PREGUNTA.- ¿Cómo valoran la propuesta de Real Decreto del Ministerio de Industria, que parece haber puesto en pie de guerra al sector fotovoltaico?
RESPUESTA.- No es conveniente dar la voz de alarma antes de que un borrador esté confirmado y negociado. En ese borrador hay cosas muy positivas desde el punto de vista de filosofía y de desarrollo, aunque también hay algunos aspectos cuantitativos que son necesariamente revisables, pero la propia Administración ha reconocido que hay aspectos susceptibles de modificar. Nosotros somos más optimistas.
Lo que no es comprensible es por qué el sector hace cuatro o cinco meses estaba contento con un objetivo de 400 MW, y ahora que el Gobierno anuncia que elevará el límite hasta los 1.200 MW, levantan la voz. A nuestro entender, esa cifra sigue siendo insuficiente. Y se ha fijado porque, entre todo el sector, quizá de forma inconsciente o voluntaria, se ha proporcionado una información no del todo correcta al Gobierno ante la preparación del RD 436/2004 y del 661/2007.
La posición de algunas asociaciones sólo ha consistido en pedir, y el resultado es lo que tenemos ahora, una situación insostenible que obliga a recular. Ha faltado seriedad en el proceso. Al provocar una situación de remuneración excesiva, también se provoca una configuración indeseable. Por muchos aspectos.
En España hemos conseguido una tarifa, con el 661, y unas presiones por hacer las plantas más grandes que, a todas luces, es indeseable. Hemos configurado un mercado con un inversor final y un sinfín de intermediarios, demasiadas acumulaciones de margen de beneficio que posibilitan situaciones que para el Gobierno son escandalosas, y lo comprendo: se ha llegado a ver que alguien vende un punto de conexión de 1 MW por 600.000 euros.
Si nos fijamos en el modelo eólico, en España, hace 9 años, no había ni una peseta de producción en eólica, y en 2006 ya se ha producido mucha más energía eléctrica eólica que hidráulica. El Gobierno lo sabe, y la fotovoltaica ofrece un enorme potencial. Lo que tenemos que hacer es sentarnos tranquilamente, y no dar la voz de alarma a la primera de cambio.
Para ello debe haber consenso entre todos los actores, porque el Gobierno está manejando unos presupuestos limitados. Nosotros no entendemos por qué tienen que ser limitados. En Alemania se está despejando el panorama, con la reducción de la prima a partir de 2009, y no hay ningún límite. Allí se instalará más de 1 GW este año, con una firme decisión del Gobierno de desarrollar la fotovoltaica.
Que en España se quiera desarrollar la fotovoltaica en los tejados y las instalaciones más pequeñas me parece perfecto, pero creo que todavía tenemos que resolver muchos problemas que no sólo tienen que ver con un marco regulatorio. Lo que tiene que ocurrir es que la estructura de mercado se adapte a una realidad.
31 céntimos por kWh podría no ser una retribución suficiente en este momento, pero a lo mejor 33 ó 34 sí. Eso significaría bajar un 25% los precios que hay en el mercado. Muchas de las plantas en construcción de uno o dos megavatios, son en realidad, administrativamente, plantas de 100 kv, y están cobrando 44 céntimos por kWh.
Nosotros no creemos que el escenario vaya a ser tan negativo. Estamos en un proceso abierto de negociación. Algunos actores no están negociando con suficiente inteligencia; no podemos pedir al Gobierno un esfuerzo económico desproporcionado y para que algunos se aprovechen de forma desmesurada. No es ilícito ganar dinero con esto, tiene que haber un beneficio, igual que lo obtienen las compañías eléctricas haciendo ciclos combinados, centrales técnicas y centrales nucleares. Pero no para que haya un montón de intermediarios que se lo estén llevando todo.
Por otro lado, hay que prestar atención a una cuestión que en Alemania ya ha empezado a ser un problema.
Imaginémonos que aquí llega un fondo coreano, con inversores coreanos o chinos, con un producto chino, a montar una planta de 20 MW. Trabajarán durante 3 meses 20 jornaleros. ¿Qué es lo que gana la industria española o europea en esto? ¿Tener 20 MW subvencionados con el 500% de la tarifa nos beneficia de alguna forma? ¿Eso responde al espíritu del feed-in tariff en Europa?
Tener instalados megavatios carísimos, como ahora, es un esfuerzo que merece la pena porque en el medio plazo vamos a poder producir a un precio muy competitivo. Pero necesitamos crear una base industrial y de evolución tecnológica, como está pasando con la energía eólica. Y ése es uno de los argumentos con los que desde la Asociación Europea defendemos una prima. La eólica mantiene decenas de miles de puestos de trabajo; tiene unas exportaciones de miles de millones de euros, y ha creado una riqueza indirectamente a través de una prima. Si hace cinco años se hubiera inundado España de aerogeneradores chinos, el Gobierno no estaría tan animado a seguir manteniendo la prima en la eólica.
Isofotón fue la empresa que más vendió en Alemania en 2003, porque Alemania estaba empezando con su programa de feed-in tariff y todavía no tenía desarrollada una industria propia, pero lo primero que hizo fue ayudar y promover. El Gobierno está haciendo planes para convertir Alemania en marca, en imagen de renovables. Lo ha entendido muy bien. Promueve las renovables, le cuesta dinero, pero tiene un retorno vía creación de industria en un contexto europeo de deslocalización de industrias. Y ésta tiene futuro y tecnología.
Si en España no tenemos esto en cuenta e inundamos el mercado con productos externos, se desvirtúa la filosofía de promoción de renovables, y esto a ASIF no parece importarle. A nosotros, como empresa española y europea, sí nos preocupa. Europa no se puede convertir en el gran donante para la creación de un mercado o de una industria no europea.
La industria, o ASIF, como supuesto representante de la industria, está defendiendo principalmente los intereses de los inversores, intermediarios e instaladores, lo que no me parece mal porque alguien tiene que defender esos intereses. Pero eso no debe acarrear un riesgo real de que nuestro mercado sea inundado por productos de fuera de la UE. Existe ese riesgo, porque se da la imagen de que en Europa hay un chollo. Además han visto que los europeos no ponemos barreras.
Hay una desesperada carrera por conectar instalaciones a la red, pero no por que los productos sean de calidad. En el caso de la fotovoltaica, casi no hay control, sólo es necesario cumplimentar un certificado, fácil de obtener. Pero no existen controles escrupulosos de calidad. Hemos fundado una asociación para tratar la cuestión del reciclado de nuestros productos, algo que a los fabricantes chinos no les preocupa demasiado. Los productos instalados en Europa deberían contar con certificados de garantía de que cumplen con las normas medioambientales, de que se ha fabricado en unas condiciones determinadas, de funcionamiento y de envejecimiento especificando con qué potencia se va a contar en cada momento de la vida de la instalación.
Se trata de un negocio subvencionado, pero no es subvención a la producción nacional, como hizo Japón. Mientras duró su programa de subvención, se beneficiaron las propias empresas japonesas, con lo cual ese mercado fue para las empresas nacionales. En Europa, mientras no existía un mercado procedente de China, aquí entraban productos japoneses, en general de calidad.
La entrada de paneles procedentes de países como China está empezando a preocupar a Alemania. Los productos extraeuropeos, por lo que conozco, tienen un coste laboral y medioambiental que no es el que tenemos en Europa. Es un tema muy importante, pero corto plazo lo que importa es que se aclare este marco regulatorio para los próximos años, donde creo que la base está en promover instalaciones más accesibles a los ciudadanos, -tal como adelanta el decreto-, como es el caso de Alemania.
En el caso alemán, en los primeros años, entre el 80 y el 90% de las instalaciones eran de pequeño tamaño. Y todavía en 2006, más del 50% de los megavatios instalados son para pequeños usuarios. Es decir, 500 kW están en instalaciones de menos de 10 kW. Ése es el modelo que el Gobierno actual debería reproducir en España. Ese marco regulatorio tiene que venir acompañado de un proceso administrativo unificado en España, accesible y eliminando las trabas existentes.
Cuando el ministro Clos habla del modelo alemán, habría que recordarle que este modelo no sólo consiste en bajar todos los años un porcentaje, y si lo conociera un poco, a lo mejor no le gustaría tanto, porque no tiene un límite, como aquí. Facilita el acceso de la fotovoltaica a toda la población, y lo único que sí considera es una reducción anual de la prima, un concepto con el que toda la industria está de acuerdo.
El potencial de la energía solar fotovoltaica en España es mucho mayor que el de Alemania, y la falta de desarrollo en este país se debe a barreras regulatorias. Si no hubiera barreras, en España podría haber un desarrollo fotovoltaico importante. La tarifa actual, de 41,75 céntimos por una instalación de hasta 10 MW, establece unas condiciones magníficas. España podría tener mucha más fotovoltaica que Alemania, pero esa tarifa no es sostenible aquí. Aquí podríamos tener una tarifa un 30% más baja que la de Alemania, simplemente porque tenemos un 40% más de radiación.
Es muy difícil analizar un problema sin situarlo en su contexto. Las energías renovables nos estamos llevando el sambenito de que ahora somos el lastre del sistema eléctrico, lo cual es absolutamente falso. Pero como no hay transparencia, se nos acusa a la fotovoltaica o a la eólica de llevarnos todo. Pues no, creo que España debería de ser un país más eficiente, ahorrar energía y realmente llevar los costes de la electricidad donde tienen que estar.
Es insostenible una situación en la que pagamos una tarifa eléctrica que no cubre los costes de generación. Pero no sólo los de las renovables. Yo no sé cuánto agujero estamos tapando del carbón, o del gasóleo, o de la nuclear, porque no son datos a los que se les haga publicidad, pero lo que sí se define, enseguida, es el coste de las renovables. ¿Por qué no se habla de los costes reales de todas las energías?
Falta una perspectiva de una solución global del problema. En España, la gente tiene la sensación de que las renovables son las que están castigando económicamente a la tarifa, pero no se mira a los beneficios económicos. La eólica es un ejemplo impresionante de lo que se ha hecho en España en los últimos 10 años: las empresas que se han montado, la riqueza que se está generando, sí, a cambio de un coste, pero con una producción que, si ahora no tuviéramos, tendríamos problemas. El nuevo modelo energético español necesariamente tiene que contar con las energías renovables. No porque el petróleo esté caro, sino porque tenemos una dependencia del gas extraordinaria. ¿Y en este contexto vamos a estar peleando y poniendo límites a la fotovoltaica? Francamente, me parece ridículo.
En Alemania, el precio de la electricidad para uso doméstico está cerca de los 20 céntimos por kWh, frente a los 12 céntimos de España, pero saben que tienen que contar con las renovables y las pagan a gusto. En España se utiliza la electricidad como una herramienta política y partimos de una premisa errónea, que es que la energía tiene que ser barata. ¿Por qué tiene que ser barata, si no lo es? ¿Se pide que el AVE sea barato? Nadie pide un tren barato, aeropuertos baratos, carreteras baratas o un sistema sanitario barato, y sin embargo, la energía sí tiene que serlo, aunque sea sucia, no renovable y dependamos del exterior.
PREGUNTA.- Algunos sectores han señalado que el coste de la fotovoltaica no baja porque tiene fuertes incentivos. ¿Están de acuerdo con esa afirmación? ¿A qué ritmo están bajando los costes en Isofotón?
Llamar sector a esto es un poco pretencioso, y cuando hablamos de mercado ocurre lo mismo. En el contexto mundial, esta industria está constituida por cuatro o cinco mercados, lo cual no es masa crítica. Hasta el año 2000, la solar fotovoltaica se había movido por la crisis del petróleo de los 70, sobre todo para aplicaciones espaciales y para usos de sistemas aislados. Hasta el 2000, había sólo 500 MW en todo el mundo, de los cuales más de la mitad estaban instalados en el mundo rural. A partir del incentivo del programa japonés, y después, del programa alemán, empieza a cobrar fuerza. EEUU fue un país muy activo a partir de los años 80, prácticamente el motor de esta tecnología, junto a Japón. Sin embargo, estuvo muy parada porque sólo se investigaba en laboratorios, y cuando una tecnología empieza a tener fuerza es cuando se pasa al proceso industrial. Sólo la fabricación en masa permite empezar a ver los beneficios de la evolución tecnológica.
Se ha crecido en muy pocos años. En el 85 se hacía en un año lo que hoy se hace en una hora. Dependemos del silicio cristalino, la materia prima con la que la industria de la electrónica fabrica los chips. Hasta 2002, nos alimentábamos de los excedentes de la industria electrónica a un precio muy bajo. Esa situación da un vuelco cuando el mercado alemán sube por encima de los 500 MW, y las necesidades de silicio crecen espectacularmente en un sector en el que sólo hay 7 fabricantes de polisilicio en todo el mundo, en una situación clara de monopolio.
Hace dos años ha empezado una situación de tensión que se ha ido resolviendo con inversiones. Ahora estamos construyendo una fábrica de polisilicio en Cádiz. La tecnología evoluciona de forma galopante: hace cinco años la eficiencia media de una célula estaba en el 12 ó 13%, y ahora mismo hay fabricantes que se acercan al 20%. A nivel masivo, podríamos hablar del 17,5%. La industria ha reaccionado a la crisis del polisilicio optimizando los procesos, fabricando células cada vez más finas, y también obteniendo mayor potencia con menor superficie.
Además, las empresas tienen más dinero disponible, más fondos, más ayudas, y hoy hay muchos más científicos trabajando, con recursos, en procesos de I+D en todo el mundo. Isofotón ya tiene en Málaga una planta de energía solar fotovoltaica de alta concentración. Si no hubiese habido este impulso de los últimos años, esto habría estado muerto en el laboratorio por unos 8 ó 10 años más. Ya se están produciendo células con materiales alternativos al silicio y sistemas ópticos que pueden alcanzar eficiencias superiores al 30%, y que pronto serán competitivas.
En fin, es necesario un marco regulatorio estable que permita que las compañías puedan seguir haciendo inversiones, y eso redundará en un beneficio común. La fotovoltaica en un país como España, para el 2020 no necesitará ayudas. Pero ahora no podemos dejar de sostener el sector, aunque vayan disminuyendo las ayudas, y creo que el Gobierno español lo sabe. Las energías renovables acabarán siendo más baratas, en términos relativos, pues las convencionales van a seguir subiendo sus costes, mientras que nosotros, progresivamente, los vamos bajando.
En el sector del carbón, a Hunosa se le pagan al año más de 700 millones de euros, y registran unas pérdidas de unos 40 millones. Cuando se está subvencionando con semejante cantidad a una empresa, ¿cuál es el retorno neto de esa inversión? No estoy en contra de que eso se haga, pero sí de que, de repente, se nos acuse a las renovables de ser el lastre para el desarrollo energético en España, cuando en realidad somos la gran opción de futuro para España.
El coste de la energía es un tema muy político, pero muy demagógico, porque la gente ni siquiera sabe cuánto paga de luz. Porque es muy barata. Estamos estableciendo una especie de axioma de que la energía tiene que ser segura, abundante y barata. Tener los aparatos permanentemente encendidos no supone ningún drama a final de mes, y nadie se conciencia de su buen uso. Yo no veo el por qué la eólica tiene que ser más barata que el carbón.
Sabemos que vamos a una sociedad comprometida, y en riesgo, por el cambio climático, y las emisiones. Sabemos que lo que hagamos en España y en Europa no es suficiente, pero es la única forma de hacer que otros sigan una tendencia. Está muy claro que el modelo energético europeo, sucio y no renovable, hay que cambiarlo. Y hacerlo es viable, tecnológica, industrial y económicamente: lo único que hace falta es decisión política.
Navarra, una región de 600.000 habitantes, es exportador neto de energía limpia, produce más de la que consume, y es energía verde, renovable. Por supuesto, no es un ejemplo que se pueda extrapolar a todos los mercados, pero demuestra que es posible si existe una voluntad política, algo que falta en España.
Hoy hay potentes lobbys de la nuclear o del carbón. Ya se habla del carbón limpio como si existiera, como si ni contaminara ni emitiera CO2, como una panacea, y ni siquiera se aplica todavía. Sólo conozco de la existencia de una pequeña central experimental en Alemania.
El lobby de las renovables es muy poco homogéneo y consolidado. Afortunadamente, en España todas las grandes compañías eléctricas están muy comprometidas con el tema, pero hay lobbys que no quieren perder su participación en el mercado energético.
PREGUNTA.- O tendrán que transformarse y adaptarse al tema de las renovables.
RESPUESTA.- Las eléctricas se están adaptando. Gamesa ha firmado recientemente un contrato eólico de 400 MW con Endesa. Nosotros también tenemos acuerdos con Endesa, como la construcción conjunta de la fábrica de polisilicio. Iberdrola está lanzada al tema, y tanto Iberdrola como Acciona han creado una filial de renovables. Es una tendencia que creo que en España la estamos entendiendo mejor que en otros países, aunque insisto, el cuadro de producción y potencia de España sigue teniendo un importante protagonismo fósil y nuclear.
Soy optimista, y creo que en cuanto a los costes, los ciudadanos acabaremos pagando lo que tengamos que pagar, y el Estado sabrá desarrollar mecanismos para proteger a los colectivos desfavorecidos y subvencionar las zonas sensibles o industrias estratégicas. Eso es algo lógico, pero el consumidor debe pagar el precio real, y eso seguramente disminuya el consumo energético. En EEUU la energía es tan barata que se gasta el doble que en Europa de media por habitante. Cuando tienes algo muy barato, lo derrochas, sólo es necesario ir a un restaurante de buffet libre para verlo. Estoy convencido de que el gobierno que tenga el valor de aclarar y dejar diáfano el escenario energético español, conseguirá reducir el consumo energético.
PREGUNTA.- ¿En Isofotón han apreciado visto alguna merma en el volumen de negocio, o temen que ocurra, como se está anunciando a los cuatro vientos?
RESPUESTA.- Podría pasar si no se aclarase este asunto, pero estoy convencido de que se va a aclarar pronto. A Isofotón no le va a afectar, porque vamos a instalar todo lo que tenemos previsto para los próximos meses. Pero hay mucha gente con ansiedad por hacer todos los trámites deprisa para poder llegar a finales de septiembre. Creo que en ese ámbito sí se pueden caer muchos proyectos “en el aire”, los que todavía están en fase no muy avanzada. Los ya firmados no se van a echar atrás, sino que se acelerarán.
Lo importante será que el Ministerio defina claramente el marco, como muy tarde a finales del mes que viene. Porque han entrado muchos actores en España -empresas, instaladores, distribuidores, etcétera-, y eso también puede generar un efecto indeseable. Los japoneses tienen mercado. Los americanos tienen mercado. Los europeos tenemos mercado. Pero los chinos no, y deberían crear un mercado propio si quieren competir en igualdad de condiciones. Si no lo hacen, vamos a tener un problema de tensión