Un informe de los estados miembros de la Unión Europea insta a las empresas a colaborar en las políticas energéticas

Los estados miembros de la Unión Europea (UE) y las empresas energéticas deben mejorar la concertación de sus iniciativas para avanzar en la creación del mercado único de la energía y reducir la dependencia energética de los países productores como Rusia, Argelia y la OPEP.

La tarea inmediata que deben acometer los estados y empresas europeas para construir un verdadero mercado común energético es la concertación de sus políticas para mejorar la racionalización de los intereses europeos en el mundo, según el último Informe Económico de ESADE.

El informe, que hoy han presentado el director de Economía de ESADE, Fernando Ballabriga, y el autor del capítulo sobre política energética común, Agustín Ulied, señala como principales causas del fracaso de la armonización energética la heterogeneidad de la situación de los distintos miembros y sus prioridades nacionales en cuanto a abastecimiento y mix energético. Esta divergencia de intereses se hace evidente en la reticencia de los estados a ceder parte de su soberanía en los asuntos energéticos. Por ejemplo, Suecia apuesta por la energía nuclear y la hidroeléctrica; en Francia el grueso de la seguridad recae en la nuclear y países como España tienen un mix más diversificado, con creciente importancia del gas natural.

Según el análisis de Ulied, esta situación contrasta con el éxito de la industria en este terreno, donde Europa cuenta con varias de las grandes empresas mundiales energéticas (BP, Total, E.ON, Repsol YPF, Shell, ENI, Centrica, Endesa) capaces de paliar el déficit de recursos energéticos que presenta la UE. Sin embargo, sus intereses no coinciden y tampoco existe una colaboración en la concreción de una política energética común, por lo que en el corto plazo «sería deseable un mínimo de concertación» para avanzar el este objetivo, indica el informe. A continuación, es necesario desarrollar las interconexiones de las redes energéticas, implantar marcos legislativos y desreguladores eficaces y aplicar y velar por el cumplimiento de las normas comunitarias de competencia.

Ulied repasó la situación de fuerte dependencia de la UE, donde, a excepción de Dinamarca, todos los países son importadores netos de energía y la concentración de las fuentes de abastecimiento de petróleo (OPEP) y gas (Rusia y Argelia).

Las perspectivas futuras no hacen prever cambios sustanciales. La dependencia seguirá siendo un factor decisivo, al pasar del 56 por ciento actual al 70 por ciento, y el mix energético apenas variará (leve disminución del petróleo e incremento del gas natural y caída del carbón y la nuclear). «Esta situación reclama una respuesta europea común y coordinada», afirmó Ulied, quien alertó sobre la necesidad de contar con una política global europea «para dar continuidad al crecimiento económico de Europa».

Sólo gracias a la creación de mercados de la energía plenamente competitivos los ciudadanos y las empresas de la UE podrán beneficiarse plenamente de la seguridad en el abastecimiento y de unos menores precios, concluye el informe.

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