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Los ecologistas piden el cierre programado de las centrales de carbón

EFE / Europa Press.- Las cinco organizaciones ecologistas de ámbito nacional reclamaron a la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, que el Gobierno aborde el cierre programado de las centrales de carbón para cumplir los objetivos asumidos en el acuerdo del clima de París. Así lo indicó a la salida del Consejo Nacional del Clima, la portavoz de cambio climático de WWF, Mar Asunción.

Las cinco grandes organizaciones ecologistas (Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF) exigieron a la ministra Tejerina «mayor ambición a nivel nacional, ya que en las proyecciones que se manejan para los próximos años siguen aumentando las emisiones». «Nos parece que es totalmente impresentable que un país desarrollado como España, no lance el mensaje adecuado, y maneje escenarios en los que crecen las emisiones», indicó Asunción.

Las ONG plantearon a la ministra «objetivos energéticos concretos para que bajen las emisiones», entre ellos «la necesidad de tener un cierre programado de las centrales de carbón, ya que estos dos últimos años las emisiones de electricidad con carbón han estado aumentando muchísimo». Asunción lamentó, sin embargo, que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, «siga buscando recovecos para que España continúe produciendo electricidad del carbón».

Los ecologistas quieren que España apoye en el seno de la Unión Europea una mayor ambición de los compromisos de reducción presentados para 2030 cuando se ratifique el acuerdo de París. Actualmente, la Unión Europea se ha comprometido a una reducción de emisiones del 40%, a un porcentaje de renovables del 27% y la misma cifra en eficiencia energética para 2030. Asunción lamentó también «las evasivas y las respuestas generales» con las que la ministra ha contestado a sus preguntas.

“Falta compromiso contra cambio climático”

Por otro lado, las ONG ambientales no ven que el Gobierno esté dando pasos decididos para luchar contra el cambio climático en España, pese a ser uno de los países más vulnerables de Europa a este fenómeno. Así, el portavoz de Amigos de la Tierra, Héctor del Prado, lamentó que García Tejerina se dedicara a «tirar balones fuera» sobre todo respecto a la vinculación de modelo energético con las emisiones de efecto invernadero. Además criticó que la ministra se ciñera a que España se limita a los objetivos marcados por la Unión Europea, algo que, aunque es perfectamente legal, Del Prado cree que España debería ir más allá puesto que es una de las grandes economías y «debe dar ejemplo».

«La ministra dice que el Acuerdo de París y los objetivos 2020 van bien y que va a cumplir con todo. Ha explicado verdades a medias. Da la sensación de que todo va perfecto, pero algo no va bien cuando llevamos los 9 meses consecutivos más calurosos de la historia«, comentó. Para Del Prado, el Ministerio y la Oficina Española de Cambio Climático tienen «buenas intenciones, pero les falta fuerza para imponerse a otros departamentos y ser más ambiciosos”, en alusión al Ministerio de Industria.

En la misma línea, la portavoz de energía de Greenpeace, Tatiana Nuño, subrayó que en 2015 se aumentó un 23% el uso de carbón lo que ha provocado un crecimiento de las emisiones de CO2 del 4%. «Con el Acuerdo de París en la mano, que marca el fin de los combustibles fósiles, deberían trabajar en algún programa para marcar el fin de las térmicas de carbón y en un plan de transición justa una economía baja en carbono. Está claro que no podemos seguir subvencionando las energías sucias», opina Nuño que calificó de «un poco difusa» la respuesta de García Tejerina en esta cuestión.

Reclama medidas ambiciosas al Gobierno

De este modo, le han trasladado que el Gobierno sigue favoreciendo las energías sucias y que prevén que pese al Acuerdo de París vaya a haber «cambios importantes en las políticas que marquen la diferencia» por lo que ha advertido al Ministerio de Agricultura de que ese acuerdo global no es suficiente, de modo que se deben implantar medidas más ambiciosas. En cuanto al Plan Nacional de Adaptación cree que se debería recalcular el crecimiento de emisiones previsto hasta 2020.

Por su parte, el portavoz de energía de SEO/BirdLife, David Howell, reprochó que a pesar de que las emisiones han aumentado la ministra ha tratado de presentar los datos como «una buena noticia», igual que los datos del Plan Nacional de Adaptación o de la implantación del Acuerdo de París. A su juicio, España debería estar liderando la lucha contra el cambio climático en Europa al ser uno de los países más vulnerables, por su dependencia de los combustibles fósiles y sus condiciones climáticas. Entre las propuestas que WWF considera necesarias, estima que Europa debe modificar el sistema del comercio de emisiones, la directiva de renovables, avanzar en eficiencia energética y acometer un reparto de esfuerzos en los sectores difusos.

«Lo suyo es tener ya propuestas firmes en esas áreas para descarbonizar el transporte y la economía con avances importantes, no con el goteo actual de pequeñas medidas», ha valorado Howell, que cree que a España le faltan también mayores objetivos en el Plan Nacional de Adaptación para reducir la vulnerabilidad de España al calentamiento global. Finalmente, ha indicado que las ONG han instado al Ministerio a establecer un programa de cierre de las minas de carbón, de las centrales térmicas y de las nucleares.

El Ministerio de Medio Ambiente confirma que las emisiones de CO2 aumentaron un 0,5% en 2014 frente al año anterior

Redacción / Agencias.- Las emisiones de CO2 aumentaron un 0,5% en 2014 respecto al año anterior, según los datos del último Inventario Nacional de Emisiones de gases de efecto invernadero, que incorpora la serie 1990-2014. La ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en funciones, Isabel García Tejerina, informó en el Consejo Nacional del Clima de estos datos que remitirá a Naciones Unidas el 15 de marzo próximo.

Además, precisó que las emisiones en 2014 alcanzaron los 333 millones de toneladas de CO2-equivalente, lo que representa un «ligero» incremento del 0,5% respecto al año 2013. En este sentido, Tejerina ha subrayado que «se ha conseguido desacoplar el ritmo de crecimiento económico y de emisiones», ya que el incremento es inferior a la variación interanual del PIB para el mismo periodo, que se sitúa en un aumento del 1,4%.

De estos datos, explicó que las emisiones de los sectores sujetos al Sistema Europeo de Comercio de Derechos de Emisión aumentaron un 1,7% respecto a 2013, mientras que los sectores difusos disminuyeron en un 0,14% en el mismo periodo. «Es en estos sectores difusos (agricultura, los transportes y los residuos, entre otros) donde tenemos un objetivo nacional de reducción de emisiones y donde se puede valorar el efecto de las medidas nacionales puesta en marcha en el marco de la Hoja de ruta 2020», precisó.

Respecto a la Hoja de Ruta de Sectores difusos 2020, ha apuntado que incluye 43 medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en sectores como el de la vivienda, los transportes y los residuos, entre otros. García Tejerina destacó que la activación de las medidas de la actual hoja de ruta se encuentra aproximadamente en un 80% de lo planificado y que es importante implantar al 100% para conseguir una senda descendente de emisiones a 2020. A este respecto, anunció que la Oficina Española de Cambio Climático está revisando la hoja de ruta para identificar nuevas políticas de mitigación tempranas que permitan cumplir con lo establecido de una forma «costoeficiente» en 2030.

Del mismo modo, aplaudió el papel «clave» de la Unión Europea en la Cumbre de París, y aseguró que seguirá trabajando para mantener ese liderazgo en la nueva fase de implantación a nivel nacional que se abre tras el acuerdo, que lanza una “señal clara y unánime” de avanzar hacia un modelo de desarrollo económico, social y medioambiental. Al respecto, calificó la cita de «éxito» de la comunidad internacional por establecer un «marco que responde a las realidades geopolíticas y económicas actuales e intuye las futuras». A su juicio, este marco refuerza la cooperación internacional.

La India y Francia ratifican su alianza en energía solar

EFE.- El primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente de Francia, François Hollande, dieron inicio a la Alianza Solar con la primera piedra en Gurgaon (India) de la que será la sede central del organismo, una iniciativa conjunta lanzada en diciembre durante la Cumbre del Clima de París (COP21) y que pretende convertirse en una «plataforma de cooperación entre los países desarrollados que disponen de tecnología solar y los que están en vías de desarrollo».

En su discurso, Modi recordó que durante el último año, hasta la cumbre del clima de París, «el mundo estuvo hablando sobre cómo combatir el calentamiento global, lo que se ha convertido en una parte integral del camino hacia el desarrollo de un país». El primer ministro señaló que la alianza pretende hacerse con el apoyo de 122 naciones con más de 300 días de luz solar al año. «Debemos encontrar el equilibrio entre derechos y responsabilidades con el medio ambiente», agregó el dirigente indio.

Por su parte, el presidente francés indicó que «tras la COP21, está empezando una nueva etapa en la que nuestras palabras deben transformarse en acciones». Recordó que con la Alianza Solar se busca reunir 1,2 billones de euros hasta 2030 y generar una capacidad de 1.000 gigavatios de este tipo de energía en el plazo de 10 años. Adelantó que Francia aprobó 300 millones de euros para este tipo de iniciativas, mientras que la India ya tiene comprometidos 13,6 millones de euros. El objetivo es que en los 3 próximos años se produzca la transferencia de tecnología a países menos desarrollados y se abra este mercado para abaratar la inversión.

El presidente francés destacó el esfuerzo realizado por la India, cuarto emisor de CO2 del planeta y uno de los países más reacios a aceptar los acuerdos finalmente pactados en París. Hollande destacó cómo India se comprometió a recortar sus emisiones de carbono en un 35% para 2030 comparado con 2005 y a producir el 40% de su energía a partir de fuentes renovables. «Trabajaremos con India en la tarea vital del coste de la financiación» de estos proyectos, dijo. En ese sentido, recordó que empresas francesas ya son responsables del 10% de la capacidad de producción de energía solar instalada en India y que el objetivo sería que alcanzaran los 10 gigavatios con fines de iluminación urbana y rural.

Alcanzar un 36% de generación renovable a nivel mundial en 2030 incrementaría el PIB global en un 1,1%

EFE.- Si se consiguiera un 36% de generación renovable en el mix energético global en 2030 supondría un incremento del producto interior bruto (PIB) a nivel mundial del 1,1%, equivalente a 1,3 billones de dólares, según Beneficios económicos de las energías renovables, un informe publicado por la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) en el marco de su sexta asamblea, que analiza el impacto que tendría para la economía duplicar el porcentaje de generación renovable en 2030 respecto a niveles de 2010.

Alcanzar un 36% de generación renovable en 2030 supondría también la creación de 24,4 millones de empleos en el sector renovable para esa fecha, respecto a los 9,2 millones de personas a las que emplea en la actualidad. De esos 24,4 millones de nuevos empleos en 2030, 9 millones corresponderían al sector de los biocombustibles, 6,4 al solar, 5,5 al hidráulico, 3,3 al eólico y 0,2 a otras energías renovables. El aumento de generación renovable supondría también una notable reducción de las importaciones de carbón, gas y petróleo por parte de los países, de la que se benefician especialmente los países de la Unión Europea.

«Este nuevo análisis nos dice que la tan necesaria transición energética no sólo serviría para luchar contra el cambio climático, sino también para estimular el crecimiento económico y la generación de empleo», dijo Adnan Amin, el director del IRENA en la presentación del estudio. La IRENA celebró en Abu Dhabi su sexta asamblea con representantes de 150 países, entre ellos los principales artífices del acuerdo climático de París (COP21), que se vieron por primera vez tras la cumbre del clima.

Precisamente, en la lucha contra el cambio climático, Adnan Amin subrayó que, según datos de IRENA, se lograría reducir la mitad de las emisiones necesarias si las renovables supusieran ese 36% de la generación eléctrica global en 2030 para así mantener el calentamiento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados. La otra mitad de emisiones podría disminuirse mediante la eficiencia energética.

El mundo alcanza un acuerdo histórico para luchar contra el cambio climático en la Cumbre de París

Redacción / EFE.- 195 países aprobaron en París el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático, en el que de manera histórica tanto naciones desarrolladas como en desarrollo se comprometen a gestionar juntas la transición hacia una economía baja en carbono. El Acuerdo de París, llamado a cambiar el modelo de desarrollo del planeta hacia uno libre de combustibles fósiles, se aprobó cuando su principal artífice, presidente de la COP21, Laurent Fabius, dio el martillazo del consenso y dijo: «Acabamos de hacer algo grande».

Inmediatamente después, Fabius se fundía en un fuerte abrazo con la secretaria de la Convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres y con la embajadora francesa en la COP21, Laurance Tubiana, dos mujeres clave para conseguir el pacto, mientras muchos de los presentes lloraban de emoción, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Lograr este acuerdo ha costado dos décadas de cumbres del clima y 12 meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos «que se hayan hecho en la historia», según la ONU, en los que Fabius tuvo un liderazgo fundamental.

El acuerdo tiene como objetivo «mantener la temperatura media mundial muy por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales», aunque los países se comprometen a «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático». Para lograr ese objetivo, recoge compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático y obliga a los países tanto a rendir cuentas de su cumplimiento como a renovar sus contribuciones al alza cada 5 años. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias a nivel nacional para cumplir lo que dice en su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

Para asegurar que se alcanza el objetivo de menos de dos grados, la primera revisión de las contribuciones nacionales tendrá lugar en 2018, y la primera actualización de las mismas será en 2020. No habrá sanciones, pero existirá un comité de cumplimiento que diseñe un mecanismo transparente para garantizar que todo el mundo hace lo prometido en París, y que advierta antes de que expiren los plazos si está o no en vías de cumplirse.

Como objetivos a largo plazo, las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de entonces. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: que no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

El acuerdo obliga legalmente a los países desarrollados a contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán disponer. No obstante, la mayor parte de las responsabilidades de financiación no están en el acuerdo sino en la decisión que lo desarrolla (que no es legalmente vinculante), donde dice que las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

El texto reconoce la necesidad de poner en marcha un «mecanismo de pérdidas y daños», asociado a los efectos más adversos del cambio climático. El nuevo acuerdo entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado. «Acabamos de adoptar el acuerdo más significativo de la historia, hoy es día de celebración pero mañana mismo toca ponernos a trabajar para cumplirlo», apeló en el plenario el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete.

Éxito de la diplomacia francesa

El primero que decidió asumir la aventurada hazaña de intentar poner de acuerdo a cerca de doscientas naciones con intereses contrapuestos tras el devastador fracaso de la cumbre del clima de Copenhague (2009) fue el presidente francés, François Hollande, que eligió con gran tino a las dos personas para lideraron esta gesta. Frente a la costumbre de designar como presidente de la COP al ministro nacional de Medio Ambiente, Hollande optó por su titular de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, conocido por su sangre fría, para liderar la cumbre de París, apoyado por Laurence Tubiana, una diplomática implicada en las negociaciones del clima desde Kioto (1997).

Pese al esfuerzo y la convicción de Francia, el acuerdo no hubiera sido posible sin el impulso recibido por líderes globales como los de Estados Unidos, China, la India o Alemania, que captaron que luchar contra el calentamiento no es una cuestión sectorial y medioambiental, sino transversal, que afecta a todas las políticas. Cada uno tenía sus razones: Barack Obama llegó a la Casa Blanca comprometiéndose a combatir «la mayor amenaza que pesa sobre las generaciones futuras» y no quería dejarla sin un pacto; y el primer ministro indio, Narendra Modi, es muy consciente de que necesita el apoyo financiero para alumbrar con renovables al 20% de su población aún sin acceso a la electricidad.

Tampoco hay que olvidar a la secretaria de la convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres, que asumió el puesto 6 meses después de que el fracaso de Copenhague pusiera seriamente en duda la capacidad de las Naciones Unidas como marco de entendimiento de los países en esta cuestión. Para trasladar con fuerza el mensaje de que era «el momento» del acuerdo la costarricense se ha rodeado, en la sombra, de un equipo de 10 influyentes personalidades de todo el mundo, entre ellos el expresidente de México Felipe Calderón, o la exsecretaria de Estado española de cambio climático, Teresa Ribera, hoy parte de la delegación francesa y clave en las negociaciones con Latinoamérica.

Cuando llega la hora de la verdad y arranca la reunión de París, Francia demuestra haber aprendido de manera sobresaliente de los errores de Copenhague, y dirige las negociaciones con una transparencia sin precedentes. La primera semana deja hacer a los negociadores y Fabius se inventa un órgano llamado Comité de París compuesto de 14 ministros para facilitar y liderar las negociaciones. Los ministros no estaban nombrados al azar, sino escogidos con astucia entre los países que más resistencia ofrecían en algunos puntos, como Arabia Saudí, Venezuela, Bolivia o Brasil. Así neutraliza a los principales agentes de discordia y hace pesar sobre sus hombros la responsabilidad de resolver los desencuentros.

El jueves, cuando se acerca la hora del acuerdo y los países escenifican sus posturas más duras, Fabius decide inteligentemente dar el viernes como día de reflexión, recibir en su despacho a todos y posponer al sábado el acuerdo. A las 11.30 del sábado, un flamante Fabius entra en el plenario a presentar el acuerdo en medio de la ovación de los presentes, lo que demostraba que los países habían visto el texto final de consenso que Francia terminó de redactar a las 06.30 y que lo aceptaban. Francia da 6 horas para que el documento sea traducido a los idiomas oficiales de la ONU y revisado por los juristas y convoca un plenario para su aprobación a las 17.30.

El plenario se mantiene en vilo durante dos horas que pudieron truncar el acuerdo. Estados Unidos había advertido de que la versión inglesa contenía un error de traducción respecto a lo acordado, y que donde decía que las naciones desarrolladas «deben» seguir encabezando los esfuerzos de reducción de emisiones tendría que haber figurado un condicional: «deberían». Nicaragua, uno de los solo nueve países que no han presentado objetivos de contribución nacional en la lucha contra el cambio climático, indicó que se negaba a aceptar el cambio y que pensaba bloquearlo.

La obstrucción de Nicaragua hubiera mandado al traste el pacto, que obligatoriamente debía aprobarse por consenso, si no fuera porque el resto de países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, ALBA, (Venezuela, Ecuador, Bolivia o Cuba) le dejaron sola. Al verse acorralada, Nicaragua decide abandonar el bloqueo y, dos horas después de lo previsto, Fabius toma posesión del estrado para dar un rápido martillazo y fundirse en un fuerte abrazo a tres con Tubiana y Figueres, mientras gran parte de los negociadores presentes mostraban su emoción.

El acuerdo de París contra el cambio climático, en 10 puntos

EFE.- La cumbre del clima (COP21) de París adoptó el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático; repasamos los 10 puntos más destacados:

1. Objetivo: Mantener la temperatura media mundial «muy por debajo» de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, aunque los países comprometen realizar «todos los esfuerzos necesarios» para que no rebase los 1,5 grados y evitar así «los impactos más catastróficos del cambio climático».

2. Forma legal: El acuerdo adoptado es legalmente vinculante pero no la decisión que lo acompaña ni los objetivos nacionales de reducción de emisiones. No obstante, el mecanismo de revisión de los compromisos de cada país sí es jurídicamente vinculante para así garantizar el cumplimiento.

3. Reducción de emisiones: 187 países de los 195 que forman parte de la Convención de cambio climático de la ONU han entregado compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático que entrarán en vigor en 2020 y se revisarán al alza cada cinco años. Los países que no lo han hecho deberán presentarlos para poder formar parte del acuerdo. Cada Estado se compromete a tomar las medidas necesarias para cumplir con su contribución, y los que quieran podrán usar mecanismos de mercado (compraventa de emisiones) para cumplir sus objetivos.

4. Revisión: Los países revisarán sus compromisos al alza cada cinco años, con la idea de ir aumentando la ambición con el tiempo para asegurar que se alcanza el objetivo de mantener la temperatura «muy por debajo» de dos grados.

5. Cumplimiento: No habrá sanciones, pero habrá un mecanismo transparente de seguimiento del cumplimiento para tratar de garantizar que todo el mundo hace lo prometido, y que advierta antes de que expiren los plazos si los países van o no por la senda del cumplimiento.

6. Meta a largo plazo: Las naciones se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento. Además, los países se comprometen a lograr «un equilibrio entre los gases emitidos y los que pueden ser absorbidos» en la segunda mitad de siglo, lo que viene a suponer cero emisiones netas, o dicho de otro modo: no se pueden lanzar más gases que los que el planeta pueda absorber por sus mecanismos naturales o por técnicas de captura y almacenamiento geológico.

7. Financiación: El acuerdo dice que los países desarrollados «deben» contribuir a financiar la mitigación y la adaptación en los Estados en desarrollo, y anima a otros países que estén en condiciones económicas de hacerlo a que también aporten voluntariamente. La intención de financiar debe ser comunicada dos años antes de transferir los fondos, de manera que los países en desarrollo puedan planificar con qué cantidades podrán contar. Las naciones ricas deberán movilizar un mínimo de 100.000 millones anualmente desde 2020 para apoyar la mitigación y adaptación al cambio climático en los países en desarrollo, así como revisar al alza esa cantidad antes de 2025.

8. Pérdidas y daños: Se reconoce la necesidad de poner en marcha el «Mecanismo de Pérdidas y Daños» asociados a los efectos más adversos del cambio climático, pero no detalla ninguna herramienta financiera para abordarlo.

9. Adopción: Tendrá lugar en una ceremonia de alto nivel en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, el 22 de abril de 2016.

10. Entrada en vigor: El nuevo acuerdo de París entrará en vigor cuando al menos 55 partes, que sumen en total el 55% de las emisiones globales lo hayan ratificado.

Satisfacción y prudencia ante el acuerdo de París que marca un camino aún por andar

EFE.- Tras la firma del primer acuerdo global contra el cambio climático, políticos, científicos, ONG y asociaciones del mundo analizan, entre la satisfacción y la prudencia, las consecuencias de un consenso que abre un camino hacia economías libres de emisiones aún por recorrer. «El acuerdo de París es un hito. Ahora el destino de la Tierra depende de cómo de rápido y con qué solidez lo apliquemos», afirma el profesor Ottmar Edenhofer, del instituto Potsdam de Investigación sobre el Cambio Climático.

Más cauto se muestra el portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi, quien asegura que el éxito de un pacto que considera «insuficiente» dependerá ahora de «cómo se interprete y se ponga en práctica en cada país y de la movilización social y política para exigir que se cumpla correctamente». El acuerdo está revestido de un complejo envoltorio legal que hace que sea legalmente vinculante en su conjunto, pero no en buena parte de su desarrollo (las llamadas decisiones), ni en los objetivos nacionales de reducción de emisiones.

Su fuerza reside en el mecanismo con el que periódicamente se revisarán los compromisos de cada país, que sí es jurídicamente vinculante, y coloca una alta presión internacional sobre los países para que hagan los esfuerzos necesarios. Aunque su efectividad está aún por ser demostrada. Las revisiones serán claves porque los objetivos puestos sobre la mesa no garantizan que el calentamiento global se quede «muy por debajo» del objetivo de los 2 grados Celsius ni del deseable de 1,5 grados, sino que llevarán a que a finales de siglo la temperatura se haya elevado en 2,7 o incluso 3 grados.

El acuerdo de París es un «punto de inflexión histórico» que por primera vez ha puesto de acuerdo tanto a los mayores países emisores como a los más vulnerables, a los más ambiciosos y los más escépticos, a los ricos y los pobres, contra el cambio climático. Pero una vez disipada la emoción que ha provocado esta victoria del multilateralismo en una época en la que la cooperación internacional está de capa caída, el experto de Carnegie Institution, Chris Field, avisa de que «no es el momento de la autocomplacencia», sino de actuar en innovación, energías limpias y desarrollo sostenible.

En este sentido, se antoja fundamental movilizar sumas que alcancen los «trillones», en palabras de Nigel Topping, director ejecutivo de We Mean Business, una coalición de empresas y organizaciones que ya trabajan en la acción climática. Por su parte, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, dice que el acuerdo «manda una muy necesitada señal para disparar las inversiones públicas y privadas necesarias para llevar las economías hacia un mundo neutro en carbono» y reconoce que ejecutar el trabajo es ahora «una responsabilidad común».

El director ejecutivo de Greenpeace, Kumi Naidoo, va un paso más allá al proclamar el «fin de la era de las energías fósiles» tras la cumbre del clima de París (COP21). «Los inversores tienen que empezar a sacar el dinero del carbón, el petróleo y el gas. Y la gente que esté pensando en invertir tiene que hacerlo en renovables», señala Naidoo, quien agrega que «en los palacios de los países petroleros va a cundir el pánico, como debe ser».

El sector privado también ha participado de la COP21 y ha buscado mostrarse favorable al clima, como con el anuncio hecho por diez multinacionales, incluidas Dell, Kellogg, Sony, Thalys y Coca Cola, que durante la cumbre se comprometieron a fijarse objetivos de reducción de dióxido de carbono. O el paso dado por Google, que desveló durante la cita de París la compra de 842 megavatios de energías limpias para sus centros de datos, con el objetivo final de triplicar sus renovables de aquí a 2025.

Como nota negativa, dos de los sectores que más emisiones generan, la aviación y el transporte marítimo, se han quedado finalmente fuera del acuerdo, pese a que la Unión Europea defendió introducir una mención en el texto que sirviera como trampolín para impulsar las negociaciones internacionales en torno a esos dos ámbitos. «Que no se mencione la aviación y el transporte marítimo es una debilidad clave del acuerdo: sin acción en estos sectores, limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados es imposible», afirma Andrew Murphy, de Transport & Environment. Murphy recalca que ahora ambos sectores tendrán que hacer de algún modo «una contribución justa» a los objetivos del acuerdo.

El nuevo borrador de París abre la reducción de emisiones a entre un 40-95% en 2050 respecto a 2010

Redacción / Agencias.- El nuevo borrador del acuerdo que estos días se está negociando en la Cumbre del Clima de París (conocida como COP21) adelgaza el texto de 48 páginas en inglés a 29 y abre la puerta a una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de entre un 40 y un 95% para 2050 con respecto a los niveles de 1990. El acuerdo parece más cercano, eso sí, aún mantiene escollos como la financiación de la lucha contra el calentamiento global.

El último borrador se presentó en la reunión del Comité de París, el segmento ministerial de alto nivel encargado de cerrar el acuerdo el próximo viernes. El texto cuenta ahora con 29 páginas (por las anteriores 48) y 47 opciones recogidas entre 366 corchetes (antes eran 228 entre 1.609). El borrador sigue dejando abierto si los países se marcan como objetivo que la temperatura no suba más de 2 grados o más de 1,5 grados, o una fórmula mixta que suscriben ya 120 países: que no suba más de 2 pero reconociendo que lo ideal sería que no aumentara más de 1,5. A las dos últimas opciones se oponen rotundamente los países productores de petróleo.

En cuanto a la mitigación, el documento indica que las emisiones globales de efecto invernadero deben rebajarse “a la mayor brevedad posible”, y apuntó que esas reducciones deben estar entre un 40-70% o entre un 70-95% en 2050 respecto a 2010, además mencionar por primera vez el término “descarbonización”, es decir, no usar combustibles fósiles, lo que deja para “el transcurso de este siglo”, con lo que desaparece la mención del anterior borrador de que las emisiones globales deberían ser “igual a cero en el periodo 2060-2080″. También se descarta regular las emisiones de la aviación y el transporte marítimo.

En este texto, el futuro acuerdo climático adopta ya la forma legal perseguida por potencias como Estados Unidos, India o China, que han logrado eliminar un artículo, el 17, que hacía referencia a que los compromisos de reducción de emisiones presentados por los países fueran legalmente vinculantes. Para conseguir que las 186 contribuciones nacionales de lucha contra el calentamiento se cumplan sin que sean legalmente vinculantes, el texto prevé la fórmula planteada por Estados Unidos: un mecanismo de revisión de los compromisos al detalle y transparente, que sí sería jurídicamente vinculante.  Además, los países expresan también su voluntad de revisar esas contribuciones nacionales «al alza», y se emplazan a celebrar una nueva conferencia en 2018 o 2019 a tal efecto.

Pugna entre ricos y pobres

El presidente de la COP21, Laurent Fabius, señaló en el Comité de París que el texto tiene ahora tres cuartas partes menos de opciones recogidas entre corchetes y destacó que, “por supuesto, no es la versión final del acuerdo” ya que aún no han salvado algunos desacuerdos. Los tres principales puntos conflictivos son la diferenciación a la hora de asumir responsabilidades entre países ricos y pobres, la ambición del futuro acuerdo y la transferencia financiera para la mitigación y adaptación al calentamiento en los países en desarrollo. “Nada está aprobado. Hemos hecho progresos, pero queda aún mucho trabajo”, añadió, convencido de que las delegaciones terminarán la tarea encomendada de cerrar el documento para este viernes.

Entre los escollos, Fabius indicó que la mayor controversia viene de determinar quien debe asumir buena parte del coste de dirigir la economía mundial a un sistema de bajo consumo de carbono y cada cuánto se debe urgir a los países a acelerar e incrementar sus esfuerzos. Las naciones siguen divididas respecto al texto después de 11 días de negociaciones. Por ello, Fabius pidió a los negociadores que encuentren soluciones lo más rápidamente posible”. Por último, la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, destacó que “el texto no está cerrado” y que “hay cuestiones que desaparecen y luego vuelven a aparecer”, por lo que evitó profundizar en el borrador.

«Nuestro mensaje sobre el texto es claro: no es lo suficientemente contundente y necesitamos presionar a favor de la ambición», afirmó el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete. «Hay muchas cosas abiertas importantes encima de la mesa, pero creo que lo importante es que al final logremos ese consenso y este significa, ni más ni menos, que unanimidad, que nadie se oponga al texto», dijo la ministra García Tejerina.

La ex secretaria de Estado de Cambio Climático española, y miembro de la delegación francesa, Teresa Ribera, opinó que «el nuevo documento es un termómetro para saber cuáles son los puntos de desencuentro más duros, pero sin duda es un texto más simplificado que nos sitúa en el camino del acuerdo». Estados Unidos, la Unión Europea, México, Colombia y varias decenas de países de una «alianza» a favor de sellar un pacto «ambicioso» el viernes.

Por su parte, las organizaciones ecologistas creen que en el acuerdo está todavía «lo bueno, lo malo y lo peor» y que habrá que trabajar duro en las próximas horas para que los países petroleros «no tiren hacia lo peor», apuntó Kaisa Kosonen, portavoz de Greenpeace. En la misma línea, el representante de Equo en la Eurocámara, Florent Marcellesi, consideró que «los cambios no van por buen camino; es peligroso que estén desapareciendo los artículos que hacía referencia a la defensa de los derechos humanos».

Greenpeace reclama abandonar los combustibles fósiles en 2050 para evitar el calentamiento de 1,5 grados mientras WWF pide más ambición

Europa Press / EFE.- Las organizaciones ecologistas están en vilo: WWF pide que el acuerdo que salga de la Cumbre de París incluya la revisión de las contribuciones nacionales de reducción de CO2 para mejorar «la ambición» y desde Greenpeace inciden en que es necesario el «abandono total» de los combustibles fósiles en 2050 si se quiere impedir el calentamiento global de 1,5 grados.

La responsable de la campaña de Cambio Climático de la organización ecologista, Tatiana Nuño, denuncia que a pesar de que el borrador mantiene el objetivo de no sobrepasar de 1,5 grados el aumento de la temperatura media del planeta, «detrás de algunas de las palabras» pueden verse todavía «los intereses de los estados productores de petróleo». Para Greenpeace, «lo peor» que aparece en este borrador es «cómo está formulado lo relativo a la fecha límite» para la eliminación de las emisiones de carbono. «Es necesaria una fecha clara», ha insistido y ha aconsejado establecer un «plazo ajustado» para 2050 ya que, según Greenpeace, ésta es la «única forma de no sobrepasar» ese grado y medio.

«El plazo de 2050 para la descarbonización total es factible si se pone la necesaria voluntad política. Los hechos juegan a favor. Gracias al crecimiento de las energías renovables, las emisiones mundiales pueden estar ya dejando de crecer», ha explicado Nuño. Por último, la ONG ha destacado que «hay una desconexión entre lo que está sucediendo en la sala de conferencias de la COP y lo que ocurre en el mundo real». Por ello, ha pedido a los negociadores que «eleven el listón» y que si «son capaces de comprometerse con una meta de 1,5 grados» también «deben ser capaces» de establecer una fecha de eliminación de los combustibles fósiles.

«Jugar al póquer» el futuro

Por su parte, el director de Greenpeace, Kumi Naidoo, también instó a los líderes de los países negociadores a «dejar de jugar al póquer» con el futuro de la humanidad y cerrar un acuerdo ambicioso en la cumbre climática de París, que persiga contener el calentamiento global en 1,5 grados a finales de siglo. «No pueden seguir jugando a un póquer político con el futuro de nuestros hijos y sus hijos. Tienen que preguntarse: si no cierran un acuerdo ahora, cuándo; si no aquí, dónde; y si no nosotros, quiénes lo hará», dijo Kumi Naidoo.

«El planeta como tal no necesita ser salvado, porque si fracasan, lo que va a pasar es que nosotros desapareceremos, la humanidad como especie desaparecerá y una vez que esto suceda los océanos y los bosques se recuperarán», afirmó. Naidoo advirtió de que con la naturaleza no se puede negociar, ni se le puede dar una «patada hacia delante, como si fuera fútbol político». Por eso, pidió a los líderes de todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo, que se comprometan con un acuerdo ambicioso. «No es una cuestión -argumentó- sobre si yo o Greenpeace podremos vivir con un mal acuerdo o no. Es una cuestión de si nuestros hijos podrán vivir, sin más».

WWF pide revisar «con ambición»

La organización WWF ha reclamado que se incluya la revisión de las contribuciones nacionales de reducción de CO2 para antes de 2020, cuando entrará en vigor, para evitar que el aumento de la temperatura se acerque a 3 grados centígrados.Además, WWF advierte de que existe un «peligro real» de que si no se incluye esta revisión, el acuerdo podría estar bloqueado en los próximos 10 o 15 años ya que las actuales contribuciones son «insuficientes» para limitar a 2 o a 1,5 grados centígrados el aumento de la temperatura.

En este sentido, insta a los Gobiernos a apoyar un proceso de revisión científico «sólido, transparente e inclusivo», que se base en la equidad y la justicia para los próximos años, «lo ideal sería en 2018 y antes de que el nuevo acuerdo entre en vigor» para incrementar el nivel de ambición. «Los días que quedan deben servir para asegurar un acuerdo sobre este elemento crítico. Necesitamos que los países den un paso adelante y defendemos esto como una cuestión de urgencia», subrayó la ONG.

Presión global para el acuerdo

Por su parte, la presidenta de WWF, Yolanda Kakabadse, confía en que de la cumbre del clima salga un acuerdo global de lucha contra el cambio climático porque «los que toman las decisiones saben que, si no toman medidas ahora, estamos fritos» por el calentamiento. La exministra ecuatoriana de Medio Ambiente y líder de una de las principales organizaciones ecologistas afirma que el momento actual de las negociaciones «es de un pánico lógico». «Estamos en un momento de mucha tensión, pero confío en que haya un acuerdo decente, responsable y de alguna manera visionario», explica.

A Kakabadse no le «preocupa» que los países «estén posicionados hoy de manera muy dura» porque «eso forma parte de una estrategia, siempre se ponen radicales antes de ceder». Su «miedo» es «que se licuen los acuerdos y los países empiecen a aflojar y a ser menos ambiciosos», pero agrega que veía «más riesgo de que eso pasara en cumbres anteriores, no en esta donde hay tanta presión global». «Creo que los tomadores de decisiones tienen claro que la COP21 tiene que ser significativa, no hay más tiempo para esperar«, subraya una de las mujeres más influyentes en materia medioambiental.

La COP21 tiene un borrador de acuerdo para ser ultimado por los ministros

EFE.- La primera semana de negociaciones en la cumbre del clima de París (COP21) culminó con la aprobación de un borrador de acuerdo que terminarán de ultimar los ministros de cerca de 200 países a partir del lunes, en tanto que los artículos más problemáticos siguen aún sin cerrar. El documento aprobado es fruto de cuatro años de trabajo de los negociadores, que, en la cumbre de Durban (Sudáfrica) de 2011, recibieron el mandato de elaborar el texto de un acuerdo universal de lucha contra el cambio climático.

El texto ha pasado de las 55 páginas con las que llegó a París a las 48 actuales, de las que 22 corresponden al pacto en sí que se prevé aprobar el próximo viernes, 21 a un paquete de decisiones que lo desarrollarían y 5 a un anexo con 96 propuestas de cambios introducidas por las partes a última hora. La embajadora francesa en la cumbre, Laurence Tubiana, reconoció que el borrador aún recoge todas las opciones, muchas contradictorias entre sí, cuenta con más de mil paréntesis y deja sin resolver las dos áreas más conflictivas: la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo, y la financiación a estos últimos para crecer bajos en carbono y se adapten al calentamiento.

No obstante, admitió que el documento «indica el deseo de todos de alcanzar un gran pacto», aunque «todavía no estemos al final del camino» y «la mayor parte de los temas más problemáticos continúan sin resolver». «Sobre esta base deberán negociar los ministros», que el lunes a primera hora llegan París, dijo Tubiana, quien advirtió de que su Gobierno «no tiene un plan B» y confía en contar con la versión final el jueves por la mañana, para que los juristas la revisen y los traductores la preparen en los seis idiomas oficiales de la ONU, con el fin de que sea suscrita el viernes.

Tras Tubiana intervinieron en el plenario los portavoces de todos los grupos de negociación, quienes coincidieron con la idea lanzada por la jefa del equipo negociador de la Unión Europea, Elina Bardram, quien dijo que es «un texto aceptable para todos». A pesar de haber logrado una base para el futuro pacto universal de lucha contra el calentamiento en esta semana, la mayoría de los negociadores consultados reconocen que la labor diplomática que queda pendiente para los ministros es «tremenda». «Nos hubiera gustado que el texto hubiera llegado a este punto con muchos más puntos cerrados», lamentó en el plenario la embajadora de Sudáfrica, Nozipho Mxakato-Diseko, portavoz de los más de 130 países del grupo de negociación G7 más China.

La directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, apuntó que «todas las opciones siguen estando encima de la mesa, no se ha avanzado en ningún punto político». Tanto Ulargui como el comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete, valoraron que «las cuitas de la Unión Europea» siguen dentro del acuerdo, tanto en materia de ambición como de mitigación. «La próxima semana será la del compromiso, cuando se deban cerrar los temas más difíciles», dijo Arias Cañete.

Mientras la Unión Europea y Estados Unidos desean que la diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo «se vaya diluyendo», países como India, China y los países petroleros presionan para que se mantenga y para que el compromiso de cumplir los objetivos nacionales no sea obligatorio para ellos. Del mismo modo, quieren que el cometido de financiar a los más vulnerables sólo recaiga en los países considerados ricos en un anexo de la convención de cambio climático de la ONU de 1992, cuya mención actualmente, en un mundo tan diferente, enerva a la Unión Europea.

El enconamiento del debate de la diferenciación choca en muchos casos de bruces con la propia realidad: a día de hoy, 186 países, incluyendo la inmensa mayoría de las naciones en desarrollo, han presentando compromisos de reducción de emisiones para incluir en este acuerdo. Sólo Venezuela, Uzbekistán, la República Popular Democrática de Corea, Libia, Siria, Panamá, Nepal, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves y Timor Oriental no han presentado compromiso, en algunos casos por motivos evidentes de su situación de conflicto.

Aunque también contribuyen a la financiación de los más vulnerables, China aportó recientemente 3.000 millones de dólares, lo cierto es que las potencias emergentes no quieren «dejarse computar» oficialmente en este aspecto, aseguró Valvanera Ulargui. «La Unión Europea no quiere que la diferenciación se diluya de manera traumática e inmediata para estos países, pero sí que vayan contribuyendo a medida que mejoren sus economías», explicó la jefa del equipo español.

Por su parte, las ONG se mostraron optimistas respecto a «cómo avanza el proceso», aunque cautelosas «por la lentitud con la que se progresa en el contenido». Martin Kaiser, portavoz de Greenpeace, recordó que a estas alturas en la última cumbre en la que se trató de alcanzar un pacto global «había un texto de 300 páginas, frente a las poco más de 20 de acuerdo que hay en París, donde el clima de negociación es mucho más constructivo». Kaiser alertó, sin embargo, de que «el acuerdo no está garantizado». También Tasneem Essop, jefa de la delegación de WWF en la cumbre, aseguró que «los ministros van a tener que correr una carrera contra reloj para asegurar un acuerdo fuerte».

Fabius se muestra «realmente optimista»

El presidente de la cumbre del clima (COP21) y ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, afirmó que, ante los últimos avances en las negociaciones, comienza a sentirse «realmente optimista» aunque queda todavía mucho trabajo pendiente. «Con las últimas informaciones que me han llegado, empiezo a ser realmente optimista, pero aún falta mucho por hacer. Por lo tanto, diría que ésta va a ser la COP de la acción», manifestó el ministro galo. Así se pronunció en el «Día de la Acción», en el que más de 50 personalidades de todo el mundo, como los actores Leonardo DiCaprio y Sean Penn, se reúnen en París para simbolizar el apoyo de la sociedad civil a la lucha contra el calentamiento.

«Solíamos tener solo gobiernos, pero ahora tenemos actores, de diferentes lugares, que quieren compartir su experiencia. Esto es importante», manifestó por su parte el ministro de Medio Ambiente peruano, Manuel Pulgar. Fabius confió en que el impulso que espera que suponga la COP21 para la lucha contra el cambio climático se mantenga al término de la cumbre y llegue más allá. «La sociedad está lanzada y la acción no se parará más. Estoy completamente convencido de que el movimiento lanzado va a continuar en los años siguientes y ampliarse», afirmó.

La secretaria de la Convención Marco sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC), Christiana Figueres, recalcó que «lo que estamos haciendo en estos tres, cuatro o cinco días es muy notable, pero nada comparado con lo que tenemos que hacer», avanzó. Figueres añadió que es importante darse cuenta de que «debemos» actuar porque la ciencia apunta a que solo se dispone de un estrecho margen para contrarrestar el cambio climático, pero también por un «imperativo moral», dado que si no se toman iniciativas con rapidez, sus efectos se cebarán con los más vulnerables.