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Ecologistas en Acción lanza la campaña Desenchúfate de la energía nuclear con motivo del aniversario de Chernóbil

Redacción / Agencias.- Mientras Ucrania ha celebrado un homenaje para recordar el trigésimo aniversario del desastre nuclear de Chernóbil, que contaminó permanentemente áreas del este de Europa y resaltó las debilidades del hermético sistema soviético, Ecologistas en Acción lanzó la campaña Desenchúfate de la energía nuclear con motivo del 30 aniversario del accidente en la central de Chernóbil, en la que se anima a la ciudadanía a prescindir de la aportación nuclear en su consumo eléctrico.

Junto a otras asociaciones, la campaña de Ecologistas en Acción hace hincapié en que para evitar accidentes como los de Chernóbil o Fukushima hay que proceder «al cierre escalonado de las nucleares lo antes posible». En España, la aportación nuclear a la potencia instalada es baja, del 6,8%, pero los ecologistas creen que con la regulación se “beneficia” a los propietarios de las centrales nucleares, lo que hace que la energía nuclear suministre más del 20% de la electricidad consumida.

La propuesta de la campaña es que los usuarios adopten medidas que disminuyan el consumo doméstico, fundamentalmente de ahorro y eficiencia. Entre ellas, la mejora del aislamiento de la vivienda, la instalación de dobles vidrios en las ventanas y la incorporación de iluminación LED, la instalación gradual de electrodomésticos eficientes cuando los antiguos se vayan estropeando. Además, la campaña propone el cambio de la comercializadora de electricidad actual por aquellas que venden energía de origen renovable certificada, aunque lo cierto es que la energía vertida a la red no permite garantizar su origen y que no provenga de centrales nucleares.

Homenaje en aniversario de Chernóbil

En abril de 1986, una prueba fallida en la central nuclear de la entonces Ucrania soviética provocó una fusión que emitió nubes mortales de material atómico a la atmósfera, forzando a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares. Familiares de aquellos que murieron como resultado del peor accidente nuclear del mundo acudieron a la vigilia celebrada en una iglesia de Kiev construida en su memoria. «No pensamos que este accidente cambiaría todas nuestras vidas. Fue una guerra nuclear silenciosa para nosotros», cuenta Liudmila Kamkina, antigua trabajadora de la planta. Otros se reunieron en un homenaje en Slavutich, ciudad a 50 kilómetros de Chernóbil que se estableció para acoger a muchos de los evacuados.

Más de medio millón de personal civil y militar de toda la antigua Unión Soviética fue reunido para participar como «liquidadores» en la limpieza y contención del desastre nuclear, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 31 trabajadores de la planta y bomberos murieron inmediatamente después del accidente, la mayoría de ellos por una contaminación aguda de radiación. Durante las últimas tres décadas, miles más han muerto por enfermedades relacionas con la radiación, como el cáncer, aunque la cifra total de fallecidos y afectados a largo plazo sigue siendo objeto de un intenso debate.

Nikolai Cherniavskiy, de 65 años, que trabajó en Chernóbil y más tarde fue un liquidador voluntario, recuerda haber subido al tejado de su bloque de apartamentos cerca de la localidad de Prípiat para ver la planta después del accidente. «Mi hijo dijo ‘papá, papá, quiero mirar también’. Él tiene que llevar gafas ahora y siento que es mi culpa por dejarlo mirar»,  relata el liquidador.

Una víctima de Chernóbil invitada por Greenpeace intentará convencer a los políticos españoles de los «riesgos» de la energía nuclear

Redacción / Agencias.- Mientras San Sebastián acogerá esta semana el cierre de la Semana de Acción Europea Por un futuro sin Chernóbil ni Fukushima con un programa de actividades dedicado a profundizar en la sensibilización sobre esos desastres nucleares y sus efectos, una maestra ucrania de 43 años y víctima del accidente nuclear de Chernóbil llegará a España invitada por Greenpeace con el objetivo de mantener reuniones con los principales partidos políticos españoles y «alertar de los riesgos que entraña la energía nuclear».

Se trata de Svitlana, una profesora ucrania que el 26 de abril de 1986, cuando se produjo la catástrofe nuclear de Chernóbil, residía en la aldea de Orane, a unos pocos kilómetros de Chernóbil. Esta víctima de la radiación se reunirá a lo largo de esta semana con representantes políticos del Parlamento catalán, de la Cámara vasca y del Congreso de los Diputados, ya que fuentes de la ONG explicaron que el objetivo es que se vea con todos los grupos parlamentarios de estas cámaras.

Tanto Svitlana como muchas otras personas de Ucrania, Rusia y Bielorrusia sufren aún, 30 años después, los efectos de la fuga radiactiva y «son el verdadero rostro de una fuente de energía incontrolable e innecesaria», según la organización ecologista Greenpeace. En 2006, 20 años después, esta ONG cifró en 200.000 las víctimas mortales y previó otras 93.000 por casos de cáncer asociados a la radiación. Greenpeace recuerda que el accidente nuclear de Chernóbil es el «más grave sucedido hasta la fecha» y que las consecuencias no sólo se dieron en el momento en el que se produjo el accidente, sino actualmente, ya que buena parte de la población de la zona arrastra problemas de salud y psicológicos asociados al accidente.

San Sebastián, Chernóbil y Fukushima

Según la asociación Bikarte, que promueve el acogimiento temporal de niños rusos y bielorrusos en familias vascas, se trata de poner el colofón a una iniciativa anual apoyada por el Parlamento de la Unión Europea. El programa organizado en San Sebastián incluirá una exposición fotográfica, conferencias y otras iniciativas. Un concierto solidario en la basílica de Santa María a cargo del Orfeón Donostiarra pondrá este sábado el punto final a la Semana de Acción Europea.

Entre las ponencias, que se desarrollarán entre el jueves y viernes en el auditorio del Aquarium y la Facultad de Derecho de la UPV/EHU, destacan las que impartirán Alexander Shimasky, militar que trabajó como testigo o «liquidador» tras el accidente de la central de Chernóbil, y Alexei Nesterenko, director del instituto Belrad de Bielorrusia, entidad dedicada a la medición de radicación en el cuerpo humano.

Japón acoge el primer foro internacional sobre el desmantelamiento de Fukushima

EFE.- Mientras siguen encontrándose sorpresas desagradables en Fukushima, dónde se ha detectado radiación inusualmente alta en un depósito de agua, estos días se celebra en Iwaki (Japón), localidad situada a 40 kilómetros al sur de la accidenta planta nuclear, el primer Foro Internacional para el Desmantelamiento de la Central Nuclear de Fukushima Daiichi, convocado por el Ministerio nipón de Economía, Comercio e Industria con el objetivo de promover avances en el largo proceso para finiquitar la crisis atómica originada por el seísmo y tsunami del 11 de marzo de 2011.

«La cita tiene un primer objetivo, eminentemente técnico, en terrenos como el desmantelamiento en sí o la gestión de residuos», explicó el vicedirector general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el español Juan Carlos Lentijo. «Se trata de poner en común experiencia y conocimientos de cara a perfeccionar y orientar las tareas para desmantelar la planta, una labor que se calcula que llevará entre tres y cuatro décadas, y las que haya que ejecutar en un futuro en otras instalaciones, ya sea en situaciones similares o distintas», añadió.

Evaluación de riesgos en Fukushima

Las sesiones tratarán la evaluación de riesgos que encaran las operaciones en la accidentada central o el análisis de posibles estrategias para la retirada del combustible fundido, la labor más compleja de todo el proceso. «En lo referente a Fukushima se trata también de entender lo sucedido y sacar lecciones de ello», opinó Lentijo, que también es director del departamento de seguridad nuclear del organismo con sede en Viena (Austria).

La cita, que también cuenta con la presencia del director general de la Agencia de la Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), William D. Magwood IV, busca además promover avances en investigación y desarrollo para poder afrontar de manera segura las labores de desmantelamiento a través del uso de maquinaria o dispositivos robóticos. En este sentido, en el foro participan representantes de empresas punteras y centros de investigación.

Lentijo destacó la importancia del que considera el otro gran objetivo del encuentro; «mejorar la comunicación» entre el sector nuclear y el resto de la sociedad. «La aceptación del público es clave. La gente quiere saber en qué se está avanzando en el caso de Fukushima o qué riesgos persisten en materia de seguridad y es importante transmitir correctamente toda esa información«, aseveró el dirigente.

Radiación inusualmente alta en agua

Por otra parte, el personal de la central nuclear de Fukushima ha detectado unos niveles inusualmente altos de radiación en un depósito de agua subterráneo en desuso e investiga el origen de estas mediciones, según confirmó la empresa operadora de la planta.El pasado 6 de abril, los técnicos de la planta midieron 8.100 becquereles por litro de agua de sustancias emisoras de rayos beta en el tanque en cuestión.La cifra es casi 100 veces superior en comparación con los 87 becquereles por litro que los aparatos registraron una semana antes.Al día siguiente, las muestras de agua del tanque arrojaron aún un nivel de radiación aún mayor, 9.300 becquereles, según detalló una portavoz de Tokyo Electric Power (TEPCO).

El tanque en cuestión fue construido hace tres años para almacenar las numerosas toneladas de agua muy contaminada que generaba la planta tras el accidente de 2011. Sin embargo, debido a diversas fugas, estos tanques pronto fueron sustituidos por otros más sólidos y permanecen desde entonces en desuso.La mayor parte de líquido radiactivo fue extraído mediante sistemas de bombeo aunque aún queda algo en su interior.Pese a que ya no son empleados para almacenar agua tóxica, los técnicos de Fukushima revisan regularmente los niveles de radiación de estos depósitos. TEPCO ha dicho que seguirá investigando el origen de este incremento ante la posibilidad de que algún tipo de agua contaminada se esté filtrando al interior de este depósito.

Miles de trabajadores van diariamente a la central de Chernóbil en los trabajos de desmantelamiento 30 años después del accidente

EFE.- 30 años después del más grave accidente nuclear de la historia, miles de trabajadores siguen acudiendo cada día a la central de Chernóbil (Ucrania), el epicentro de la catástrofe que obligó a evacuar a cientos de miles de personas y contaminó amplias zonas de Europa.

«Hay unos 1.500 trabajadores en la plantilla, que se ocupan del programa de desmantelamiento de la planta, y además otros 1.000 o 2.000 contratados por el consorcio internacional que construye el nuevo sarcófago para el reactor 4″, explica Anton Pobor, del departamento de cooperación internacional de la central. Situada 120 kilómetros al norte de Kiev y junto a la frontera con Bielorrusia, Chernóbil desprende una aparente normalidad, con empleados pasando por los tornos de acceso o noticias sindicales en los muros, pero el dosímetro de radiación que todos llevan colgado del cuello nos devuelve a la realidad. También algunos anuncios sobre colectas con las que costear los tratamientos médicos que requieren muchos de sus antiguos empleados afectados por la radiación.

La falsa normalidad también se siente a la salida de la central, ya que todo trabajador o visitante debe pasar por un medidor de radiación que indica si se está «limpio» o «contaminado«. Pobor sale a recibirnos vestido con bata y cofia blancos, el «uniforme» obligatorio para todo trabajador o visitante, y nos hace firmar por escrito que no vamos a tocar ningún botón. Aquí se trabaja en el desmantelamiento definitivo de los reactores 1, 2 y 3, que siguieron funcionando tras la catástrofe del 26 de abril de 1986 y fueron parados hasta dejar de operar en el 2000.

«En 2015 comenzó la segunda fase del programa, para la parada total de la planta y la conservación de las unidades. Se trata de garantizar el almacenamiento seguro del combustible nuclear y todo el material radiactivo que contienen los reactores», explica Pobor. Por los pasillos de más de 600 metros de largo que recorren la planta se mueven silenciosas figuras de blanco inmersas en sus tareas cotidianas, sea en las salas de control, de ordenadores o en las turbinas. En la sala de control del reactor número 2, varios ingenieros trabajan en una maraña de botones, palancas y paneles, beben té o incluso fuman distendidamente.

Al fondo de uno de esos largos corredores hay una pequeña puerta: «por ahí se entra al bloque número 4», nos muestra Antón, pero pasamos de largo. A varios cientos de metros del edificio principal, una gigantesca cantera acoge la construcción del segundo sarcófago, el gran arco de acero, plomo y otras materias que deberá garantizar que el fatídico reactor 4 no emita radiación en al menos un siglo. El nuevo sarcófago está llamado a sustituir a la primera cubierta, un gigantesco cubo de hormigón que fue terminado unos siete meses después de la catástrofe.

«El primer sarcófago está acabando su vida útil, que era de 30 años, por eso es tan urgente construir una nueva protección», señala Yulia Marusich, especialista del departamento internacional de Chernóbil. Cientos de obreros y especialistas circulan por la zona de construcción del sarcófago. «Toda el área fue descontaminada exhaustivamente antes de comenzar, para evitar riesgos al personal. A pesar de todo, la radiación ahí es unas 20 veces superior a la de Kiev», afirma Yulia. A finales de 2017 comenzará a operar este segundo sarcófago, y en 2023 se espera completar la destrucción de la vieja estructura, la tarea más delicada de todo el proyecto ya que implica trabajar en el interior del reactor.

Activan el muro de hielo de Fukushima para frenar los vertidos radiactivos

EFE.- La operadora de la accidentada central nuclear de Fukushima activó el «muro de hielo» subterráneo construido en torno a los reactores, una medida destinada a contener los vertidos de agua contaminada al océano Pacífico. La operadora de la planta, Tokyo Electric Power (TEPCO), puso en marcha el sistema de tuberías subterráneas que permitirá congelar el subsuelo y crear una barrera física alrededor de las 4 unidades dañadas por el terremoto y tsunami de marzo de 2011, según confirmó una portavoz de la empresa.

La instalación del sistema ha llevado 2 años, y pese a que TEPCO presentó el proyecto en 2013 la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) no había dado su visto bueno hasta ahora para analizar en profundidad la seguridad del proyecto, que costará unos 34.500 millones de yenes (271 millones de euros/307 millones de dólares). En la víspera, la NRA dio luz verde a una primera fase del «muro de hielo», que flanqueará la cara de Fukushima Daiichi que da al mar (oeste de la planta). Más adelante, la segunda fase de la barrera helada se extenderá a las zonas norte y sur de las instalaciones nucleares, lo que supondría completar aproximadamente el 95% de su perímetro total, detalló la portavoz.

Impedir agua entre a reactores

El primer tramo del «muro de hielo» tardará aproximadamente mes y medio en estar operativo; su fin es que el agua de los acuíferos subterráneos no penetre dentro de los edificios de los reactores, donde se mezclan con refrigerante contaminado. El objetivo es lograr reducir el volumen de agua radiactiva que se acumula en los sótanos de las unidades nucleares, donde se filtra después por efecto del rebalsamiento al Pacífico.

Una vez esté operativa la barrera helada, la cantidad de agua que se filtra diariamente en las instalaciones nucleares se reducirá desde las aproximadamente 200 toneladas actuales hasta unas 50 toneladas, según TEPCO. Esta cantidad se podría reducir aún más si se completa la tercera fase de la barrera subterránea, es decir si se sella el subsuelo del lado este de la central. La NRA aún no ha autorizado la construcción del «muro de hielo» en esta última zona, ya que teme que si el nivel de los acuíferos subterráneos en torno a los reactores es inferior al líquido radiactivo que se acumula dentro de ellos se podrían producir fugas.

Miles de «liquidadores» de Chernóbil piden en Ucrania ayudas al Gobierno

EFE.– Unos 6.000 miembros de organizaciones ucranianas de «liquidadores», aquellos que participaron en los trabajos para hacer frente al accidente de la central nuclear de Chernóbil, se manifestaron por el centro de Kiev para exigir al Gobierno más ayudas y reconocimiento. «Los liquidadores se extinguen como velas», señalaba una de las pancartas, en alusión a los cientos de miles de personas que colaboraron de alguna manera en las tareas ligadas a la catástrofe atómica del 26 de abril de 1986.

«Nosotros salvamos al mundo. Salvamos vidas. Vosotros vivís felices, nosotros estamos enfermos y muriendo, queremos vivir como vosotros», podía leerse en otro cartel portado por los manifestantes, que marcharon hacia el edificio del Consejo de Ministros. Guennadi Alexandrovich, uno de los asistentes, afirmó: «Nos hemos reunido para atraer la atención del Gobierno, de nuestra sociedad y del mundo entero sobre el problema de los liquidadores».

«Hay leyes en Ucrania que protegen los derechos de los liquidadores, pero primero no se cumplen, y además queremos que cambien», señaló otro manifestante, Gleb Malutin, representante de una de las organizaciones convocantes. Explicó que, según la ley, la pensión del liquidador se calcula de acuerdo al salario que recibía en el momento del accidente. Por ello, «si la persona era trabajador de la central nuclear recibe una buena pensión, pero si era uno de los soldados que fueron enviados a luchar contra la radiación recibe una cantidad de miseria. Eso no es justo», subrayó.

Vladímir Gúdov, que fue uno de los vicejefes del batallón especial que se envió a Chernóbil para frenar la propagación de la radiación, señaló que la situación de los liquidadores empeoró tras la desintegración de la URSS en 1991. «En los tiempos soviéticos la sanidad era gratuita, teníamos protección social. Después se hizo de pago y no podemos hacer frente a los tratamientos», señaló. «Lo que hicimos salvó al mundo, evitamos que se repitiera una explosión que habría sido más letal que la primera, que habría destruido ciudades como Kiev y Minsk y hecho de Europa un continente inhabitable», asegura.

El Gobierno alemán defiende el apagón nuclear en 2022

EFE.- El Gobierno alemán defendió ante el Tribunal Constitucional su decisión de acelerar el apagón de todas las centrales nucleares para 2022, en el proceso por una demanda presentada por los consorcios energéticos alemanes E.On y RWE y el sueco Vattenfall. «Precisamente también por las décadas de controvertido debate social como trasfondo, no era factible continuar de la misma manera», declaró durante el juicio la titular de Medio Ambiente alemana, Barbara Hendricks.

En ese sentido, se mostró convencida de que determinar por ley una fecha definitiva para el apagón nuclear contribuye a aplacar la controversia de décadas en torno a la energía atómica. «Entre tanto existe un amplio consenso social respecto a que en un futuro las necesidades energéticas se cubran en la medida de lo posible con energías renovables», agregó. De hecho, recordó que ya en 2002 se había acordado el apagón definitivo y subrayó que la ley de 2011 hace referencia a este consenso. «El hecho de que se avanzara en el apagón nuclear no es ninguna circunstancia nueva», sentenció.

En tanto, los consorcios energéticos E.On, RWE y Vattenfall subrayaron su derecho a una indemnización ante el cambio radical de la política energética del Gobierno alemán tras la tragedia de Fukushima, que equiparan a una expropiación. El cuarto gran suministrador energético, EnBW, comparte esta interpretación jurídica pero no participa en la demanda, pues más del 98% pertenece a manos públicas.

En opinión del presidente de la junta directiva de E.On, Johannes Teyssen, esta decisión política debe ser sostenida de forma solidaria por toda la sociedad, pues de lo que se trata en definitiva es de una «compensación justa«. En tanto, el presidente de la junta directiva de RWE Power AG, Matthias Hartung, subrayó que los legisladores pueden por supuesto llevar a cabo una nueva evaluación de la energía atómica, pero señaló que esto debe ocurrir siempre en el marco constitucional.

La coalición de gobierno entre la CDU de la canciller, Angela Merkel, y los liberales del FDP, decidió en 2011 tras la tragedia nuclear de Fukushima dar marcha atrás al plan energético para prolongar la vida de las centrales atómicas aprobado el año antes. El Gobierno alemán estableció por ley un calendario de cierres gradual de las entonces 17 nucleares todavía en funcionamiento, las últimos a más tardar en 2022.

Paralelamente, los consorcios están negociando con el Gobierno el reparto de la enorme carga económica y de riesgos que supondrá el desmantelamiento de las centrales nucleares y el almacenamiento de los residuos atómicos. Berlín reclama para hacer concesiones la retirada de todas las demandas, por lo que no queda descartado que Gobierno y consorcios energéticos lleguen a un acuerdo extrajudicial.

Japón, Estados Unidos y Francia trabajarán juntos para desmantelar Fukushima, cuya situación todavía es complicada según la OIEA

EFE / Europa Press.- La situación actual en la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi «todavía es complicada«, cuando se cumplen 5 años desde que un tsunami posterior al terremoto que convulsionó el país nipón provocara un accidente sin precedentes en un reactor atómico. En este sentido, el Gobierno de Japón trabajará con Estados Unidos y Francia para desarrollar las tecnologías necesarias para retirar el combustible fundido de la accidentada planta.

El trabajo para desmantelar Fukushima se ha completado en un 10%. De este modo, el Ejecutivo nipón espera completar el desmantelamiento de la planta, propiedad de la compañía eléctrica Tokyo Electric Power (TEPCO), con la ayuda de expertos y tecnologías de Estados Unidos y Francia. El Departamento de Energía estadounidense y la Agencia Nacional de Investigación gala colaborarán con el Ministerio de Ciencia y Tecnología japonés para llevar a cabo las labores pendientes. Washington ayudará a Tokio a crear equipamiento y tecnología para hacerse cargo y deshacerse de los residuos radiactivos derivados de las labores de desmantelamiento, mientras que París cooperará con el país asiático para desarrollar tecnologías por control remoto que puedan resistir entornos con altos niveles de radiación.

Japón ya ha enviado varios robots al interior de dos de los tres reactores dañados durante el accidente, donde los niveles de radiación actuales impiden la entrada de un humano. Los dispositivos introducidos en el reactor 1, el peor parado, fueron abandonados tras resultar dañados por la radiactividad.  Por otro lado, expertos de universidades, investigadores e ingenieros investigarán en materia de robótica, procesamiento de imagen y otras tecnologías para avanzar en el proceso de desmantelamiento.

En los últimos 5 años, el Gobierno nipón y TEPCO han lidiado con las toneladas de agua contaminada empleada para enfriar los reactores cuando el seísmo y el tsunami los dejaron sin los generadores primarios y de emergencia, pero ahora tienen que seguir avanzando en los trabajos, incluida la retirada del combustible. La retirada de las barras de combustible fundido es el proceso más complejo dentro de las labores de desmantelamiento de la central, que llevarán tres o cuatro décadas.

Situación “todavía complicada” en Fukushima

Por otro lado, la situación actual en la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi «todavía es complicada», según el director general adjunto y responsable del Departamento de Seguridad Nuclear de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Juan Carlos Lentijo, que cree que aún «lo más difícil de controlar» un lustro después son los núcleos de los reactores fundidos. Eso sí, destacó que la situación en la planta atómica «ha mejorado mucho» respecto a cuando visitó la central en 2011. Ahora, subraya que el programa de actividades tiene el objetivo final de desmantelar la central, para lo que faltan «unos decenios». Ahora lo importante es que la estabilización de la central se garantice de forma sostenible para el futuro.

Lentijo, ingeniero vallisoletano, indica que una de las cuestiones que plantean más retos a corto plazo es la acumulación del agua contaminada y la filtración del agua subterránea que baja de la colina hacia los edificios principales. Para ello, recuerda que se diseñaron numerosos sistemas de descontaminación del agua y una barrera para prevenir que esta siga entrando. En Fukushima se implantaron numerosas medidas y sistemas para evitar que el agua contaminada salga al mar. La última novedad, que está en su fase final de implantación, es la construcción de una barrera de hielo en el suelo, cuyos sistemas ya están instalados y pronto comenzará la etapa de pruebas para llegar a «eliminar o limitar la acumulación de agua contaminada».

Sin embargo, el responsable de la OIEA estima que a largo plazo las actividades más importantes y difíciles será la retirada del combustible nuclear que quedó dañado. «Tienen buenos planes iníciales y ahora tienen que diseñar en detalle las actividades concretas para ponerlas en marcha», comentó. Con todo, apunta que el de Fukushima no será un desmantelamiento «normal», por lo que aplaudió el programa japonés de investigación muy ambicioso con el que se desarrollarán nuevas tecnologías y programas. En todo caso, considera que «lo más difícil de controlar» son los núcleos de los reactores fundidos, mientras que calificó de «experiencia extraordinaria» el proceso de retirar el combustible nuclear gastado que había en el reactor 4.

Por otro lado, el directivo de la OIEA ha destacado que los datos apuntan que en el futuro seguirá aumentando el parque nuclear mundial. Los datos hablan de una previsión de crecimiento, aunque ha puntualizado que «no está igualmente distribuida en todas las regiones del mundo» sino que la tendencia ascendiente se observa en Asia frente a la estabilización o descenso en Europa o Estados Unidos. Lentijo ha agregado que como tecnología, la nuclear tiene ventajas e inconvenientes y que es decisión de las autoridades de cada país tenerla en cuenta como uno de los posibles vectores de futuro para determinar la forma de cumplir los objetivos del cambio climático puesto que ha recordado que no contribuye a emitir CO2.

Finalmente, sobre la operación a largo plazo, ha manifestado que el tiempo en las centrales nucleares no es una cuestión de años, sino de condiciones de funcionamiento y conservación y, por ello, considera que cuando se llega a las edades para las que fueron licenciadas, se debe analizar las mejoras que se deben implantar si se quieren operar durante más tiempo. «No existe una vida determinada para las instalaciones, sino una vida condicionada por las autorizaciones que tienen. Se plantean por 40 años y después de decenios de operación y revisiones periódicas se comprueba si la instalación puede seguir operando si cumple las medidas de seguridad necesarias», ha concluido Lentijo.

Greenpeace denuncia que Japón «coacciona» a la población a volver a las zonas contaminadas alrededor de Fukushima

Europa Press.– Greenpeace acusó al Gobierno japonés de forzar a la población que hace 5 años residía en los alrededores de la central nuclear de Fukushima a volver a residir ahí o dejar de cobrar las ayudas, pese a que la zona sigue con niveles de contaminación que no se ajustan a los objetivos que se marcó el país, según asegura la organización, que ha acudido a las zonas contaminadas para realizar mediciones de radiactividad.

Según la organización, hay cerca de 100.000 personas que siguen viviendo fuera de sus casas debido a la contaminación que se extendió a los alrededores de la central nuclear. «La mayoría de las personas evacuadas se verán forzadas a volver a sus casas en 2017, aunque sus comunidades estén contaminadas», denuncia. La responsable de Energía Nuclear de Greenpeace, Raquel Montón, acusó al Gobierno nipón de «hacer trampas» y decirle a los japoneses que las personas desplazadas «están empecinadas en que no se recupere su tierra» porque «no quieren volver a sus casas«, y cree que el mensaje responde a una intención de volver a poner en marcha los 54 reactores nucleares que el país paralizó tras el desastre en Fukushima.

Al mismo tiempo, critica que se está «coaccionando» a las personas desplazadas para quitarles las ayudas y forzarles a volver a sus casas. «Para las primeras reclamaciones les mandaron un formulario de 60 páginas para rellenar y unas instrucciones para rellenarlo de 160 páginas. Ese es el panorama para pedir ayudar. Si encima te las retiran, te ves en una coacción», explicó. De hecho señaló que el relator de Derechos Humanos denunció que el tratamiento que el Gobierno japonés está dando a los desplazados «va en contra de los Derechos Humanos». «Tú no puedes coaccionar a la gente para que no elija la salud o el nivel de salubridad que necesita para su vida», reivindicó.

Montón ha explicado que la idea del proceso de descontaminación que está llevando a cabo el Gobierno consiste en tratar de retirar la contaminación de las zonas de acceso restringido (hay una zona en la que no se permite pernoctar y otra de acceso prohibido) hasta llegar a los niveles que se han marcado como objetivo. «Una vez se alcancen esos niveles sobre el papel la gente puede volver a sus casas y dejan de recibir las ayudas que ahora mismo están recibiendo», ha indicado.

Sin embargo ha criticado que los objetivos que se ha marcado el Gobierno «están muy por encima de los estándares internacionales» y que, pese al trabajo de descontaminación que se está llevando a cabo, «no se consiguen». «Hemos estado allí hace dos días y en ningún caso en las zonas ya limpiadas por el Gobierno los niveles estaban por debajo de los objetivos, estaban al doble o diez o veinte veces más». «El nivel objetivo del Gobierno japonés es 0,23 microsievert por hora. Está muy por encima de los estándares internacionales, y ese 0,23 no te lo encuentras nunca. Nunca. Te encuentras 2 o 3 microsieverts, diez o veinte veces más», ha asegurado la activista.

Según Montón, los estándares del Comité de Protección Radiológica de la ONU marcan que ningún ciudadano debe estar a más de 1 milisievert al año. «No es que más allá nos pase nada, sino que se entiende que cuanta menos radiación se reciba, mejor», señaló. En casos excepcionales, como cuando se está produciendo un accidente, la OIEA admite que el nivel de radiación se eleve a 20 milisievert anuales «por un tiempo limitado» para realizar las operaciones necesarias solucionar la situación, nivel que también se emplea como criterio del «cupo máximo» de radiación que puede recibir el trabajador de una central nuclear. Un nivel que el Gobierno japonés ha fijado como seguro mientras se pone solución al accidente de Fukushima”.

Montón explicó que el proceso de descontaminación consiste en buena parte en retirar tierra contaminada alrededor de las viviendas (20 metros a la redonda de cada casa) y de las cunetas. Hasta el momento, según indicó, se rellenaron más de 9 millones de bolsas con una capacidad de un metro cúbico cada una de ellas que se han ido apilando en un total de 114.000 lugares, muchos de ellos explanadas en zonas de monte. Además, indicó que la mayor parte de la contaminación radiactiva ha ido a parar al mar, no solamente durante los primeros días sino también en la actualidad, por el agua contaminada que se vierte al mar y las partículas radiactivas que arrastra el ciclo del agua.

En todo caso, tanto la activista como el director de Greenpeace en España, Mario Rodríguez, han hecho hincapié en que las conclusiones del accidente de Fukushima «evidencian que la energía nuclear es una energía peligrosa de la que hay que prescindir» y han señalado que en Japón «no ha habido cortes de luz» durante los últimos años, pese a la desconexión de sus reactores. «La contaminación radiactiva no tiene solución ni con accidentes ni sin accidentes. Los residuos nucleares son residuos para siempre», han insistido.

Ecologistas en Acción critica que España “no ha aprendido la lección del accidente nuclear de Fukushima” un lustro después

Europa Press / Servimedia.- Ecologistas en Acción cree que España no ha aprendido las lecciones del accidente de Fukushima Daiichi, cuando se cumplen 5 años de la tragedia de un terremoto al que siguió un tsunami que provocó la «catástrofe» en la central nuclear japonesa. Con motivo del aniversario, la ONG ha anunciado que plantará un cerezo, un árbol sagrado japonés, por cada año transcurrido desde el accidente en varios puntos de España para mostrar su solidaridad con los afectados y las víctimas del accidente.

El portavoz nuclear de Ecologistas en Acción, Francisco Castejón, ha recordado que el tsunami destrozó los sistemas de refrigeración y de alimentación eléctrica de las centrales: se produjeron tres grandes explosiones de hidrógeno en los reactores 1, 2 y 3, y un incendio en la piscina del reactor número 4. Además asegura que la situación «sigue sin controlarse» y de hecho no se puede entrar en los reactores que están fundidos total o parcialmente por la alta radiactividad. Además, Castejón añade que «lo más probable» es que se tendrán que construir sarcófagos para cubrir los reactores e impedir las emisiones.

Igualmente, denuncia que la descontaminación que el Gobierno de Japón realiza para permitir que la población pueda volver a sus casas resulta «insuficiente» porque el nivel de tasa de dosis radiactiva permitida es de 20 milisievert al año (mSv/año) que es «un nivel demasiado alto». En concreto, expone que los límites para el personal profesionalmente expuesto son 50 mSv/año, con un máximo de 100 mSv en cinco años pero advierte de que la población general no cobra peligrosidad ni está sometida a controles médicos, así como de las dosis recibidas, a diferencia de las personas trabajadoras de la industria nuclear.

Asimismo, apunta que se ha renunciado a descontaminar las zonas boscosas en las que se encontraron puntos calientes con más actividad que ese límite radiactivo. Por ello, alerta de que las incidencias de la radiactividad sobre la mortalidad y la salud de los habitantes de la zona se verán en toda su intensidad en un par de décadas. Hasta el momento, el número de cánceres de tiroides en los 300.000 niños de la prefectura de Fukushima aumentó sustancialmente y se multiplicó por un número que oscila entre el 15 y el 50, según diferentes cálculos.

Entre los retos principales, Castejón señala que, en estos 5 años, el principal problema ha sido luchar contra la constante fuga de agua radiactiva al mar, un hecho traumático para un país como Japón que se vuelca en la pesca y donde es muy común el consumo de algas. Según datos de universidades niponas, el coste del accidente supera los 80.000 millones de euros y el protocolo de París, que regula las indemnizaciones a realizar por los propietarios de las centrales, ha fijado el techo de entre 750 y 1.200 millones de euros, lo que a su juicio «resulta irrisorio».

El portavoz de Ecologistas lamenta que en España no se han aprendido las lecciones de Fukushima ya que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) todavía se está planteando la reapertura de la central de Santa María de Garoña (Burgos) que «es idéntica» al reactor número 1 de Fukushima, que empezó a funcionar en 1971. «Los planes de emergencia nucleares no se han reformulado todavía para tener en cuenta las lecciones de aquel accidente y las llamadas pruebas de estrés no han sido suficientemente rigurosas», insiste.

Castejón destaca también que el accidente de Fukushima ha introducido una nueva variable, los sucesos externos a las plantas que no se pueden prever, por lo que la seguridad nuclear no se puede garantizar al 100%. Por ello, considera que dada la «incertidumbre y el riesgo, lo más sensato es proceder al cierre escalonado de las centrales nucleares, sobre todo teniendo en cuenta que existen alternativas más limpias y seguras».