como España, donde el agua no sobra.

Pregunta.- ¿Qué problemas logísticos plantea la introducción de biocarburantes?

A. M.- Parte del éxito de los productos petrolíferos se debe a su facilidad para ser transportados en grandes cantidades y por diversos medios de transporte, lo que reduce al mínimo el coste unitario de transporte. Los costes de distribución son inferiores al 1% del precio total. Salvo la distribución final, el resto del transporte se hace a gran escala. Por el contrario, uno de los problemas del etanol reside en que, por su afinidad al agua, las mezclas de etanol y gasolina no pueden viajar por oleoductos o almacenarse en tanques convencionales, pues la humedad de los tanques o los oleoductos sería captada, y luego no se podría separar. Mientras que el agua y los hidrocarburos son fácilmente separables, en el caso del bioetanol no es así. Y no se puede meter agua en el motor de un coche. Esto implica que habría que añadir la mezcla en las propias gasolineras, lo que complica mucho la distribución y la logística. Sería necesario transportarlo mediante camiones cisterna, y lo que, por un lado, elevaría el precio final, y por otro, se emitiría más CO2.

Añadamos a lo anterior la configuración de la demanda -el mercado del diésel ha crecido mucho en los 10 últimos años- y el esquema de configuración de las refinerías no es flexible. Esta situación hace que sobre gasolina en España, con una tendencia creciente, y sin embargo no somos capaces de cubrir la demanda de gasóleo; el 35% viene de la importación. Si uno de los objetivos es reducir la dependencia del petróleo, con el bioetanol no se consigue. En el caso del biodiésel sí, porque evita importaciones de gasóleo. Pero seguirá siendo necesario procesar el crudo para obtener gasóleo, y en ese proceso se produce, inevitablemente, gasolina.

Existe un agresivo plan de inversiones para adaptar las refinerías a la configuración de la demanda española de gasóleo, pero si la producción de gasolina es inherente a la de gasóleo, al aumentar la producción de gasóleo, se aumenta la de gasolina.

En el caso de la incorporación de biocarburantes, hay que estudiar los objetivos que se plantean y la forma de alcanzarlos. El bioetanol no reduce la dependencia, el biodiésel sí. En términos de ahorro de emisiones de CO2, es menor el ahorro del bioetanol que el del biodiésel, al menos en Europa. Por esa razón, las compañías se han decantado por el biodiésel. Sólo entre nuestros asociados hay 7 proyectos en marcha, con una capacidad prevista de producción de 1.700.000 toneladas de biodiésel al año para 2010. Esto casi supondrá cubrir el objetivo del PER.

Pregunta.- ¿El objetivo del 5,83% va a ser fácil de cumplir?

A. M.- No, no es fácil. Existen otros condicionantes, como las limitaciones técnicas en su utilización. Esa cifra (el millón setecientas mil toneladas de biodiésel) dependerá de la disponibilidad de las materias primas, porque aunque el biodiésel se puede producir aquí, hay que importar el 80% de la materia prima. En España su producción es mínima. Hay que asumir que la dependencia del exterior no se va a reducir en gran medida.

Hay otro problema. Los carburantes y los motores se diseñan con criterios conjuntos; el organismo europeo de normalización marca unas especificaciones, de acuerdo con las cuales se fabrican motores y carburantes. Actualmente, esas especificaciones permiten una mezcla de hasta el 5% de biodiésel en volumen, sin necesidad de que la petrolera o estación de servicio tenga que advertir al cliente. Como si fuese gasóleo puro.

Pero el objetivo trazado es del 5,83%. El poder calorífico del bioetanol es alrededor de un 30% más bajo que el de la gasolina, lo que significa que o bien hay que repostar un 30% más de veces, o colocar un depósito de combustible un 30% más grande. Si su precio es inferior al de la gasolina, bien, pero si cuesta lo mismo, entonces podría no tener mucho éxito.

Aunque consigamos alcanzar o superar esa cantidad, habrá que suministrar a las flotas en un porcentaje mayor del 5%. Si técnicamente se permiten mezclas del 20%, habrá que recurrir a esas flotas para potenciar mayores proporciones de biocombustible.

Y aunque a nosotros se nos obligue a cumplir un porcentaje, dependemos de que haya una demanda por parte del consumidor. No podemos obligar a los fabricantes a recomendar determinados porcentajes, y de hecho, hay mucho rechazo. En algunos vehículos se especifica que no deben utilizarse biocombustibles. Ahora, los fabricantes también están empezando a impulsar la aceptación del biocombustible.

Pregunta.- ¿Cómo valoran la propuesta de Orden Ministerial, remitida por Industria a la CNE, por la que establecerían unas obligaciones concretas para el bioetanol y el biodiésel?

A. M.-No discutimos la imposición del porcentaje del 5,83%, pero el objetivo debe de ser global y los productores debemos tener libertad para elegir si lo cumplimos con biodiésel o con bioetanol, y no que se fijen los objetivos por producto. Pedimos que se nos deje cumplir como más nos convenga, que se nos permita ser eficientes, ya que estamos en un mercado libre. Los objetivos de la directiva europea en esta materia tampoco son individuales, sino globales. Y no nos parece lógico que la penalización por no cumplir con el objetivo de bioetanol sea más fuerte que por no cumplir con el objetivo de biodiésel.

Estamos haciendo una campaña de información para hacer llegar nuestros argumentos, de forma transparente y clara, a todos los responsables de la futura legislación de biocarburantes. Confiamos en que la administración tome la decisión más sensata para el interés público.

Pregunta.- ¿Cómo han recibido sus argumentos los diferentes Ministerios?

La valoración general ha sido muy positiva. Donde hemos percibido una menor receptividad es en el Ministerio de Agricultura. Es un problema muy coyuntural, y un colectivo, que son los productores de remolacha de una cierta área, pero que no debería condicionar la política energética de un país, pues es un colectivo muy pequeño.

Pregunta.- ¿Y en Industria?

Nos han recibido y atendido muy bien.

Pregunta.- Entonces, ¿por qué sale la propuesta de orden?

Industria nos ha escuchado a nosotros, y ha entendido nuestros argumentos. Pero también tiene otros argumentos que escuchar.

«No podemos pensar que las renovables van a sutituir a la energía nuclear»

PREGUNTA.- Los biocarburantes han llegado a tener muy buena fama pero ahora hay muchas voces en contra. Quizás no se puede decir que el biodiésel y el bioetanol están influyendo en el precio de los alimentos, pero tienen otros riesgos ocultos o quizás no son todo lo eficientes que cabe esperar.

RESPUESTA.- El tema de los biocarburantes está realmente dirigido al sector transporte. Creo que es importante distinguir entre la generación de electricidad y el transporte. Tienen problemáticas distintas. El transporte depende en más del 90% del petróleo. En cuanto al petróleo, se terminará -unos estiman en 40 años, otros dicen que más, otros que menos-. Va a desaparecer en un horizonte más o menos lejano y hay que buscar alternativas. Los biocombustibles son un paliativo, no una alternativa. Eso debe quedar muy claro.

«LOS BIOCOMBUSTIBLES SON UN PALIATIVO, NO UNA ALTERNATIVA AL PETRÓLEO»

Según un prestigioso estudio del análisis del ciclo de vida de biocombustibles, si todo el maíz que se cultiva en EEUU en la actualidad se dedicara a producir bioetanol, con sus rendimientos correspondientes, solamente se llegaría a sustituir el 7% de la gasolina que se consume en la actualidad. Luego no sería una alternativa, sino solamente un parche. Pero para ello habría que dedicar todo el maíz, y por tanto es probable que la gente pobre en EEUU pasara hambre. EEUU es además un gran exportador de grano al resto del mundo. Los que dependan de ese grano, o lo pagan más caro que los productores de bioetanol o también van a pasar hambre.

La cuestión es que producir a partir del grano del maíz, como se hace con el bioetanol en EEUU, se enfrenta con muchas opiniones contrarias, que dicen que energéticamente no es rentable porque se consigue un 10% más de energía de la que se gasta para producirlo. Otros hablan de un rendimiento del 25%. Ambientalmente, tampoco está muy claro que sea beneficioso. Las emisiones de gasolina y las de bioetanol, teniendo en cuenta todo el proceso desde su cultivo, hasta su uso final, son más o menos las mismas, con lo que el beneficio energético es escaso. Un depósito, llenado con el mismo volumen de bioetanol y de gasolina permite recorrer 100 kilómetros en el caso de la gasolina, y sólo 65 ó 66 kilómetros con el bioetanol.

Para producir bioetanol con los sistemas actuales es inevitable emitir CO2. Los biocombustibles de segunda generación, producidos a partir de residuos lignocelulósicos (madera, el tallo del maíz) tendrían más sentido desde el punto de vista energético y, medioambientalmente, también. Hay mejoras, pero antes de lanzarse y ser optimista con el proceso hay que analizar todos los factores.

En mi opinión, los puntos de vista de los ecologistas son necesarios, pero a veces se exceden. Una emoción desmedida a favor de los biocombustibles hace 10 ó 15 años nos ha llevado a que se investiguen los procesos y con el tiempo se demuestre que tienen algunos problemas.

PREGUNTA.- ¿Qué potencial tiene el hidrógeno, qué puede aportar, y en cuánto tiempo podríamos verlo?

RESPUESTA.- El hidrógeno también va principalmente dirigido al sector transporte. Forma parte de esa idea de que el petróleo se acaba y hay que buscar un sustituto para mover las flotas de vehículos particulares, transporte de mercancía, transporte colectivo. ¿Cuáles son las alternativas a eso? Por un lado tenemos los biocombustibles, pero ya hemos dicho que no son alternativas, sino un paliativo. Se están fabricando coches híbridos, pero tampoco son una solución, pues aunque una batería eléctrica reduce el consumo, necesitan gasolina o diesel. R; reduce, pero no elimina, la necesidad de la gasolina. Respecto al coche totalmente eléctrico, las baterías no dan, por el momento, las prestaciones adecuadas. Los combustibles líquidos sintéticos, obtenidos a partir del carbón o del gas, forman también parte de ese menú.
Pero la otra alternativa, que algunos proponen como una posible solución del futuro, es el hidrógeno. Por un razonamiento muy sencillo: es el elemento más abundante en el universo y en la Tierra. El principal problema radica en su obtención, pues no es un elemento que se encuentre libre en la naturaleza -está unido a otros elementos químicos- y es muy caro separarlo. Es necesario abaratar su coste entre 5 y 10 veces.

Energéticamente, la producción de hidrógeno tampoco es rentable por el momento, por su baja eficiencia. En la electrolisis clásica se pierde un 30% de energía eléctrica para generar hidrógeno. Existe, además, la opinión generalizada de que no debe degradar una energía de calidad superior, como la eléctrica, a un combustible de calidad inferior, como el hidrógeno.

Producir hidrógeno a escala masiva es también un problema serio. Siempre digo que el número de centrales nucleares que serían necesarias para producir el hidrógeno necesario para la flota española actual sería de unas 40 centrales de 1.000 MW eléctricos cada una, y eso es seis veces el parque nuclear que tenemos en España actualmente. Se argumenta que no todos los coches se moverían con hidrógeno, pero una producción masiva de hidrógeno exigiría eso. La otra coartada que se busca al hidrógeno es que, como las energías renovables son intermitentes, y muchas veces no se pueden inyectar en la red, o se devalúan -cuando no se puede anticipar que en 24-48 horas se va a meter tanta energía en la red y de repente se produce un viento fuerte y genera energía eléctrica; entonces te encuentras con un excedente de energía eólica que no puedes volcar a la red, pero que puedes utilizar para generar hidrógeno-. Como esa energía es excedente, algunos defienden que su coste sería cero, ya que es una energía que no se puede vender. Por lo tanto, la energía a coste cero se emplearía para generar hidrógeno, que es una energía que tiene un valor. Y cuando no sopla el viento, y la red necesita energía, se quema el hidrógeno en una turbina de gas o se usa en una pila de combustible para generar electricidad. Esta es otra aplicación que se da también al hidrógeno para la generación de energía eléctrica.

Es necesario almacenar a bordo de un vehículo entre seis y diez kilos de hidrógeno para tener una autonomía de unos 600 kilómetros. Pero las tecnologías para comprimir o licuar ese hidrógeno son todavía caras. El objetivo final es usar el hidrógeno en una pila de combustible, mediante un proceso electro-químico que combina el hidrógeno con oxígeno, y produce electricidad y vapor de agua.

Hay que comparar el coste de las pilas de combustible con el motor de combustión interna; actualmente, es alrededor de 50 veces superior. Habría que ir dividiendo sucesivamente a lo largo de los próximos años por 20, 30, 40, el coste actual de las pilas de combustible, además de garantizar que son robustas, que tienen una duración mínima de unas 8.000 horas de operación. Eso hoy todavía no es posible. Es necesario invertir dinero y tiempo en Investigación y Desarrollo. La penetración del hidrógeno y de las pilas de combustible en el mercado, podría producirse en torno al año 2030, y no a gran escala. Un 10% de la flota podría estar movida por hidrógeno, y la generación eléctrica sería simbólica, del orden del 5%, con centrales pequeñas, aisladas, para generar electricidad para urbanizaciones, y para centros oficiales. La contribución del hidrógeno sería, pues, modesta.

PREGUNTA.- ¿Cuál es el futuro de la energía nuclear de fusión?

RESPUESTA.- Una encuesta al Grupo Asesor de Energía para el 7º Programa Marco, del que formé parte, dió como resultado que probablemente la energía nuclear de fusión no se implantaría comercialmente hasta el año 2080-2100. Es una tecnología difícil, y lo que se está haciendo ahora con el ITER es un proyecto todavía no de demostración comercial, sino para probar la viabilidad científico-técnica de que aportando 50 MW durante unos pocos minutos -dos, dos y medio- se puede multiplicar por diez la electricidad que se genera. Es decir, con 50 MW se podrían obtener 500. Se está viendo cómo reaccionan los materiales, puesto que se ven sometidos a temperaturas altísimas (125 millones de grados), a campos magnéticos muy intensos y a radiación neutrónica. Los residuos son muy inferiores a los de fisión nuclear. Después del proyecto ITER, vendrá otro, el DEMO, para el cual existen muchos aspirantes -ahora mismo Japón, EEUU y Alemania quisieran albergarlo-. Luego, pasarían otros 10, 15 o 20 años, para demostrar que, a nivel precomercial, se podría escalar y demostrar un prototipo.

Algunos colegas del gremio nuclear piensan que los reactores de cuarta generación, los reactores rápidos, que queman mucho mejor el combustible, darían al combustible nuclear existente hasta 10.000 años de duración y harían innecesaria la fusión nuclear.

PREGUNTA.- ¿Cuál es el mix energético más adecuado? Seguramente no haya ninguna forma de generación preponderante, pero si hubiera alguna, ¿tendría que ser la nuclear?…

RESPUESTA.- El mix energético más adecuado debería contar con todas las energías renovables posibles -debería de establecerse un potencial económico viable de lo que podemos hacer año a año, teniendo en cuenta los recursos disponibles, eólicos terrestres y marinos, solares, biomasas, etc. Se debe cuantificar cómo pueden ir evolucionando las tecnologías de conversión, establecer lo que vamos a poder tener en el futuro-, pero siendo realistas; porque no podemos pensar que con las energías renovables vamos a acabar, al menos a corto y medio plazo, con la nuclear y con las fósiles. Y desde luego, habrá que contar con la energía nuclear. Otra parte de la solución está en la eficiencia y el ahorro energéticos, tratando en este proceso de cambiar los hábitos de la población, llevando el mensaje de que estamos en un planeta con escasez de recursos que hay que compartir con otros.

Un nicho que España está descuidando mucho es el uso de la energía solar de media y baja temperatura y de la geotérmica de baja entalpía, para calentar agua, para calefacción y para aire acondicionado. En el sur, el mismo sol que te está asfixiando podría utilizarse para refrigerar.

Aportando el máximo con las energías renovables, faltaría cubrir un porcentaje importante de la generación eléctrica y el transporte.

Respecto al biocombustible, se tiene que establecer exactamente cuánto se puede y se quiere dedicar a terreno de bio-cultivo, y cuál es nuestro potencial. Se tendría que fijar, para el transporte, cuál va a ser nuestra tecnología prioritaria, dado que no somos abanderados en ninguna, ni combustibles sintéticos, ni vehículos híbridos, ni vehículos eléctricos. En hidrógeno tampoco vamos camino de ser una gran potencia, porque vamos muy por detrás de lo que se está haciendo en el mundo.
Por ello, creo que en transporte seguiremos dependiendo de tecnologías importadas.

Para completar el mix de generación eléctrica, se debería situar la nuclear en primer lugar. En España se está perdiendo casi toda la capacidad nuclear que había; sólo se mantienen algunas ingenierías y muy pocos fabricantes. Es necesario promover esta energía, porque será imprescindible para cumplir Kyoto, al no generar emisiones de CO2, y por tener paises de suministro seguros, ser sus proyecciones de costes muy favorables e inducir empleo. La industria española sería más podría ser muy competitiva en los mercados internacionales.

El resto de generación eléctrica necesaria debería de cubrirse con gas y/o con carbón.

César Dopazo: «Europa debería contar con más opciones que Argelia y Rusia para su suministro energético»

PREGUNTA.- ¿Cuáles son los principales retos de la UE en materia energética?

RESPUESTA.- Los de todos los países del mundo: la seguridad de suministro, unos precios competitivos y la búsqueda de energías lo más limpias posible. La dependencia energética de la UE es de alrededor del 50% en importaciones de productos energéticos. Tecnológicamente somos prácticamente autosuficientes, pero hay que importar la materia prima. Y la situación va a empeorar… se espera que entre 2020 y 2025 nuestra dependencia media en la UE sea del 65% respecto al exterior.

PREGUNTA.- Por qué ese aumento? ¿Se trata de un aumento del consumo de energía, un cambio en los hábitos…?

RESPUESTA.- Principalmente se debe a un aumento en el consumo de energía. Nuestro consumo eléctrico crece a un ritmo de entre el 1,5 y el 1,7%, y eso requiere importar carbón y gas. La flota de vehículos aumenta, por lo que tenemos que importar más petróleo. En esta materia prima, la dependencia se acerca al 90%, y lo superará ampliamente en 2020. Es una situación alarmante. Hay países, como España, en los cuales la dependencia es superior.

PREGUNTA.- Los Gobiernos, por ejemplo en el caso de España, hablan de mejorar la eficiencia energética, por un lado, y reducir el consumo, por otro. Teniendo en cuenta que tanto los automóviles se fabrican con miras a una mayor eficiencia, y con los electrodomésticos está pasando lo mismo… ¿cómo se entiende que siga aumentando el consumo energético?

RESPUESTA.- Hay dos razones. El incremento de población, que hace que no se pueda frenar la demanda energética. Por otro lado, los hábitos de consumo: es necesario mucho tiempo para cambiarlos. Si usted está acostumbrado a usar su vehículo particular en todo momento, convencerle de que eso no se debe hacer exige medidas drásticas que ningún político está dispuesto a tomar porque supone votos. Medidas como impedir el acceso de los coches a una zona amplia en el centro de las ciudades o permitirles el paso bajo pago de un importante impuesto; encarecer el aparcamiento; o permitir sólo el acceso si se trata de un vehículo bajo en emisiones, son medidas impopulares.

La eficiencia energética (EE) es fundamental. La Comisión Europea ha fijado unos objetivos de reducción de consumo de energía primaria mediante medidas de EE del 20% para 2020. Yo pienso que es muy optimista esperar esas cifras simplemente apelando a casas energéticamente inteligentes, a sistemas de transporte mejor organizados, cogeneración en la industria. No sólo se trata de tecnología, sino que también influyen los hábitos. Es una empresa difícil, pero hemos de empezar, hemos de intentarlo, porque la primera tecnología es el ahorro, el uso racional.

PREGUNTA.- En la apertura de la cumbre de la ONU, en la que el cambio climático es una cuestión fundamental, el secretario general, Ban Ki Moon, sostuvo que es necesario dejar de un lado la retórica y empezar a tomar medidas en serio. ¿No se entiende que ante esta circunstancia de relativa urgencia no se pongan en marcha medidas drásticas, aunque sean impopulares?

RESPUESTA.- En todos los puntos de vista deben evitarse los alarmismos, desemocionalizar el debate y las propuestas. He asistido sorprendidísimo a las declaraciones de algunos colegas que hablan en términos alarmistas e infundados, con propuestas totalmente descabelladas. Estas personas no aportan mucho a la sensatez y a la racionalidad del debate.

La economía, la competitividad, los empleos, son todos factores que hay que tener en cuenta en la lucha contra ese posible cambio climático, que según unos se está produciendo lentamente, y según otros, con mucha rapidez. Hay que proceder de una forma muy racional para no perjudicar la economía, el desarrollo de países y zonas realmente pobres.

«SIEMPRE HE CREÍDO QUE LA NUCLEAR ES UNA ENERGÍA SOLIDARIA CON LOS PAÍSES EN DESARROLLO, PORQUE LES PERMITE CRECER MIENTRAS NOSOTROS CONTRIBUIMOS CON EMISIONES CERO»

El cambio climático, al menos en los efectos a corto plazo, significa una cosa muy diferente para un país del centro de África y para un país europeo. Se ha mencionado en muchas ocasiones que cuando hablamos de Sostenibilidad, se debe incluir Sostenibilidad medioambiental, económica y social. A los países que se están desarrollando con tecnologías todavía obsoletas, no se les puede pedir que contribuyan a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. A los que sí habría que pedírselo, dentro de unas estrategias que fueran compatibles con su desarrollo económico y con su competitividad económica, es a los países más desarrollados.

Y eso nos lleva a que las tecnologías que se tendrán que utilizar son algunas poco o nada populares, como la energía nuclear. Siempre he creído que la energía nuclear es una energía solidaria con los países en desarrollo, porque si se utiliza la energía nuclear y todas las renovables posibles, estaríamos contribuyendo con emisiones cero en cuestión de 20, de 30 años. Así, otros países podrían permitirse tecnologías y materias primas convencionales y emitir, o reducir lentamente sus emisiones.

PREGUNTA.- Hablemos de Rusia y Argelia. ¿Cómo valora el comportamiento de Rusia (Rusia ha declarado recientemente que está dispuesta a dar a Europa una seguridad de suministro energético) con respecto a Europa?

RESPUESTA.- Según el documento de José Manuel Durao Barroso, “Una política energética para Europa”, la Comisión Europea ha de mantener una buena relación no sólo con países de nuestra área económica de influencia, como Noruega, que es un importante suministrador de gas y de petróleo, sino también con Rusia y con Argelia, como inmediatos suministradores de gas y de petróleo. En ese informe afirma que la relación con Rusia y con Argelia es buena. Yo no sé cómo entender eso. En un momento dado se dijo que Rusia era un suministrador fiable, no porque fuera cumplidor -históricamente no lo había sido- sino porque necesitaba los ingresos que le reportaba la venta de gas a Europa. En la medida en que eso cada vez es menos cierto -Rusia empieza a tener fuerza económica -, la razón que se aducía para justificar la fiabilidad de Rusia deja de existir. Personalmente, pienso que Europa debiera de abrir más opciones, y no, como suele decirse coloquialmente, poner todos los huevos en la misma cesta, ni con Argelia ni con Rusia. Ahora mismo, el transporte por vía marítima de gases licuados, es posible. Ahora bien, sigue siendo necesario colaborar con terceros países, con políticas claras de cooperación, de participación. La entrada de Argelia en España y en Europa es de gran interés para ellos y, si se realiza en los términos adecuados, también para nosotros.

PREGUNTA.- ¿Cuáles son las previsiones de la nueva Directiva Europea en materia de energías renovables?

RESPUESTA.- Ha habido un movimiento muy claro hacia las renovables, por muchas razones. Desde la presión de los grupos ecologistas, que en Alemania son muy poderosos y su participación en el Gobierno anterior hasta la influeencia que pueden ejercer todavía sobre Angela Merkel… Hay razones objetivas, como por ejemplo que la energía eólica se ha desarrollado espectacularmente. Más del 60% de la generación eólica mundial es europea. Alemania es el primer país en potencia instalada, y detrás están España y EEUU. Se habla de que el sector de energías renovables en Europa da trabajo directo o inducido a unas 300.000 personas, y según estudios económicos de Alemania, en 15 ó 20 años habrá más de 750.000 empleos directos en el sector. Esto es muy importante, porque la traducción económica directa hace este planteamiento muy atractivo para Merkel y para algunos países europeos.

Realmente no se ha realizado una evaluación rigurosa del potencial técnico-económico, de hasta dónde podemos llegar con las energías renovables, nien la UE ni tampoco en España. Los objetivos planteados por el IDAE en el Plan de Energías Renovables, son estimaciones, por el momento razonables, del potencial fácilmente explotable que ofrecen las energías limpias. A medida que los emplazamientos van siendo de inferior calidad, por ejemplo en energía eólica, se hace imprescindible el uso de una metodología sólida que tenga en cuenta consideraciones técnicas, económicas, medioambientales y sociológicas.

Greenpeace ha hecho una valoración reciente sobre este potencial, pero es inverosímilmente alta. Los potenciales geográficos, físicos y técnicos de los que habla no son exagerados, pero el potencial económico, realmente lo que se puede explotar a unos precios razonables, es otra cosa. Asimismo, las hipótesis del estudio no están claras. El mérito de Greenpeace es que ha provocado que reaccione el sector eléctrico, que reaccione el sector energético nacional y se lancen a hacer estudios similares. Pero quisiera dejar claro que el potencial de las renovables no está cuantificado, ni a nivel europeo ni a nivel nacional.

EL POTENCIAL DE LAS RENOVABLES NO ESTÁ CUANTIFICADO, NI A NIVEL EUROPEO NI A NIVEL NACIONAL

El coste de las energías renovables es muy alto. Evitan emisiones de CO2, pero la intermitencia de las fuentes -viento, sol- hace que haya que contar con potencia adicional para reemplazar las renovables cuando no sopla el viento o cuando no hay sol. Hay que ver exactamente cuánto nos cuesta esto, y no es barato. El 20% que se ha fijado la UE para 2020 de energía primaria renovable nos costará unos 18.000 millones de euros año más, con precios de petróleo en torno a 40/45 dólares por barril. Si subiera el precio del petróleo, ese coste se reduiría y podría anularse para precios muy altos.

Son escenarios que hay que barajar. Las energías renovables son caras y hay que reducir sus costes significativamente, sobre todo en fotovoltaica y solar termoeléctrica. Creo que son energías potencialmente muy interesantes para el futuro.

PREGUNTA.- El Gobierno alemán ha dicho que ve perfectamente factible los objetivos de energías renovables en 2020, pero no parece Vd. estar muy de acuerdo con ese planteamiento.

RESPUESTA.- La aplicación de una prima, al menos en España, es fundamental para el despegue de las energías renovables. Si se decidiese que la energía eólica es comercialmente competitiva y se suprimiese la prima, es altamente probable que no siguiera creciendo al ritmo espectacular actual. Sería razonable mantener la prima a la energía solar fotovoltaica alrededor de diez años. No sé si en cinco o diez años los rendimientos de los paneles fotovoltaicos llegarán a un nivel deseado y permitirán dividir los costes por un factor de seis, aunque lo veo difícil. La pregunta pertinente es, ¿después de los diez años se mantiene la prima sine die?

En mi opinión, es deseable que las renovables alcancen el mayor porcentaje posible de contribución a energía primaria y a generación eléctrica. Pero soy escéptico respecto a que se pueda alcanzar un porcentaje muy alto. También empieza a haber oposición por parte de algunos grupos ecologistas a la instalación masiva de parques eólicos. Por razones estéticas y de ocupación del territorio, por un lado. Y por otro, porque la esperanza que había de que las energías distribuidas (las renovables) acabaran con la concentración de poder en el sector energético no se ha cumplido. El poder sigue concentrado en las grandes empresas, y ya no defienden con el mismo ardor principios que se defendían hace 20 años sobre las energías renovables.

PREGUNTA.- En el caso de España, se está hablando, por un lado, de reducir el consumo, y por el otro, de aumentar la eficiencia energética. ¿Cree que el gobierno español está tomando medidas adecuadas? ¿Qué opina de la decisión del Gobierno de congelar la tarifa eléctrica?

RESPUESTA.- En épocas electorales no se hace mudanza, es lógico. Ningún partido lo ha hecho, ni el PSOE ahora, ni el PP en su día… las tarifas no van a subir. La prensa dice que Clos espera subir el kWh hasta un 12% para el próximo año. Después de las elecciones, por supuesto. El sector eléctrico reclama una actualización alegando que el coste del kWh en España es barato comparado con el de otros países europeos. La estrategia de ahorro energético (Estrategia Española de Eficiencia Energética) es una cuestión de racionalidad, que en su momento inició el PP y que ha continuado el PSOE. Es algo que había que hacer. Consumir de forma racional debe ser esencial en cualquier política energética. La forma de lograr ese ahorro es retirar del mercado productos ineficientes, poner un etiquetado adecuado a los electrodomésticos y lámparas de bajo consumo, y sobre todo concienciar al consumidor del coste de la energía. Subir vía impuestos, vía tarifas, el coste de la energía podría ser interesante, porque parece en teoría una forma de desanimar al dispendio y al uso irracional de la misma. Sin embargo, en los años 80 se hicieron muchos estudios de la elasticidad del consumo de energía frente al incremento de precio, y la conclusión fue sorprendente. Se subía el precio y aumentaba el consumo. La explicación del momento fue que el español prefería llenar de gasolina el tanque de su vehículo y privarse de otras cosas. Recuerdo haber participado en algunos estudios en los años 70 y 80, y era chocante.

El consumidor doméstico con poder adquisitivo parece no estar dispuesto a perder su, así llamada, calidad de vida. El consumidor industrial, como depende del precio de la energía para ser más competitivo en el mercado nacional y en el internacional, trata de reducir la intensidad energética. De hecho, en la industria ese indicador de eficiencia cae cada año, y eso es una buena señal.

Miguel Afán de Rivera, secretario general de ASAJA Sevilla: «Los precios de los cereales se han disparado por la fuerte demanda asiática y una cosecha insuficiente»

PREGUNTA.- ¿Qué producción de cultivos para biocarburantes hay en España y qué producción se prevé a corto plazo?

RESPUESTA.- La producción de cultivos para biocarburantes y biocombustibles en España no está implantada, por el momento, de forma importante, aunque sí lo ha hecho en otros países con cultivos con colza, como Francia. Pero en España, hasta el año pasado, en que sí vimos un cierto despegue, los cultivos destinados a la producción de biocarburantes -tanto de girasol como de trigo- han sido prácticamente inapreciables. Se espera que, a medida que la legislación se vaya desarrollando, esta producción se incremente, y que la industria encargada de comprar los productos agrícolas pueda hacerlo a unos precios competitivos. El problema que tienen ahora compañías como Abengoa o EbroPuleva es que, a la hora de vender, se ven obligadas a exportar, ya que hasta ahora, las petroleras españolas no han tenido obligación de comprar una cuota o porcentaje determinado de estos productos.

Por el momento, el uso de los biocarburantes está empezando a implementarse, pero todavía es mínimo. Estamos en una fase inicial. La reciente aprobación en el Congreso de la normativa que establecía unos índices obligatorios de utilización de estos productos realmente es muy importante, aunque el año 2008 todavía sea meramente indicativo. No son cifras importantes, pero significa que las petroleras estarán obligadas a comprar un porcentaje de biocombustible, y ésa es la única forma de que se empiece a vender este producto. No se trata de un capricho, ni una manía medioambiental, ni una nueva salida para la agricultura, sino que sencillamente, la era del petróleo, lo queramos o no -teniendo en cuenta el crecimiento de la población, la demanda que se está produciendo en los países emergentes- no da de sí. Si además tenemos en cuenta el problema del cambio climático, podemos entender que no queda más remedio que buscar una alternativa. Esto no significa que se vaya a sustituir por el petróleo en su totalidad, pero sí que vamos a tener un cierto respiro si somos capaces de cubrir el 25% de las necesidades para el transporte con combustibles de origen vegetal. Ése sería un avance espectacular.

Por otro lado, las características del transporte, que es uno de los elementos más contaminantes de la actualidad, hacen que sea difícil implantar otros productos como el butano o el hidrógeno, y el biocombustible es por el momento la mejor opción.

En España existen casi 9.000 hectáreas de cultivos de cereales y girasol, y otras 3.000 de barbecho retirado, obligatorio o no, aparte de la masa boscosa, que aporta también contenido leñoso y que eso también constituye biocombustible.

Ante ese panorama, es difícil cuantificar cuánto se dedica a uno u otro cultivo. Pero sí se puede decir que en España tenemos un potencial importante, constituido por una superficie útil de 24.000 ó 25.000 hectáreas de las cuales casi 12.000 son cultivadas. Eso significa que, sin dejar de alimentar a la población, ser autosuficientes, podríamos llegar a producir un 20% de los biocombustibles que utilizamos.

PREGUNTA.- Respecto a los objetivos establecidos por la nueva ley, parece usted optimista sobre la capacidad de cubrir esos objetivos.

RESPUESTA.- No hay ningún problema, porque tenemos superficie suficiente. Y aunque no fuéramos capaces de satisfacer esa demanda con producción nacional, existen países como Brasil que, sin necesidad de destruir selva, dispone de miles de hectáreas. Allí funcionan fundamentalmente con caña de azúcar, pero también están investigando nuevos cultivos que puedan ofrecer un mayor rendimiento. Como por ejemplo, usar aceite de palma para la elaboración de biodiésel. Pero todo está sujeto a los mercados y a los precios.

Desde luego, los cultivos energéticos no van a sustituir al 100% al petróleo, pero la consecución de un 20 ó un 25% sería un éxito tremendo. Y entre la producción española y europea -debemos tener en cuenta que en Europa existen países muy productivos, como Francia, Hungría, Polonia, o incluso Rumanía. Eso indica que somos, al mismo tiempo, capaces de alimentarnos y satisfacer un cierto grado de demanda de biocombustibles.

Somos conscientes de que no somos capaces de producir suficiente para satisfacer toda la demanda futura, pero también es cierto que exportamos mucho.

PREGUNTA.- ¿Cómo resultan las relaciones entre los agricultores y la industria de biocombustibles?

RESPUESTA.- Nos relacionamos básicamente a través de la mesa de biocarburantes que se constituyó en el Ministerio de Agricultura, porque hasta hace muy poco tiempo las relaciones eran totalmente “libres” entre el agricultor y la industria. No existía ningún modelo de contrato, y los agricultores teníamos una posición muy marcada de inferioridad, por estar muy atomizados y por el hecho de que se trata de una industria potente.

Éste ha sido el año en que se ha desarrollado mucho y hemos negociado en esta mesa, constituida en la dirección general de desarrollo rural del ministerio de Agricultura, y donde participamos los agricultores y la asociación de productores de carburantes, en la que está todo el sector. Hemos logrado un modelo de contrato para el biodiésel. No hemos podido realizar este año el modelo de bioetanol, porque es un modelo muy monopolizado por dos o tres empresas exclusivamente, que no tienen interés en llegar en estas circunstancias. Aunque han modificado su postura recientemente.

Los precios de los cereales se han disparado. Nos encontramos en unas circunstancias mundiales muy específicas, marcadas por una fuerte demanda asiática y la carencia de un stock suficiente, porque las cosechas de países como Rusia, Ucrania, Hungría o Polonia, afectadas por la sequía, no han sido buenas.

PREGUNTA.- En España tenemos déficit de diésel pero superávit de gasolinas…. ¿cómo se reparten los cultivos? ¿Se tiene en cuenta este hecho a la hora de producir cultivos para biodiésel o bioetanol?

RESPUESTA.- No. Aquí se ha instalado mucha industria para bioetanol, frecuentemente instalada cerca de los puertos y dedicada principalmente a esos cultivos. Se ha conseguido producir una gran cantidad de bioetanol, pero como en España no hay suficiente demanda, es necesario exportar.

Es más fácil utilizar el biodiésel, porque para ello no hace falta cambiar el motor del automóvil, sino usar una nueva mezcla que es perfectamente aceptada por un motor diésel convencional.

La exportación de bioetanol se vuelve más difícil con el paso del tiempo, pues ya no se importa tanto en otros países de la UE, y eso va a forzar a que haya que consumir aquí más producto.

PREGUNTA.- ¿Qué opina de la política de la Unión Europea en materia de fomento de biocombustibles?

RESPUESTA.- Creemos que no hay una coherencia entre lo que se hace y lo que se dice. El supuesto fomento de los combustibles no coincide en absoluto con lo que se está haciendo desde el punto de vista de la Política Agrícola Común. Todavía no se han eliminado los barbechos obligatorios, lo que impide el desarrollo del importante potencial que podría dedicarse a cultivos energéticos.

Por otra parte, las ayudas que se da a estos cultivos son insuficientes. La PAC se planificaron con unos fines determinados, antes de que surgiesen estas nuevas alternativas. O, aunque existieran, no se tuvieron en cuenta a la hora de trazar estos planes. Por lo tanto, la PAC y la política de biocombustibles no están convergiendo como debieran, a pesar de tener ésta última tanta fuerza en el seno de la Unión Europea.

Concepción Calzada: “En el Ministerio de Industria se aprecia una total falta de interés en el sector de la distribución, lo cual es una gran irresponsabilidad”

PREGUNTA.- El sector de la distribución de gases licuados del petróleo (GLP) se enfrenta a importantes dificultades. ¿Cuáles son los rasgos característicos del sector y qué problemas lo amenazan?

RESPUESTA.- El sector de distribución tiene unas características singulares. En primer lugar, se trata de un sector regulado por el Estado, con una Ley de Hidrocarburos que regula las formas de distribución, y también existe un precio regulado. En segundo lugar, el Reglamento que desarrolla esa ley, y que podría dar origen a fórmulas de liberalización, no ha sido desarrollado por el Estado. La falta del desarrollo reglamentario de esa ley impide, entre otras cosas, que un distribuidor pueda vender más de una marca de bombonas. La tercera característica de este sector es que los distribuidores somos comisionistas, lo que implica que un distribuidor sólo puede vender bombonas de una marca y tiene una zona asignada, de la que no puede salir. Y dentro de esa zona, tiene la obligación de mantener el servicio domiciliario.

Uno de esos problemas es que las viviendas que se actualizan a alternativas como el gas natural pertenecen, por lo general, a grandes núcleos urbanos, mientras que las zonas rurales o viviendas aisladas en entornos rurales siguen sirviéndose de la bombona de butano, lo que quiere decir que la distribución se hace cada vez más difícil.

Los distribuidores reciben una media aproximada de dos euros de comisión por bombona. De esos dos euros, el distribuidor tiene que pagarlo todo: las oficinas, los salarios, los almacenes, los seguros, los camiones, el gasóleo… En las zonas donde el reparto es más próximo (zonas urbanas), la introducción de gas natural en las viviendas reduce la distribución de butano en un porcentaje aproximado del 35%.

Las zonas más rentables para la distribución son aquellas en las que ésta está desapareciendo, precisamente por la entrada de otras fuentes de energía. Se puede dar, por tanto, la situación de que un distribuidor tenga que repartir un par de bombonas hasta una distancia de 50 kilómetros. Si se tiene en cuenta que el distribuidor recibe dos euros de comisión por bombona, se puede entender perfectamente el grave problema que atraviesa el sector.

Se trata de un sector maduro, en recesión, con fuerte competencia de otras fuentes de energía, y con una cuota de mercado decreciente, aunque todavía existen 10 millones de usuarios. Pero están desperdigados; el Estado regula el precio; la normativa dificulta aún más la situación (España es el único lugar de Europa donde existe el servicio domiciliario obligatorio); el distribuidor tiene contrato de exclusividad con una operadora; y el propio Estado no desarrolla el reglamento.

Pero además de éstos, existen otros problemas. Las nuevas operadoras sólo renuevan los contratos cada cuatro años. Hablamos, por tanto, de regulación estatal, pero en un sistema de contratación privada.

Y otra cuestión: la subida del precio de la bombona no implica que a los distribuidores se les suba la comisión que perciben. Son las operadoras las que deciden la comisión que dan a sus distribuidores. Cada año se revisa el precio de la bombona con el IPC, pero las operadoras pueden decidir libremente si incrementan la comisión que perciben los distribuidores.

Las principales operadoras existentes en el mercado son Repsol, Cepsa y Galp. Repsol es la que ostenta la mayor cuota de mercado, con un 80% aproximadamente, seguida de Cepsa, con un 15%, y de Galp, con un 5% (cifras redondeadas).

Pero ahí no se acaban los problemas para los distribuidores. Lógicamente, las diferentes obligaciones a las que estamos sometidos se incrementan: criterios de seguridad de almacenamiento, contaminación de suelos, aspectos medioambientales, zonas de evacuación…

«SE TRATA DE UN SECTOR MADURO, EN RECESIÓN, CON FUERTE COMPETENCIA DE OTRAS FUENTES DE ENERGÍA, Y CON UNA CUOTA DE MERCADO DECRECIENTE, AUNQUE TODAVÍA EXISTEN DIEZ MILLONES DE USUARIOS»

Además, hay que tener en cuenta que un repartidor mueve al día, de media, 3.600 kilos sobre sus espaldas, incluso más. Y en la mayoría de las ocasiones, las bombonas se tienen que subir varios pisos sin ascensor, porque las viviendas que no tienen instalación de gas natural son también las más antiguas y no disponen de ascensor.

Actualmente, los conductores necesitan ahora el carnet de mercancías peligrosas para llevar los camiones de butano. Pero un conductor preparado, con esta especialización, no quiere trabajar como repartidor de butano, y es lógico. Es un trabajo muy duro en el que hace falta llevar mucho peso sobre la espalda. Ésa es, a grandes rasgos, la situación del sector.

PREGUNTA.- Ustedes han expresado una serie de demandas al Ministerio de Industria… ¿de qué exigencias se trata?

RESPUESTA.- Nos hemos entrevistado en varias ocasiones con la presidenta y con el Consejo de la Comisión Nacional de Energía. Hemos solicitado un estudio de costes y, sobre todo, diferenciado. Necesitamos un estudio que sirva de referencia, porque la distribución no cubre nuestros costes. El estudio de la CNE no es vinculante, pero la Comisión es un organismo lo suficientemente importante como para que ese estudio sea tenido en cuenta.

También ha habido demandas al propio Ministerio de Industria. Sin embargo, el problema que existe con el Ministerio es la falta de interés generalizado en el sector, lo cual es una irresponsabilidad. Lo primero que pedimos al Ministerio es que se siente. Entendemos que la distribución tiene que ser un sector regulado, y también entendemos que debe ser un sector competitivo, que funcione. Pero mientras el Ministerio intervenga en el sector, se tendrá que sentar con las operadoras, con los distribuidores, y con los sindicatos. Nosotros somos empresarios, y no tenemos ningún inconveniente en que se sienten los sindicatos.

Hay que constituir una mesa en la que se analice qué sector es viable, cómo se puede regular, y qué ocurre con la quiebra de las pequeñas empresas, que viene provocada por una regulación estándar. Si el mercado estuviera liberalizado, y si cada empresario pudiera vender todas las marcas, existiría una competencia real. Pero si el Ministerio decide regular, entonces que lo haga, pero que además asuma las responsabilidades de esta regulación.

Necesitamos y pedimos un trabajo serio. Hemos presentado todo tipo de estudios y estamos cansados de que no se tome este asunto con seriedad. Hay que buscar la forma de organizar el sector. Pedimos también que se desarrolle un reglamento que nos permita libertad a la hora de comercializar en exclusiva o distintas marcas. Y mientras el Ministerio mantenga el precio, pedimos que se proteja la comisión que percibimos.

También pedimos que la bombona tenga un precio fijo en el punto de venta, y aparte, por el servicio domiciliario, podamos cobrar un precio de un euro y medio. Creemos que no es una cifra disparatada por llevar a hombros una bombona de 27 kilos.

Tengamos en cuenta otro factor. Se acaba de celebrar el 50 aniversario de la bombona de Repsol, que no ha sufrido ninguna mejora en todo este tiempo. Si se aligerara la bombona siete kilos, un hombre podría llevar a la espalda 1.000 kilos diarios menos, y eso repercutiría en las arcas públicas, ya que estamos hablando de salud y enfermedades, que pagamos todos con nuestros impuestos. Las empresas con grandes ganancias tienen una obligación, y también es competencia del Estado. Obligación de invertir en I+D.

PREGUNTA.- ¿Cómo ve, en las circunstancias actuales, el futuro del sector, teniendo en cuenta que en España hay 10 millones de usuarios pero que se trata de un sector en decadencia?

RESPUESTA.- La distribución de GLP es un sector maduro y en absoluta recesión, pero también es cierto que es un sector ordenado. Y por ello se podría evitar el cierre de 30 empresas anuales, que es la media. Además hay que tener en cuenta que la mayoría de los distribuidores, que también son instaladores, forman parte de una extensísima red de distribución, y tienen una experiencia que las operadoras deberían aprovechar y usar en su propio beneficio.

Si yo tengo una red de distribución y un negocio montado, y el 90% de la red somos instaladores y conocemos el mercado a la perfección, debería crearse un sistema de empresas que garantice que al usuario le llegue el gas a casa. Es necesario aprovechar ese servicio, y la experiencia, y reciclar el sector. La actual red de distribución de butano se puede emplear para resolver todos los problemas de contadores, lecturas… y evitar así dejar a los distribuidores obsoletos y arrinconados.

Creemos que se está desaprovechando mucho capital, y no sólo capital humano.

PREGUNTA.- ¿Cómo valora las relaciones con el Ministerio y con la Comisión Nacional de Energía?

RESPUESTA.- Como dos cosas completamente diferentes. Mi valoración del Ministerio es absolutamente negativa. Considero que Industria no se toma este problema con seriedad, a pesar de que lo estamos pagando todos. En mi opinión, la forma en la que se está tratando este asunto es una irresponsabilidad tanto por parte del ministro Joan Clos como del propio secretario general de Energía, Ignasi Nieto.

A mi entender, este ministerio se está ocupando demasiado de problemas que pueden tener su importancia en materia macroeconómica, como las famosas “opas”; pero se está olvidando de los temas que afectan más directamente al ciudadano. Por ejemplo, las caídas de luz. Y muchas otras cosas. Por supuesto, en el tema del butano, mi valoración del Ministerio es muy negativa. Sobre todo porque no se ha tomado el problema en serio.

Creo que a la cúpula del Ministerio de Industria, el problema no le interesa absolutamente nada, como tampoco el problema de los 10 millones de usuarios. No les interesa acometer una reestructuración del sector, porque la bombona es un elemento político. Al final, el más perjudicado será el usuario de las zonas más desfavorecidas y alejadas.

En el caso de la Comisión Nacional de Energía, no obstante, el planteamiento ha sido totalmente distinto. La CNE se ha puesto seriamente a hacer su trabajo. No sé cuál será el resultado, pero hemos sentido que la Comisión se ha tomado en serio el problema y está realizando su trabajo, y lo está haciendo con profesionalidad.

PREGUNTA.- ¿Qué va a ocurrir con los usuarios?

RESPUESTA.- Ya está empezando a haber problemas de desabastecimiento en zonas de Guadalajara, de Soria, en zonas de despoblación. La figura del butanero tiene mucho de relación familiar, es un poco de la España de hace cuarenta años, y quizá por eso no entendemos que deba darse una falta de abastecimiento en las zonas más alejadas, si el planteamiento de las redes y el trabajo es sensato. Nos hemos planteado la posibilidad de emprender movilizaciones este mes. Estamos esperando a ver qué ocurre, pues el estudio de la CNE se conocerá entre septiembre y octubre. También estamos esperando el resultado de nuestras reuniones con todos los grupos parlamentarios, con los portavoces de la Comisión de Industria del Parlamento. Ya hay una proposición no de ley emitida por el BNG, aunque no sabemos si se van a sumar el resto de los grupos. La pelota está en manos del Ministerio.

PREGUNTA.- ¿Qué esperan del estudio de la CNE?

RESPUESTA.- Que se haga un estudio real de nuestros costes de distribución. Debe determinar qué le cuesta de media a un distribuidor llevar una bombona. Nosotros lo sabemos, hemos hecho nuestros estudios.

La bombona en España tiene el precio más bajo de Europa. En Portugal, sin servicio domiciliario, la bombona cuesta aproximadamente unos cinco euros más que en España, y eso sin contar con el reparto a domicilio. Con lo cual estamos hablando de que la bombona tendrá que subir de precio. El ministerio tiene que mantener un coste político. ¿Cuál? Eso dependerá del Estado. El estado tendrá que dar el servicio que considere apropiado a los ciudadanos. Lo único que pedimos es no tener que hacer dumping, es decir, trabajar por debajo de nuestros costes. Esperamos de la CNE simplemente conocer nuestros costes, y ver cuál tiene que ser su contribución de estos costes. ¿Que hay que optimizar la red? De acuerdo. Nosotros estamos dispuestos a sentarnos y hacer todo lo que haya que hacer para que los usuarios estén servidos.

Esperamos contar con una herramienta en la que nuestros costes figuren de forma que nadie nos los pueda discutir. Porque de lo contrario, vivimos de la Comisión, que es un organismo independiente, no vinculante, pero muy prestigiado en cuanto a estudios.

PREGUNTA.- ¿Cuál es la relación de los distribuidores con las operadoras? Y en el nivel corporativo, ¿cuál es la posición de las operadoras en este conflicto?

RESPUESTA.- Todavía quedan elementos paternalistas, en el peor sentido de la palabra. Muchos son pequeños distribuidores cuyo negocio ha sido ése durante toda su vida, con empresas que han ido cayendo y con unas operadoras que no han dado prácticamente entrada en otros negocios a la propia red. La relación es cordial, pero no real. Ése es el concepto. Es una relación amable y cordial, pero un tanto paternalista, que recuerda a relaciones ya obsoletas.

En cuanto a este conflicto entre las operadoras y el Ministerio, están en bastante sintonía en este instante. Con el anterior secretario de estado de energía, Antonio Fernández Segura, la posición fue distinta. Segura dice que quien garantiza el servicio público con las operadoras -cosa que no es cierta, porque el día que nos plantemos los distribuidores a ver quién lo garantiza- y está apostando con dinero público por las grandes empresas privadas.

En el caso de las operadoras, algunas quieren la liberalización inmediata y total del mercado, y otras, que el mercado se liberalice en dos años. Las posturas son distintas. Si vamos al mercado, vamos al precio libre y a la posibilidad de que entren otras operadoras. Dentro de una economía liberal de mercado, eso es lo lógico.

Ahora, por ejemplo, han solicitado la liberalización del precio de la bombona de 35 kilos. De todas maneras tampoco las operadoras, como el Ministerio, están trabajando a salto de mata; sólo hemos tenido una reunión, y las operadoras quieren que el Ministerio regule sus contratos privados con sus distribuidores.

Lo lógico es que trabajemos operadoras, patronal y Ministerio, todos juntos. Pero las operadoras no quieren eso, prefieren mantener su propio privilegio y su distancia. Siendo empresas muy modernas, curiosamente sus relaciones laborales son muy anticuadas. Con un concepto terriblemente antiguo de cuál es la relación que se debe establecer con un distribuidor o con un canal de distribución.

En este concepto, las operadoras van por su propio camino, y nosotros estamos trazando puntos que creemos que deberían de ser comunes. Si vamos a reestructurar el sector, vamos a hablar en común de cómo se organiza, de cómo se va a estructurar, etcétera.

José Barea: «En España somos muy intervencionistas. Y la intervención del estado es sinónimo de creación de ineficiencia»

Pregunta.- ¿Cuál es su valoración del proceso de liberalización del sector eléctrico? ¿Cuáles son sus puntos débiles y fuertes?

Respuesta.- En España dependemos en un porcentaje muy elevado de la energía exterior. En el caso de la electricidad, compramos a Francia la energía que produce mediante centrales nucleares. Hay que tener en cuenta que si en Francia ocurre algo, además de afectarles a ellos, nos afectaría a nosotros. Sin embargo, el desarrollo nuclear existente en España se paralizó, y los costes de paralización de centrales nucleares han tenido que recuperarse a través de un recargo en las tarifas.

En un mercado dependiente del exterior, de Libia por la parte del gas, y de Francia por la conexión eléctrica. Vamos a terminar el gasoducto con Argelia. ¿Por qué no nos enlazamos con el gasoducto conjunto que viene de Rusia? Todos los gobiernos han dicho que es una prioridad; no entiendo qué dificultades hay para haber extendido un gaseoducto que llega hasta Francia y haberlo continuado hasta España. Es un contratiempo para nuestra diversificación energética.

Donde hay competencia, el consumidor sale ganando, mientras que si existe un monopolio, el monopolio fija el precio que es el que le produce el más alto beneficio.

En lo referente al precio, al tratarse la energía de un producto escaso, se hace necesaria la intervención del Gobierno. Pero una cosa es intervenir el precio de la energía, para que no se desborde, y otra muy distinta intervenir el mercado, que es lo que realmente ha hecho. No ha liberalizado el mercado.

Con la opa de Gas Natural sobre Endesa, el Gobierno defendió la necesidad de crear un campeón nacional, sin darse cuenta de que estamos en un campo de juego europeo y no se trata de crear campeones nacionales sino europeos. Si estamos en Europa, tenemos que adaptarnos a las normas que rigen el tratado de la Unión, que es lo que hemos firmado.

Después vino la opa de Eon sobre Endesa, y volvió a suceder que, como en este caso, era una empresa alemana, nos quitaría el “campeón nacional”, y por ello se le puso toda clase de pegas, mientras el Gobierno trató de buscar una alianza entre una empresa española -Acciona- y la italiana Enel para hacer una contraopa. Pero claro, el objetivo del campeón nacional que buscaba el Gobierno no se ha conseguido.

Lo que hay que tener presente es qué estrategia seguir cuando somos fuertes importadores de energía y tenemos que pensar en qué es lo que más convendría a España: liberalizar el mercado. El mercado ya está liberalizado, pero está absolutamente intervenido. En España no se ha permitido que el mercado funcione. Y no es algo exclusivo de este Gobierno. Éste ha sido, en mi opinión, el gran fracaso de España.

La generación está liberalizada, y depende de las importaciones extranjeras. Es importante que no haya una integración de todo el proceso -producción, distribución y la comercialización-, porque si desde el primero hasta el último están integrados, se va hacia el monopolio.

La Red Eléctrica se estableció por una cuestión de eficiencia. La existencia de una única red de transporte maximiza la eficiencia, y por razón de eficiencia creo que es interesante que no tenga cada compañía su red de transporte de alta tensión. La distribución es otra cuestión: no hay sentido que ahí se dé el monopolio. La distribución debe liberalizarse, para ofrecer al consumidor uno u otro precio.

Es muy difícil liberalizar las redes, porque siempre están en manos de uno o de unos pocos, y el ejemplo lo tenemos también en el caso de Telefónica o de RENFE.

Pero hay que volver a hablar de las centrales nucleares. España no tiene solución si no se tiene en cuenta la energía nuclear. Además, el argumento de la seguridad no es aceptable aquí, pues en nuestro país vecino hay mucha energía nuclear, por lo que un problema allí sería también un problema para España. Y, sin embargo, en Francia están produciendo energía más barata mediante la fusión nuclear, pero nosotros se la compramos más cara que si la estuviéramos produciendo.

Pregunta.- ¿Cómo valora el comportamiento de los órganos reguladores?

Respuesta.- En España somos muy intervencionistas. Y la intervención del estado es sinónimo de creación de ineficiencia. Es interesante que existan reguladores, pero si el Estado interviene en el regulador, lo que hace es provocar que se pierda la confianza de los mercados internacionales en España. Y los inversores no están dispuestos a arriesgar. La falta de independencia de los reguladores ha provocado que la inversión directa en España se haya reducido a una tercera parte de lo que fue, y los préstamos no se obtienen con la facilidad con que se obtenían antes.

Pregunta.- En uno de sus artículos afirma Vd. que la decisión de paralizar las tarifas de la luz es totalmente ineficiente. ¿Por qué resulta ineficiente?

Respuesta.- El precio de la electricidad tiene que venir dado por el coste más el beneficio de la empresa. Si el coste sube porque sube el petróleo, o el gas, eso significa que la energía que se genera en estas empresas es más cara. Si no dejamos subir el precio, que es el que regula la demanda, estamos incentivando la demanda de consumo eléctrico, que es un bien que tenemos que importar y cuyo coste está creciendo. Eso nos implica un endeudamiento con el exterior. ¿Quién paga ese endeudamiento? Si se traslada a otros sectores, esos sectores tendrán mayores costes y bajará su competitividad. Y si lo paga el Estado con una subvención, eso supone que las personas y las empresas tengan que pagar vía impuestos algo que no le corresponde. Si se paga a 15 años, habría que ver qué piensa la Comisión Europea de que se esté distorsionando la competencia, porque eso es lo que está sucediendo verdaderamente.

Es un efecto equivalente a una ayuda de estado el hecho de vender energía a los grandes consumidores a un precio inferior al coste. El Estado le está dando una subvención, que financia con un recargo que pagan los consumidores, y que tiene un efecto equivalente a imponer un impuesto y que con ese impuesto se le otorgue una ayuda a los grandes consumidores. Eso hace que su producción sea más barata y por lo tanto puedan ser más competitivos que otros. Por ello la UE ha abierto un expediente a España.

Pregunta.- Hay quien piensa que la subida de precio de la energía primaria no debería de trasladarse al consumidor final, porque el precio de la electricidad no debería de subir más que el IPC, y que quien debería de soportar el incremento de precio son las propias eléctricas…

Respuesta.- Es imposible que no se traslade al consumidor el aumento del precio de la energía, por muchos beneficios que obtengan las compañías. Los beneficios de las eléctricas no proceden sólo de la tarifa eléctrica, sino de su gestión y de otras muchas actividades. Responsabilizar a las eléctricas del coste de la energía es una actitud irresponsable y que vuelve a tocar uno de los pilares de la economía de mercado, que es la competitividad. Además, insisto, si no se traslada el coste real al consumidor, se está incentivando el consumo de un bien por encima de lo necesario.

Pregunta.- Algunos expertos consideran que el precio de la energía está un 20-30% por debajo del precio de venta al público…

Respuesta.- Lo que tiene que hacer el gobierno es examinar el escandallo de costes y adecuar los precios al coste de la producción. Pero lo que no se puede aceptar es que el Gobierno penalice al más competitivo para facilitarle las cosas al menos eficiente. No se trata de fijar los precios en función del productor menos eficiente. Porque lo que está haciendo ahora el Gobierno es subvencionar de forma encubierta a quien le da un precio menor, y eso es lo que nos ha acarreado sanciones y llamadas de atención por parte de la Unión Europea.