¿Por qué este acoso a ciertas tecnologías?

Se viene produciendo un acoso desde distintas instancias la activación de una campaña que se refleja en los medios de comunicación hacia determinadas tecnologías de generación de electricidad. En concreto, por un lado, se ha despertado la tapa de los truenos con respecto a las energías renovables (como la solar o la eólica), así como a otro grupo de energías como la nuclear o la hidráulica. No se sabe si en otros países de nuestro entorno estas tecnologías merecen esta tormenta, más o menos artificial, pero lo que está claro es que hay algo en el ambiente que hace que determinadas posiciones ideológicas cristalicen en una presunta lucha ideológica trasladada a que los agentes, las instituciones o los políticos tengan que tomar partido por alguna de las distintas tecnologías.

“Informe de Costa y Precios”

En primer lugar, las energías renovables son señaladas con el dedo de la culpabilidad de la existencia del déficit tarifario al percibir primas, y hasta el organismo regulador, deliberadamente induce a la confusión en sus informes y “propuestas de tarifas” con la expresión energías verdes, renovables o de Régimen Especial, cuando evidentemente no son lo mismo. No todas las primas que percibe el régimen especial pertenecen a las denominadas “energías verdes”. Pero, incluso menciones de este tipo se pueden encontrar en el voto particular de la presidenta del organismo Maite Costa o en el voto de los consejeros González, Fabra y Ruscalleda, en esa magnífica síntesis que puede ser el “Informe de Costa y Precios”, ahora que la presidenta se unce a las tesis que abogan por la vuelta a los costes reconocidos y la intervención.

Añadamos a esto el modelo “redada” que se está utilizando para la inspección de determinadas instalaciones en régimen especial (instalaciones solares realizadas para acogerse a un marco de regulación imposible, verdadera causa del problema, que generaba incentivos desorbitados para los agentes y una situación apocalíptica a final de septiembre), cuyos resultados casi se radian en directo como bálsamo a los problemas internos y externos de la CNE, aunque sea a costa de abrir un avispero con las comunidades autónomas, con las que por cierto parece manifestarse poca coordinación entre administraciones en el caso que nos ocupa.

Datos preliminares con “filtraciones oficiales”, informaciones presentadas de manera parcial, confusión entre tipos de sanciones y consecuencias de las mismas, mezcla de anécdotas, aunque con la pretensión de provocar un considerable efecto de generación de pánico sectorial ofrecen un panorama poco edificante. La actividad inspectora, en todo caso, nunca debe ser un brazo armado de la política, operar sin alharacas y, siempre con rigor y seguridad. Por que si no, lo siguiente será que se retransmitan las inspecciones acompañadas de los Cuerpos de Seguridad del Estado debidamente camuflados con pasamontañas y, que los consejeros paseen por los huertos solares ante las pruebas de las infracciones administrativas, tocando los paneles ausentes y arropados por los reporteros.

En todo caso, queda ampliamente en cuestión el ”ecologismo rampante” de ciertas corrientes de izquierdas y como una visión cicatera y de control de rentas de los sectores energéticos puede ser diametralmente opuesta a la configuración de sectores empresariales, tecnológicos, de empleo y de investigación que nos convierten en punteros y líderes. Son los retroprogesivos 8ª asamblea.

El déficit tarifario: siempre es bueno que haya niños

Por lo tanto, con un modelo de primas como el español, alabado en Europa, responsable de contar con una industria propia en el sector renovable, envidiable por su vigor y fuertemente competitiva que se va acercando a parámetros de mercado, es intencional incorporar de manera oportunista el debate de las primas en el marco del problema del galopante déficit tarifario (una melé considerable, causada por la dejación política continuada) es una cuestión oportuna/oportunista porque siempre es bueno que haya niños.

En segundo lugar, otro grupo de energías que se ve envuelta en este proceso de demonización son la nuclear y la hidráulica. Las dos son estigmatizadas “porque al tener costes bajos” y percibir el precio del mercado, “ganan mucho”, volviendo a la teoría de para qué tener un modelo de mercado, pudiendo tener el Gran Hermano, el Soviet Supremo que decida las rentas y la distribución de la renta ¡por instalación!. Por ejemplo, las dos tecnologías no emiten CO2, pero hasta el regulador “independiente”, que conoce, permite y promueve que se detraigan de forma generalizada los derechos de emisión desde los tiempos del extinto Ignasi Nieto y ahora se niega tres veces que esto se esté haciendo así.

Y es que habrá que señalar quien ha provocado que este debate ideológico, acabe en la toma de partido por ideologías corporizadas en tecnologías concretas y en cierto forofismo y rivalidad inexplicable. Sobre todo porque la razón del mal estriba en la ausencia trágica de un proyecto global, común e integrador de un modelo energético estratégicamente pensado, evitando que se cuestione el papel de tal o de cual.

En este sentido, desde la CNE se debería percibir una mayor corresponsabilidad con la política energética (y su modelo de mercado, contexto internacional, desarrollo sectoral, política económica y ambiental asociada), más allá del partidismo y de la ideología, o de la ideología transmutada en posicionamiento alrededor o en contra de tal tecnología. Un mayor sentido y concepción de visión global, partiendo del hecho de que el futuro es un mix diversificado y excedentario en el que cada fuente de energía tiene una misión en el conjunto del sistema eléctrico, evitando introducir debates maniqueos que no llevan a ningún sitio. Una política energética global que sepa definir cuáles son sus costes, el precio de la electricidad que va a ser resultante de un mix de mercado decidido muchos años antes, la capacidad de que mediante la inversión pueda generarse capacidad excedentaria y el equilibrio a cuestiones como la dependencia exterior, el medio ambiente o la seguridad de suministro.

En un contexto de estas características, cada tecnología tiene su papel, como tecnologías base o punta, y cada tecnología tiene sus puntos fuertes y débiles para participar en ese mix energético. Todas tienen su recorrido y con el avance tecnolóco se incorporará otras como las del carbón limpio. Las empresas tienen su propio mix de activos de generación que pueden ser transferidos, con lo cual el argumento de las barreras de entrada es falaz y hacer un ejercicio discriminatorio distributivo que quiera suplantar al mercado también carece de sentido. Y, finalmente, hacer de todo esto un ejercicio de trinchera es irresponsable si, además, se alimenta desde las propias instancias públicas, aunque estén como están, pero daño hacen.

¿Por qué?

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