Barcelona: la primera en la frente del monopolista único

Además de los graves problemas que se han producido para los ciudadanos de la ciudad Condal, el apagón acaecido ayer en Barcelona debe servir de reflexión sobre las redes de transporte eléctrico, la actuación del hoy transportista único en este ámbito (que debería ser el principal de su actividad) y la política seguida por el Ministerio de Industria.

Como hemos venido publicando en Energía Diario, la ley de Reforma del Sector Eléctrico ha consagrado el transportista único en las redes eléctricas (estableciendo una definición técnica de las redes) a favor de Red Eléctrica de España (REE). Esta ha sido una cuestión en que la influencia de Luis Atienza, actual presidente de Red Eléctrica, y su equipo técnico, han intervenido decisivamente en la formulación jurídica de esta normativa, de forma que hasta las últimas fases de la tramitación parlamentaria no se había conocido la prebenda para esta empresa privada que cotiza en Bolsa, pero que aspira y promueve una posición monopolística ‘de facto’.

Así, ni corta, ni perezosa, Red Eléctrica, una vez aprobada la ley por el Congreso de los Diputados, ordenó que las empresas distribuidoras abandonen aquellos tendidos de redes de 220 kW que tuviesen en construcción. De hecho, en el grave incidente de Barcelona, este es uno de los casos en que la empresa distribuidora había abandonado una línea de 220 kW en construcción, para el momento en que tuviese que entrar a formar parte de los activos de REE.

En nuestro país, como han puesto de manifiesto un número ya amplio de expertos, el crecimiento de la capacidad de generación eléctrica de los últimos años y los crecimientos de la demanda, no se han venido acompasando al crecimiento de las redes de transporte. Son muy pocos los kilómetros de nuevos tendidos que se realizan en la construcción de nuevas ‘carreteras’ de cables de alta tensión (la inversión que se está realizando afecta fundamentalmente a la ampliación de cableados en redes existentes). Red Eléctrica, en todo caso, sin ofrecer resultados que sean comparables con los crecimientos en capacidad de generación, ofrece la suma de los dos, para evitar el conocimiento de la realidad.

En Catalunya persisten fuertes y graves problemas de redes de transporte de energía y obsolescencia de la red, que exigen gestión e inversión y que los mecanismos de mercado operen para fomentar que se resuelva este estado de cosas. Una situación que además puede evidenciar los primeros síntomas de putrefacción, si no se toman medidas al respecto. En esta publicación hemos dado cuenta de los graves problemas existentes en Girona (cada año en verano es preciso generar energía desde embarcaciones a base de fuel, elevando considerablemente el precio de producción de electricidad) y en determinadas comarcas del norte de esta provincia. O, como la situación de la interconexión con Francia evidencia una falta de capacidad gestora prolongada durante más de doce años (que veremos si la intercesión de Mario Monti, tan demorada, la resuelve) y afecta, incluso, al calendario del AVE. Por tanto, los ciudadanos catalanes pueden estar verdaderamente enfadados por el estado de las redes de transporte y por su escasa respuesta, y deben exigir gestión a los responsables públicos en este ámbito.

Por ello, resulta paradójico que una situación de deterioro así (y todos los problemas existentes en las redes de transporte en Catalunya, conocidos y reconocidos) se produzca en un momento en que las cabezas visibles del Ministerio de Industria en materia de energía son catalanes: Joan Clos (hoy ejerciendo de ex alcalde en gabinete de crísis), Ignasi Nieto y Maite Costa, y confirman las fuertes reservas que, en privado, formulan desde el sector empresarial catalán (y los responsables políticos de la Generalitat respecto de sus enviados) hacia la gestión de los tres al frente en sus distintas posiciones. Son evidentemente, responsables de la gestión realizada en el ámbito de las redes de transporte y de haber caído en la tela de araña de los intereses técnicos del transportista único (cuya influencia en el ámbito regulatorio está denunciada ampliamente también por muchos expertos, por algunas empresas y por algún consejero de la CNE).

Como contraposición, cabe hacer el análisis de cómo los mecanismos de mercado han operado perfectamente en el ámbito de la generación eléctrica, frente a los mecanismos de planificación, que definen la acción del transportista, ahora acentuados mucho más con la nueva ley que ha configurado un monopolio único en las redes de transporte. En nuestro país, la acción de las empresas generadoras ha duplicado la capacidad de generación eléctrica, en muy pocos años, en la medida que las empresas han encontrado mecanismos e incentivos dentro de la propia dinámica del mercado y eso se ha producido respondiendo a la necesidad del aparato productivo y en respuesta a la demanda de consumo que venimos registrando. A cambio, podemos analizar qué tenemos en materia de redes, una situación contradictoria e insuficiente en todos los sentidos.

Luis Atienza y su equipo deberían emplearse a fondo en resolver estos problemas, invertir en redes y dar respuesta adecuada a la necesidad de redes de transporte que eviten los problemas de evacuación de energía desde las plantas de generación y los problemas de transporte y suministro por este motivo en varias zonas del país. En sentido contrario, deberían evitar varios comportamientos: no convencer a la realidad de que no crezca tanto (no es su papel), dejarse de aspiraciones de ampliar sus ambiciones y comportamientos monopolísticos, dificultar la conexión de determinadas tecnologías, intervenir activamente en la regulación para limitar el funcionamiento de mercado o promover esa ¡nacionalización! (sic, tal y como aparece en Cinco Días) de Enagás, ¿un posible paso previo a su fusión?.

Pero esto no lo van a hacer, obviamente, Atienza y Red Eléctrica por su propia voluntad. Deberán ser probablemente las autoridades catalanas y de otras Comunidades Autonómas las que tendrán que obligar y presionar al Gobierno, el Ministerio de Industria y la Secretaria General de Energía a que regule, gestione y dirija sin sucumbir a las presiones del transportista único y trino (que es una parte del sistema eléctrico, que tiene una misión concreta y definida, pero que no puede influir y condicionar la actuación de los demás agentes y, menos, del mercado y del funcionamiento del sector eléctrico).

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