Una vez cada tres meses (o no)

Las primeras noticias de que el precio de la electricidad había sufrido un importante crecimiento en el tercer trimestre derivado de las adversas condiciones climatológicas, seguramente que habrán despertado todas las alarmas en el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, y la reacción desde la CNMC ya se estaba haciendo esperar. La ciudadanía puede estar tranquila en el sentido de que las instituciones económicas funcionan.

Tengamos en cuenta que, además, se anticipa un muy prolongado período electoral y que el precio de la electricidad sigue siendo un elemento del debate político y de opinión pública, lo que nos lleva a que este vodevil se repetirá siempre que los datos no favorezcan las intenciones populistas del Gobierno que, en suma, se reduce a que baje el precio de la electricidad, como expresión última y reverberación de la Junta Superior de Precios.

La CNMC, monopolio de órganos reguladores sectoriales (añadamos que arbitrada desde las instancias gubernamentales), en esta ocasión también tiene una retórica muy parecida a aquella que resultó justificativa del rocambolesco y estrafalario, proceso que condujo al exterminio de las subastas CESUR por la vía chavista. Retórica que lleva una carga ideológica, incluso demagógica asociada justificativa.

Pero, por otra parte, hay que reconocer que se trata una retórica muy coincidente con la del propio ministro Soria en aquel momento cuando activó a los «cuerpos técnicos» de este macroorganismo, aunque luego se tentaron la ropa en sus conclusiones para evitar un revolcón judicial. Así, meses más tarde, las insinuaciones al calor de la pena de telediario se desleyeron y se convirtieron en simples malediciencias impunes sin consecuencias jurídicas. Y, tampoco políticas, de forma que una actuación como la del ministro en su momento, insustanciable de todo punto, hubiera acabado con él en cualquier país occidental y sajón, dónde se dimite por plagiar una tesis.

Titulares como «presunta manipulación» han devuelto el grano gordo al sector, cuando en realidad se trataría de «supuesta», «imaginaria», incluso «fabulada». Recurso a la utilización ideológica del término oligopolio «en términos tópicos» o «mediática acepción», que por otra parte, no correspondida con los índices de competencia internos, en un mercado, competitivo, con precios inferiores a los europeos, con un mercado tiene cada vez más agentes operando o crece la producción hidráulica de las grandes compañías en lo que va de año. Otra cosa es que sea imposible a nuestras autoridades abordar una liberalización plena de los precios eléctricos en serio, que se asuma la dinámica de subidas y bajadas, frente a mantener una concepción franquista y autárquica de los precios eléctricos.

Y luego se espolvorean adjetivos calificativos y se añaden términos propios de una novela de Conan Doyle como son «sospechas», «movimientos anómalos», «extraños incrementos», actitudes «intencionales», «comportamientos especulativos». Las crónicas periodísticas aparecidas estos días no tienen desperdicio. Su actuación se beneficia de un sistema de opinión pública viciada, inflamable, con la república independiente de Twitter a la cabeza y, lógicamente, amedrentada por la crisis económica y social, con temor a las subidas de los precios.

Como ven, la CNMC vuelve a mostrar su presencia. Su presencia se suele detectar en los períodos en los que se produce la revisión tarifaria trimestral y cuando ofrece como resultado una subida atribuible en parte a la evolución del mercado. Investiguen eso. Eso sí que es una coincidencia para un supuesto organismo independiente.

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